Bandolera

By JeseeD1004

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Una Bandolera que le dan por la cabeza y termina perdiendo en su propio juego. Unas risas + algo de drama More

Bandolera
Génesis
Pride
Ben Wa
Desmadre
Postres
Luces. Cámara. Acción
Date Cuanta Amiga
Margaritas
Reagruparse
Parker
Cliff Edge
Ensalada
Honor
Gatas
Sorpresas
La Intensidad Bolleril
Hay que joderse
Abrázame, Ámame, Tócame...
La Bandolera
Extra

La Despedida

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By JeseeD1004





Amelia se encontraba detrás de su escritorio con la pantalla del computador en un Word en blanco, tenía sus gafas de lectura en el puente de la nariz y sostenía su rostro con una mano, con una expresión de aburrimiento en el rostro. Sabia que tenía muchas cosas que hacer y sin embargo las ideas simplemente no le fluían así que mejor no hacia ninguna y prefería procastinar.

Sin embargo, aquellos días se le estaba haciendo más difícil incluso cumplir con su trabajo, allí llevaba toda la mañana sentada y no había adelantado casi nada. ¿La razón? Muy sencilla, seguía pensando en su mejor amiga.

Tocaron a su puerta y resopló, no quería ver o hablar con nadie, quería silencio, aunque el ruido de su cabeza le dejara casi sorda. - Adelante. - Dijo muy a su pesar pensando que podría ser Andrea. La puerta se abrió y levantó la vista y no fue precisamente a Andrea a quien encontró en el umbral de la puerta de su oficina. - Luisita, ¿Qué haces aquí? - Preguntó con el ceño fruncido enderezando la espalda.

La rubia sonrió tímidamente adentrándose en aquella oficina. - Bueno, es que han sido unas semanas muy ajetreadas y ya sé que me has dicho que estás ocupada, pero es que te echo de menos Amelia. -

Amelia alzó la ceja. - Pues creo que deberías habituarte, en unos días te mudaras y harás tu vida como una mujer casada, ¿no? - Se recostó en su silla.

Luisita miró al techo suspirando pesadamente. - Ya veo. - Caminó hasta su escritorio. - Te he traído unos churritos para merendar con cafecito o chocolate o con lo que quieras realmente y puedes estar enojada conmigo o lo que quieras, pero no los vamos a comer, vamos a hablar como siempre lo hemos hecho. - Respiró. - Y luego te voy a sacar de esta oficina para almorzar y pasaremos el resto del día juntas porque extraño mi amiga y me voy a casar, me voy a mudar y no quiero que sigas enojada conmigo cuando todo esto pase. -

Se hizo el silencio, ambas mirándose casi retando a la otra con la mirada hasta que Amelia decidió volver a hablar. - Le puedes estar haciendo la competencia a Kendrick Lamar con ese rapeo que te acabas de mandar. -

La agente de bienes raíces sonrió más ampliamente, levantó la bolsa de papel marrón con los churros. - Sí a los churros ¿o qué? -

-No creo que tenga muchas opciones, la verdad. -

-Nope, no tienes. - Luisita negó encogiéndose de hombros con una sonrisita. - No tienes más opción que quererme. - Le guiñó el ojo.

A Amelia se le hizo un nudo en el estómago. - No lo sabes tú bien. - Fue todo lo que pudo contestar.

Despejaron el escritorio de la morena y pidieron un par de cafés para compartir los churros mientras hablaban distendidamente mientras comían. - Oye por cierto, ya tengo algunas casas que he pensado te podrían gustar. - Le dijo la rubia a su amiga.

-¿Ah sí? - Luisita asintió a media mordida. - ¿Y cuándo empezarás a mostrármelas? -

-Pues cuando me digas que tienes tiempo y me des las especificaciones concretas de lo que quieres, muchacha. - Se echó a reír.

-Me conoces bien, Luisi, creo que sabes lo que me gusta. -

-Sabía. - Acentuó y Amelia la miró sorprendida. - Es que, por ejemplo, no tenía idea de que quisieras comprarte una casa, con lo que te gusta tu apartamento de soltera. - Se encogió de hombros desviando la mirada.

Amelia se la quedó viendo con los ojos entreabiertos y decidió ondear aquellas aguas. - Mmmm pues no sé, capaz es que no quiero seguir estando soltera. -

Luisita la miró de inmediato con los ojos agrandados. - Si hombre. - Se rió incrédula. - Tú, la Bandolera, queriendo decirle adiós a su libertad. -

-¿Tú te sientes prisionera queriéndote casar acaso? - Refutó la morena atenta a sus reacciones.

