Viviendo juntos|| HakkaSou

By SandkotZ

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Hakkai tiene algo en común con Souya, el hecho de que ambos son los hermanos menores y han vivido consentidos... More

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By SandkotZ

Hakkai solía relucir su lado impaciente cuando se trataba de Souya y su enorme timidez.

Llegó a pensar en su versión del pasado que siempre evadía la cercanía femenina, a excepción de su hermana mayor, Yuzuha. En su compañero de cuarto reconocía su pisoteada personalidad, el como llegaba a ser innecesario y hasta molestas las excusas que se inventaba para no socializar con el género opuesto.

—¿Yo de verdad actuaba así?— murmuró, rascándose el cuello, con algo de vergüenza ajena por sí mismo y su indiferencia del ayer, no explícitamente hacia Souya— Bebé, ¿Qué tanto haces?— se asomó a la habitación, reposando en el marco de la puerta.

Angry lo miró estupefacto, como si otra alma en pena le hubiera tocado el hombro. Tuvo que procesar el cotidiano apodo y ajustarlo a su atmósfera. Se preguntó si era prudente permitir la misma comunicación ahora que estaba la señorita Shiba en su departamento, puesto que el trato dulce de Hakkai podría mal interpretarse.

¿Qué diría la hermana de su compañero si los escuchaba?
¡¿Qué pensaría de ambos?!

—Cállate, tu hermana te va a escuchar — dijo irritado, ansioso.— No me llames así, pensará que somos algo...— volvió a girar el rostro. Hakkai lo había sonrojado.

—Qué podría pensar...

En la soledad del hogar los apodos no le generaban conflicto, porque estaban encerrados en la confianza y en el permiso nunca otorgado de ser mimados con palabras. Souya había aceptado meses atrás que Hakkai seguiría expresándose de esa forma y que cómo tal, no tenía derecho a cambiarlo, pues así era él.

Por el aprecio que le tenía, lo respetaba, aunque no por eso se prohibía dar reclamos.

—Somos amigos, mi amor — reposó el hombro contra la pared, viendo de arriba a abajo a Souya. Sonreía con picardía. —Estás tardando demasiado — suspiró luego de explicar el motivo por el que estaba cansado.

—Estoy buscando ropa — respondió. Lo que hacía era una tontería para no tener que encontrarse pronto con la visita.

—¿Pero por qué tardas tanto? tú nunca tardas escogiendo ropa.

—Es que afuera está tu hermana, no puedo presentarme mal — ni siquiera se había secado por completo después de darse un buen baño.

Souya olía mucho a jabón y shampoo.

—Que lindo, te estás esforzando en verte bien para conocerla, pero tú ya te ves bien siempre, Sou—  dijo. A él le gustaba recordarle la realidad a su amigo, en sus ojos era un joven lindo.

—Mentira— Souya en cambio, negaba los halagos.

Alguien desaliñado y "enojón" no podía verse bien. No le gustaba que todo el tiempo Hakkai estuviera diciendo cosas que ante su percepción eran incoherentes y mentiras piadosas para elevarle su ego.
Incluso se sentía insultado cuando le decía que era bonito, ¿Con qué fin le decía semejante barbaridad?

—Bueno voy con mi hermana, no te tardes. La comida se está enfriando— cerró la puerta luego de salir.

Yuzuha había emplatado el almuerzo con demasiado ahínco, quería dar una buena presentación en su platillo. Había tomado cursos de cocina porque al venir de una familia adinerada, no era necesario acercarse a la cocina para prepararse algo, un empleado lo hacía por ella.
Pero Yuzuha ya estaba harta de ser mantenida, le desagradaba su incompetente habilidad en la cocina, por lo tanto se empeñó meses atrás en ser una buena aprendiz de cocina.

Por otra parte, estaba Hakkai, quién también quiso deslindarse de ser la responsabilidad de alguien más, quién deseó prepararse su propia comida, algo que muchos sabían hacer menos él por su situación personal. Hasta la fecha, su convicción iba mal, porque nunca necesitó improvisar para él, porque acabó comprando comida ya hecha hasta que un día llegó su salvador, su cocinero favorito: Souya.

El día que puso un aviso en internet donde se buscaba un roomie, encontró a un buen chico con varias similitudes, o más bien él fue encontrado.

Souya lo había mantenido bien alimentado, cocinando para ambos, razón suficiente para que Hakkai estuviera muy atento en tener el refrigerador lleno.

Él abastecía mientras su tierno amigo hacia la comida, algo en lo que Souya no estaba del todo en acuerdo.

