Frey (Darks #2)

By Ariana_Godoy

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Tercer libro en la Saga Darks (2021) Portada: BetiBup33 design studio. More

0 Intro
I. E I N S
II. ZWEI
III. DREI
IV. VIER
V. FÜNF
VI. SECHS
VII. SIEBEN
VIII. ACHT
IX. NEUN
X. ZEHN
XII. Zwölf
XIII. DREIZEHN
XIV. VIERZEHN
XV. Fünfzehn
XVI. SECHZEHN
17. SIEBZEHN
XVIII. ACHTZEHN
XIX. NEUNZEHN

XI. ELF

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By Ariana_Godoy

XI

FREY

Frey evitaba los lugares llenos de gente.

El Festival de invierno de Farchant era el último lugar en el que quería estar, pero su objetivo era claro así que no tenía opción. Por primera vez desde que estaba en P.R.E.Y se había tomado el ansiolítico que su terapeuta le había insistido por semanas, lo necesitaba para calmarse. Era una tortura estar rodeado de tantas personas que parecían no ser conscientes de lo cerca que estaban unos de otros, el roce de brazos y hombros le incomodaba demasiado.

El clima apestaba, el cielo se mantenía gris y la nieve que había caído por la mañana cubría cada acera y un poco del pavimento. Las luces de tonos amarillos y blancos guindaban a los lados de la calle junto las decoraciones invernales que cubrían cada tienda. Muchos negocios habían extendido mostradores portátiles frente a sus tiendas para ofrecer sus productos y que las personas no tuvieran que entrar. Un movimiento inteligente, pensó Frey, porque la calle era larga y las opciones muchas.

—¡Ah! —exclamó Balkan a su lado, inhalando con exageración—. ¿Hueles eso? ¡Libertad!

Frey no olía nada, el aire helado le secaba la nariz y la garganta así que no comprendía la emoción del chico a su lado porque Balkan parecía muy entusiasmado, no había dejado de sonreír desde que se bajaron del transporte de P.R.E.Y. Él iba todo de blanco, llevaba gorro, bufanda y una chaqueta que le quedaba demasiado grande. Frey no pudo evitar decirlo:

—Tu chaqueta no es tu talla.

Balkan lo miró y volteó los ojos.

—Oh, disculpe, su grandeza, por no encontrar una buena chaqueta entre la basura de ropa que nos ofrecen en P.R.E.Y.

Frey no dijo nada y continuó observando el festival, buscando a esa chica de cabello negro que esperaba ver por ahí sin éxito. ¿Se había arrepentido? No la culpaba.

Balkan se atravesó en su camino, juguetón y sonriente con las mejillas rojas.

—¿Buscas a alguien? Si es Maren, creo que está al final de la calle con Rai.

—No es Maren —mintió.

—Entonces, sí buscas a alguien —afirmó cuando Frey lo rodeó y le pasó por un lado—. Puedo ayudarte.

—No.

Balkan bufó.

—Y yo que pensaba que estábamos progresando en nuestra amistad.

—Sí —respondió Frey, ojeando tiendas y muchas caras a la vez.

—¿Sí qué?

—Sí estamos progresando.

Balkan se quedó callado unos segundos.

—No se siente así —admitió con un suspiro.

—Si no estuviéramos progresando no me importaría usarte e involucrarte en esto —dijo Frey como si nada—. El hecho de que te mantenga al margen es porque no quiero que algo te pase porque me importas. Eso significa que somos amigos, ¿no?

Silencio.

Curioso, Frey se giró para verlo y la cara de Balkan estaba completamente roja, no solo sus mejillas.

—Tienes mucho frío —Frey notó y siguió su camino.

Balkan lo siguió, comentando cada cosa que veía: tienda, personas, decoraciones, era como si no pudiera callarse nunca.

—¿Cuánto tiempo llevas en P.R.E.Y? —preguntó Frey, buscando a Maren y a Leigh con la mirada por todo el festival. Balkan se quedo en silencio por un rato—. ¿Balkan?

—Iré por algo de tomar.

Y se alejó.

Frey continuó su búsqueda, tenía que ser rápido y eficiente si esperaba que todo saliera bien.

Todo tenía que salir bien.


JAEDA


Frey Stein era un idiota.

