Nunca digas nunca

By MichelleDuran__

32.5K 2.1K 488

COMPLETA Ivory Spencer tiene claras dos cosas en la vida. La primera, que estudiará Derecho en Columbia. La s... More

NOTA Y AGRADECIMIENTOS
UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DIEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
QUINCE
DIECISÉIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTIDÓS
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
VEINTINUEVE
TREINTA
TREINTA Y UNO

VEINTITRÉS

881 61 18
By MichelleDuran__




Hunter y yo no hemos anunciado oficialmente nuestra ruptura, pero no lo necesitamos. @coticreek lo ha hecho por nosotros y, como sus palabras son ley en el Creek, ya nadie duda del fin de nuestra relación.


@coticreek: ¡malas noticias, querides cotillas! Parece ser que teníamos razón: ¡Hunter e Ivory han ROTO! Oooooooooohhhhh. Sabemos lo que estáis pensando: ¿cómo es posible, si hacían una pareja monísima? Todo apunta a terceras personas. O incluso cuartas. ¿Recordáis la pelea en la fiesta de la familia Graves? Pues se dice se comenta se susurra que el motivo fue que Hunter besó a Jessica y eso a Ivory no le gustó NI UN PELO. Estamos destrozades. No nos esperábamos esto. Ninguno de les participantes del romance del momento se han pronunciado, pero nosotres estaremos atentes a cualquier movimiento. ¡Seguidnos para no perderos nada!


—Pues ya está —digo. Le enseño el móvil a mis amigos y dejo caer los hombros—. Hunter y yo hemos roto de verdad.

—No es una ruptura al uso —se apresura a decir Hazel—, porque no estabais juntos, pero...

Mis amigos me miran en un silencio que dice más que cualquier palabra. Sé lo que están pensando, pero ninguno se anima a dar el paso y ser el primero en romper el hielo.

Miércoles. Queda justo una semana para la exposición y Willow está más nerviosa que nunca, así que pasamos mucho tiempo en el aula de arte intentando tranquilizarla. En realidad, mi amiga lo tiene todo a punto. No necesita que posemos. Pasamos la hora previa al inicio de las clases tirados en el suelo, picoteando y cotilleando un poco.

Es más divertido cuando yo no soy el tema de conversación.

—¿Qué? —pregunto, finalmente—. Venga, adelante.

—Esta es la situación más tonta que me he encontrado —empieza Nil—. @coticreek no debería estar anunciando vuestra ruptura cuando es más que evidente que estás enamorada de él. Incluso Hunter se tiene que dar cuenta. Deberíais estar saliendo de verdad.

—Ya os lo he dicho —repito, quizás por quinta vez—: no pienso arruinar mi amistad con Hunter solo por un pequeño crushecito de nada.

—Es que no es solo un crushecito —bufa Willow—. Lo quieres.

—Sí, ¿y? Estamos mejor así. ¿O acaso olvidáis lo que pasó el viernes? No quiero ser esa Ivory otra vez. No quiero volver a ser un monstruo consumido por los celos.

—Esto no es Otelo —masculla Nil. Se ha tomado como una afrenta personal mi decisión de ignorar mis sentimientos por Hunter—. Y tú eres demasiado lista para saber que, si te guardas todo, al final te explotará en la cara y lo de la fiesta se repetirá pero mil veces peor.

Niego con la cabeza. No pienso dar mi brazo a torcer.

—Muy bien —sentencia Willow—. Ya eres mayorcita para saber qué hacer. Pero déjame decirte que te estás equivocando.

—Prefiero equivocarme antes que perderlo —insisto.

—¿Puedo decir algo? —pregunta Hazel. Su tono de voz dulce casi me hace llorar. Ahora mismo, es la única de mis amigos que parece que no está enfadada conmigo—. Entiendo a Ivory.

—Gracias.

—¿De verdad? —pregunta Nil, atónito—. ¿Tú, la romántica del grupo?

—Por eso la entiendo. A veces es mejor vivir en un posible que dar el paso y que el sueño se convierta en una pesadilla. Además, ¿habéis olvidado que Ivory se irá a Columbia? ¿Entendéis la situación? ¿Sabéis lo duras que son las relaciones a distancia? —Los ojos de mi amiga se llenan de lágrimas y pierde la voz.

