Nunca digas nunca

By MichelleDuran__

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COMPLETA Ivory Spencer tiene claras dos cosas en la vida. La primera, que estudiará Derecho en Columbia. La s... More

NOTA Y AGRADECIMIENTOS
UNO
DOS
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DIEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
QUINCE
DIECISÉIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTIDÓS
VEINTITRÉS
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISÉIS
VEINTISIETE
VEINTIOCHO
VEINTINUEVE
TREINTA
TREINTA Y UNO

TRES

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By MichelleDuran__


—Hunter y tú estáis en todas partes.

Cierro la taquilla y me giro para encarar a Willow. Se ha debido de teñir el pelo de morado este fin de semana porque todavía tiene una mancha en la frente.

—No sé si quiero preguntar.

Willow me enseña la pantalla del móvil. Hace años, alguien creó una cuenta en Instagram llamada @coticreek en la que se suben todo tipo de habladurías y mentiras sobre lo que ocurre en el instituto. Pese a que se sabe que solo busca el morbo y tiene nula credibilidad, ya acumula más de doscientos mil seguidores. Cada lunes, todo el mundo la revisa, ávido de enterarse del tema de conversación que se quemará durante el resto de la semana.

En la foto que Willow me enseña salimos Hunter y yo. Es del momento en el que me besó —o no—, pero desde la posición de la persona que hizo la foto parece que nos estamos comiendo la maldita boca.

—¿Quieres que te lea el copy? —continúa Willow.

—Mejor no.

Por supuesto, no me hace ningún caso. Se aclara la voz.

—«¡Nuevas y salseantes noticias, cotillas! Se dice se comenta se susurra que nuestro sex symbol particular Hunter Brooks (insertar grititos y suspiros) está oficialmente fuera del mercado. ¿La afortunada? Nada más y nada menos que Ivory Spencer. Sí, habéis leído bien, la misma Ivory que estuvo saliendo un año con Brody Pearson, el hijo de nuestro amado director Pearson (¡un besito desde aquí, dire, que sabemos que nos lees!). Las hay con suerte, ¿verdad? Ja, ja, ja. Esteremos atentes a los siguientes movimientos de la parejita del momento. ¡Seguidnos para no perderos nada!»

Aprieto los puños con fuerza.

—No me puedo creer... —empiezo, pero la rabia me impide continuar—. No puedo... Es que... ¿Me reducen a... me reducen solamente a mis relaciones con dos tíos? Es tan... estoy tan...

—Oye, podrías habérmelo contado, lo sabes, ¿no? —me interrumpe Willow, y solo entonces me doy cuenta de lo molesta que parece—. Quiero decir, entiendo que, después de lo que has pasado, quieras mantener esta nueva y seguramente tórrida relación en secreto, pero me podrías haber contado a mí que Hunter y tú compartís algo más que el código postal antes de que me enterara por...

—¡Pero si es mentira! —Echo un vistazo a mi alrededor y bajo la voz—. Hunter me besó para impedir que me liara otra vez con Brody. Me lo encontré en la fiesta y estaba bebida y...

—No digas más. Tres hurras por Hunter, entonces.

—Ya. Es que eso no es todo. ¿Sabes lo que me propuso, el muy idiota? Que saliéramos juntos.

—¿Brody?

—¡Hunter!

Willow no es de las que se emocionan. Solo la he visto perder los nervios en contadas ocasiones, y suele suceder cuando está pintando y no es capaz de transmitir lo que está dentro de su cabeza. Siempre mantiene la calma incluso cuando parece que todo está perdido. Por eso, cuando abre los ojos como si fuera un pez, estoy a punto de preguntarle si tiene fiebre.

—¡Lo sabía!

—¿El qué?

—Que entre Hunter y tú había algo. Os tenéis que ver. Sois muy obvios.

—¿Qué? ¡No! ¿Hunter y yo? ¡Pero si es como mi hermano!

—Pero se te ha declarado, ¿no?

—¡De manera falsa!

Willow parpadea.

—Vas a tener que hacerme un croquis, porque no lo pillo.

