𝙇𝘼 𝙋𝙍𝙊𝙋𝙐𝙀𝙎𝙏𝘼 [JENN...

By sug_official_

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Esta es una adaptación de la película "La Propuesta" Al ser una adaptación de una película, hay ciertas cosas... More

SINOPSIS
CAST
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By sug_official_

Las mañanas en Nueva York tenían que iniciar de manera productiva para Jenna, quien todos los días al levantarse salía de su departamento para correr por unos minutos y luego regresaba para hacer una breve rutina de tres series de quince sentadillas y quince abdominales. Finalizando aquello, la castaña continuaba con sus treinta minutos diarios en su bicicleta de ejercicios Spin Bike.

Por su puesto, mientras la castaña pedaleaba sin parar, frente a ella, sobre el manubrio de la bicicleta, yacía el manuscrito de Maya, su asistente. Sin embargo, tan pronto como la alarma que indicaba que los treinta minutos de bicicleta habían terminado, la morena cerró el manuscrito sin siquiera preocuparse por colocar un separador para no perder la página donde se había quedado.

Después de una ducha rápida, vestirse y maquillarse, la morena fue hacía su cocina para prepararse un poco del cereal de avena que siempre compraba, y al igual que todos los días, luego de comer cinco cucharadas del cereal, la castaña colocó el plato sobre el lavadero.

Al no tener auto propio, por no saber manejar, Jenna tenía que caminar todos los días hacía el edificio donde se encontraba la editorial en la que trabajaba, sin embargo, esto no presentaba gran importancia para la morena, ya que ella disfrutaba de caminar por las calles transitadas de Nueva York gracias a que esto le ayudaba a adelantar algunas cosas de su trabajo, como hacer llamadas.

—Hola, Issac, ¿cómo está mi escritor favorito? –Dijo la castaña mientras esquivaba la enorme cantidad de personas que caminaban sobre la acera –Por supuesto que lo pensaste, yo siempre estoy en lo correcto –Cruzó la calle —Las personas de Estados Unidos están quebradas y odian leer. Necesitan a alguien quien les diga: "Hey, no vean la televisión hoy, ¡Lean el libro de Issac!" Y esa persona es Oprah.

Mientras continuaba tratando de convencer a Issac, un escritor que había preferido mantenerse alejado de la televisión, no se dio cuenta de lo rápido que estaba caminando y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba entrando al edificio de la editorial, por supuesto, el haber llegado ya al trabajo no significaba que colgaría.

—Issac, todos los escritores necesitan publicidad –Dijo mientras veía que el ascensor marcara la llegada a la planta baja para que se abrieran las puertas – Ricci, Myers y Burton lo hicieron ¿Y sabes qué más tienen el común? Un Pulitzer.

El ascensor marcó la llegada y ella rápidamente se adentró en él junto con otros trabajadores de la editorial, los cuales definitivamente desconocía. Cuando llegó a su piso la llamada con Issac ya había terminado, por lo que solo revisó unas cuantas cosas más en su celular mientras caminaba, dándole tiempo a algunos trabajadores de dejar de hacer lo que hacían para ponerse a trabajar y que ella no les dijese nada.

Normalmente cuando ella llegaba siempre había alguien que la veía antes y mandaba un correo a todos los demás para ponerlos sobre aviso, y el día de hoy no había sido la excepción.

La castaña levantó su mirada, dejando en segundo plano su teléfono, y con aquel porte de seriedad tan característico de ella, caminó evitando hacer contacto visual con los trabajadores de su piso. Muchas veces, si hacía algún tipo de contacto visual con ellos era capaz de detectar si estaban trabajando o no y este día en específico no tenía ganas de despedir a nadie, aún. Por lo que continuó su camino hacía su oficina revisando de vez en cuando su teléfono.

Al llegar finalmente a su oficina se encontró con Maya, su asistente, quien la esperaba frente al ventanal con su café en la mano.

—Buenos días jefa –Saludó la morena –Tienes una conferencia en treinta minutos.

