𝙇𝘼 𝙋𝙍𝙊𝙋𝙐𝙀𝙎𝙏𝘼 [JENN...

By Mugiwara_69_

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Esta es una adaptación de la película "La Propuesta" Al ser una adaptación de una película, hay ciertas cosas... More

SINOPSIS
CAST
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By Mugiwara_69_

Las palabras de la castaña fueron como un balde de agua fría para Maya, quien realmente no estaba entendiendo lo que sucedía, así que con la mirada llena de curiosidad e incredulidad volteó a ver a su jefa.

—¿Quiénes? –Preguntó.

—Tú y yo –Respondió ella soltando una risa nerviosa –¡Tú y yo nos vamos a casar! Sí.

—Oh, nosotras –Dijo atontada.

Sandra y Cate las miraron con curiosidad.

—¿No es tu secretaria? –Preguntó Cate.

—Asistente –Se apresuró a responder la morena.

—Asistente ejecutiva –Corrigió Jenna con una sonrisa –No sería la primera vez que alguien se enamora de su secretaría, ¿verdad, Cate? –La mencionada se removió incomoda al ver como su socia la volteaba a ver –Maya y yo solo somos dos personas que no debían enamorarse, pero nos enamoramos –La morena negó –Las noches largas en la oficina, los viajes a las ferias de libros.

—Algo pasó –Dijo Maya.

—Algo.

—Sí –La castaña sonrió falsamente mostrando sus dientes.

—Tratamos de resistir, pero este amor fue irresistible –Abrazó ligeramente a la morena –Entonces ¿Están de acuerdo con esto? –Se separó se señaló a sí misma y después señaló a la pelinegra –¿Están contentos? Porque nosotras estamos contentas, muy contentas

—Es fantástico –Dijo Sandra –Solo vuélvelo legal –Levanto la mano izquierda mostrándole su anillo de casado.

La morena sonrió y señaló su propio dedo mientras asentía.

—Bueno, eso significa —Miró a la morena de reojo –Que necesitamos ir a la oficina de inmigración para arreglar está situación.

Ambos jefes asintieron en aprobación.

—Sí, muchas gracias, señoritas. Eso haremos –Dijo la castaña sin dejar de sonreír.

—Señoritas –Se despidió la pelinegra, aún sin entender del todo lo que estaba sucediendo, entonces poco a poco se dio la vuelta y acompañó a su jefa a la salida.

Al salir de la oficina de los directivos, Maya pudo sentir como todas las miradas estaban sobre ella y sobre Jenna. La morena no era tonta, sabía perfectamente que el rumor de su supuesta boda con la castaña estaba actualmente siendo divulgado por los mails de todos los trabajadores de Bullock Blanchett.

Con incomodidad evidente, Maya se desabrocho uno de los botones de su camisa; el que todas las miradas estuvieran sobre ellas la estaba asfixiando y no podía creer como es que su jefa podía estar tan tranquila al respecto. Al pasar por los lugares de sus compañeros, muchos de los varones la miraban y hacían el ademan de aplaudirle por ganarse a la jefa, y, por otro lado, las mujeres negaban con la cabeza ¡Era una boda falsa!

—¿De verdad? ¿Con ella? –Preguntó la chica con la que cambió su camisa horas antes.

La morena la miro sin saber que decirle y continuó con su camino. Se adentró la oficina de su jefa y cerró la puerta para que nadie pudiese oírlas, entonces se acercó para quedar frente a ella.

Sin inmutarse de la presencia de su asistente, la castaña comenzó a quitarle las ligas a uno de los manuscritos que tenía sobre el escritorio, tomó una pluma y antes de comenzar a trabajar levantó la vista y se encontró con una morena visiblemente confundida.

—¿Qué ocurre? –Preguntó.

—No entiendo lo que está pasando –Confesó la morena.

—Tranquila. Te va a beneficiar.

—Explícame –Pidió.

—Iban a hacer jefe a Georgie –Dijo como si eso fuese una respuesta lógica –Por eso nos tenemos que casar –Regresó su vista a los manuscritos —¿Qué pasa? – preguntó sin verla –¿Te reservabas para alguien especial?

—Me gustaría pensar que sí –Respondió apretando los dientes –Además, es ilegal.