Jaeda lo había confirmado esa tarde mientras lo observaba desde la ventana del tercer piso del único edificio la calle del festival. Por su altura, Frey resaltaba entre la gente y se veía como un cordero perdido porque era obvio que no encontraba a quien buscaba: Leigh Fleming.

Jaeda se tensó al recordar ese nombre, pensar en ella le revolvía el estómago y su cabeza volvía a esa noche, a la nieve y a la imagen de perfil de Leigh disparándole a su hermano, matándolo como si nada, como si Heiner no fuera el ser superior que era. ¿Cómo se atrevía esa pueblerina de mierda a terminar con la existencia de alguien como él?

Ella apretó los labios, furiosa, la calidez expandiéndose por su cuello y su cara. Antes de la muerte de Heiner, Jaeda no había sido violenta, después de esa noche, todo cambió, una rabia volcánica vivía en ella y erosionaba de formas sangrientas y agresivas.

Había perdido a su hermano, su obsesión, a su amor. Heiner lo era todo para ella, y le hubiera seguido hasta el fin del mundo. Sin embargo, él ya no estaba a su lado y todo por culpa de Leigh, porque se había metido en el plan como una espina atravesada e incómoda. Jaeda le rogó muchas veces a Heiner que la matara, como si predijera que ella sería su fin. Pero él siempre le sonreía con diversión y repetía:

"Ella es mi creación, Jaeda. Quiero ser testigo de lo que puede llegar a lograr."

Logró asesinarte, Heiner, ¿estás orgulloso ahora mismo?

Jaeda inhaló profundamente e intentó contener su rabia y su emoción porque por fin había llegado el momento en el que podría vengar a su hermano. Leigh ya no estaba a salvo en otro continente, resguardada por su padre, ahora estaba aquí a su alcance. Jaeda echó un vistazo por la ventana y la vio.

Leigh Fleming estaba del lado opuesto de Frey en el festival, llevaba un abrigo rojo y un gorro a juego, su cabello negro largo estaba suelto. Jaeda bufó, porque la pueblerina que recordaba nunca usaba colores tan llamativos y que usara rojo... le recordaba a la Reina roja. Era claro que le estaba provocando de una manera muy descarada y que era tan idiota como Frey.

Jaeda miró en el reloj en su muñeca, ya él debía estar por llegar. Aunque la violencia formara parte de su identidad ahora, Jaeda no era buena con las armas, mucho menos las usadas a larga distancia como lo que necesitaba en ese momento: un fusil francotirador. Así que había contratado a uno de los mejores y quedaron de verse en este apartamento vacío del edificio. Sería una muerte rápida, quizás no lo que había planeado en su cabeza para Leigh, pero serviría.

Ella ojeó a Leigh desde la ventana con vidrios rotos y de marco lleno de nieve, imaginó la forma en la que el cuerpo de la chica caería sin vida sobre la blancura de la nieve igual que Heiner.

—Estoy aquí —murmuró el francotirador al entrar, cargaba una maleta donde traía el arma.

Jaeda señaló la ventana.

—Desde aquí tienes una buena oportunidad.

Él asintió, era de poca estatura y con un corte de cabello muy bajo. Era de confianza, no era la primera vez que hacía un trabajo para ellos. Él comenzó a juntar todas las partes del arma frente a la ventana.

—¿Tiene listo el vehículo de escape? Serán un par de minutos antes de que la multitud se dé cuenta de que le han disparado a alguien y el pánico se apodere de todo.

Jaeda se cruzó de brazos, impaciente.

—Todo está listo.

Ella se puso a su lado y le indicó:

—Es la chica de rojo... cabello negro, justo al lado del grupo que va de negro.

El señor asintió.

—De rojo... como si quisiera ser un blanco fácil —murmuró.

—Lo sé, me está provocando, supongo que pensó que iría a hablarle. Par de idiotas.

Jaeda sonrió, viendo a la calle. Ansiosa, esperando ver la nieve manchada de rojo.

El sonido de un clic muy bajo llamó su atención y cuando desvió la mirada de la ventana hacia el francotirador se quedó helada porque en el brazo izquierdo del señor estaba clavado un dardo. Él estaba sorprendido, con la mirada en algo detrás de ella. El francotirador cayó inconsciente al suelo y Jaeda se giró lentamente.

Frente a ella, estaba alguien, todo de negro con un chaleco antibalas y un largo brazo que sostenía una pistola tranquilizante apuntada hacia ella. Su cabello rubio estaba revuelto y lleno de copos de nieves que ya se derretían, sus ojos azulados lucían muertos y un poco más grises bajo la luz opaca del apartamento vació.

