Frontera de caza

By katiealone

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Cumplir dieciocho años en la tradicional y poderosa familia Bautista-Montagny es todo un acontecimiento. Y Da... More

Sinopsis
📜 Epígrafe 📜
🩸 Introducción 🩸
1. Los barrios altos
2. Preparativos
3. La caja
4. Sangre
5. En aprietos
6. Culpable
7. Pagar el precio
8. Frente a frente
9. Sangre nueva
10. Primera vez
11. Matamos a un Edevane
12. Bebe
13. S.O.S
14. Primero, las balas
15. Momentos de debilidad
16. La historia según Arabella
17. Nos preparamos
18. Dulce escape
19. Verdades sobre la mesa
20. Tuya
21. Tenemos visita
22. Enemigos
23. En nuestras venas
25. Sin esperanza
26. Sin lugar en el cielo
27. La cazadora
28. Lo que perdimos
29. Tal vez es tarde
30. Poder ancestral
31. Relish
32. Fugitivos
33. Sin culpa
34. Sombras
35. No me sigas
36. Sangre de mi sangre [Final]
🧛 Nota de la autora 🧛
🩸 Epílogo 🩸
Extra 1: Lover
Extra 2: Aquella niña perdida
Extra 3: Ternura
Especial de Halloween 2023 [Parte 1]
Especial de Halloween 2023 [Parte 2]
🎨 Ilustraciones para FDC 🎨
😜 Memes 😜
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24. La escena de Jack

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By katiealone

⚠️ Advertencia de contenido: El presente capítulo contiene descripciones gráficas de violencia y asesinatos ⚠️


Hicieron lo posible por esquivar el tráfico. Danielle maldijo no tener el helicóptero privado de papá en la mansión, la última vez, él lo dejó en otra de sus propiedades y no tuvo tiempo de mandarlo a pedir. De ser así, hacía mucho habrían esquivado el caos de El Sirada. Cada minuto que pasaban la angustia solo crecía, y por más que Arabella intentaba obtener información, nadie le daba razones.

Eso solo podía significar que, o bien estaban muy ocupados controlando la situación. O que ya estaban muertos.

Cuando al fin se acercaron a la hacienda de los Bautista, notaron que había varios autos y camionetas estacionados, interrumpiendo el paso. No fueron los únicos que acudieron en auxilio después de todo, y eso le dio esperanzas. Antes de bajar, Dani se había puesto sus anillos de garra en una mano, y se había enfundado la daga a la altura de la cintura. Pero lo que llevaba en la mano libre, tal como su prima le enseñó, era una pistola. Más rápido, más seguro. Lo de alimentar a la daga se podía hacer después.

Entrar allí fue ser testigo del caos. Pareciera que no había cosa en su sitio, y cuando vio el primer cadáver por un instante se quedó inmóvil. Lo reconoció, era uno de los hombres de seguridad de la hacienda. Lo había empalado, la madera era de las que usaban para dividir los cercos. Tuvo que apartar la vista con rapidez para no ponerse a vomitar.

Mientras más se adentraban a la hacienda, el panorama era el mismo. Dani notó que habían vampiros muertos también, a algunos se los llevó la muerte roja. Pero más eran los cuerpos de los humanos, no le quedaba duda de que Jack y sus secuaces arrasaron con todo. Arabella y ella solo caminaban despacio, con las armas en alto y cubriéndose una a la otra. Ni siquiera se molestaban en acercarse a los cuerpos, no era posible que alguno de ellos estuviera con vida.

Fue justo antes de entrar a la casona, cuando escucharon el ruido, y ambas apuntaron. Pero solo era Almeric, quien salió con las manos en alto.

—Ya no hay peligro aquí —anunció su primo—. Llegamos hace media hora, aún estamos recorriendo el lugar, pero de verdad parece que ya no hay nadie.

—¿Te refieres a los vampiros? —preguntó ella, y este asintió.

—Se fueron. Estamos intentando recuperar las cámaras de seguridad, y pronto recogeremos los cuerpos.

—¿Qué pasó con los demás? —preguntó Arabella, al tiempo que avanzaba hacia la casona. Almeric solo la miró de lado, sin saber qué decir. 

Pero Danielle lo entendió, claro que sí. Y tal vez una parte de su prima pensó lo mismo, pero se lo negó. Arabella aceleró el paso, pero Almeric la detuvo sosteniéndola de un brazo.