—Buscan terroristas, no personas como noostras.

—¿Jenna?

—¿Sí? –Volteó a verla.

—No me voy a casar contigo –Dijo tranquilamente.

—Claro que sí. Si no, tu sueño de tocar las vidas de millones quedará estancado –Dejó el manuscrito en el que estaba por trabajar en el escritorio y se recargó sobre el –Georgie te despedirá tan pronto como me vaya. Vas a tener que buscar otro trabajo –La mirada de Maya pasó directamente a una preocupación extrema –Todo el tiempo que pasamos juntas, los cafés, las citas canceladas, las compras de tampones, habrán sido para nada y tu sueño de ser editora desaparecerá.

La morena respiró profundo sintiéndose nuevamente asfixiada.

—No te preocupes –Dijo la castaña –Nos divorciaremos después de un tiempo. Hasta entonces, tu vida está atada a la mía –Volvió a tomar entre sus manos el manuscrito y entonces sonó el teléfono –Contesta –Señaló la puerta indicándole que saliera.

Sin moverse, Maya se quedó respirando con lentitud mientras procesaba todo lo que acababa de suceder. Se iba a casar, lo haría. Su trabajo dependía de ello y no podía decirle que no a la bruja que tenía como jefa. Necesitaba pensar rápido que es lo que iba a hacer.

—Teléfono –La voz de la castaña la sacó de su casi ataque de pánico y entonces volvió en sí.

Caminó hasta la puerta, salió de la oficina y volvió a sentirse asfixiada al ver como todos sus compañeros la veían. Tratando de ignorar la situación, se metió en su cubículo y descolgó el teléfono para continuar con su trabajo. Tenía mucho que pensar.

◆◇◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◇◆◇

La morena se encontraba caminando detrás de Jenna, quien estaba en su pose habitual de comerse al mundo, a punto de entrar a las oficinas de inmigración de los Estados Unidos.

Está demás decir que el departamento de inmigración estaba completamente lleno. Al ver la cantidad de personas que había haciendo fila para que fuesen atendidos, la castaña hizo una mueca y decidió caminar hasta el final de la cola.

—Solo será una pregunta —Dijo cuándo le quitó el lugar a la persona que seguía para ser atendida –Necesito que tome está petición de visa, por favor –Una sonrisa adornó su rostro mientras le entregaba el folder que incluía la solicitud al señor que la iba atender.

—¿Señorita Ortega?

—¿Sí? – volteó a verlo.

—Acompáñeme, por favor –Le hizo señas con la mano para que lo siguiera.

El señor llevó a ambas mujeres a una oficina y les dijo que esperasen un poco, ya que alguien debía hablar con la castaña. Ambas llevaban ya cinco minutos dentro, cuando la morena decidió romper el hielo y hablar.

—Tengo un mal presentimiento –Dijo sin dejar de ver el lugar en el que estaban

Jenna, en comparación a la morena, estaba lo más tranquila posible revisando sus mails desde su celular. Sin embargo, cuando la morena habló, lo único que hizo fue mirarla con una ceja alzada; no estaba acostumbrada a ver a la pelinegra tan negativa, así que solo suspiró y trató de ignorarla, como siempre hacía. Entonces, alguien tocó la puerta asustándola.

—Hola –Dijo ella al ver a un hombre de traje gris que se adentraba a la oficina.

— Hola. Yo soy el Sr Segarra –Se presentó –Usted debe ser Maya –Dijo al ver a la morena sentada –Y usted.

—Jenna.

—Perdonen la espera, pero hay mucho que hacer por aquí –Comentó con disgusto para después rodear su escritorio y sentarse.

—Claro. Entendemos –Respondió la pelinegra.

—Le agradecemos mucho que nos vea a tan breve aviso –Dijo la castaña con una sonrisa.

Él hombre tomó el folder que traía en sus manos y comenzó a hojearlo mientras hacía un sonido molesto con la boca. Entonces cerró el folder y las miró a ambas.

—Les tengo una pregunta –Recargó sus codos en el escritorio –¿Están cometiendo fraude para evitar su deportación y poder conservar su puesto en la editorial Bullock Blanchett?

—Qué ridículo –Respondió Maya.

—¿Quién le dijo eso? –Preguntó la castaña luego de removerse incomoda.

