Las siguientes 48 horas pasan tan lento que quiero estrellar cada reloj contra el piso porque me robaron mi tiempo con ella.
Porque estando juntas el tic tac parecía muy rápido, y ahora de repente ya no lo es y se siente como una tortura.
No me atreví a llamar a Juan Pablo, así que solo le envié un emoji de un corazón roto porque estoy segura de que comparte el mismo sentimiento que yo en este momento.
Me asomo por la ventana de mi habitación y el mundo parece haber seguido su curso, aunque no sé cómo.
Muy en el fondo aún espero que Blanca me llame y me diga que todo fue una confusión, que no son ellos, que aparecieron sanos en casa, aunque sé que sería un milagro.
Me daría una última mirada al espejo tal como ella lo habría hecho, pero estoy tan destrozada que definitivamente no quiero hacerlo.
Salgo a la calle por primera vez desde el accidente, Madrid que es una ciudad donde la moda se vive a todo color está pintada de negro por todas partes, comenzando por mí.
Tomo un taxi que me lleva hasta el cementerio donde finalmente van a darle sepultura a los cuerpos de mis amigos y le pido al conductor cambiar la estación de radio porque la noticia aún resuena en los medios y no aguanto más tener que escucharlo.
Al llegar veo a lo lejos a Juan Pablo Isaza vestido de negro y con unos lentes oscuros que lo hacen lucir como una estrella del rock distante en vez de un alma destrozada.
Sin embargo antes de que siquiera se termine el funeral, él desaparece entre los presentes.
Por Dios, como si hubiese algo más importante.
Abril del 2022, Madrid - España.
Han pasado 52 días y casi todo Madrid parece haber olvidado lo sucedido.
Se les dió cárcel a los involucrados y ya, eso fue todo. Como si eso pudiese reparar todo lo que nos quitaron.
Estoy pensando justo en eso cuando Valentina, mi jefa, entra por la puerta de su despacho sacándome de mis pensamientos. Es la primera vez que me presento a la editorial y ni siquiera fue por cuenta propia, sino porque ella me citó.
- Laia agradezco mucho que hayas podido venir hoy a esta reunión, sé lo mal que la estás pasando y no quisiera hacerte las cosas más difíciles, pero necesito que retomes el trabajo. El libro de Guadalupe debía publicarse este mes y al paso que vamos tendrá que quedar para mayo.
Me renuevo incómoda en mi silla sin darle respuesta.
- Sabes que te apreciamos mucho en esta editorial pero cada día que pasa es dinero perdido y yo necesito gente comprometida con esto ¿Vale?
Solo asiento.
- Necesito que me seas sincera - me mira directamente a los ojos - ¿Vas a poder retomar esta semana?
Me lo pienso... Y entonces niego mientras las lágrimas se acumulan en mis ojos.
- No pasa nada hija. Ya podrás salir adelante y desde aquí te vamos a apoyar - aunque solo me lleva un par de años siempre ser la madre de todos aquí, así que su tono maternal no me sorprende.
No hay una fanfarria ni una despedida, solo un sobre amarillo con el dinero de mis retroactivos y una cajita con las pocas cosas que tenía en mi puesto.
Pero llorar por esto parece una insensatez comparado con eso. Así que solo me despido y me marcho.
Tomo un taxi a casa y al llegar suelto todo en la mesa del recibidor, casi de inmediato suena el timbre. Como para proseguir con mi hilo de eventos desafortunados, al abrir la puerta me consigo con el señor Juan Manuel con su respectivo bigote negro que no delataría que tiene 70 años de no ser por las pocas canas que aún le quedan en la cabeza.
- Hola Laia, tenía mucho sin verte - me saluda aunque estoy casi segura de que viene con otros motivos.
- ¿Qué tal señor Juan Manuel? Perdone, no he salido mucho de casa últimamente.
- Ya te he dicho que me llames Johnny - se queja - Lamento mucho lo que pasó.
- Gracias señor Johnny... ¿Cómo le puedo ayudar? - le pregunto cortésmente o esta conversación durará tres siglos.
- Ah sí - baja la voz a un susurro - perdona que te lo diga es que ya sabes cómo son acá... Ya debes dos meses de renta, recuerda que al tercer mes te pedirán desalojar así que por favor ponte al día niña, no mereces pasar por más momentos duros. Si necesitas ayuda yo...