Oh. Esto no tiene que ver con Hunter y conmigo.

—¿Hazel? —pregunta Willow. Se acerca a Hazel y pasa un brazo alrededor de sus hombros—. ¿Estás bien?

—Paris y yo hemos decidido que, cuando nos vayamos a la universidad, intentaremos seguir juntos, pero... —Hazel solloza—. Él se irá a San Francisco. No sé cómo lo vamos a hacer. No creo que funcione. Estoy tan asustada y triste... Antes las relaciones no me duraban nada y miradme ahora, preocupada precisamente porque voy a perderlo antes de tiempo. ¿Y si el amor no es suficiente?

—Ay, tonta —dice Nil, que abraza a Hazel del otro lado—. Venga, ¿cómo no va a ser suficiente?

—Pues eso. ¿Podéis asegurarme que nuestra relación funcionará incluso aunque estemos separados?

—No lo sé —dice Willow—. Eso no se puede saber, Hazel.

—Ojalá —añado. Tuerzo el gesto y me estiro para posar mi mano sobre una de las piernas de Hazel—. Pero hay algo que sí que está claro: ahora mismo os queréis y estáis juntos.

—Es cierto —continúa Nil—. Tenéis que aprovechar todo el tiempo que os queda. Y el día de mañana... ¿quién sabe? ¡Todavía falta mucho hasta que vayamos a la universidad!

Hazel se sorbe los mocos. Nos mira uno a uno, con lágrimas como pequeñas perlas en las pestañas.

—¿No se supone que tendríais que estar diciéndome que el amor es todopoderoso y puede con cualquier obstáculo?

—¿Eso es lo que quieres oír? —pregunta Willow.

Hazel duda unos segundos y, al final, niega con la cabeza.

—No. La verdad es que me gusta que me digáis la verdad y me abracéis. Me ayuda a poner las cosas en perspectiva.

—Ven aquí —digo, y me lanzo hacia delante. Con el impulso nos tiro a todos al suelo, pero a nadie parece molestarle. De hecho, nos echamos a reír.

—Alguien me está clavando el codo en las costillas —se queja Nil.

—Y a mí se me está metiendo el pelo de Hazel en la boca —añade Willow.

—¡No puedo respirar! —Esta vez es Hazel, y los cuatro nos reímos con más ganas.

No sé si hemos conseguido animarla, pero, desde luego, llegamos a nuestras respectivas clases con dolor de tripa y la ropa llena de polvo y manchas de pintura por culpa de habernos revolcado por el suelo.

♥︎ ♥︎ ♥︎

—Te he apuntado en el siguiente examen de conducir.

Cierro la taquilla de un portazo y me giro para encarar a Hunter.

—Perdona, ¿qué? Creo que te he escuchado decir que me has apuntado al siguiente examen de conducir.

—Es que eso es lo que he dicho.

Tengo que tomar aire cuatro veces para evitar soltar un grito.

—¿Por qué narices...? —empiezo. Me muerdo la lengua por culpa de la rabia. Me arde el rostro y el calor baja por el cuello y se extiende por todo mi cuerpo—. ¿Me odias? ¿Esta es tu forma de vengarte por lo del viernes?

—Claro. —Hunter pone los ojos en blanco. No parece afectarle en absoluto que, en estos momentos, tenga ganas de matarlo—. Estoy tan furioso contigo que no se me ha ocurrido mejor forma de desquitarme que intentando que te saques el carné de conducir.

—¡No estoy preparada! —suelto. Creo que estoy hiperventilando. ¿Hace calor o es cosa mía? ¿El Creek siempre ha tenido el termostato tan alto?—. Voy a suspender, y seguro que atropello a un ancianito y, Dios mío, Hunter, voy a ir a la cárcel. ¡Quiero ser abogada! ¿Cómo voy a ser abogada si tengo antecedentes penales?

Hunter me zarandea de los hombros.

—Respira, Iv. Solo es un examen.

—¿Solo un examen? Ah, bien. Me dejas más tranquila. Es solo un examen con una potencial máquina de matar.

—Estás preparada.

—¿Por qué piensas semejante tontería?

