ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜...

De _alemoran

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𝗕𝗜𝗟𝗢𝗚𝗜𝗔 𝗟𝗨𝗖𝗘𝗦 𝗬 𝗦𝗢𝗠𝗕𝗥𝗔𝗦 𝗜 & 𝗜𝗜. «SINOPSIS COMPLETA DENTRO DEL LIBRO.» Ella es elegante... Mais

SINOPSIS + ADVERTENCIAS Y SIGNIFICADO.
CAPÍTULO 0.
•|CAPÍTULO 1: DASSAÚLT.
•|CAPÍTULO 2: SIMULADOR.
•|CAPÍTULO 3: LEGADO FAMILIAR.
•|CAPÍTULO 4: ANTÍTESIS.
•|CAPÍTULO 5: MUÑECA.
•|CAPÍTULO 6: PUESTA EN ESCENA.
•|CAPÍTULO 7: PARC FERMÉ.
•|CAPITULO 8: ¿CON DASSAÚLT?
•|CAPÍTULO 10: LADY ADELAINE.
•|CAPÍTULO 11: SRA. DASSAÚLT.
•|CAPÍTULO 12: FACHADA.
•|CAPÍTULO 13: HIJA TROFEO.
•|CAPÍTULO 14: UN TE QUIERO EN MÓNACO.
•|CAPÍTULO 15: LÍNEA DE SALIDA.
•|CAPÍTULO 16: ANACRONÍA.
•|CAPÍTULO 17: DOLLHOUSE.
•|CAPÍTULO 18: CONTRA RELOJ.
•|CAPITULO 19: HERIDA ABIERTA.
•|CAPÍTULO 20: INEFABLE.
•|CAPÍTULO 21: HEAVEN.
•|CAPÍTULO 22: HEAVEN PARTE II.
•|CAPÍTULO 23: ADAGIO.
•|CAPÍTULO 24: SIN REGLAS EN EL PARAÍSO.
•|CAPÍTULO 25: EN LA MIRA DEL CISNE.
•|CAPÍTULO 26: EL BESO DE LA MUERTE.
•|CAPÍTULO 27: EL SILENCIO DE LOS INOCENTES.
•|CAPÍTULO 28: A UN LATIDO DEL CAOS
•|CAPÍTULO 29: LÁGRIMAS DE UN CISNE ROTO.
•|CAPÍTULO 30: EPÍLOGO.
༺✧ 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜𝗜: 𝗜𝗡𝗘𝗙𝗔𝗕𝗟𝗘.༺✧
•|CAPÍTULO 0.
•|CAPÍTULO 1: LA FUNCIÓN DE UN CORAZÓN ROTO.
•|CAPÍTULO 2: UN TÍTULO REAL Y OTROS DESASTRES.
•|CAPÍTULO 3: EL MANDATO DE LA REINA.
•|CAPÍTULO 4: LOS DUQUES DE VASELLÍ.
•|CAPÍTULO 5: ENTRE EL PASADO Y EL PRESENTE.
•|CAPÍTULO 6: TODO QUEDA EN FAMILIA.
•|CAPÍTULO 7: ENTRE CONFESIONES Y CORAZONES ROTOS.
•|CAPÍTULO 8: DASSAÚLT BONNET.

•|CAPÍTULO 9: LAS VEGAS.

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De _alemoran


Adelaine.


El dolor de cabeza me taladra las sienes que hace ponga una mueca tras quejarme sin importarme nada. Sin embargo, suelto un suspiro tras sentir la calidez de algo rodearme la cintura y...

—Mierda.—maldigo en un susurro y entre cierro los ojos cuando los abro.

Esta no es mi habitación, lo sé porque esta tiene colores más oscuros. El brazo que me rodea de la cintura me pega más a su pecho y el temor que me invade hace que me quiera quitar mas no puedo porque es demasiado fuerte.

Con vergüenza me volteo y me rindo ante lo que veo.

