Omega

Bởi verdelimalimon

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Ivory no soporta a los omegas, Oker tiene motivos para odiar a los alfas. Ambos acabarán enredados en una his... Xem Thêm

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45

Capítulo 36

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Bởi verdelimalimon

Milo estaba esperando junto a Zec a que Elsa les atendiera, para su sorpresa, la relación entre ellos había mejorado desde la noche de la fiesta y la conversación que habían tenido.

Cuando Milo salió de la casa de Buddy a la mañana siguiente, volvió a la que compartía con Zec.

Aún seguía siendo su casa, y contemplarla ahora sabiendo que pronto tendría que buscar un lugar propio le hizo temblar de miedo.

Una cosa era la valentía que había sentido la noche anterior, otra la realidad.

La noche, o las horas que había pasado con Buddy habían sido especiales, nunca pensó poder sentir lo que había sentido en sus brazos. Pero la luz del día, trajo la realidad. Una realidad que él ya conocía.

Buddy no mantenía relaciones estables con los omegas con los que se acostaba, él ya conocía a suficientes omegas que habían pasado por su cama.

Estaba bien, nunca se había sentido más sexy, más deseado, más especial.

Se lo agradecía y se lo pondría fácil, ningún drama, le abrazó con fuerza antes de salir de su casa aún sintiéndolo por todo su cuerpo.

Sabía que Buddy era una buena persona, y estaba seguro que no le haría daño conscientemente, por eso entendió que cuando le pidió que se quedara lo hacía porque sabía lo que habría en su casa.

De nuevo, ese era su problema, y estaba aquel jueves en la asociación para tratar de resolverlo.

Los mensajes de Buddy esa semana fueron muy agradables, pero cuando Zec y él llegaron y lo vio hablando con un omega que parecía levemente sonrojado. Lo que sintió en sus entrañas no le gustó, aunque ya lo hubiera sabido.

Buddy era así, no pasaba nada, no pasaría nada.

Milo le sonrió, pero Buddy no le devolvió la sonrisa del mismo modo, sino que miró a Zec.

Milo sabía que lo que había hecho Zec no estaba bien, de hecho, le había hecho mucho daño con sus secretos. Pero al parecer, él tampoco lo había pasado nada bien.

—A tu novio le caigo mal, ¿no? —dijo Zec con un leve rastro de humor.

Milo parpadeó, desde que Zec se había sincerado también había cambiado, como si la carga que llevaba siempre que estaba a su lado se hubiera desprendido.

Cualquier alfa, aunque ya no quisiera a su omega, no bromearía con el tipo con el que este había tenido una aventura. Su lado alfa y dominante, dudaba que se lo permitiera. Pero allí estaba Zec hablándole casi como si fuera un amigo, un amigo cercano y no su alfa.

Un leve rastro de pena le quiso acariciar, pero Milo se resistió, ellos nunca habían sido otra cosa, y ahora parecía que al menos que podrían ser amigos, y eso era algo que Milo podría aceptar.

Sí, Zec le había gustado nada más verlo, incluso antes de que sus padres se lo presentaran ya le gustó sobre el papel, y eso solo hablaba de lo que como omega se esperaba de él.

¿Pero realmente estaba enamorado de Zec? No, la respuesta era no. Ellos ni siquiera se conocían para que eso pudiera haber ocurrido, ahora lo sabía.
Pero, ¿qué era lo que él realmente quería?

¿Un alfa? Miró a Buddy, nunca se hubiera imaginado que un omega pudiera gustarle, pero también, nunca había conocido a alguien como Buddy.

Y miró al resto de omegas, algunos eran realmente hermosos, pero no sentía nada más por ellos.

Sin embargo, cuando Oker e Ivory llegaron, Milo sonrió. Oker le había contado que Ivory le había pedido vivir con ellos. Milo se alegró, estaba claro lo que ambos sentían. ¿Era eso lo que él quería? Ya no lo tenía claro, miró a Ivory. Era un alfa muy atractivo, y parecía que algo en él se había relajado. Anteriormente, le asustaba tanto que ni siquiera lo había podido percibir de otro modo.

Sí, le gustaban los alfas, no habían dejado de gustarle.

Olson y Thar aparecieron también, y en ese caso, el que se puso nervioso fue Zec, Milo lo notó en su olfato.

Los miró a los tres y no supo qué pensar, pero en ese momento, Elsa les pidió que entrara a su despacho.

Milo ya conocía a la beta, pero Zec extendió su mano cuando la mujer la adelantó.

—Por favor, contadme ¿qué puedo hacer por vosotros?

Ω

Tras casi una hora salieron del despacho de la beta.

Zec miró a Milo, ya sabía que no le conocía lo más mínimo, cuando uno trata de ocultarse también dejaba de conocer a los demás.

En una semana sería su aniversario, un año de casados, y él ni siquiera lo recordaba. No era como si importara mucho ya, pero el omega lo tenía meridianamente claro.

También que quería separarse de él.

Pero la beta les había puesto por delante todas las opciones y todas eran malas para Milo. Podría no conocerlo tanto, pero sí sabía que había entrado lleno de ilusión y había salido deshinchado.

