Si el universo fuera pequeño, ella encontraría la manera de tener lo que todos quieren, sin embargo, estaba siendo cegada por el rencor y el odio a sus mayores.
Critonita creyó por mucho tiempo que su padre, era un ser venerado por su gentileza, amabilidad y solidaridad, pero tarde se dio cuenta solamente adulaban al mal. Uno al que ellos mismo temían.
-Princesa – hizo una reverencia Tujan, el sirviente de la corte del rey - ¡Estoy a sus servicios! Si necesita algo solo tiene que pedirlo.
-Quiero un frasco de polvo amarillo y otro negro – el joven frunció su ceño desconcertado – Evita hacer preguntas y has lo que te digo.
Sin rechistar se marchó en busca de su pedido, aunque más era una orden.
Su ejército estaba a pocos minutos de partir. Ya tenían un nuevo objetivo que el soberano supremo ansiaba tener en sus manos. La esfera roja fue la obsesión de muchos durante la guerra del cosmos, sin embargo, nadie podía tenerla de aliada porque su poder es muy volátil, puede transformarse en agua caliente en cuestión de minutos.
Estar expuesto ante tanto poder es fatal. Marte temblara bajo las manos de la oscura.
- ¿Para que necesitas esos polvos? – pregunto Cassie con cierta incertidumbre.
Notaba bastante cambiada a la chica de la oscuridad. Nadie le sacaba de la cabeza que su actitud tramaba algo, pero no era el momento para decirle su presentimiento. Se veía diferente, se ocultaba detrás de una capa y rostro no lo podían ver a menos que ella se los permitiese.
-No te debo explicaciones – siseo - ¿Tienes todo listo para partir?
-Sí, ya. Estamos esperando tus ordenes de cómo nos dividiremos.
-Bien, en un momento voy.
Critonita se mantenía de espaldas viendo un punto fijo. Ya nada le importaba ni siquiera su vida después de su muerte.
Tujan regreso con los polvos, se lo entrego en una pequeña bolsa yéndose sin verla a sus ojos. Giro sobre su eje para preparar lo que sería su gran hazaña.
Vertió el polvo amarillo en el negro. Agitándolo varias veces se fundieron quedando una masa homogénea verdosa no conforme agrego rojo, el que ocultaba en su capa, volviéndose completamente marrón.
Su objetivo era claro: no morir quemada por el agua caliente cuando tomaran en posesión a la esfera. Sus manos y cuerpo serian desvirtuados por la masa que preparo haciendo fácil su victoria.
¿Cómo sabia de ese conocimiento que pocos pueden tener? ¿Quién es su aliado?
El misterio es su segundo nombre. Aprendió muy bien a mentir y confundir a los demás. Su primer profesor en "La academia de los oscuros", mejor conocida como "Black To Be a Hero" y su lema que perpetua es "Valientes sin miedo".
La eligió como su aprendiz. Destaca por sobre los demás alumnos que él quedo impresionado con su inteligencia y la invito a formar parte de su círculo de magia, poder y palabra.
-Profesor Nangis es un honor formar parte de su círculo – Critonita lucia emocionada porque nadie nunca nadie había valorado tanto su talento ni su padre - ¿Qué fue lo que lo llevo a elegirme?
Caminaban por el tercer corredor. La reina del mal no era más que una niña con ansias de aprender lejos del mundo que la rodeaba. El profesor sabía que eso le traería consecuencias porque ir contra el rey significaba la muerte.
-Eres una chica muy sabia y debes aprovechar ese talento que portas en tus manos – sonrió mirándose sus manos ya que apenas estaba descubriendo su poder que tanto la aterraba – Además no está mal que conozca cosas nuevas.
- ¿Cómo cuáles? Mi padre dice que aprender es de novatos y que los oscuros fuimos forjados para luchar en combate.
-Él se equivoca, pero no lo sabrá. Será un secreto entre los dos.
Continuaron hasta ingresar a una modesta sala que usaba como dormitorio. Las amenazas del rey Criptón no tardarían en llegar cuando haya llegado a sus oídos que su hija favorita estaría rodeada de un saber incontrolable. Sin embargo, no presto atención a sus recados y lo peor, llego.
- ¿Por qué me ha citado aquí profesor, Nangis? – la chica se encontraba nerviosa y ya se imaginaba a que se debía su insistencia en hablar con ella – Sé que mi padre lo ha estado amenazando.