Es Marc.

Con el cabello castaño hecho un desastre ya que algunos mechones le cubren la frente, pego un leve brinco cuando tocan la puerta con insistencia que no se que hacer.

Ahogó un grito cuando Marc se acerca más y aun sin abrir los ojos me cubre con la sabana.

Me hago bolita porque caigo en cuenta de una cosa.

¡Tuvimos sexo!

Mucho más al verlo poner una leve sonrisa cuando se oye el cerrojo de la puerta siendo manipulado.

—No hagas ruido, muñeca.—susurra en cuanto la puerta se abre.

—¿Tuvimos sexo?—me atreví a preguntarle en un susurro mirando su pecho.

Este se movió cuando dejó salir una leve risa.

—Pues... ¿Cómo te lo explico, muñeca?—me respondió en el mismo tono de voz.—Como diría mi hermana, fue cardio y del bueno.

Ahogué una exclamación llena de vergüenza.

—¿Mi Lord?—lo llama por su título desde las puertas corredizas que dan para la sala de estar.

—¿Si, Francis?—Marc le responde lleno de tranquilidad, como si yo no estuviera en su cama, desnuda.

—Mi Lord, lamento haberlos despertado, pero la duquesa los solicita de emergencia en el gran comedor de la terraza del hotel.—el hombre se aclara la garganta.—La noticia de su boda salió en la prensa desde la madrugada.

Entonces las puertas se abrieron cuando una segunda voz llegó a nosotros.

—Marcus Spencer II Dassaúlt Fontaine.—La voz de su madre salió llena de seriedad. A pocos metros de nosotros.—Francis, necesito hablar con mi hijo.

—Mi esposa está dormida, madre.

—¿Porque con ella, Marcus?

Dios que no le diga que básicamente compre a su primogénito.

—Es de una de las familias más antiguas de Italia. Es educada, refinada, amable cuando quiere y un pequeño grano en el culo también.

Sin evitarlo lo pellizque haciendo que él apretara más su agarre en mi cintura.

—Marcus.—advirtió.

—Madre.

—No es tiempo para tus juegos sarcásticos.

—Estábamos saliendo a escondidas desde hace meses.—mintió con naturalidad.—Gané el Gran Premio ayer, qué mejor que después del festejo casarme con ella.

La señora Diane soltó un largo suspiro.

—Oh, por Dios. ¿Está embarazada?

Abrí la boca ante esa pregunta. Esto se está saliendo de control, maldita sea.

—No, madre. Aún no te daremos nietos.—la forma en la que le contesto me hizo removerme en la cama ignorando su advertencia.

—¿Por qué no me dijiste que salías con ella, Marcus? Así podrías haber sido menos imbécil.

—Gracias por tus palabras llenas de motivación, Diane.—contestó con sorna.

—Mira, hijo. No me ofende tu elección de esposa pues ella me agrada, más no la manera con la que ambos actuaron. Eres un Lord, Marcus.

Ahora entiendo la razón por la que no le gusta que lo llamen así.

—¿Están aquí?

—Nos verán al regresar en Mónaco, en la finca. Ahora los espero en el comedor.

Supe que salió pues el sonido molesto que hizo al cerrar las puerta lo dejó en claro.

—Adelaine...

Rendida tome el valor suficiente para bajar un poco la sábana y verlo.

—¿Buenos días?

Sonrió abiertamente al oirme.

Me removí un poco incómoda cuando me observo con atención sin importarle absolutamente nada, mucho menos cuando se llevó una mano al rostro dejando ver la argolla de oro en su dedo anular.

—Te dejaré para que te cambies y te pongas cómoda antes de salir. ¿Te parece bien? Así podrás hablarme del plan que debes de tener.

Asenti sin dudarlo, necesito aclararme las ideas porque bebi demasiado alcohol y cometi el error mas grande de la vida.

Tener sexo con mi antitesis.

