DELTA || Freenbecky

By mo0nligh_

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❝Donde Becky es la omega del momento y Freen una delta solitaria.❞ •Omegaverse •Freenbecky adaptacion (g!p) ... More

Guía Omegaverse
Cachorro
Soy Becky Armstrong
Golden girl
Eres muy amargada
Olor
Marca
Destino o coincidencia
¿Becky?
Hermano
Rebecca Armstrong desaparecida
Te estas buscando
¿Me ayudaría?
Solo falta que tu gustes de mi
Cumple tu promesa
Encantos +18
Eso puede arreglarse
Ya lo se +18
Collar
Solo sera temporal
Agrio
Prometida
Alfa
Omega
Nuestra realidad
Todavia respira
Bella durmiente
Ya saben como termina
Melancolia
Otra opcion
Vive tu vida
El chisme
Como las parejas normales
Te extrañe +18
Descansa
Real
End
Epilogo - Futuro
Extra 1. Nuevo hogar [OaeyxJa]
Extra 2. [Heng-NoeyxIrin]

Emus Maximus

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By mo0nligh_

-¿Escuchaste sobre la última hija de los Armstrong? ¿Becky?

-Jia, obviamente que lo escuché, ¿Crees que vivo en una cueva?

-Oh, Natty, siempre tan mala onda. Pero, enserio, esa Becky me trae fascinada.

-No eres la única.

-Digo, una linda y adorable omega, que además, es una cambiaformas, ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?

-A ver si mueves tu culo de la máquina, pelirosa estúpida.

Ambas jóvenes miraron a la joven castaña, de piel morena y muy buen cuerpo.

Las dos chicas hicieron una mueca de confusión, no había sentido un mínimo olor de la presencia de esa chica.

Jia rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyada, tomando la mano de Natty, las dos betas se fueron, caminando apresuradamente por el pasillo del edificio de la Universidad.

Freen por fin pudo pedir su gaseosa a la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de las dos chicas. 

En verdad, ella había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Becky Armstrong; siendo una joven omega, ya era bastante especial, pero no fue conocida hasta hace algunos días, cuando el mundo se enteró que la chica de diecisiete años era una cambiaformas; pasando de ser una muchacha enana a una loba blanca. 

Por muchos años se creía a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood.

Claro que Freen tenía tanto interés en ese tema como lo que le importaba hablarle bien a la estúpida de Jia. Un menos diez porciento, para ser más exactos.

Con su refresco en mano, volvió a la biblioteca, lugar donde se dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminar haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.

La bibliotecaria era una joven alfa de poco más de dieciocho años que sabía de las siestas de Freen, pero no le molestaba en lo absoluto, por otro lado, despertaba a la chica solo cuando un profesor o el mismo director entraba para corroborar el buen uso  de la biblioteca; por esa razón, la castaña dormía con un libro entre las manos, así que cuando se despertara, solo fingiria leer.

-Buenas tardes- saludó Freen a la pelinegra tras el largo escritorio.

Ella podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba de toda su universidad, y la única que elegiría como amiga si tuviera algún interés en hacer una.

-Hola, Sarocha.

A pesar de que la chica sabía su nombre, Freen nunca se había molestado en fijarse el nombre de ella ni en la placa en su pecho o en la que descansaba sobre el escritorio.

En su cómodo trono, echo la cabeza hacia atrás para cerrar los ojos y dormir.

Rápidamente, la oscuridad de sus parpados se transformó en la de una calle, las luces publicas apagadas, las casas en total oscuridad e incluso los semáforos sin sus colores le dijeron del corte de luz. 

Si vio caminando por las calles, rumbo hacia su casa, cuando una sensación muy fuerte la inundó.

Tenía que encontrar algo, urgentemente. 

Algo que era suyo.

Su algo estaba en peligro.

El rumbo a casa quedó olvidado y comenzó a caminar rápido hacia el lado contrario; corriendo cada tanto.

Esa sensación provenía de lo más profundo de su pecho, lugar del que creía que nunca iba a volver a sentir algo.

Su loba interna había muerto hacía mucho tiempo.

El llanto de un animal lo hizo detenerse para escuchar de dónde provenía.

Su loba comenzó a correr en su interior, y Freen, siguiéndolo sin preguntarse cómo era que había regresado, llego hasta un callejón oscuro.

Vio la basura junto a las paredes, los charcos de agua sucia.

Escucho el completo silencio del mundo. 

Su loba había desaparecido, de nuevo;  dejándola sola frente a aquel montón de nada.

Se giró para volver hacia su casa.

Fue cuando escucho el llanto de nuevo, esta vez muchísimo más cerca.