-No hombre, claro que no, pero es que no es lo mismo. -

-A ver explícame. - Amelia soltó su servilleta luego de limpiarse la comisura de la boca y se reclinó en su silla para darle toda su atención.

-A ver, no digo que estar en una relación sea una cárcel, porque no lo es ni mucho menos, pero es que tú... -

-Yo... ¿qué? -

-Pues que no te veo en ese plan, sabes. -

-¿Y cómo por qué o qué? -

-Amelia, por favor. - Le hizo un gesto de obviedad que Amelia respondió con otro. - Es que a ti te gusta tu libertad demasiado. -

-Insisto, no es como que voy a estar presa por estar en pareja. -

-Me refiero a tu libertad de follar con quien te de la gana. - Respondió Luisita reclinándose ella también en la silla.

La morena asintió silenciosamente antes de volver a hablar. - Bueno, puede ser que ya no quiera eso más. - Le dijo directamente sin dejar de mirarla.

-¿En serio? - Luisita alzó las cejas, sorprendida con esa respuesta.

-¿Tan difícil es de creerlo? -

-Bueno, un poco sí, pero tu sabrás. - Agachó la cabeza y se mordió el labio inferior. - Y... ¿este cambio a qué se debe? ¿has conocido a alguien especial? - Preguntó sin mirarla. - Que yo feliz eh, yo lo que quiero es que seas feliz. -

Amelia se cruzó de brazos. - Yo puedo ser perfectamente feliz estando sola. -

-Desde luego, claro que sí, pero...

-Y conozco muchas personas especiales. - Cortó Amelia a su amiga quien la miró de vuelta algo dudosa. - Pero es muy pronto para pensar en una relación, por ahora solo quiero centrarme en construir algo que quiero y a futuro, por eso lo de buscar un espacio que no sea solo pensado para mí sino en poder compartirlo con alguien más algún día. - Luisita asintió entendiendo lo que quería decir. - Además de que... -

-¿Qué? -

-Pues que no soy de las que comparte su vida y su espacio con cualquiera. - Le tiró una puya muy directa. - Quiero decir, que no pienso conformarme con lo primero que encuentre. - Levantó la ceja. - La casa digo. - Aclaró a sabiendas.

-Ah - Luisita asintió lentamente.

-Pero como dije, poco a poco, yo no tengo afán. - Le sonrió.

-Pues haces bien, escoger la casa en la que vivirás no es decisión fácil ni se debe tomar a la ligera. -

-Mmmm ligerita de ropa si me gustaría andar a mí con estos calores que están haciendo últimamente. - Sonrió de medio lado.

Luisita soltó una carcajada. - Ya te estabas tardando. - Negó con una risita que Amelia secundó. Luisita se quedó mirándola en silencio unos segundos y se sonrieron algo tímidas esta vez. - Mi despedida de soltera es mañana. - Dijo en voz baja.

-Lo sé, la planee yo, recuerdas. - Amelia sonrió ante ese hecho muy a su pesar.

La rubia asintió. - Me gustaría pasar el resto de este día contigo, solo contigo. - Su amiga la miró expectante a que continuara. - Mañana estaremos todas las chicas y luego será la boda...

-Y luego te irás. - Terminó por ella.

Luisita agachó la cabeza luego de asentir. - Sí y no sé, me gustaría tener horas ininterrumpidas con mi mejor amiga antes del gran día. - Se encogió de hombros.

Pensar en que la rubia se casaría y se iría con otra persona que no era ella era suficiente para no estar de ánimos como para tener tarde de amigas, pero si lo pensaba bien, ya que no podía hacer nada para cambiar la realidad que estaba viviendo, Amelia consideró que era mejor tratar de exprimir esas horas ininterrumpidas que le ofrecía la rubia a luego arrepentirse por no tomarlas y ser miserable por ello.

-Vale. - Alina tenía razón, parte de querer, es también saber cuando retirarse por el bien y la felicidad de la otra persona. - ¿Y qué haremos? -

Luisita le sonrió tan ampliamente que sus mejillas podían doler. - Lo que sea que queramos. -

Y eso hicieron, salieron de la oficina de la morena con rumbo al centro, hacia mucho que no hacían ese plan de solo salir a caminar como si fueran turistas, detenerse cada dos pasos en los puestos a admirar arte callejero y comer comida de dudosa procedencia, caminaban enganchadas de los brazos y señalaban las cosas que antes no habían visto y les llamaba la atención comentando todo a su paso, entre sonrisas y un ambiente de familiaridad que ambas ya empezaban a echar de menos.

