𝓟𝓸𝓿 𝓚𝓲𝓶.𝓝
No sabía si era amor, capricho, locura, alguna fantasía, un deseo o incluso un simple antojo mío, pero lo que sí sabía era que ese rubio al que tenía viviendo conmigo me encantaba. Aun eran pocos los días que llevábamos en esa cabaña, pero tener tanto tiempo libre había hecho que pensara a fondo en la decisión que había tomado. Recordar los primeros días en mi departamento después de mis cortas vacaciones en casa de Choi me hizo dar cuenta de que no estaba ni mínimamente arrepentido, y que probablemente nunca iba a estarlo; yo estaba feliz y muy a gusto con lo que había hecho, ni siquiera sentía miedo por las posibles consecuencias legales que eso podría ocasionarme.
Escuché que Choi buscaba a Jinnie por cielo, mar y tierra... O eso estaban creyendo, porque por los lares que estábamos no había visto ni al peor policía merodear por la zona. Si Choi era lo suficientemente listo empezaría a sospechar de mí y de mi extraña desaparición, pero yo no iba a permitir que se empezara a sospechar, por lo que apenas tuviera en la cabaña a la mujer que le pedí a Jeon iría a que cualquier tipo de sospecha sobre mí sea descartada, tampoco me dejaría quitar eso por lo que arriesgué absolutamente todo tan fácil.
En ocasiones por minúsculos períodos de tiempo llegaba a sentir un poco de empatía por como se debía estar sintiendo Choi, pero era su culpa, nadie le pidió que me invitara a su casa a presentarme a su precioso hijo y que este con su preciosa, hermosa y descarada existencia me dejara completamente loco por él. Por supuesto que la culpa era de Choi, yo solo fui una victima más de los encantos de esa hermosa criatura de labios esponjosos y brillantes.
Todas y cada una mis noches en esa cabaña habían sido iguales, siempre volando entre mis propios pensamientos después de haberme asegurado de que Jin dormía. La fuerte tormenta que estaba cayendo hacía la diferencia. El viento se estrellaba con fuerza contra las ventanas y lo que se escuchaba afuera no sonaba para nada pacífico, la mezcla entre truenos, relámpagos, el fuerte viento y el sonido ensordecedor de las hojas moviéndose con fiereza no colaboraban con el constante ambiente frío que se sentía en el lugar, hasta parecía que la temperatura había bajado aun más.
Me sobresalté un poco cuando la puerta de la habitación se abrió con suavidad, sin embargo no vi a nadie y el viento no pudo haberla abierto pues no había manera física de que entrara a la casa. Mis incógnitas tuvieron respuesta cuando vi a una cabecita asomarse con lentitud. Era Jin quien ocultaba la mayor parte de su cuerpo tras la puerta ahora abierta.
—¿Jin, ocurre algo? —pregunté sentando completamente en la cama, sin embargo no obtuve respuestas —. ¿Qué te ocurre? —volví a preguntar ahora levantándome de la cama para acercarme al rubio y hacer que entre por completo para poder cerrar la puerta nuevamente —. ¿Tienes hambre?
—No... No es eso, solo... solo que me asusté mucho... por la tormenta. —Mientras hablaba movía y apretaba sus bonitas manos con nerviosismo —. Me preguntaba si podía quedarme aquí con usted. —Sentí emoción cuando escuché lo último —. Podría quedarme en el sofá, para no molestar —se apresuró a decir.
—No no no, tú te puedes acostar en la cama, yo seré quien se quede en el sofá —ofrecí. De ninguna manera iba a permitir que con tan terrible frio se quedara durmiendo con incomodidad en un sofá cuando yo podía darle un lugar mejor para dormir.
Sin embargo el precioso rostro de Jin se moldeó en una expresión de algún tipo de preocupación.
—No creo que sea buena idea, no quiero sacarlo de su propia cama, mejor regreso a la otra habitación. —No había terminado de hablar cuando ya estaba dando la vuelta para regresar, pero como era de esperarse lo detuve.