Así que en ese momento que encontró a su hermana entusiasmada después de haber perfumado la cocina con olores deliciosos, se sintió encantado, orgulloso en exceso de Yuzuha, agradecido de tenerla en casa.

— Dime quién eres y qué le hiciste a mi hermana— bromeó, no esperaba que ella fuese espontánea y creativa con los alimentos — Preparaste un festín...

—Puede ser. Quería que todo saliera bien— acomodó algunas mínimas imperfecciones. No quería quedar mal ante el experimentado chico de la casa.

Hakkai le había comentado bastante de Angry y lo bien que cocinaba. Yuzuha quería poner a prueba el nivel que tenía actualmente, si impresionaba a un cocinero de un restaurante bien calificado, estaría con sus cuatro hormonas de la felicidad a tope.

—¿Qué pasó con tu amigo?— preguntó intrigada. Esperaba verlo detrás de su hermano— ¿No lo invitaste a comer?

—Sí, sí lo hice. En un momento viene— fue directo a darle una probada a la comida sin antes consultar, la ganancia que obtuvo fue un suave manotazo— Ay, ¿Qué hice?

—Ese no era el tuyo— Yuzuha apretó los labios.— Era de Angry.

—Me hubieras avisado.

—No hubieras probado sin permiso — lo regañó. — Siéntate, te serviré limonada.

—¿Te dio tiempo de hacer limonada?— se quedó escéptico — ¿Cómo le hiciste?, yo cuando cocino con suerte puedo hacer la comida, eres rápida Yuzu.

— He estado practicando mucho— alzó desinteresadamente los hombros, queriendo lucirse serena, dar a entender que eso era cosa que todos podrían hacer.

Y sí lo era, solo que Hakkai era una tortuga en ese ámbito.

—¿Y Angry no vendrá?— se sentó sin darse cuenta que sonaba un poco desesperada.

—Ya no debe tardar en venir, se está cambiando — Hakkai sintió pena por la espera, no quería apresurar a Souya ni tampoco dejar que su hermana llegara a sentirse desplazada o ignorada.— Sabes qué, iré a avisarle otra vez.

—No, no. Déjalo así, no hay que apresurarlo—alcanzó el hombro de su hermano para impedir que se levantara.— Lo esperamos para comer.

—Pero ya tengo hambre— los gruñidos de su estomago reafirmaron con enojo su progresivo apetito.—Sí, voy por él— tomó el leve impulso para ponerse en pie hasta que una voz lo detuvo.

—¡Buenas tardes...!— el chico se hizo presente, se le notaba la falsa confianza que llevaba sobre sí mismo— A-ah, que gusta verla otra vez señorita Shiba— tartamudeó.

Hakkai reprimió una risa, y Yuzuha sonrió encantada, poniéndose en pie para saludar cordialmente.

—Encantada de conocerte, Souya-kun—hizo un reverencia. Ver de frente al chico y su llamativo cabello la hizo sentirse muy curiosa e impresionada.—Hakkai me ha contado tanto de ti que ya sentía conocerte.

—Jeje, a mí también me ha hablado de usted.

—Uy, cierto— reaccionó.—Bueno, no soy muy mayor, no es necesario que me trates de usted.

—No le creas Angry, ya está vieja— se entrometió Hakkai, girando el torso para apoyarse en el respaldo de la silla— Ya tiene veinticuatro.

—¿En serio?, yo también — habló Angry.

Hubo dos reacciones en conjunto, por un lado a Yuzuha invitándolo a tomar asiento y conversando amigables, siendo respetuosos y alegres, mientras que Hakkai estaba en la Luna mental, totalmente confundido.

—¿Cómo que tú también?—se atrevió a confrontar, poniendo las dos manos sobre la mesa.—Angry, tú tienes veintidós, igual que yo— frunció las cejas.—¿Por qué te pones más edad?

—En realidad...tengo veinticuatro— tragó saliva, no esperaba que fuese el momento de confesar finalmente su edad verdadera.

—¡Mientes!

—Hakkai, cálmate no grites— regañó Yuzuha— Te alteras de la nada.

—¿Cómo que tienes veinticuatro? ¿En qué año naciste?— siguió indagando.

—¿Es tu amigo y no sabías su edad?— cuestionó la hermana.

—No es eso, Angry me había dicho que tenía lo mismo que yo.

Souya notó como a Hakkai le había afectado esa información que en sí misma, le era irrelevante a él. Sí, en el pasado mintió sobre su edad por vergüenza a ser juzgado, se sentía muy mayor para tener pocos logros en la vida, sin considerar que todavía le faltaba experimentar mucho y conocer más horizontes. Normalmente, se limitaba a soñar en grande y por eso se mortificaba al pensar y pensar que se hacía más grande y su vida no era nada emocionante.