—Sí, sobre los libros de primavera, lo sé –Dijo ella mientras rodeaba su escritorio después de haberle quitado el café de las manos a Maya.

—Tienes una junta de empleados a las 9:00 a.m.

— ¿Llamaste a...? ¿Cómo se llama? –Se acomodó en su silla –La de las manos feas.

—Janet.

—Sí, Janet –Arrugó la nariz al recordar las manos de esa mujer.

—Sí, la llamé –Dijo la morena colocándose a lado de ella para tomar algunas de las cosas que yacían en su escritorio –Le dije que, si no entrega el manuscrito a tiempo, no le darás fecha de publicación. Oh, y llamó tu abogado de inmigración. Dijo que es imperativo.

—Cancela la conferencia –Dijo interrumpiendo a su asistente –Pásala para mañana y que el abogado espere –Comenzó a revisar unos papeles –Y qué relaciones publicas prepare un comunicado Issac saldrá en Oprah.

—Vaya, te felicito –Comentó la morena como si fuese un robot y se alejó.

—Si quisiera elogios, te los pediría –Respondió la castaña amontonando los manuscritos que tenía en su escritorio para después tomar su café y darse la vuelta para revisar su computadora. Sin embargo, notó algo que llamó su atención, así que volvió a darse la vuelta –Hmmm, Maya –La morena se detuvo al oír su nombre —¿Quién es Chloe? ¿Y por qué quiere que la llame?

La morena miró a la nada por unos segundos y después se volteó para quedar de frente a la editora, quien la miraba con una ceja levantada esperando por su respuesta.

—Bueno, la verdad ese era mi café –Explicó.

—¿Y por qué estoy tomando tu café?

—Porque el tuyo se derramó –Confesó, antes de que la castaña llegase al trabajo, Maya había chocado con uno de los chicos que entregaban los documentos, lo cual había ocasionado que el café de la editora se derramase sobre ella, manchando por completo su camisa blanca, por lo que tuvo que intercambiar ropa con una de sus compañeras de trabajo y tomar el café de repuesto que siempre compraba, pero hacía pasar por suyo.

La castaña asintió y se llevó el café a sus labios para probarlo. Al ver lo que estaba haciendo su jefa, Maya volteó hacía la derecha con nerviosismo.

—¿Bebes café con leche light con canela sin azúcar? –Cuestionó.

—Sí, claro. Es como navidad en un vaso –Asintió.

—¿Es una coincidencia? –La castaña se recargó de espaldas a su silla.

—Increíblemente, sí –Respondió con un tono semi humorístico en su voz –Jamás tomaría el mismo café que tú solo porque lo derramé por accidente.

El teléfono de la oficina comenzó a sonar y ella caminó hacia él para después contestar.

–Oficina de la señorita Ortega –Dijo al descolgar el teléfono –Hola, Georgie.

Al escuchar aquel nombre la castaña nuevamente se dio la vuelta para revisar algo rápidamente en su computadora y levantó una de sus manos para hacerle una seña a su asistente.

—De hecho, vamos a tu oficina ahora –Dijo al ver la seña que le había hecho su jefa –Sí –Frunció el ceño y colgó —¿Por qué vamos con Georgie? —Preguntó.

Jenna solo se limitó a voltear y hacer un ligero sonido con la boca, indicándole a Maya que probablemente Georgie estaba en problemas, por lo que ella respondió con el mismo sonido y después salió de la oficina rápidamente antes que la morena para poder enviarle un correo a todos sus compañeros de trabajo advirtiéndoles sobre su presencia.

Allen, O: "La bruja anda en su escoba"

Fue lo que escribió a sus compañeros. Después cerró la ventana de mensajes y miró hacia los lados para ver a los demás. Fue entonces cuando Jenna salió de su oficina con su café en mano en dirección a la oficina de Georgie, así que la morena apresuró el pasó y caminó atrás de ella.

—¿Terminaste el manuscrito que te di? –Preguntó la pelinegra mientras acomodaba su camisa blanca por debajo de su falda entubada color negro.

—Leí unas páginas. No me impresionó —Respondió Jenna.

—¿Puedo decir algo?

—No.

