LA MERCENARIA TRABAJA SOLA, eso decían en las calles del Barril. En realidad eso no era cierto, Eileen Wekvelt tenía un ejército de aliados repartido por todo Ketterdam. Una sola persona no podía vigilar una ciudad. Por eso había reclutado a personas como ella, chicas perdidas en el Barril, niños huérfanos y gente que estaba en deuda con ella. La habían traicionado, no lo había olvidado todavía. Le habían revelado a Kaz Brekker donde vivía, estaba furiosa. Iba a matar al traidor.
Por eso hoy tenía reunión con todos sus soldados. Sabía quién era pero quería una confesión y que le rogara de rodillas por su vida. A veces hasta ella misma pensaba que era cruel. Pero estaba en el Barril no en Ravka. No podía dejar pasar ninguna, la gente perdería el miedo hacia la Mercenaria y con el temor se iría el respeto. No lo permitiría jamás. Era asesinar o ser asesinado.
Estaba en su cuarto arreglando los últimos detalles para marcharse a Fjierda al día siguiente. Dejaría a sus espías vigilando la ciudad, si alguien intentaba atentar contra la Mercenaria les había dado permis
o para que procedieran. La cuestión era que no se notara que no estaba en la ciudad. También había pensado en como engañaría a los cuervos, podía venderlos a la Corte y que los encerrarán para siempre, pero sospecharían de ella y además tenía que llevarse a Bo yul-Bayur. Matarlos sería lo más fácil. Pintó sus labios rojos y sonrió al espejo, pocas veces lo hacía. Siempre le había gustado ese color, le recordaba a la sangre, la pasión y a la luna, si a la luna. Su madre le contó una vez una leyenda que decía que si dos enamorados contemplaban la Luna Roja juntos sus almas se unirían para siempre. Suspiró, la echaba de menos.
La reunión había empezado, un grupo de encapuchados estaba delante de Eileen esperando a sus órdenes. Iba a anunciar quién era el traidor. Se paseó por la Sala de Reunión, que era el sótano del viejo edificio en el que se ocultaba. Algunos estaban nerviosos, generalmente los que se habían unido más recientemente tenían más miedo.
--- Bajad vuestras capas. --- dijo y todos la obedecieron, menos uno, el traidor.
Se paseó observando a su ejército. La mayoría chicas de entre once y dieciocho años, que había sacado de la calle, evitando así que acabarán trabajando en la Duela Oeste o muertas en un callejón, la mayoría eran de Kerch, pero había Ravkanas, Shu, Sulis, Zemenis, incluso Grishas "chicas como Inej Ghafa" pensó la Enviada de la Muerte. Tiró de sus contactos para hacerse con el nombre del Espectro. Era una espía excelente, cuando matará a los cuervos le propondría trabajar para ella a cambió de su vida, si era inteligente elegiría bien.
--- ¡Sube tu capa!--- le ordeanó al traidor cuando lo vió.
Era uno de sus soldados más veteranos, Henrik. Lo conocía desde que llegó a Kerch.
--- Sabes tú destino, ¿verdad? Traidor.--- soltó con asco la chica.
--- Por favor... ¡No tuve elección!
--- Chicas, llevaros a los niños. --- dijo al ver a los huérfanos más pequeños temblar, no tenían porque ver eso, la mayoría se habían escapado de barcos de esclavistas, habían sufrido suficiente.--- Os podéis retirar a continuación.
Todos obedecieron.
--- Te lo ruego. --- suplicó Henrik mientras se arrodillaba ante ella. Le encantaba ver a hombres indefensos.
--- Juguemos.
" Nos vemos en el infierno"
Estaba ante la fachada del Club Cuervo. Ese lugar siempre le llamó la atención, pero nunca entró. Debía proteger su identidad. Entró con su habitual capa negra subida sin importarle que todos los presentes se quedarán mirando y buscaban sitio para esconderse. Subió las escaleras, y entró en el despacho que se encontró al final del pasillo. Allí estaba Brekker, con un fjierdano atado y un chiquillo dibujando.
