MOTORSPORT

By Diana_skk

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Se rumorea que una figura del mundo clandestino de Yokohama está organizando un concurso. El corredor calleje... More

✦ MOTORSPORT
1. Bienvenido a Mayonaka
2. Daifuku de albaricoque
3. Escúchame, idiota
4. Estás en chándal y pantuflas
5. Phantom
6. Responsabilidad
7. ¿No tienes frío?
8. De vuelta al juego
9. Personas a las que salvar
10. Perdóname
11. Hermanos
12. Ultimátum
13. Chispas
14. Es bueno verte
15. Bajo control
16. Ojos en mí
18. Latigazo
19. Deseo de muerte
20. Respirar
21. El resultado
22. Solo una niña
23. Catarsis Parte 1

17. Nivel de comprensión

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By Diana_skk

cw: contenido sexual explicito / Chuuya y Dazai versátiles.

Dazai baja corriendo las escaleras de su apartamento, buscando algo de comer, ya que es cerca de la una de la tarde y solo ahora se acuerda de comer.

Ve a Chuuya en la isla de la cocina, hablando por FaceTime con Yoko.

Se acerca con cautela, la cámara de Chuuya sin duda lo capta mientras abre la nevera.

Yoko dice algo que Dazai no alcanza a escuchar.

—¿Mm? Sí —le responde Chuuya—. ¿Dazai?

Dazai se congela.

—¿Tienes un segundo?

Se da la vuelta, cerrando la puerta de la nevera.

—... Sí —responde, preguntándose si se ve mejor si sonríe o no.

Chuuya le hace señas para que se acerque.

Dazai se pasa los dedos por el cabello mientras se acerca, mirando por encima del hombro de Chuuya mientras se apoya en su mano izquierda, la cual pone sobre la mesa. Con la derecha sujeta el respaldo del taburete de Chuuya.

Maldita sea.

Yoko se parece mucho a Chuuya. O sea, mucho...

—Wow —dice ella.

Dazai asiente.

—Wow —responde de vuelta.

Chuuya les resopla a ambos.

—Dazai, Nakahara Yoko. Yoko, Dazai Osamu.

—¿Cómo se supone que debo llamarlo? —pregunta Yoko.

—Eh —empieza Dazai—. Dazai está bie...

—Nii-san —interrumpe Chuuya, mirando a Yoko.

Dazai cierra la boca.

Nii-san.

Sus ojos se abren de par en par.

Nii-san.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

—Nee-san, ¿qué dice aquí? ¿Qué dice...?

Shuuji empujó la página de su libro de Geronimo Stilton.

—Esto...

P... A... R...

Es una gran palabra.

—¿Hm?

Kohaku miró por encima de su papel.

—Oh. Parme-john.

—Parme-john —repitió Shuuji con asombro.

—No, no, parme-san —dijo Kohaku. Dejó el lápiz, mirando hacia arriba como si una burbuja de pensamiento fuera a salir por encima de su cabeza—. Como... si el sonido S-H y el sonido J tuvieran un bebé. Se escribe raro. Solo una S, ¿ves? Parmesano.

Ohhh.

—Parmesano —repitió Shuuji una vez más, asintiendo.

—Ahí lo tienes.

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—... Nii-san —repite Yoko, mordiéndose el dedo—. Hola.

Dazai le sonríe suavemente.

—Voy al baño —informa Chuuya en voz baja—. Mantente civilizado mientras no estoy, por favor.

Dazai lo ve irse, asombrado por lo educado que es su tono cuando está con Yoko.

—Nii-san —llama Yoko al cabo de un momento.

Dazai se gira hacia ella, enarcando las cejas.

—¿Mm?

—¿Eres tú el hombre que mide metro ochenta y cinco? —susurra ella.

Dazai esboza una sonrisa, conteniendo su resoplido mientras asiente profusamente. Así que han hablado de él. Qué mono.

—Ese soy yo —responde.

Está encantado.

—No le digas que te lo dije, pero creo que le gustas a mi hermano —susurra Yoko.

La mandíbula de Dazai cae.

De ninguna manera.

—¿En serio? —pregunta—. Nah. No puede ser. No lo creo, Yoko. Estoy bastante seguro de que me odia.

—No, no te odia. Te lo prometo —Yoko asiente con entusiasmo—. Por favor, no le digas que te lo dije.

—Bueno. No lo haré —promete Dazai, haciendo un ademán—. Es nuestro secreto.

—¿Te gusta mi hermano, nii-san?

—Eh. Sí. Es un tipo divertido —responde Dazai despreocupadamente.

—Me refiero al otro tipo de gustar. ¿Te GUSTA?

Dazai se ríe suavemente, escondiendo su rostro en su manga por un corto segundo.

—Por favor, bésalo —Yoko asiente con seriedad—. Necesita ser más feliz.

Dios. Es adorable. Y parece tan preocupada por su hermano como él por ella.

—De acuerdo, comandante —responde, haciendo otro ademán—. Haré que suceda. De alguna manera.

—Ya lo tienes —le tranquiliza Yoko.

Dazai se ríe.

—Oye, escuché que eres muy buena en el arte —dice Dazai, apoyando los codos en la mesa y sujetándose la cara con las manos—. ¿Puedo ver?

—Sí. Estaba dibujando hace un momento.

Levanta su cuaderno de dibujo. Como sugirió, está justo frente a ella.

—Tengo muchos OC —dice Yoko—. Este es Oliver —presenta, señalando a un chico de cabello largo y morado y tatuajes con su fino dedo (incluso sus manos tienen la misma forma que las de Chuuya, aunque son mucho más pequeñas)—. Pero solo lo llamamos Ollie.

Tiene curitas y rasguños por toda la piel, pero una gran sonrisa en su rostro.

Ollie tiene banderas dibujadas a su lado: japonesa e italiana.

Y... ¿Doce? ¿Tiene doce años y dibuja así?

—Y luego aquí está su primo Dale —dice, señalando a otro tipo vestido con ropa de calle negra. Este es más musculoso que Ollie. Su cabello es azul oscuro y tiene heterocromía con la misma coloración que Yoko. Lleva unas Off-White AJ1 Chicagos. Ni siquiera Chicagos normales. Chicagos Off-White.

Maldita sea. Chuuya te crió bien.

Dale se ve genial. Japonés y francés.

... Pero de nuevo, curitas y arañazos por toda la piel.

—Y ella es Sarah —dice señalando a una persona con un tono de piel intenso, cabello oscuro de media melena y cálidos ojos marrones. Es de Bangladesh, según su bandera.

Tiene menos rasguños.

Yoko pasa la página.

—Y ese es Aiden, como Aiden pero deletreado A-D-E-N-...

Ohhh. Aden. Este tiene la piel más oscura que Sarah, y el cabello rizado. Nigeriano, coreano, y también tiene una bandera gay. Sonríe mucho y tiene estrellas rojas, amarillas y azules, corazones y caritas sonrientes garabateadas a su alrededor.

Dazai está bastante seguro de que fue a preescolar con un Aiden.

Guay, niña.

Traga.

No hay curitas ni arañazos en Aden.

—¿Qué hacen todos ellos? —pregunta Dazai. Se da cuenta de dos personajes más, ambos son rubios. Timothy y Jazmín.

A Timothy le sangra toda la nariz.

—Oh, son estudiantes universitarios —responde Yoko con indiferencia—. En la Universidad de Princeton. En Estados Unidos.

—¿Princeton? Es una universidad muy buena —asiente Dazai.

—Quiero ir allí —le dice ella, sonriéndole orgullosa.

—Mucha suerte —le dice Dazai.

Princeton es cara. Muy cara.

—¿Qué tanto te está diciendo? —le pregunta Chuuya al volver.

Dazai lo mira.

—Estoy interesado. Me estaba enseñando sus personajes —dice Dazai.

—¿Cuál es tu favorito? —pregunta Yoko. Y lo dice como si fuera un examen.

—Oh, Dale —asiente Dazai—. Sin duda. Tiene mi vibe.

—El de Onii-san es Aden —dice Yoko mientras Chuuya se apoya en la mesa a la derecha de Dazai, aplastándose sobre su costado.

Chuuya tenía razón.

Ella es genial para tener doce años.

Charlan un rato más antes de que Chuuya termine la llamada.

Suspira.

—Pronto será Navidad y Año Nuevo —murmura Chuuya. Dazai observa su rostro—. No tengo ni puta idea de qué regalarle.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

—Va a ser una bestia, Ryuu.

Akutagawa sonríe suavemente ante el comentario de Chuuya mientras este observa el capó abierto del GTR negro mate. Acaba de ayudar a Akutagawa a instalar un nuevo colector de admisión.

Hoy la cafetería está cerrada, así que está haciendo horas extra en la armería. Le vendría bien el dinero que le sobra. Aunque están bastante vacíos, así que está empleando el tiempo en el R35.

Chuuya está un poco incrédulo. ¿Un auto como este, modificado y puesto en manos de un chico que sabe conducir?

Eso sería el nacimiento de todo un nuevo monstruo en Yokohama.

Hasta ahora, Akutagawa también ha sustituido los catalizadores y ha invertido en algunas cosas cosméticas, como el tinte que Chuuya está empezando a rociar en las ventanillas de Akutagawa para ponérselo.

—¿Cómo te sientes acerca de aprender a correr con esta cosa pronto? —le pregunta Chuuya, sonriéndole a Akutagawa mientras imagina en su cabeza cómo será salir a la pista con él. Solo un par de chicos, sus Nissan y un poco de gasolina.

Sería divertido.

Akutagawa presiona sus labios, asintiendo suavemente hacia Chuuya.

—Será bueno aprender —comenta en voz baja—. ¿Qué te pasa últimamente?

La sonrisa de Chuuya decae mientras limpia la ventanilla.

Toma una respiración lenta y profunda.

—Cosas con Dazai —murmura.

Ve que Akutagawa levanta los huesos de su frente por el rabillo del ojo.

—No es propio de ti admitirlo —responde, caminando hacia el otro lado del auto.

Chuuya se encoge de hombros y se sonroja un poco.

—Lo sé —murmura—. Aunque... ha estado sucediendo desde hace un tiempo.

—¿Cuánto tiempo?

—Eh...

Esa es... una buena pregunta.

—Nos besamos por primera vez hace como un mes o algo así —decide decir Chuuya. Sin embargo, ha estado sucediendo por más tiempo que eso—, pero... empezó después de la persecución policial.

Akutagawa asiente lentamente, apretando sus delgados labios. Se gira hacia un lado para toser ligeramente.

—Ten cuidado —advierte en voz baja, con la barbilla baja para que Chuuya no pueda mirar su expresión.

Recuerda vagamente que Yosano le dijo lo mismo hace meses.

...

—¿Cuidado por qué? —pregunta en voz baja.

Akutagawa respira hondo. Se da la vuelta como si estuviera comprobando que no hay nadie más al alcance del oído.

—Dazai es genial —susurra por encima del GTR—. Realmente genial.

Chuuya frunce el ceño, haciendo una pausa en su trabajo.

—Está limpio —susurra Akutagawa, arrojando el trapo por encima del hombro de su camiseta negra y cruzando el puntero izquierdo con el otro—. Las drogas estarían ahí si él las quiere, pero ni siquiera toca la hierba.

Chuuya se queda muy, muy quieto.

Akutagawa comienza a contar sus cualidades con los dedos.

—Es estudiante de informática en la universidad más prestigiosa de Yokohama —cuenta a continuación, señalando con la cabeza a Chuuya—. Y también está haciendo una especialización en matemáticas. Llegó a su tercer año con muy pocas quejas. Tienes que ser inteligente para esa mierda.

Chuuya lo sabe.

El dedo anular de Akutagawa también toca su puntero.

—Hace ejercicio y tiene una higiene ridículamente buena —murmura Akutagawa.

Chuuya también lo sabe. Siempre está limpísimo. Bien afeitado. Cara y cuerpo. Huele bien. Su piel es clara en la forma en que sabes que está cuidada. Todo eso requiere energía.

El meñique de Akutagawa golpea su puntero.

—Se divierte mucho en Mayonaka. Es divertido. Le cae bien a todo el mundo —señala.

Sí. Chuuya y Dazai han estado moviendo la cabeza en medio de la multitud durante los riffs de Poe más de un par de veces.

—Siempre tiene control sobre sí mismo —señala Akutagawa.

Chuuya frunce el ceño. No siempre.

—Respeta a sus mayores —añade Akutagawa. Se ha quedado sin dedos.

Sí. Defiende a Fukuzawa cada vez que Chuuya saca el tema.

—Cuida de su gente.

Chuuya recuerda aquella vez que él y Dazai encontraron a Ranpo en la caravana. Luego recuerda cómo Dazai tomó el control de la situación durante la persecución.

—Trabaja. Es popular. No es problemático —continúa Akutagawa, entrecerrando los ojos hacia el auto mientras sus palabras se aceleran—. No causa problemas. Es amable con todo el mundo a menos que le den una buena razón para no serlo.

... ¿De acuerdo? Sí. En general es un buen tipo. Chuuya lo sabe.

—Es básicamente perfecto —murmura Akutagawa.

Chuuya lo mira intensamente. Intenta escuchar lo que Akutagawa está diciendo. Porque de todo esto, lo que está entendiendo es que va por buen camino con Dazai. Sin embargo, Akutagawa actúa como si fuera lo contrario.

—Solo... te hace... preguntarte —susurra, jugueteando con uno de sus flequillos laterales—, dónde están los defectos. En realidad, nadie es perfecto...

—Ryuu, sé sincero conmigo —ordena Chuuya, irritándose un poco ante tanta indirecta—. ¿Qué carajo estás diciendo?

