INTERESES ლ [Adap. BrightWin]

By Bell_WinBright

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INTERESES [BrightWin] Bright está tan desesperado por las deudas y la necesidad de someter a su madre con cán... More

ANTES DE LEER
Introducción
¹| El famoso Win Metawin Opas-iamjakorn
²|Te gustará tanto como a mi
³|Larga como sus dedos... gruesa como su voz
⁴|Cheque en blanco
⁵|Como un ciudadano independiente
⁶|Sumiso y dispuesto a obedecer
⁷|Por nada más que el placer...
⁸|Por un poco de diversión
⁹|Su amo
¹⁰|Castigo lento y delirante
¹¹|Me exprimes la energía
¹²|Furioso y dolido
¹³|Me gusta
¹⁵|Sentimientos
¹⁶|¿Dónde está Bright?
¹⁷|Cautivo y enamorado
¹⁸|Voy a encontrarlo
¹⁹|Pistas
Especial •§• Gun
²⁰|Deseo de matar... a Nani
²¹|Su debilidad
²²|Información
²³|Un gato astuto y malvado
²⁴|Engatusado y embarazado
²⁵|Aroma a flores
²⁶|Un nudo en el estómago
Especial •§• Barcode
²⁷|Presentimiento
²⁸|No soy el enemigo
²⁹|Un último intento
³⁰|Desarmados y expuestos
³¹|Arrancando el problema de raíz
³²|Sentir y no pensar
Especial •§• Sólo Gun
³³|Seguir indicaciones del doctor
³⁴|Como un fiel sirviente
Final. Un verdadero recuerdo
Epílogo. Intereses
EXTRA¹
EXTRA²
EXTRA³
Epílogo

¹⁴|Solo negocios

808 136 7
By Bell_WinBright



Cuando todo empezó, solo un par de meses atrás, para Win, era nada más otro idiota el que llegaba a pedirle dinero para resolver sus problemas. Cuando Jeff llegó a la barra del casino y le dijo que había alguien esperando por él en el despacho, a Win no le sorprendió. Todos los días llegaba un tonto desesperado en las mismas condiciones y Win sabía exactamente como aprovecharse de la desesperación de esas personas. Pero cuando entró al despacho y descubrió al pálido hombre en un traje barato de oficina y los ojos oscuros más brillantes que Win haya visto, tan expresivos y profundos, nada más pudo pensar que lo quería para él. Se veía demasiado manso, ahí sentado y con la mirada curiosa, deteniéndose a observar los pequeños detalles que llenaban el lugar y Win supo de inmediato que el hombre era diferente, pero aun así no dejaría de usarlo a su conveniencia.

Win no se imaginó nunca el alcance de todos los acontecimientos. La manera descarada en que el dócil hombre se encargaría de reclamar en su corazón un lugar que no era merecido por nadie, pero que quizás la personalidad de Bright le había ganado el derecho. Win nunca antes había conocido a un hombre que fuera tan sumiso con él, tan complaciente, lujurioso y mimoso. Eran perfectos juntos porque en toda la experiencia de Win ningún otro amante había cumplido sus expectativas sexuales al cien por ciento, pero más que eso, ningún otro amante se había quedado más de lo necesario en su cama y había entablado una conversación ligera después de follar, o lo había tratado tan confiadamente como si no le temiera. Los hombres siempre le temían y lo complacían solo para mantenerse a salvo. Bright obedecía a sus caprichos y se encontraba disfrutando de hacerlo y luego se comportaba como si no fuera el que debía cumplir órdenes, sino que se dejaba caer en un estado de confianza en el que no le costaba absolutamente nada acurrucarse a su lado y hablar de simples banalidades por un rato, como si se conocieran de toda la vida. Bright había llegado a ser, además de cumplir sus caprichos, el que le ofreciera comodidad y naturalidad, el calor de unos brazos y la seguridad afectiva que ni todos sus empleados, ni su arma, ni su poder ilícito le daban. Sin embargo, Win no era iluso y no veía sentimientos donde no los había. Sabía que Bright se sentía cómodo con todo lo que hacían, muy a pesar de su aclamada heterosexualidad puesta en duda con los acontecimientos de los últimos meses, disfrutaba de unas buenas jodidas y un muy excitante juego de roles mientras retozaban en la cama, pero no era más que eso, no era que Bright haya cambiado de preferencias tan casualmente y haya decidido que le gustaba Win en más de un sentido y Win trataba de convencerse de que para él, también, no era más que un muy gratificante tiempo de juego y disfrute, que convenientemente duraría por un largo tiempo.

Win no imaginó que las palabras del idiota, cara de gato que se dice amigo de Bright le dolerían más que una herida de bala, que se sentiría desilusionado de que Bright no le hablara de ellos a su amigo, de que Bright haya dicho que pronto dejaría de tener tratos con gente como él. Win no tomó en serio las palabras de Off, más temprano ese día cuando le dijo que se había enamorado y ahora... Ahora Win tenía que recordarse quien era y cómo había llegado a ser lo que era porque no se había dejado llevar por sensiblerías, porque había salido desde lo más bajo, aprendiendo a hacer lo que fuera necesario para sobrevivir y ganar respeto y poder. Win nunca había conocido el cariño, más que el de su fiel amigo Off y, aun así, ninguno de los dos se demostraba afecto porque eso era una pérdida de tiempo y energía, porque siendo de corazón blando las personas te encuentran débil y te pisotean sin remordimiento. Win no se iba a dejar pisotear de nadie nunca y no demostraría debilidad ante nadie. Si Bright había llegado hasta él por necesidad y había aceptado sus condiciones a cambio de un favor, eso estaba bien para Win. Si Bright podía pagar la deuda y romper el trato para seguir con su vida como si nada hubiera pasado, también estaba bien para Win. No significaba nada, eran simples tratos que vienen y van todos los días y ya aparecería en su oficina otro tonto buscando un favor, al que Win pudiera usar como juguete. No iba a comenzar con debilidades, no las necesitaba.