-Es mejor que no lo enfrentes porque será en vano todo lo que te he enseñado hasta ahora, todo llegará a su debido tiempo, no te desanimes.
-Bien, pero ¿Qué ocurre?
-Debo irme antes del que rey sepa que te he enseñado el libro de la magia de polvos, en una niña como tú te es muy útil – suspira mirando ambos lados, saca una llave e introduciéndola abre una puerta en el corredor 1 de la escuela - ¡Entra, de prisa!
Lo hace sumamente confundida. Es una biblioteca con una cantidad infinita de libros, sombrada observa como el profesor se desliza entre ellos para sujetar uno de lomo rojo.
-Este es el indicado para ti – murmura en voz baja – Nadie te podrá detener sabiendo su contenido, pero no olvides que solo debes usarlo en caso de emergencia o peligro.
-No entiendo – acaricio su lomo y se abrió entre sus manos - ¿Por qué si nadie puede detenerme con lo que sepa de este libro no puedo usarlo a mi favor?
-Las consecuencias para ti serian... - se callan para oír voces que provienen desde afuera – La muerta es la más letal, sin embargo, no va ir por ti sino por todos aquellos que forman parte de tu vida.
- ¡Yo no tengo a nadie! Mi padre solamente me ve como un objeto, un arma de destrucción – dijo desolada y triste de su realidad – No veo como pueda servirme.
-Escucha – se aproximaban pisadas fuertes buscándolo por eso debía huir – Te entrenarán para buscar las esferas del poder, sucederán cosas para las que no estabas preparada y deberás usar el libro para ganar la batalla contra tu padre.
- ¿Qué? Ahora sí que no comprendo nada.
-No hace falta que lo hagas. Todo se revelará en su momento – ser un desterrado es uno de los peores castigos para un oscuro que desafía las leyes del rey así que prefería ser un cobarde, a un desterrado por Criptón – Ya no tengo tiempo de explicarte nada más, pero lee el libro. Te guiara y tal vez te de más respuesta que yo.
-Gracias... - sollozo entre sus brazos y lo abrazo – ¡Nunca olvidare sus palabras que tanto me ayudaron a vivir en este infierno!
-Nos volveremos a ver, aunque no es una certeza de mi parte.
-Adiós...
Y desapareció entre el librero enorme que se volvió a esconder ante sus ojos. Ella comprendió que su padre haría hasta lo imposible para no dejarla ir, entonces, solo mostraría una máscara para ser lo que él quería que fuese. No tenía alternativa.
Su odio empezaba a incrementar mientras descubría quien era realmente. No cabía duda que la ambición por dominar el universo es la mejor carta para el rey, sin embargo, eso nunca pasara.
Un golpe en la puerta de su habitación la devolvió de su recuerdo, el mejor que alberga en su memoria. Entendía que estaba demorada para emprender la misión, pero eso no le preocupaba en lo absoluto.
Abrió encontrándose una cara conocida. Raco, la miraba entre ceja y ceja, a él no podía ocultarle nada tampoco creería su cuento, aunque a estas alturas ya le daba lo mismo porque tenía el poder de manipular a su antojo al rey.
-Ya me iba así que ahórrate tu discurso – sus palabras sonaban tan vacías, llenas de dolor que daba miedo cruzarse con ella - ¡Muévete Raco!
-Espera, te robare dos minutos de tu preciado tiempo – no era noticia que uno al otro se aborrecían, pero en el fondo ella si lo adoraba como hermano - ¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar?
-Sin rodeos, Raco.
-Se por muy buena fuente que Ander murió – sus puños empezaron a cerrar y quería borrar esa sonrisita de su cara de un golpe – así que dime que tramas porque yo no te creo nada de que hayas vuelto por la misión encomendada hace tiempo, ya.
-Es la última vez que...hablas de él – hablo entre dientes sopesando que valía la pena estrellarlo contra la pared - ¡Vete!
Grito tan fuerte que Raco se paralizo del miedo. Desconocía a la chica que era su hermana, pero ya no había vuelta atrás. Intervenir causaría más conflicto con su padre ya que su relación pendía de un hilo demasiado fino.
No lo pensó dos veces cuando salió trastabillando por donde vino. Critonita avanzaba furiosa por el pasillo hacia la pista de murciélagos. Allí esperaban una infinidad de aliados dispuesto a todo por su causa.
Una demasiado sangrienta, aunque el planeta Marte ya estaba preparado para su posible ataque.