Akutagawa se muerde los labios, mirando al techo mientras empuja con las palmas de las manos la puerta abierta a la derecha del R35.

—Lo conozco desde hace dos años —murmura—. Su vida amorosa es un poco...

Chuuya entrecierra los ojos.

—Mucha gente llora por él, ¿vale? —dice Akutagawa, mirando a Chuuya.

No ha oído hablar mucho de eso.

—Dazai no se dedica a las relaciones, pero parece que nadie se ha enterado —le dice Akutagawa con el ceño fruncido—. Él se encapricha y las trata bien durante un tiempo, y ellas creen que son las indicadas. Luego un día cambia y ya está.

"Es un verdadero encanto", dijo Gin.

Somos algo serio. ¿O no?

No seas tonto, Chuuya.

—Solo... ten cuidado —dice Akutagawa, pasándose la mano por la nuca.

—De acuerdo —le responde Chuuya entre dientes.

Akutagawa se aleja por un segundo después de eso, sacando su teléfono.

Chuuya sigue trabajando en la ventana, inclinando la cabeza hacia un lado mientras utiliza una tarjeta de plástico para empezar a empujar el líquido entre el cristal y el tinte que lo cubre.

—Oh, joder —susurra Akutagawa, llamando la atención de Chuuya cuando está terminando de exprimir el agua jabonosa.

—¿Que pasa? —pregunta Chuuya, y entonces se gira para mirarlo.

—Higuchi acaba de decir que está de camino —murmura Akutagawa—... Oh Dios, ¿qué hago?

—¿Qué, soy tu jefe o algo así? ¿Tengo que darte órdenes? —pregunta Chuuya, quitándose el guante y golpeando a Akutagawa en la espalda mientras hace una mueca—. Pues vale. Te daré órdenes. Sé sincero conmigo ahora mismo. ¿Te gusta Atsushi?

Akutagawa se pone rojo como una remolacha, frunciendo el ceño hacia su auto.

Chuuya lo mira fijamente. Los dos lunares diminutos que tiene junto al ojo izquierdo y el otro junto a la barbilla. Ni siquiera puedes verlos realmente a menos que los busques.

—No lo sé —murmura en voz baja—. Es... complicado.

—¿Y eso por qué? —pregunta Chuuya, repentinamente curioso por ese informe.

—Porque lo odio —afirma Akutagawa con seguridad. Y es raro escuchar eso porque Atsushi no sonaba especialmente insufrible cuando Chuuya lo conoció.

Akutagawa frunce el ceño.

—Solo... le va bien en la vida a pesar de todo. Es molesto. Pero a veces lo miro y solo me veo a mí mismo, y...

Las cejas de Akutagawa se fruncen mientras se lleva las manos a la cabeza, arrugando con frustración las puntas largas antes de soltarlas.

La mirada de Chuuya se suaviza.

Lo entiende.

—En cualquier caso, no parece que te guste Higuchi —le dice Chuuya con naturalidad—. ¿Verdad?

Akutagawa aprieta los labios.

—Yo...—se apaga—. Yo... no... No lo sabía. Era gay... y mis padres no se lo tomaron bien.

Chuuya le da una fuerte palmada en los hombros, mirándolo a los ojos.

—Eso no responde a mi pregunta, ¿verdad? —dice en voz baja—. De acuerdo. Akutagawa Ryuunosuke, escúchame con mucha atención.

La nuez de Adán de Akutagawa se mueve mientras traga.

Chuuya abre la boca y elige cuidadosamente sus próximas palabras.

—La homofobia de tus padres...—señala con un dedo el pecho de Akutagawa—, no es problema de Higuchi. No lo conviertas en su problema.

Akutagawa hace una mueca.

—Es una tontería asumir los sentimientos de alguien hacia ti solo porque te niegas a reconocer los tuyos.

Akutagawa asiente profusamente.

—Bien. De acuerdo.

—No te gusta Higuchi, ¿verdad? —pregunta Chuuya en tono serio.

—Ojalá me gustara —admite Akutagawa en voz baja.

—Pero no te gusta —susurra Chuuya.

—... No.

—Entonces dile eso, hombre —le dice Chuuya—. Si hay algo que le debes, es honestidad, así que si no vas a ir a ninguna parte con ella, sé sincero para que deje de perder el tiempo contigo...

—¡Ryuu!

Higuchi entra en la armería por la derecha, saludando con una sonrisa dibujada en la cara. Lleva el cabello rubio rizado y cae sobre sus hombros.

No es de Mayonaka (Chuuya no lo cree), pero pasa por aquí con la suficiente frecuencia como para que él la haya visto en el lote algunas noches.

Parece inteligente. Trabajadora. Siempre va maquillada y viste bien. Chuuya nunca ha visto a una chica de bandera con clase, pero eso es exactamente lo que es, empezando las carreras de Gatsby en pantalones y tacones.

Parece una joven muy organizada.

Bueno, ahora le toca a Akutagawa usar esa maldita espina dorsal que Chuuya vio la noche que conoció a Atsushi. Empuja al tipo hacia adelante, los timbales de Akutagawa chirrían contra el pulido suelo de hormigón de la armería. Arroja el trapo que lleva en la mano por encima de su hombro fornido y sale para hablar con Higuchi.

Bien, piensa Chuuya, entrecerrando los ojos ante la fuerza de su andar.

Él va a estar bien.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

—¿Quieres ir rápido? —pregunta Dazai, girándose hacia Kunikida con un mohín inocente en los labios.

—No, no especialmente.

Kunikida está "arrastrando el culo de Dazai hasta el centro" a una tienda de boba para "asegurarse de que sale por una vez" (su plan es estudiar).

Naturalmente, Dazai es el que conduce.

—¿Tienes miedo?

—Pues vale. Ve rápido —se burla Kunikida, moviéndose hacia atrás en su asiento.

—¡Genial! —comenta Dazai, girando repentinamente el volante...

—OH, SANTA MIERDA...

Kunikida se sacude hacia la derecha cuando Dazai gira bruscamente hacia una carretera más vacía antes de cambiar a sexta y pisar a fondo.

Ese delicioso tirón en sus órganos se apodera del cuerpo de Dazai.

—SANTAMIERDANOSVASAMATAR...

Dazai deja escapar un pequeño "jejejeje". No una risa de verdad, sino un "jejejeje" enunciado.

Está zigzagueando entre el tráfico con absoluta facilidad, pero, naturalmente, Kunikida, quien por nada del mundo sabe lo que es un sistema de óxido nitroso, o que detrás de su asiento hay atado un artefacto de once pulgadas equivalente a la de un auto, piensa que Dazai simplemente no sabe conducir.

Suelta un grito entero.

—¡AHHHHHH!

Dazai se ríe como un loco mientras le pitan a diestro y siniestro.

—¡Soy el viento! —brama.

—Esper-DAZAI, IDIOTA. ¡PARA EL AUTO! DETENLO...

—GAHHHHHH —grita Dazai, asustando aún más a Kunikida al actuar como si perdiera el control del auto.

—¡DAZAI! —grita Kunikida.

Vaya.

A Dazai le encanta ser un imbécil.

Pisa el freno con una risita.

No demasiado bruscamente para causar un latigazo cervical, pero, ya sabes.

Para darle un toque dramático.

Kunikida suelta otro aullido al lanzarse hacia delante por la inercia, y luego jadea pesadamente a la izquierda de Dazai. Dazai sonríe inocentemente por el parabrisas mientras baja la velocidad y vuelve a ser uno con el tráfico.

—Estás jodidamente loco —jadea Kunikida.

—¿Qué quieres decir? Yo soy tan lindo.

—Solo llévanos al local de boba. Por favor.

Dazai hace lo que le dicen.

Kunikida casi besa el suelo una vez que sale del Supra.

Se echan las mochilas al hombro y entran en la pequeña y acogedora cafetería. Hay sofás alrededor de mesas bajas y no hay demasiada gente.

—¿Nada para ti? —pregunta Kunikida con la tarjeta en la mano mientras termina de pedir boba para él.

—Ni siquiera puedo decir "solo si pagas", porque pagarás de todos modos —murmura Dazai, poniendo los ojos en blanco mientras niega con la cabeza.

Kunikida también pone los ojos en blanco y se da la vuelta, pagando su propia bebida antes de dirigirse al otro lado del local.

—¿Sigues manteniéndote al día con la uni? —pregunta Kunikida.

Dazai suspira, metiendo sus manos en los bolsillos de sus jeans azules. Lleva puesto su cuello redondo blanco con él, y sobre eso, esta chaqueta de punto verde oscuro que redescubrió en su armario por primera vez en meses. Intenta guardar sus Converse para ocasiones más agradables, pero nada más combinaba con el outfit.

Por lo general no suele preocuparse mucho por su ropa, pero últimamente se siente un poco más enérgico.

Decidí limpiar un poco más después de ir al gimnasio hoy.

—Sí.

—¿Comes lo suficiente?

—Sí, mamá.

Kunikida se burla.

—No sé por qué te aguanto —murmura, subiéndose las gafas con el dedo medio.

Yo tampoco, la verdad.

—¿Cómo se llama? —pregunta Kunikida a continuación, sentándose en uno de los sofás.

Dazai se ríe por lo bajo. Sabe de lo que Kunikida está hablando.

—Shouga.

Kunikida levanta una ceja.

—No recuerdo que hayas coqueteado nunca de verdad en los años que te conozco —murmura sarcásticamente a continuación, haciendo girar los pulgares—. No pensé que lo tenías en ti.

Dazai no dice nada.

Está recordando un par de noches atrás, cuando Chuuya fue despertado bruscamente por una pesadilla de algún tipo.

Dazai se sintió bastante... tierno, piensa, al volver a dormirlo después de eso.

—¿Qué es diferente? —pregunta Kunikida.

Lo que haya pasado en el callejón lo ha jodido mucho.

Ha estado en la mente de Dazai desde que ocurrió.

—¿Quién dijo que algo es diferente? —pregunta Dazai con una sonrisa irritada.

Kunikida frunce el ceño, pero no insiste.

Dazai reflexiona sobre la situación. Repasa mentalmente las posibilidades.

Pero son demasiadas.

—Voy al baño —avisa Kunikida.

Y se marcha.

La sonrisa de Dazai decae, frotando la yema del pulgar contra la cutícula de su dedo índice.

Si Chuuya hubiera sido agredido de alguna manera, habría sido probable que hubiera algunos indicadores físicos.

No había ninguno.

Si hubiera sido agredido, habría habido una probabilidad de que no estuviera tan de acuerdo con tocar a Dazai.

Si Chuuya hubiera tenido algún asunto en el callejón, no habría parecido tan aterrorizado al salir de él.

A menos que...

A menos que no haya cumplido su parte del trato.

...

Pero tal vez lo que pasó no tenía nada que ver con ningún tipo de acuerdo en absoluto.

No hay suficiente información para saberlo.

Dazai se muerde el labio con fuerza.

Demasiadas posibilidades.

Está limitado por la mera falta de conocimientos.

Su teléfono zumba, así que lo comprueba.

Fukuzawa Yukichi

¿Cómo estás?

Arruga las cejas.

Dazai Osamu

?

Está a punto de cambiar de aplicación, pero Fukuzawa empieza a teclear unos segundos después.

Fukuzawa Yukichi

Solo preguntaba por preguntar.

Dazai entrecierra los ojos.

Dazai Osamu

Estoy bien.

Fukuzawa Yukichi

¿Necesitas algo?

Los labios de Dazai se curvan en una pequeña sonrisa y ríe suavemente.

Dazai Osamu

No.

Soy bastante independiente

Fukuzawa tarda un segundo en responder.

Fukuzawa Yukichi

Bien. Deberías serlo.

La cara de Dazai cae.

Fukuzawa Yukichi

Aunque puedes avisarme si las cosas se ponen difíciles. Te ayudaré.

Dazai Osamu

¿Cómo?

Se toma un tiempo para responder. Pero Dazai está desconectándose del mundo, viendo esos tres pequeños puntos rebotar mientras espera ver lo que sea que Fukuzawa tenga que decir.

Fukuzawa Yukichi

Con lo que necesites. Dinero. Consejos. Puedes quedarte en mi casa. Podemos dar una vuelta en auto. No me importa prestarte el Senna para dar una vuelta si puedo acompañarte. También podemos tomar un café y solo hablar si lo prefieres. Cualquier cosa, de verdad. Ya no trabajo, así que mi tiempo es tuyo.

Dazai se pasa la lengua por los dientes. Kunikida vuelve con su boba en la mano, prepara su portátil y saca algo de trabajo.

Té con leche de Okinawa, ese. Sin hielo, 80% de azúcar, con pudín de huevo y perlas. Siempre pide lo mismo.

Dazai Osamu

Ahora mismo no necesito nada.

Fukuzawa Yukichi

¿Quieres algo, entonces?

Dazai Osamu

No se me ocurre nada.

Fukuzawa Yukichi.

¿Puedo pedirte algo entonces?

Dazai Osamu

¿Qué pasa?

Fukuzawa Yukichi

Te lo diría en persona si pudiera, pero creo que aún no te sientes cómodo conmigo pidiéndote tiempo. ¿Estás disponible para una llamada?

Dazai Osamu

No puedo ahora.

Puedes mandar un mensaje

Fukuzawa Yukichi.

Está bien.

Dazai se da cuenta de que, sea cual sea la pregunta, probablemente se la iban a hacer en la cena que él rechazó.

Fukuzawa vuelve a teclear un rato. La pierna de Dazai empieza a rebotar.

Fukuzawa Yukichi

Legalmente, eres mi hijo. Pero no creo que te apetezca mucho. Lo comprendo. Llevo mucho tiempo trabajando en mí mismo porque hace unos años decidí que quería ser mejor para ti. No me di cuenta hasta que tuviste unos diecisiete años de lo mucho que me dolía verte luchar.