—¿En verdad eres mayor que yo...?— Hakkai estaba indignado, más que eso, apenado. Había tratado con suma informalidad y hasta con coqueteos por pensar fielmente que tenían las mismas edades.—¿Por qué me mentiste sobre tu edad?

—Ya Hakkai, estás poniendo a Angry nervioso — ella lo observó inquietarse y bajar la cabeza, como un cachorro regañado.—¿Qué tiene de malo que sea de mi edad?

—¡Que me mintió!

—Pues lo siento Hakkai, no creí que fuese para tanto...

—No, solo que éste año te felicité por tu cumpleaños por una edad equivocada— se enojó y no disimuló siquiera— Ya ni sé si te llamas Souya.

—Hakkai, ¿Te puedes callar por favor?— Yuzuha olvidó que estaba en casa ajena— Solo comamos.

—No sé, ya no tengo hambre.—Puso las manos sobre las rodillas.

—Te estás comportando como un niño, come—recalcó la señorita, apuntando al plato.—Estás quedando también mal frente a tu amigo, comportate.

—No quiero, Souya me mintió— volteó hacia él, mostrando decepción. Quizá, un poco de tristeza

—Perdón Hakkai, en serio no pensé que mi edad fuese un problema para ti.

—No me molesta ni nada que seas mayor que yo, me disgusta que no me lo hayas dicho desde un principio, hasta ahora me vengo a enterar que eres mayor, ¡Te he tuteado todo este tiempo!

—Eso no tiene nada de malo—aseguró.— No soy tan mayor tampoco...

Souya terminó siendo el foco de una ligera discusión sobre la mesa, hasta que Yuzuha intervino y pudo redirigir la conversación hacia un rumbo más ameno, aprovechando en conocer a Souya y de paso, la relación que llevaban los dos chicos como amigos.

En la comida, Hakkai fue el menos charlatán, se limitaba a dar gestos y breves respuestas, los otros dos congeniaron bien, hicieron preguntas de todo tipo para conocerse, pasando otro rato después de comer en charlar.

El ahora joven de la casa se seguía sintiendo engañado, los dos mayores ya no le prestaron demasiada atención al ver lo apático que estaba, así que éste se fue al baño para ya no regresar, quería despejarse de eso. Hasta se sentía ridículo de tomarse tan a pecho las cosas, no era algo grave, él solo se ahogaba en un vaso de agua.

—Cómo que tiene veinticuatro...—se remojó la cara, necesitaba meditar.— Solo son dos años pero...aish— tomó una toallita para reposar la cara unos segundos.

Decidió ir a su habitación y tumbarse en el piso, cosa que rara vez hacía después de comer. Logró escuchar las risas estruendosas de su hermana, allá en la cocina todo era magia, ni él esperaba que los dos fuesen tan conversadores, se sorprendía por parte de Souya ya que sabía lo difícil que le era ser sociable.

En las fiestas, Souya prefería ir a un rincón con las plantas, jugar con el gato o perro de la casa mientras tomaba refresco o comía frituras, en cambio Hakkai era el sociable que echaba desmadre con todos y bailaba, pasando de vez en cuando hasta su compañero de vivienda para que no se sintiera solo. O bien, Souya prefería quedarse en casa ya que las invitaciones siempre venían por parte de Hakkai, su contacto más cercano al mundo social.

—¿Hakkai?— se asomó desde la puerta abierta— Te traje helado, ¿Quieres?

—¿Será, Souya-san?— no le dio la cara, permaneció tirado y con los brazos abiertos.

—¿Souya-san?— habló escéptico —Agh, ¿De verdad vas a tratarme así?

—Tal vez. Souya-san.

—No soy tan grande, no me molesta que me hables de tú.

—Pero eres mayor que yo, debo respetarte.

—Ya lo haces.

— ¿Sí, Souya-san?—se recompuso dando la vuelta, apoyando la mejilla contra la mano.

—Estás bien tonto, toma— optó por dejar el helado en el piso, cerca de Hakkai.— Ayudaré a tu hermana a limpiar la cocina, tú también deberías, nos dejaste solos.

—Se la estaban pasando bien, no quise interrumpirlos.

—¿Qué tienes?— lo juzgó.— Te ves molesto...¿Estás molesto conmigo?

—No tonto, ¿Por qué lo estaría?—sonó sarcástico.

—Suena a qué lo estás...¿Por qué? ¿Qué hice mal?—se preocupó. No le gustaba que de un segundo a otro, lo tratasen con frialdad, indiferencia.

