Miradas Cruzadas

By Kiara_1308

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Emma no está enamorada de nadie, ni nunca lo ha estado. A las chicas de gimnasia siempre les ha llamado la at... More

NOTA
PRÓLOGO
THE START OF SOMETHING NEW
🍦 EL HELADO 🍦
🥷 ESPÍA 🥷
🎉PARTY🎉
🥈ENCUENTRO INESPERADO 🥈
🥤¿QUE ACABA DE PASAR?🥤
💙🎂FELIZ CUMPLEAÑOS 🎂💙
🛍 COMPRAS 🛍
💎EL BRAZALETE💎
🎁 REGALO 🎁
🫂 SOLO QUERÍA PROTEGERTE 🫂
👊🏻PUÑETAZOS DESTRUCTIVOS👊🏻
📝ERRORES Y PLANIFICACIONES📝
🌅PEDIDAS Y COMPRAS 🌅
💋BAILE💋
☺️UNA CHARLA IMPORTANTE☺️
BUENAS TARDES

🗣HISTORIAS POR CONTAR🗣

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By Kiara_1308

Holiiiiii. Este "capítulo" se va a basar en Luke. Aquí puede que hayan cosas que no salen en los otros capítulos narrados por Emma. He intentado hacer lo mejor posible para que entendáis la historia porque la necesitaréis para otros capítulos (creo). Por cierto, voy a empezar a escribir partes narradas por Emma y otras por Luke. Ahora sí, os dejo leer en paz.

Luke.

A ver, ¿como empiezo?

Hola, me llamo Luke y llevo toda la vida enamorado de Emma.

Sí, toda mi maldita existencia desde que tengo conciencia la he amado.

Todo empezó en la guardería. En cuarto de infantil, para ser exactos. Yo era nuevo en ese colegio llamado Eleivor Mert. El primer día llegué y la vi. Estaba jugando con plastilina en una mesa con una chica, la que ahora es su mejor amiga, Elisa. Yo, a la edad de cuatro años, sentí como las mariposas de adueñaban de mi tripa. No sabía que era en esos momentos porque mi mente no estaba tan capacitada para saber que...bueno, que estaba enamorado. Pensé que era el zumo de manzana que me había tomado de merienda. Un niño se me acercó y me saludó. Una profesora me dio la mano amablemente y me llevó a otra clase, donde no estaba Emma.Fue ese día cuando conocí a mi primer amigo, ahora mejor amigo, Jack. La clase de Emma era 3ro de infantil A, y la mía 4to de infantil A.

En primero, me di cuenta de que era esa sensación cada vez que la miraba o pasaba cerca de mí. Era amor. Amor puro y duro. Jack me molestaba con ello, pero lo ignoraba. A veces llegaba a casa y me ponía a escribir— con mi mala letra de siete años—lo que me hacía sentir. Lo que había hecho. Cuando en las fotos de grupo de el colegio salía cerca o al lado de ella. Cuando la veía ir a gimnasia rítmica con su madre. Cuando la veía por la calle, pero no se daba cuenta de que estaba ahí. Lo escribía todo, y a día de hoy lo sigo haciendo.

En tercero, mi madre se dio cuenta de que actuaba raro. Es decir: me encerraba en mi habitación, ponía música en inglés romántica-para que mi madre no la entendiera-y me pasaba allí todo el día. Una vez me preguntó si podíamos hablar. Le dije que sí. Ella me soltó de sopetón que sabía que me gustaba una chica, pero no sabía quién era. Mi madre y yo nos contamos todo, así que le dije que la "afortunada" era Emma. Mi madre y Jack me animaban siempre a hablar con ella, pero mi yo de nueve años era muy muy tímido. Una vez me aconsejó mi amigo que le escribiera una carta y se la entregara. Hice lo primero, solo lo primero. Repito: era muy tímido y no me veía capaz ni de intercambiar una palabra con ella. Me ponía de los nervios, en el buen sentido.

En sexto, descubrí en clases de educación física que no se me daba nada mal el volley. Y me gustó. Le pedí a mis padres que me apuntaran al equipo del polideportivo para probar el deporte, y ellos aceptaron encantados. Fue un lunes, en mi primera clase, cuando me di cuenta de que la chica que me gustaba no solo hacía gimnasia rítmica y era buenísima en ello, si no que también hacía volleyball.

¿Que más podíamos pedir?