Dazai sopla aire por los labios al ver que Fukuzawa sigue tecleando. Mira un rato por la ventana, se coloca los AirPods en los oídos y le da al botón aleatorio de su lista de reproducción. Se pasa un par de minutos así. Su pierna sigue rebotando.

Fukuzawa Yukichi

No te he molestado mucho al respecto porque has estado ocupado con la escuela y descubriéndote a ti mismo. Me pareció que tener estas conversaciones en medio de todo eso sería abrumador y estarías menos abierto a ellas.

Probablemente tenga razón. Dazai tiene que admitirlo. Crees que has crecido a los trece, luego cumples quince y te das cuenta de que no. Crees que has crecido a los quince, luego cumples diecisiete y te das cuenta de que no.

Y así sucesivamente.

Dazai no sería capaz de manejar ni siquiera estos últimos párrafos sin ofrecer a Fukuzawa respuestas agresivas cuando tenía diecisiete años y estaba completamente atrapado en su propia mierda. Él lo sabe.

Fukuzawa Yukichi

Me he pasado el tiempo aprendiendo a comunicarme así. Siempre te he vigilado de cerca. Estamos emocionalmente distantes, pero creo que lo sabes.

Lo sabe.

Fukuzawa Yukichi

Han pasado muchas cosas mientras crecías. Tu vida ha sido difícil y tocaste fondo a los diecisiete años, pero desde entonces no has hecho más que subir. Tengo la sensación de que ahora estás mejor que nunca.

Dazai se queda mirando la última frase. Ni siquiera él lo sabe.

Fukuzawa Yukichi

Parece que te estás defendiendo, pero hay muchas posibilidades de que no estés a mi lado el año que viene, así que mi tiempo para arreglar las cosas se está acabando, si es que no lo ha hecho ya.

Su boca se siente seca.

Fukuzawa Yukichi

Creo que ya te has dado cuenta de que estoy intentando hacer algunos cambios en nuestra relación. No por mí, sino por ti. Tus objetivos ahora serán difíciles de conseguir y, a diferencia de antes, quiero que sientas que te ayudaré si lo deseas para que te resulte más fácil. Ese es mi objetivo.

Dazai Osamu

Por qué?

Fukuzawa Yukichi

Porque te quiero. Algunas personas no se dan cuenta de ciertas cosas hasta mucho más tarde de lo que deberían. Eso es como yo y el amor.

Las cejas de Dazai se elevan ligeramente ante eso. Él siente lo mismo por sí mismo.

¿Significa eso que tendrá que llegar a los 45 para arreglar sus problemas?

Fukuzawa Yukichi

Creo que lo estoy solucionando. Sé que no me consideras tu padre, pero no tienes otros adultos mayores en tu vida en los que puedas apoyarte, así que quiero dar un paso adelante y ser esa persona para ti, si puedo.

Dazai Osamu

¿Cuál es tu pregunta?

Fukuzawa tarda un segundo en responder. La pierna de Dazai sigue rebotando. #

Fukuzawa Yukichi

¿Está bien que continúe con lo que estoy haciendo?

La lengua de Dazai casi es atravesada por su canino.

Él no preguntó, "¿Quieres esto?" O algo parecido.

Fukuzawa solo preguntó si podía continuar.

Dazai... aprecia un poco eso.

Muerde su chicle, mirando el mensaje.

Dazai Osamu

Haz lo que quieras.

Y guarda el teléfono en su bolsillo.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

—Sí. Luego añades un poco más de salsa de soja antes de freírlo. Solo un minuto, para que el exterior quede crujiente...

—Oh.

Chuuya le está enseñando a Dazai su receta de onigiri.

El chisporroteo se apodera del espacio entre ellos, y pronto hay dos grandes bolas de arroz en forma de triángulos regordetes y vestidas con tiras de nori en un plato entre ellos. Las puntas de los granos de arroz más exteriores están teñidas de marrón dorado.

Comen bien.

—Um —tararea Dazai después de dejar el plato en el fregadero, frotándose la nuca mientras se acerca a Chuuya. Tiene la otra mano metida en el bolsillo.

—Fukuzawa vendrá hoy.

Han pasado un par de días desde la conversación de Dazai con él, y como esperaba, un encuentro entre ellos durante el fin de semana era algo inevitable.

No es nada que le haga ilusión.

Chuuya enarca una ceja.

—¿Alguna razón? —pregunta, acercándose a Dazai y abrazándolo suavemente por la cintura.

Dazai lo mira. Tiene sueño. Chuuya también parece cansado.

—Es difícil de explicar —murmura, apartando el flequillo de la frente de Chuuya con la punta de los dedos.

Chuuya lo mira con una expresión que recuerda a... ¿preocupación?

No.

La preocupación parecería más superficial.

Esto es otra cosa.

Hay un elemento específico en su mirada que llama la atención de Dazai. Esta particular...

Calidez, supongo.

Sus pupilas están dilatadas...

Oh, Chuuya.

Esa calidez golpea de repente a Dazai como una bala en el pecho.

Duele como una bala en el pecho.

Lo bueno es que Dazai nunca se ha opuesto a recibir una bala.

Solo que no pensó que esta sería de las que le dispararían.

Chuuya parpadea. Su mirada recorre el rostro de Dazai y luego vuelve a sus ojos.

No pensó que sería del tipo que lo atravesaría solo para plantar una semilla en su corazón. No pensó que esa semilla estallaría de repente en un torrente de camelias rojas que florecerían en cada grieta de su cuerpo.

No pensó que sería el tipo de bala que es tan intensamente tierna que arranca sus paredes en lugar de su piel. Que deja al descubierto su persona y no sus órganos.

Se siente en carne viva.

Es como... si lo estuvieran mirando. Realmente, bien mirado.

Un escalofrío recorre su espina dorsal mientras trata de comprender lo que piensa sobre eso, trata de comprender el montón de sensaciones revueltas y novedosas que lo atacan de la nada cuando Chuuya lo mira de esa manera.

Todos se están apilando encima de su diafragma.

Estas flores lo están asfixiando desde dentro hacia afuera, haciéndole imposible respirar.

Sin embargo, de esta manera enferma y retorcida, siguen siendo plantas. Al prosperar fuera de su cuerpo, le dan a Dazai todo el oxígeno que necesita.

Son invasivas. No son bienvenidas. Lo están matando.

Pero él las necesita.

Las quiere.

—¿Dazai?

—¿Hm? —responde, dándose cuenta de que se distrajo.

—He preguntado si es mejor que me vaya —repite Chuuya.

—Eh... no —responde Dazai—. Fukuzawa no es el tipo de persona a la que valga la pena guardarle el secreto de lo que hay entre nosotros.

—¿Quieres decírselo? —pregunta Chuuya.

Sigue mirando a Dazai como... así. Y hace que Dazai piense... bueno, no lo sabe.

No lo sabe.

Una ola completamente nueva de esa sensación adictiva y nauseabunda lo ataca y araña su pecho como si estuviera tratando de abrirlo.

Lo están abriendo para Chuuya.

Dazai frunce el ceño durante una fracción de segundo, deteniendo sus pensamientos y la conversación solo para... mirar.

Dazai detiene el mundo para mirar a Chuuya.

Para mirar esos ojos maravillosos, como nunca había visto antes.

Tienen el color del consuelo líquido. Llenos de tanto de todo de repente.

Vida. Pasión. Ferocidad. Lealtad.

Cosas de este tipo.

Dazai es consciente de que todos estos rasgos han residido en el ser de Chuuya todo este tiempo. Solo que es la primera vez que es capaz de reconocerlos y admirarlos por lo que son.

Su frente está rígida.

Se niega a apartar la mirada de los ojos de Chuuya. No puede. No cuando lo consumen así.

Sus dedos suben instintivamente por la nuca de Chuuya, rozando la cadena y la gargantilla: son duros contrastes de temperatura y textura con su piel suave y cálida.

Las yemas de sus dedos se enredan en los mechones pelirrojos, sujetando suavemente a Chuuya por la mandíbula. Y Dazai mira. Mira de verdad.

Chuuya entrecierra los ojos, sus labios se curvan en una pequeña sonrisa confusa mientras Dazai se inclina en silencio.

—¿Qué te dio? —ríe suavemente.

Lo observa.

—Nada —respira Dazai, cerrando la brecha entre sus rostros para un beso silencioso.

¿Las sensaciones pueden ser coloridas?

Chuuya le devuelve el beso, chupando suavemente su labio inferior.

¿Eso siquiera tiene una pizca de sentido?

Chuuya sujeta suavemente las muñecas desnudas de Dazai, su piel desnuda. Su yo expuesto.

¿Y tiene sentido si Dazai dice que este sentimiento es del color de una brisa que atraviesa un campo de hierba alta? ¿El aroma del cielo azul aciano en su fondo?

Desearía estar más cerca de ti en este momento.

¿Tiene algún sentido? ¿Tiene sentido decir que todo esto no tiene sentido (nada de esto lo tiene) y que el hecho de que no tenga sentido parece ser la razón de ser de todo esto? ¿Tiene sentido decir que, por una vez, a Dazai le parece bien que no tenga sentido?

Frunce el ceño en la piel de Chuuya, inhalando en silencio su aroma terroso por la nariz mientras abraza al chico con fuerza. Se separa de sus labios solo para inclinar su cabeza aún más hacia un lado antes de juntar sus bocas de nuevo.

Desearía que estuvieras cerca.

Un deseo que este calor deja en él. Es como si las camelias se marchitaran si Chuuya no está más cerca. Y una vez que se marchiten, Dazai morirá.

Dazai podría morir.

Es propenso a sentir que preferiría morir.

¿Pero por un sabor más fuerte de ese oxígeno sacarino que estas flores lo alimentan?

Viviría por eso.

Chuuya se aleja.

Desearía...

—Estás bie...

Los ojos de Dazai se cierran mientras apoya su frente en la de Chuuya.

—¿Dazai? —susurra Chuuya.

Dazai traga saliva, niega suavemente con la cabeza mientras se agacha y agarra con ternura las manos de Chuuya entre las suyas. Sus dedos cálidos y finos.

   "Tenían ese brillo en los ojos cuando se miraban".

—Solo estoy cansado —susurra.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

—No me sorprende.

Eso es lo que dice Fukuzawa cuando Dazai y Chuuya se sientan en la mesa del comedor en el lado opuesto al suyo y le explican la situación de vida.

Solo la situación de vida.

Pero Dazai sabe que Fukuzawa reconstruirá el resto por sí mismo.

Todos toman té verde caliente, con la luz de la tarde entrando por la ventana.

Dazai acaba de terminar de regar todas las plantas, por lo que hay un poco de olor húmedo en el aire. La vegetación que se sienta en el balcón exterior brilla bajo el sol.

Sus ojos están fijos en dos grullas de corona roja que saltan en la cubierta, provocando ondas en algunos charcos de agua que se derramaron cuando Dazai estaba regando.

Son muy pequeñas.

—¿Cómo está tu abuelo, Chuuya? —le pregunta Fukuzawa.

En realidad está mirando a Chuuya. Y también miraba a Dazai cuando hablaba. Lo del contacto visual es nuevo.

Dazai se gira lentamente a su derecha, mirando cómo Chuuya se pasa la lengua por los dientes. Se tira de la gargantilla. Sus placas de identificación están escondidas dentro de su camisa.

—Oh. Ha estado mejor —asiente en voz baja—. Ahora necesita medicación psicológica. Está... muy deprimido. Y no parece querer mejorar.

Fukuzawa asiente, recostándose lentamente en su silla y cruzándose de brazos.

—El crecimiento no es lineal —le dice Fukuzawa a Chuuya—. Mantén tu fe en él. Es todo lo que puedes hacer.

Chuuya inclina la cabeza, mirando intensamente su regazo.

Se quedan en silencio un momento.

Una de las razones por las que Dazai mantuvo a Chuuya al margen de la conversación fue para que Fukuzawa no pudiera sacar a relucir nada demasiado personal sobre Dazai.

Es como un escudo.

—Chuuya, ¿te importaría dejarnos a solas un momento? —pregunta Fukuzawa.

Bien. Ahí va. ##

Chuuya mira a Dazai, quien da su aprobación con nada más que una cierta mirada.

—Fukuzawa-sama —reconoce Chuuya en voz baja con una reverencia.

Abandona la mesa y desaparece escaleras arriba.

Dazai escucha que la puerta de su habitación se cierra.

Se gira para mirar a Fukuzawa. Su pierna rebota bajo la mesa. Golpea rápidamente los demás dedos con el pulgar. Meñique, anular, corazón, índice, medio, anular, meñique, anular, corazón, índice, 3-4-5-4-3-2...

Fukuzawa coloca una foto antigua sobre la mesa. Es pequeña.

Dazai se queda quieto.

La mira. Con la mirada perdida. La cara que aparece en ella es una que no ha visto en mucho, mucho tiempo.

—¿Por qué? —pregunta Dazai en voz baja—. ¿Por qué trajiste esto?

—Pensé que podrías quererlo.

Dazai se chupa el labio inferior y frunce el ceño al mirar la arruga de la esquina inferior derecha. Se ha doblado con tanta fuerza que la foto tiene una pequeña línea blanca que la atraviesa.

—Todavía lo extrañas, ¿eh? —pregunta Fukuzawa en voz baja.

—¿Por qué no lo haría? —murmura Dazai, dándole la vuelta a la foto.

Mira por la ventana.

Los pájaros ya no están.

—¿Por qué no estás enojado conmigo, Osamu? —pregunta Fukuzawa en voz baja.

Dazai tiene la boca seca. Dazai bebe otro sorbo de té.

