Ivory besó a Oker antes de dejarlo salir de su coche y escuchó la suave risa del omega.
—No te rías —le dijo bajando hasta su cuello— o no podré dejarte ir.
Eso provocó una nueva risita.
Ivory besó su cuello suavemente e hizo el duro acto de contención de soltarlo.
Oker no rechazaba ninguno de sus besos e Ivory se aprovechó. Una vez había comenzado a besarlo se sorprendía de cuánto tiempo había evitado hacerlo. ¿Cómo había sido capaz de no hacerlo antes y no apartarse de sus labios?
En parte lo agradecía, ¿qué hubiera sido de él si ya estaba completamente perdido por estar a su lado antes de probar sus besos?
Lo vio salir del coche y se mordió los labios para que el gruñido que se estaba cargando en su garganta no saliera de allí.
Seguía odiando todo el tema alfa, esa posesividad, la necesidad y el gruñir absurdamente por todo, le cansaba.
Odiaba lo que un alfa podía llegar a hacer, el gruñido salió una vez Oker se dio la vuelta, lo saludó y se metió en su portal.
¿Cómo alguien había podido herir a esa criatura de un modo tan cruel?
Sus ganas de matarlos despedazándolos a todos con sus dientes y sus manos era atroz.
Solo tenía un nombre, había estado investigándolo toda la noche, ese alfa había engañado a Oker, desde la confianza lo había llevado a una pesadilla. Los otros, los que Oker había señalado como sus violadores aún permanecían en el anonimato y eso le carcomía.
Además, uno de ellos era el padre de Kyle. No podía odiar al cachorro, porque además ya lo había aceptado como suyo incluso antes de aceptar que Oker era su omega.
Pero no eran los únicos culpables, los padres de Oker lo habían echado de su casa, de su vida, lo habían arrojado como basura.
Y eso tampoco lo perdonaría, el odio le atenazó las entrañas en un sentimiento tan antiguo y doloroso como su propia infancia.
Pero de venganza no podía construir el hogar que necesitaba para ellos. Hasta él entendía eso.
Oker había dicho que sí, pero también que necesitaba un poco de tiempo, y sobre todo, ser él el que se lo contara a su hijo.
Se sobrepuso al impulso de salir del coche y subir a por su omega y su cachorro. Temía que eso iba a ser siempre así.
Pero condujo de vuelta al centro, tenía cosas que comprar para Kyle, ocuparía la habitación de invitados que siempre había estado vacía, pero no podía ser tan aséptica.
Había dado por hecho que el padre dormiría con él, pero ¿y si Oker no quería dar aún ese paso?
Una sensación de angustia le atenazó el estómago, eso de los alfas y los omegas era todo muy estresante, pero ya estaba dentro y por nada del mundo iba a salirse si Oker no quería, y al parecer él quería.
—Este color está muy de moda entre los cachorros alfas, señor —le dijo la beta de la tienda de mobiliario a la que había entrado, Ivory no distinguía bien entre las tonalidades de verde que la mujer le había enseñado, para él todas estaban bien.
Solo asintió y compró cosas que ni siquiera pensaba que un cachorro necesitara.
—Si espera tener otro cachorro con su omega este mobiliario es convertible, muy práctico —dijo la mujer contenta por las comisiones que se iba a agenciar con él.
Ivory la miró, ¿más cachorros? ¿Hacerle a Oker un cachorro?
Gruñó y la beta se mostró cohibida, tenía que hacer algo con eso de los gruñidos, tantos años obviando sus instintos alfas le estaban pasando factura.
—Me lo llevo todo, mándelo a la dirección que le he dado.
Finalmente, la beta iba a llevarse una muy buenas comisiones porque él no sabía decir que no a cada tontería que la mujer sacaba.
Ω
Oker estaba delante de una taza de café y con los ojos de Lea sobre él al otro lado de la minúscula mesa de cocina que tenían.
—¿Y tienes dudas? —preguntó su amiga beta.
—¿Y si no sale bien? —contestó Oker—. Cuando estoy con él no puedo ni pensar, solo quiero estar cerca, pero ahora, aquí, ¿y si se cansa de nosotros?
