El Alfa rubio bufó, quitó los anteojos de pasta delgada que reposaban en su rostro con molestia, aventándolos en el escritorio desacomodado. Cerró la laptop bruscamente y se levantó de su lugar tomando el saco largo de color café que habitaba en el respaldo de su silla.
Estaba tan harto y cansado de toda la tarea que los profesores les estaban dejando, y aunque los estudiantes rezongaran la excusa de ellos era un "los abogados trabajan bajo presión, deberían acostumbrarse". Maldecía la hora en la que decidió estudiar esa carrera, pero tampoco se arrepentía, ama lo que hace, solo que era mucho esfuerzo y el estrés lo consumía demasiado.
—Saldré, mami.
Karen asomó su cabeza por el marco de la puerta de la cocina y le sonrió asintiendo mientras batía lo que parecía ser masa para galletas.
—Toma dinero de mi cartera. Diviértete un rato y compra lo que quieras. No te sobre exijas, cariño.
La mujer dejó a un lado todo lo que hacía para acercarse y depositar un besito en la mejilla del Alfa que le llevaba treinta centímetros al menos.
—Escuché que hay un nuevo local de comida en el centro, deberías ir para distraerte un poco. Hasta puede que encuentres a una personita especial por ahí.
Niall soltó una carcajada y rodó los ojos.
—Claro, si.
<<Cómo si esas cosas pasaran>>
Habló su lobo. Él le dio la razón.
Su madre le extendió un fajo de billetes, el negó pero la mirada letal que ella le otorgó le hizo tomarlo y huir antes de que soltara algo más.
Cerró la puerta y suspiró, volteó a un lado buscando su bicicleta, pero recordó que su estúpido hermano mellizo se la había tomado prestada para salir con unos amigos del club de la escuela. Rendido decidió comenzar a caminar, sobó uno de sus hombros con cansancio, eso de estar más de nueve horas en la silla tras su escritorio se las estaba cobrando muy caro.
Siguió caminando hasta que el local se dejó ver, se notaba lo nuevo y amplio que era, el letrero de arriba se dejaba ver en grandeza, llamando la atención de cualquiera y más al tener una foto de un lindo chico junto a las palabras "Moon".
Entró, haciendo sonar la chiquita campana que colgaba de arriba. Un hombre con traje se acercó a él, un trapo colgaba de su brazo y llevaba un cubrebocas.
—Buen día, señor. Bienvenido a Moon.
Niall dio una reverencia y sonrió pidiendo una mesa cerca del ventanal. El hombre asintió guiándolo, dejó la tarjeta de menú y llamó a quien sería su mesero. Pidió a gusto unos rollitos primavera con bolitas de pollo y arroz. De solo verlo en el menú se le hizo la boca agua. Decidió ir al baño en lo que esperaba, pues quería lavar sus manos y acomodar su desastroso cabello.
Por otro lado, un joven chico corría de un lado a otro por la cocina con un molde hondo que contenía su esencial y única salsa dulce.
—¡No, no, no, Matthew. Ese platillo no está listo!
Corrió tan rápido que sus pies se enlazaron, haciéndole tropezarse. El chico de coleta intentó parar al chef, más falló y vio como éste llegó hasta la puerta, empujándola y abriéndola en el proceso y cayendo de espaldas a, lo que él pensó, el suelo.
En cambio de lo que esperaba, el duro suelo no lo recibió, si no un duro pecho musculoso.
—¡Auch!
Giró su cabeza, en su vista se atravesó un chico de tes clara y cabello rubio teñido. Sus ojos eran afilados, analizando a quién cayó sobre él, mejillas sonrojadas y labios carnosos, dios mío, sus labios lo tentaban.
Sonrojado se levantó, había caído sobre el pobre hombre, la salsa escurrió por todos lados, incluso en parte de la camisa y cabello del contrario. Sus manos intentaron limpiar las manchas con un pedazo del mandil pero la risa del rubio le hizo detenerse.
—Está bien, déjalo así
Shawn asintió acatando las órdenes. Sus mejillas seguían rojas, pues el atractivo Alfa lo seguía mirando. Aclaró su garganta y dio una reverencia.
—Lamento tanto lo sucedido. Lo compensaré con el especial de hoy, también permítame darle una camisa limpia. No lo puedo dejar andar así.
—Me parece bien.
