Después de horas de vuelo.
Llegamos por fin a nuestro destino.
Durante todo el viaje, iba pensando en mi familia y amigos. Recordaba cada momento que viví con ellos durante tanto tiempo.
Recordé el primer día que llegué a Saebom High School. Recordé como mi hermana y yo guardamos sus secretos de belleza.
Recordé como Lee Suho y yo nos volvimos unidos a tal punto de convertirse en mi mejor amigo.
Recordé... Recordé la primera vez que conocí a Seojun...
Me dolió no verlo en el aeropuerto... Me dolió no despedirme de él por última vez, pero lo entiendo... Entiendo que esté enfadado conmigo por lo que hice.
Si hubiese estado allí, tal vez hubiese corrido a sus brazos mientras decía toda la verdad... Pero no podía... Su carrera es primordial en estos momentos.
Quiero que sea feliz... A pesar que en su felicidad no me encuentre...
Este es el mayor actor de amor que hice por él.
Dejarlo ir...
El avión aterrizó.
La auxiliar de vuelo nos dió la autorización de abandonar el avión.
Bajé por la gran escalera, a mi lado llegó la maestra Kim Jiwoo.
– ¿Qué te pareció el viaje? – preguntó.
– Bastante agotador debo decir – respondí – Me duelen las piernas.
– Deberíamos estirarlas – dijo – Vamos, te llevaré a la mejor cafetería del país.
La profesional y yo nos dirigimos a la cafetería mencionada.
Como toda turista, no pude evitar mirar a mis alrededores. Todo era tan distinto a Corea.
Las calles, los medios de transporte y sobre todo las personas.
He de decir que me sentí algo incómoda pues recibía miradas por parte de los nativos... Al parecer no están muy acostumbrados a los extranjeros asiáticos.
Llegamos a la cafetería. Entramos y la campana anunció nuestra llegada. Mi maestra se acercó al mostrador.
– Buenos días – dijo mi maestra en inglés.
– Buenos días madame – respondió en el mismo idioma – ¿Desea ordenar algo en especial?
– Un americano – respondió y luego me miró – ¿Y tú?
– ¡Ah! – exclamé – Un frappuccino por favor.
El empleado comenzó a preparar los cafés, mientras observaba la preparación no pude evitar sentir algo de nostalgia.
Recuerdo cuando trabajé en la cafetería... Junto a Seojun...
Ahora que lo pienso, no pude despedirme de Song Kang, cuando se entere que me fui estará muy molesto.
El chico terminó de preparar la orden y nos la dió. Mi maestra y yo buscamos una mesa donde sentarnos.
Una vez en la mesa empezamos a hablar sobre lo que sería el proyecto.
– ¿Te ha gustado lo poco que haz visto? _
– preguntó la mayor mientras tomaba su líquido.
– Sí – respondí haciendo lo mismo – Aunque estoy algo cansada, tengo mucho sueño y son apenas las tres de la tarde.
– Eso se debe al cambio de horario – dijo – Pero descuida, con el tiempo te acostumbras.
Un silencio se instaló en la mesa, seguimos bebiendo nuestros cafés. Decidí romper el hielo.
– Señorita Kim... ¿puedo preguntarle algo?
– Seguro – respondió sonriente.
– ¿Por qué me escogió a mi para este proyecto?
– Porque tengo olfato Lim Mi-rae – respondió – Sé cuando alguien tiene habilidad para algo.
– ¿Disculpe?
– Te he estado observando durante las clases – dijo – Tienes una habilidad impresionante para los negocios, además puedes administrar muy fácilmente el dinero.
– ¿Eso cree?
– Lo sé – dijo con seguridad – Verás Lim Mi-rae, soy una mujer vieja – siguió – Dediqué toda mi vida a mi carrera, debido a ello no me dió tiempo para formar una familia.
Vaya... No sabía aquel dato.
– Durante mucho tiempo he batallado para formar mi propia empresa y finalmente lo he conseguido – dijo – Sin embargo, necesito a alguien que se haga cargo cuando yo me jubile.
– Quiere decir...
– Así es – dijo – Tú serás la heredera de todo, te enseñaré todo lo que sé y más.
– Maestra Kim... Realmente no sé que decir – dije anonadada.
– Aún no me agradezcas – siguió – Esto recién comienza.
– ¿Y por dónde empiezo?
– Lo primero que harás – dijo – Será aprender el idioma, no puedes estar aquí sin poder comunicarte con otros – siguió – Lo otro vendrá después.