—No entres allí —le pidió. Pero esta solo se sacudió y lo miró con molestia.

—Muévete, no me digas qué hacer. ¡Papá! ¡Papá! —empezó a gritar, llamando al tío Gracián.

Sabía lo que ella pensaba, porque fue algo que siempre estuvo en su mente: Que papi no podía morir. Que era fuerte, valiente, y el mejor. Que le enseñó todo lo que sabía, que la amaba. Y esa conciencia de la realidad era peor, porque Dani sabía lo que Arabella iba a sentir cuando entrara a la casona, algo que Almeric intentaba evitar en vano.

—Por favor, es lo mejor. —Esta vez, su primo fue más firme. La sostuvo de la cintura, llevándosela a un lado.

—¡Que me sueltes! —gritó ella, quien empezaba a desesperarse. Ya lo sabía, por supuesto. Su mente ya sabía lo que iba a encontrar, pero su corazón se negaba a aceptarlo. Por eso gritaba, empujaba, y empezó a llorar—. ¡Déjame verlo! ¡Necesito verlo!

—¡Arabella, basta! —exclamó Almeric, tomándola de los hombros—. No te hagas esto, no tienes que...

—¡Voy a entrar quieras o no, así que muévete de una vez! —Para su sorpresa, en medio de la desesperación, Arabella sacó su pistola y le apuntó a Almeric. Este retrocedió unos pasos, en alerta.

—No puedes amenazarme con eso...

—Si puedo, así que apártate. Voy a ver a mi papá, tengo que hacerlo.

Almeric acabó por rendirse, no tanto por el arma, supuso Danielle. Solo que era inútil ir en contra de la voluntad de Arabella cuando estaba tan decidida. Y ella misma no lo sabía, ¿era mejor verlo o no? ¿Quedarse con esa imagen horrenda en la cabeza? ¿Llorar y gritar abrazando un cuerpo sin vida, uno destrozado por un vampiro? Igual no importaba, Arabella tomó su decisión, y allí iba.

Pasaron apenas unos segundos antes de que Danielle apretara los ojos, y sintiera las lágrimas quemar su rostro. Era el grito desgarrador de su prima, uno en el que ella misma podía reconocerse. Así sonaba el dolor, así se sentía. Podía revivirlo una y mil veces, e imaginar que su prima estaba pasando lo mismo que ella, la desgarraba. Arabella no lo merecía, ni ella ni tío Gracián. El hermano mayor de papá, el que siempre la engreía, y quien además la abrazó fuerte cuando la recibió en la hacienda, tomando el mando de todos los trámites engorrosos para no mortificarla. Le habían destrozado la familia a Arabella, a todos los Bautista en realidad.

Se secó las lágrimas mientras escuchaba a Arabella gritar y llorar desesperada, y casi sin quererlo empezó a caminar hacia la casona. Almeric la miró de lado, pero también estiró el brazo para detenerla.

—¿Estás segura?

—Si.

—Es tu familia, no tienes que verlo.

—Tampoco es como si a ti te importara mucho mi salud mental —le dijo con molestia—. Te fuiste muy tranquilo cuando me entregaron a Aliz, así que hazme el favor de moverte y dejarme en paz. —Almeric la miró sorprendido, hasta frunció el ceño. No podía creerlo, ¿en serio tenía la frescura de enojarse?

—Que conste que te advertí.

—Si, si, si. Lo que digas.

Por supuesto que había cosas que no quería ver, pero se trataba de los Bautista. Su familia más querida, los que sí la amaban. Arabella mencionó que su otra prima, Magdalena, también estuvo en la hacienda durante el ataque. Y tenía que encontrarla, quizá estaba allí, herida. Pudo sobrevivir, ¿verdad? Las cosas no podían ser tan malas, no quería creer que fuera así.

Pero al entrar solo vio más sangre. Habían matado guardias, y también al personal del servicio. Vio el cuerpo de una de sus tías a un lado, tirada en el pasillo que daba a la cocina. Era la madre de Magdalena, y había muerto con la daga en la mano. Justo al lado suyo estaba el cuerpo de un vampiro, uno que de seguro logró matar antes que alguien más la acorralara. Intentaba calmarse, respirar hondo, tomar distancia para no colapsar y llorar.