Cierro los ojos volviendo a cubrirme con la sábana el rostro dejando salir un suspiro al sentir que se levanto para despues oir como se alejo.

La bandera a cuadros se ondea con energía y los gritos eufóricos de las personas a mi lado hacen que sonría sin saber la razón. Así como yo disfruto de mi deporte ellos lo hacen con esto, sentir la adrenalina de las últimas vueltas y ver las pantallas donde los apellidos de los pilotos a cada tanto cambian de posición en la tabla numérica.

—¡Marc Dassaúlt gana el Gran Premio de Las Vegas señoras y señores!vocifera al conductor lleno de energía.

Angelique a mi lado deja salir un grito emocionada. Scarlett sonríe a más no poder mientras ella baja de un brinco y corre emocionada hacia donde la gente se comienza a amontonar.

Suspirando me levanto del asiento para colgarme el bolso y seguirla al lado de Angie.

—¿Entonces qué te dijo Cars?

La observé de reojo y sonreí al sentir todo el confeti negro con tinto caer sobre nosotras.

Eleve la vista tratando de esquivar a la gran multitud y lo ví.

Los gritos eufóricos, los silbidos y las banderas ondeantes predominaban más.

Pero no como la manera en la que él entró al estrado con una ancha sonrisa en el rostro saludando. Tras que lo hicieran los otros dos pilotos.

—Bien hecho, Trev.—susurré al verlo subir para el segundo lugar. —Tienes podio, Magnus estará satisfecho al menos.

Nuestro padre no lo deja volar como Trevor lo merece. Sería lindo que él disfrute de su deporte sin tener que limitarse.

Pero ahí están.

Ambos.

En el podio.

Una carcajada brota de al ver que Angie le manda un beso a Piero ya que los dos de Luxxe están ahí.

—¡Vamos Pier!—alenta ella.

Es entonces cuando Marc sostiene el trofeo para elevarlo al aire y bajar la vista hasta que nos encuentra.

—Él dijo que sí.—susurre queriendo borrar mi sonrisa cuando inclino el trofeo en mi dirección.

—¡Si!—Angie me abrazo.—¡Debemos ir a buscar un buen vestido! Tengo la tarjeta dorada de Marc.


[.....]


Se que dije que esto era lo que necesitaba. Más no que mi futuro marido falso se vea malditamente bien estando ebrio.

Mucho menos que Angie me convenciera de usar un vestido de seda en color champagne y que el collar de perlas en mi cuello se sintiera cómodo.

Siento que la cabeza me da vueltas y si me dijeran que hiciera un Grand Jeté estoy segura acabaría con otro esguince. La grandiosa idea de salir a celebrar con el equipo no fue lo que esperaba.

Yo tenía planeado un abogado y una boda civil sin escándalos. Y no estar parada frente a un Elvis mal vestido en una capilla llena de pilotos ebrios.

Marc sostiene mi mano izquierda cuando Angie se acerca con mi hermano que de alguna manera aceptó estar aquí.

La mirada aguamarina de Marc es más intensa que de costumbre y no me explico la razón.

No tengo una explicación a saber porque él accedió a qué Angie gastará tanto dinero en las argollas de matrimonio y en un anillo de compromiso con un diamante de no sé cuántos quilates pero es enorme.

Él desliza ambos anillos sobre mi anular, la música llega por el festejo al lado del salón y el aire parece haberse escapado de mi cuerpo cuando es mi turno. Pongo el anillo en el dedo de Marc y él me da un leve apretón tratando de tranquilizarme.

—¡Denme un beso maldita sea!—gritan los demás pilotos mientras algunos nos silban.

El Elvis falso termina de hablar para acercarnos el acta que agarró la pluma y firmó el papel.

Muy bien, Adelaine. El primer paso del plan ya está listo. Ahí está la firma de tu antítesis, elegante y brillante.

—Por el poder que me concede Las Vegas y Santo Elvis.—aquello me hace reír.—Los declaro marido y mujer.