Suelto aire y me lanzo a contarle la extraña conversación que mantuve con Hunter el sábado por la mañana. Cuando termino, el rostro de Willow vuelve a estar plagado de esa neutralidad que tanto le caracteriza.

—¿Y bien? —pregunto, con más ansiedad de la que pretendo—. ¿Verdad que es una locura?

—Pues ¿sabes qué? No me parece un plan tan descabellado.

—Oh, venga ya. Es Hunter. No es capaz de salir con nadie, aunque sea de coña. ¿Cómo vamos a fingir ser una pareja? Es imposible. Es mala idea. Muy mala idea. Una idea de las suyas, vamos.

—Si tan mal te parece, ¿por qué le das tantas vueltas?

Enmudezco y Willow alza las cejas con el orgullo de quien ha ganado una discusión. Solo el timbre que anuncia el inicio de las clases me libra de tener que replicar.

La expresión «salvada por la campana» nunca me había parecido tan apropiada como ahora.

♥︎ ♥︎ ♥︎

Nueve letras: persona de carácter o costumbres poco comunes o extrañas para los demás. Bicho raro.

Así es como me siento a lo largo de toda la mañana.

Trato de ignorar los cuchicheos que me rodean, pero las voces me llegan alto y claro. Hay gente que directamente se para a preguntarme si es verdad que salgo con Hunter, y a nadie parece convencerle mi rotunda negativa.

Para cuando llega la hora del almuerzo, estoy a punto de dirigirme a dirección para solicitar un cambio de instituto. Tengo entendido que la educación en Islandia es una de las mejores del planeta.

—Exageras —sentencia Hazel cuando me dejo caer de manera derrotada en una silla—. No te mira todo el mundo. Oh, olvídalo. El chico que te estaba ignorando se acaba de girar. Vale, sí, sí que te mira todo el mundo.

—Ja. Muy graciosa —mascullo. Hazel me lanza una mirada enternecida y yo apoyo la cabeza sobre su hombro—. Voy a llorar.

—¿Tan pronto? —Nil deja la bandeja encima de la mesa y toma asiento frente a nosotras—. Willow y yo hemos hecho porra. Yo creo que aguantarás hasta el entrenamiento del club de baloncesto antes de lanzarte al asesinato en plan Joe de You. Willow tiene menos fe en ti y cree que estás a dos preguntas más de volverte Carrie.

—Hoy os habéis levantado todos muy jocosos, ¿eh?

Willow es la última en sumarse al grupo. Se sienta a mi izquierda y me pasa una chocolatina.

—Toma. Hoy pareces necesitarla mucho.

Me lanzo sobre el chocolate como si nunca hubiese probado bocado alguno. Vale, lo admito. Funciona un poco. Las cosas no son tan horribles cuando una está comiendo chocolate.

—Entonces, ¿es mentira? —pregunta Hazel—. Willow nos lo ha dicho a Nil y a mí en Literatura.

—Pues claro que es mentira —digo, pero como tengo la boca llena suena algo más parecido a «pusroquemtrira.» Trago—. Todo es mentira, chicos, en serio.

—Mentira o no, el plan de Hunter ha funcionado, ¿no es cierto? —pregunta Hazel—. Brody no se ha acercado a ti desde la fiesta.

Parpadeo. Ahora que lo dice, tiene razón. Nada de mensajes, ni comentarios en redes, ni likes con indirectas. Es la primera vez desde que empezamos a salir que se pasa tanto tiempo sin hacerse de notar.

—¿Qué pensáis? —Me remuevo en la silla—. ¿Cuánto tiempo tardarán en olvidarse del tema de la fiesta?

—Lo que tarden en buscar otro cotilleo —aporta Nil—. Lo que, teniendo en cuenta las miraditas que te echa Paris, no creo que sea muy tarde. —Mi amigo mira a Hazel y esta enrojece. Echo un vistazo por encima del hombro para descubrir que, efectivamente, el capitán del equipo de fútbol del instituto parece hipnotizado por Hazel.

—Entre nosotros no hay nada —susurra ella, algo sofocada—. Solo... El otro día me acompañó a casa. Ni siquiera intentó besarme, así que...