¿Cómo demonios podría hacer algo así? Ni siquiera quería acercarse a Arabella. Estaba de rodillas, llorando entre las dos partes de su padre. El cuerpo, y la cabeza que habían dejado sobre una mesa de estar. Le entraron arcadas cuando vio las mordidas alrededor de su cuello, y supo que así lo decapitaron. Pensar que Aliz pudo hacerle algo parecido a papá, la estremeció y asustó más de lo debido.

Cuando al fin cogió el valor para acercarse a su prima, esta negó con la cabeza. Dani dio un paso más, quería abrazarla, hacerla sentir acompañada. Pero Arabella se seguía negando.

—Vete... Vete y busca a Magdalena —le dijo entre lágrimas—. Sé... Sé que ella está aquí... Lo sé, lo siento. Búscala... Por favor, quiero que venga... la necesito... Búscala —le rogaba. A ese punto, tanto Arabella como Danielle sabían que seguro Magdalena también había muerto en el ataque.

—Tú me necesitas más —contestó, pero ella se seguía negando.

—No dejes que la traten como un animal, que la examinen. Solo... Solo ponle una sábana encima, nada más. Que ninguno de esto asquerosos Montagny la toque —le pidió. Y sí, ya estaba claro para ambas. Danielle asintió lento, y se fue a un lado.

De verdad no quería dejarla, pero también entendía como se sentía. Estaba fuera de sí, lidiando como podía con el dolor. Por eso cumpliría con lo que le pidió, había que buscar a Magdalena por la casona.

Al pasar al siguiente ambiente vio que, en efecto, ya algunos empezaban a recoger los cuerpos. Los Montagny que habían llegado, y también algunos Bautista. Algunos lloraban con disimulo. Tío Baltazar, el único hermano Bautista que había sobrevivido, también estaba allí. Tenía la cabeza apoyada en la pared, y lloraba con rabia. Se golpeaba también, como si eso pudiera aliviarlo un poco. Dios, ¿qué hacer? Baltazar era el padre de Magdalena, ¿y si él ya la había encontrado? ¿Y si por eso estaba así?

Decidió ir a la segunda planta. Al llegar, vio que apenas estaban recorriendo algunas habitaciones, y cubriendo los cuerpos. Por poco choca con uno de los Montagny, otro primo lejano que apenas hablaba español y pasaba casi todo el año en Francia.

—¿Magdalena? ¿La has visto? —preguntó, este negó con la cabeza.

—Por allí —señaló a un lado—. Aún no ir.... No... ¿Vamos? Aún no vamos.

—Bien, iré a revisar —dijo, y apretando la pistola, caminó directo hacia esa parte de la casona. Una donde estaba la biblioteca, y también el gimnasio.

Danielle abrió con cuidado las puertas, buscando alguna señal de lucha o de sangre. Pero no encontró nada. Hasta que pasó cerca al gimnasio, y encontró la puerta junta, cosa que no pasó con las otras habitaciones. Había algo allí, estaba casi segura.

Ojalá no hubiera entrado.

Lo primero que notó al hacer a un lado la puerta, fue que los bordes de esta estaban marcados con sangre. Una mano ensangrentada sin dudas. Y allí, en medio del gimnasio, como si fuera una escena teatral, estaba el cuerpo de Magdalena.

Esta vez ya no pudo contenerse de tanto horror. Si hasta el momento fue capaz de no caer en la desesperación, lo siguiente acabó por quebrarla. Claro que se trataba de una escenificación, ¿no era eso lo que decían de Jack, el destripador? Que usaba el cuerpo de sus víctimas para dar un mensaje retorcido.

Ni siquiera tenía marcas de mordida, solo la había matado por placer. La degolló, y su sangre manchaba todo su cuello, y el piso alrededor de la cabeza. Había abierto sus piernas, medio desnudándola solo para humillarla. Y si, hizo lo demás. Lo de abrirle el vientre y sacarle las entrañas, en dejar sus intestinos alrededor de ella, como si fueran un adorno.

Danielle no pudo más, cayó de rodillas y vomitó. ¿Por qué, Dios? ¿Por qué? ¿En verdad existía un Dios que permitía que una criatura salvaje desatara tal infierno? ¿Por qué ese miserable tuvo que ser tan cruel con Magdalena? Se arqueó y vomitó más, no solo por el olor de las entrañas de su prima y la escena misma, sino porque sentía asco de todo. De los vampiros que le hicieron eso a su familia, de saber que murieron de forma tan cruel, asesinados con tanta saña.