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La lava del volcán es parecida al rojo. El fuego quema y la oscuridad desespera. Cuando nadie está a salvo todos corren el mismo peligro. Obviar lo que pasara es quitarle derecho a los habitantes de un pueblo que reclama la verdad.
Marte, el planeta caliente y de color rojizo se ha identificado siempre bajo el mando de la reina Kaena. Ella le ha entregado su vida para proteger lo que se le encomendó al ser una niña.
Vivir en un palacio de fuego custodiada por guardias de lavas ha sido el mayor recto del planeta. Su tranquilidad nunca se ha interrumpido hasta ahora. La paz de millones iba a ser alterada por un ejército más que conocido por los sobrevivientes de aquella guerra desbastadora para el universo entero.
Tomar medidas drásticas será una solución, pero no retendrá a los oscuros.
La reina y sus oráculos debatían en el jardín de plantas carnívoras. Cada uno que una opinión diferente, pero apuntando al mismo objetivo. Detener a los enemigos.
La flor de pétalos con espina, rodeado de llamas en los bordes y de color rojo carmesí, solamente respondían al llamado de su soberana. Ella las cuido, por lo tanto, le debían lealtad y obediencia.
La mujer de rostro pálido portaba un vestido naranja que curiosamente se prendía fuego al sentir a su reina enojada. Ardía mientras no se consumía porque es la gobernante de dicho planeta. Su larga cabellera estaba trenza hacia la izquierda y sus ojos color grises se mantenían alerta.
- ¿Qué haremos mi reina? Nuestro mensajero dijo que ya están en marcha y quieren la espera – señalo con su dedo el tubo lleno de un líquido espeso rojo que cubría a la bola en lo más alto del palacio – Debemos esconderla de los oscuros.
- ¡Eso jamás! – vocifero la reina y sus llamas se avivan asustando a los oráculos – Pelearemos si es necesario, pero no nos rendiremos tan fácilmente.
-Daré indicaciones para que evacuen la ciudad – aviso el menor de los tres con sotana blanca – Destruir la capital será primordial.
Fuego, la capital de Marte, es la más grande y alberga una infinita cantidad de habitantes de diferentes lugares.
Para llegar al palacio donde residía la reina se caminaba un kilómetro por un puente piedra con tres obstáculos. Nadie era autorizado si haber atravesado esas pruebas. La primera derribar un muro, otra caminar por un pozo de brasas y la última, soportar al gigante de lava que se come las almas de los desesperados.
Muchos han muerto por tratar de llegar a la guarida de la reina, en cambio, ella conocía perfectamente que no se enfrentaría a cualquier amenaza sino a una más que poderosa. Y tenía mucho que perder, no tan solo su vida también la de millones si Critonita se lleva la dichosa esfera.
El pueblo temblaba al ser anunciado por los oráculos la medida tomada por la reina y sus súbditos. Corrían de un lado a otro buscando provisiones para escapar, tomaban todo lo que había a su alcance y buscaban la forma de huir antes de que el mal los alcance.
La ciudad olía a miedo. Un pánico que jamás imaginaban que le tocaría pasar, sin embargo, vivían en alerta por los anteriores sucesos en otros planetas.
Kaena se movía de un lado a otro para organizar al ejército "infierno" bajo las ordenes de Derian. También a los guardianes de lava los instruía para no dejar el palacio pase lo que pase.
-Su deber es proteger la esfera sin importar que me maten ¿Entendido? – hablo con toda la seguridad y tranquilidad como la situación lo ameritaba – Formen hileras de diez y distribúyanse en las diferentes áreas que son vulnerables.
-Claro reina – todos hicieron una reverencia marchándose por la entrada principal.
La mujer meditaba poner en práctica el plan que diseñaron hace años junto a su padre cuando supieron que esto podría pasarles. Activo con sus propias manos cuatro esferas falsas en cada torre para despistar a quien quiera obtenerla.
No tardarían mucho en descifrar cual es, pero si le darían tiempo para que llegue la ayuda de la Junta Lunar.
La noche más temida se acercaba y la penumbra de la misma no se veía nada. Se mantenían alerta pensando, colocándose en posición y escondiendo a las personas que no pudieron escapar porque ya era demasiado tarde.
El espeso humo comenzó a llegar asfixiando y cegando la mayoría. El ataque había dado su primera señal para doblegarlos, aunque ya no les temían si defendían lo que tanto les costó reconstruir.