Haven | Jikook

By ohvincefield

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¿Qué fue lo que le pasó a Jungkook como para decidir que no quiere salir nunca más con un heterocurioso? Hist... More

Prólogo. Haven
1. Lovesick Girls
3. Good as Hell
4. Causa perdida
5. We are never ever getting back together
6. Meant to be
7. Streetlight
8. De cero

2. I'm fine

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By ohvincefield


"Está bien, incluso si no somos un nosotros

Incluso si el dolor me desaparece

Incluso si el cielo vuelve a cubrirse de nubes oscuras

Incluso si estoy dentro de un sueño interminable

Incluso si me desmorono continuamente

Incluso si mis alas se estropearon

Incluso si algún día ya no soy yo

Eso estará bien, yo soy mi propia salvación.

Nunca moriré en este camino

¿Cómo lo estás llevando? Yo estoy bien"

—I'm Fine, BTS



En la noche, Eunyong y Hyerin habían llegado a la casa de Jungkook. Eunyong había recogido el desastre de pedazos de florero, agua regada y ropa desperdigada, mientras Hyerin ayudaba a Jungkook a ponerse su pijama, lavarse la cara y desenredarle el cabello, porque parecía que se lo había jalado y revuelto hasta dejarlo en un desastroso nido de mechones en todas direcciones.

Eunyong y Hyerin eran amigos de Jungkook desde sus años de preparatoria. Eunyong había creado una comunidad de apoyo para la comunidad queer, primero entre un grupo de amigos en un café, luego a través de un foro en internet. Jungkook, cuando había descubierto que claramente no era un hombre cisgénero, había empezado por hacer una búsqueda de su identidad, y terminó topándose con el foro. En cuanto se dio cuenta de que Eunyong vivía en Daegu había decidido verse con el chico y, alentado a huir de una discusión en casa tras haber sido descubierto por su mamá usando vestido y maquillaje, hizo un viaje hasta una cafetería para ver al chico. Eunyong era un hombre transgénero que quería apoyar a su comunidad, en medio del terrible ambiente discriminador que se respiraba en Corea del Sur, especialmente en la periferia, como lo era Daegu.

Con el tiempo, se volvieron cercanos y generaron un grupo fuerte que se cuidaba, se protegía, y especialmente se apoyaba en su camino de autodescubrimiento, superación de la disforia y todo lo demás. Eunyong había estado para Jungkook una y otra vez a lo largo de sus ires y venires con Jiyong. Sin embargo, nunca había ido a verlo, jamás había tenido la necesidad de verlo, pero esta vez fue todo tan distinto, y tuvo que ir cuando Jungkook llamó al borde de un ataque de pánico. Le había encontrado con la casa hecha mierda. En los 3 años de amistad, Jungkook jamás le había permitido verle sin maquillaje, sin un peinado decente o la ropa deshecha. Jungkook jamás dejaba que su físico dejara ver su emocionalidad. Jungkook amaba verse bien, le ayudaba a darle perspectiva a sus problemas.

Él simplemente había entrado en llanto y no había parado desde que Jiyong había cruzado esa puerta con su maleta llena. Ahora era ya la media noche y estaba demasiado borracho para mantener los ojos abiertos. A esa hora, mientras se quedaba dormido, Jungkook murmuró todo el desastre con la voz ronca, rota y trémula. Le costó dormir y, aunque nadie lo habló, ambos notaron cómo Jungkook se despertaba en la noche, buscando a Jiyong entre sus almohadas y entre sus amigos.

Y así siguió durante casi una semana.

Cuando llegaron las fechas de exámenes, decidió que ya no podía seguir así. Jungkook estaba tomando una materia intersemestral tras haber recibido una beca y realmente no podía darse el gusto de perderla. No cuando era prácticamente gratis. No iba a perder una maldita beca por algo tan tonto como una ruptura. Ese no era él. Lo vieron llegar a la universidad un miércoles, vestido con su ropa pulcra, la maleta al hombro y una sonrisa que, por encima de todo, daba el atisbo de que las cosas no estaban tan mal. Jungkook había empezado a volver en sí. Se dedicó a estudiar y a salir con sus amigos hasta que su semblante se estabilizó y pudo recobrar su tranquilidad. Su esfuerzo no fue único, su grupo había puesto mucho empeño en ayudar a Jungkook a sobrevivir la ruptura. Lo habían sacado de su casa a cuantos planes se les pudo ocurrir. Iban a fiestas, partidos de fútbol, conciertos, lanzamientos de libros y tardes en ancianatos. Estaban obligándolo a mantenerse fuera de su burbuja a como diera lugar.

