CURSED BLOOD [HARRY POTTER]

By aglopezz_z

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Nunca se sabe cuándo una mentira puede llegar a afectar a las personas, pero aún más, cuando esa mentira incl... More

𝐴𝑢𝑡𝑜𝑟'𝑠 𝑁𝑜𝑡𝑒
𝐹𝑎𝑚𝑖𝑙𝑦 𝑇𝑟𝑒𝑒
𝐻𝑜𝑔𝑤𝑎𝑟𝑡𝑠
i.
ii.
iii.
iv.
1993/1994: 𝖤𝗅 𝖯𝗋𝗂𝗌𝗂𝗈𝗇𝖾𝗋𝗈 𝖣𝖾 𝖠𝗌𝗄𝖺𝖻𝖺𝗇
i.
ii.
iii.
iv.
v.
vi.
vii.
viii.
ix.
x.
xii.
xiii.
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xviii.
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xx.

xi.

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By aglopezz_z

El primer partido de la temporada Quidditch se llevaría acabo ese día y todos estaban como locos, gritando y haciendo apuestas.

Las mellizas Black estaban empezando a pensar en hacer pruebas para el equipo, después de todo, desde muy chicas habían aprendido a jugar Quidditch. Era como si lo llevarán en la sangre.

El grupo de primos se dirigieron con los demás a las gradas y se sentaron en las butacas de Slytherin, en primera fila, junto a Draco y Pansy.

—Esto será aburrido —mascullo Draco, aun cargaba el torniquete en su brazo—Si mi brazo estuviera bien, les apuesto que ganaríamos el partido.

—No con este clima —señaló Daniel.

El partido dio inicio, Lee Jordán era el relatador, que se encargaba de informar las tácticas de los jugadores, las puntuación y soltar uno que otro comentario haciendo molestar a su jefa de casa.

Cuando el partido estaba en su punto más importante, los buscadores de ambos equipos habían desaparecido ante la inmensa niebla que había venía con un clima congelador, entonces algo captó la atención de algunos, una mancha caía en un ritmo alarmante.

—¡DIGGORY CONSIGUIO LA SNITCH, HUFFLEPUFF GANA! —grito Lee Jordán sobre el festejo de los tejones. E incluso la Black pelirroja sonrió, alegrandose por Cedric.

—¡CUIDADO! —grito Lizeth poniendose de pie y señalando lo que parecía ser un jugador, casi cayendo sobre uno de los gemelos Weasley.

—¡Es Potter! —exclamaron horrorizados la mayoría de los estudiantes.

Una luz envolvió el cuerpo de Potter haciendo que su caída se volviera lenta, hasta caer en el suelo y la enfermera salió a su auxilio junto el director y varios profesores.

—El sí que sabe cómo llamar la atención —musito Fátima con un poco de burla.

—¿Estará bien? —preguntó Alice preocupada—Fue una caída muy alta, ¿Que le habrá pasado?

—¿Qué importa? —Draco le resto importancia.

Un frío helado envolvió a los estudiantes, una oleada de tristezas y malos recuerdos invadieron a muchos, apacando la agradable celebración por la victoria de Hufflepuff.

—¡Dementor! —chilló alguna chica ocasionando gritos de pánico.

Las mellizas Black se habían puesto pálidas, un profundo sentimiento de tristeza llegó tan de repente que las hizo sentir mal.

Sus ojos se cristalizaron y recuerdos de ellas estando solas desde siempre invadieron sus mentes.

«¡Euphemia! ¡Lilianeth!» el grito asustado de una mujer las desconcertó, ellas no reconocieron esa voz, aunque les era extremadamente familiar «Mis pequeñas, shhh tranquilas, todo estará bien».

Escucharon gritos y cosas siendo destrozadas. La mujer seguían llorando completamente destrozada.

«Ari, Juls, recuerden que papá y mamá las aman, a ustedes y a su hermano, nunca lo olviden. Todo estará bien... »

Cuando las mellizas volvieron a la realidad, se percataron del silencio siendo interrumpido por murmullos a unos metros de ellas, un terrible dolor de cabeza las invadió segundos después de despertar.