—He leído miles de manuscritos, y solo te he dado ese. Dame una oportunidad —Pidió –Es una novela increíble, como las que publicabas antes.

Jenna volteó ligeramente hacia la izquierda, entonces vio como una de las trabajadoras del piso tenía puesta una camisa blanca con una mancha enorme de café en ella, por lo que levantó una ceja y volvió su mirada al frente.

—No –Respondió al pedido de Maya –Y si creo que pides el mismo café que yo por si se te cae el mío. Lo cual es patético —La morena la miró con asombro.

—Yo lo consideraría impresionante –Se apresuró a responder.

—Impresionante sería que no lo tiraras. Recuerda que eres una decoración –Dijo lo último al ver que estaban cerca de la oficina de Georgie.

—No voy a abrir la boca —Aseguró la morena.

La castaña se aclaró la garganta y entonces Maya se adelantó para abrirle la puerta. Tan pronto como entró Jenna, la morena entró después de ella y entonces Georgie, un hombre alto de cabello castaño, se levantó de su lugar y las miró con una sonrisa.

—Vaya, pero si es nuestra temeraria líder y su aliada —Al igual que la pelinegra, Jenna hizo una sonrisa forzada –Pasen, pasen.

—Qué hermoso –Dijo casualmente la castaña al ver el mueble que había detrás de ella —¿Es nuevo acaso? –Lo señaló y se acercó para mirarlo mejor.

—Es de la Regencia Inglesa elaborado en el siglo 17 –Explicó Georgie mientras veía algunos de los papeles que había estado revisando antes de que llegasen ambas mujeres –Pero sí, es nuevo en mi oficina –Levantó la mirada y río un poco.

—Qué gracioso –Sonrió falsamente la castaña y después se puso seria –Georgie, te voy a despedir –Dijo sorprendiendo a la morena y al asiático.

Maya volteó a ver sorprendida a Georgie y viceversa. Entonces el hombre miró a la castaña y frunció ligeramente el ceño con evidente confusión.

—¿Perdón?

—Te pedí muchas veces que pusieras a Issac en Oprah –Explicó Jenna –Estás despedido.

Georgie se quitó sus anteojos mientras la morena cerraba la puerta de la oficina para que nadie pudiera oír lo que estaba sucediendo ahí adentro.

—Te dije que es imposible –Dijo él explicando por qué nunca puso a Issac en Oprah –Hace veinte años que Issac no hace una entrevista.

—Qué interesante. Acabo de colgar con él y la va a hacer la entrevista –Respondió la castaña.

—¿Perdón?

—Ni siquiera lo llamaste, ¿verdad? –En ese punto de la conversación la morena solo miraba con los brazos cruzados la conversación de su jefa y Georgie.

—Pero...

—Lo sé, lo sé –Interrumpió la castaña –Sé que Issac puede ser un poco intimidante, para ti –Dijo acercándose a su escritorio –Tienes dos meses para buscar otro trabajo y decirles a todos que renunciaste.

Jenna tomó un libro que estaba sobre el escritorio de Georgie y observó brevemente la portada, entonces camino hacia la puerta para irse y le dio el libro a Maya, quien salió siguiendo a su jefa.

Apenas ambas salieron, la castaña le pidió a la morena que viera que estaba haciendo Georgie.

—Está moviéndose, tiene los ojos desorbitados.

—No lo hagas, Georgie No lo hagas, Georgie —Murmuró la castaña sin dejar de caminar, no quería que el hombre armara una escena, pero sabía que lo iba a hacer.

Se escuchó como la puerta de Georgie se abría.

—¡Tú, venenosa bruja! –Gritó él –¡No me puedes despedir! –Todos los trabajadores dejaron de hacer lo que estaban haciendo y entonces voltearon a verlos –¿Crees que no veo tus verdaderos motivos?

Jenna apretó su boca y negó con la cabeza.

—Eres severa conmigo para quedar bien con la directiva –Acusó –¡Porque te sientes amenazada por mí! –Se señaló a sí mismo –¡Y tú eres un monstruo!