---- ¿Que haces aquí? --- preguntó fríamente al verla llegar.
Ella siguió sin responder, se paseó por la sala y fijo su atención en el chico que estaba dibujando.
--- Te falta una entrada, ahí. --- señaló los planos de la Corte de Hielo que estaba dibujando.
El levantó la cabeza y vió a la encapuchada, a continuación ella fue a ver al fjierdano.
--- Vaya, han cazado a un druskelle. ¿Que ironía verdad? --- insinuó al fjierdano.
Profirió algunas palabras en fjierdano, ella sólo logró entender "haré que te arrepientas".
--- Repítelo y haré que los combates en la Boca del infierno te parezcan un juego de niños comparado con mi tortura. --- Amenazó mientras le presionaba un cuchillo en la garganta.
--- ¿Como sabes que viene de la Boca del Infierno? --- exigió más que preguntó el Bastardo mientras se levantaba.
--- Se todo lo que pasa en esta ciudad, Bastardo.
--- ¿Ha que has venido? --- estaba
molesto --- Tu jamás entrarías al Club Cuervo.
Se encaminó hacia el, las puntas de su pelirrojo cabello se mecían al compás de sus pasos bajo la capucha y sus labios se torcian en una sonrisa.
--- Ha asegurar mi dinero.---- se acercó peligrosamente a el.---- No he venido por ti, no te hagas ilusiones.
Kaz sabía que buscaba provocarlo, ha esa mujer le encantaba hacerlo. Antes
de que pudiera replicar, Wylan habló.
--- ¿Quién eres? --- Tenía curiosidad.---- Kaz no me habló sobre ti.
Era extraño, nadie por lo menos desde hace quatro años, se refería ha ella así. Sin miedo, sin rabia solamente como una igual. Sin tener nada que temer de ella, sin saber su nombre ni su reputación. Una más. Eileen se bajó su capucha dejando mostrar su rostro. Avanzó hacia él.
--- Una pesadilla. Una pesadilla de las que te atormenta cada noche, hasta enloquecer. --- El chico tragó grueso.
---- Demjin. --- dijo el preso en fjierdano. Significaba "demonio", no era la primera vez que la nombran así.
--- Como he dicho antes, vine ha asegurarme de recibir mi dinero, con esos planos poco precisos no saldremos vivos de la Corte de Hielo. Estos son los auténticos.--- dijo señalando los dibujos del chiquillo. --- Ten, estudialos.
--- ¿Como los has conseguido? --- intervino Matthias--- Eso es imposible, los únicos planos que existen de la Corte de Hielo están guardados en algún lugar de Fjierda, pero nadie sabe dónde están.
-- Estás hablando con la Mercenaria, nada es imposible.
Interrumpieron en la estancia, la chica Suli, el pistolero de Brekker y una última de la que Eileen no sabía su nombre, sólo sabía que era Mortificadora y trabajaba en la Rosa Blanca.
--- Kaz, no me dijiste que teníamos una nueva compañera. --- dijo mirando hacia ella en un tono pícaro.--- Jesper Fahey.
Ella enarcó una ceja, Inej lo miraba como si estuviera loco.
--- Manos Sucias, deberías controlar a tus cuervos... --- siseó en tono de amenaza.
--- Cállate Mercenaria. --- Le dió una mirada asesina.
--- ¿Es la Mercenaria? --- preguntó la Mortificadora. Las miradas de todos le indicaron que ara verdad.
--- Creo que he acabado lo que me traía por aquí, nos vemos en el barco. --- dicho esto se subió su capa y miró a Brekker.--- Tenemos posibilidades, escasas pero algunas. --- tenía un deje de esperanza en su voz y una mirada más suave.
--- Lo sé. --- Kaz en el fondo sabía que solamente había venido por eso. Vió en ella un atisbo de humanidad.
Eileen sacó algo de su bolsillo, una cápsula. A continuación la tiro al suelo y un humo denso cubrió todo el despacho. Así se aseguraba que no la vieran salir por la ventana. Cuando el humo se disipó la Mercenaria ya no estaba.