Y posiblemente, a nadie le gustaba eso.

—No estoy molesto, pero me pongo a pensar que sí me mentiste con tu edad, tal vez te haya creído otras cosas que no sean ciertas—puso en duda la confianza.

—Hakkai, llevamos meses compartiendo techo, no te he dicho mentiras...

—¿Entonces por qué no me dijiste tu edad?

—Porque tenía pena, nos estábamos conociendo apenas.

—¿Y qué tiene?, yo te dije cosas sobre mí que son verdad.

—Yo también te he dicho cosas sobre mí verdaderas, perdón por mentir mi edad, no es tan grave.

—Sí me abrazas te perdono.

Hakkai creyó que era un buen momento para tener afecto. Inconscientemente culpó a su celo de Omega de estar tan necesitado de mimos o palabras bonitas, y Souya era la víctima que iba sola a ofrecerse. En realidad, venía repitiendo el patrón de querer abrazar a su amigo casi todos los días, a veces de sorpresa, otras ocasiones para molestarlo o directamente pidiéndolos (Souya se negaba por lo raro que le parecía abrazarse de la nada).

—¿Quieres que te abrace?— apretó los labios, incómodo.

—Sí, bueno, sólo si tú quieres...

—¿Y si lo hago dejas de estar así?

—Probablemente.

—Bueno, está bien— se rascó la mejilla.— Abrázame— esperó de pie, después de todo, a él lo querían abrazar.

Hakkai se levantó rápido, se sacudió el polvo y fue a lo suyo, tomó el abrazo de frente, envolviendo a Souya por los hombros, dando un fuerte apretón.

—¿Sí te llamas Souya?— bromeó.

—Sí tonto, no te mentiría sobre mi nombre.

—Oye, abrázame tú también — terminó de decir y pronto sintió unas manos dando palmaditas en su espalda.— Pero abrázame bien.

—Eres muy empalagoso —se rindió, no quería discusiones y menos con una invitada en casa. Abrazó con afecto a Hakkai, los dos quedando juntitos.

—Oigan chicos...—Yuzuha caminó hasta la habitación, miraba su celular y tenía una mano levantada, haciendo como si tocaba la pared pero la llevaba en el aire —¿Me prestan la llave de la puerta?

Hakkai había decidido darle un besito rápido a Souya en la cabeza, algo que también solía hacer con el fin de "molestar", sin embargo, su hermana mayor los vio abrazarse y quererse por unos segundos.

No esperaba que su hermano y su "compañero" de cuarto tuvieran una relación así.

¿Solamente amigos?

Claro que los amigos se daban abrazos, pero para Hakkai, su amigo estaba convirtiéndose en algo más. Experimentaba una nueva sensación en el pecho cuando lo podía tocar, darle besos molestos, escucharlo, echar su cabeza sobre su hombro, todos esos pequeños actos lo dejaban muy feliz.

Le gustaba sobre todo, ser consentido por Souya a la hora de la comida. Sentía que en eso los dos demostraban su cariño genuino.

Yuzuha se fue en reversa, había hecho que uno de ellos se soltara muy nervioso del abrazo y criticara al segundo.

—¿Qué?, ya se fue

—Tu hermana nos vio.

—Ajá, ¿Y qué?

—Eres un tonto Hakkai— se sonrojó, jamás lo habían atrapado en un abrazo. Su compañero tenía el privilegio de ser la única amistad con la que demostraba mayor contacto físico.

—Tonto me tienes— sonrió radiante, enchinando los ojos.

—¿Cómo?— alzó una ceja. Sin duda, jamás entendería la expresión boba de Hakkai y las miradas tan raras que le daba en los últimos días.

Unos ojos relajados, casi somnolientos y acompañados de suspiros leves. Hakkai se estaba transformando en un tonto de la noche a la mañana.

—Ven, dame otro abrazo— pidió sin dar la opción, acortando distancias y sujetándolo antes de que se fuera.

—No, ya me voy a mi cuarto.

—No, quédate un ratito— lo obligó a balancearse con él.— Te quiero mucho Sou.

—Estás actuando muy raro, suéltame—batalló en sus brazos.

Después de casi un año de vivir juntos, Souya supo algo, la cosa que se le reveló lo dejó asustado, queriendo temblar pues era incapaz de poder siquiera atreverse a pegarle a Hakkai para que lo dejara libre, un manotazo o empujón suave estaría bien, pero si lo pensaba a profundidad, no podría atentar contra Hakkai con alguna agresión física, debido al cariño que sentía por él.

—Mierda...no te puedo pegar.

Fue muy distinto a un querer golpearlo.






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