性交する • fuck you | tododeku |...

By tiredshit___

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Midoriya Izuku llama en la plena mañana a su mejor amiga, contándole lo angustiado que está al enterarse que... More

❀ • | f.u. |

❀ • | the end (extra uno) |

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By tiredshit___

no puedo seguir rompiendo contigo, te metiste con mi corazón y ahora está lastimado.

pero el amor no es justo, así que juro que esta vez es el final.

y no puedo seguir mintiéndome a mí mismo que me amarás bien.

y es mucho que soportar, así que juro que esta vez es el final.

the end — little mix.

Eran las cuatro de la mañana y el bartender se preguntaba confundido e intrigado a qué hora se retiraría el caballero postrado en el bar. Inició su turno casi cerca de las once y el pelirrojo no se apartó en ningún momento de su lugar seleccionado. Cuando los vasitos de sus tragos crearon una perfecta pirámide supo que era momento de llamar a alguien, pero se negaba a darle un número, se negaba a decirle su nombre y se negaba (por supuesto) a darle su dirección.

Como era inofensivo no sintió que debía llamar a la policía, por lo que le permitió silenciosamente quedarse en el lugar, no habían muchos clientes y podía ser que después de tomar una siesta decidiera irse por su propia cuenta, darían las seis, acabaría su turno y el chico se convertiría en el problema de alguien más.

Kirishima Eijirou nunca había sido bueno con el alcohol, pero podía sentir y percibir las miradas del bartender en él desde que el número de vasitos habían sobrepasado su propia edad. Lamentaba mucho estarle causando molestias, pero no tenía a dónde ir, no quería molestar a ninguno de sus amigos y definitivamente no quería volver a casa.

Casa. Donde estaba él. Donde estaban ellos.

El simple pensamiento le revolvió el estómago, tanto que tuvo que levantarse de su asiento y caminar como pudo al baño, sintiendo el cuerpo caliente y esa terrible sensación de querer enterrar su rostro en la taza del retrete.

Al terminar se acomodó a un costado del retrete, recargado contra la pared y sentado en la fría baldosa del baño mirando hacia arriba, contando silenciosamente los focos que integraban a la lámpara, preguntándose hace cuánto los habían puesto, si es que pronto se fundirían y tendrían que reemplazarlos por unos nuevos, por unos mejores.

Reemplazar. La palabra le supo a bilis en la boca.

Su celular vibró dentro de sus pantalones, milagrosamente había durado toda la noche sin que algún malnacido se aprovechara de su estado y le robara cualquier cosa. Lo sacó como pudo e hizo una mueca cuando el brillo le irritó los ojos, la cabeza le punzaba y parpadeó lo suficiente como para acostumbrarse a la nueva iluminación, enfocando sus ojos rojos en el nuevo mensaje de texto que le había llegado.

Cuando leyó el nombre su corazón volvió a doler, el estómago se le hizo pequeño y un nudo se formó en su garganta, sintiendo que volvía a perder el enfoque de sus ojos en el aparato por las nuevas lágrimas que amenazaban con salir. Estaba destrozado, deshecho, completamente roto.

Katsuki♡: 4:35 am

¿En dónde mierda estás?

Contéstame ahora.

¿Estás en ese maldito bar, verdad?

¿Harás que vaya por ti?

No seas ridículo y regresa ahora. Por favor.

Kirishima apagó el teléfono y lo lanzó contra el frío suelo, soltando un grito de frustración que alertó a los pocos presenten en el establecimiento, cubrió su rostro con sus manos intentando ahogar el dolor que estaba sufriendo hasta que las lágrimas ya no fueron posibles de retener. Lo soltó todo, preguntándose una y otra vez cuándo es que terminaría este infierno, cuándo es que lo dejaría de lastimar, cuándo es que lo amaría de verdad, como él pensaba que debía ser querido.

¿O es que no era así? ¿No merecía un amor verdadero? ¿Uno que lo apoyaría en los momentos difíciles? Siempre que lo hacía esas preguntas golpeaban con fuerza en su cabeza, siempre que veía llegar el auto de Todoroki estacionarse en la entrada de su hogar, siempre que le llegaba un mensaje de Bakugou preguntándole si estaba en casa o avisándole que llegaría tarde, siempre que sus amigos le comentaban si estaba seguro de lo que hacía al haber aceptado, siempre que veía los mensajes comprometedores en el celular de su prometido. Siempre que lo humillaba con cada una de las infidelidades que le hacía pasar.

Kirishima sabía que Bakugou le era infiel. Lo supo desde los primeros días, pero nunca hizo nada. Por lo menos hasta ahora.

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Kirishima conoció a Bakugou por parte de Midoriya. Izuku y él estudiaron la misma carrera, haciéndose grandes amigos desde el primer momento en que cruzaron palabra, era el chico más amable que había conocido en su existencia y le parecía completamente ridículo que fuera amigo de alguien tan salvaje y alocado como lo era Katsuki. Recordaba la situación en que se conocieron como si fuera hace poco y no hace seis años.

Midoriya lo invitó a una fiesta sorpresa que le estaba haciendo a su pareja, Shouto, junto a los compañeros de la universidad. Kirishima no estaba tan seguro de asistir, puesto que sentía que terminaría siendo un poco raro presentarse si no tenía una amistad establecida con el cumpleañero; no lo malinterpreten, conocía a Shouto, era bastante calmado y serio pero una buena persona, pero sentía que no le correspondía presentarse, ya que ninguno de los otros chicos de la clase asistirían por lo mismo. Se habría ahorrado tantas cosas de no haber ido, tanta humillación y tanto dolor de no haberse presentado a esa maldita reunión, pero no era bastante inteligente en ese tiempo y los ojos de cachorro de Izuku podían convencer a cualquiera de lo que fuera.