—Porque lo entiendo —responde Dazai, su tono un poco más cortante de lo previsto.

—¿Entender qué? —pregunta Fukuzawa.

...

—¿Que... no soy fácil de tratar? —Dazai lo intenta en voz baja.

Fukuzawa lo mira con el ceño fruncido.

—¿Quién te dijo eso? —pregunta Fukuzawa.

Dazai se encoge de hombros.

Hay un momento de silencio mientras Fukuzawa espera una respuesta que no obtendrá.

—No eres difícil —le dice finalmente a Dazai.

—De acuerdo.

—¿Qué puedo hacer para que te sientas menos difícil?

Dazai frunce el ceño.

Es una pregunta confusa.

T...

Es una pregunta intrusiva.

No, yo...

Eso es personal.

Tú...

Demasiado personal.

Fuera.

Cierra los ojos, obligando a su mente a adormecerse.

Apaga eso.

Nada de eso.

Sacude la cabeza, sacando su teléfono.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta Fukuzawa.

—Diciéndole a Chuuya que vuelva.

—Oh, por favor, no —pide Fukuzawa—. ¿Podemos hablar de otra cosa?

Dazai se congela.

Está en conflicto.

Hay un defecto en Dazai que odia especialmente.

Es que nunca aprende.

Dazai guarda su teléfono.

Fukuzawa inhala lentamente y asiente con suavidad.

—Otro tema. Uh. Hace tiempo eras un gran lector. Me sorprende un poco que no te dedicaras a escribir literatura —señala Fukuzawa.

Dazai ladea lentamente la cabeza, mirándolo fijamente.

—Hoy en día no hay dinero en la literatura —susurra.

—Tal vez no —asiente Fukuzawa.

...

Dazai debería mantener la boca cerrada. Pero quiere hablar.

Quiere hablar.

Pero tampoco quiere hablar.

Fukuzawa levanta las cejas.

Dazai se siente demasiado visto.

Fukuzawa se da cuenta. Se da cuenta de que Dazai quiere hablar.

Libro abierto. Eres demasiado abierto, Dazai. Demasiado abierto.

Sal de tu cabeza.

Ahora.

Traga con fuerza.

—No fue...

Cállate.

El silencio lo consume todo.

Se le cierra la garganta.

—Dime —pide Fukuzawa en voz baja.

No.

...

Ni siquiera importa, Osamu.

... ¿Y qué? No hagas...

—No fue la perspectiva de escribir lo que me atrajo de la literatura —murmura Dazai.

Cada palabra es una sanguijuela que tiene que arrancarse de la lengua.

Fukuzawa sorbe su té, claramente esperando a que Dazai diga algo más.

Fuera. No puede dejarlo entrar.

—Era la oportunidad de entender la psicología —susurra—, de cómo reaccionaba la gente ante diferentes estímulos.

Fukuzawa asiente. Sus labios están fruncidos.

—Eso es profundo —comenta.

Esto es peligroso.

Night. Elie Wiesel.

Pachinko. Min Jin Lee.

The Outsiders. S. E. Hinton.

—¿Cuál es tu lectura más reciente? —pregunta Fukuzawa.

...

—No he tenido tiempo de leer desde que empezó la oferta de Gatsby —dice Dazai.

—Bueno, ¿y antes de eso? —sugiere Fukuzawa.

No digas nada más. Esto ya es demasiado.

Traga saliva.

Piensa demasiado.

—Murakami.

Señala los dos libros (que curiosamente tienen cubiertas negras y rojas) que descansan sobre la mesa junto a la entrada principal. Kafka en la orilla y Norwegian Wood.

—Kafka en la orilla.

—¿Qué te pareció?

—Es raro.

—¿Y eso por qué? —pregunta Fukuzawa.

Dazai se queda callado un momento.

—¿Conoces al artista, Salvador Dalí? —pregunta. Se obliga a beber un sorbo de té.

Tiene la garganta seca. Suele ser por el Adderall, pero ahora tiene el esófago demasiado reseco para culpar a una simple pastilla.

La pierna le ha estado rebotando todo el rato.

—El surrealista —responde Fukuzawa—. Sí. Pintó los relojes que se derretían.

Dazai asiente, ignorando el nudo en su garganta.

—¿Sabes... cómo algunas de las formas de Dalí no llevan a ninguna parte? Empiezan teniendo sentido —dice Dazai en voz baja—, pero luego las sigues hacia atrás, o hacia un lado, o las miras desde un nuevo ángulo, y de repente todo lo que creías haber visto solo deja de existir.

Fukuzawa frunce las cejas.

—Y de repente no puedes distinguir si lo que creías que era una tela es en realidad un ojo cerrado, o si en realidad es un caballo de alguna manera y el reloj es en realidad una silla de montar.

—Claro —murmura Fukuzawa.

Nunca antes habían hablado así.

Ni una sola vez.

Anhelo ser escuchado, confiesa el niño dentro de Dazai.

—Y te sientas a contemplar sus obras y te pierdes tratando de entenderlas, porque hay muchos cabos sueltos que crees que deberían estar conectados, pero no lo están. Y te preguntas cómo consiguió Dalí crear algo tan desorientador, pero a pesar de todas las vueltas que le das, te ves obligado a aceptar que al final no entiendes nada. Te das cuenta de que nunca sabrás realmente qué pensaba Dalí a menos que encuentres la forma de preguntárselo tú mismo.

Fukuzawa no responde. Solo mira fijamente a Dazai. Como si nunca hubiera conocido esta faceta de Dazai.

Porque no lo ha hecho.

—Si la gente no puede encontrarle sentido a algo, no suele encontrarle mucho sentido a dedicarle tiempo —murmura Dazai—. Sin embargo, al final del día, han gastado tiempo y energía tratando de entender a Dalí. Durante un tiempo, se vuelven adictos a la idea de que finalmente descifrarán el código de su proceso de pensamiento, solo para llegar a la conclusión de que, después de todo, no pueden darle sentido.

Fukuzawa asiente.

—Así que se enfadan y se marchan —dice Dazai—. Pero el arte de Dalí se deleitó con esa atención mientras los ojos de los espectadores estaban puestos en él, así que, en cierto modo, salió ganando.

—¿Qué tiene que ver eso con Murakami? —pregunta Fukuzawa.

—Murakami... escribe —Dazai hace una pausa—, como Dalí pinta. Es como si hubiera estudiado el concepto de las pistolas de Chéjov y se las hubiera cargado. Kafka en la orilla era una historia adictiva porque nunca sabía muy bien adónde iba todo. Así que leía página tras página, intentando utilizar el menor número posible de pistas para reconstruir el misterio.

Fukuzawa escucha atentamente, haciendo girar la muñeca que sujeta su taza de té mientras observa a Dazai. Dazai entorna los ojos hacia la mesa.

—Pero yo siempre necesitaba más. Así que leí y leí, y de repente estaba en la página quinientos cinco, cerrando el libro, y seguía sin entender a Murakami, a pesar de haber terminado la historia. Sus intenciones eran completamente indescifrables. Es el único autor que he leído que me ha conquistado completa y totalmente.

—... Interesante —responde Fukuzawa—. ¿Alguna vez escribirías algo así, si tuvieras tiempo?

Dazai baja los labios y se queda mirando la mesa.

—Es insatisfactorio —decide—, no tener respuestas a tus preguntas. Te carcomen de por vida. Si mi único objetivo fuera joder a la gente, tal vez sí. Pero si intentaba decir algo, tal vez no.

—¿Y si Murakami no se ganó realmente tu intelecto? —pregunta Fukuzawa, parpadeando antes de desviar la mirada de Dazai a su taza de té—. ¿Y si solo está loco?

Dazai exhala por la nariz, reclinándose en su silla.

—El mundo no tiene tantas leyes concretas como para que solo tengas que elegir una palabra para describir a alguien y acertar —asiente en silencio—. Vivimos entre matices. Por lo tanto... depende de ti si dices que Murakami y Dalí están locos... o simplemente son genios más allá de tu nivel de comprensión.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Chuuya baja las escaleras solo para despedirse de Fukuzawa. Hace una profunda reverencia una vez más antes de que Dazai cierre la puerta, y luego se gira para mirar a Dazai.

Parece agotado. Solo está ahí de pie, mirando fijamente a Chuuya como si esperara que hiciera algo.

—¿Ha ido mal? —decide preguntar.

Dazai se encoge de hombros.

—Simplemente sucedió —murmura, sentándose de nuevo en su asiento de la mesa del comedor.

—Me sorprende que la conversación haya durado tanto —comenta Chuuya, apoyándose en la puerta. Mira estoicamente a Dazai, quien permanece callado.

—Puedo hablar mucho cuando quiero —responde finalmente.

—Sin duda.

Dazai suspira profundamente, terminando su último sorbo de té.

El silencio los consume por un momento. Chuuya se debate caminando hacia él. Inclinarse y plantarle un beso en la cara, abrazarlo fuerte y hacer lo que sabe para que toda la confusión se derrita.

No son novios.

—¿Alguna vez te sientas y te preguntas cómo sería la vida si toda esta mierda nunca hubiera pasado? —pregunta Dazai.

No son novios. Pero eso está bien. Son algo profundo. Son algo en lo que no ha hecho falta que exista una etiqueta para construir un tipo de vínculo poco común.

Chuuya se aparta de la puerta y se mete las manos en los bolsillos de los pantalones de chándal mientras camina hacia Dazai, y solo se detiene cuando la parte superior de sus muslos presiona la parte interior de las piernas de Dazai.

—No.

—¿Por qué no, Chuuya? —le pregunta Dazai—. ¿Por qué nunca quieres permitirte un "podría haber sido" o...?

—Porque es un "podría haber sido" —responde Chuuya, sacando una mano del bolsillo y pasándosela por el cabello a Dazai—. No un "puede ser". No puedo hacer nada con un "podría haber sido" excepto llorar por ello, así que no voy a perder el tiempo con esa mierda.

Dazai se pasa la lengua por los dientes antes de apoyar la frente en el estómago de Chuuya. Chuuya solo lo mira.

Mira lo que está pasando.

Lo ve empezar a deprimirse de nuevo.

—Basta de tonterías —ordena Chuuya, dándole de repente una fuerte palmada en los hombros.

Dazai suspira.

Chuuya frunce el ceño, tratando de pensar en alguna forma de distraerlo.

—Vamos —le dice a Dazai, agarrándolo por las muñecas y tirando de él para que se levante.

Dazai tarda en levantarse.

Chuuya tira de él escaleras arriba, y luego por el pasillo.

—¿Qué estás haciendo? —murmura Dazai.

Chuuya lo empuja a la habitación de Dazai. Y luego a su cuarto de baño. Suelta a Dazai, moviéndose hacia el umbral del baño para cerrar la puerta.

Chuuya comprende el cansancio de Dazai, algo que nunca será capaz de expresar. Pero, de nuevo, no es el tipo de cosa que las palabras puedan abarcar bien.

Se gira para mirar a Dazai, observando el rico color marrón de sus ojos.

Sus rostros caen al olvidarse de romper el contacto visual.

Cuidando de ti.

De repente, Chuuya agarra a Dazai por la camisa y lo jala a su altura para besarlo con fuerza.

Habría dudado hace algún tiempo. Pero ahora se siente seguro al hacerlo. Dazai está a salvo.

Chuuya confía en él.

Dazai tropieza hacia adelante.

Chuuya se balancea hacia atrás como la marea para sostener su peso, la fuerza del océano tirando de él hacia delante y hacia sí mismo mientras la ola se retira. Mientras Dazai se acerca para sostener su rostro por detrás de sus orejas al mismo tiempo que lo besa.

Sus lenguas se rozan. Los brazos de Chuuya rodean sus fuertes hombros, manteniéndolo cerca mientras Dazai presiona la espalda de Chuuya contra la encimera.

Chuuya tararea en su boca, memorizando su sutil sabor empañado por el té verde.

Empuja a Dazai unos instantes después. Respira agitadamente mientras se adentra en la superficie del agua de mar, solo para descubrir que su oxígeno está infectado por su sabor sereno.

Chuuya se aleja y entra en la gigantesca ducha, inclinándose para abrir el grifo. Empieza a salpicar contra la baldosa negra y el tapete que cubre buena parte de ella. Chuuya comprueba que se está calentando antes de volver a salir.

Dazai lo observa atentamente. Chuuya se quita los collares, dejándolos sobre la encimera del lavabo. Tiene que esforzarse para no sonrojarse mientras se quita la camiseta y la tira a un lado.

No pronuncia ni una sola palabra, desnudándose por completo antes de darle la espalda a Dazai. Contrae un poco la espalda. Solo para que los dragones bailen para él.

Chuuya frunce el ceño y entra con cautela en la ducha. Dentro hay una repisa, y se sienta en ella, mirándose los pies mientras se moja el cabello bajo la ducha de mano que descansa en su soporte en la pared.

Su cara vuelve a calentarse mientras se agarra al borde de la baldosa, esperando a que Dazai se una a él.

Pero Dazai sale del baño.

Chuuya cierra los ojos, diciéndole a su cerebro que se calle antes de que comience a decir que esto fue un error.

Lo fue, ¿verdad? No puede evitarlo, empieza a pensar eso.

Pero entonces Dazai regresa.

Chuuya levanta la cabeza, mirando hacia arriba.

Hacen contacto visual. Esa punzada de conmoción se extiende por su torso como una gota de acuarela sobre un trozo de papel mojado, un hechizo de consuelo relaja sus hombros mientras sostiene la intensa mirada de Dazai.

Chuuya se inclina hacia atrás, sosteniendo el saliente entre sus muslos mientras inclina su cabeza contra la pared, observando a Dazai desnudarse.

Es hermoso. Sin duda.