Conforme pasaba el tiempo, me preparé para trabajar en el proyecto de la maestra Kim.
Al principio fue difícil acostumbrarme, sobre todo al cambio de horario.
Durante mucho tiempo tuve unas ojeras que me hacían parecer oso panda.
No descansaba bien y me la pasaba estudiando día y noche. Debía aprender el idioma, aprobar las materias de la universidad y además participar del proyecto.
Fueron unos meses horribles, sobretodo porque extrañaba a mi familia... Extrañaba a Seojun.
Pensé que dejar de verlo y tenerle cerca permitirían que mi corazón lo olvide más rápido, pero no funcionó.
Cada que me comunicaba con Lim Jukyung no podía evitar preguntar por él.
– Me alegra que estés bien – dije del otro lado de la línea.
– Realmente estoy disfrutando mucho mi trabajo – contestó Jukyung emocionada – Estoy viviendo mi sueño.
– Me alegra oír eso – dije sincera – ¿Haz conseguido trabajo?
– Sí, estoy trabajando en la empresa de Heekyung – contestó.
– Ya veo... – dije – Y... De casualidad... Tú... ¿Te topas con Han Seojun?
Mi hermana no contestó, dejó que un largo silencio se instalara.
– Sabes... ¿Sabes cómo está? – seguí.
Ella dió un suspiro.
– Sí... – contestó – Lo veo mucho... De hecho trabajo para él.
– Ah... – contesté cabizbaja – Y... ¿y está bien?
– No... Él no está bien Lim Mi-rae.
Su respuesta hizo que mi corazón doliera. Haberle roto el corazón es algo que jamás me podré perdonar.
– Él... Él cambio mucho – siguió – Volvió a ser el de antes.
– Está... ¿Está muy triste? – pregunté.
– Está enojado – dijo – Siempre está con el ceño fruncido y grita a los demás.
– Ya veo... – dije triste – Y... ¿Y pregunta por mí?
– Dejó de preguntar hace un tiempo – respondió.
Aquella frase hizo que mis ojos se llenen de lágrimas.
Me siento tan culpable.
Me duele mucho que la esté pasando mal.
– Debes olvidarlo Lim Mi-rae – dijo – Llevas meses allá, es momento de que conozcas nuevas personas y abras tu corazón a alguien más.
– Sí... – dije triste – Tal vez tengas razón.
El tiempo seguía pasando.
Poco a poco mi corazón iba sanando.
Conforme transcurrían los días, la presencia de Seojun en mi mente ya no eran recurrentes. De vez en cuando, me ponía a escuchar sus canciones pero dejé de hacerlo con el tiempo.
Mi cabeza estaba centrada en otra cosa.
Mi relación con la maestra Kim se volvió muy cercana, la sentía como mi abuela y para ella era como su nieta.
Nuestro proyecto tomaba buen camino, lo cual fue beneficioso pues llegó a oídos de grandes empresarios que quisieron ser participes.
Logré hacerme de amistades en la universidad quienes me apoyaron incondicionalmente, gracias a ellos aprendí el idioma y pude comunicarme mejor.
De vez en cuando salía de fiesta.
– ¡Oye Mi-rae! – gritaba mi amiga debido al bullicio – ¡Ese chico no te quita los ojos de encima!
Me volteé para ver de quien se trata. Luego volví la mirada a mi amiga.
– ¡Seguro te mira a ti! – grité de vuelta.
– ¡Claro que no! – gritó – ¡Anímate! ¡Deberías darte una oportunidad!
– ¡Realmente no estoy interesada!
– ¿¡Por qué no!? – preguntó – ¡Eres muy guapa y él también! ¡Tal vez es el amor de tu vida!
– ¡No tengo tiempo para el amor ahora! – grité – ¡Necesito concentrarme en el proyecto!
Lo que dije no es una total mentira, pues en cierta forma es verdad.
Tengo que poner todo mi esfuerzo en el proyecto y la universidad.
Pero en realidad, no quiero conocer a nadie más... Porque mi corazón aún recuerda a Han Seojun, tal vez no tanto como antes, pero sigue presente.
Llevo apenas medio año aquí y no logro olvidarlo por completo. Pero creo fielmente al refrán.
“El tiempo lo cura todo”
Espero así sea...
Pasó un año.
Mi desempeño en la universidad fue muy bueno. Mi inglés se volvió fluido e hice amistades que me acompañaron todo este tiempo.