Tomaron un almuerzo tardío en uno de sus lugares favoritos donde solo servían comida orgánica, los teléfonos estaban en modo avión, aquellas horas juntas de verdad eran solo ellas dos. Luego del almuerzo se decidieron por el cine así que luego de abarrotarse de palomitas de maíz y coca-cola disfrutaron de una comedia que le sacaba las carcajadas más fuertes que Luisita recordara a su amiga y eso le hacia reír a ella también.

Al salir del cine se decidieron por uno de los parques más emblemáticos de la ciudad donde había música en vivo, personas haciendo presentaciones en la fresca noche, niños correteando por todas partes y ellas sentadas cerca de la fuente iluminada del centro. Amelia levantó la mirada encontrando la luna luminosa que resplandecía en el cielo despejado y a lo único que le recordaba era a los ojos de Luisita, la miró de lado y la encontró haciendo lo mismo que ella, se echaron a reír.

Estaba tan jodida, pensó, porque, aunque sus ojos se encharcaron levemente y en su garganta creció un nudo de repente, no se imaginaba en ningún otro lugar que no fuera con ella allí. - Te voy a echar de menos. - A Luisita le tembló el labio al decirle aquello mientras agarraba su mano sin apartar la mirada.

Amelia sonrió tristemente. - No será para tanto. - Intentó mostrar indiferencia a lo que Luisita negó con la cabeza sabiendo lo que estaba haciendo su mejor amiga. - Yo también te voy a extrañar mucho, flor. - Dijo finalmente en un susurro.

Convinieron en quedarse juntas por el mayor tiempo posible que pudieran, ninguna quería dejar a la otra, así que se fueron al apartamento de Amelia, cada una tomó su turno en el baño para cambiarse a ropa de dormir cómoda y ya que medio closet de la morena era de ropa de la rubia no tuvo ningún problema. - Estoy cansada, pero lo pasé muy bien hoy, Luisi. - Amelia le dijo mientras se metía en la cama bajo el edredón luego de encender el aire acondicionado.

-Yo también, amor. - Luisita le sonrió acompañándola en la cama. - ¿Puedo abrazarte? -

La morena la miró confundida. - Eso no se pregunta, mujer, claro que puedes. - Ella lo deseaba igualmente. Aunque cuando reparó en la situación, ellas abrazadas en una cama, quizás podría estar cambiando un poco de idea. - Pero las manitas quieta, que te conozco. - Intentó bromear recibiendo a Luisita sobre su pecho.

La agente de bienes raíces le pellizcó las costillas haciéndola dar un saltito en la cama. - Eso lo dirás por ti, yo no soy manilarga. -

-Que no dice. - Amelia resopló. - Con la de veces que me despertado contigo acaparándome una teta. -

-No es cierto. - Luisita se reía.

-Claro que sí, hombre no voy a saber cuando me agarran una teta o el culo. -

-¿Ah que también te agarro el culo cuando dormimos? - Luisita se apoyó en el codo para mirarla mejor sin dejar de sonreír.

-Hombre claro, parecer un puto pulpo. -

-Pues si tanto te molesta porqué no me dices nada. -

-¿Y quien te dijo que me molestaba? - Alzó la ceja.

Luisita se carcajeó. - ¡Serás! - Se reía con ganas. - Ahora me dirás que también ronco. -

-Como un tractor viejo, que horror. - Amelia la picó entre risas.

-Serás cabrona y además mentirosa. - Luisita se abalanzó sobre ella y empezó a hacerle cosquillas en las costillas a la morena, ésta soltó un chillido de sorpresa e intentó liberarse del ataque. -¡Yo no ronco! -

-¡Suéltame! - Amelia terminó sobre su estómago retorciéndose entre risas y Luisita encima de ella sin detenerse. - ¡Déjame, joder! Ay me meo. - Volvía a reírse con la respiración entrecortada.

-¡Retráctate! - Exigió sin detenerse, ella misma cayendo sobre la espalda de su mejor amiga riéndose.

-Vale, vale. No roncas, ya déjame. - Al decir las palabras mágicas Luisita detuvo sus manos y una exhausta Amelia se dio vuelta aun con la rubia sobre ella. - Me duele la barriga. - Dijo con algo de dificultad para respirar. - No roncas, pero si eres una agarra tetas y agarra culos mientras duermes. - Le sonrió a la rubia sentada sobre su abdomen.