Y sí, aunque estaba presa del dolor, pensó en lo que le dijo Arabella. En no dejar que la vieran así, iba a devolverle aunque sea un poco de dignidad. ¿Y cómo? Miró alrededor, solo con las cortinas podría cubrirla. Así que cogió una y la arrancó de un tirón. A pesar de las lágrimas y la confusión, fue capaz de escucharlo.

Un jadeo.

Se detuvo, y escuchó con atención. Venía del sauna del gimnasio, que estaba a unos pasos de ella. Sin dudarlo, levantó el arma y caminó hacia allá. Apartó la puerta, y lo encontró. Era un vampiro, no podía ser de otra forma. Lucía joven, quizá como José Alonso. Supo su naturaleza apenas vio que tenía clavada una estaca en el hombro, y que a duras penas había logrado arrastrarse hasta allí para esconderse. Al verla, este se puso a la defensiva. Le mostró los colmillos, como si de verdad pudiera hacerle algún daño.

Se desconoció a sí misma. Esa rabia irracional de la que le habló Arabella tomó posesión de ella. Ni siquiera usó su pistola, sino que se acercó a él con rapidez y, sin dudarlo, le clavó la daga maldita. No sabía qué hizo, ni si le tocó siquiera un cabello a Magdalena, pero no le importaba. No solo lo quería muerto, quería que sufriera. Y se quedó allí, viéndolo convulsionar y agonizar mientras la muerte roja se lo llevaba, y otra marca crecía en su piel.

Danielle se quitó el guante para verla. No fue la misma sensación de la otra vez, esa que quemaba y que la asustó. Fue casi reconfortante ver como crecía un círculo perfecto y se marcaba en el dorso de su mano derecha. Era la segunda vez que lo hacía, pero estaba segura de que vendrían muchas más. Esa vez sí que tenía ganas de hacerlo.

Satisfecha, pero aún conteniendo las lágrimas, cubrió el cuerpo de su prima, y decidió bajar a abrazar a su familia. Seguro que tío Baltazar vio a su hija, quizá por eso lo encontró tan desesperado. Él también necesitaba un abrazo fuerte, y todo el amor que pudiera darle.

Iba bajando la escalera principal, cuando vio que Almeric ya la esperaba. Buscó con la mirada a Arabella, pero tampoco estaba. Ya se había llevado el cuerpo de su padre, supuso.

—¿Qué te pasó? —le señaló su primo. Solo entonces se miró y vio que tenía algo de sangre en la ropa.

—Encontré a un vampiro arriba —respondió sin dar más detalles—. ¿Y los demás?

—Hemos estado buscando el cuerpo de Diego, pero no está por ningún lado.

—¿Qué dices...? —expresó sorprendida. Cierto, Diego. El rehén, el que tendría que estar allí.

—Se lo ha llevado, estoy seguro. Jack lo tiene.

Dani asintió lento, comprendiendo esas palabras. Cierta vampiresa no iba a quedarse nada contenta, y las cosas solo iban a empeorar.


**************


No había novedades en el frente, y ella de verdad que se aburría. Ni siquiera le dejaron el celular, ¿qué se suponía que habría hecho? ¿Escribirle al resto de los Drak para que la rescataran? Ni loca, ese era su problema, y lo arreglaría sola.

La celda donde la encerraron no era una prisión tal cual. En realidad era un cuarto cómodo, con una cama decente, un baño con ducha, y algunos libros que ya se iba a terminar. Si, claro, encantador. Excepto por las rejas, que sin duda deberían tener parte del metal usado en las dagas malditas, o algún bloqueo mágico que le impedía salir. Podía tocar los barrotes, sacar los brazos. ¿Y eso qué importaba? Toda su fuerza no servía de nada, estaba atrapada y punto. Solo se preguntaba hasta cuando la tendrían allí. ¿Era el arma secreta, o solo querían tenerla bajo control?

Recostaba en la cama, su mirada se perdía en los puntos del techo, e intentaba escuchar algo, aunque sea un murmullo. Lo que fuera para distraerse. Así estuvo buen rato, al acecho de sonidos lejanos, hasta que uno llegó pronto. Uno que era música para sus oídos.