Zec vivía en el lado privilegiado, era un alfa, de buena posición, a él no le supondría mucho más que un leve comentario de la sociedad. Su omega era defectuoso, dirían todos.

Salvo que Milo no tenía nada de malo, era un omega perfecto. Y la anulación de esa unión le dejaría en una situación realmente mala, no al punto de un omega usado. Eso no había ocurrido, ni tampoco tenía un cachorro a su cargo. Quizás, como había dicho la beta, pondría enlazarse con otro alfa de una posición más baja.

Milo había suspirado.

—¿Y ser un omega libre? —preguntó con esa vocecita suya.

—Milo, legalmente nunca más podrás serlo, lo siento —dijo la beta con pesar— su marca irá desapareciendo, pero ante la ley y ante la sociedad, serás un omega rechazado.

—Pero yo no le rechazo, es un mutuo acuerdo —dijo Zec, harto de esa situación, harto de ser el que le había destrozado la vida a Milo.

—Hay algunas propuestas para modificar esas leyes, y puede que lleguen antes de que la sociedad realmente lo acepte —aclaró la beta con pesar.

Esa era la misma mierda de siempre, pensó Zec, la sociedad, un grupo de personas que decían lo que estaba bien, lo que no y a quién machacar.

Imposible salir, imposible ser otra cosa.

Y sin embargo, la imagen de Olson y Thar juntos le decía que eso no era del todo cierto, solo que tendrían que vivir en el borde de esa sociedad, peleando por cada espacio de libertad.

Una vez fuera tomó el hombro de Milo, parecía de verdad abatido, y notó como el omega se apretaba contra él. Él lo había llevado a ese punto, era culpa suya, pero más allá de la culpa, aquello no estaba bien, Milo no se merecía que la sociedad lo señalara, que le hicieran la vida difícil.

—No vamos a pedir la anulación —le dijo Zec.

Los ojos azules le miraron sin entender, pero queriendo separarse de él. Zec le soltó, pero se separó.

—No te voy a dejar en esa situación, no te lo mereces, Milo.

—¿Quieres seguir viviendo una farsa? —preguntó Milo, sí, era una farsa, ellos no eran una pareja.

—¿Quieres vivir de ese modo? ¿Cuántos omegas rechazados conoces, Milo?

Ninguno, si los omegas usados eran mal vistos, los rechazados eran casi nulos. Como el cuento del coco que los padres omegas que les contaban a sus hijos para que nunca hicieran enfadar a sus alfas, para que fueran buenos esposos, para que aguantaran cualquier cosa.

—No me voy a volver a enlazar nunca con otro omega —confesó Zec— puedo seguir siendo tu alfa, si quieres.

Milo suspiró y pensaba que iba a aceptar, pero por primera vez desde que lo conocía vio pura determinación en sus ojos.

—No.

—¿No?

—No, no quiero una marca que no signifique nada, no quiero ser solo un omega enlazado.

—Pero te protegerá.
Zec no comprendía como Milo no entendía el riesgo al que se enfrentaría, probablemente no oliera como lo hacía uno usado, él ni siquiera los notaba. Pero sí sería rechazado de todos los lugares donde ahora podía ir, donde una unión le daba la libertad, ni siquiera sabía qué tipo de implicaciones podría llegar a tener.

—Necesito vivir mi vida, sea esta la que sea, estaré bien.

Pero notaba como su labio temblaba, estaba muerto de miedo. Ese omega era infinitamente más valiente que él.

—Lo haremos, entonces. —Y no pudo evitar abrazarle, no tenía nada que ver con que él fuera un alfa y el otro un omega, sino con que por primera vez le apreciaba, le apreciaba de verdad.

Cuando se separaron, el omega con el que había pillado a Milo besándose estaba allí. Era un omega como todos los demás, pequeño, con los ojos claros y ese rostro demasiado angelical. Pero tan hostil que ni siquiera supo que eso podía existir.

Pero Zec no tenía ni idea de la de cosas que podían existir que él ni contemplaba meses antes.

Alzó la mirada, y vio a los otros dos que no dejaban su mente. Había tenido amigos alfas, claro, Ivory lo era. Pero en ningún momento había sentido lo que sentía cuando esos dos le miraban.

—¿Te espero? —preguntó Zec a Milo, pero para su sorpresa contestó Buddy.

—Yo le llevaré.

Zec de todas maneras esperó la respuesta del que aún seguía siendo su omega. Y este asintió, quizás él prefería estar ahora con su amante, sus amigos, lo entendía.

Había visto a Ivory entrar con su omega, al parecer le había pedido vivir con él finalmente, y este quería asesoramiento sobre el tema.

Esa asociación realmente tenía buenos servicios.

Dudaba que tuviera un momento para él y sus dramas, de hecho, ¿cómo le iba a mirar a la cara y decirle que creía que le gustaban los alfas?

Dos en concreto.

Dos que estaban acercándose a él, Zec pensó que lo mejor era irse.

Pero en ese momento, vio aparecer a Ivory y a Oker, mostraban unas amplias sonrisas enamoradas.