La rubia negó con la cabeza. - Ni Sofía ni ninguno de mis novios nunca me han dicho que hago alguna de esas cosas. -

A Amelia la sonrisa se le aflojó. - Bueno capaz con ninguno de ellos, pero conmigo definitivamente. - Le guiñó el ojo y Luisita puso los ojos en blanco.

Luisita se bajó de ella recostándose de nuevo sobre su pecho y pasando una mano por el abdomen de la morena, respiró profundo llegándole el olor puramente de su mejor amiga. - Tendré que decir algo, ¿cierto? -

Amelia frunció el ceño sin entender. - ¿Qué? -

-Cuando encuentres a esa persona especial. - Aclaró la rubia. - Podré decir algo al respecto, ¿cierto? Aprobarla y esas cosas. - Cerró los ojos.

Amelia miró al techo de su habitación mientras acariciaba el cabello de la rubia. - ¿Por qué le sigues dando vueltas a eso? - Se arriesgó a preguntar con la inocente esperanza de recibir una señal de la rubia en que ella no estaba sola con sus sentimientos.

Luisita se mantuvo en silencio y cuando Amelia empezaba a creer que ésta se había quedado dormida, respondió finalmente. - Porque es importante, te quiero y no quiero que te lastimen. - Dijo susurrando y Amelia soltó el aire que estaba conteniendo. - Y creo que es justo que pasen por mi radar primero. -

-Es justo, sí. -

Estaban tan cansadas que se quedaron dormidas en poco tiempo, necesitaban el sueño reparador ya que desde el día siguiente todo sería un ajetreo.

Luisita se acercó a una Amelia que miraba el catálogo de casas de las que ella le había hablado días antes, sus mejillas quedaron juntas rozándose cálidamente, tenía la piel suave como siempre recordaba cuando le besaba la mejilla en infinidad de ocasiones y pudo sentir como la mujer cerró los ojos momentáneamente haciéndole cosquillas a ella misma, no pudo evitar la sonrisa que se desprendía de sus labios casi con timidez, la miró de reojo mientras tragaba grueso y decidió hacer como si no estuviera pasando nada. Después de todo, entre ellas no había nada.

-Y qué te parecen? - Preguntó ella casi recostándose hacia ella involuntariamente.

-Se ven preciosas. Tienes buen gusto. - Amelia habló sin despegar sus mejillas juntas intentando concentrar su atención en las fotografías que en el papel su amiga le mostraba.

-Una de estas será tu casa, se supone que tienen que gustarte a ti. - Se echó a reír sin alejarse,, antojándosele seguir recibiendo en sus fosas nasales el perfume de la mujer a la que se semi abrazaba.

Estuvo a punto de decirle que la que le gustaba era ella y le daba igual las casas que estaban viendo puesto que aquello no era más que una excusa para tenerla cerca. - Bueno, pero ya sabes que se me da fatal decidirme, así que agradezco que me ayudes. - La escuchó decir y sonrió al sentir un suave beso en la mejilla donde antes tenía la suya propia.

Vio como su amiga se alejó con una gran tensión en el cuerpo, cruzándose de brazos se acercó a la ventana de la habitación con la intención de ver las vistas y así distraerse del hecho de que ella estaba allí mismo, por más que lo intentara, no dejaba de gustarle, de atraerle y provocarle y pensó que no podía seguir reprimiéndose por el bien de su amiga y hasta por ella misma.

Dejó la carpeta llena de documentos sobre la mesa de cristal frente al sofá y caminó hasta su amiga llegando a su espalda. Vio como enderezó la espalda y se ponía en alerta cuando su respiración se alteró cuando se acercó a su cuello y sus pechos rozaron su cuerpo. - No te hacía yo el tipo de comprarte una casa. - Le respiró en la nuca con aquel tono ronco, bajito y medido.

La vio cerrar los ojos sintiendo su piel se erizarse y su cuerpo sin poder evitarlo se calentaba también. Escuchó la voz de su amiga tan cerca y tan ronca solo avivó lo que ella llevaba intentando guardarse. - No me hagas esto. - Amelia le dijo en un susurro casi suplicando mientras dejaba caer los brazos.

Ella en cambio apoyó los labios en su cuello antes de volver a hablar. - Sabías lo que hacías antes con aquel contacto. - Refiriéndose al roce de las mejillas. - Y yo la verdad. - Abrió los labios sacando la lengua para besarle el cuello, podía sentir el hormigueo en la punta de sus dedos con el anhelo de tocarla. - Es que ya no me quiero aguantar. - Confesó también muy a su pesar con el pulso alterado.

