Pasado.
En el crepúsculo de Loto se realiza una reunión muy importante. La disolución del príncipe Mejías Primero por traición a la corona. Encarcelado en el centro de la plaza Turman los habitantes del planeta reclaman justicia y una condena, que sea expulsado como parte de la corte real.
- ¡Largo de aquí traidor! - vocifera alguien entre la multitud.
-No mereces pertenecer a la familia del Rey Neptuno - grito otro desde la cercanía al chico de ojos vivaces cargado de ira.
- ¡Expulsión, expulsión, expulsión! - se unían a coro todos.
El Príncipe Mejías sabia de las consecuencias que implicaría traicionar a su hermano, sin embargo, no le importo ya que cortar su lazo con la corona le concedería total libertad.
Sentía rabia porque nadie lo defendería ni su madre. La reina Luna se encontraba entre la espada y la pared, su corazón se partía en dos ya que sus hijos hace tiempo dejaron de ser unos niños que todo compartían. La ambición de Mejías lo impulso a revelarse, pero cosecho el odio de todo Loto.
Dentro del palacio "Platino Celeste" debatían el mejor castigo. El rey Neptuno sentado en su cetro junto a su esposa Marte presenciaban y escuchaban las negativas de algunos, las sugerencias y la afirmación de otros para su expulsión definitiva del planeta.
El rey Neptuno disimulaba muy bien su tristeza por su hermano, no era así para el príncipe, quien se impacientaba ante una multitud que le lanzaba cosas en su cara.
- ¿Todos están de acuerdo en que el Príncipe Mejías Primero sea expulsado? - alzo la voz el rey para corroborar la decisión.
-Sí - dijeron al unísono cuando las puertas eran abiertas con fuerzas ante una reina dolida.
-Yo me niego a que mi hijo se vaya de este planeta - objeta avanzando y sosteniéndose la falda de su vestido azul con sus manos - ¡No puedes hacerme esto Neptuno!
-Madre - trata de mantener la calma - Mejías vendió información de esta familia a cambio de unos míseros poderes para quedarse con mi puesto.
-Eso no es justificación para un castigo tan severo - todos murmuraban y el rey soltó una carcajada de incredulidad, su madre caminaba en el reducido espacio frente al cetro retando duramente con sus ojos celeste a su primogénito - Nunca permitiré que él se vaya, ¡Jamás!
-No tienes poder de decisión, madre - el rey se puso serio y recto en su sitio - Ya no eres la reina por lo tanto estas exenta de tomar decisiones o intervenir además ya es una orden a ejecutar.
-Pediré la ayuda de la Junta Lunar - su tono era pacifico, pero por dentro hervía de odio - ¡Esto no se quedará así, Neptuno!
-Yo no permitiré tener un traidor entre nosotros muchos menos a alguien acusado de matar - sus ojos se crisparon, el rey se dio cuenta que con sus palabras hirió a su madre, pero ella debía saber la verdad.
Una que ella misma se negaba a creer porque su hijo era inocente en lo más fondo de su corazón.
- ¡Nunca te perdonare por lo que me estás haciendo, nunca! - dijo entre lágrimas.
Giro sobre sus pies yéndose por el espacio libre que le cedían los demás, su melena blanca se mecía por la leve brisa que ingresaba por los ventanales. Marte tomo su mano en forma de consuelo brindándole una tierna sonrisa.
El rey le dio el comunicado al vocero del palacio quien fue el encargado de leer frente al pueblo su decisión después dispuso que el Príncipe Mejías Primero fuera llevado al calabozo para darle el último adiós definitivo.
La reina Luna apunto a su nuera y su hijo, descargaría todo su odio cuando se asegurará que su hijo menor estuviera a salvo lejos de aquí.
El caos se desataría más pronto de lo que imagina y será demasiado tarde para arrepentirse.
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Presente.
Rojo, sentada en el borde de su cama trataba de encontrarle sentido a la extraña sensación que tenía hace varios días. Los rumores de un nuevo ataque le dejo un sabor amargo.
Conocía lo que implicaba. Destrucción total solo por la ambición de poder.
- ¿Qué te ocurre Rojo? - preguntó Pluto entrando acompañado de sus amigos.
-No sé, tengo una sensación rara que no sé cómo descifrarla - se removía incomoda en su lugar - Quizás sea de tanto dormir.
-Seguro - dijo Horis mordiendo su manzana - debes tener acalambrado tu cuerpo y te impide volver a la normalidad.
-Si debe ser - Rojo le sonrió.