"A un lado", dijo ella. Su voz de princesa que no quedaba tan bien con ese tono arrogante, pero acabó haciéndola sonreír.

"Muévete, es una orden", continuó Danielle. Sonaba tan firme como podía, con esa prepotencia que tenían los poderosos a veces. Era tan raro oírla así, pero poco importaba. Bien, su angelito tenía que hacerse respetar en su propia casa, y dejar claras las cosas. Si su primera decisión fue bajar a verla, entonces lo aprobaba con entusiasmo.

Al parecer, afuera nadie más se opuso a la heredera Bautista-Montagny. Poco después la puerta metálica se abrió, y dejó pasar la grácil figura de su mujer. Aliz se acercó a los barrotes tanto como pudo para observarla mejor. Estaba... Vaya... Increíble. Olía a sangre ajena, y tal vez a algo más. "Vampiro", se dijo Aliz. "La atacó un vampiro".

Danielle se paró justo frente a ella, y se miraron directo. Se veía tan distinta a la muchacha llorosa que vio cuando llegó a la mansión, aquella a la que su madre mortificaba. Había pasado poco más de un día desde entonces, pero Aliz sabía bien que había vivencias que marcaban con rapidez. Y pareciera que su angelito tuvo que bajar al infierno un rato para sentirlo. Era lo único que explicaba esa sangre, esa mirada, incluso la forma en que habló.

—¿Te pasó algo? —se apresuró a preguntar.

—Estoy bien —respondió a secas—. Y, por lo que veo, no la pasas tan mal.

—¿Esperabas que me tuvieran en una sucia mazmorra?

—¿La verdad? Si. Los creo capaces.

—¿Y tú serías capaz? —La miró en silencio, Danielle no dijo nada. Al contrario, chasqueó la lengua y se acercó más a ella.

—No vine aquí a hablar de nosotras.

—¿Entonces?

—Llegó Jack. —Aliz asintió lento, eso ya se sabía—. Fue a la hacienda de mi familia en el sur. No... No sobrevivió nadie... —Hacia el final de la frase, volvía a ser su ángel. Su pequeña y tierna criatura que sufría, y a la que le gustaría librar de todo mal.

—Oh, Danielle... Lo siento... yo...

—Decapitaron a mi tío, y Jack... Él... Él hizo lo suyo con mi prima, con Magdalena. —Dani bajó la mirada, la voz se le quebraba.

—Cariño, lo siento tanto...

La vampiresa sacó una mano entre los barrotes. Danielle estaba lo suficiente cerca para tocarla. Le acarició la mejilla, y la cazadora solo la dejó hacerlo. No tenía que darle detalles, sabía el modus operandi de el destripador. Ese miserable ya había empezado a hacer de las suyas.

—Fue... Fue horrible verlo, ya debes saberlo. —Aliz asintió, mientras seguía acariciando su mejilla. Danielle inclinó el rostro hacia ese lado, buscando sentir su caricia más cercana.

—Te juro que va a pagar por esto, te doy mi palabra.

—¿Acaso vas a vengar a los cazadores muertos?

—No lo hago por ellos, lo hago por ti. Nadie te hará sufrir mientras yo viva, ¿está claro? —Danielle la miró, pero no dijo nada. Al contrario, se apartó un poco, y se acomodó los cabellos.

—Vine a contarte otra cosa.

—¿Qué pasa?

—Diego... Él estaba recluido en la hacienda que atacaron.

Aliz se quedó con la mano suspendida en el aire. Fue incapaz incluso de parpadear. Solo se mantuvo quiera, intentando asimilar las desgraciadas noticias. Diego... No... No él... No su muchacho. Era solo un humano, y aunque lo hubiese convertido días antes, igual no habría sobrevivido al ataque de Jack. No podía ser, él no podía acabar así, no podía...

—¿Lo encontraron? ¿Su... Cuerpo? —le tembló la voz cuando hizo esa pregunta.

Los recuerdos acudieron a ella en cuestión de segundos, como si quisieran torturarla. Diego, el pequeño Diego, sobreviviente de una matanza. Lo encontró llorando, acurrucado debajo de una cama. Lo tomó de los brazos y se lo llevó, no fue capaz de abandonar a esa criatura. Y lo cuidó no para hacerlo vampiro, le dio libertad para que eligiera y fuera feliz. Pero él quiso ser vampiro, servirle, quedarse a su lado. ¿La veía como una madre tal vez? Seguro que sí, lo era. Y no pudo protegerlo de ese monstruo.