La escuchó soltar un suspiro profundo antes de darse la vuelta y los dedos de Amelia llegaron a su cabello sedoso abarcando su nuca. - Qué hay de Sofia... -

-Shhhh... Lo hablamos luego. - Y después de ella simplemente se lanzó a besarla con un beso duro que pronto se descontroló.

Ella abrió la boca invitándola a meter su lengua mientras le empujaba a ciegas hasta la cama de espaldas, sintió las manos calientes meterse por debajo de su camiseta mientras ella se dedicaba a chuparle y mordisquearle el labio inferior que tenía este color rosadito provocativo. Agarró su cara con fuerza, con ganas de no soltarla nunca hasta que llegaron al borde de la cama y la empujó en ella.

La miró desde su posición de pie, la vio respirar con dificultad, pero también con necesidad, sus labios entreabiertos pidiéndole más con la mirada. Ella había besado muchas bocas antes y aun así sentía que una vez probó la de su amiga no quería probar ninguna otra y eso le asustaba, porque sabía que aquello que estaba a punto de pasar podría acabar mal para ambas.

-A la mierda. - Murmuró Amelia en voz baja antes de lanzarse sobre la otra mujer a horcajadas.

Fue recibida con igual fervor entre besos nada castos y apretones en sus carnes. Su amiga le sacó la camiseta que llevaba mientras ella ondeaba sus caderas en la entrepierna de su amiga, provocando un roce placentero a través de la tela de sus jeans. No podía ni quería dejar de besarla, como si una vez sus labios se fundieran juntos no pretendiera separarlos nunca. - Quítate esto, quiero sentirte. - Le dijo ella con la voz cargada de deseo, entre mordiscos y chupetones mientras soltaba el botón de sus pantalones bajando la cremallera.

-Y follarme. - Amelia le sonrió con esa picardía que le volvía loca. La vio levantarse en sujetador quitándose la prenda que le exigió se quitara.

Y ella apoyada en sus codos le vio hacerlo mordiéndose el labio ya hinchado, levantando ella también las caderas para que le quitara el jean también. - Y follarte también. - Susurró en su boca luego de recibirla otra vez. No había vuelta atrás. Era el punto de no retorno entre amigas.

Luisita entró en un limbo entre la consciencia y el sueño del que vívidamente había estado siendo participe, podía sentir sus bragas mojadas y una tensión en su vientre bajo con ganas de ser liberada, apretó las piernas y se aferró a ese trocito de sueño que le quedaba, comenzó a ondear sus caderas y apretó las manos en algo suave y calientito, fue cuando sus ojos se abrieron escandalosamente amplios, asustada empezó a recordar donde estaba y con quien y se encontró con la cara enterrada en los rizos de su mejor amiga y sus manos abarcando una de las tetas de esta.

Resulta que Amelia tenía razón y sí que era una agarra tetas mientras dormía.

Pero entonces empezó a entrar en pánico, no por ese hecho en sí, sino por el sueño que acababa de tener con su mejor amiga. Ni para ella ni el resto del mundo era un secreto que la atracción entre ese par de amigas era palpable y ellas mismas habían sucumbido a la misma en muchas ocasiones en el transcurso de su relación de amistad, pero es que ahora era diferente, ella estaba a punto de casarse, no podía estar teniendo esa clase de sueños con su mejor amiga.

Pero como evitarlo, si miró hacia abajo y allí estaba el culazo de Amelia llamándola a que lo magreara y su piel tan suave le rogaba que la besara y los lunares de su espalda deseaban ser contados a besos. Cerró los ojos con fuerza y tragó grueso, reprendiendo sus sueños y sus deseos más reprimidos por tanto tiempo, porque sí, si dada la oportunidad en el pasado, ella se habría lanzado de cabeza en una relación con Amelia, pero sabía que eso no podía ser porque Amelia nunca sentaría cabeza, Amelia no era capaz de renunciar a las noches de ligueo sin compromisos y ella no estaba dispuesta a estar para alguien que no estuviera igual de disponible que ella.

Así que renunció a esa posibilidad hacia ya mucho tiempo y se dedicó a intentar encontrar la felicidad por otra parte porque sabía que allí no tenía nada que hacer y se estaba por casar. Apretó los ojos cerrados recordando a Sofia y se dijo a sí misma que aquel sueño no significaba nada y debía seguir adelante con sus planes.

Se alejó del cuerpo ardiente de su mejor amiga y con cuidado caminó hasta el baño donde se refrescó la cara e hizo un cambio de bragas muy necesario.