Dazai entra en la ducha cuando se ha quitado la ropa, dejando algo en el estante con todos los jabones antes de sentarse él también.

Se sienta a la izquierda de Chuuya, piel contra piel, y luego no se escucha nada durante un rato, excepto la presión del agua y el goteo del desagüe.

Chuuya se pone de pie y saca el cabezal de la ducha antes de volver a sentarse, ignorando el frío seco contra su cuerpo para mantener el hilo de agua sobre la cabeza de Dazai. Chuuya frota sus dedos a través de sus mechones de chocolate para empaparlos.

Dazai cierra los ojos, dejando que Chuuya haga el trabajo.

Las gotas se adhieren a su piel, bajan por su pecho y estómago, y Chuuya pasa la mano por toda la espalda de Dazai, asegurándose de que ninguna parte de él quede cubierta de piel de gallina en el calor de la ducha.

El cristal ya se está empañando.

Se levanta de nuevo, rociándose antes de volver a colocar la ducha de mano. Chuuya tira sin palabras del brazo de Dazai hasta que este se acerca, bajo el chorro de agua.

Chuuya lo mira.

En su cara mojada, sus ojos cansados, sus labios particularmente rosados. En...

De repente frunce el ceño y se gira para leer la etiqueta de la botella de champú de Dazai.

Es para cabellos con textura.

Luego se gira hacia Dazai.

—¿Tienes el cabello rizado? —pregunta Chuuya, recogiendo un mechón que ha formado una curva bastante deliciosa entre todos los mechones ennegrecidos y repentinamente estrujados.

—Más o menos. Es ondulado —responde Dazai—. Solo que no me esfuerzo en dejarlo a la vista, así que se convierte en el desastre al que estás acostumbrado.

Chuuya tararea.

Es extra guapo con los rizos.

Chuuya se gira hacia la estantería y se echa un poco de champú en la mano. Luego mira a Dazai, frotando un poco el líquido viscoso entre sus palmas antes de empujar repentinamente la cabeza de Dazai.

—Aiya...—Dazai empieza a quejarse, interrumpido cuando Chuuya vuelve a empujar su cabeza—, ay...—y otra vez, solo que esta vez sus dedos se enredan en el cabello de Dazai y masajean su cuero cabelludo. Dazai empieza a hacer ruidos raros en señal de queja—, atata...—otra friega—, atatatata —y otra—, aiyatatata...—Dazai empieza a reírse suavemente mientras Chuuya le enjabona agresivamente el champú en el cabello—, aiyayayah-YAH-detente...

Pero Chuuya no lo hace y empieza a reírse en silencio ante las reacciones de Dazai. Dazai cierra los ojos y parece contener la respiración mientras Chuuya le hace espuma en la cabeza con ambas manos.

Al final, Chuuya se enjuaga las manos y limpia las burbujas de la frente de Dazai antes de que lleguen a sus ojos.

Luego enreda los dedos en el cabello de la nuca de Dazai y lo acerca para que su mejilla se apoye en el estómago de Chuuya.

Sus movimientos se ralentizan y su boca se afloja, una cierta calma persigue a las mariposas que bailan por su vientre mientras siente las puntas de los dedos de Dazai recorrer la parte posterior de sus muslos.

Un calor intenso (no calor, sino calidez) se extiende por los hombros y el pecho de Chuuya, hasta encontrar un hogar en su núcleo, justo bajo la zona en la que se unen sus pectorales.

Chuuya se muerde el labio inferior, con los párpados caídos mientras mira a Dazai, y ese calor se extiende lentamente por todas partes, desde las mejillas hasta la espalda, pasando por los pies.

Algo intangible lo abraza como si le hubiera salvado la vida.

Los párpados de Chuuya se detienen. Se queda un rato con la cara de Dazai apoyada en su estómago, con el agua vertiéndose en los espacios entre sus cuerpos.

Tiene la temperatura adecuada. La presión del agua golpea solo sus doloridos músculos.

La tormenta de arena en él está bajo un raro hechizo de paz.

Chuuya abre lentamente los ojos al cabo de un minuto.

Dazai parece que está durmiendo.

Chuuya le presiona con fuerza el cuero cabelludo, arrastrando lentamente sus dedos enjabonados por la cabeza de Dazai y bajando por detrás de las orejas y la nuca antes de volver a subir.

Dazai tararea contra su estómago, apoyando aún más peso sobre Chuuya mientras apoya la mano en el muslo derecho de Chuuya.

El que tiene la cicatriz.

Esa maldita cicatriz da asco a la gente. A Chuuya no le gusta. Pero aquí está Dazai, sosteniéndola como si fuera cualquier otra parte de su cuerpo.

El aroma a hierba limón empieza a difuminarse en la humedad.

Chuuya lo mira desde arriba, continuando en silencio los cuidados en toda su cabeza. Está tratando de eliminar todo el estrés.

Dazai está cansado, y esta es la intuición de Chuuya sobre cómo ayudarle.

Pasa sus manos desde la frente de Dazai hasta la nuca, apartando todo el cabello de su rostro. Sus ojos todavía están cerrados.

Duerme, casi quiere decir.

Pero no lo hace.

Chuuya se enjuaga las manos y vuelve a limpiar la cara de Dazai.

Se inclina y presiona sus labios en la frente de Dazai con los ojos cerrados, sus antebrazos se deslizan sobre los hombros de Dazai mientras lo abraza sin ninguna buena razón.

Arruga las cejas mientras acerca su boca a la piel de Dazai. Es como si tuviera que concentrarse en sus sensaciones. No quiere abandonar su posición.

También podría dormirse en ese momento.

Pero Chuuya se obliga a levantarse. Agarra el cabezal de la ducha y se enjuaga para mantenerse caliente. Luego protege los ojos de Dazai mientras empieza a quitarle todo el champú.

Y las preocupaciones, sean las que sean.

Sus mejillas arden como locas, un inconfundible anhelo opalescente se instala bajo la base de su estómago.

Lo que Chuuya está haciendo es una locura, para sus estándares. Nunca ha bañado a alguien así. Pero no duda en hacerlo. O cualquier otra cosa, en realidad, si puede aliviar a Dazai aunque sea un poco.

Cualquier cosa que necesite.

Chuuya lo hará.

Simplemente se niega a admitir por qué.

Chuuya acaricia el cabello de Dazai mientras este echa la cabeza hacia atrás, asegurándose de que cada mechón esté bien fresco antes de llevar los dedos a su cara. Se inclina para colocar de nuevo el cabezal de la ducha en el soporte, y tanto él como Dazai se encuentran ahora bajo su chorro.

Su pulgar recorre las gruesas cejas de Dazai, alisando los cabellos antes de que Chuuya sujete su mejilla, inclinándose hacia Dazai mientras se muerde el labio inferior.

Dazai vuelve a sujetar la parte posterior de sus muslos, apretando su piel antes de pasar las manos por la curva de su trasero, deteniéndose en la cintura de Chuuya.

Sus ojos se cierran mientras sostiene los hombros de Dazai y se muerde el labio con más fuerza, inclinándose sobre él mientras Dazai lo acerca sin decir palabra. Dazai se levanta mientras endereza la espalda.

Sus labios rozan el pezón de Chuuya, y este suelta un suave gruñido, poniéndose rígido mientras Dazai se lo chupa durante un breve instante.

El labio inferior de Chuuya escapa de sus dientes cuando Dazai se aparta, y suelta un suspiro tembloroso, apoyando la mejilla en su cabello sin dejar de acunarle la cara. Puede sentir la tierna sonrisa de Dazai contra su piel.

Se quedan en silencio.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Chuuya se aparta y mira a Dazai a los ojos, y la sonrisa de Dazai se evapora cuando el chico se inclina, posando suavemente sus labios sobre los de Dazai.

Sus ojos se cierran de golpe, expulsando el agua que hay en ellos mientras separa la boca, sosteniendo la cara de Chuuya mientras se besan suavemente.

Todo se siente bien.

Es un sentimiento nuevo para Dazai. Uno que está explorando por primera vez ahora mismo.

El sonido del agua que cae sobre ellos se hace cargo cuando golpea el lado derecho de Dazai y fluye por el costado de su cara y cuerpo.

Chuuya se aleja, regresando de inmediato para robar otro respiro.

Dazai se desliza hacia atrás hasta que se sienta en la repisa de nuevo, presionando su espalda contra la pared antes de inclinarse hacia adelante y tirar de Chuuya hacia él por la parte baja de la espalda.

El pelirrojo se sube a la repisa, a horcajadas sobre la cintura de Dazai.

Su piel es suave al tacto, aunque los dedos de Dazai se deslizan por su espalda bajo el agua. El tacto quema, incluso con el calor de la ducha.

Dazai estira la mano hacia su derecha, golpea la perilla mientras se besan y acaba agarrándose a eso para cerrar el grifo.

Se mantendrán calientes el uno al otro.

El sonido de la lengua de Chuuya presionando suavemente la boca de Dazai se hace cargo durante un tiempo, las manos de Chuuya encuentran agarre en sus hombros y luego detrás de su cuello mientras juntan sus pechos.

Los piercings de Dazai se aplastan en la piel de ambos.

El cosquilleo en su entrepierna, estómago y pecho ya es terriblemente insoportable. Dazai siente una gota de agua caer por un lado de su torso. Se estremece.

Chuuya se aparta de sus labios, sujetándole la mandíbula con una mano mientras gira la cabeza, presionando con la boca el lateral del cuello de Dazai.

Este inclina la cabeza hacia atrás mientras Chuuya succiona suavemente, sus ojos se cierran y su boca cae abierta mientras se afloja.

Hay algo tan increíblemente conmovedor en ello que Dazai piensa que si pudiera llorar por esto, lo haría. La nariz de Chuuya se aplasta contra su piel mientras deja un beso sobre la marca que ha dejado, y luego vuelve a besarle más cerca de la base del cuello, y luego una y otra vez mientras arrastra la cabeza por el hombro izquierdo de Dazai.

Dazai arrastra sus manos por el pecho de Chuuya, recorriendo sus pezones y abdominales y posándose sobre su polla. Presiona su mano en la suavidad justo debajo del ombligo de Chuuya.

—¿Puedo tocarte? —susurra con los ojos entrecerrados.

—Sí —responde Chuuya temblorosamente en su piel.

La mano de Dazai desciende y envuelve suavemente la polla de Chuuya mientras se besan. La respiración de Chuuya se entrecorta contra su boca. Dazai sube y baja su mano a lo largo de su miembro. Suavemente, porque están mojados con agua y esa es una textura extraña para el lubricante.

—Chuuya. El lubricante y el condón están en el estante detrás del jabón corporal. Yo lo puse ahí —le dice Dazai.

—¿Cómo es que siempre lo sabes?

Dazai se ríe.

—Al contrario de lo que se cree, soy un poco inteligente —susurra. Ambos ríen suavemente mientras Chuuya se desliza con cuidado fuera de su regazo, agarra los dos objetos y los coloca junto a la cadera de Dazai.

Dazai se hunde en la repisa, dejando caer momentáneamente las rodillas sobre el tapete del suelo y sujetando los muslos de Chuuya mientras le da un suave lametón en la punta.

Se da la vuelta después de eso, la calidez se desliza por su rostro mientras mira la pared con los codos apoyados en la repisa donde estaba sentado.

—Fóllame —pide, las garras de la vulnerabilidad agarrando su garganta mientras lucha contra sus complejos para pronunciar esas palabras.

Chuuya no dice nada. Solo se acerca a Dazai, presionando su espalda con la mano mientras agarra el lubricante. Dazai cierra los ojos y escucha cómo se abre la tapa y cómo se cierra.

Sus dedos tardan en encontrarse con su entrada, y Dazai aprieta sus párpados mientras se adapta a la sensación de ser tocado. Ha pasado un minuto.

Pero Chuuya es gentil, y eso hace que Dazai esté aún más dispuesto a dejarse tocar.

El lubricante no está frío contra su trasero, porque ha estado en la ducha.

Lo frota suavemente por un momento, la sensación lo hace estremecerse antes de que Chuuya empiece a presionar un dedo contra él. La mano libre de Chuuya presiona la parte baja de la espalda de Dazai, sobre los hoyuelos de su espalda.

Dazai contiene la respiración un segundo, olvidando que se supone que debe respirar, joder, mientras Chuuya lo penetra lentamente.

Deja escapar un gemido suave y breve cuando Chuuya se retira poco después de haber entrado y luego vuelve a entrar más profundo.

Dazai deja escapar una exhalación temblorosa, cruza los antebrazos frente a su cara y recuesta su cabeza sobre ellos mientras Chuuya presiona suavemente hacia abajo dentro de él.

Dazai se alegra de que sea él más que nadie.

Retira lentamente el dedo, la espalda de Dazai se pone rígida ante la sensación antes de que Chuuya vuelva a estar dentro de él.

Escucha a Chuuya inclinarse detrás de él, su cuerpo ágil cubriendo la espalda de Dazai. Su pene medio duro presiona contra el trasero de Dazai con ese dedo todavía dentro de él, y la mano libre de Chuuya recorre el estómago de Dazai, agarrando suavemente la base de su pene y bombeándolo mientras comienza un ritmo con su dedo.

Dazai frunce el ceño y cierra los ojos, tratando de mantener intacta la respiración.

Chuuya lo abre con cuidado. Su mano acaba por abandonar la polla de Dazai y se aleja un poco del cuerpo de este, retirando casi por completo el dedo mientras vuelve a ponerse en pie en silencio.

Dazai siente otro dedo presionando su entrada. Se muerde el labio, con las cejas fruncidas por el leve ardor cuando Chuuya empuja de nuevo.

—¿Estás bien? —susurra Chuuya.