Mientras Horis continúa demorando sus panes favoritos de zapallo y verdura se instaló un silencio incomodo entre ellos. Ninguno quería iniciar la conversación de lo que se hablaba en la escuela.
Alguien entra corriendo, la chica se detiene a tomar aire de sopetón para poder hablar, traía entre sus manos un diario arrugado, pero ¿Cómo lo ha conseguido? ¿Quién se lo dio?
-Marie ¿Por qué viniste corriendo? - indaga Pluto mirándose con los demás.
-Hay noticias - esta agitada así que debe tomar aire para continuar hablando - el planeta fue atacado y se llevaron su esfera.
Todos quedan con la boca abierta no creyendo lo que dice Marie. Le entrega el diario quemado a Rojo que lo inspecciona con el ceño fruncido y ojos aguados.
- ¿Cómo obtuviste ese diario? - interroga Otis - No están permitidos dentro de la escuela si Polusiki se entera nos castigara.
-Lo saque de la basura - respiro antes de proseguir - vi cuando alguien lo quemaba, tenía prisa para que se consumiera, pero alguien lo llamo que no le dio tiempo a verlo quemado completo.
-Y ahí entrantes tu para robarlo sin que te viera - sonríe Horis guiñándole un ojo y ella asiente - ¡Eres una genia!
Y se dan un choque de puños. Rojo no detiene la lectura, pero la parte que a ella le interesaba esta quemada así que se queda con la duda.
-No creen que hay muchas cosas que no quieren que sepamos - comenta Otis - Mi padre ya quiere sacarme de aquí porque presiente que no es seguro si los ataques continúan.
-A mi también me dijeron lo mismo - Marie lo mira con aires de tristeza - Todos parecen afligidos y rezan para que no sea el planeta de ellos el siguiente.
-Debemos encontrar esas esferas antes que los oscuros vuelvan a atacar - surgiere Rojo segura de sí misma - así evitaremos que maten más personas y destrocen los planetas.
-Me parece genial tu idea, pero - Otis duda si decirlo o no - ¿Cuál es el plan? ¿Cómo sabremos donde tenemos que encontrarlas? Además, somos menores de edad.
Otis había enumerado las desventajas y para todos parecía una misión suicida menos para la chica de fuego que conocía a la perfección cada espera, su poder y donde ubicarla. Tenía en sus manos el libro del conocimiento que todos quieren.
-Tengo el libro de las esferas de poder - soltó dejando a todos asombrados, atónitos y petrificados porque no se lo esperaban - también un mapa dentro. Debemos conseguir transporte y alguien que nos ayude como guía.
Otis trataba de procesar lo que dijo, Horis luchaba con su comida en el estómago, Marie le entusiasmaba la idea, pero dudaba en que la dejaran ir y Pluto no parecía comprender absolutamente nada.
- ¿De qué libro hablas? - inquirió - ¿De dónde lo sacaste y lo que propones no es una misión suicidad?
-Un poco, pero es lo único que tengo en mente para detener todo lo que está pasando.
-Primero deberíamos pensar con calma - opina Horis - después pedir autorización de los adultos responsables y Polisuki no nos dará su consentimiento para irnos a buscar esferas.
- ¿Quién dijo que tendrías que avisar? - cuestiono Rojo irritada con esa extraña sensación hormigueando su cuerpo.
-Explica ¿cómo conseguiste ese libro y porque yo no sabía nada a cerca de eso? - Pluto sentía que lo habían dejado a fuera de una parte fundamental de una misión que estaba a punto de empezar.
-Bien, es largo así que tomen asiento - propuso Rojo - Empezare desde el principio...
-Aja... - Otis le aumentaba suspenso ya que odiaba las historias largas y tediosas.
Rojo comenzó su relato desde cuando descubrió el libro, la negativa de Sakí a entregárselo, el falso Sakí y como termino cayendo en un carnaval lejos de la galaxia.
De todos, a quien más le costó entender fue a Horis, que se distraía cada vez que detallaba el contenido del libro. Como era de esperarse debió mostrarles el libro y hacerle una ver las páginas blancas, el método para leerlo y muchas cuestiones más.
La chica termino exhausta de tanta explicación, sin embargo, esa sensación no disminuía de su cuerpo. Se movía rascándose el centro de su espalda dejando un hueco en el piso de la habitación de tanto ir y venir.
No había visto ni a Sakí ni a Polisuki. Eso era raro ya que estuvieron pendientes de ella durante el proceso de largos días de sueños y ahora habían desaparecido, necesitaba respuesta.