—Georgie, para –Pidió ella amablemente, la verdad es que no quería exaltarse por algo y alguien que no valía la pena.

—No tienes nada que se parezca a una vida fuera de esta oficina –Se burló haciendo que todos los trabajadores lo mirarán sorprendidos por su atrevimiento, incluida Maya, quien a ese punto de la discusión temía por la vida de Georgie –Crees que puedes tratarnos como si fuéramos tus esclavos –La castaña se río un poco —¿Sabes qué? Me das lastima ¿Sabes que vas a tener en tu lecho de muerte? ¡Nada y ni nadie!

La castaña se acercó un poco y suspiró antes de comenzar.

—Escúchame bien, Georgie. No te despedí porque me siento amenazada. No –Dijo con tranquilidad –Te despedí porque eres flojo, creído, incompetente y pasas más tiempo engañando a tu esposa que en esta oficina –Explicó –Y si dices otra palabra, Maya te va a echar a la fuerza –El hombre estaba a punto de hablar, pero ella se adelantó —Otra palabra y sales de aquí con un guardia, Maya lo firmará con su teléfono y lo pondrá en internet en ¿Cómo se llama? –Volteó a ver a su asistente.

—YouTube –Respondió la morena.

—Exacto –Sonrió brevemente a su asistente y entonces volteó a ver a Georgie —¿Eso es lo que quieres? –El chico se quedó sin habla –Lo imaginaba –Respondió ella al ver que no hablaría más, entonces se dio la vuelta y camino hacia su oficina con su asistente siguiéndola –Quiero que el guardia pase el mueble de Georgie a mi sala de conferencias.

—Hecho –Dijo Maya.

—Y revisa sus archivos este fin de semana.

La morena se detuvo al oír aquello.

—¿Este fin de semana?

—¿Hay algún problema? –La cuestionó.

—No, no. Es sólo que mi abuela cumple 90 años. Iba a ir a casa y —La castaña lo ignoró y se metió a su oficina –Está bien. Lo cancelo –Dijo al ver como Jenna se iba –Me salvaste de un fin de semana horrible. Linda charla.

Maya se adentró a su cubículo y llamó a su familia para cancelar. Normalmente siempre cancelaba los planes familiares por culpa del trabajo y la poca comprensión de Jenna, así que las excusas ya no eran creíbles para su familia y por esta ocasión tuvo que hablar con la verdad.

—Lo sé, mamá, lo sé. Dile a la abuela Eleonor que lo lamento —Escuchó como su madre suspiraba del otro lado de la línea –Tengo que trabajar. Escucha, he estado trabajando muy duro, no quiero perder este ascenso. Sé que él está muy molesto —De reojo vio como la castaña se acercaba a su cubículo y entonces cambió rápidamente su postura –Pero como le iba diciendo, aquí tomamos los manuscritos muy en serio y le llamaremos en cuanto podamos –Fingió que hablaba con algún cliente y entonces colgó, encontrándose a la castaña parada a lado de su escritorio con una de sus manos en su cintura.

—¿Era tu familia? –Preguntó ella.

—Sí –Confirmó.

—¿Te pidieron que renunciaras?

— Sí, como todos los días –Asintió, entonces el teléfono comenzó a sonar y descolgó –Oficina de la señorita Ortega –Respondió –Sí, bueno. Está bien –Colgó y volteó a ver a su jefa –Sandra y Cate te quieren ver.

La morena cerró los ojos con disgusto.

—Ve por mí en 10 minutos. Hay mucho trabajo por hacer –La morena asintió y la vio alejarse lentamente, entonces hizo una mueca, no era específicamente fan número uno de su jefa, pero si quería un ascenso debía aguantar.

Jenna caminó tranquilamente hacía las oficinas de Sandra Bullock y Cate Blanchett. En el camino muchas de las personas prefirieron rodearla a acercarse, como siempre, y ella lo agradeció, realmente no sabía cómo ser amable y no tenía tiempo para ello.

—Buenos días, señorita Ortega –Saludó la secretaria de Sandra y Cate, sin embargo, ella la ignoró vilmente y continuó pasando de largo.