Gracias a ello, hablábamos más. Me preguntaba como estaba, que tal me iba en el colegio—a pesar de que íbamos al mismo—y poco más. Cada vez que se dirigía a mi en cualquier sentido, mi corazón daba mortales hacia atrás rápidamente. Oh, y Mario, no nos olvidemos del entrenador. Le debo la vida a ese señor. Creo que supo desde el primer momento que estaba colado por Emma, por eso, cuando tocaban partidos uno contra uno, siempre me ponía con ella.

Gracias a las clases de volley también conocí a Matt, Jeremy, Annie y Kyra. Ellos fueron mis primeros amigos. Al día siguiente me di cuenta de que todos íbamos al mismo colegio, pero a distintas clases. Y es que no lo he dicho, así que lo digo ahora: nuestro colegio parece una mansión. Tiene, por curso, cinco letras con treinta niños cada una. Imaginaos cuantos niños tiene que haber contando desde infantil hasta bachillerato.

Exactamente...2250 niños.

Gracias por la información.

No nos desviemos, voy a continuar.

En el verano de cuando yo tenía 16 años y Emma 15, antes de dormir siempre me imaginaba la vida perfecta junto a ella. Desde ahí supe que estaba perdido. Por mucho que lo intentara, esa chica de pelo negro y ojos azules no me iba a dejar de gustar nunca.

Todo cambió un día. Un martes, exactamente. Emma tiene entrenamiento de gimnasia los martes y viernes, días que nosotros entrenamos volleyball. Mario cedió a que faltara esos días para que consiguiera lo que se propusiera. Volviendo a ese martes, recuerdo que tenía el brazo enganchado con el de Jana e iban hablando sobre algo. Miré primero a su amiga, que miraba a Matt como si fuera el chocolate más delicioso del mundo. Luego, fijé toda mi mirada en la chica que iba a su lado, Emma. Por primera vez, ella me miró y nuestras miradas se cruzaron. La saludé con la mano y ella me dedicó una de sus hermosas sonrisas. Después, desapareció por el pasillo para ir al almacén. Estaba observando cómo se alejaban cuando una pelota me dio en la cabeza. Me giré hacia Jack, quien me dijo que apartara la vista o se me iban a salir los ojos de tanto mirarla. Ese día escribí en mi cuaderno donde lo escribo todo miradas cruzadas de título.

El jueves siguiente, Matt me dijo que había quedado con Jana y con Emma para ir a tomar un helado. No sabía a que venía todo esto hasta que me invitó a venir. Me dijo que Emma le había dicho que invitara a cualquier amigo y él quería que yo fuera. Acepté sin pensármelo dos veces. ¿Pasar más tiempo con Emma a parte de los entrenamientos? Toda una bendición.

Ese día Emma me escribió un mensaje cuando estábamos contando anécdotas de nuestra infancia.

Emma<3: Luke, hazme
caso y sígueme la corriente.

Luke: OK.

Podrías haber contestado de una mejor manera ¿sabes?

Hay que hacerse el interesante.

Lo que tú digas...

Al final, Emma usó la excusa de que debía ayudar a Elisa con un trabajo y se tenía que ir. Me ofrecí a llevarla, siguiéndole la corriente. Una vez estuvimos en el coche, le dije que pusiera lo que quisiera-para saber sus gustos-y puso la radio de mi infancia: LOS40. La dejé en su casa y no arranqué hasta que la vi entrar por la puerta.

Todo un caballero.

Día de la fiesta.

Ese día fui muy bipolar por dentro, o eso creo. Cambié mucho de opinión y de estado de ánimo.

La primera emoción que sentí fue asombro. Ver llegar a Emma con ese vestido negro y ajustado, con la espalda descubierta fue...

Toda una bendición.

Ella es una bendición en sí.

Sabía que se sentía un poco incómoda con el vestido porque no suele llevarlos. Yo no podía apartar la mirada. Es que, joder, es guapísima. Me pilló, la muy listilla, y le sostuve la mirada. Ella la apartó tímidamente y no pude evitar sonreír como un bobo.

Un rato más tarde, suena una canción y Elisa y ella van a la pista de baile. Veo como mueven sus caderas de un lado a otro. Jodeeeeeer, me estaba torturando.

Para mi sorpresa, luego vino hacia mí y me tendió la mano. Le dije que no bailaba porque, para que mentiroso, se me daba un poco bastante mal.