—Porque eres tú —sentencia, y me deja muda—. Sabes que no soy creyente, pero si lo fuera, toda mi fe estaría puesta en ti, Iv. Lo harás bien.

Antes, cuando Hunter hacía este tipo de comentarios, lograba algo insólito: insuflarme algo de seguridad en mí misma. Ahora, por el contrario, me ponen más nerviosa. Me agitan por dentro como si fuera una coctelera. Hace que se me seque la boca y que me cueste respirar y que tenga que hacer un esfuerzo titánico para no lanzarme sobre sus labios.

Trago saliva.

Me pone muy difícil ser solo su amiga, el muy estúpido.

—Vale —digo, tras unos segundos de silencio. Carraspeo. Espero que no se haya dado cuenta de que la rojez de mis mejillas ya no es por el enfado—. Lo intentaré.

—¿Intentarás? Creía que esa palabra no estaba en tu vocabulario.

Bufo.

—¿Cuándo es el examen?

—El lunes que viene.

—¿¡Tan pronto?!

—Tranquila, Iv. Todavía tienes días. Y este fin de semana si quieres hacemos un intensivo. Mia se va de excursión a la capital con el colegio, así que estoy libre. Soy todo tuyo.

A veces creo que lo hace a propósito.

—Si mato a alguien pesará siempre sobre tu conciencia —sentencio.

Hunter sonríe de manera ladeada.

—Podré soportarlo.

Cómo no.

No me queda más remedio que ponerme las pilas con el coche. Yo tampoco soy creyente, pero voy a empezar a rezar cada día hasta el examen de conducir.

No puedo prometer que no se cuele alguna maldición de por medio. Si Hunter no me estuviera mirando ahora con esa sonrisa... A quién quiero engañar.

Si tengo que depositar mi fe en algo, definitivamente sería en esa sonrisa.

♥︎ ♥︎ ♥︎

@coticreek: ¡BUENO, BUENO! ¿Somos les úniques que vemos la química que aún existe entre Hunter e Ivory? ¡Porque sus gestos son explosivos! Sí, sabemos que han roto. Ya no hay besos ni abrazos y han vuelto al rollo de ser mejores amigos, pero ¿quién sabe? Esas miradas, chiques. Es imposible que mires a alguien así a menos que quieras tenerlo desnude en tu cama.

@coticreek: Una vez más, traemos noticias frescas y salseantes. Ivory y Hunter siempre se marchan juntos del instituto. ¿Os habéis dado cuenta de que ahora Hunter no se pierde ninguna clase? ¿Creéis que el malote oficial del Creek se ha rehabilitado? ¡Una pena! Nos alegramos mucho por los éxitos académicos de Hunter, pero también nos hubiera gustado disfrutar de él el año que viene 😫

@coticreek: Parece increíble, pero estamos a viernes. ¿Sabéis lo que eso significa? ¡Que solo queda una semana de curso! El sábado de la semana que viene será el ansiado baile de graduación y nos mordemos las uñas de los nervios. ¡El tema del baile de este año es el Hollywood de los años 20! Típico, pero con posibilidades. ¿Ya tenéis todes listos vuestros trajes? ¿No os morís de ganas de ver a las parejitas desfilar? ¡Nosotres sí! No os olvidéis de seguirnos para estar al tanto de todos los cotilleos.

♥︎ ♥︎ ♥︎

La señora Rodriguez me da unas indicaciones difíciles de seguir. Aguja e hilo del mismo color. Doblar la tela de los pantalones hacia dentro. No presionar muy fuerte o se notará. Punzadas largas, no, no tan largas. Un poco más cercanas las unas de las otras.

—Muy bien —me felicita la anciana—. Y ahora lo mismo con la otra pernera.

Uf. Estoy sudando como si acabara de operar a corazón abierto, pero es que no quiero estropear estos pantalones. Son perfectos, los más bonitos que he visto nunca. La tela es suave al tacto, ni muy gruesa ni muy fina, ideal para una noche de principios de junio. Son de un tono plateado, de acabado satinado y brillan cuando les da la luz. Hazel, Willow y yo los encontramos ayer en una búsqueda desesperada de nuestro atuendo para el baile de graduación. Al igual que me ocurre con todos, son muy largos y por eso he pedido ayuda. Mi madre es muy talentosa con la pluma, pero es un desastre cosiendo y, como no vine a la residencia el domingo pasado y tampoco iré este domingo —tengo que prepararme el examen—, he decidido pasarme hoy viernes y de paso pedirle a la señora Rodriguez que me enseñe a cogerle el bajo a unos pantalones.