—Heist.

Su nombre dejó los labios de Jaeda en un susurro porque estaba demasiado sorprendida. ¿Cómo...? Heist sonrió de una manera retorcida y bajó el arma.

—No son un par de idiotas. —Su voz profunda resonó en el pequeño espacio.

—¿Qué?

—Frey y Leigh no son idiotas —aclaró—. Frey es una de las personas más inteligentes que conozco —agregó como si estuvieran teniendo una conversación cualquiera—. Él sabe calcular cada posible escenario, pero es consciente de sus limitaciones a la hora de analizar personas y ponerse en sus zapatos, pensar como ellas, meterse en sus cabezas y predecir sus pasos. Esa es mi área, así que...—se encogió de hombros—. Me pidió ayuda y aquí estoy.

—¿Cómo... supiste? ¿Cómo...? Fui tan cuidadosa, fui...

Y entonces, recordó las palabras de Heiner, una noche que no podía dormir.

—¿Qué te preocupa?

—Heist.

—¿Por qué?

—Porque si no logro distraerlo lo suficiente, él puede descifrar mi plan. Heist tiene una habilidad muy amplia para analizar a los demás.

El chico alto y rubio frente a ella ladeó la cabeza, divertido.

—No fue difícil, Jaeda. —Él comenzó—. No eres una líder, eres una seguidora. Heiner te lavó el cerebro, y te creó una dependencia enfermiza hacia él, por supuesto que querrías vengarte de la persona que lo mató, pero no eres tonta para hacerlo tú misma en un lugar lleno de gente, tampoco eres buena con las armas, y sabías que solo tenías una oportunidad porque un solo disparo sería suficiente para causar caos en el festival. Así que no podías fallar, ¿no? —Él se rascó un lado de la cabeza con la base del arma—. Y bueno, es mejor asegurarse y contratar a un profesional que lo haga desde la distancia porque muy dentro de ti, sigues siendo una pequeña asustadiza que necesita huir y sentirse segura. Desgraciadamente para ti, esta calle tiene un solo edificio lo suficientemente alto para dispararle a alguien del festival. Fue fácil encontrar los apartamentos que estuvieran vacíos y ¡bingo! —chilló él y Jaeda saltó un poco—. Te encontré.

—Eres...

—¿Un genio? ¿Un loco? ¿Ambas? —preguntó, aún sonriendo. Y la furia la invadió, ¿cómo se atrevía a arrebatarle la oportunidad de vengar a Heiner?

—Ella mató a mi hermano —refutó ella con rabia—. Heiner era un genio, él—

—Heiner era un enfermo —interrumpió Heist—. ¿Qué edad tenías cuando comenzó a abusar de ti?

Jaeda se tensó por completo.

—No fue abuso.

—¿Qué edad tenías, Jaeda? —repitió Heist—. ¿Quince? ¿Catorce? —Jaeda desvió la mirada—. Catorce... ¿eres consciente de que también fuiste una víctima de Heiner?

—¡No! —gritó Jaeda, apretando sus puños—. No fui una víctima, yo sabía lo que hacía y no vas a lavarme el cerebro, sé que eres un manipulador, Heist, no soy tonta. Si vas a matarme, solo hazlo.

Heist suspiró.

—¿Matarte? —él dio un paso hacia ella—. ¿Por qué haría algo así? Los muertos no hablan, Jaeda, y necesitamos que hables mucho.

—No sé de que hablas.

—¿Te refresco la memoria? —Heist apuntó hacia el hombro izquierdo de la chica—. Tienes un tatuaje ahí, ¿no?

Jaeda no pudo controlar el pánico que la envolvió ante esa pregunta. Fueron unos segundos en los que su expresión se contrajo, e intentó relajarla lo más rápido posible, pero Heist lo notó y señaló una silla llena de polvo a un lado de ella.

—Toma asiento.

—No.

—Estoy siendo amable, Jaeda, no asesiné a tu francotirador cuando tenia todas las ganas de hacerlo porque el hecho de que él asesine por dinero sin importar si son inocentes o no, no me agrada, pero me controlé, ni tampoco le hice nada a Maren. —Los ojos de Jaeda se abrieron de forma exagerada.

—Ella no tiene nada que ver en esto.