Con prisa, tomó la mano del ojiazul y lo guio a la parte trasera del local, en donde diversos casilleros estaban. Abrió el suyo y sacó la camisa limpia que utilizaría ese día después de bañarse, pero al parecer eso ya no iba a ser posible.
—Puede ir a cambiarte en el baño de los clientes, señor, el de acá es para los trabajadores y-
—Dime Niall —sonrió— No me molestaría cambiarme acá, no quiero que los clientes me vean sin camisa al entrar al baño —rió.
Shawn lo acompañó a reír penosamente para después llevarlo al baño. Un plan surgió en su mente al ver al Alfa castaño quedarse parado en la entrada, sonrió coqueto y se recargó en el marco de la puerta.
—¿No me ayudarás? Después de todo por ti pasó esto, Alfita descuidado
Las mejillas del chico se tornaron rojas, ¿por qué le pasaba esto? Bueno, tener a un guapo hombre con ojos de un azul precioso sonriéndole coquetamente mientras lo invitaba a ayudarle con la mancha en su ropa no era algo que le pasara seguido. Asintió temblando de los nervios y siguió al hombre hasta estar frente al lavabo.
Niall quitó su saco más la camisa de mangas largas color negra, dejando a la vista su abdomen marcado.
—¿Podrías ayudarme a lavar mi cabello? No lo veo bien.
El sonrojado se acercó, ese Alfa era un poco más bajo por lo cual no tuvo que estirarse. El aroma a fresas y chocolate amargo llegó a su nariz, olía dulce pero tan imponente a la vez.
Tomó un poco de agua en sus manos, llevándolo al cabello rubio.
—Agáchate un poco, te estoy mojando todo.
Un puchero se instaló en sus labios y el Alfa rubio sonrió enternecido. Sus narices rozaban apenas, lo que aumentó el nerviosismo del castaño. Quitó con cuidado los restos de la salsa del cabello y sonrió complacido al dejarlo limpios y hasta acomodado.
—Deja tu ropa. La lavaré y te la devolveré.
🧡🐺🐺💜
Matthew lo observó con una ceja alzada. Sus manos temblaban un poco pero no lo suficiente como para echar a perder la decoración del platillo. Aplaudió al acabar y se asustó cuando la mano del de coleta apareció en su campo de visión con la intención de tomar el plato para llevarlo a la mesa que correspondía.
—¡Ey, me toca a mi!
Su amigo ahora frunció el ceño en confusión y cruzó los brazos.
—¿A qué se debe tanta alegría como para llevar hasta el plato al cliente?
El castaño giró los ojos y se marchó del lugar. Respiró profundo antes de salir y acomodó sus cabellos para verse mejor.
La mesa de Niall estaba al fondo cerca de la ventana, así que tuvo que pasar por todo el local hasta llegar. Unas cuantas miradas se posaron en él, pues jamás había salido así para atender a algún cliente.
—Aquí tienes, es un pago por lo que te hice. Perdón.
—No tienes que disculparte —contestó— Pero gracias, se ve delicioso, señor Shawn.
—¡No me digas así! —con el trapo que traía en su ante brazo golpeó al de ojos azules— Me haces sentir viejo
—No lo estás
—Tengo 30 años y mi cuerpo comienza a doler, claro que estoy viejo
—Será porque te la pasas metido todo el día en esa cocina cargando cosas que no deberías.
El Alfa se quejó pero asintió. Era verdad.
—¿Cuántos años tienes tú?
—27 años
Contestó con simpleza.
—Tú si te ves viejo —rió.
—¡No me ofendas así, señor Shawn
Él rió aún más.
—Eres lindo
Las palabras del chico le hicieron atorarse a media risa y ahora fue turno del rubio de reír.
—No digas esas cosas como si nada, Niall. Anda, prueba la comida que yo mismo la hice desde cero
Niall tomó los palillos entre sus dedos y agarró un poco de kimchi para guiarlo a su boca. Los ojos del mayor estaban posados en él, esperando algo que le indicara que le había gustado. Sus ojos brillaron cuando el Alfa menor hizo un sonido de satisfacción.
—Ya vi porque el local es demasiado famoso. Tienen al mejor chef del mundo, no cabe duda —sonrió— Come conmigo.
¿Quién iba a pensar que ese día dos Alfas se enamoraron desde el primer bocado?
Porque el primer paso al amor, es enamorar mediante la rica comida.