Volvió a entrar en el callejón, mirando una pila de basura un poco más al fondo;  y por más que su loba le pedía correr hacia allá, se acercó despacio.

Al tomar la bolsa de basura para correrla, un golpe en la cabeza la hizo despertarse. 

-El director, Freen- el susurro de la bibliotecaria, a su lado, hizo que tomara el libro, lo abriera en una página al azar y comenzara a fingir que leía.

Vio al hombre de traje que entró a la sala, con una sonrisa; y comenzó a hablar con la joven bibliotecaria.

Freen, aún agitada por el sueño, miraba la hoja con letras del libro sin ver nada de lo que decía.

Sólo podía recordar la extraña sensación que tuvo cuando su loba interna pareció volver a ella.

Para el mundo, Freen era otra beta del montón, malhumorada y solitaria; sin instintos, sin olor, sin celo; pocas veces salía de su silencio, y sólo para dedicarle unas palabras bruscas a alguien (casi siempre a Jia, porque esa chica la sacaba de quicio).

Sin hablar con nadie de toda la universidad, la chica era un misterio, pero nadie tenía interés en resolverlo.

Vestida casi siempre completamente de negro, con el pelo castaño, perecía otra chica emo y solitaria como los que se reunían en el patio de la universidad a cortarse.

Solo que Freen no se juntaba con ese grupo; por más que varias veces la invitaron a reunirse.

Eso hacía que la vieran como "La emus maximus".

Claro que ninguno sabía la verdad acerca de Freen.

La chica había dejado su pasado, a su loba, y a su posicion en Tailandia, donde la alfa había nacido, se había presentado, y había muerto.

La Freen de Busán era una delta solitaria que fingía ser una beta común y corriente para no vivir avergonzada: razón por la cual se había mudado.

Perder a su loba, y por lo tanto, sus instintos, su celo y su olor; era algo que había superado, y se había resignado a vivir en la monotonía.

Se había concentrado en sus estudios, ya que no tenía interés en nada más. 

Meterse en la carrera de medicina fue posiblemente su más grave error, pero aún seguía ahí, estudiando salvajemente un día antes de los exámenes, asistiendo a clases donde era totalmente ignorada, y durmiendo en la biblioteca cuando debería leer los libros de anatomía.

Pero eso era mucho mejor que ser la vergüenza de su familia, y de Tailandia.

El director miro hacia ella cuando termino de hablar con la joven alfa, Freen lo vio acercarse y le dedico una sonrisa seca.

El hombre de unos cincuenta años se dirigió hacia ella, con una sonrisa dura pero amable, aunque su aura de alfa y su fuerte olor a ... Algo que Freen nunca pudo describir (nunca había sido buena reconociendo olores), daban una presencia mucho más fuerte de la que en realidad quería.

-Buenas tardes- saludó el hombre, Freen sólo bajo el libro para mirarlo-. En verdad, aprecio mucho a los estudiantes que vienen a ocupar la biblioteca; y no la estoy juzgando, pero déjeme informarle que su libro está al revés.

Freen lo volteo para ver la portada, y el director no estaba mintiendo.

Al alzar la vista para decirle algo, sólo vio al director marcharse y cómo la bibliotecaria se reía tras el escritorio. 

Freen suspiro, dejó caer el libro de golpe sobre el sillón al levantarse.

-Gracias por decirme que estaba quedando como una idiota- dijo Freen a la pelinegra.

La joven alfa suspiró, rodando los ojos. 

-La próxima vez te haré señales de humo, Freen Sarocha.

La castaña solo rodó los ojos y salió de la biblioteca, no sin antes escuchar el gruñido malhumorado que le dedicó la bibliotecaria; pero sin inmutarse.

Freen lo atribuía a su loba interior muerta, las amenazas de los alfas no hacían un mínimo de efecto en ella, tal como tampoco atraía la presencia de un omega. Ella, simplemente, había dejado de sentir absolutamente todo.

Al ver la luz cálida del atardecer desde las ventanas del edificio, se recordó que debía regresar a su casa.

El mejor departamento que pudo pagar quedaba a poco más de treinta minutos a pie, con la duración del día típico invierno, llegaba a su casa de noche. 

Con su abrigo y su bolso, salió a las calles de Busán.

A poco más de un kilómetro de su casa, las luces de las calles se apagaron. 

Mirando con un poco más de atención hacia la oscuridad, Freen aceleró más el paso para llegar a su hogar.

Fue a pocas cuadras antes que la sensación volvió a atacarla.

Vivió un deja vú.

Su sueño se estaba repitiendo.

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