Nunca digas nunca

بواسطة MichelleDuran__

32.4K 2.1K 488

COMPLETA Ivory Spencer tiene claras dos cosas en la vida. La primera, que estudiará Derecho en Columbia. La s... المزيد

NOTA Y AGRADECIMIENTOS
UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DIEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
QUINCE
DIECISÉIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTIDÓS
VEINTITRÉS
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
VEINTINUEVE
TREINTA Y UNO

TREINTA

810 56 2
بواسطة MichelleDuran__


El viaje hasta casa de Hunter es lento y asfixiante. Y no porque junio haya llegado con fuerza a la ciudad, que también, sino porque cada vez que Hunter me mira me derrito. Me fundo y temo quedarme para siempre pegada en el asiento. No ayuda que él me acaricie la piel de la pierna con su mano libre, ni que justo cuando creo que va a subir y acariciarme algo más, cambie el rumbo y baje.

Menudo capullo.

¿Ver una película? Sí, hombre.

—Eres un imbécil —susurro, sin poder resistirlo más.

Hunter esconde una sonrisa.

—¿Por qué? —pregunta. Y tiene la desfachatez de volver a subir la mano. Me levanta el vestido por el camino y sus dedos rozan la cinturilla de mis bragas.

Si es que es un capullo, joder.

No le doy la satisfacción de contestar. Suelto un gemido leve como única respuesta y esta vez él se echa a reír. Por suerte, no me sigue torturando más. Hemos llegado a su casa y necesita las dos manos para aparcar. Menos mal que es un conductor increíble y en apenas unas pocas maniobras el Chevrolet se encuentra dentro del garaje.

Esta vez me toca a mí ser la calientapollas.

Me desabrocho el cinturón de seguridad e inclino el cuerpo hacia él. Lo beso en la mandíbula y luego desciendo por su cuello. Lo noto tensarse cuando mi mano va hacia su entrepierna, pero no la rozo; la apoyo en el asiento y alejo mis labios de su piel.

—Joder, Iv —masculla. Intenta besarme, pero le retiro el rostro y él chasca la lengua—. Eres... —No finaliza. Se desabrocha el cinturón y abre la puerta del conductor. La cierra con demasiada brusquedad y me lanza una mirada desesperada a través del cristal. Me lo tomo como una pequeña victoria y yo también me apeo.

—¿Qué soy? —pregunto. Me apoyo en el capó del Chevrolet con inocencia y alzo las cejas.

Hunter parece estar peleando en serio con las palabras.

—Increíble.

No era lo que me esperaba, así que se me quitan las ganas de bromear. Cuando Hunter tiende una mano en mi dirección, la acepto sin dudar.

Entramos en casa de los Brooks en un silencio cómplice. No es hasta que llegamos al recibidor cuando Hunter se gira y me besa. Es rápido, solo un roce de labios que me sabe a poco.

—Bien —susurra—. ¿Qué película te apetece ver?

Arqueo una ceja.

—¿En serio?

—Claro. La última vez escogí yo, así que te toca a ti.

No lo pillo. ¿Y lo del coche? Los besos, ¡el jueguito previo! ¿Me lo habré imaginado todo? Igual para Hunter ver una película es ver una película de verdad. Me extrañaría mucho, pero a esta versión de él no la conozco. Solo lo conozco como mi mejor amigo. ¿Y si es de los que esperan antes de llegar a la última base? De los que batean y echan a correr o yo qué sé. No sé nada de béisbol.

—Eh... Bueno, vale —digo, finalmente. Sé que estoy descolocada, que mi rostro muestra el desconcierto que siento, pero Hunter no dice nada. Sin soltarme la mano, tira de mí y echa a andar hacia el salón.

Entonces, dice algo sobre la nueva película de un director europeo indie y, si eso no me hace sospechar, la carcajada que suelta en el umbral de la puerta me termina de confirmar que he caído en una broma.

Al Hunter rencoroso sí que le conozco. Es su forma de vengarse por lo del coche.

—Tendrías que haberte visto la cara —me dice entre risas—. Dios, Iv, ha sido buenísimo.

—Eres un gilipollas —mascullo. Le suelto la mano y le saco el dedo corazón—. ¿Sabes qué? Que te jodan. Ahora me voy a poner la maldita película del director ese y...

—¿De verdad?

Debería decirle que sí, que se haga una paja para bajarse el calentón, pero entonces me percato de que los nervios que llevaba sintiendo desde el coche ya no están. Y me doy cuenta de que el numerito de ahora no ha sido su forma de vengarse, sino de tranquilizarme.

Niego con la cabeza, despacio. Hunter sonríe de manera ladeada y vuelve a acortar la distancia que nos separa para besarme. Esta vez no es un pico suave, sino todo lo contrario. Es la culminación de lo que ha empezado en el coche, la forma que tiene de decirme que me desea y que, como me ocurre a mí, no le basta solo con esto.

—A la cama —ordeno—. Ya.

Hunter suelta una risita.

—A sus órdenes, milady.