—¡Ya sabía yo que sería con la Old Money!—aquello grita William que estalla en carcajadas.

Ni siquiera sé en qué momento los labios de Marc estaban sobre los míos, pero si sé, que sabe a champagne y a fresas con chocolate que mi instinto me obliga a pedir más de lo que puedo.

También que él exige sobre mis labios que muerda un poco cuando me toma de la cintura con firmeza.

—¿Nos quedamos?—susurra contra mis labios.

«No, esto está mal.» Pero ni siquiera lo pienso dos veces cuando le asiento y lo miro a los ojos cuando se separa de mí.

Sus pupilas están tan dilatadas que me cuesta creer que eso pueda ser posible en él.

No tardamos ni diez minutos en llegar al hotel, subir a la habitación ni mucho menos en que se tardara en abrirla. Mi espalda se pega a la pared con fuerza que sus labios reclamaban los míos con urgencia y desesperación, mis dedos se enredan en la sedosidad de su cabello castaño cuando me levanta en el aire y mis piernas se enredan en su cintura.

—Joder, muñeca.—gime contra mis labios logrando estremecerme por competo bajo su tacto.

Lo ansío por completo al sentir como una de sus manos sube poco a poco el vestido de seda que dejó su cabello para ir directamente a los botones de su camiseta blanca. Me deleito al ver su torso desnudo cuando la prenda cae al suelo, un jadeo se escapa de mi garganta ante la agilidad con la que él me hace girar y deja mi mejilla contra la fría pared.

El cómo rompe el vestido hace que respire profundamente y muerdo mis labios cuando una de sus piernas separa las mías. Su respiración en mi cuello me estremecía y gire un poco el rostro desesperada a verlo.

—¿Qué estás esperando, Dassaúlt?

Aquello fue la gota que derramó el vaso ya que sonreí en el momento que lo sentí. Sus labios en mi cuello, sus manos rompiendo mi braga sin dificultad y oyendo como el pantalón del traje cae al suelo.


Me sobresaltó ante el sonido del teléfono vibrando.

—Hoy no existo.

De mala gana me levanto y una queja se escapa de mis labios, cierro los ojos mientras aguanto el dolor que siento en todo el cuerpo. Esto hace que sienta más vergüenza que antes.

Me duele todo el cuerpo. Las piernas, las caderas y la espalda que no puedo estar recta sin sentir la protesta. Como puedo me dirijo al baño dejando caer la sábana y verme en el enorme espejo.

—Ay no puede ser.—me quejo viendo marcas en los pechos.

Tengo dos más donde se supone no debe de haber marcas. ¿Cómo es que llegaron ahí?

Me giro un poco para ver mejor haciendo que me arrepienta de inmediato como todo lo que paso ayer en la habitación.

Resignada me voy a la ducha donde me aseguro de quedarme ahí por mucho tiempo. No quiero salir, en verdad que no.

Tras haberme asegurado de borrar todo rastro de Marc Dassaúlt en mi, es que salgo enredada en una toalla, encontrando con que la habitación fue recogida y que hay varias bolsas de ropa en la cama. Saco la ropa sin fijarme en las etiquetas y me cambio con rapidez sintiendo la sedosidad del vestido en color vino.

Marc entra a la habitacion cuando estoy frente al tocador y este se acerca que mis movimientos con el cepillo se quedan en el aire al verle el cuello.

—¿Eso lo hice yo?—me las arreglo para verme serena.

Él se recarga permitiendo ver mejor su cuello, la camisa casi a juego con el color de mi vestido no me pasa desapercibida pues resalta el color de sus ojos claros.

—Si, ese chupetón lo hiciste tú, muñeca.—revela con tranquilidad.

—Crees que puedes explicarme porque yo también tengo.—aclare mi garganta y lo señale con el cepillo. —¿Por qué tengo dos chupetones en el trasero?

—Claro.

—Gracias.—suelto de mala gana.