La mañana llegó rápidamente por fortuna, desayunaron en un silencio cómodo ya que Amelia siempre se despertaba gruñona y era muy fan de sus silencios muy temprano por la mañana. En cuanto se bañaron y se vistieron para el día volvieron a conectarse al mundo exterior recibiendo notificaciones de sus amigas, ellas habían avisado su desaparición para no preocupar a nadie, pero ya iban rozando las diez de la mañana y ninguna daba señales de vida y debían ponerse en marcha con el día ya que esa misma noche era la despedida de soltera y al día siguiente el gran día.

Las novias decidieron que la boda se oficiaría en los jardines del Grand Phoenix Hotel y para hacerlo más especial los invitados se hospedarían allí desde el día anterior y así se evitarían contratiempos inesperados de última hora.

Algunas amistades de Sofia y sus padres habían llegado para la boda al igual que los padres y la hermana de Luisita y algunas amistades más de la universidad y del trabajo. Se habían organizado dos despedidas, Amelia se encargaría de la de la rubia y las amigas de Sofia se encargarían de la de ella por separado.

En ese orden de ideas su grupo de cinco amigas decidieron encontrarse en el hotel directamente para hacer el check - in, infortunadamente no pudieron quedar en el mismo piso todas, Andrea y Luisita quedando en tres pisos por debajo de las demás. Hicieron una reserva en el spa del hotel y toda clase de cuidados y relajación mientras empezaban la despedida con copitas de champagne, almorzaron algo tarde y se hidrataron no queriendo acaban la noche antes de tiempo.

Al caer la tarde empezaron el recorrido de los bares cercanos al hotel donde Amelia había hecho pequeñas reservas. - Así te aseguras de al menos haber ido a estos bares una vez antes de casarte. - Marina ya algo risueña debido a las copitas que llevaban le guiñó el ojo.

-Hombre, pero ni que nunca más fuera yo a pisar un bar solo por estar casada. - La rubia le contestó entre risas.

-Pues tu vete acostumbrado, se dice que la gente casada solo trabaja, come, duerme y hace el misionero. - Alina aportó levantando el índice. - Cero aventuras amiga. - Todas se echaron a reír con sus comentarios.

-Imagina solo hacerlo en misionero style por el resto de tu vida, que puto horror. - Andrea siguió la broma chocando la copa con sus amigas riéndose como unas locas.

-Qué sabrán ustedes de la vida de casada, cacatúas. - Luisita refutó dándole un empujoncito a Andrea. - Oye y cualquiera pensaría que quieren hacer que no me case, eh cabronas. - Las miró con sospecha antes de reírse otra vez.

Las chicas dieron un trago simultaneo a su bebida mientras miraban a una Amelia algo distante y silenciosa. Siguieron con la celebración después de eso e inevitablemente debían hacer una parada a un bar de mujerzuelas y bailarinas exóticas.

Allí entraron las amigas, la música era estruendosa, las luces bajas y el humo alrededor auguraba lo que se manejaba aquel ambiente. - Tenemos una reserva a nombre de Ledesma. - Amelia se acercó al gorila que estaba en la puerta.

El hombre asintió dejándolas entrar con Marina a la cabeza. - ¡Bartender! Sírvanos unos shots bien cargados que aquí la amiga se pone la soga al cuello mañana. - Dijo la castaña con una gran sonrisa.

Las demás negaron a sabiendas mientras una Luisita encandilada miraba aquella estancia con asombro, había mujeres con poca ropa por todas partes, ella imaginaba que esa era la idea principal de aquel bar, había un escenario enfrente con una singular silla y una luz tenue que le iluminaba. - Venga, a empinar esos codos que el show está por empezar. - Marina avisó a las demás.

-¿Ah pero que ya has venido aquí? - Preguntó Andrea también mirando todos los detalles.

Marina soltó una risita delatora. - Una que tiene cultura ciudadana. -

-No creo que eso sea cultura ciudadana. - Alina se reía con su amiga.

-Más bien que eres recorrida, chica. - Luisita apuntó con su copa.

-Con gran orgullo, mira. - Juntaron sus copas. - Pa' arriba, pa' abajo, pal centro y pa' dentro. - Las amigas siguieron lo que la castaña y empinaron el codo hasta tomar todo el líquido amargo.

Amelia hizo una mueca. - Puff como quema. - Se quejó.

-Que da gusto. - Andrea carraspeó también con la cara arrugada.

Se sentaron en su mesa y no tuvieron que esperar mucho para que el show principal iniciara, una mujer pelinegra con antifaz salió al escenario cuando la música lenta y sensual empezaba a resonar por los altavoces, se escucharon los vítores alrededor de los espectadores, la mujer se movía al compás de la música y de repente fijaba sus ojos en la mesa de las cinco amigas.