Apoyé una de mis manos en su hombro y la otra la puse en su cintura, enrollando esta por completo con mi brazo; de esa forma lo llevé hasta la orilla de la cama e hice que se sentara.
—Puedo traerte un poco de leche caliente si quieres, para que puedas volver a dormir más rápido —ofrecí— ¿sí quieres? —un asentimiento corto con la cabeza recibí.
—Voy a bajar con usted. —Se puso de pie —Para no aburrirme... No es porque tenga miedo de asustarme de nuevo. —Su intento por ocultar la verdadera razón por la que quería bajar conmigo hizo que una risa saliera de mí—. ¿No me cree, verdad? —preguntó dándose por vencido al percatarse de que su intento había sido en vano.
—La verdad es que no —admití con una sonrisa en los labios—. Vamos entonces. —Volví a pasar mi brazo por su cintura pero haciendo menos presión que antes para no asustar a Jin, no quería hacer movimientos bruscos que lo volvieran más distante de lo que ya era. Estaba sorprendido, Jin al fin me había dedicado más de dos frases con más de dos palabras, tenía que ser cuidadoso con lo que hacía en ese momento sino quería echar a perder todo el avance.
Con mi brazo aun en su cintura caminamos hasta la planta baja, en ningún momento vi a Jin ponerse nervioso o incomodo ante mi toque, aunque eso no me decía ni aseguraba nada, lo estaba disfrutando, aun siendo muy probable que no haya reaccionado mal solo por el sueño y miedo que tenía, pero no debía ser pesimista.
De regreso en la habitación ahora con un vaso de leche caliente en manos me aseguré de que Jin estaba bien abrigado en la cama antes de entregarle el vaso. Un par de gruesos edredones cubrían su cuerpo de la cintura para abajo, él con sus ojitos brillantes y expectantes esperando tomar la leche se encontraba sentado por completo en la cama.
Cuando le entregué el vaso con cuidado de que no le cayera ni una sola gota, sopló un poquito antes de dar el primer sorbo y seguido me deleitó con esos lindos gemiditos de satisfacción que suelta siempre que algo le agrada a su paladar.
Me senté a un lado de la cama, esperando hasta que Jin terminara con su leche caliente, no esperaba que hablara más conmigo, estaba satisfecho de alguna forma con todo lo que me había hablado hasta ese momento, pero lo volvió a hacer.
—Estaba un poco aburrido aquí, es aburrido no poder hablar con alguien —contó.
—¿Y si es aburrido por qué no hablabas conmigo? —pregunté con curiosidad sincera.
—No lo sé, tenía un poco de enojo con usted... Bueno, tenía no, tengo enojo con usted —dijo con naturaleza, demostrando lo poco que le importaba cualquiera que fuera mi reacción ante lo que decía —. No me ha dicho para qué estoy aquí —recordó—. Creo que estoy muy enojado de nuevo. —Ver como daba vueltas en su propio berrinche era sin dudas algo hermoso de ver y escuchar; Jin era hermoso.
—¿En serio no sabes porqué estás aquí conmigo? —pregunté acomodándome un poco más en la orilla de la cama.
Jin pareció pensar un poco.
—Creo saber, pero no sé si quiero creerlo del todo —con cuidado trató de poner el vaso a medio tomar en el nochero, al ver que se le hacía un poco difícil llegar tomé el vaso y lo acomodé yo.
—¿Qué significa eso, lo sabes o no lo sabes? —seguí indagando.
—¿Recuerda la noche que yo estaba en la cocina? —señaló —esa noche que usted llegó y se acercó a mí... y me dijo todo eso... y me besó en la mejilla —volvió a recalcar—. Esa noche me di cuenta de que algo pasaba, algo que le pasa a los adultos enamorados, ¿es eso?
—Definitivamente es eso —le afirmé sin pizca de remordimientos —. Algo que le pasa a los adultos enamorados... muy enamorados.
—¿Entonces usted está enamorado de mí? —concluyó en forma de pregunta.
—¿Tú qué crees? —pregunté tratando de qué él mismo dijera lo que pensaba de todo.