Dazai tararea por lo bajo, un escalofrío le recorre la espalda cuando Chuuya vuelve a empujar hacia abajo, rozando su próstata esta vez.

Parece tomar nota de la reacción de Dazai.

Chuuya vuelve a frotar ese punto. Dazai suelta un brusco gemido contra su antebrazo y se muerde la piel para acallarse.

Chuuya se ralentiza. Dazai siente los ojos de Chuuya en su nuca. Vuelve a rozar ese manojo de nervios.

Dazai se pone rígido, su espalda se flexiona y sus ojos se cierran mientras tiembla un poco por la falta de contacto con su polla. No consigue reprimir otro gemido y en su lugar lo omite como un pequeño gruñido en su piel.

Chuuya deja de moverse, liberando a Dazai de la presión contra su próstata, pero manteniendo los dedos dentro.

Dazai aprovecha para respirar, intentando obtener suficiente oxígeno en medio de la humedad.

Chuuya se retira suavemente. Vuelve con un tercero. Dazai se tensa un poco, apretando los labios mientras hace todo lo posible por relajarse solo para facilitar la preparación.

La intrusión se desvanece lentamente mientras Chuuya continúa con suavidad. La tensión abandona los hombros de Dazai.

Dazai gime contra su brazo, se sostiene en la repisa con la mano libre y arquea la columna hacia arriba mientras Chuuya mete sus dedos.

—Mírate —susurra Chuuya, su sonrisa visible solo con sus palabras—. ¿Te gusta? —pregunta en voz baja, volviendo a pasar los dedos por el cabello de Dazai y dándole un pequeño tirón.

Dazai no responde al principio. Chuuya tira con más fuerza.

—Sí —dice con voz áspera, cerrando los ojos mientras los dedos de Chuuya lo abandonan lentamente.

Vuelve a apoyarse en la repisa.

—¿Sientes lo jodidamente profundo que llegan? —pregunta Chuuya en voz baja, con los dedos tocando fondo de repente en Daz...mierda—. Los estás tomando bien.

Dazai gime, un temblor recorre su columna vertebral.

Solo continúa, sometiendo a Dazai a un satisfactorio ataque de placer.

Sus cejas están fruncidas durante todo el tiempo.

Al final, Dazai siente que Chuuya vuelve a acercarse a él y escucha cómo rasga el envoltorio del condón. Sus jadeos resuenan en el cristal de la ducha, la condensación gotea por las paredes transparentes del mismo modo que gotea por el lateral de su cara.

Dazai sigue con los ojos cerrados. Solo puede escuchar cómo Chuuya se pone el condón, y entonces siente la punta de su polla apoyada en su culo, deslizándose juguetonamente contra su entrada.

La botella de lubricante se abre de nuevo y Dazai se sobresalta cuando siente que la gota cae sobre su entrada. Chuuya lo extiende alrededor de Dazai con la cabeza de su polla.

Luego presiona contra él.

Dazai gruñe, apoyando la frente en los antebrazos mientras se dice a sí mismo que respire, abriendo más las piernas mientras recibe lentamente a Chuuya.

—... Joder —susurra Chuuya detrás de él, sus muslos presionan los de Dazai mientras se inclina sobre él, agarrándose a la repisa a ambos lados de su cintura.

Dazai puede sentir cómo su rostro se sonroja al aceptar el cuerpo de Chuuya en el suyo, los brazos de su compañero presionando sus costados mientras se retira suavemente. Chuuya empuja más adentro cuando vuelve. Arde un poco. No demasiado. Dazai cierra los ojos con más fuerza.

—Estás jodidamente apretado —ahoga Chuuya.

La exhalación de Dazai se interrumpe.

—Disfrútalo —murmura.

Chuuya consigue tocar fondo.

Ambos dejan escapar un pequeño suspiro cuando lo hace.

Chuuya se queda quieto un momento, con los silenciosos jadeos de ambos ocupando el aire mientras el agua gotea lentamente del cabezal de la ducha.

—Puedes moverte —dice Dazai finalmente.

Chuuya se retira suavemente antes de empujar de nuevo hacia Dazai, quien gime al sentir la sensación mientras se adapta.

Y de nuevo...

—Mierda —susurra Dazai, cuya palabra es cortada por un jadeo.

—¿Estás bien? —pregunta Chuuya entre dientes, rodando contra Dazai de nuevo.

—Mm...

Sus movimientos son fluidos. Plenos. Potentes. Dazai frunce el ceño mientras se concentra en la cálida dureza que se frota contra sus paredes.

Chuuya deja escapar un suspiro de satisfacción mientras se desplaza e inicia un ritmo moderado, con movimientos lánguidos y naturales.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Chuuya siente una gota de líquido recorrer la parte izquierda de su mejilla mientras escucha el silencioso sonido de ellos follando.

No sabe si es agua o sudor, pero da igual.

Dazai se siente increíble.

Chuuya quiere darle todo.

Respira agitadamente a pesar de que acaban de empezar, intentando no estallar mientras su estómago se retuerce y se tensa al sentir su polla abrazada por el calor de Dazai.

Poco a poco empieza a acelerar el ritmo, y de los labios de Dazai empiezan a brotar sonidos bonitos.

Un peligroso cóctel de orgullo y placer recorre de repente el cuerpo de Chuuya.

Es él quien hace que Dazai suene así. Que se sienta así.

Las cejas de Chuuya se fruncen mientras presiona su barbilla contra la espalda de Dazai por un segundo, presionando un beso profundo en su piel como si estuviera imprimiendo su presencia allí.

Luego se levanta, comenzando a follarlo más rápido.

Dazai levanta la cabeza y la gira para que Chuuya pueda ver su bonito perfil lateral.

El aspecto de Dazai distrae. Distrae muchísimo. Chuuya se está perdiendo en el ritmo, ahogándose en los gemidos de Dazai.

—Ah, mierda, mierda, más despacio —jadea, su cara se contorsiona de placer justo delante de los ojos de Chuuya, quien apoya una mano en la parte baja de su espalda.

Y lo hace.

—Más despacio —vuelve a jadear Dazai.

Así que Chuuya va más despacio, aliviando un poco el ardor de sus abdominales. Pero lo único que consigue es que le resulte más difícil distraerse del puro gozo que envuelve su polla: gruñe suavemente.

Hace demasiado calor para tenerlo así. Demasiado caliente. Es como si Chuuya hubiera ganado una puta guerra. No se permite pensar en ello, piensa demasiado en ello y se correrá en ese mismo instante.

No puede apartar la mirada de esa cara.

Dios mío.

Eres hermoso.

Las gruesas cejas de Dazai se fruncen. Sus labios carnosos, rosados y lustrosos se abren, son la perfección. Su cabello es hermoso, todo húmedo y rizado y goteando agua por su rostro, por sus mejillas sonrosadas y la piel suave que cubre los músculos ondulantes de su espalda.

—Más profundo —jadea—. Mier...por favor, porfavorporfavor —por lo que Chuuya va más profundo.

Dazai deja escapar un gemido arrastrando las palabras, su cabeza baja para que su cara quede enterrada en su antebrazo izquierdo. Su mano derecha vuela hacia atrás, su cuerpo cincelado se contorsiona mientras se mantiene abierto. Se estremece bajo Chuuya...

—Más...

Chuuya le da una palmada en el culo.

—Joder —jadea Dazai.

—Deberías dejar de decirme lo que tengo que hacer —murmura Chuuya a pesar de concentrarse en cumplir cada una de las peticiones de Dazai.

Sigue masajeando la parte baja de su espalda.

Dazai deja escapar un gemido estremecedor mientras levanta la cara. Mira hacia un lado y sus labios se curvan en una sonrisa, una puta sonrisa.

Joder.

—Más duro —susurra apenas, desafiante—, ¿por favor?

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Chuuya se retira bruscamente.

Oh, mier...

Dazai jadea duramente, con la espalda tensa de repente y un temblor recorriéndole las piernas.

Jadea, sintiendo cómo su estómago se convulsiona mientras intenta recuperar...

—Arriba.

Dazai sonríe inconscientemente durante un breve segundo.

—Levántate, Dazai.

Hace una mueca, gruñendo suavemente mientras se empuja con cuidado de la cálida alfombra que cubre las baldosas.

—Date la vuelta. Y siéntate —ordena Chuuya con brusquedad, tirando de su hombro y de su cintura y maniobrando a Dazai para que haga lo que demonios quiera.

Así que Dazai se levanta, casi cayéndose hacia atrás mientras gira y se sienta con la espalda pegada a la pared.

Apenas se ha acomodado cuando las fuertes manos de Chuuya le envuelven la parte posterior de las rodillas, empujándolas cerca del pecho de Dazai.

Deja escapar un pequeño sonido de sorpresa, sus manos se mantienen firmes en la baldosa mientras su rostro se sonroja demasiado al ver a Chuuya.

Su cuerpo delgado y fuerte, su mirada intensa. La piel ligeramente texturizada de su pierna derecha.

Las piernas de Dazai también tienen cicatrices.

Aprieta los ojos, un escalofrío recorre todo su costado izquierdo.

Te quiero más cerca.

Chuuya vuelve a alinear su polla contra Dazai. Dazai respira agitadamente, su entrada lo recibe atentamente. Está sensible.

Chuuya empuja. Y se inclina hacia adelante mientras lo hace, acercándose más a Dazai.

Oh, mierda.

Está caliente.

Su mano derecha viene a cubrir la boca de Dazai mientras toca fondo, presionando fuerte sobre su boca cerrada...

Oh, mierda.

Está caliente.

Los dedos de la otra mano de Chuuya serpentean alrededor de la nuca de Dazai, enredándose entre sus mechones enmarañados y manteniéndolo quieto mientras empieza a...

Ah.

Chuuya embiste sus caderas profundamente en Dazai, manteniendo esa profundidad y moliendo con movimientos lentos y poderosos.

Dazai cierra los ojos, intentando no gritar en la palma de la mano de Chuuya.

Pero eso es en vano.

Un gemido fuerte, casi doloroso, es amortiguado por su piel mientras Dazai aprieta las manos con tanta fuerza contra la repisa que jura que está a punto de desgarrarse los músculos de los brazos.

—¿Eso es lo que querías? —pregunta Chuuya con voz fuerte—. ¿Eh?

Precisamente.

Dazai intenta hablar. Pero sus labios están cerrados y su cara está siendo empujada hacia la otra mano de Chuuya.

No puede respirar bien. Se estira y agarra la mano de Chuuya instintivamente, jadeando con pesadez mientras se la quita de encima.

Chuuya continúa embistiendo a Dazai, el muslo de Dazai atrapado entre sus pechos. Le duele tanto el estómago, la forma en que lo doblan por la mitad y lo empujan contra la pared de la ducha...

Los gemidos de Dazai son cortos y tensos, sus ojos se cierran con fuerza mientras se sienta y se concentra en el placer. El placer que viene de Chuuya.

Chuuya, Chuuya, Chuuya...

—Chuuya —jadea...

—Demonios —respira Chuuya con un escalofrío, su ritmo se vuelve más lento por un momento, está sacando más, embistiendo más fuerte...

Dazai gime en voz alta, con el ceño fruncido con tanta fuerza que duele.

Siente que las manos de Chuuya se acercan a su cara; está tan caliente, tan insoportablemente caliente; está sudando y simplemente mojado; limpio y sucio a la vez... santa mierda.

Su boca se abre un poco, sosteniendo la muñeca de Chuuya mientras se pierde por completo en lo bien que se siente...

Mierda...

Chuuya toca su próstata.

Dazai vuelve a estremecerse.

—Ahí —se atraganta.

—¿Ahí? —Chuuya le devuelve el aliento, golpeando de nuevo. Dazai solo gime en respuesta.

Más cerca.

Su polla necesita atención.

Está cerca.

Se balancea sobre su antebrazo izquierdo, pasando su mano por encima de los piercings en sus pezones y buscando su...

—No —dice Chuuya con la voz áspera, apartando las manos de su polla—. Déjame hacer que te vengas.

Joder. Dazai emite un pequeño sonido de queja y vuelve a apoyar la mano en la repisa de piedra mientras Chuuya se desliza dentro y fuera de él.

No puede venirse. Así no. Joder. Joder...

—Déjame...—jadea Chuuya.

Dazai no puede soportar mirarlo más de un segundo mientras su boca permanece entreabierta en un llanto suave e interminable. No puede controlar los sonidos que salen de sus labios, es demasiado bueno, Chuuya es demasiado bueno...

Chuuya casi lo mira con compasión mientras folla a Dazai, masajeando su próstata a este ritmo brutal... Asiente hacia Dazai mientras sus caras están cerca, como si dijera: "Lo sé. Lo sé, lo sé..."

Se le aprieta el estómago.

—¿Nadie te ha tratado tan bien como ahora? —pregunta Chuuya y la respuesta es no. Chuuya lo dice como si fuera lo más triste que ha aprendido, inclinándose para presionar húmedos besos en la cara de Dazai mientras gime—. Pobrecito.

Dazai jadea con fuerza, apretando aún más la espalda contra la pared mientras se sostiene sobre los antebrazos. Sus ojos se cierran con fuerza mientras todo su cuerpo se aprieta y jadea por respiraciones rápidas entre la tensión de sus costillas contra su piel, joder, joder, joder, necesita venirse.

Los segundos parecen minutos.

Cualquier roce en su polla. Es todo lo que necesita. El arrastre de un solo dedo, solo... por favor.

—Necesito... necesito...

—Paciencia —jadea Chuuya, sujetando a Dazai por la base del cuello y presionando suavemente en sus vías respiratorias; gime de nuevo, y de nuevo, y de nuevo. Joder...

