Asustado no era la palabra que Souichi buscaba, sino, sorprendido. Lo que ocurrió con la chica hace momentos atrás no tenía respuesta.
("¿Cómo es posible?")
Se preguntaba Souichi una y otra vez.
Mientras tanto, Hanna baja y sale por primera vez de la casa de los Tsujii, traía en sus manos al roedor y observando el jardín delantero lo mejor que pudo hacer era dejar libre al animal. Este huye y se esconde entre los arbustos que adornaban el patio y Souichi la observa desde la ventana de su habitación.
Era un día despejado a diferencia de ayer, el cielo azul con nubes blancas pasaban por encima de Hanna, un viento fresco y perfecto para salir a algún parque, pero Hanna no conocía ninguno, no conocía nada aún.
— Tsk... es tan repugnante — dijo Souichi
Hanna da por terminado su corto momento de respirar aire puro, entra nuevamente a la casa quitando sus zapatos y dejándolos en un rincón junto a los de, los que suponía, eran del chico que se encontraba con ella.
Y el que ahora se encontraba en la cocina, detrás de la barra que da a la sala, viendo hacia Hanna. Ella lo mira.
Un silencio incómodo llena la sala principal, Souichi tiene en mente todas las terribles cosas que podría hacer para que Hanna se fuera, no le importaba que fuera una mujer, la quería lejos de él. Hizo tronar los clavos en su boca, lo que a Hanna se le hizo tan extraño y tenía la curiosidad de saber.
Hanna.
Desconocía aún el nombre del hijo de los Tsujii, él estaba frente a mí a tan solo unos pocos metros. Su mirada no se aparta de la mía, parecía incluso un juego de miradas en el que evitábamos parpadear, ambos íbamos en un empate.
Su rostro parecía tener una expresión molesta, su boca fruncida con esos clavos sobresaliendo y frente arrugada. Estaba segura que él no estaba bien, esa palidez en su piel no era normal y esas grandes manchas alrededor de sus ojos... lo hacían ver enfermo.
— Lárgate de mi casa, lárgate, lárgate — Murmuraba
Parpadeó.
— ¡Gané! —
Exclamé y lo vi pegar un brinco, me acerqué y él intentaba huir, pero no había manera.
— No te acerques, invasora —
— Oye, deja de decirme invasora. Solo trato de que nos conozcamos — dije sincera y tratando de ser amable
— ¡Ja! El gran Souichi jamás podría convivir con una invasora, prepárate para que una gran maldición caiga sobre ti —
Reía de manera escandalosa.
— ¡Souichi! —
Gritaron a mis espaldas. Volteé y la señora Tsujii ya estaba en casa, cargada de tres bolsas llenas de alimentos.
— Uy —
Souichi sale corriendo para el piso de arriba.
— ¿Te hizo algo, Hanna? ¿Te ofendió? De verdad discúlpame, él... —
— No, no, señora Tsujii. Nada de eso — sonreí — Souichi y yo estábamos... conociéndonos —
Mentí. Él parecía no querer verme ni en pintura.
— ¿Eh? — la señora Tsujii se sorprende — Souichi no es de conocer personas de manera voluntaria —
— Bueno, yo podría cambiar eso si usted me lo permite —
— ¿Quieres...ayudar a Souichi? —
Parece que la señora Tsujii le sorprendía tanto el que yo quiera acercarme a su hijo, no entendía el porqué su forma de expresarse hacia él.
— Claro. Viviremos bajo el mismo techo, así que me parece mejor conocernos —
Tal vez era de no creerse por parte de la señora Tsujii, una sonrisa muy apenas visible de mostró en su rostro.
— Por supuesto, Hanna. Souichi es un chico muy, pero muy reservado así que podrás tener dificultades al tratarlo —
— No se preocupe por eso, yo hallaré el modo de acercarme —
Y eso sería en la escuela.
El fin de semana ha pasado más lento de lo que esperaba, el sábado terminó y el domingo ya estaba a horas de acabar, durante estos días no volví a ver a Souichi salir de su cuarto ni asomarse para espiarme. Lo que si escucho son sus murmullos y maldiciones que lanza hacia mí, ¿funcionarán?
(...)
Lunes al fin, ni tan malo ni tan buen día, es uno cualquiera al final de todo y yo ya estaba lista para ir al colegio, una vez más. Llevaba ropa normal, no tenía ni siquiera el uniforme por lo tanto tendría que comprarlo una vez llegando y era la peor parte.
Bajé con mochila al hombro, el señor Tsujii ya no estaba por su ida a trabajar, solo la señora Tsujii que ya estaba preparando el desayuno.
Y de mala gana, veo bajando a Souichi con su rostro frío y sin expresión.
— Buenos días, hijo ¿gustas desayunar? —
— No —
Responde distante. Trae su uniforme, mochila y ya va camino a la salida, la señora Tsujii no lo detiene y lo deja irse como si nada. Aguanto por no decir nada, llegar a Souichi no será tan fácil después de todo.
— Será mejor que lo alcances, así te familiarizas con las calles —
— Claro —
Salgo con prisa después de apenas dar una probada de la comida, coloco mis zapatos y salgo a la calle buscando en ambas direcciones a Souichi, lo encuentro a media cuadra a punto de cruzar. Tomé el camino de la izquierda y corrí para alcanzarlo, él se da cuenta y apresura el paso.
Empecé a seguirlo, Souichi no corre tan rápido por lo que se detuvo de golpe colocando sus manos en sus rodillas para tomar aire, logro alcanzarlo y llego a un costado de él.
— Deja de... seguirme — dijo con dificultad
— ¿Te encuentras bien? — pregunté al verlo respirando pesado
— No... no te... interesa. Lárgate —
— No lo haré — me miró mal — Te acompañaré, no creo que sea algo malo ¿o si? —
Souichi no dijo nada, retomando su postura y tranquilizando su respiración solo me veía de mala forma. Probablemente maldiciéndome otras cien veces.
— Bien. Pero no te acerques a mí, no me toques, no me hables, seré considerado por el hecho de que eres una tonta que no sabe andar en la calle —
— ¡Gracias! — me incliné — Y no es necesario que me digas tonta —
— Tonta —
Avanzó dejándome atrás.
No seguí reprochando, fui detrás de él durante unas cuadras más y el colegio ya estaba a lo lejos, era la suerte de vivir cerca.
Cuando estuvimos delante de la gran puerta de rejas del colegio, me detuve un momento para apreciar la arquitectura del lugar, era enorme que podría parecer un castillo. Sin darme cuenta, Souichi ya no estaba cerca, tocó irme sola y siendo la mirada de la mayoría.
(...)
— Chicos, quiero presentarles a su nueva compañera. Por favor, tratenla bien y denle la bienvenida — dijo el profesor — Por favor, preséntate ante tu nuevo salón —
— Hola, mi nombre es Hanna Denkins y vengo de muy lejos. Espero y nos llevemos bien durante mi estadía aquí, gracias —
Me mandaron a sentar.
Solo pude ver su expresión de molestia, escuchaba los clavos rechinar contra sus dientes y murmullos no tan audibles.
Cuando abro la libreta, antes de darle vuelta a la hoja un clavo se incrusta en el papel. Miré a mi izquierda, ahí estaba Souichi...
Maldiciendo en voz baja una y otra vez, sin dejar de verme con molestia y enojo, solo me limito a sonreír.
Y aquí es donde empieza la maldición.