Hazel es la persona más enamoradiza que conozco. Desde que llegó nueva al Creek hace tres años, calculo que ha tenido un total de veinticinco crushes y ocho novios. El último chico que le gustó antes de Paris fue el ayudante del dentista. ¿O puede que fuera el repartidor de pizzas? No me acuerdo, pero no importa, porque Hazel jamás se ha comportado con ellos como lo hace ahora con Paris.

Hazel suele aburrirse de los tíos cuando empiezan a hablar o salen durante unas semanas y llega a la conclusión de que los ha estado idealizado. Así que sus relaciones se reducen a un puñado de polvos y citas rápidas.

Hazel fue quien me terminó de confirmar que jamás hay que juzgar a alguien por su envoltorio. Puede que sea tímida y siempre enrojezca cuando cree que la gente la mira demasiado, pero es la persona más ligona que conozco y nunca se ha sentido avergonzada por disfrutar de una vida sexual plena. De entre todos nosotros, desde luego, es la que más experiencia tiene. La mía se reduce a Brody, y la de Nil y Willow es prácticamente inexistente.

Paris es distinto a los otros chicos por los que Hazel se ha pillado. Paris es de los que creen en un «felices para siempre», de esos que conquistan a fuego lento, de los atentos, de los que tienen gestos románticos grandilocuentes. Todavía no se han besado, mucho menos acostado. De momento, su relación ronda casi lo platónico. Su rollete-no-rollete está siendo toda una experiencia para Hazel y, por qué no decirlo, también para los demás.

Tres meses con un mismo crush del que no se aburre. Todo un récord.

—¿Crees que te pedirá ir con él al baile de graduación? —continúa Nil. Es el chico más cotilla del mundo. De no ser porque me lo ha jurado por los baozis que cocina su abuela, estaría convencida que es el administrador de @coticreek—. Seguro que sí. Me apuesto lo que quieras a que te hace algo especial, como un flashmob o un mural.

Hazel empalidece.

—No, ¿tú crees? Porque odiaría que la gente me mirase como ahora miran a Ivory.

—Gracias por recordármelo.

—Come chocolate —me dice Willow, y yo obedezco, aunque de muy mala gana.

♥︎ ♥︎ ♥︎

Hunter está haciendo pellas. No es algo raro, tratándose de él, pero me hubiera gustado contar con algo de apoyo para soportar esta mierda de día.

Mi mejor amigo nunca se ha tomado muy en serio los estudios y oír hablar de universidades le genera urticaria. Tiene más que decidido que después del instituto se meterá a trabajar en cualquier cosa que le genere dinero y para la que no necesite formación.

A veces, envidio su despreocupación. Tiene que ser un alivio ir por la vida sin medir absolutamente cada paso que das y sin tener expectativas de futuro.

Me parece todo un milagro que nuestra relación se haya mantenido intacta todo este tiempo. Al principio, era fácil. El verano que nos hicimos amigos yo no pude salir de casa y él era nuevo en la ciudad. Congeniar fue cuestión de supervivencia. Luego resultó que su madre le había matriculado en mi colegio, así que simplemente seguimos hablando. Cada mañana, esperábamos el bus, lo tomábamos juntos y luego repetíamos el camino de vuelta. Por supuesto, Hunter no tardó en hacer otros amigos, pero supongo que siguió hablando conmigo un poquito por rutina.

Una rutina que cambiará en unos meses de manera inevitable. Al fin y al cabo, Hunter se quedará en Boston y yo me iré a la universidad.

El pensamiento, aunque sea fugaz, me aterra.

Odio admitirlo, pero sin él me siento como si me faltara algo. Lo necesito cerca. No en plan posesivo, claro. Hunter millones de amigos que ni siquiera conozco —ahí está el pobre Callum, ¿qué habrá sido de él?— y lo mismo me pasa a mí. Aunque nos lo contemos casi todo, hay esferas de nuestra vida que permanecen alejadas y no me importa. Es lógico y normal. Sin embargo, sí que necesito que me recuerde que la vida es mucho más que exámenes, baloncesto y ser perfecta. Quizás por eso estoy tan nerviosa hoy. Porque él no está.