—Nos lo notificó un hombre llamado —Abrió el folder para buscar el nombre, sin embargo, la castaña se le adelantó.

—¿No sería Georgie Farmer?

—Georgie Farmer – confirmó.

—Georgie, pobre Georgie. Lo lamento –Negó con la cabeza –Georgie es un ex empleado amargado y le pido disculpas. Sabemos que usted está muy ocupado con un cuarto lleno de jardineros y repartidores por atender –La morena apretó los labios al oírla –Si nos diera una siguiente cita, ya no le estorbaremos.

—Señorita Ortega, siéntese por favor –La castaña asintió y se sentó a lado de Maya –Déjenme explicarles. El primer paso será una entrevista programada. Las pondré a cada una en un cuarto y las interrogaré sobre cosas íntimas de su pareja –Explicó –Segundo paso, escarbo más. Investigo sus registros telefónicos. Hablo con sus vecinos y compañeros de trabajo. Si sus respuestas no coinciden en todo, usted será deportada indefinidamente –Señaló a Jenna –Y usted jovencita, habrá cometido un crimen, que puede llevarla a prisión –Se dirigió esta vez a la morena, quien solo escuchaba atentamente.

Fuera de la oficina se escucharon gritos de una mujer que estaba siendo llevada por la policía, cosa que hizo que la morena tragara en seco.

—La multa sería de doscientos cincuenta mil dólares, y una condena de cinco años en una prisión federal –Terminó de explicarle volviendo a llamar su atención –Entonces, Maya ¿Tiene algo que decirme? –Le guiñó un ojo.

La morena se hizo la desentendida y negó.

—¿No? –Negó otra vez, pero entonces su negativa se volvió en asentimientos de cabeza —¿Sí? – preguntó esperanzado.

Jenna volteó a ver a la morena y le negó con la cabeza.

—La verdad es que —Comenzó la pelinegra –Señor Segarra, la verdad es que —Tragó en seco –Jenna y yo somos dos personas que no debían haberse enamorado jamás —Volteó a ver a la castaña –Pero nos enamoramos. No le dijimos a nadie en el trabajo –Dijo asintiendo a la par de la morena, quien volteó a ver con autosuficiencia al señor Segarra –Por mi gran ascenso programado –Agregó Maya haciendo que la sonrisa de la castaña se borrara.

—¿Tu ascenso? –Cuestionó Segarra.

—Sí –Afirmó la pelinegra –No nos pareció que fuera justo para los demás que fuera ascendida a editora ¿Cierto? –Miró a la castaña, quien solo la miró entrecerrando los ojos y asintió.

—¿Ya les dijeron a sus padres de su amor secreto? –preguntó Segarra.

—Mis padres ya murieron –dijo Jenna –Y no tengo hermanos.

—¿Sus papás murieron? –Preguntó directamente a la morena.

—No. Están bien vivos –Respondió cruzándose de piernas.

—Bien vivos –Confirmó Jenna –Les íbamos a decir este fin de semana –Explicó la castaña –La abuela cumple 90 años y la familia se va a juntar –La morena volteó a verla con sorpresa al ver que sabía el nombre de su abuela –Iba a ser una sorpresa. Será en casa de los papás de Maya.

—¿Dónde se llevará a cabo la sorpresa? –Preguntó con curiosidad Segarra.

La castaña volteó a ver a Maya con desesperación. Si bien si había oído acerca de la abuela de la morena, todo había sido accidental, y era lo único que sabía de Maya.

—Es la casa de tus papás –La castaña río un poco –Dile donde está, ándale.

—En Sitka –Respondió la morena.

—Sitka –Reafirmó Jenna volteando a ver a Segarra.

—En Alaska – agregó la pelinegra haciendo que la castaña volteara rápidamente a verla.

—E—e—en Alaska –Dijo asustada.

—¿Van a ir a Alaska este fin de semana? –Preguntó el hombre llevando una de sus manos a su barbilla sin dejar de mirar a ambas mujeres.

—Sí –Respondió la más alta.

—Sí, Sí. De ahí es mi pequeña Maya –Dijo sonriente la morena mientras estiraba una de sus manos y apretaba el hombro de la morena.

