Iris despertó sobresaltada en medio de la noche, empapada en sudor y con el corazón galopando desbocado. Las imágenes del encuentro con Lance seguían atormentándola, y el miedo se había arraigado profundamente en su ser.
Decidida a no dejarse vencer por el miedo, Iris buscó apoyo en su círculo de amigos y familiares, tratando de encontrar consuelo y una sensación de seguridad. Sin embargo, no pudo evitar sentirse observada constantemente, como si los ojos de Lance la persiguieran en cada esquina. Su paranoia se había vuelto insoportable.
Mientras tanto, Lance se adentraba cada vez más en la vida de Iris. Se había convertido en un maestro de las apariencias, ocultando sus verdaderas intenciones detrás de una fachada de normalidad. Observaba cada uno de sus movimientos desde la distancia, estudiando sus rutinas y esperando pacientemente el momento adecuado para acercarse a ella una vez más.
Un día, Iris recibió un paquete anónimo en su puerta. Intrigada y temerosa al mismo tiempo, lo abrió cautelosamente. En su interior encontró una caja de música antigua, delicadamente tallada y adornada con detalles oscuros y perturbadores. Un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras la melodía de la caja llenaba la habitación.
Mientras Iris intentaba comprender el significado del misterioso regalo, recibió una llamada telefónica desconocida. Una voz suave y ominosa resonó en el auricular: "¿Te gustó mi regalo, Iris? Estoy siempre cerca, observándote". El corazón de Iris se detuvo por un momento, y el pánico volvió a apoderarse de ella.
Desesperada por escapar de esta pesadilla, Iris decidió poner en conocimiento de las autoridades lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, cuando llegó a la comisaría para presentar su denuncia, se encontró con que la policía no parecía tomarla en serio. La falta de pruebas concretas y la aparente normalidad de Lance le jugaban en contra.
Iris se sintió completamente desamparada. Sin nadie en quien confiar y con la sensación constante de que Lance estaba un paso por delante, su cordura empezaba a resquebrajarse lentamente. Las líneas entre la realidad y la paranoia se desvanecían, y no sabía cuánto tiempo más podría resistir la presión.
El capítulo 2 de "Obsesión Fatal" sumerge a los personajes y a los lectores en una espiral cada vez más peligrosa. La obsesión de Lance se intensifica, y Iris se ve atrapada en un juego macabro del que no sabe si podrá escapar. A medida que el tormento psicológico y la violencia se entrelazan, los límites entre el bien y el mal se desdibujan, dejando a los protagonistas atrapados en un enigma retorcido del que no hay salida aparente.
Nota: Este capítulo y la historia en general pueden contener escenas perturbadoras y violencia. Se recomienda discreción al abordar este tipo de contenido.