Su polla empieza a temblar con cada embestida. Dazai no sabe cuánto más puede aguantar. Es mucho, es demasiado, es...

—Ya está —jadea Chuuya.

—Mierda —grita Dazai, con un cosquilleo recorriéndole la dolorida espalda mientras aprieta tan fuerte que de repente siente todo el cuerpo en carne viva...

—Oh, santa mier...—Chuuya tropieza, su polla queda atrapada en el culo de Dazai mientras se tensa más que nunca.

Es como si todo su jodido cuerpo tuviera calambres mientras tiembla...

—Oh por D...—Dazai se interrumpe con otro gemido mientras Chuuya lo sujeta con firmeza.

Está viendo negro, grita mientras se viene, temblando fuerte mientras se agarra a la repisa para salvar su vida. Es abrumador, lo han empujado a ello, y es como si todo su puto cuerpo estuviera teniendo el orgasmo, no solo su polla.

—Dios mío...

Más. Es bueno. Más Chuuya. Más.

—Shh, shh, sh-shit...

El gemido de Chuuya corta su propio silencio mientras se desploma sobre el pecho de Dazai, tenso contra su cuerpo mientras se agita.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

—Joder —Chuuya se ahoga en el pecho de Dazai, agarrándose con fuerza a su piel mientras ambos se vienen.

Aprieta los ojos con tanta fuerza que le duele. Está eufórico como nunca lo había estado antes.

El gemido tembloroso de Dazai corta sus pensamientos.

Chuuya puede sentir su estómago contorsionándose contra la piel de Dazai con cada estremecimiento, uno de esos fuertes brazos sujetándolo para que no resbale.

Su corazón está a punto de estallar.

Chuuya mantiene los ojos cerrados, apretando los labios contra los de Dazai para silenciarse mientras las lágrimas se agolpan en ellos. Su polla está condenadamente sensible.

Se rozan fuertemente entre sí mientras bajan del subidón.

Los latidos del corazón de Chuuya se aceleran.

No quiere moverse. No quiere que esto termine. No quiere separarse de Dazai.

Chuuya lo desea. Lo anhela.

Chuuya traga saliva y respira entrecortadamente.

Dazai gime suavemente una vez más mientras Chuuya se desliza lentamente fuera de él. Tiembla un poco mientras baja las piernas, haciendo un cóctel de dulces ruidos mientras se calma.

Chuuya se inclina y se quita el condón. Con un poco de esfuerzo, consigue levantarse y vuelve a abrir el grifo mientras Dazai se sienta más cómodamente. Chuuya se desploma de nuevo sobre su regazo una vez que ambos han sido golpeados por el agua caliente, enjuagando con una mano el semen de Dazai.

Ambos continúan jadeando en la cara del otro. La cara de Chuuya se atasca en una expresión como si estuviera a punto de llorar.

Su corazón late muy fuerte.

Dazai está seguro.

Algo como una oleada de energía recorre a Chuuya. No sabe lo que quiere. No sabe por qué es infeliz, o si es infeliz.

No sabe cuál es el problema, solo...

—Hey, hey —susurra Dazai suavemente, acariciando su rostro. Chuuya cierra los ojos ante el contacto.

Solo tiene que hundir la cara en el cuello de Dazai y abrazarlo con fuerza, obligándose a respirar hondo por el calor.

No lo entiende.

Dazai parece entender que Chuuya solo necesita un segundo. Lo estrecha contra su pecho, y su mano libre recorre la columna vertebral de Chuuya, provocándole un escalofrío en la espalda.

Baja.

Baja.

...

Más abajo.

El dedo de Dazai baja hasta presionar la entrada de Chuuya.

Exhala contra el cuello de Dazai, inhalando su olor húmedo mientras presiona su frente contra el pulso de Dazai.

La otra mano de Dazai acaricia el cabello de Chuuya. Sus ojos se cierran.

Gentil.

Dazai es una persona muy gentil.

—¿Quieres que te folle? —pregunta Dazai dulcemente, y Chuuya puede oír la sonrisa en su voz. Es un punto medio entre la ternura y su habitual engreimiento.

Sí.

Está cansado, pero no quiere que esto termine.

Asiente contra la piel de Dazai con los ojos cerrados.

—Agárrate fuerte —susurra Dazai. Chuuya pasa los antebrazos por detrás del cuello de Dazai mientras se sienta derecho y se inclina para cerrar el grifo.

Siente cómo la gravedad tira de él de un lado a otro mientras Dazai se levanta con cuidado después de entregarle el lubricante. Sujeta con fuerza a Chuuya con los dedos enredados en su cabello, como si se preparara para protegerlo en caso de que se caigan.

¿Él no está cansado?

Ah.

Siente la pequeña cojera de Dazai.

Chuuya rodea con las piernas la cintura de Dazai con una pequeña sonrisa, apoyando la mejilla en su hombro mientras sale de la ducha.

Puede oír los latidos del corazón de Dazai. No es demasiado rápido. Tampoco demasiado lento. Pero es fuerte.

Está caliente. Están cerca. Es cómodo.

Dazai camina lentamente hacia el lavabo, y Chuuya lo oye sacar una toalla del estante que hay sobre el retrete.

Se echa la tela al hombro como si fuera una manta, y entonces Dazai abre la puerta del dormitorio. Una ráfaga de aire frío golpea el cuerpo de Chuuya cuando escapan de la humedad. Se pone rígido, temblando contra la piel de Dazai.

Dazai ajusta su agarre mientras camina hacia la cama, y entonces le roba la toalla a Chuuya y la coloca apresuradamente sobre la cama.

Dazai lo coloca sobre ella.

Chuuya no quiere soltarlo. Así que no lo hace.

Dazai se ríe suavemente.

—Bebé...

Chuuya simplemente le roba un beso antes de que pueda decir nada. Dazai se sube a la cama entre sus piernas. Las pantorrillas de Chuuya finalmente se aflojan alrededor de su cintura. Sus talones siguen apoyados en la espalda de Dazai.

Su polla hormiguea y empieza a ponerse dura de nuevo.

Dazai lo atrapa en su abrazo mientras presiona con sus suaves labios la boca suplicante de Chuuya. Presiona su piel contra el cuerpo suplicante de Chuuya.

Eres hermoso.

Chuuya piensa esas palabras, y las siente con todo su corazón.

Cuando Dazai se separa, ayuda a Chuuya a darse la vuelta para que esté boca abajo. Después tiene que esperar un poco mientras Dazai busca un nuevo condón.

Chuuya se estremece por el dolor, siseando suavemente cuando Dazai se sube detrás de él con una comodidad familiar, el peso de la parte interior de sus muslos suaves y fuertes presionando la parte posterior de los de Chuuya.

Escucha el condón que se coloca sobre Dazai. Esa chispa húmeda se enciende de nuevo y sube en espiral por su estómago cuando Chuuya escucha cómo se abre la botella de lubricante; la energía de la habitación es como una especie de nube cálida.

Chuuya siente unos dedos resbaladizos rozando su entrada, y Dazai no duda mucho antes de introducir uno de ellos.

El aliento de Chuuya se corta. Sus ojos están jodidamente cerrados, porque ya está cerca otra vez...

—Oh, mierda —susurra, su mano se arrastra hacia atrás para sostener su propio trasero. Dazai agarra su muñeca y la presiona con fuerza contra la piel de Chuuya.

Esto es mucho para una tarde.

Eso no parece importarles a ninguno de los dos.

¿Por qué?

¿Por qué?

Tú sabes por qué.

Dazai rápidamente lo abre, agregando los dedos uno por uno en esta especie de masaje cómodo. Chuuya no está tan tenso como la primera vez.

Sus dedos abandonan a Chuuya muy pronto. Y entonces se siente patéticamente vacío. Tiene el hombro derecho tenso porque le están sujetando el brazo.

—Bueno —susurra Dazai, dándole dos suaves palmadas en el culo como si le dijera que se moviera. Chuuya mira hacia atrás y observa cómo Dazai se limpia con el dorso de la mano las gotas de sudor de las mejillas y el labio superior. Resopla.

Chuuya tira de la almohada que tiene junto a la cara bajo su entrepierna y toma otra para agarrarse. Abre un poco las piernas y levanta el culo durante un segundo, un segundo nada más. Dazai le suelta la muñeca y le agarra la cadera, y entonces su polla se presiona contra la entrada de Chuuya.

Chuuya cierra los ojos y entierra la cara en la almohada, tarareando mientras lleva la otra mano hacia atrás; Dazai se mueve para sujetar ambas muñecas esta vez, las palmas de las manos de Chuuya levantadas contra la parte baja de su espalda.

Su abdomen se empuja contra el algodón fresco de la funda de la almohada, un contraste extrañamente terapéutico con el resto de la situación.

Chuuya extiende sus dedos índices con un pequeño gruñido, sintiendo la polla de Dazai y llevándola suavemente hasta su culo.

Dazai empieza a empujar, y hay suficiente lubricante como para que probablemente sea demasiado, pero no importa: ninguno de los dos se va a quejar de eso, joder.

Dazai es lento al respecto.

Chuuya suelta unos gemidos entrecortados mientras deja entrar a Dazai... Dios, le encanta esa polla.

—¿Sí? —pregunta Dazai en voz baja, soltándole las muñecas.

Chuuya solo puede emitir un gruñido, abrazando la almohada contra su cara mientras arquea un poco la espalda.

Dazai se inclina sobre él, su mano se envuelve con fuerza alrededor del cuello de Chuuya. Comienza a un ritmo no tan intenso. Hay algo en eso, algo en la falta de prisa, que simplemente... lo atrapa.

Chuuya piensa palabras indescriptibles.

Cierra los ojos con fuerza, aferrándose a cualquier parte de Dazai que pueda mientras comienza a acelerar.

Y el ritmo aumenta la velocidad.

Oh.

Oh...

Chuuya deja escapar un gemido ahogado, jadeando por aire cuando Dazai suelta su garganta por un breve segundo.

Oh, Dios.

Mierda, mierda, mierda, mierda...

Chuuya gime contra la almohada, su voz resuena con cada maldita embestida.

Se siente tan vivo.

—Shouga —dice Dazai, penetrando rápidamente con sus caderas en él una y otra vez...oh, joder...—, dime qué te gusta más, ¿vale?

La suavidad de su voz no encaja con sus acciones.

Chuuya abre la boca para hablar, interrumpido a medias por el gemido que se le escapa de la garganta por la avalancha de suciedad que empieza a salir de los labios del chico guapo.

El tono de Dazai se vuelve más oscuro. Más profundo. Más caliente.

—¿Rápido? ¿Duro? O...

El ritmo cambia bruscamente a algo mucho más lánguido. El agarre de Dazai alrededor de su cuello sigue siendo igual de fuerte, pero lo ajusta para que sus dedos tengan un agarre más sólido sobre su piel, y toda su espalda queda completamente pegada a la de Chuuya mientras se retira lentamente.

Los brazos de Chuuya tiemblan mientras hace una mueca y se agarra a la almohada que tiene debajo.

Y entonces golpea.

Profundo.

Santa. Mierda.

Chuuya no puede controlar el fuerte gemido que sale de sus labios mientras sus ojos se ponen en blanco ante el intenso temblor que recorre toda su puta columna vertebral.

Maldito infierno...

Las risitas de Dazai suenan profundas, a punto de sonar siniestras, mientras su aliento cosquillea el oído de Chuuya.

—¿Te gusta? —susurra, tirando a un ritmo letalmente paciente—. ¿Te gusta cuando estoy completamente dentro de ti? Es mejor, ¿verdad?

Su aliento hace cosquillas en la oreja de Chuuya.

—D...Joder, Dazai...—dice con voz áspera, respirando agitadamente mientras Dazai vuelve a mecer con fuerza sus caderas dentro de Chuuya, con tanta fuerza que lo empuja lentamente un centímetro hacia adelante en el colchón. El placer lo golpea con la fuerza de un maldito terremoto.

Chuuya levanta una mano para agarrar el antebrazo y llegar a la mano que lo está asfixiando...

—Hey.

La visión de Chuuya tiembla cuando el agarre de Dazai en su cuello se afloja. Lucha por mirar a Dazai mientras se empuja hacia arriba con las manos, su espalda se arquea intensamente mientras Dazai ayuda tirando de él hacia atrás desde la garganta. Hace una pausa en sus movimientos por un instante.

—¿Sí? —susurra Dazai, inclinándose para presionar un beso (uno suave) en los labios de Chuuya. Eso, por sí solo, provoca una especie de sensación de placer en lo más profundo del estómago de Chuuya.

Aprieta los ojos.

Es un tipo de placer complejo, no solo del tipo que le produce éxtasis físico. Tiene algo más dentro; algo que reconoce que el toque es de Dazai, y no solo de otra persona. Algo que sabe quién es Dazai.

La barbilla de Dazai presiona la nariz de Chuuya, con la piel un poco áspera por la barba que crece. Se aparta, pero Chuuya suelta involuntariamente un quejido casi silencioso al respirar, y vuelve a acercarse a los labios de Dazai.

Sus cejas permanecen fruncidas cuando se separan.

—Sí —susurra Dazai—. Sigue mirándome así, shouga.

Va a llorar, joder.

Dazai tira de él para que se siente con las piernas dobladas bajo él. Comienza de nuevo a un ritmo cómodo, y luego es solo una lucha para recuperar el aliento mientras su mano serpentea alrededor de la cintura de Chuuya. Deja un rastro de piel de gallina en la piel de Chuuya dondequiera que la toca, y los ojos de Chuuya se cierran cuando un sentimiento completamente nuevo se apodera de su pecho.

Es cálido, es dolorosamente caliente, cuando esta incomprensible necesidad de derretirse por completo en el abrazo seguro de Dazai golpea a Chuuya.