Amelia de pie detrás de ellas señalaba a una Luisita sentada para que la chica comprendiera su mensaje y así fue. La mujer gateó hasta el final del escenario acercándose a la rubia antes de bajarse y caminar hacia ella, las luces la seguían hasta que la mujer se sentó en sus piernas, las demás le dieron espacio cagadas de la risa al ver el rostro de Luisita escandalizado y sin saber donde poner sus manos o a donde mirar ya que tenía los pechos de aquella desconocida prácticamente en la cara.

Amelia se reía en la distancia prudente, pero decidió acercarse y con cuidado apartó el cabello rubio y le susurró en el oído. - Se supone que debes disfrutarlo, rubia. - Amelia la vio morderse el labio y ambas miraron a la chica que les sonreía de vuelta.

Para cuando acabó aquel numerito Luisita salió de allí con las mejillas encendidas y entre risitas tímidas aferrada a la espalda de Amelia. - Yo te mato. -

-Te pusiste cachonda, ¿ah que sí? - Amelia le achichaba mientras iban de camino al siguiente y último bar. Luisita negaba algo tímida antes de saltar a la espalda de Amelia para que esta la llevara a cuestas. - Nos vamos a desmadrar. - Amelia se reía mientras las demás las seguían también entre risas.

-Pues nos desmadramos juntas. - Luisita le dio un beso en la mejilla y no pudo evitar tener flashbacks del sueño de la noche anterior. Sacudiendo la cabeza intentó deshacerse de esos pensamientos.

Entraron a un bar/discoteca que estaba en pleno apogeo, la gente lo daba todo bailando en medio de sus borracheras y ellas no iban a ser menos, se estrenaron en las bebidas que ofrecía el lugar y luego pasaron a mezclarse entre la gente sin alejarse mucho las unas de las otras.

Cantaron, brindaron, bailaron, rieron, se disfrutaron de todo lo que esa noche les podía ofrecer y al final no estaban tan ebrias por la cantidad de agua que bebían entre lugar y lugar que iban visitando para estar más consientes de lo que les rodeaba sin ponerse en peligro, eso y que Luisita se casaba al día siguiente, lo que menos quería era llegar al altar con aliento a tequila.

Amelia estaba sentada en la barra tomando un sorbo de su copa cuando en los altavoces empezó a sonar la canción de la Rosalía con Raw Alejandro, le gustaba aquella canción y más aún bailarla; así que cuando Luisita la escuchó también volteó a mirar a su amiga y con una sonrisa se fue acercando a ella. - Sé que te encanta esta canción, baila conmigo. - Ofreció su mano.

Ya yo necesito otro beso
Uno de esos que tú me da'
Estar lejos de ti e' el infierno
Estar cerca de ti es mi paz
Y es que amo siempre que llegas
Y odio cuando te vas
Yo me voy contigo a matar
No me dejes sola, ¿pa' dónde vas, a dónde vas?

Y quien era ella para negarse, dejó su copa y agarró la mano que la rubia le ofrecía. Sus manos cayeron instintivamente a las caderas de su mejor amiga mientras Luisita rodeaba sus hombros y cuello.

Na-na-na, na-na-na
Ven pa'cá
Na-na-na, na-na-na
¿A dónde vas? (Yeah)

Oh, oh
Si me baila, me lo da to'
Oh, oh
Ya estamo' solo' y se quita to'

Amelia pegó su frente a la de Luisita y sin darle demasiadas vueltas a los pros y contras empezó a cantarle la canción en los labios, llegando a apretar el agarre en su cuerpo. - Mis sentimiento' no caben en esta pluma. Ey, ¿cómo decirte? Tú ere' la exponente infinita, la equi', la suma. Te queda pequeña la luna. - La miró a los ojos al decir aquello. - Y aunque esté' lejo', tú ere' la persona más cerca de mí. Si mi cel se va a apagar, solo te aviso a ti. Si es que hubo otra vida, de tu' agua' bebí, conocerte debí. -

Luisita se aferró a la morena tragando grueso tratando de entender lo que aquellos ojos intentaban decirle acompañados por esa letra y casi que por inercia ella misma le dio la réplica de la canción sin soltarla y sin dejar de mover sus cuerpos juntos, podía sentir el roce de sus cuerpos.

Dieron una vuelta y Amelia pasó una mano a su nuca metiendo los dedos por sus cabellos húmedos por el sudor de estar bailando juntando sus mejillas calientes y pegajosas quedando sus labios a milímetros de distancia.