—¿Qué sí? —la corta pregunta que hizo recibió como respuesta un asentimiento por mi parte—. ¿Muy enamorado? —volvió a preguntar.
—Como no tienes idea.
—Papá se va a enojar —dijo con nervios—. Se va a enojar mucho.
—¿Por qué?
—Él dice que si alguien me dice que está enamorado de mí no es bueno hasta que tenga 23 años —me contó.
—¿Qué? —pregunté con extrañeza —. Tú padre está loco.
—¡Oiga! —expresó en forma de reproche—. No le diga así a papá, ¿Qué clase de amigo es usted? —Se cruzó de brazos en una nueva rabieta—. Papá solo me cuida.
—Solo es un celoso maniático —comenté—. Aunque cualquiera lo estaría.
—¿Cualquiera estaría loco?— preguntó con inocencia sacándome una risa.
—Cualquiera estaría celoso de que alguien se acerque a ti —le dije.
—¿Por qué?
—Porque eres precioso, que tus ojitos miren a alguien más con ese brillo tan hermoso debe ser una tortura por completo.
Pronto la mañana llegaba, afortunadamente al amanecer la tormenta ya había terminado, y digo afortunadamente porque en esa mañana estaba en la espera de la llegada de la mujer que le había encargado a Jeon. Mientras esperaba bajé con Jin hasta la cocina a prepararle el desayuno, que fue devorado rápidamente en pequeños bocados por él.
Cuando terminaba de lavar los pocos platos ya limpios el timbre sonó. Maldije en voz baja pues Jeon se había llevado una de las copias de las llaves y no las estaba utilizando, así que aun maldiciendo me dirigí a abrir la puerta.
Abrí la puerta no sin antes cerciorarme de que sí se trataba de Jeon dando antes un vistazo por la mirilla de la puerta. Junto a Jeon se encontraba una mujer de estatura media, piel bastante blanca y un cabello cobrizo que por poco se convertía en un rubio. Les dejé pasar luego de unos segundos.
En la sala fue donde la mujer se presentó formalmente, notándose en su voz un acento un poco raro. Luego de unos minutos explicándole que era lo que tenía que hacer Jin hizo acto de presencia, aproveché para presentárselo a la mujer y dejarle en claro que él debía ser la prioridad en todo el tiempo que ella iba a estar ahí.
En el momento en el que debía salir del lugar para hablar a solas con Jeon dejé a Jin frente al televisor viendo un programa de marionetas y la mujer también se quedó sentada en uno de los sofás individuales viendo a todas partes menos a la fuente de entretenimiento que estaba encendida.
—¿Es de confiar? —pregunté con notable desconfianza.
—Me la recomendaron mucho, así que lo es —respondió Jeon después de morder la manzana que había tomado del frutero —. Es rumana, por eso el acento.
—No puede ser, ¿no pudiste conseguir a una coreana y ya?
—¿Eres xenofóbico? —preguntó con cara de decepción—. Primero machista y ahora xenófobo, eres una mierda, Kim.
—¿Qué, machista? —pregunté ofendido—. En ningún momento te he demostrado ser machista, y si me molesta que sea rumana es simplemente por la comunicación o las dificultades que se puedan tener con ella solo porque no hable bien el idioma o porque su cultura sea diferente, eso no es ser xenofóbico, imbécil —aclaré.
—No te preocupes por eso, Jenica sabe más del idioma que tú y yo juntos probablemente —aseguró.
—Lo que sí te aseguro es que al primer problema que me de no respondo por su bienestar —advertí.
Buenas
"viy a actilizir in il dia ahiri qui tingo tiempi" PATRAÑAS
Tarde ¿tres días? en volver a actualizar... haz pillao'??? Ya no un mes.
#NO MÁS ACTUALIZACIÓN MENSUAL
LO VOY HACER POR DARLE UN FIN LO MÁS PRONTO POSIBLE AL FANFIC
𝐃𝐎𝐑𝐈𝐌𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄
CHAO