—Quizás. —Heist sacó otra arma de la parte baja de su espalda y esta no era de dardos, era de balas que Jaeda sabía terminarían en la cabeza de alguien si a él le daba la gana—. Todo depende de tu cooperación.

—¿Por qué cooperaría con ustedes? Ustedes fueron el fin de la grandeza de Heiner, él tenía un futuro brillante, era—

—Un monstruo que perdió.

Jaeda apretó los dientes.

—No, él logró todo lo que quería, él tuvo a tu madre. Él ganó.

La expresión de Heist se oscureció.

—Los ganadores no son asesinados como perros, ni muchos menos olvidados con tanta facilidad. —Su sonrisa fue sádica—. ¿Sabes que el disparo de Leigh a su entrepierna le destrozó todo? —El pecho de Jaeda se apretó—. Tuvieron que recoger partes de él por casi una hora. Estuve ahí... fue maravilloso.

—Loco de mierda.

—Por supuesto que estoy loco, Jaeda —respondió, sonriente—. Y es por eso por lo que deberías cooperar.

—No sé que quieres de mí.

—Sí lo sabes, nombres, lugares, todo.

Jaeda bufó.

—No soy una soplona.

—No, pero quieres a Maren, y eso es una debilidad que no dudaré en explotar.

Jaeda lo ojeó por unos segundos.

—Y tú quieres a Leigh. —Heist no se inmutó—. Yo también puedo explotar esa debilidad.

Heist se echó a reír, la carcajada resonando por todo el apartamento. Y Jaeda arrugó sus cejas porque esa no era la reacción que esperaba.

—Si crees que Leigh Fleming es una debilidad, no aprendiste nada de lo que pasó, Jaeda.

Ella se quedó callada y Heist exhaló con aburrimiento, y comenzó a ponerle silenciador al arma. Jaeda se paralizó, ¿este sería su final? Pensó en todas las cosas que no alcanzó a decirle a Maren, a las pocas personas que aún le importaban.

—Te dije que no hablaría sin un incentivo —dijo Heist en un tono de voz alto, dirigiéndose a alguien más, ¿no estaba solo? —. Frey.

Y el chico alto de extremidades largas emergió de detrás de la pared de la entrada del apartamento, cargando a una Maren inconsciente en sus brazos. El pálido rostro de Frey estaba lleno de sangre de golpes que se comenzaban a hinchar y su labio inferior estaba roto: Maren no se había rendido con facilidad.

¿En qué momento... él...? Jaeda se había enfocado tanto en Leigh que perdió de vista a Frey, a Maren, a todos. Leigh no había sido una provocación tonta y descuidada.

Leigh había sido una distracción que había funcionado demasiado bien porque las ganas de vengar a su hermano habían sido obvias para todos. Jaeda... había sido fácil de leer para ellos.

Frey puso a Maren el suelo frente a Heist quien no dudo en apuntarla con el arma ya lista con silenciador.

—Entonces, Jaeda, ¿lista para charlar?

Fucking Steins.

----------------

Nota de la autora: F-cking Steins, ¿eh? 

Ah, amé este capítulo, fue esa combinación Stein perfecta. Algo que amo de Frey es su capacidad de decir 'no soy bueno en esto así que traeré a alguien que sí.' Frey sabía que aunque no quisiera involucrar a sus hermanos, no podía exponer a Leigh de esa forma sin tener la seguridad de que no saldría herida. 

Ah, Jaeda, ella también fue una víctima de Heiner, me entristece mucho la forma en la que su mentalidad está condicionada con esa psicología de culto para tener a Heiner como un dios a pesar de que ya está muerto. Heiner hizo un trabajo mental inmenso con ella desde que era muy joven. No puedo odiarla, sé que no ha sido buena, pero también fue una víctima que aún no puede aceptar que lo fue y sigue atrapada en lo que ese enfermo le metió en la cabeza. 

Also, hola, Heist Margarito, te odio, pero te amo, rubio estúpido de sonrisa torcida. 

Also, Heist y Leigh están en el mismo lugar... no se hagan ilusiones JAJAJA igualadas. 

Also, quiero ser una F-CKING STEIN, para ser cool, no violenta, ¿okay? Soy bien zanahoria. 

Siganme en redes que ahí comentamos el capítulo: Twitter: Arix05, Insta: Ari_godoy.

Muakatela,

Ariana Stein

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