Respecto al proyecto, está casi terminado. Al final, hemos decidido abrir una sucursal de restaurantes de comida Coreana.
Instalaremos unos pocos aquí en Inglaterra y conforme vayamos generando ganancias nos moveremos a otros lugares dentro del país.
Mantuve el contacto con mi familia y amigos. Bueno... Nunca fui de muchos amigos en Corea, pero los que siempre estuvieron conmigo seguían aquí.
Hablaba mucho con Suho y con Kang, en ocasiones hablaba con mis chicos.
Lim Jukyung y yo solíamos llamarnos todos los días, pero debido a la diferencia de horario y el tiempo limitado que teníamos por su trabajo y el mío, lo dejamos de hacer. Ahora nos llamamos dos veces por semana.
Conforme pasó el tiempo dejé de preguntar por Han Seojun.
Mi mente y corazón lo han olvidado por completo. Por fin me siento libre...
Me liberé del primer chico del cual me enamoré...
Pasaron cuatro años.
Terminé mi carrera hace unos meses y oficialmente soy administradora de empresas.
Gracias a la ayuda incondicional de la maestra Kim Jiwoo, nuestra sucursal de restaurantes creció tanto que hemos implementado varios locales en diferentes países.
Ahora me encuentro en México. Es un país del cual me enamoré, la gente es muy amigable y simpática.
Me hice rápidamente amigos en este lugar. En estos momentos me encuentro viviendo con mi mejor amiga Mexicana, la contraté como chef hace algunos años.
Ella me enseñó todo de este lugar, el idioma, las comidas y sobre todo la cultura, por ende desenvolverme no fue tan difícil. Y a cambio le enseñé todo sobre Corea.
En este preciso momento me encuentro sentada frente a la computadora. La puerta principal se abre.
– ¿Aún trabajas? – preguntó ella mientras entraba.
– Sí, aún trabajo – respondí sin mirar.
– Te vas a quemar las pestañas de tanto estar frente a esa computadora – dijo – Deberías tomar un descanso.
– Ya casi termino y... ¡Terminé!
Me volteé para verla, me puse de pie y me acerqué a ella.
– ¿Y? – pregunté – ¿Cómo estuvo tu día?
– Bastante bien jefa – dijo – Tuvimos clientes desde temprano, el restaurante está siendo todo un éxito.
– Me alegra oír eso – dije sonriente – ¿Han subido las ventas?
– Sí, hemos vendido más que el mes pasado – respondió – Estamos teniendo clientes habituales.
– Estupendo – dije – Bien, iremos a celebrar, te invitaré a comer.
– ¿¡Enserio!? – exclamó contenta – ¡Eres la mejor amiga del mundo!
Me abrazó fuertemente y besaba sin parar mi rostro.
Al principio era molesto, pero después me acostumbré. Durante mis viajes aprendí que la gente latina es muy afectuosa, así que no me molesta.
Después de un rato, disolvió el abrazo.
– Bien – dije – Tomaré una ducha, aprovecha de cambiarte ropa.
– ¡Seguro!
Me dirigí al baño y tomé una ducha. Cuando terminé fui a la habitación y me puse ropa. Salí y me encontré a mi amiga revisando el correo.
Me acerqué a ella.
– ¿Llegaron las facturas?
– Así es – contestó – Queda poco para pagar el alquiler.
Mientras ella revisaba el correo fui a buscar un vaso de agua.
– ¡Lim Mi-rae!
– ¡Qué ocurre! – grité desde la cocina.
– ¡Te llegó correspondencia!
– ¿Correspondencia? – susurré extrañada – ¿¡De los contadores!? – grité de vuelta.
– ¡No! – gritó – ¡Es de un chico! ¡Viene de Corea!
Dejé el vaso y fui a la sala.
Mi amiga me entregó el sobre.
– ¿No dice nombre? – pregunté.
– Dice ”Han”
Volteé el sobre y lo único que decía la carta era el destinatario, la dirección y quién la enviaba.
”Han”
Abrí el sobre, era una tarjeta.
Cuando empecé a leerla mi corazón dió un vuelco.
– ¿Estás bien Mi-rae? – preguntó.
No podía hablar. Leía una y otra vez la carta para corroborar si lo que leí estaba bien.
– ¡Mi-rae!
Salí de mi transe y puse mis ojos sobre mi amiga.
– ¿Que dice la carta? – preguntó.
– Es una invitación de bodas – dije con la voz entrecortada – Se va a casar...