Tuerzo el gesto por el apelativo, pero no digo nada. Esta vez soy yo la que tira de él escaleras arriba, aunque tardamos varios minutos en llegar hasta su habitación porque nos detenemos en cada peldaño para besarnos e ir quitándonos las zapatillas y parte de la ropa por el camino. Bueno, en realidad es Hunter quien se desnuda de cintura para arriba.

Impaciente como siempre.

—Vamos a tener que dejar claro el tema de los motes antes que nada —empiezo.

Hunter sonríe.

—¿Me vas a hacer firmar otro contrato para ser tu novio verdadero?

Finjo que lo pienso unos segundos.

—Puede. Primera cláusula: ni se te ocurra llamarme milady o princesa o algo de ese estilo.

—¿Cariñito?

—Te la corto.

Hunter se echa a reír y se acerca a mí lentamente. Es muy difícil no mirarle cuando lo hace, especialmente su abdomen. Seguro que por eso se ha quitado la camiseta, porque sabe que siempre me quedo embobada con él. Ya lo hacía antes, cuando se ponía a arreglar el coche y era solo mi mejor amigo. ¿Cómo no hacerlo ahora, que sé lo que es pasar los dedos por esa piel? Pero no pienso dejárselo tan fácil. Retrocedo un paso.

—¿Algo más? —continúa Hunter—. No me digas que no voy a poder besarte en público.

—No, puedes besarme, pero nada de tocamientos de tetas, que tengo una imagen que mantener.

Hunter chasca la lengua y yo sonrío.

Da un paso más.

Retrocedo.

—¿Y las citas?

—Oh, eso. Nada de citas sin mi conocimiento previo. Cero sorpresas. Ni siquiera de casualidad.

—Vaya. Eres exigente.

—Ya lo sabes.

Hunter ladea rostro, con una más que evidente falsa indecisión, pero al final asiente. Otro paso más. Y uno que doy yo para atrás.

Me hormiguea la piel por culpa de la anticipación.

—¿No hay más cláusulas?

—Esto es más una petición que una exigencia, pero no vuelvas a sacarme como un Gremlin en una foto. Mucho menos la publiques en redes.

—Pero si estabas preciosa.

—Hunter...

—Trato. Aunque bueno... —Un último paso. Yo ya no puedo retroceder más; mi espalda choca contra la pared y Hunter me acorrala entre sus brazos. Trago saliva—. Te olvidas de la última cláusula. —Se inclina sobre uno de mis oídos y susurra—: déjate fluir.

Cómo no.

Apenas tengo unos segundos para sonreír antes de que Hunter me corte la respiración con un beso. Y es increíble, de verdad. Un diez de diez. Aclarado todo, la Ivory que necesita pensar previamente en cada movimiento se recluye en el rincón más recóndito de mi cerebro. En su lugar, solo queda deseo. Un deseo que me quema cuando Hunter me alza y rodeo su cuello con los brazos y la cadera con las piernas. Se frota contra mí, aún con la ropa puesta y yo no puedo seguir con el beso. Tengo que alejarme para gemir y tomar aire.

Acabamos en su cama, con él encima de mí y nuestros cuerpos enredados entre las sábanas. Hunter se lanza a lamer mi cuello. Me besa y muerde el lóbulo de la oreja mientras mis manos acarician la piel desnuda de su abdomen. Estoy tan cerca de dejarme llevar como la otra vez... Pero entonces recuerdo que esa noche Hunter fue quien hizo casi todo el trabajo y que, mientras que él sabe cómo me gusta a mí, yo aún avanzo a ciegas. Así que hago fuerza, le empujo con los brazos y ahora soy yo quien está encima de él.

Hunter sonríe, más que complacido por mi iniciativa. Con el movimiento, la falda del vestido se me ha subido hasta los muslos, pero no parece ser suficiente para él, porque dirige ahí sus manos y la sube un poco más. No dice nada. O, mejor, yo no le dejo decir nada. Me inclino sobre él y lo beso mientras le desabrocho el botón de los vaqueros. Esta vez los consigo a la primera, y Hunter me ayuda a deshacerme de ellos.

Me complace ver lo excitado que está. Me gusta sentirme deseada.

Esta vez es mi turno de preguntar. Cuelo una de las manos en el interior de su ropa interior y me hago con su dureza. Hunter gime quedo y se muerde el labio inferior.

—¿Cómo te gusta? —le susurro al oído—. ¿Así?

—No, espera, más rápido.

—¿Mejor?

—Mm sí.

Ensayo y error. Aumento la velocidad de mis movimientos cuando Hunter me lo indica. Lo observo, atenta a sus expresiones. En realidad, tengo que admitirlo: me quedo embobada. Porque si ya me resulta difícil no mirarlo en condiciones normales cuando se deja llevar y es tan sincero me cautiva. Y es precisamente por esto por lo que no veo venir el giro. Hunter me frena, me da un ligero empujón que nos hace rotar una vez más y se sitúa de nuevo encima de mí.

—Si sigues así esto no va a durar nada —me dice. Me besa como si quisiera arrebatarme la respiración. Lo consigue, claro, porque Hunter siempre consigue lo que quiere.