Las lágrimas se forman. Sus labios tiemblan mientras se inclina hacia atrás, agarrando tan fuerte las sábanas que puede sentir sus uñas clavándose en sus palmas a través de ellas.

Dazai envuelve sus dedos alrededor de la polla de Chuuya con un nivel satisfactorio de presión, su cara cerca de la de Chuuya mientras se inclina sobre su hombro.

No está tratando de superar a Chuuya en este momento. No está tratando de empujarlo a la impaciencia, solo lo está trabajando de la manera en que él quiere que lo trabajen, Dazai no le está negando a Chuuya una mierda. Solo lo está complaciendo, satisfaciendo las necesidades.

Está haciendo...

—Dazai —gime Chuuya entre lágrimas, la combinación de la estimulación de su próstata y su polla cansada junto con esta abrumadora avalancha de emoción aflojan de repente sus músculos como locos. Es masilla en las manos de Dazai.

Sí.

Eso es satisfactorio.

No está demasiado tenso. No tiene que estarlo para sentirse jodidamente increíble ahora mismo.

—Dazai —repite, y luego lo repite una vez más mientras la mano lubricada de Dazai le masturba la polla mientras se folla a Chuuya—. Joder, joder, joder...

No es demasiado, es solo lo justo. El brazo de Dazai se cruza sobre su pecho, tirando de él más cerca mientras le frota el pezón.

Está jodidamente cerca.

Dazai mordisquea suavemente el borde de su oreja, y eso es todo.

Chuuya se desborda justo cuando espera hacerlo, la dicha más plena lo saluda mientras es devorado.

Dazai lo está consumiendo.

Chuuya gime suavemente, la tensión desaparece por completo de su cuerpo mientras comienza a caer en los brazos de Dazai, dejando escapar algunas lágrimas. Tiene los ojos en blanco.

Su mente está en blanco. Jura que ve el cielo.

No puedo retenerlo más. Lo voy a decir.

Desearía que fueras mío.

Dazai lo jala lentamente hacia adelante desde su garganta nuevamente, sosteniendo con cuidado el peso de Chuuya mientras lo colocan boca abajo con su cuerpo presionado contra la toalla.

Ya está, lo dije. Ganaste... Dios, desearía ser tuyo.

Gime en voz baja contra la almohada mientras Dazai lentamente alivia su ritmo.

Yo...

Chuuya puede bailar alrededor de las palabras todo lo que quiera. Él sabe lo que quiere decir.

Solo que no quiere que esto termine.

Te am...

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Dazai solo descansa dentro de Chuuya un segundo. Deja que se calme mientras observa cómo los dragones de su espalda suben y bajan con cada respiración.

Traga con fuerza, escuchando sus jadeos. No quiere venirse todavía.

—Úsame.

Es lo que Chuuya susurra finalmente.

Joder.

No puede esperar más después de eso.

Empieza a un ritmo suave, está cansado. Su cuerpo está cansado. Ya no puede follar a Chuuya con la fuerza que le gustaría, el cansancio lo golpea. Y Chuuya solo está tomando el sobreesfuerzo de Dazai para poder terminar.

Chuuya empuja con cansancio su trasero contra él con un suave gemido.

—Oh, joder —susurra Dazai en voz demasiado baja para ser oído.

Aprieta los ojos mientras todo se tensa: la mandíbula, los abdominales, la espalda, los muslos... Está tan jodidamente cerca que es peligroso...

Se queda quieto, escuchando lo bonito que suena Chuuya, gemidos profundos y suaves que se le escapan con cada maldito jadeo.

Él es... Chuuya es tan...

—Mierda —Dazai se atraganta cuando Chuuya vuelve a rodar su culo contra él. Está tan infernalmente caliente.

Dazai siente algo hueco en el pecho. Pero no un vacío malo. Más... más como un vacío de

"Nada podría ser suficiente".

Está dentro de Chuuya y no se siente lo suficientemente cerca. Nunca será suficiente.

Desearía que estuvieras más cerca.

La mano de Dazai se posa a ambos lados de la espalda de Chuuya, presionando con fuerza sobre su piel mientras hace todo lo que está en su mano para aferrarse a ese último hilo.

Está exhausto. Tiene la respiración entrecortada.

Desearía que estuvieras más cerca.

Chuuya lo hace de nuevo...

—¡Joder! —Dazai se tensa, cerrando aún más los ojos mientras la presión en su pecho se multiplica por diez. Se agarra a la piel de Chuuya.

Ojalá estuviera más cerca.

Está tan cerca. Está tan cerca, está tan malditamente cerca...

Chuuya lo hace de nuevo.

—Oh —Dazai jadea, su mandíbula se afloja mientras sus abdominales empiezan a apretarse tan fuerte que jura que está a punto de sufrir un tirón—. Para, para, para, para...

Pero el daño ya está hecho.

Siente que se tambalea lentamente, justo en el borde del abismo.

—Oh Dios mío, oh Dios mío...

—Joder —gime Chuuya...

—Me voy a venir —advierte Dazai sin aliento, con la visión en blanco mientras empieza a desplomarse, embistiendo violentamente a Chuuya mientras persigue su propio subidón.

Cae, con el pecho apretado contra la espalda de Chuuya. Abraza a Chuuya con fuerza por debajo de sus brazos mientras fuerza sus caderas cansadas a hacer todo el maldito trabajo...

Los gemidos de Chuuya se hacen más fuertes. Los gemidos de Dazai son forzados y abundantes, sus ojos cerrados con una fuerza imposible mientras entierra su cara en el cuello de Chuuya.

—Eso es —dice Chuuya con voz áspera.

Dios mío.

Dazai jura que algo en la parte baja de su columna vertebral se alinea con la maldita fuerza con la que se viene, un gemido estremecedor que recuerda más a un gemido profundo que sale de su boca contra su voluntad...

Mierda.

—Lo sé, bebé...

Se está volviendo loco, solo un jadeo tras otro saliendo de sus labios mientras se derrama en el condón dentro de Chuuya.

Jura que una década de estrés acumulado lo deja con eso.

Santo cielo.

Sus brazos rodean por completo a Chuuya mientras se retuerce con cada pulsación, hundiendo la cara en el cuello de Chuuya mientras ambos gimen y jadean por lo que acaba de ser un polvo infernal.

Es como si Chuuya fuera un trozo de madera a la deriva en un mar vacío, por la forma en que Dazai se aferra a él como si fuera a ahogarse si no lo hace.

No le importaría ahogarse si la madera a la deriva no estuviera allí. Pero lo está, así que podría aferrarse a él por un momento.

Dazai tarda en recuperarse del subidón, el cual se desvanece de inmediato a medida que la brutal embestida de dopamina adormece su mente.

Jadea pesadamente mientras descansa encima de Chuuya, los dos apretados el uno contra el otro. Los ojos de Dazai se abren un instante solo para cerrarse de cansancio.

Maldita sea.

—¿Te estoy aplastando? —murmura entre jadeos.

—Nah —Chuuya finalmente resopla—. No pasa nada.

Dazai se ríe y rueda fuera de él y queda boca arriba, dejando su brazo junto a la cara de Chuuya mientras el aire fresco y oxigenado besa todo su cuerpo desnudo con un cosquilleo frío.

—Elige una palabra segura.

¿Qué?

¿Por qué Chuuya siempre tiene una sorpresa al final? Dazai no tiene energía para esto.

—¿Eh? —se las arregla, jadeando demasiado como para sacar algo más.

Chuuya se recuesta sobre su brazo, deslizándose de nuevo cerca del cuerpo de Dazai. Por un breve momento, la visión de él solo quedándose así...pasando todo un día simplemente apretados juntos...

—¿Puedo tocarte? Elige una palabra segura.

Joder. Está cansado. Está muy cansado. Su cuerpo no está diseñado para esto. Dazai no será capaz de venirse de nuevo. Si lo hace, se quedará en blanco, pero...

—Rojo —jadea Dazai, incapaz de abrir los ojos para mirar a Chuuya. Clava la nuca en la almohada y busca a ciegas la mano de Chuuya.

Encuentra su muñeca y tira de ella hacia su polla. Chuuya le quita el condón y lo agarra. Inmediatamente, Dazai hace una mueca.

Está muy, muy sensible.

—Rojo, ¿eh? —susurra Chuuya, inclinándose y besando suavemente la mejilla de Dazai mientras mueve su mano arriba abajo una vez.

Dazai cierra los ojos con un gruñido ahogado porque le quema (le quema bien, pero demasiado).

—Un poco básico —murmura Chuuya humildemente en su piel.

—No para mí.

Eso es todo lo que Dazai puede decir por ahora mientras Chuuya empieza a acelerar el ritmo...

Mierda...

—Eres dulce, Osamu.

Le gusta cómo suena ese nombre en la lengua de Chuuya.

Le gusta mucho.

—Chuuya —dice con voz áspera.

Dazai se atraganta con su gemido, arqueando la espalda fuera de la cama por un segundo mientras sus caderas tartamudean por el ardor.

Es tan sensible. Tan jodidamente...

—¿Sí? —susurra Chuuya.

Empieza a jadear con fuerza mientras Chuuya lo agarra firmemente por la base con la palma de la mano, masturbándole solo la cabeza de la polla con rotaciones de la otra muñeca... Dios, es demasiado...

Santo cielo.

—Solo...

Tiene que hacer una pausa cuando Chuuya empieza a prestar atención al resto de su pene.

Dazai se rinde.

Está luchando por no rendirse, abandonando su dignidad por Chuuya con un gemido mientras hace una mueca. El sudor le corre por los costados de la cara, puede sentirlo. Le tiemblan las piernas. Se agarra con tanta fuerza a las sábanas que puede sentir las uñas clavándose en su piel a través de ellas. Chuuya le cubre el costado derecho.

Le arden los abdominales. Le arde la polla. Todo le arde.

Dazai no lo tendría de otra manera.

Te quiero más cerca.

Dame demasiado.

De alguna manera, Chuuya es amable con sus atenciones: cómo hay tanto afecto detrás de una puta paja, Dazai no tiene ni idea. Pero lo está haciendo aún más intenso.

¿De verdad me deseas?

Se siente tan vivo.

De todas las formas, maneras y modos, él está crudo.

Dazai se agarra a los hombros de Chuuya, abrazándolo contra su pecho mientras le obliga a abrir los ojos para ver lo que está haciendo. Gime silenciosamente con cada respiración.

La mano de Chuuya y la polla de Dazai están cubiertas de su semen. Esto es un desastre. Los ojos de Dazai se ponen en blanco por lo abrumadora que es la sensación y su cabeza se inclina hacia atrás.

De repente, Chuuya se zafa de su agarre y se sienta junto a las caderas de Dazai.

—No puedo aguantar esto —jura Dazai, con todo el torso temblando mientras la boca de Chuuya se balancea suavemente sobre su polla...—. No puedo...

MierdaSANTA MIERDA...

Su mente se queda en blanco. Se desmayará. La lengua de Chuuya es tan jodidamente cálida. Es perfecta.

Dazai gruñe, sus maldiciones se cortan por la mitad mientras lucha por obtener suficiente oxígeno. Sus nervios están tan jodidos... todo es... Dios...

—JODER —se atraganta, hundiendo los omóplatos en la almohada al chocar accidentalmente contra la garganta de Chuuya—, lo sient...

No puedo...

Chuuya aprieta los ojos, con arcadas inaudibles pero visibles, mientras una lágrima cae de su ojo. Empuja a través de él, tirando hacia atrás lo suficiente como para chuparle la punta durante un segundo.

Sus labios están pintados con el semen de Dazai.

Dazai gime, jadeando pesadamente cuando un extraño tercer orgasmo lo golpea como un puto tren.

Se estremece, la parte posterior de sus muslos le duelen como una loca porque sus tendones están tan cerca de tirar...

OW-

Dazai jadea por el ardor de su cuerpo, casi sollozando mientras Chuuya lo chupa con los ojos cerrados. Traga después de cada maldito temblor de las caderas de Dazai...

Dios.

Chuuya arrastra lentamente los labios hacia arriba, dejando la polla de Dazai con un suave beso mientras sus manos recorren su abdomen sudoroso.

Dazai levanta la rodilla derecha mientras Chuuya se arrastra hacia arriba y se recuesta sobre su bíceps, ambos respirando con dificultad mientras intentan no desmayarse, joder.

Maldita sea.

Dazai está tan jodidamente ido.

Se siente sano.

Consiguió exactamente lo que quería.

Eso le inquieta.

No hay palabras entre ellos.

Dazai retiene dos.

Lo necesitaba.

Chuuya vuelve a apretar el costado de Dazai.

Piel con piel. Húmedo, un extraño cóctel de olores entre hierba limón y sexo vagando en el aire a su alrededor.

Cálido.

En paz.

Dazai ya ni siquiera sabe qué demonios está pensando.

Se inclina, abrazando el cuerpo de Chuuya y arropando su delicado rostro contra su pecho.

No hay parte de Chuuya que Dazai no quiera tocar.

Inconscientemente, se acurruca contra la parte superior de la cabeza de Chuuya, y ambos envuelven sus cuerpos.

Es como si fueran raíces de árbol en lo profundo de la Tierra que encuentran sus hogares permanentes enredados entre sí.

Jadean suavemente, y sus respiraciones se acompasan poco a poco.

Dazai realmente necesita dormir.

Chuuya frota suavemente una mano por su espalda como diciéndole a Dazai que descanse. Que no se preocupe por nada.

Lo dice solo con su tacto: "Dazai, está bien que descanses"

Bien podría estar trazando las palabras en la piel de Dazai.

Solo descansa.

Mientras se alejan, Dazai se da cuenta de algo.

Su pecho ya no se siente hueco.

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