Al final, acepté. Así podría estar más pegado a Emma. Me arrastró a la pista de baile y nos colocamos justo en medio, donde Naya, Elisa y Jana le enseñaban a Jeremy, Jack y Matt lo que debían hacer. Emma hizo lo mismo conmigo. Mi mano izquierda se entrelazó con la suya y tragué saliva, nervioso. En el buen sentido. La derecha me la puso en su cintura, como si nada, pero suavicé el agarre por si se sentía incómoda. Me indicó lo que tenía que hacer y lo conseguí a la primera. Me impresioné hasta yo.

Sonreí, burlón, cuando empezamos a bailar y Emma miraba nuestros pies mientras cantaba la canción. Como le saco media cabeza, yo miraba su pelo negro. Me separé un poco para hacerle dar una vuelta sobre si misma. Sonrió, y mi corazón se derritió. Debo de admitir que alguna vez me he visto vídeos de latinos bailando distintos bailes. Pero solo por curiosidad, ¿eh? No por impresionar a Emma.

Ya.

Como todo hambre caballeroso, cuando terminó la canción le di un beso en la mejilla y me volví a sentar. Todos volvieron un rato después y Emma fue al baño. Observé cómo se iba y me volví a sumergir en la conversación. Empecé a ponerme nervioso cuándo pasaron dos minutos y no había vuelto. Una parte de mi quería pensar que era porque había mucha fila para entrar, pero otra tenía un mal presentimiento.

Me dirigí a las escaleras y las subí.

El corazón se me paró cuando vi a Emma acorralada en la pared por un hombre.

Actué de pura inercia, lo que al final salió bien. Tuve su mano entrelazada con la mía durante unos segundos antes de que me pidiera llevarla a casa. Lo hice, obviamente, y al despedirse me dio un beso diciéndome:

—Te lo debía.

No me moví hasta que entró a casa y empecé a conducir a la mía. Llegué y lo primero que hizo fue contarle todo a mi madre, quien se alegró mucho por mí. Me dijo que me lo tomara como un comienzo para abrirme más con ella. Las madres siempre, quieras o no, tienen razón, así que tomé muy bien su consejo. Esa tarde escribí mucho mientras escuchaba All of me, de John Legend.

Todo un chico romántico.

Di que sí.

Cumpleaños de Emma.

Debía de hacerme el interesante, así que no le dije nada.

Pero no soy tan idiota como para no decirle nada.

Mi plan era este: llevarla al mirador de la ciudad. Un lugar donde solía ir a pasar el rato cuando mi madre me dejaba salir de casa. Me encantaban las vistas, ver las estrellas, mirar a la nada...no sé. Ese sitio es, de algún modo, especial para mí.

Prosigamos ignorando a mi conciencia.

Se montó al coche y cogió mi móvil para poner música. Se había vuelto una costumbre entre los dos. Una que me encanta y hace que mi corazón se acelere. El mero hecho de que toque mi móvil o esté sentada en mi coche es...bueno, podéis imaginarlo.

Puso una canción de cumpleaños y lo entendí perfectamente. A ver, no le había dicho nada—como todo chico misterioso que soy—y pone una canción de cumpleaños. La indirecta es bastante directa.

—¿Ahora pones canciones de cumpleaños un día cualquiera?—vacilé.

—¿No pillas la indirecta?

Primero la miré con cara de confusión, luego mi rostro empezó a ser con cara de comprensión.

—No jodas—digo. Hay que hacer que se lo crea, creo que le gustan los chicos interesantes.

—Sí.

—¿No eras capaz de decirme que cumplías años hoy?

—Bueno...pensé que te lo diría Jack. O Elisa o Jana.

—Pues ya sabes que no lo han hecho.

—¿Y no me vas a decir nada?

Le sonreí.

—Feliz cumpleaños, espía.

—Gracias gracias. Has tardado ¿eh?

—Oh vamos. ¿Me vas a molestar con eso toda la vida?

—Sí, por idiota. ¿Que canción quieres?

—Sweater Weather.

—Dicho y hecho.

Puso la canción y me se cuenta de que no íbamos de camino hacia su casa. Como me esperaba preguntó:

—¿Donde vamos?

—Ya lo verás.

Me desvié hacia el camino del mirador y aparqué el coche en la colina. Nunca había nadie allí, por eso me gustaba. Podía desconectar de todo lo que me hacía mal u odiaba.