—Tienes un hermoso trasero, muñeca. Ve que ando aporreado, fue equitativo.

De mi garganta brotó una risa carente de emoción.

—¿Es equitativo tener marcas?

—Si. ¿Te enseño como me dejaste la espalda?

—No.—respondí entre dientes. —¿Estamos de acuerdo en que esto fue un error? El haber tenido sexo.

Sus ojos claros me estudiaron a profundidad, sin decirme nada por algunos minutos que me fueron eternos.

—Lo fue.—respondió después de una eternidad.

Asentí mientras seguía con el cepillo, un poco más tranquila después de su respuesta.

—El fideicomiso es de varios millones de euros. Te daré la mitad por haber aceptado.—revele.

Lo observé por el espejo cuando no emitió palabra alguna que me termine encontrando con esa mirada aguamarina sobre mi. Tratando de saber que estoy pensando.

—No es necesario, Adelaine. ¿Por qué recurriste a esto?

—Me quitaron el apoyo económico después de haber terminado con Joseph. Necesito pagar la academia y poder graduarme para ir a París.—solté en un suspiro.—Mi abuela dejó su herencia bajo ese ridículo fideicomiso, debo de estar casada para poder cobrarlo. Y tú aceptaste ayudarme.

—Lamento lo de tu abuela.

Hice un ademán con la mano queriendo restarle importancia.

—Fue hace dos años. Estoy bien.—trate de evitar mirarlo.—Se que habrá trabas, pues estarán checando que vivamos juntos.

—Estoy de acuerdo.

—¿Tienes problema con eso?

—No. Tengo la finca perfecta para la pequeña mentira que estamos montando.—dijo con cierta diversión.—¿Qué pasará con Scarlett?

—No soy su tutora legal.—fue mi única respuesta. Sin embargo, se dió cuenta de que aquello me dolió.—Tratare de conformarme con verla algunos días a la semana.

Marc se acomodo mejor en el tocador.

Dios que esa marca está demasiado visible y parece no molestarle.

—Puedo ayudarte a obtener la custodia de Scarlett.

Abrí la boca al oírlo.

—¿Por qué lo haces?

Se encogió de hombros.

—Eres la mejor amiga de mi hermana. Necesitas ayuda y ambos sabemos mentir a la perfección. Podemos tratar de que Scarlett viva con nosotros.

—Ellos tienen influencias.

—Y yo soy un Lord. ¿Jugamos a ver quién tiene más influencias?

Me puse de pie dejando el cepillo.

—¿Que me ocultas, Marcus?

—¿Que me ocultas tu, muñeca?—me regreso la pregunta.—Los papeles envueltos en perfección delante de las cámaras siempre caen. Tu tienes secretos, yo igual.

—No te dejaré ver mis anacronias. Así como sé que harás lo mismo.

No retrocedí cuando él se puso de pie.

—Me contarás tu pasado llegando el momento, muñeca.—susurro sobre mi oído.—Es inevitable que uno no lo cuente pues te ayuda a avanzar.

Eleve el rostro ante eso.

—No estamos jugando.

Hizo una mueca antes de lamerse los labios.

—Nuestro juego comenzó cuando gemiste mi nombre, Adelaine Bonnet. Más no lo seguiré hasta que tú hagas el primer movimiento.

No le respondí porque mi cerebro parecía haberse quedado en blanco. Yo, que siempre tengo una respuesta para todo, ahora ni dos palabras podrían salir de mi boca.

—Regresando comenzaremos con el show, señora Dassaúlt. Asegúrate de que a Scarlett le guste una finca con vista al mar.

Metió las manos en los bolsillos y retrocedió un poco antes de girarse e irse en dirección a la salida.

Solté el aire contenido bajando la vista a los anillos de mi dedo.

—No seguiré tu juego, Marcus.

Pase lo que pase. Mi objetivo siempre es y será el mismo.

Cumplir mi sueño y estar con mi hermana.

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