—No estaba, creemos que se lo llevó.

—Oh... —Al menos no era tan malo, o eso quiso creer. Que los Edevane lo tuvieran no podía tomarse a la ligera. Y quizá... Quizá hasta hubiera sido más clemente que lo mataran.

—¿Por qué crees que lo hicieron? —preguntó Danielle, ella torció los labios.

—Si quisiera matarlo, ya estaría hecho. Sé que vive, pero no sé hasta cuándo.

—Es para que salgas de aquí, ¿verdad? Para que vayas a rescatarlo. Es una trampa.

—Puede ser, sí.

—Mi familia lo piensa...

—Es lo más lógico.

—Y por eso mismo no quieren dejarte salir de aquí.

—¡¿Disculpa?! —exclamó, su molestia era obvia—. ¿Piensan dejarme encerrada aquí siendo inútil, cuando puedo ir por Jack? ¡¿Están dementes o qué?!

—Yo no decido esas cosas, ya sabes que no... Bueno, que no creen que pueda opinar sobre ti.

—¿Por qué? Ni que fueras mi lamebotas.

—Peor, soy tu puta. Mi madre lo dijo, pero en el fondo, sé que todos los piensan. Al menos los Montagny.

—Deja de hablar así. De la miserable de tu madre lo espero, ¿pero tú? ¿Tú pensando que solo te uso como una... Como...? —Ni siquiera quiso decir la palabra. No, le parecía deshonroso hablarle así a ella—. Sabes que no eres eso.

—No lo sé, ¿no se supone que estoy algo así como hechizada por la marca? ¿Qué no tengo pensamientos claros sobre ti? Bueno, dicen que eso me nubla el juicio. No puedo tomar decisiones para liberarte.

Parecía seria, o lo intentaba. Y sí, en parte entendía que su familia y ella pensaran aquello. Era lo que se suponía hacia la marca, pero Aliz no creía que fuera por ese rumbo. No. El deseo que sentían una por la otra existía antes de la marca, y lo que de pronto empezaba a nacer entre ambas no era una ilusión. Era real, tenía que serlo.

—Danielle, escúchame —le pidió, tomando su mentón—. Lo nuestro ya tendremos tiempo de resolverlo, pero ahora solo puedo jurarte que, a pesar de que me has traicionado dos veces, no te tengo rencor ni quiero hacerte daño. Me preocupo por ti, y no quiero que nada te lastime. Lo que quiero que entiendas es que no es lógico que me tengan aquí, cuando solo yo puedo enfrentar a Jack. Además, si ya se llevó a Diego, ¿Por qué no haría lo mismo con Alonso? Les seré más útil fuera que encerrada aquí.

—Yo lo sé, pero no me escuchan. Para ellos, eres solo un monstruo.

—¿Y para ti? —La chica no respondió. Solo la miraba fijo, abría la boca, pero no le salían las palabras.

—No eres un monstruo, solo sé que me has condenado. Que soy tuya, que no puedo evitarlo.

—Eso no responde a mi pregunta, ¿qué soy para ti?

—Mi demonio —le dijo más segura—. Mi infierno, eso eres.

—¿Y eso es bueno o malo? —sonrió a medias. Sentía el palpitar su corazón, el tembló de sus labios. Acercó el rostro de la joven al suyo, se asomó entre los barrotes. Una vez más podía respirar su aliento lleno de vida y frescura. Sin resistirse, lamió sus labios—. Dímelo, mi ángel —le pidió.

—No importa, ya estoy contigo en el infierno.

Fue la misma Danielle quien la besó. Ella solo llevó las manos a su cintura, apretándola tanto como podía contra su cuerpo. Maldiciendo los barrotes que le impedían sentirla en toda su plenitud.

Danielle tenía razón, no importaba. Cielo, o infierno. Igual ardían juntas. 



**************

¡Buenas, buenas! Hace un rato salió "publicado" el capítulo por error. Pero ahora sí está ok.

Seguimos con el HT #PrayForDiego y ahora agregamos #StayStrongArabella :(



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