[Pov Freen]
El sol me estaba dando directo a mis ojos, provocándome que impidiera con mi sueño. Abrí mis ojos con dificultad volteando a ver si Becky se encontraba y ahí estaba durmiendo tranquilamente, moví un poco su cuerpo provocando un gemido de su parte pero no logrando que abriese sus ojos
— Becky.—le hablé algo alto y ella abrió sus ojos lentamente, mostrando sus preciosos ojos grises.
—¿Qué pasa?—preguntó con voz algo ronca
—Ve a cerrar la persiana que me lastima el sol.—ella se levantó cerrando la persiana y volviendo a la cama
Volví a consolidar mi sueño, quedándome dormida de nuevo pero alguien me lo interrumpió.
—Mamá.—la voz de Sam me despertó
—¿Qué quieres?—dije con voz adormilada
—Dice mami Becky que te deja tu desayuno en el comedor.
—Sí, ya lárgate que no me dejas dormir.—me envolví en las cobijas quedando nuevamente dormida
Cuando por fin había descansado perfectamente como quería, hice mis necesidades, me puse una bata fina color blanca con bordes dorados y bajé a la cocina porque Becky me había dejado el desayuno listo.
Entré a la cocina encontrándome mi desayuno con una bandeja sobre la barra, me había preparado wafles con miel, un vaso de zumo de naranja recién echo, un tazón de fruta acompañado con granola y una taza de café.
Tomé la bandeja, y caminé hasta mi sala de estar, dejándola sobre la mesa de cristal, encendí mi gran televisor de plasma dejando una serie de Netflix.
Mi celular vibró, tomé mi iPhone y era un mensaje de mi amante, Nita Issartel.
Una sexy modelo que trabaja en la empresa que era de mi padre, ahora mi empresa
Buenos días bebé, te
extraño ¿Cuándo vienes
a verme?
No tardé ni un momento en responderle.
Hola princesa, yo también te
extraño... Iré cuanto pueda.
Bloqueé mi celular después de responderle a Nita, dejé mi celular sobre mi gran sofá de piel para seguir viendo la televisión y disfrutar mi delicioso desayuno.
Después de ver cinco capítulos más, llegaron Becky y Sam. La niña venía vestida con su vestido de valet de. Su abuelo Samuel la había metidó a una escuela de valet, para que ella estuviera las mismas capacidades que tenía su tia, la hermana de Becky.
— Freen, despertaste.—dijo Becky al verme y rodé los ojos
—Pues claro, ¿qué no ves o qué?—dije lo más obvia. Volví mi mirada al televisor y llevé mi vaso de zumo a mis labios
—Mami, mira lo que compramos.—Sam corrió hasta mí y chocó conmigo provocando que el jugo derramara por toda mi bata
—¡Mira lo que provocaste, idiota!—le grité molesta. La niña hizo un puchero y Becky me miró furiosa
—¿¡Qué te pasa, Freen!?—corrió hasta la niña y la puso tras de ella—¡No te voy a permitir que insultes a mi hija!
No puede controlarme más me levanté frente a ella y hice que la palma de mi mano golpeara fuertemente su mejilla, dejando su rostro de volteando. Enderezó su rostro para mirarme con tristeza, su mejilla estaba roja totalmente, tocó su mejilla e hizo un gesto de dolor.
Sam soltó en llanto viendo la escena, y aún más, ver a su madre golpeada.
— Becky... Yo...—traté de tocarla pero ella dio un paso hacía atrás.
Yo nunca le había golpeado.
—No me digas nada, Freen—dijo con lágrimas a sus ojos—Vamos a tu habitación, hija.—tomó la mano de Sam y caminaron hasta subir las escaleras
Me volví a sentar en mi sofá llevando mis manos a mi cabello. Yo nuca le había pegado, nunca lo había hecho, hasta hoy...
Subí a la planta de arriba para pedirle disculpas a ella, caminé hasta la habitación que comparto con Becky pero no estaba ahí, escuché ruidos que provenían de la habitación de la niña, me dirigí a la puerta color rosa que estaba decorada con letras de madera color dorada, que decían el nombre de la niña, "SAMANTHA"
La puerta estaba entreabierta y vi a Becky de espaldas con Sam en sus muslos, y acariciando su cabello.
—Ya mi amor, no llores.—escuché a una Becky del lado de la habitación con la voz cortada
—Es que no me gusta que mamá Freen te pegue.—dijo llorando
—Mi niña, ella no me quería pegar. Ella solo estaba molesta porque le derramaste el jugo sobre su bata, sabes que ella nunca se enoja.
-—No la justifiques, mami.
—No la justifico hija, ella solo se molestó...
—No mientas mami, ella no me quiere, nunca me ha querido.—dijo volviendo a llorar y Becky la aferró más a su cuerpo acariciando su espalda
En ese instante mi celular sonó y me alejé de la habitación de Sam para atender, era Nita.
Llamada telefónica
—Hola mi amor.—escuché a una Nita feliz del otro lado de la línea
—Hola...—saludé sin mucho ánimo por lo que acababa de escuchar
—Oye, ¿te parece si nos vemos en el hotel de siempre?
—¿En el hotel?—pregunté extraña porque era sábado y nos podíamos vernos en su casa. No entiendo
—Si.
—¿Por qué no en tu casa?
—Mi hermana está aquí, no quiero que escuche mis gemidos.—ahora entendía—¿Entonces? ¿Nos vemos? Te extraño...
—Te veo en una hora.—mi humor desapareció como por arte de magia
—Vale.
Fin de la llamada telefónica
Entré a mi habitación tomando mi toalla, y entrando al baño, dejé mis cosas sobre una pequeña repisa.
Abrí las manecillas dejando caer los chorros de agua sobre mi cuerpo.
Después de quince minutos salí de mi ducha poniéndome un top negro deportivo y enrredando mi cuerpo con una toalla alrededor de cintura. Salí del baño que está situado en mi habitación y me encontré con Becky leyendo un libro.
La ignoré y caminé a mi clóset saqué mi ropa que me pondría. Le di la espalda a mi esposa, poniéndome unos boxers y mis jeans color negro, me coloqué una playera color gris, mi chaqueta de cuero y mis botas de camuflaje.
Maquillé mi rostro, acomodé mi cabello y salí de mi casa sin avisar a donde iba.
Encendí mi Mercedes conduciendo hasta el hotel donde me vería con Nita, esa sexy mujer con un cuerpo para morirse.
—Amor.—dijo al verme y me acerqué a besar sus exquisitos labios
—Entremos...—le susurré a su oído