Debo de admitirlo, estaba nervioso porque nunca le había enseñado este sitio a nadie y me daba miedo que no le gustara o pensara que fuera un rarito.

No le prestó mucha importancia y tarareó la canción. En unos cinco o diez minutos llegamos al mirador con unas vistas preciosas a la ciudad. Se veían las luces de distintos colores y los coches pasando rápidamente por la carretera. Me senté a su lado y ella apoyó la cabeza sobre mi hombro.

Madre mía, madre mía, madre mía.

Así nos la pasamos un buen rato. Viendo como los coches iban de un lado para otro. Como las luces iluminaban la ciudad. Yo sintiendo mi corazón a mil por hora.

Hasta que su móvil empieza a vibrar en su bolsillo.

Parece asustada. Descuelga la llamada y se acerca el móvil a la oreja con mucho miedo.

—Emma James Brown, ¿¡donde coño estás?!—se escucha hasta aquí.

—Mamá, lo siento mucho estoy con...—le quito el móvil—¡eh!

No la dejé terminar la frase. Le sonreí con malicia.

—Hola señora Brown, soy Luke.

—¿Luke? ¿Eres un amigo suyo?

—Sí, ella está conmigo.

—Vale, tráela a casa sana y salva antes de las diez.

—Ajá, claro. Muchas gracias.

—A ti muchacho. Nada de manitas, ¿eh?

—Si señora. Adiós señora madre de Emma.

Colgué. Le tendí el móvil a Emma como si nada y ella me miró con mala cara.

—¿Pero eres idiota o te lo haces? ¿¡Como se te ocurre hablar con mi madre así porque sí?! ¿Sabes lo que va a pensar que hemos hecho? Bueno, mejor ni me respondas. Solo llévame a casa porque mi madre me va a matar—dice levantándose.

—Relájate Emma. Es tu cumpleaños.

—Cállate. Y ahora yo elijo la música.

—Vaaaaaaaaaaale. Pesada—dije levantándome yo también.

—Idiota.

—Aburrida.

—Capullo.

—Estúpida.

—¡Cállate!

Reí a carcajadas y ella me miró con mala cara. Emma subió al coche y yo hice lo mismo. Antes de arrancar, le di un beso de consolación y le susurré en la oreja:

—Vamos... no te enfades.

Le empecé a hacer cosquillas.

—¡Eh! ¡Para idiota!

—No debes de insultar Emma, eso está mal visto—bromeó mientras le sigo haciendo cosquillas.

Ella reía y se retorcía para intentar que parase, pero era imposible. Subió mis piernas al asiento para dificultarme que pudiera hacerle cosquillas en la tripa—cosa que, lastimadamente, funcionó bastante bien—.

—Muy bien. ¡Has sonreído!—bromeé.

—Que gracioso—ironizó.

—¿He dicho alguna vez que me encanta tu ironía?

<<y todo tú>>.

—No, y preferiría no saberlo. Ahora llévame a casa porque si no mañana ves un reportaje de niña muerta por llegar tarde a casa.

Arranqué.

—Eres una exagerada.

—Si conocieras a mi madre, dirías lo contrario—hizo un movimiento con su mano como si le cortaran el cuello—. Déjame tu móvil porfa.

—No.

—¿Porque no?—me miró.

—Porque estás enfadada conmigo, ¿no?

—Pues ya no estoy enfadada. ¿Me lo dejas ahora?

—Mmm...

—Porfaaa.

—...no sé...

—Porfaaaaaaa.

—...porque puede que...

—¡LUKE!

—Vale, vale. Dramática.

—Cállate.

Por tí, lo que sea.

Al final, sí le dejé el móvil y fuimos a su casa. Se despidió de mi y no pude evitar sonreír tontamente.

Capítulos 8 y 9 (compras/el brazalete)

—Bueno...—empezó Emma, sentándome—alguien me ha dicho que unos amigos estuvieron toda la noche jugando a los videojuegos, ¿verdad Elisa?

—A mí no me metas—le dice alzando las manos, como si se rindiera.

Jack le da un beso y sentí algo...extraño.

Necesidad. Falta de algo.

—Bueno, valió la pena—dije mirando a mi amigo—el susto que se llevó Jack fue increíble.

—Yo no me asusté—se defiende.

—Jack, no pasa nada por tener miedo—le dijo mi espía—. Por ejemplo: a mi me da cage cuando Elisa está enfadada.