Jungkook no podía decir que todo había sido malo y estaba haciendo lo posible por no derrumbarse, él contaba con el apoyo de sus amigos y con una buena distracción entre todas las actividades de su universidad. Entre estas, estaba su clase intersemestral, donde conoció a un par de chicos bastante agradables, JungHoon, un chico del horario semipresencial de la carrera, y Jimin, el tutor. No es que él y Jimin hubieran generado una amistad, pero Jimin era realmente agradable, muy atento con él durante las sesiones y con una fluidez para mantener una conversación que resultaba platónicamente atractiva, hacía las clases bastante llevaderas. Con JungHoon, de alguna manera se habían encontrado con que ambos eran realmente fans de Iron Man y podían sentarse a hablar de cómics todo el día. No estaba nada mal. Por ello, cuando le invitaron al cumpleaños de Yugyeom, y le dijeron que JungHoon iba a estar y que podría llevar a sus amigos, se había apuntado inmediatamente. Si JungHoon y sus amigos, gente que había saludado un par de veces, realmente agradables y juguetones, iban a estar allí, pues estaba más que dispuesto a pasarse un rato, especialmente porque Yugyeom le agradaba y le parecía un buen plan para evitar llamar a Jiyong en la noche, considerando que una peligrosa botella de vodka le esperaba en casa para el fin de semana.

La noche llegó y Jungkook se enfundó en una falda negra de tubo y un crop top blanco de manga larga. A ella no le importaba si le hacían buena o mala figura, no necesitaba pensar en si le favorecían o no. El cabello, partido de lado y recogido en un listón, y un par de aretes de candonga lograron enmarcar su cara, potenciando esa mirada arrebatadora y enfatizada en un profundo maquillaje de ojos. Se sentía preciosa, magnética. Si su naturaleza le pedía verse bien ante todo, con el aura que le cobijaba en ese momento se sentía más allá de la elegancia, cerca de lo sublime.

Si ella se sentía preciosa, verla era un espectáculo magnificente. Incluso si no era convencionalmente bella y se salía de lo que era estéticamente normal, la seguridad que emanaba era más que suficiente para necesitar callarse y verla caminar, perderse un par de segundos en el vaivén de sus caderas, en esa descarada y cálida sonrisa con la que daba la bienvenida a todos. Ella no hipnotizaba, ella mesmerizaba, desorientaba e inducía en un ensueño tan profundo, que era como caer bajo el hechizo de una nigromántica perversa. Era ir gustosamente al talud y chocarse con el deber moral de dejar de verla.

De Jungkook se hablaba todo el tiempo. Era como una novedad. A todo el mundo le parecía extrañísimo verla llegar en falda, maquillada y peinada con bonitas cintas en el cabello; y otros días verlo entrar en hoodies, con la cara limpia y el cabello alborotado en un sensual me-acabo-de-levantar-luego-de-una-noche-sexy. A las mujeres les parecía ampliamente desagradable, o extrañamente tierno, siempre sonriente, dulce, agradable, de voz trémula y ojos brillantes. A los hombres les generaba una ambivalente sensación de asco y una calentura indecente. No había un modo de serle indiferente. Verla era arrollador. Así, tan arrolladora como era, generaba una necesidad de hablar. Todos necesitaban hablar de ella. Por eso, con esa necesidad, nada más entrar al lugar podía sentir a la gente hablar a sus espaldas. Parecía que zumbaban, comentando que había llegado sola, que la falda era muy corta, que el crop top mostraba mucha piel, que era una puta por saludar con un beso a Yugyeom, que su grupo de amigos era extraño, que era sexy, que no lo era, que se la follarían si fuera una mujer de verdad, que era un desperdicio de hombre. Hablaban y hablaban, regaban la noticia de la llegada de Jungkook como si fuese lo único importante en el mundo. Hablaron hasta el cansancio, hasta que no faltó nadie en esa sala que no supiera que Jeon Jungkook estaba en la fiesta, que iba con una falda de infarto, y que iba sin su novio. Qué puta.

Jimin fue el último en darse cuenta, y lo descubrió cuando encontró a uno de sus amigos saludando al chico-chica con una mirada pseudoamistosa. Jimin se quedó escuchando su conversación. Según entendía, Kyung estaba repitiendo Teoría del desarrollo Infantil en el mismo grupo que Jungkook la estaba viendo entre el semestre. A Kyung parecía agradarle Jungkook, incluso con sus extraños... comportamientos.

Jimin no tenía ni idea de cómo llamar a toda esa cosa de ser mujer y hombre. Se mareaba con sólo traerlo a colación.

El caso es que Jimin estaba ahí, aportando algunos chistes internos de la clase, escuchando a medias, vaciando su vaso de Pepsi con suma lentitud. La conversación se amplió y redujo a lo largo de la noche, entre gente acercándose y alejándose, saludando, charlando, yéndose. En algún punto, simplemente les abandonaron. Jimin se había sentado en uno de los sofás, Jungkook estaba parado frente a él, mirándolo, como si chequease que seguía ahí, luego mirando alrededor. La chica-chico-lo-que-fuese había intentado hablar ligeramente, Jimin estaba vibrando de desespero, por lo que no podía mantener una conversación congruente. Jungkook estaba absorbiéndolo de manera tal que Jimin se estaba incomodando. No sabía cómo coexistir con Jungkook, la puta de psicología, que le estaba mirando atentamente, que se había sentado en el reposabrazos del sofá en el que estaba, que le miraba con esos ojos vibrantes. El silencio se hacía más y más sólido, pesado, frustrante.