Me encuentro tan ensimismada en mis propios pensamientos que no veo venir a Brody hasta que el chico se para frente a mí.

—Ivy.

—Brody, qué hay —saludo, con mucha más calma de la que siento en realidad—. ¿Te molesta si...? Ya sabes cómo es el profesor MacCunnigham. Si llegas tarde a Química te suspende sin miramientos y...

—Venga, dime la verdad. Todo eso de Hunter y tú es mentira, ¿no? Lo estás haciendo para ponerme celoso.

Alzo una ceja.

—¿Perdona?

—Dios, tenías razón. Cuando me dijiste que me había comportado como un capullo insensible. Sé que te hice daño, pero... Te juro que no me acosté con Natalie. Solo fue un tonteo sin importancia. Sabes que solo tengo ojos para ti. Te quiero, Ivy, lo sabes. No tienes que fingir que sales con Hunter solamente para que yo me dé cuenta de lo idiota que fui al perderte.

Abro la boca, pero la cierro segundos después. Me paso la lengua por el labio inferior, intentando apagar el enfado que siento para no ponerme a gritar. Me lleva un total de tres inspiraciones y cuatro exhalaciones calmarme lo suficiente para decir:

—Siempre haces lo mismo. La cagas y luego pretendes que te perdone y que sigamos como si nada.

—Lo sé, pero te juro que esta vez es distinto. Me asusté, Ivy. Cuando vi que Hunter te besaba... —Brody aprieta con fuerza la mandíbula—. Pensé que te había perdido para siempre. Es lo peor que me ha pasado. Nunca me había sentido tan mal. Te juro que esta vez estoy dispuesto a lo que sea para recuperar tu confianza. Te dejaré mi móvil cada día para que veas que no hablo con ninguna chica que no seas tú. Dejaré de mirar a las demás. Me sentaré contigo a la hora del almuerzo. Lo que sea, Ivy, por favor.

Niego con la cabeza, incrédula.

—Pero, ¿te estás oyendo? ¡No quiero que hagas nada de eso! Por Dios, Brody, así no funciona el amor. No quiero controlarte, no quiero que te ates a mí, no quiero llevarte con correa.

—¿Entonces?

Tomo aire y dejo caer los hombros.

—Entonces nada. Estoy cansada, Brody. No quiero seguir en una relación con una persona en la que no puedo confiar. No puedo.

Brody hace el amago de tomarme de la mano, pero doy un par de pasos hacia atrás.

—Ivy...

«No», pienso.

«No me mires así, por favor. No me mires con esos ojos de...»

Trago saliva. Durante unos segundos que se me antojan como una eternidad, me pierdo en el mar oscuro que son los iris de Brody. Fue lo primero que me gustó de él; lo expresivos que resultan.

Si tengo que ser honesta conmigo misma, todavía me paraliza el corazón. Todavía hace que me tiemblen las piernas. Todavía me arrebata el aliento. Pero todos tienen razón: no es sano. No puedo estar en una relación en la que lo único que impide que Brody me engañe es que sea su custodio. No. Puedo. Eso no es amor.

—Brody —susurro, finalmente—, no es mentira. Lo de Hunter y yo. No es mentira. Salimos juntos de verdad.

Esta vez es Brody quien retrocede. Sonríe con incredulidad, pero, cuando se da cuenta de que permanezco seria, frunce el ceño.

—¿Con Hunter? Pero si... —Hace una pausa—. No me lo puedo creer. No me puedo creer que sea algo... No. Me niego.

—Piensa lo que quieras. No me importa.

—¡No! —grita, y me encojo un poco sobre sí misma por lo repentino del ruido. Brody puede ser un cabrón infiel, pero es tranquilo y no suele alzar la voz—. No estás con él. Eres demasiado lista para...

—Llego tarde a Química —sentencio—. Hasta luego.

Por suerte, Brody está tan sorprendido por mi confesión que no trata de detenerme. Retomo el paso y no tardo en dejarlo atrás. El corazón me late fuerte, muy fuerte. Pum, pum, pum, pum.

Pues es oficial: Hunter y yo ahora somos pareja. Una pareja falsa, pero pareja, al fin y al cabo.

Joder.

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