Al abrir los ojos se dieron cuenta de que ya no estaban en las gradas, sino en la enfermería. Sus mejillas estaban empapadas y gotas de sudor bajaban de sus frentes.

Con esfuerzo y ayuda de sus antebrazos, Juliana se inclino hacia delante para poder sentarse, mientras que su hermana seguía recostada, se encontraba débil.

Parecía que siempre que un dementor las atacaba se conectaban para que el ataque durase lo mismo en ambas.

—¡Hermanas! —Valentina exclamó con voz de alivio, la pelinegra hizo una mueca y le dio un manotazo para que se callara.

Alice volteo a mirarlos.

—Se desmayaron y sus padrinos las trajeron a la enfermería, están en una reunión con Dumbledore ahora, ambos se veían furiosos, Snape más que de costumbre.

La pelirroja suspiro, el dolor había disminuido y podía imitar la acción de su hermana.

—Odio el efecto de los Dementores.

Hizo una mueca, aunque le salió como un puchero lastimero. Fátima sonrió de lado.

—Estarán bien.

Las chicas se sobresaltaron cuando el equipo de Quidditch de Gryffindor, del que no se habían percatado de que ahí estaban, exclamó el nombre de Harry y comenzaron una platica consolando al chico por perder el partido, asegurándole que no fue su culpa.

—¿Podemos irnos? —preguntó Juliana incomoda de estar cerca de tantas personas.

—Espera, iré por Madame Pomfrey para que las revise —dijo Daniel parándose de la silla y yendo hasta el despacho de la enfermera.

—Nosotras iremos por su ropa, no tardamos —advirtieron sus hermanas con una sonrisa.

Ambas asintieron con un suspiro y miraron en dirección a la camilla donde se encontraban los demás, se toparon con la mirada verde esmeralda de Harry Potter.

—¿Estan bien? —les preguntó, inmediatamente la platica cesó.

—Si Harry, o bueno al menos yo si—contestó Areli suavizando su expresión, Juliana asintió solo con la cabeza y le sonrió de manera amable—¿Tu estas bien?

—Lo estoy —respondió.

El viernes por la tarde, después de su clase de encantamientos, las mellizas Black se escabulleron dejando todas sus cosas en sus habitaciones.

Juliana se dirigió a las cocinas donde pidió que le prepararán un poco de comida y se lo dieran en una canasta.

Después, asegurandose de no ser vista por nadie, junto con su hermana se dirigió a los terrenos de Hogwarts, específicamente al bosque prohibido, tratando de buscar a Sirius Black, su padre.

—Pssst, canuto —susurraba Juliana buscando entre los árboles y arbustos alguna señal de Sirius en su forma animaga.

—¡Papá! —exclamó la pelirroja.

Pasaron alrededor de diez minutos cuando encontraron la huella de un canino, y lo siguieron hasta un pequeño arroyo, donde a quien buscaban estaba tomando agua.

El gran perro negro, parecido al Grim volteo a su dirección meneando la cola, contento, galopeo hasta ellas.

—Hola —saludo la pelirroja con una sonrisa mientras lo acariciaba detrás de la oreja.

—Te trajimos esto —Juliana alzó la mano donde traía la canasta con la comida, el perro aullo feliz.

Sirius, en su forma humana, sacó ansioso las delicias que los Elfos Domésticos habían preparado.

—No debieron... —exclamó entre mordidas mientras devoraba pedazo de torta de chocolate—Menos después del peligro en el que las puse.

Ambas le sonrieron.

—Nah, es probable que no te veamos en vacaciones, así que teníamos que aprovechar —comento Areli dándole un frasco que contenía jugo de fresa.

—¡Son increíbles! Aún no entiendo cómo es que quedaron en Slytherin —exclamó contento cuando saco un pedazo de muslo de pollo asado, sentando en el suelo comenzó a devorar la presa—¿Cómo les ha ido en la escuela? ¿Ya han hecho amigos? Hace unos días, te vi rojita, con un muchacho rubio —la miró con ojos entrecerrados—¿Quién es? ¿Es tu novio? Aún eres una niña para eso.