También he conseguido la americana y he decidido —Willow ha decidido, mejor— combinar el traje con un corsé de encaje blanco que destaca sobre mi piel oscura. Por suerte, como llevaré la americana arremangada y abierta para que se vea el corsé, no tengo que arreglar ni las mangas ni la parte de los botones.

Coso la segunda pernera con más soltura que la primera y alzo los pantalones para ver el resultado. No es un acabado profesional, pero sí lo suficientemente bueno.

—Has mejorado mucho —me felicita la señora Prior con una sonrisa. Ya está mucho mejor, aunque aún se cansa con facilidad. Por eso, y porque hace buen tiempo, estamos sentadas en un banco en los jardines de la residencia—. Hace unos meses no sabías ni coser un triste botón.

—He tenido buenas maestras.

—Ah, el baile de graduación —dice la señora Rodriguez con ojos soñadores—. Recuerdo el de mis hijos. Mi hija fue con quien es ahora su marido. Le cosí un bonito vestido de seda y tul.

—Yo también fui con mi marido. —La señora Prior sonríe—. Le pidió permiso a mi padre y me regaló una flor a juego con mi vestido. En mi época eran mucho más recatados que ahora. Jamás se nos hubiera ocurrido ir en traje.

No me tomo muy en serio su reproche. Estoy maravillada con mi atuendo y no lo cambiaría por nada en el mundo.

—¿Irás con tu chavito? —continúa la señora Rodriguez.

Enrojezco hasta las orejas.

—No —murmuro, apenas un hilillo de voz—. Iré con un amigo.

La señora Prior bufa y hace comillas en el aire.

—Sí, en esa época mi marido y yo también éramos amigos.

—Pero en mi caso es verdad. No tengo pareja.

La señora Rodriguez hace una mueca.

—¿Por qué no vas con mi Miguel? Estoy segura de que te acompañará encantado. No se lo digas, pero lo conozco bien y creo que le gustas.

Casi me atraganto con mi propia saliva.

Ni siquiera me salen las palabras.

—Eh... debería irme. —Me levanto del banco con torpeza—. Agradezco mucho la preocupación, pero...

—¿No te gusta mi nieto?

—Miguel es muy guapo y muy especial —digo a trompicones. No me puedo creer que me esté pasando esto—. Pero...

—Ivory tiene el corazón ocupado por alguien más —suena una voz a mi espalda.

Cuando me giro, Miguel me recibe con una sonrisa.

—Oh... —La señora Rodriguez parece decepcionada—. ¿En serio? Entonces ni modo. Ya fue.

—Lo siento... —susurro, no sé muy bien por qué. No sé si me disculpo con Miguel, con la señora Rodriguez o conmigo misma.

—¿Ese es el traje del que me hablaste? —pregunta Miguel con el mismo tono animado que antes—. Es precioso, Ivory. Irás... bueno, preciosa.

Sonrío. Cuando Hunter me dice algo así me cuesta creerlo y me pongo nerviosa. En cambio, cuando Miguel me halaga me siento como cuando lo hacen mis amigos. Sus palabras son una bolita cálida que se asienta en el estómago.

—Gracias.

La sonrisa de Miguel se ensancha y yo le aprieto el brazo con cariño.

Sí, definitivamente lo mejor que nos ha podido pasar es ser amigos. Al principio, pensé que sería raro, pero he tenido suerte y he dado con el tío más increíble de todo Boston. Con Miguel es fácil hablar. Siempre me escucha y pensamos parecido. A lo largo de esta última semana, no son pocas las veces en las que nos hemos desahogado el uno con el otro. Que si el baile, que si los estudios, que si los nervios por el futuro... La familia de Miguel ha aceptado que no estudie Medicina, pero le están presionando para que escoja otra carrera y él no sabe qué más excusas poner. No me lo ha dicho nunca y no lo he escuchado—no me deja y siempre me da largas—, pero yo sé que quiere dedicarse en serio a la música. Sin embargo, la familia es casi tan importante para él que perseguir su sueño, así que...