—¡Oye! Dile que no es verdad Jack.

El pobre dijo que tenía que ir al baño y Elisa se cruzó de brazos. Yo me reía con Emma mientras que Elisa nos miraba con cara de querer matarnos.

Lo bueno era que a Elisa se le pasaban rápido los enfados y cuando llegó Jack ya estaba contenta. Menos mal, o habríamos montado una escenita.

—Bueno...me toca arte así que me voy yendo a coger mis cosas a la taquilla—anunció Emma mientras se levantaba.

La idea de ir con ella era súper tentadora, pero no quería llegar tarde a francés porque la profesora es también la jefa de estudios.

Un ratito más tarde, sonó el timbre y me fui a clase de francés. Me quedé hablando con unos amigos antes de que la profesora entrara por la puerta.

Bonjour, sortez vos cahiers de votre sac à dos car aujourd'hui nous allons écrire une lettre. Pour ce faire, je prendrai des notes au tableau et vous les recopierez—indicó en francés.

A ver, no es por chulearme, pero soy—según Mireille, la profesora—uno de los mejores de la clase. La verdad es que nunca se me ha dificultado el idioma. Mi abuela era tenía un padre francés y, las veces que tengo que estudiar o quiero saber que tal le va en Francia, hablo con ella en francés. Ella dice que no se me da tan mal, y que algún día podría ir allí un verano entero. A mi me gusta la idea, ya que hace años que no la veo.

Peut-on quand même l'écrire?—preguntó una chica rubia.

A cette occasion, la lettre est censée être romantique ou triste. Vous pouvez également faire une combinaison des deux—contestó la profesora. La chica asintió y todo el mundo empezó a escribir en su cuaderno. O, al menos, a intentarlo.

A sí que romántica o triste, ¿eh? Genial, ya tengo inspiración. Emma.

Es increíble lo que siento por ella sin siquiera verla.

Empiezo a escribir a toda velocidad. Las palabras me salen solas y mi mano va súper fluida por el papel. Soy el primero en entregar la hoja. Mireille la revisa con curiosidad, corrige dos —contadas—faltas y me devuelve la hoja con una sonrisa.

—Bon travail Luke, l'un des meilleurs travaux que vous ayez jamais fait. Et vous n'avez presque aucun défaut. Toutes nos, félicitations.

Agradecí el cumplido y me volví a sentar en la silla. Entonces e pregunté una cosa:

¿Algún día seré lo bastante valiente como para enseñarle a Emma lo que escribo sobre ella?

[* * *]

Esa misma tarde, voy con Jack al centro comercial a buscar el regalo de Emma. Ya tenía una idea en mente: un brazalete. Sé muy bien que casi no se pone joyas, pero creo que es un objeto que dura para siempre. Solo se oxida, nunca se rompe. O sí.

Nunca se sabe.

Bajamos de mi coche y me sigue hasta la joyería. Entramos en el lugar y fui directamente a la parte de pulseras. Una chica pelirroja, como Annie, se acercó y nos ofreció ayuda.

—¿Os puedo ayudar en algo?—preguntó con una sonrisa.

—Eh, sí, por favor.

—Bien, ¿para quien es?

—Para su novia—dijo Jack. Lo miré con mala cara y la sonrisa de la pelirroja se ensanchó.

—No es mi novia—aclaré.

—Bueno, pues tu futura novia—bromeó.

—Cállate, no estamos aquí para hablar sobre eso—me vuelvo hacia la chica—. Es para una amiga. Es...bueno, era su cumpleaños y le quería regalar un brazalete.

—¿Sabes que significa darle a alguien un brazalete?

—No—negué.

—Búscalo algún día. Te hará falta.

Al final, opté por un brazalete con la letra E en grande. Decidí ponerle cuentas. Unas que la representaran. Escogí unas pocas y el una—la de la carita feliz—le grabé mi inicial. Me pregunto como reaccionará cuando le dé el regalo.

Que nervios.

Volvimos al coche y empecé a conducir hacia la casa de Jack. Lo dejé en su casa y me fui directamente a la mia. Cuando llegué, mi madre estaba sentada en el sofá viendo su telenovela.

—Hola mamá, ya estoy aquí—saludé.

—Hola hijo. Ven, quiero que me enseñes lo que le has comprado.