Aunque el plan de escapar era más urgente que otra cosa.
Rojo tenía en mente todo calculado, aunque eso no significaba vaya a salir según lo esperado también corrían muchos riesgos por lo que decidió hablar con Sakí.
Movió sus pies hasta su despacho - habitación, golpeo un par de veces y cuando no creía que nadie le abriría un dudoso Sakí revelo su rostro.
-Profesor Sakí - este sonrió - ¿Podemos hablar? Es algo urgente.
Ella podía detectar cierta reticencia en su semblante, pero igual la dejo entrar. Estaba nervioso sabía que se enfrentaba a la fuente de todas las verdades y seguramente tendría que darle explicaciones para las cuales no tenía ninguna.
Solamente suponía en su cabeza ya que su corazón dudoso y asustado iba a salir corriendo en cualquier momento.
-Rojo... - le indico que se sentara con ademan de mano - ¿Qué es eso tan urgente que quieres decirme?
La chica del cabello de fuego sabía que debía ser cautelosa a la hora de contarle lo que planeaba a hacer ya que Sakí no se le daba guardar secretos, era muy malo haciéndolo.
-Necesito que me expliques como se llega al portal de las esferas - él frunció ligeramente el entrecejo con algo de duda - Tengo curiosidad de saberlo, nada más.
-Creo que esa es información confidencial y peligrosa para una adolescente - murmuro meciéndose el mentón bastante dubitativo por su interés en el portal - ¿Cuál es el objetivo? Porque temo decirte que yo no soy la persona correcta para hablar de eso.
Rojo lo miraba fijamente, su mirada escondía más de lo que cualquiera pudiera imaginar. Sus sentidos se habían desarrollado durante el letargo de tres días, su cuerpo presentaba cambios jamás vistos como escuchar voces a larga distancia, pero trataba de bloquearlas porque pensó que se está volviendo loca.
También con un solo mirar un objeto y concentrarse en él podía elevarlo por los aires, aunque las dudas de sus nuevos poderes la dejaban con muchos interrogantes.
-No tienes una respuesta ¿Verdad? - negó y sus ojos rojos aparecieron - Necesito que seas sincera conmigo así podre ayudarte.
- ¿Usted lo es conmigo? - inquirió sonriendo de lado, lo estaba arrinconando y lo disfrutaba, él evito conectar con ella - ¿Qué podría ocultarme? Yo no lo estoy segura, pero es más que claro que algo no me está diciendo.
-Aun no llega el momento indicado. No desespere pronto lo sabrás. - frunció su ceño sin comprender a que se refería y prefirió centrarse en lo que tiene en mente.
-Va a contarme lo que sabe del portal ¿O no?
- ¿Para qué lo quieres saber? Es peligroso que lo sepan los oscuros así que primero debo conocer tus intenciones para debatir si es riesgoso o no decírtelo.
-Pretendo ir a buscar las esferas - se puso de pie de golpe con la paciencia al límite - tengo que encontrar la manera de detenerlos. Si las encuentro antes de ellos evitare que causen más desastres.
-No es tu responsabilidad buscarla y poner tu vida en riesgo - ella rio con incredulidad - Primero no puedes irte como una rata que viene a robar y se va, Polisuki se decepcionara contigo al no haberle tendido confianza para tu misión u objetivo, como quieras llamarle.
Rojo había cambiado de opinión, respeto a sus amigos, de un momento a otro. No los llevaría porque sería mucho los ausentes.
-Después evaluare si decirle o no, pero por el momento necesito que sueltes todo del portal - dijo exasperada de que diera tantas vueltas.
-Rojo comprende que es muy peligroso contarte algo sin autorización ¿sí?
Enojada salió azotando la puerta. La trataban como una niña pequeña que debían protegerla de un peligro inminente, pero cuando se darían cuenta que ya creció y que merecía por lo menos honestidad de su parte.
Pretendía buscar la respuesta en el libro, sin embargo, sentía que el tiempo les jugaba en contra ya que necesitaban irse cuanto antes. Se encontró con Pluto en los corredores y al verla tan alterada deduzco que no salió como ella lo planeo.
Buscarían una respuesta juntos. Realmente ella se encontraba en un estado de frustración porque ellos ocultaban algo más que solamente información, temían que descubrieran la verdad en condiciones traumáticas para ella.
Su poder es su peor enemigo porque no podrá soportar tanto dolor y mentiras de quienes creían que la protegían.
Llego la hora de buscar la verdad.