Lea bebió de su taza, la colección de tazas variopintas era el único capricho que se permitía su amiga, y las había realmente monstruosas pero a él también le encantaban, como la del mono bizco del que bebía él.
—No sé bien cómo funcionan las relaciones entre alfas y omegas, pero creo que es algo como muy evidente cuando os emparejáis, ¿no?
—No lo sé, todos mis instintos le reconocen, pero ya me jugaron una mala pasada en el pasado, ¿y si...?
—Pues yo creo que tienes que arriesgarte —le cortó Lea—, llevas 5 años escondido, pidiendo permiso casi por respirar, y ese alfa vino a buscarte, te dio trabajo, no abusó de ti cuando hubiera sido tan fácil, dices que trata a Kyle como si fuera suyo, está buenísimo y te tiene con una sonrisa boba en el rostro.
Oker enrojeció, porque sabía bien lo tonto que debía verse cuando le relató toda la noche a Lea.
—¿Y si nunca puedo darle más? —se acobardó.
A su amiga le contaba todo, y ella le había escuchado todo el tiempo sin decir nada.
—Sé algo de hombres, no de alfas, claro, pero al final imagino que son como el resto solo que apestan y gruñen, pero si ese hombre te abrazó y besó cuando entraste en pánico, te calmó y estuvo contigo sin pedir nada más, ese tipo te va a hacer sentir lo suficientemente bien para poder superar tus traumas con él, o al menos, se esforzará.
Oker tembló, no esperaba que la reacción de Ivory fuera abrazarle y darle consuelo en vez de echarle de su casa.
Ambos bebieron, pero Oker tenía otra gran duda que le carcomía.
—¿Y tú? No puedo dejarte en la estacada —dijo Oker, le debía todo a Lea y sabía que su economía si él se iba no sería la mejor.
—¿Yo? Yo iré a verte a tu súper apartamento del centro y me invitarás a té con pastas como hace la gente de bien.
Oker se rio cuando Lea alzó el meñique imitando a cómo tomaría el té como toda una dama o lo que ella pensaba que hacían las damas.
—Cariño, lo importante aquí es ¿quieres irte a vivir con él? Que forme parte de tu vida todos los días, que te abrace por la mañana y vea ese lado tuyo malas pulgas que a veces te gastas.
Oker se quedó mirándola, tomó un fuerte respiro y asintió, él quería todo eso.
—Papi. —Kyle se había despertado y con una mano hecha un puñito se frotaba uno de los ojos legañosos.
Oker abrió sus brazos y el niño se subió sobre su regazo acurrucándose.
—¿Te gusta la casa de Ivory, cariño? —le preguntó Oker tanteando a su hijo.
Este asintió con la cabeza.
—¿Qué te parecería si nos fuéramos a vivir con él? —preguntó conteniendo el aliento.
El niño lo miró fijo con sus ojitos negros.
—¿Será mi papá? —preguntó emocionado.
Oker suspiró, tenía que hablar con Ivory, no podía hacerlo de un día para otro, tenía que pensar en ese niño, si él ya estaba perdido por ese alfa a su hijo ya lo había conquistado desde hacía más tiempo.
Los hijos de Lea entraron a la cocina con un hambre voraz y Kyle se unió a ellos reclamando comida, pero Lea le miró, sí, primero tenía que hablar con Ivory un poco más y quizás pedir consejo en la asociación, había algunos omegas con hijos que se habían vuelto a unir a otros alfas, quizás ellos podrían orientarle.
Estos están tontísimos el uno por el otro y no sabéis cómo me gusta poder escribirlos así.
Les ha costado y me ha costado, todos nos lo merecemos, ¿a que sí?
Pues nada, a pasar una buena semana, nos vemos el viernes.
Leo todos vuestros comentarios y me rio un montón, que sepáis que en mi mente os pongo voces cuando os indignáis u os sorprendéis.
Nunca dije que por mi cabeza las cosas estuvieran muy bien 🤭🤭🤭🤭
Besos
Sara