" ESTO ES POR Y PARA USTEDES "
Tenía siete años cuando mi madre abandonó este mundo.
Recuerdo más de lo que desearía de sus días de gloria en el Capitolio. Cuando fue cosechada, sus bellas entrevistas y su coraje para ser coronada como la suprema vencedora de sus juegos del hambre, además de sus últimos momentos a mi lado.
No la conocí lo suficiente a una edad tan corta como la que tenía en aquel entonces. O, más bien, no la entendía.
Era un pequeña niña que lo único que deseaba era jugar y corretear por todos lados, por lo que nunca había llegado a comprender el por qué del recurrente estado triste de mamá. No sonreía demasiado, más que las veces que yo llegaba a chantajearla para que bailara conmigo las canciones de mi tío Harlan y mi prima Daisy.
Su nombre era Maize BrayGloucry. De los primeros BrayGloucry que habían llegado al Distrito 12 antes de los Días Oscuros.
Mi madre se había convertido en la favorita de muchos en el Capitolio, siendo la primera persona en la historia de los Juegos del Hambre en ganar aquel sádico evento, solo con el sonido de su melodiosa voz y una increíble habilidad para una puesta en escena. La habían llamado, el Pájaro Cantor de Panem. Ella era dulce, carismática y elocuente, y en sus días más duros nunca dejó de cantar, a pesar de haber desarrollado depresión y una ansiedad terriblemente crónica.
La verdad era que, la música, hermosa y profunda, siempre había sido una de las razones de su fuerza. De la fuerza de mi familia entera, de hecho.
Mi tío Harlan dice que heredé sus hermosos ojos café y su carisma, al igual que una parte de su don para el canto. "Igual que un pequeño pero enigmático sinsajo", me dijo él, luego de una tarde agradable en el patio de la casa con mucha música de por medio. Aunque me gustaría creer que saqué más las habilidades de mi madre para la composición. Ella era una genia para eso.
Recuerdo una vez, cuando ella se había encerrado en su habitación en nuestro departamento en el Capitolio, era de noche, y yo estaba aterrada porque estaba lloviendo con relámpagos y centellas fuera de nuestras paredes. Salí de la cama hasta su cuarto cuando un trueno iluminó el mío, y toqué su puerta dos veces antes de abrirla, entrar, cerrarla a mi espalda, y correr a trompicones nerviosos hasta su cama.
Ella estaba envuelta entre sus mantas, inmóvil. Pero no estaba dormida.
Para que me notara, me hice con sus sábanas y la abracé por la espalda con mucha fuerza.
Ella rió suavemente.
Se dió la vuelta y me abrazó con cariño. En ese momento, ella me empezó a cantar una canción improvisada, al compás de la lluvia y aquellos truenos tan aterradores para mí. No recuerdo mucho más que la trama: hablaba de un pajarito llamado Ollie, que se había alejado mucho de su madre y su bandada, los cuales volvían de un viaje al sur por el invierno.
Lo siguiente ya no me parece tan original, pues Ollie se había quedado varado en medio de una tormenta como la de aquella noche. Pero logró cruzarla luego de varios intentos, probándose a sí mismo su fuerza interior y lo muy valiente que llegaba a ser sin compañía de su madre y demás familia.
Ese Ollie era un jodido guerrero.
Claro que en ese momento yo no estaba enterada de mucho, y aunque su canción me ayudó a superar mi miedo a las noches tormentosas, dos semanas más tarde Maize se había quitado la vida en el Distrito 12, mientras yo me había quedado en el Capitolio.
No recuerdo haber sentido tal dolor veces anteriores. Ella se había ido demasiado rápido de mi vida. Y cada noche pienso en que de no ser por el evento que le jodió la vida irrevocablemente, yo no podría recordar mucho su rostro.
Habían muchísimas fotos de ella en ropas exorbitantemente caras, incluso en la capital. Más, sin embargo, no había una que mostrara su lado sencillo, el que solía tener cuando estábamos en el doce, además de una pequeña sección de noticias de cuando era niña. Se descubrió que, junto a mi tío, había sido escondida en el ático de su casa desde que nació solo para evitar los juegos. Mi abuela los amaba muchísimo, así que prefirió dar su vida por la de ellos cuando los Agentes de la Paz los atraparon.
Esa grabación la he visto solo una vez, por error. Pero me recuerda siempre de donde provengo, por más que me vista con hermosas y llamativas telas, y mis amigos y familia adoptiva sean capitolenses. Como un salvavidas que me permite no hundirme en las profundas aguas de la arrogancia que dejaba un buen estatus.
A lo que quiero llegar es que, desde que mi madre ganó sus juegos, mi vida siempre se ha resumido a dos lugares completamente distintos: el Capitolio y el Distrito 12.
Dos vidas completamente distintas.
En el primero, la hija adoptiva del presentador de los Juegos del Hambre, la primera de su clase, querida pupila de Miss Tigris, estilista retirada de los Juegos, y una de las dos herederas de la fortuna Flickerman. Sin embargo, lo que no te diría con mucha confianza es que muchos de mis vecinos, compañeros de clases y demás, solo me ven como una desaliñada y salvaje chica de los distritos.
En el segundo lugar solo soy una chica más para algunos, para otros represento la escoria capitolense; me ven como una inútil chica rica del Capitolio que lo único que desea es presumir todo lo que ellos apenas pueden soñar.
Y sé que no es culpa de mi madre su deseo de seguir viviendo para ver a su familia lo que la ayudó a ganar los Juegos del Hambre, convertirse en una de las vencedoras más populares, ni mucho menos el obtener de pronto tanto dinero manchado con sangre. Nada de eso fue su culpa en lo absoluto... Pero, a veces, desearía que nunca hubieran leído su nombre en aquella cosecha número cuarenta y nueve, el suyo entre tantísimos.
Puede que nunca vaya a tener una vida normal, una vida tranquila, en un lugar seguro y libre. Así que me aferro a mis bocetos de moda, los cuales pueden ser demasiado desaliñados para algunas personas, pero me pertenecen. Me aferro a la música, mis composiciones más raras y las viejas pero hermosísimas canciones que suelo cantar con mi familia en el distrito.
Me aferro a la idea de un paraíso, donde pueda ser feliz junto a mis seres queridos. Un paraíso donde hubiera deseado tener a mi madre con vida y a salvo, donde seguir cantando y bailando juntas por mucho tiempo.
Un paraíso donde no tenga que fingir ser una u otra persona. Donde pueda dejar atrás las dos personalidades que el mundo me hizo crear para poder sobrevivir a su locura. Un paraíso donde solo pueda ser yo, libre como una mariposa sin miedo a caer. Porque Panem podía tener cosas bonitas de vez en cuando, pero la mayoría del tiempo tenía el poder de tragarte mientras te asfixiaba.
Y, por supuesto, me aferro a la idea de un Panem sin los Juegos del Hambre. Un paraíso donde ninguna otra Maize BlayGloucry tenga que sufrir las consecuencias de una rebelión fallida. Por mi madre. Por mis amigos. Por quienes son como yo y tienen su corazón dividido en dos.
Esto es por y para ustedes.
Mi nombre es Emori Flickerman, pero mis amigos me llaman Emori BlayGloucry, y espero que ustedes también lo hagan.