Areli ladeo la cabeza.

—¿Muchacho rubio? ¿No hablaras de Draco? Es mi primo ¿Recuerdas? —sonrió divertida—Es el hijo de Narcissa y Lucius.

Sirius hizo un gesto.

—Mucho mejor, aunque no me gusta que te hables mucho con el —sonrió satisfecho, aunque no sabría decir si por la respuesta o por la comida—La adolescencia suele ser una etapa difícil, la mente se puede manipular tan fácil y hacerlos caer en la presión social, pero también puede ser la mejor de las etapas.

—Eso lo creo, aunque, cabe mi experiencia, las personas pueden ser crueles si así lo quieren, aun si la otra persona no les hizo nada... Ceden a la presión social. Ellos son muchos y nosotras nada.

Sirius frunció el ceño ante la respuesta de Juliana.

—Escuchenme bien. Nadie, absolutamente nadie puede hacerlas sentir inferior, no sin que lo consientan. Ustedes no son nada, son mucho más que eso, son alguien, pero solo ustedes dos pueden determinar su valor e importancia.

Ambas niñas asintieron.

—Si Snape da la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, otra vez, me pondré enfermo —dijo Ron, mientras se dirigían al aula de Lupin, tras el almuerzo—Mira a ver quién está, Hermione.

Hermione se asomó al aula.

—¡Estupendo!

El profesor Lupin había vuelto al aula. Ciertamente, tenía aspecto de convaleciente. Las togas de siempre le quedaban grandes y tenía ojeras.

—Buenos días, lunático —saludó Juliana tomando asiento en uno de los primeros bancos.

El profesor Lupin la reprendió con una mirada pero solo recibió una sonrisa de parte de la chica.

—Blacks quiero hablar con ustedes al final de la clase —dijo antes de que los demás alumnos llegaran.

Los alumnos hicieron notorias sus quejas sobre el comportamiento de Snape durante la enfermedad de Lupin.

—No es justo. Sólo estaba haciendo una sustitución ¿Por qué tenía que mandarnos trabajo?

—¿¡Qué!? —exclamó la Black pelirroja con sorpresa.

—No sabemos nada sobre los hombres lobo...

—¡... dos pergaminos!

—¡Yo ni siquiera sabia que habia tarea! —protesto Areli—Me saco de la clase por culpa de una inepta y no hice nada.

—¿Disculpa? ¿A quién llamaste inepta? —Hermione se molestó.

—A ti, porque si no hubieras dicho que me daba preferencia por ser mi padrino, no me hubiera dejado afuera —el profesor Lupin abrió los ojos con sorpresa ante la respuesta de su sobrina.

—Pues mentiras no dije.

—¡Claro que sí! Y mira, te diré solo una cosa, si mi padrino tuviera preferencia por mi no habría necesidad de que entrara a las clases. Así que deja de inventar cosas y enfócate en la desastrosa situación académica en la que estás —Areli se acercó a la Gryffindor para poder susurrarle—A diferencia de los demas, no soy tonta y se lo que haces para estar en todas tus clases.

Antes de que Hermione pudiera responder algo, el profesor Lupin intervino.

—¿Le dijieron al profesor Snape que todavía no habíamos llegado ahí?

—Si, pero dijo que íbamos muy atrasados...

—...no nos escuchó...

—No se preocupen. Hablaré con el profesor Snape. No tendran que hacer el trabajo.

—¡Oh, no! —exclamó Hermione, decepcionada—¡Yo ya lo he terminado!

La pelirroja sonrió con burla.

Al sonar el timbre, todos, recogieron sus cosas y se dirigieron a la puerta, las jóvenes Black se quedaron sentadas en su lugar.

—Espera un momento, Harry —le dijo Lupin—Me gustaría hablar también un momento contigo.

Harry freno y se fue a sentar junto con las mellizas.

—Me han contado lo del partido —dijo Lupin—Y lamento mucho lo de tu escoba, ¿Será posible arreglarla?