No se queda solo ahí. Sus labios descienden y descienden y mi cuerpo vibra de anticipación. Ni siquiera se molesta en quitarme el vestidito. Sus dedos juguetean con el borde de mis bragas y esa es la única de mis prendas que termina en el suelo.

Y luego... su lengua, su bendita lengua. No puedo evitar estremecerme cuando Hunter me lame y luego usa los dedos. Y el placer es demasiado. Los estímulos son demasiado. Él es demasiado. Yo siento demasiado. No es solo lo físico. Es que también me arde el pecho. Me quemo, mi corazón se encoge, mi cuerpo se prende y me corro con un último gemido que me hace temblar.

Hunter se incorpora y me observa hasta que recupero el control de mí misma.

—¿Bien?

Alzo una ceja y me yergo para que ambos estemos a la misma altura. ¿En serio me lo tiene que preguntar? Y yo que nunca me he considerado de las discretas. Eso de follar en silencio no es lo mío, lo siento.

—Sí, claro —murmuro, aún aturdida por el placer—. Pero... esto no termina hasta que tú también te corras.

—Esa frase me suena. —Hunter sonríe, aunque luego su voz se llena de seriedad—. No hace falta, eh. No me debes nada y...

—Oye, entre lo de la peli y esto voy a empezar a pensar que no quieres acostarte conmigo —digo medio en broma, medio en serio.

—No es eso. Mierda, por supuesto que quiero. Lo que no quiero que te sientas presionada o que creas que... no sé, que esto es solo sexo. Porque no lo es. Es...

No dejo que continúe. Alargo el brazo hacia la mesilla y saco un preservativo del cajón.

—¿Te lo pones tú o necesitas que te ayude?

La mirada de Hunter brilla.

—Joder, Iv. Me vuelves loco.

Esta vez la que no puede evitar sonreír soy yo.

Al final, se lo pongo yo, porque quiero —y necesito— volver a tocarlo. A cambio, él me desnuda mientras no deja un solo recoveco de mi cuerpo sin besar. Después, me tumbo otra vez y él se sitúa entre mis piernas. Cuando entra dentro de mí, ambos soltamos un gemido casi a la vez, lo que nos hace sonreír como dos tontos. Nos convertimos en un amasijo de besos, piel y placer. Hunter entra y sale con una lentitud que me desespera. Me siento constantemente al borde del precipicio, muy cerca de caer, pero sin terminar de dar el último paso.

—Tócate —me susurra Hunter al oído. Lo miro. Al principio, creo que no lo he entendido bien—. Tócate para mí, Iv.

Pues sí, sí que lo he entendido bien. No sé cómo no le da vergüenza decirme algo así con una voz tan sucia. Dudo, porque yo sí que enrojezco, pero al final obedezco. Bajo la mano y me toco mientras Hunter me penetra. La sensación es... demasiado intensa como para describirla. Me retuerzo debajo de él y mi mejor amigo sonríe de manera ladeada. Estoy a punto de decirle que vuelva a hacerlo cuando Hunter se adelanta. Y ya no queda rastro de esas penetraciones tan lentas del principio. Más rápido. Más intenso. Mi mano aumenta la velocidad. Los gemidos se entremezclan con el chirriar de la cama y rompen en silencio de la habitación.

Con él es fácil, tan, tan fácil dejarme fluir... El orgasmo llega por sorpresa, como cuando te das el primer baño del año en el mar y el agua está más fría de lo que esperabas. Me late el corazón tan fuerte que sé que Hunter puede escucharlo. Lo sé. Dios, podría decírselo. Que lo quiero. Casi estoy a punto de hacerlo. En su lugar, me muerdo el labio inferior y acuno su rostro entre mis manos. Le acaricio la mejilla con los pulgares cuando Hunter se inclina y me besa. Una última penetración y él también se deja ir. Su cuerpo se estremece y él se corre.

Permanecemos en esa posición un tiempo que se me antoja eterno y, al mismo tiempo, demasiado corto. No nos movemos, frente contra frente, bebiéndonos la respiración del otro.

—Te quiero —susurro, finalmente.

Hunter alza la cabeza.

—Has tardado. En admitirlo, me refiero. Otras cayeron tras el primer orgasmo.

Pero yo sé que, bajo esa falsa jocosidad que hay en su tono, se esconde una gran inseguridad. Puede que también alivio. Emoción.

—Cállate y bésame otra vez —mascullo, la comisura de la boca elevada y mariposas en el estómago.

Hunter suelta una carcajada y cumple con mi petición.

واصل القراءة

ستعجبك أيضاً

241K 23.4K 57
Ella es un caramelito suave y delicioso. Él posee una estupenda cubierta, pero por dentro está podrido. Marie es caprichosa y su voz es como el...
19.8K 552 12
Me encantan las celebridades y sus extravagancias de por medio, pero no me encanta la idea de mi siendo una. Aun así estoy aquí en Tv nacional con l...
1.9M 135K 90
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
110K 14.4K 173
Entra para obtener más información de la historia 💗