Eso era lo que cualquiera hubiera querido, esa era la relación para alfas y omegas, y no esa insana comezón que había experimentado con un alfa pegado a su espalda apretándolo contra la pared.

Thar y Olson estaban casi a su lado, tenía que irse, no quería que olieran su estado, lo que pasaba cada vez que recordaba ese momento. Todos lo sabrían.

Iba a huir, como el cobarde que era.

Espera —escuchó la voz de mando de Olson, y como si Zec solo fuera un omega se quedó rígido hasta que llegaron a su lado.

—No vamos a hacerte nada —dijo Thar— pero tienes que enfrentar eso, créeme, es mejor.

—Yo no soy como vosotros.

—No, no lo eres, eres un imbécil —sentenció Olson haciendo una mueca.

—¿Me has paralizado para insultarme? —se quejó Zec.

—Podemos ayudarte —dijo Thar.

—¿Cómo? —Zec se estaba enfadando, ese instinto alfa lo tenía bien desarrollado —¿Jodiéndome contra una pared?

—Déjalo —dijo Thar con un bufido— este tipo no merece la pena.

Zec se sintió realmente insultado, porque eso era precisamente lo que pensaba sobre sí mismo.

—Tú era más imbécil que él, acuérdate —le dijo Olson, y el gesto de Thar se suavizó hasta besar a su pareja.

Zec quería que aquello le repugnara, pero no lo hizo, por lo que tuvo que apartar la mirada.

—Desbloquea tú teléfono —le gruñó Olson, a Zec parecía que le estuvieran hablando en otro idioma.

Thar tomó el aparato de su mano y Zec lo comprendió. Olson lo agarró y marcó algo en él.

—Ahí tienes nuestros teléfonos, cuando estés preparado, llámanos.

Y se fueron, no era lo que había esperado, ni siquiera pensaba llamarlos.

Ivory estaba a su lado poco después.

—¿Qué ha sido todo eso? —preguntó intrigado.

Zec se puso realmente nervioso, Ivory era su amigo, podría decir que su mejor amigo. Lo cual decía lo triste que era su vida si ni siquiera a su mejor amigo podía contarle lo que le pasaba.

—¿Me acompañas a fumar? —le pidió, sabía que allí dentro no se podía.

Ivory miró a su omega, y como si se comunicaran telepática el rubio asintió.

Poderes fuera de su alcance, al parecer.

Ambos salieron al exterior de aquella asociación saludando a dos betas que había en la puerta.

—¿Qué tal? —preguntó Ivory.

—Milo quiere que nos separemos —confesó, de esa parte podía hablar.

Los ojos oscuros de Ivory se abrieron pero no dijo nada.

—Le entiendo, lo nuestro no tiene futuro, pero él va a quedar completamente perjudicado si sigue adelante.

Ivory dio una calada profunda, en realidad había visto pocas veces a Ivory fumar, el que consumía pitillo tras pitillo cuando estaba nervioso era él.

—¿Te importa? —preguntó finalmente Ivory.

—No le amo, nunca lo he hecho, pero no quiero que le pase nada malo por mi culpa. Puedo seguir viviendo así.

Era la verdad.

—Eso no es justo, Zec.

Y eso era igualmente cierto.

—¿Te gustan los omegas? —preguntó Ivory, pero ninguno de los dos se miraron.

Esa era la antesala a una conversación que no sabía si estaba preparado para tener.

Pero su cabeza comenzó a negar, sola, como si ya no pudiera más.

No esperó el gruñido por parte de Ivory, salvo que no le estaba mirando a él, sino a un omega que acababa de salir de un coche.

Un omega muy elegante de mediana edad que parecía completamente fuera de lugar allí.

—¿Estás bien? —se puso en alerta Zec, los betas tras ellos también lo notaron— ¿Lo conoces?

Pero el gruñido escaló hasta que Ivory le enseñó los dientes al omega y este le notó comenzando a temblar.

Llevaba escolta y estos le protegieron.

—Amigo, tranquilízate, por favor. —Zec se colocó delante de él, había visto a Ivory incómodo delante de los omegas, pero esto estaba fuera de lugar.

—Llamad a Oker, quizás él pueda tranquilizarlo —pidió a los betas.

No. —Escuchar la voz de mando de su amigo sí que le dejó atónito, y eso que otro alfa la acaba de usar con él.

El omega protegido intentó deshacerse de sus guardaespaldas.

—¿Está aquí? Solo quiero verle y hablar con él, ¿está aquí? —dijo el omega temblando.

—¿Quién es?

La cara de desprecio distorsionaba el gesto de Ivory, nunca lo había visto tan enfadado y fuera de sí.

—Es el padre de Oker —escupió Ivory.

Hoy es lunes y más temprano de lo que suelo publicar.

Como suele decirse, éramos pocos y parió la abuela.

¿Alguien tenía dudas de que fuera a aparecer la familia de Oker?

A Ivory se le está saliendo todo lo alfa reprimido que tenía jajjajaj.

¿Qué opináis de la situación de Milo y Zec?

Hasta el viernes.

Besos

Sara

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