—Ya veo –Se alejó un poco de su escritorio y sacó unos post—it de un cajón, después tomó una pluma y comenzó a escribir –Las veré el lunes a las 11:00 para su entrevista, y más vale que sus respuestas coincidan en todo.

Después de haber dicho eso, el señor de inmigraciones se puso de pie, por lo cual Maya hizo lo mismo, y le entregó el post—it a la morena, quien se limitó a murmurar "gracias".

—Espero verlas pronto.

—Nosotras también –Respondió la pelinegra para después seguir a Jenna hacia la salida.

—Va a ser divertido. Voy a estar vigilándolas –Aseguró Segarra.

Con una última advertencia, ambas salieron de las oficinas de inmigración. Mientras que Maya estaba totalmente seria y preocupada por la situación, Jenna continuaba viendo mails en su teléfono sin inmutarse de nada de lo que estaba sucediendo.

—Escucha. Lo que va a pasar es que vamos a ir allá –Comenzó la castaña –Vamos a fingir que somos novias, anunciaremos que nos comprometimos y vamos a usar mi tarjeta para comprar los boletos –Dijo sin dejar de ver el teléfono –Iremos en primera clase, si no, no vamos –Advirtió haciendo que Maya suspirará –Y confirma la comida vegana. La última vez se la dieron a otra persona y me obligaron a comer una ensalada cremosa y caliente que —Se detuvo y entonces paró de hablar al ver que Maya seguía avanzando —¿A dónde crees que vas? ¿Por qué no tomas nota? – preguntó.

—¿No escuchaste lo que dijo? –Cuestionó la morena.

—¿Qué? – la morena frunció el ceño al oírla hacerse la desentendida –Oh, ¿hablas sobre lo que dijiste de tu ascenso? –Sonrió.

—No, habló de lo ilegal. Me puede costar doscientos cincuenta mil dólares y cinco años en la cárcel –Respondió enojada –Eso lo cambia todo.

—¿Quieres que te ascienda a editora? Imposible.

—Entonces renuncio –Se dio la media vuelta y comenzó a alejarse –Ha sido maravilloso.

—Está bien –Se apresuró a decir la morena para que se detuviera –Te voy a ascender a editora –Afirmó logrando que la morena voltease a verla –Siempre y cuando hagas el viaje a Alaska y la entrevista, entonces te ascenderé como editora ¿Contenta?

—Y no en dos años, de inmediato –Exigió mientras se paraba frente a la morena.

— De acuerdo.

—Y publicarás mi manuscrito.

Al ver que no podía negarse, la morena asintió.

—10,000 copias.

—20,000 copias primera edición –Interrumpió la morena haciendo que Jenna la mirase con reproche –Y le diremos a mi familia del compromiso cuando y como yo quiera –La morena asintió –Ahora dímelo con ternura.

—¿Con ternura qué?

—Pedirme que me case contigo, Jenna.

—¿Qué significa eso? –Preguntó asustada.

—Tú me oíste. Arrodíllate.

—Ok –Antes de hacer cualquier cosa la más pequeña de las dos volteó a ver alrededor para verificar que nadie las estuviese viendo, entonces apretó los labios –Está bien –Estiró su mano para que la morena la ayudase a ponerse de rodillas, cosa que la pelinegra aceptó al instante —¿Satisfecha? ¿Te gusta?

—Sí.

—Cásate conmigo.

—No –La morena levantó una ceja –Dilo con amor.

Jenna le sonrió forzada mente y después hizo una mueca.

—¿Maya?

—¿Sí, Jenna?

—¿Mi querida Maya?

—Te escucho.

—Por favor, corazón, cásate conmigo.

Disfrutando de ver a su jefa de rodillas pidiéndole algo como eso, la morena sonrió.

—Está bien –Aceptó volviéndose a poner algo seria –No me gusta el sarcasmo, pero sí. Nos vemos mañana en el aeropuerto –Estiró su mano levemente al mismo tiempo que la morena y entonces la quitó y dio la vuelta para alejarse.

Jenna se fue ligeramente hacia delante al no recibir el apoyo de la pelinegra y entonces se maldijo a sí misma por usar faldas entubadas, ya que ahora no podía levantarse. Con todo el esfuerzo del mundo se hizo hacia atrás y con una sola mano logró apoyarse para levantarse del suelo.

Iba a ser un fin de semana largo.

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