Lo mejor que tengo
Es el amor que me das
Huele a tabaco y melón
Y a domingo en la ciudad
Si tú me esperas
El tiempo puedo doblar
El cielo puedo amarrar
Y dártelo entero

Andrea, Alina y Marina desde una distancia prudencial se dieron cuenta de ese acercamiento más que evidente y estaban las tres casi que al filo de la silla por saber cómo acabaría aquello.

Yo quiero que me de' otro beso
Uno de esos que tú me da'
Estar lejos de ti e' el infierno
'Tar cerca de ti es mi paz
Y es que amo siempre que llegas
Y odio cuando te vas
Yo me voy contigo a matar
No me dejes solo, ¿pa' dónde vas, pa' dónde vas?

Siguieron bailando pegadas la una a la otra a tal punto que los latidos de sus corazones se podían sentir y cuando la canción llegó a un ritmo más pausado ambas se detuvieron a mirarse a los ojos antes de dirigir esas miradas a los labios contrarios.

Fuma' como si te
Fueran a echar por fumar
Y baila' como sé que
Se movería un dios a bailar
Y besas como que
Siempre hubieras sabido besar
Y nadie a ti
A ti te tuvo que enseñar

Podían sentir sus respiraciones agitadas, pero el deseo escrito en sus miradas, para cuando la canción estalló de nuevo en su estribillo sus bocas se estrellaron juntas casi qué sin darse cuenta, se rosaron los labios con los ojos abiertos como pidiéndose permiso y cuando este fue concedido Amelia se lanzó al vacío sin miedo a perder a la boza de una Luisita que le esperaba dispuesta y desesperada.

Lo mejor que tengo
Es el amor que me das
Huele a tabaco y melón
Y a domingo en la ciudad
Y si tú me espera', eh
El tiempo puedo doblar
El cielo puedo amarrar
Y dártelo entero

Luisita fue quien detuvo el baile y empezó a empujar a su mejor amiga a la primera pared que encontrara, las manos de Amelia llegaron a su rostro atrapándola allí sin intención de soltar sus labios mientras ella sin saber muy bien que hacer con las manos por la sorpresa decidió meterlas por dentro de la camisa llegando a tocar la espalda sudada de una morena que se adueñaba de su cara, sus labios, su piel, sus sentidos y toda ella.

Las chicas miraban todo aquello con los ojos como siervos en medio de la carretera antes de soltar un grito descontrolado, saltando y celebrando que se les había cumplido el milagrito.

Mientras que aquellas dos seguían reconociendo sus bocas en un beso que iba mucho más allá del deseo sexual carnal, si había deseo y pasión, pero de fusionarse con la otra. Una necesidad de expresar todo aquello que no habían podido a través de ese beso que había empezado lento y con dudas, luego fue frenético y desordenado y que ahora con los últimos coletazos de la canción se dulcificaba, aunque no perdía fuerza y profundidad.

Ya yo necesito otro beso
Uno de esos que tú me da'
Estar lejos de ti e' el infierno
'Tar cerca de ti es mi paz
Y es que amo siempre que llegas
Y odio cuando te vas
Yo me voy contigo a matar
No me dejes solo, ¿pa' dónde vas, pa' dónde vas?


La primera en buscar respirar fuera de los labios de la otra fue Amelia quien abrió los ojos y encontró la expresión pacifica de su amiga que se inclinaba casi que por más. Entonces Luisita abrió los ojos finalmente con la respiración agitada, primero mirándola con anhelo, pero pronto eso se volvió algo más.

Na-na-na, na-na-na-na
Na-na-na, na-na-na
Na-na-na, na-na-na-na
Na-na-na, na-na-na-na

Los ojos de la rubia se abrieron y su pecho subía y bajaba rápidamente por razones diferentes, había pánico allí, la expresión propia de cuando te das cuenta de lo que has hecho y se te dibuja el arrepentimiento multiplicado a diez veces más.

Amelia soltó sus mejillas y como si de una liberación se tratase, Luisita retrocedió asustada empezándose a agobiarse, agachó la mirada y salió de allí como alma que lleva el diablo dejando a una Amelia aun con el hormigueo de aquel beso en los labios.








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Dar orden a todo lo que pasa por mi cabeza es el verdadero reto, pero aquí está. El capi más largo de Bandolera hasta el momento, pero debía acabar ahí

Be ready pa' lo que se viene. Estamos llegando a los últimos quince minutos de la comedia romántica mi gente.

Gracias por estar
Alejandra ❤️







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