—Sé que estás pensando en qué tan puta me veo sentada en el reposabrazos, tomando whisky y moviendo las piernas. Si te molesta, realmente puedes irte. Yo estoy muy cómoda y no pienso irme, la verdad.

Jimin, más que estupefacto, estaba asustado. Le asustó escuchar parte de sus pensamientos en esa preciosa boca. Es que, por más que Jungkook le incomodase, no podía negar que tenía una boca objetivamente atractiva. Tragó como pudo y se removió, sopesando su alrededor antes de responder.

—Yo nunca he dicho eso.

—Oh, querido, no lo has dicho, pero parece que vas a salir despavorido en cualquier momento. Voy a contarte un secreto, esta cosa no se pega como la gripe, no te preocupes. Sentarte a mi lado y hablarme no va a volverte maricón.

Jungkook le guiñó el ojo y le sonrió con socarronería, negando entre una risa amarga mientras terminaba su trago. Jimin le miró con atención, y luego se levantó a la cocina para ir por un trago. Cuando volvió, Jungkook estaba sentado en el sofá, saludando a alguno de sus amigos, que pronto se alejó. No podría explicar mucho, preferiría mil veces culpar cualquier otra cosa antes de aceptar sus decisiones, pero volvió al lugar, sentándose en el reposabrazos. Jungkook le miró atentamente, ladeando el cuerpo levemente, manteniendo la misma sonrisa, una sonrisa tremendamente estuosa e indeleble. Esperó con suma paciencia hasta que Jimin abrió la boca, casi 10 minutos después.

—Es que eres muy raro.

—Vaya, gracias; lo que cualquier persona se muere por escuchar.

No era la mejor frase para empezar, pero algo era algo. Jungkook rodó los ojos y alejó su vista de él. Jimin vaciló un montón para decir su siguiente frase.

—Lamento mucho haber dicho eso ¿sí? Es que no lo entiendo. De verdad que- Dios.

—Jiminssie, si entendieras algo, no estaríamos teniendo esta mierda de conversación.

—No lo entiendo.

—Sí, bueno, creo que esa parte quedó clara.

Se miraron el uno al otro por largos segundos, como predador y presa. A Jimin no le agradaba nada la sensación de que él era la maldita presa.

—A ver, esto no puede ser tan malditamente difícil. Eres genderfluid, entonces, cuando eres hombre, te gusta tu pene, y cuando te sientes niña, quieres tener un coño ¿O no?

Jimin estaba esperando un asentimiento a su suposición, o que Jungkook, con toda la seriedad del caso, le explicara si no tenía razón, pero no esperaba que Jungkook se ahogara de risa. Sus mejillas estaban rojas como remolachas mientras se balanceaba entre carcajadas.

—¡Estoy siendo absolutamente serio, Jungkook!

Se rio un poco más antes de poder mirarle sin peligro a morirse de un ataque de risa.

—Perdona, pero es que es lo más ridículo que he escuchado en mi vida. Y he escuchado cosas muy extrañas, Jimin.

Jungkook se rio un poco más, y Jimin se rio con él por un instante, sintiendo una leve tranquilidad y la distensión del ambiente entre ambos. Finalmente, Jungkook le hizo señas para irse de la zona, buscando un espacio con menor ruido y calor. Ambos salieron de la casa, uno tras otro, y se sentaron en el suelo de la acera. Allí, respiraron con calma el fresco aire de la noche, tomándose su tiempo para retomar su conversación.

—No me molesta qué tengo entre las piernas ¿Sabes? Eso no define cómo me identifico. Es mucho más que eso, Jimin.

—¿Cómo puede no afectarte eso? Quiero decir, está ahí.

—Hay cosas en tu cabeza que te dicen cómo te gusta que te traten, qué te gusta expresar de ti, cuáles son las cosas que necesitas que los otros acepten de ti. Eso es mucho más importante que cualquier cosa que haya bajo mi cinturón. 

Jungkook pudo notar cómo algo en Jimin brilló en añoranza. No pensaba decirlo, era mejor obviarlo por su bien y por el de Jimin. Finalmente, habló.

—¿Vamos a tomar algo?

Jimin se levantó y le ofreció la mano a Jungkook para que se levantara. Ahora, caminaron mucho más cerca mientras entraban de nuevo, directamente a la cocina. Jungkook se apoyó en la mesada para impulsarse y sentarse, y Jimin se quedó frente a ella, tras entregarle su copa de whisky, sonriéndose con una confidencia nueva.

—Así que ¿Es cierto que trabajas en una peluquería?





Hello! 

A mí, muy campante, se me olvidó decirles que iba a estar actualizando, en la medida de lo posible cada diez días. 

Les agradezco un montón por tomarse el tiempo de leer esta historia, también les agradezco si me dejan saber si encuentran cualquier error o metida de pata que encuentren :D

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