- Muchísimas gracias señor Johnny, no se preocupe por eso ya yo lo solucionaré muy pronto ¿Cuídese sí?
- Seguro hija, nos vemos - se despide y cierro la puerta rápidamente.
Sí claro, lo solucionaré súper rápido, sin duda, solo no sé cómo porque ahora no tengo trabajo.
Y volver no es una opción.
Severa mierda de día y de año y de vida y de... Fuck, el teléfono ¡¿PODRÍAN DEJAR DE INTERRUMPIRME?!
- Aló - respondo al número desconocido que aparece en la pantalla.
- Buenas tardes ¿Me comunico con la señorita Laia Villanueva? - me responde una voz femenina del otro lado.
- Sí, soy yo ¿Quién habla?
- Le habla Orianna Dortolina, soy la abogada de los difuntos Hernández y Martín - mi corazón se aprieta un poco al escuchar sus nombres- Me gustaría poder reunirme con usted esta misma semana de ser posible dado que su nombre aparece en algunos documentos jurídicos de la familia.
- ¿Mi nombre? ¿Está segura? Debe haber una confusión - niego.
- Señorita Villanueva yo misma redacté los documentos, créame que los conozco como a la palma de mi mano ¿Cuándo podríamos concretar un encuentro? Estaré pocos días en Madrid así que cuanto antes, mejor.
Déjeme mirar mi apretada agenda, regar las plantas, mirar la tele, contar los granos de arroz que hay en una bolsa, buscar un nuevo trabajo...
- Tengo tiempo hoy, si está de acuerdo - es mi respuesta.
- Perfecto, podemos vernos en mi oficina provisional esta noche, le enviaré la ubicación.
Me encuentro con una mujer más o menos de mi edad que lleva el cabello cobrizo hasta la cintura y usa unos tacones con los que me podría sacar un ojo fácilmente, no sé si me sorprende más eso, lo lujoso de su oficina "provisional" o el hecho de que el mismísimo Juan Pablo Isaza está aquí también.
Jueputa, qué día más raro ¿Me habré drogado con las amapolas de la ventana o qué?
- Bienvenida señorita Laia, sus amigos me contaron en vida que ya se conocían así que no los voy a presentar.
Saludo a Juan Pablo con la mano y tomo asiento en la silla libre frente al escritorio de la abogada.
- ¿Quiere café? - niego con la cabeza - ¿Juan Pablo? - Hey ¿Por qué a él no lo ustea?
- Me encantaría - responde él y ella toma una pequeña cafetera Nespresso que está junto a su escritorio y le pone dos cápsulas de café americano.
- Les cuento... - dice tomando asiento frente a nosotros - Sus amigos eran grandes fanáticos de la planificación, así que aunque no hicieron un testamento como tal, sí firmaron algunos documentos jurídicos sobre sus bienes pues como por prevenir ¿Alguna vez hablaron con Leo y Amaia sobre Balas Perdidas Récords?
- Sí - respondemos al unísono.
Ella le extiende su taza de café lista a Isaza.
- ¿Azúcar? - le pregunta.
- No gracias, así está perfecto - le recibe la taza.
La pelirroja hace un mohín - Un hombre de sabores fuertes entonces - dice ella bebiendo de su propio café.
Él le guiña un ojo.
¿Qué es esto? ¿El inicio de una porno?
- Guárdese la verga, guarro - le gesticulo sin hablar mientras la abogada se concentra en su café - ¿Eso qué tiene que ver con nosotros? - pregunto en voz alta.
- Pues mucho. Verán, en este documento que está acá Amaia y Leo indican que en caso de que ellos fallecieran quienes pueden disponer de Balas Perdidas Récords, son los padrinos de su boda, que resultan ser ustedes dos.
- Perdón ¿En español? - le pregunta Isaza gracias al cielo porque tengo la misma pregunta.
- Que les cedieron la compañía, ahora ustedes dos son los dueños de la disquera - responde ella.
QUÉ.
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¡Miren quién llegó! Perdonen la demora, han sido días muy locos (como de costumbre) pero prometo que mañana suelto otro🤞🏻
La gran Ori para quienes no la conozcan es un personaje de Agua de NiaaMont 🙈🌚 Deberían leerla si aún no lo hacen.
Este capítulo va para Valmcnugget que ha sido una lectora súper chévere a lo largo de esta historia❤️