Por eso, cuando Bright llegó a su loft, más tarde esa noche, Win no lo recibió de la misma manera en que lo había estado haciendo. No hubo juego de coqueteos, ni apodos suaves, ni besos, ni nada. Win se encontraba sentado en una silla tapizada en cuero, junto al ventanal que cubría toda la altura de la pared con vista a la ciudad, tomando una copa de whisky y mirando las luces parpadeantes por debajo de sus pies, en las calles diminutas a la vista, desde su lugar junto a la ventana.

—Hola —dijo Bright.

—Pasa y siéntate —ofreció Win, la silla frente a la suya, junto a la ventana.

Cuando Bright tomó lugar, pudo ver en la gélida mirada de Win, que realmente no le importaba un carajo si terminaban el trato o no. Eran solo negocios para el hombre hermoso y los negocios se terminan una vez que ambas partes han obtenido lo que buscaban. Bright había obtenido el dinero que necesitaba y Win obtuvo a su vez un buen arreglo que le diera algo que ganar a cambio. Simple y llano sexo, sin emociones y nada más que una picazón carnal que había sido rascada hasta la saciedad. El juego se había acabado. El dinero sería pagado y los intereses también. Win encontraría a alguien más con quien hacer un nuevo trato, alguien más a quien meter en su cama y otro hombre con el que jugar a follar sin sentido y hasta caer desmayados.

Bright realmente habría querido seguir siendo ese juguete por más tiempo, pero ya no había manera, ya no había excusa para quedarse y al parecer, Win no era fanático de que le imploraran por migajas, las migajas por las que Bright hubiera estado feliz de rogar, luego de descubrir que había desarrollado sentimientos por el hombre más bello que conocería nunca.

Fue más fácil reconocerlo de lo que había imaginado, o más bien, había sido muy fácil para su madre hacérselo ver en aquel momento, uno muy divertido, cuando sin darse cuenta se había quedado ido hablándole a ella en el hospital, solo una semana atrás, sobre el hombre hermoso que había sido muy amable en prestarle el dinero que necesitaban, que fue muy condescendiente al no haber pedido ningún tipo de garantía y que no había puesto un plazo específico de pago. Que era alguien verdaderamente agradable y que cada vez que se veían, una vez a la semana —sin explicar exactamente a hacer qué— congeniaban muy bien, que le gustaba su compañía, la forma fácil en que conversaban y quizás, había hablado un poco, bastante, de las bonitas cualidades físicas del hombre, además de su personalidad dominante y segura, pero muy suave cuando se encontraba relajado.

Sí, Bright estuvo de acuerdo con su madre cuando le dijo que sonaba como un hombre muy enamorado y que no le sorprendía que fuera otro hombre el que le atrajera, porque de la forma en que lo describía, no habría quien se resistiera a él. Exactamente como Bright no se había resistido desde el primer día y como no se resistiría tampoco el que viniera después, porque un hombre de reputación ilícita como Win no guardaba lugar para sentimentalismos y menos para un patético hombre sin suerte, ni gracia que no tenía el carácter ni la fuerza para llamar su atención porque era demasiado insignificante, pero quizás si hacía solo un intento…

—Win, yo…

—Me dijeron que tienes mi dinero.

—Sí, pero quisiera…

—Págame entonces y lárgate.

—Déjame hablar primero, por favor.

—No veo que haya algo de qué hablar. Los negocios no esperan por mucho tiempo, y yo tengo muchos que aguardan por mí justo ahora. No me imagino cómo harías para conseguir cien mil dólares tan rápido, si cuando llegaste a mi casino te veías desesperado por no tener un centavo en el bolsillo, pero no es de mi incumbencia. Me interesa mi dinero y que te vayas para poder volver a mis asuntos.

—¿Por qué eres así?

Bright pensó que este no era el Win coqueto que había conocido hace dos meses en el casino Souri, sino un hombre frío y práctico, quizás el verdadero Win, el que no se había dado el tiempo de conocer. El hombre de negocios al que todos conocían, pero que Bright no había visto antes, porque vio solo lo que quería ver, pero no era real.

—¿Así cómo? Soy lo que soy, Bright. Un hombre de negocios, tú fuiste un negocio y ya ha terminado. Al fin podrás, como dijo tu amiguito, librarte de gente como yo —Bright no advirtió el tono dolido en la voz de Win. Solo sintió su propio dolor y decepción. No valía la pena tratar de insistir con alguien que al parecer no tenía sentimientos.

Bright sacó de su bolsillo un cheque muy parecido al que Win le había dado hace ya muchas semanas, solo que este no estaba en blanco, tenía escritos un uno y cinco ceros, la cantidad exacta del acuerdo inicial y por la que ya no tendría que pagar intereses. Dejó el cheque en la mesita de madera oscura a un lado de su silla y se dio la vuelta para irse.

—Gracias por su generosidad, señor Metawin y gracias por las flores que le obsequió a mi mamá. —dijo, antes de salir por la puerta del departamento.

Win ya no le dedicó una sola mirada a Bright al salir de su casa.

Bright ya no vio a Win derramar una única lágrima, mientras tomaba el cheque y lo rompía en mil pedazos.

Ninguno de los dos notó nunca al hombre que llevaba días escondido, observando desde los rincones, tomando fotos, enviando mensajes y haciendo llamadas telefónicas.




«Señor Hirunkit. El hombre acaba de salir del edificio y se veía consternado. Probablemente hayan peleado ¿Quiere que actúe ahora?»

[...]

Está bien señor. Lo que usted diga.





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