Sonriente, me senté a su lado y saqué la caja de la bolsita. Se la entregué y la abrió con cuidado.

—Vaya, esto es precioso—dijo.

—¿Verdad? Sé que no suele llevar joyas, pero me pareció un detalle bonito.

Me sonrió y volvió a guardar el brazalete.

—Hijo, ¿sabes lo que significa regalarle eso a una persona?

—¿Se supone que te lo que saberlo? La chica de la tienda me preguntó lo mismo.

—Ay hijo, si que deberías buscarlo cariño. Voy a preparar café, ¿quieres un poco?

—No gracias, estoy bien. Voy a estudiar.

Sonrió antes de ir a la cocina y yo dirigirme a mi habitación. Cogí un papel de regalo azul y lo envolví con muchísimo cuidado. Una vez terminé, lo dejé a un lado y ahora sí me puse a estudiar.

[* * *]

Cuando entré en la cafetería, ella no estaba allí.

Supuse que estaba en las gradas, así que crucé la puerta que lleva al patio y fui a mi destino. En efecto, Emma estaba sentada en una silla bajo un árbol—su sitio favorito—leyendo un libro. Joder, que nervioso estoy.

Es que...la curiosidad me mató y busqué lo que significa regalarle un brazalete a alguien.

Solo con leerlo me bastó para que los nervios se multiplicaran por millones.

La saludé y hablamos un rato. Eso me relajó un poco, pero seguía ansioso.

—Emma—la llamé.

—Dime. ¿Pasa algo?

—Recuerdas que hace unos días fue tu cumpleaños, ¿no?

—Sí. Tan tonta no soy.

Y también recordarás que en los cumpleaños se dan regalos—seguí.

Esto se te da como el culo.

Déjame en paz.

—Sí, eso también—contestó.

—Y también recordarás que yo no te di nada, ¿verdad?

—¿A donde quieres llegar con esto?—se separó de mi hombro para mirarme.

Le dediqué una sonrisa y saqué la cajita side mi bolsillo. Se lo tendí.

—¿Es para mi?—preguntó, aunque la respuesta era obvia.

—Felicidades atrasadas, Emma.

Se mordió el labio intentando esconder una sonrisa.

Madre mía, ¿por qué es tan guapa?

Abrió el regalo y lo observó. Mis nervios se habían relajado un poco.

—Luke no tenías porque...—empezó, pero la interrumpí.

—Es mi regalo. O lo aceptas o lo aceptas. Una de dos—sonreí—. Y bueno... ¿que te parece?

—Es...precioso. Muchas gracias Luke—me miró—¿Puedo darte un abrazo?

Pídeme lo que quieras que lo hago sin quejas.

Me levanté a modo de respuesta estirando los brazos. Emma, literalmente, se lanzó sobre mi. Give que dar un paso atrás para no caernos. Sonreí y apoyé mi mejilla en su cabeza. Inhalé el olor de su pelo. Olía a frutas. Joder, que bien huele.

Como huele Emma: añadido a la lista de debilidades.

Pero si Emma entera es tu debilidad.

Bueno, no está mal un recordatorio, ¿no?

No tienes que preguntarme si me puedes dar un abrazo. Lo sabes, ¿no?—le dije.

—Es que...prefiero preguntar primero.

Si supiera que metería mis manos al fuego por ella...

—¿No vas a ponerte mi regalo?—pregunté divertido.

—Mmm...no—fruncí el ceño y ella sonrió—. Es broma, ayúdame anda.

Me dio la pulsera y se la puse con cuidado. La miré de reojo y me sonrojé solo un poquito. Un hombre interesante nunca se sonroja.

Volví a mirarla cuando terminé de colocársela. Mierda, ¿por qué tenia que ser tan perfecta?

Por que la vida lo ha querido así.

La vida me odia, entonces.

Hoooliiiiii. ¿Como estáis mis amores?
Que quede claro que es la primera vez que escribo algo así, así que muy bien no está el capítulo. Siempre que entraba al archivo para escribir, me acordaba de la cara de Gabriela y Nuria—mis amigas que siempre están al tanto del libro—cuando les enseñé las primeras frases de este capítulo.

Espero que os haya gustado y siento no haber subido en mucho tiempo.

Besoooooooos 💋💋💋

15/5/2023 22:09

Aquí os dejo la carta de clase de francés de Luke en español.

Ahora sí, os quierooooo.
🤘🏻💙🫶🏻

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