Al entrar a la oficina se encontró con ambas jefas sentadas sobre el borde del escritorio con las manos sobre el mismo.

—Sandra, Cate –Saludó al verlos.

—Felicidades por lo de Oprah –Dijo Cate.

—Fantástico –Comentó Sandra.

—Gracias –Respondió ella mientras se recargaba en una silla –¿Me llamaron por mi segundo aumento? –Preguntó sonriente.

Cate negó con diversión.

—Jenna. ¿Te acuerdas que quedamos en que no ibas a ir a la feria del libro de Frankfurt porque no podías salir del país mientras procesaban tu visa? –Preguntó Sandra.

—Sí, me acuerdo –Dijo ella asintiendo.

—Y fuiste a Frankfurt.

—Perderíamos a DeLillo con Vikings, así que no teníamos opción —Sonrió.

—Parece que al gobierno no le importa quién publique a Don DeLillo –Dijo Sandra mientras tomaba una hoja entre sus manos y comenzaba a leerla.

—Hablamos con tu abogado de inmigración –Informó Cate.

—Excelente ¿Todo está bien?

— Jenna. Te negaron la visa solicitada –Dijo Sandra leyendo la hoja.

La castaña abrió los ojos con sorpresa.

—Y te van a deportar.

—¿A deportar?

—Parece que no entregaste unos papeles a tiempo –Explicó el hombre con tranquilidad.

—¡Por favor! Ni siquiera soy una inmigrante –Se quejó –Soy de Canadá por el amor de Dios –Río nerviosamente –Tiene que haber una solución.

—Podemos solicitarla de nuevo, pero tienes que salir del país al menos un año –Dijo Cate.

—Esto no sería ideal –Dijo la castaña –Pero, puedo manejar todo —Se llevó las manos a la cintura –Desde mi computadora...

—Lamentablemente si eres deportada, no vas a poder trabajar para una firma norteamericana —Explicó la mujer– Hasta no resolver esto, pasaré todos tus deberes a Georgie Farmer.

—¿Al hombre que acabo de despedir? –Preguntó ella.

—Necesitamos un editor. Él es el único con suficiente experiencia –Habló Sandra.

—No puede ser. Se lo ruego –Juntó sus manos suplicando.

—Estamos desesperados porque te quedes —Dijo Cate con sinceridad –Si hubiera alguna manera de lograrlo, lo haríamos.

—No pude ser, se lo ruego.

—Disculpen —Irrumpió la morena entrando a la oficina.

—Estamos en una junta –Dijo Sandra con seriedad.

—¿Qué? –Preguntó la castaña a su asistente apretando los dientes.

—Llaman Mary de la oficina de la señora Winfrey –Explicó la morena.

—Lo sé –Respondió Jenna cerrando los ojos.

—Están esperando –Hizo una seña con sus manos –Necesitan consultarte Les dije que estabas ocupada –La castaña asintió –Insistieron, así que —La morena miró a su jefa esperando por una respuesta —¿Qué le digo?

Mientras Maya esperaba por su respuesta, la mente de Jenna trabajó excesivamente rápido al ver a su asistente ahí de pie, entonces tuvo la mejor idea que jamás se le había ocurrido. Volteó a ver a sus jefes y después regresó su vista a la pelinegra, quien la veía sin entender.

—Ven para acá –Murmuró entre dientes.

Maya entrecerró los ojos sin entender muy bien y entonces la castaña volvió a repetir lo mismo, esta vez incluyendo un movimiento de cabeza que indicaba perfectamente lo que había querido decir, por lo que la pelinegra se enderezó y cerró la puerta, para después empezar a caminar hasta ubicarse a lado de su jefa.

—Señoritas, entiendo el problema que tenemos –Dijo la castaña – Y —Volteó a ver a la morena por unos segundos –Y hay —Se arregló la camisa y entonces tomó del brazo a la pelinegra –Creo que necesitan estar enterados de algo –Maya frunció el ceño –Nos vamos a casar –Dijo la morena dejando un pequeño golpecito en el abdomen de la más alta.

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