—No —contestó Harry—El árbol la hizo trizas.

—Yo tengo una escoba que te puede servir, no es la mejor pero seguro funciona —ofreció Juliana y Harry asintió.

—Plantaron el sauce boxeador el mismo año que llegué a Hogwarts. La gente jugaba a un juego que consistía en aproximarse lo suficiente para tocar el tronco. Un chico llamado Davey Gudgeon casi perdió un ojo y se nos prohibió acercarnos. Ninguna escoba habría salido airosa.

—¡¿Un ojo?! —preguntó Areli sorprendida.

—¿Are, que te parece si jugamos con Malfoy? ¿O mejor Greanger? —sonrió Juliana.

A el profesor Lupin se le escapo un risa que tapo con una tos fingida. Y a Harry le molestó que mencionara a su amiga.

—¿Ha oído también lo de los dementores? —dijo Harry.

—Sí, lo oí. Creo que nadie ha visto nunca tan enfadado al profesor Dumbledore. Están cada vez más rabiosos porque el director se niega a dejarlos entrar en los terrenos del colegio... Fue la razón por la que te caíste, ¿no?

—Sí... —respondió Harry—¿Por qué? ¿Por qué me afectan de esta manera? ¿Por qué a ellas también las hicieron desmayar en el tren? ¿Acaso...?

—No Harry, no tiene nada que ver con la cobardía —dijo el profesor Lupin tajantemente.

—Si así es, porque nosotras no somos cobardes —la parte Slytherin de Juliana salió a relucir, y su hermana le dió un suave codazo.

—Los dementores les afectan más que a los demás porque en su pasado hay cosas terribles que los demás no tienen. Los dementores están entre las criaturas más nauseabundas del mundo. Deja a sus victimas sin otra cosa que las peores experiencias de su vida. Y el peor de sus recuerdos, es tan horrible que derrumbaría a cualquiera de su escoba o lo haría desmayar.

—Papá la habrá pasado fatal —murmuro Areli con lastima.

A Lupin solo se le partió el alma de saber que los tres pasaban por lo mismo, pero no podían ayudarse porque no sabían la verdad.

—¿Por qué acudieron al partido? —preguntó Harry con tristeza, las Blacks apoyaron sus manos sobre la de Harry.

—Están hambrientos —explicó Lupin—Dumbledore no los deja entrar en el colegio, de forma que su suministro de presas humanas se ha agotado... Supongo que no pudieron resistirse a la gran multitud que había en el estadio. Toda aquella emoción... El ambiente caldeado... Para ellos, tenía que ser como un banquete.

—Tu ahuyentaste en el tren a un dementor —recordó Juliana de repente.

—Hay algunas defensas que uno puede utilizar —explicó Lupin.

—Como el patronus... —dijo Areli, Remus asintió dandole la razón.

—¿Puedes enseñarnos?

—No soy ningún experto en la lucha contra los dementores, chicos. Más bien lo contrario...

—Pero si los dementores acuden a otro partido de quidditch, tengo que tener algún arma contra ellos.

Harry sonrió a boca cerrada, esperando que Lupin aceptará.

—Bueno, de acuerdo. Intentaré ayudarlos. Pero me temo que no podrá ser hasta el próximo trimestre. Tengo mucho que hacer antes de las vacaciones. Elegí un momento muy inoportuno para caer enfermo.

—Muchas gracias profesor.

—No es nada Harry, y si no te molesta, quiero hablar a solas con las mellizas.

Cuando el chico Potter se fue el profesor Lupin miro atentamente a ambas chicas.

—Chicas, se que quizás dirán que no me incumbe, pero como su tio me preocupo por su bienestar —dijo Lupin cambiando de tema—No pude dejar pasar algo que dijo Are hace un rato, nombraste a Sirius Black con tanta familiaridad que me asusta un poco.

Las mellizas pensaron en decirle la verdad. Remus era un amigo de su padre y seguro de su madre también lo fue, además de ser tío de ambas y padrino de una. Se preocupaba realmente por ellas.

¿Que podia pasar si le contaban lo que sabían de Sirius?

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