Me encantaría ayudarle como él me ayuda a mí. Siento que mis consejos y mis palabras de ánimo siempre caen en saco roto. La situación es complicada. Me pregunto qué haría yo de estar en su lugar; de no tener el apoyo de mis padres y un férreo círculo de amistades que cree en mí. Supongo que me hundiría. Miguel no lo hace.

Solo espero que se anime a dar el salto alguna vez. Sí, ya, suena un poco hipócrita teniendo en cuenta que yo no lo doy con Hunter, pero es que creo que realmente Miguel se merece lo mejor.

Me despido de ellos con abrazos y promesas de pasármelo en grande en el baile y de hacerme muchas fotos y me marcho a la parada del autobús. Por culpa de Hunter —¿o debería decir gracias a él?—, esta puede ser de las últimas veces que tenga que tomarlo. Por suerte, hoy se porta bien y no me hace esperar mucho. Y menos mal, porque tengo prisa.

Cada vez que pienso en el maldito examen se me pone la piel de gallina. Lo que me recuerda... Saco el móvil del bolso y miro la hora en la pantalla. Ah, qué mal. Hunter vendrá a casa a recogerme para la lección de hoy en una hora. Mi mejor amigo se ha tomado muy en serio lo de las clases intensivas y ahora practicamos incluso por la noche, aunque el examen será a primera hora de la tarde del lunes.

Me apeo del autobús y corro dentro de casa. Mis padres han ido al cine y no hay nadie en casa, así que aprovecho para ir a su habitación y probarme el traje en el espejo enorme que ocupa una pared entera. Enciendo la música, tiro el móvil encima de la cama y me pongo los pantalones.

—Menos mal —susurro. El bajo está mucho mejor de lo que esperaba. Doy media vuelta y me alzo sobre los talones. No es por nada, pero me hacen un culo estupendo.

Me pueden las ganas; voy a mi habitación, cojo el corsé y la americana y vuelvo al cuarto de mis padres. 

Es la primera vez que me veo el conjunto completo y me encanta. Willow tenía razón con lo de escoger el color blanco para el corsé. Sé que el traje no es muy años dorados de Hollywood, pero no me importa. Me quito la americana, me coloco las tetas para lucir canalillo y sonrío un poco. No suelo llevar escotes y creo que es la primera vez en toda mi vida que enseño tanto pecho. Me incomoda un poco, pero también me gusta darme cuenta de que tiene una forma muy bonita.

Me hago un moño con la mano y vuelvo a mirarme el culo.

—Estás increíble.

La interrupción casi me hace perder el equilibrio. Suelto el pelo, que cae en cascada por encima de los hombros, y observo a Hunter. Mi mejor amigo está paralizado en el umbral de la puerta y no me quita ojo de encima. Primero, me mira a la cara y después baja la vista hacia mi pecho.

Mi corazón se salta un latido. No soy capaz de decir nada.

Pum, pum, pum, pum.

Me humedezco el labio inferior.

—Gracias.

Hunter vuelve a alzar la mirada y sus ojos chocan con los míos. No contesta.

Y yo tampoco intento nada para destensar el ambiente.

Es asfixiante. Me siento como si me hubiese caído en una olla de agua hirviendo. Los ojos de Hunter crean quemaduras de tercer grado en mi piel. Me hacen sentir desnuda, vulnerable. Hacen que me tiemblen las rodillas y que me cueste mantenerme en pie.

No sé cuánto tiempo permanecemos así, mirándonos el uno al otro, pero a mí se me antojan horas.

Hunter es quien, finalmente, aparta la mirada.

—Perdona por haber entrado sin avisar. He llamado, pero...

La música, sí.

—Un momento —balbuceo. Estiro el brazo, pauso la canción y vuelvo a tirar el móvil en la cama. Solo entonces me doy cuenta de que Hunter lleva un par de libros de texto entre las manos—. ¿Qué es eso?

—Se me había ocurrido pedirte ayuda para hacer un trabajo antes de la clase de conducción de hoy, pero...

Otra vez esa mirada. Otra vez ese escalofrío que me recorre el cuerpo de arriba abajo. Otra vez el impulso de acortar la distancia que nos separa y lanzarme entre sus brazos.

Tomar aire es tan difícil como intentar respirar en medio de una tormenta de arena.

—Me cambio y... —Hago una pausa. Mi voz me resulta ajena—. Si quieres te ayudo con los ejercicios.

Hunter aprieta con fuerza la mandíbula.

—En realidad... no hace falta. Es una tontería. Puedo hacerlos yo solo, no te preocupes. Vuelvo más tarde para la clase.

—Pero...

—Por favor, Iv.

Iv.

Nunca, desde que nos conocemos, sus ojos habían mostrado una súplica tan sincera.

Lo observo unos segundos y, al final, asiento. Mi mejor amigo suelta aire lentamente. Ni siquiera me mira una última vez antes de alejarse por el pasillo. Yo aguzo el oído, escucho sus pasos descender por las escaleras y la puerta de entrada cerrarse con más fuerza de la necesaria. Solo cuando sé que estoy sola, me dejo caer en la cama.

¿Qué acaba de pasar?

«¿Y si...?», dice una vocecita en mi cabeza. «¿Y si se siente igual que tú?»

¿Y si es el deseo lo que ahora circula por sus venas, confundiéndose con la sangre?

¿Y si se siente en llamas, sudando, la parte baja de su tripa hormigueando?

¿Y si le estuviera resultando tan difícil como a mí mantener las manos quietas?

No. No puede ser. ¿O sí?

«Por favor, Iv.»

El miedo es una reacción natural del cuerpo. El miedo, en pequeñas dosis, te protege, te hace estar alerta. El miedo te permite sobrevivir. El miedo es ese instinto que te dice que no juegues con cuchillos, si no quieres cortarte.

Pero, cuando el miedo es demasiado grande, te paraliza. Impide que actúes siguiendo las entrañas. Te ancla al suelo. Te echa el lazo, no te suelta. Hace que pierdas trenes y oportunidades.

Estoy harta.

Tiro de la americana, me quito el corsé y los pantalones y vuelvo a ponerme el vestido con el que he ido a la residencia. Mi piel quema. Pequeñas gotitas de sudor bajan por mi espalda. Tengo la respiración acelerada mientras doy vueltas por la habitación como si fuera un animal enjaulado. Tomo aire. Lo suelto. Me quito el flequillo de la cara y me detengo unos segundos para observar mi reflejo. Me sorprende no reconocer a la Ivory que me devuelve la mirada a través del espejo.

Tengo un aspecto febril; mejillas rojas, despeinada, las pupilas dilatadas.

Ni siquiera lo pienso cuando lo dejo todo atrás —móvil, llaves— y bajo las escaleras. No pienso en nada cuando salgo de mi casa y camino hacia el hogar de los Brooks. No pienso en nada cuando llamo al timbre y espero. No pienso en nada cuando Hunter abre la puerta y alza una ceja con incredulidad.

—¿Iv? —pregunta. No hace el amago de acercarse a mí—. ¿Necesitas algo?

—Sí —susurro—. Joder, sí.

Acorto la distancia que nos separa y lo beso. 

Es como emerger del agua y volver a llenarse los pulmones de aire.

Hunter aferra mis caderas con una de sus manos y me pasa la otra por detrás de la nuca para acercarme más a él. Noto el calor que emana de su cuerpo. Su piel arde, su respiración está agitada.

Le late el corazón tan fuerte como a mí.

No es bonito. No es como los besos que nos hemos dado en el instituto. Es ansioso, desesperante. Es húmedo y descoordinado, pero no me importa.

Cuando Hunter tira de mí hacia el interior de la casa, yo cierro la puerta con el pie.

Continue Reading

You'll Also Like

4.3K 391 9
''Draken no estaba seguro de querer amar a alguien en alguno de esos dos momentos, pero por ser precipitado terminó perdido en dos corazones''. ~Este...
241K 23.4K 57
Ella es un caramelito suave y delicioso. Él posee una estupenda cubierta, pero por dentro está podrido. Marie es caprichosa y su voz es como el...
456K 29.5K 29
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
127K 9.5K 28
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...