La reunión fue en la casa de Midoriya, se conocía el camino de ida y de regreso por todas las veces en las que se quedaron haciendo tarea hasta tarde. Tocó el timbre y el pecoso abrió de inmediato recibiéndolo con una gran sonrisa y un abrazo que lo tomó por sorpresa, sonrió de regreso y correspondió de inmediato alzando una de sus manos.

—No podía presentarme sin un regalo para tu novio, ¿no crees? No sabía que le gustaba, pero hice mi mayor intento.

—Ay, Kiri, no tenías que hacerlo, aún así muchísimas gracias. Sé que Shouto lo amará.

Midoriya le presentó a la mayoría de los invitados, iban en su misma universidad, solo en distintas carreras. En esa fiesta también conoció a los que se convertirían en sus mejores amigos, Kaminari, Sero y Mina fueron lo único rescatable de esa fiesta, por lo que no podía decir completamente seguro, o al menos en voz alta, que se arrepentía de haber ido.

Aún si todos le parecían agradables, no se sentía especialmente cómodo, debía tomar confianza con los demás y eso le llevaba un poco de tiempo, aunque intentaba aparentarlo con esa actitud extrovertida que siempre llevaba consigo en momentos como estos. No tardó mucho cuando Midoriya les pidió a todos que guardaran silencio y apagaran la luz puesto que el festejado había llegado. Cuando entró, el lugar se iluminó nuevamente y nubes de confeti y serpentinas volaron por los aires, llenando el rostro estupefacto de Shouto. Gritaron al unísono una felicitación mientras Midoriya le colocaba un gorrito de fiesta y lo arrastraba hacia el gentío para ser felicitado por sus compañeros de la universidad.

Podía ver en el rostro de Shouto lo sorprendido y feliz que aquello lo había hecho. Tomó entre sus manos el rostro del azabache y lo llenó de besos haciéndolo retorcerse y reírse mientras le agradecía por aquel dulce detalle. Kirishima sonrió inconscientemente al verlos, eran una pareja tan bonita y tan sana que no se sorprendería en unos años si es que terminaban comprometidos al terminar la carrera.

Cuando él e Izuku cruzaron miradas, él se apartó de su novio para hacerle señas para que se acercara, Eijirou quedó un poco confundido pero aún así se acercó mientras dejaba su vaso en una de las mesas, podría tomar otro después. Llegó a su lado y tras una breve felicitación hacia el bicolor, Izuku le comentó que debía presentarle a alguien muy especial para él, un amigo de su infancia. Lo siguió porque, bueno, ¿qué perdía con conocer a más gente? Y si era un amigo de Midoriya desde hace tanto debía ser bastante agradable.

Pues no. No lo fue.

Al verlo recargado contra uno de los marcos de la cocina sintió que el alma se le iba a los pies, era bastante guapo, demasiado debía admitir. Era rubio, tenía los ojos más preciosos que había visto, estaba cruzado de brazos y eso sólo hacía que se vieran más abultados, denotando lo fuerte que era y los músculos con los que se cargaba. Mierda, era muy guapo.

—Kiri, quiero presentarte a mi mejor amigo de la infancia, Bakugou Katsuki.

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Desde ese día empezaron a frecuentarse. Les quedaba bien puesto que iban en la misma universidad y podían pasar los ratos libres juntos, cuando Eijirou necesitaba ayuda con algún cálculo tonto sabía que podía recurrir a Katsuki y que le ayudaría a comprender el ejercicio así les tomara toda la tarde. O que cuando Katsuki necesitaba salir a conseguir un regalo para el que ni siquiera tenía tiempo por el que pensar, Eijirou le daría millones de ideas y opciones para tomar una. Forjaron una amistad bastante caótica y sincera que le hacía temer a Kirishima. Le daba miedo arruinarlo todo solo por unos sentimientos que no sabría siquiera cómo describirlos.

No era tonto, Bakugou era malditamente guapo y atractivo, no podía evitar sentirse atraído por el chico, pero los detalles y pequeñas acciones que recibía por parte del rubio hacían que su corazón saltara de alegría en su pecho, confundiéndolo más y más hasta caer en un limbo donde desconocía lo que sentía. Cuando no traía un suéter a las gradas del estadio, Katsuki le daba el suyo, asegurándole que no tenía frío; cuando olvidaba su comida en casa, Katsuki siempre le invitaba algo de la cafetería, hasta que pasó a traer un tupper extra solo para él; cuando no se sentía bien el primero en notarlo y actuar para hacerlo sentir mejor o siquiera olvidar lo que lo acomplejaba era él, era Katsuki.

Cada uno de esos detalles hacían estragos en el corazón de Kirishima y si bien conocía a Bakugou como si fuera su propia mano, había facetas que no podía comprender ni leer como lo quisiera. Y una de ellas era el amor que sentía por alguien. No el amor que le tenías a tus amigos, o el amor que le tenía a sus familiares, sino el amor que podía sentir por una persona... el amor de pareja que él se preguntaba si alguna vez lo podía experimentar. Por esa razón es que ni siquiera se le cruzaba por la cabeza intentar algo, averiguar si es que Katsuki se sentía de la misma forma que él; así que intentó olvidarlo y hacerse la idea de que no habría nada entre ellos, no por lo menos lo que él quisiera.

Ese pensamiento le duró bastante tiempo y llegó a vivir con él, prefería tener a Bakugou como su mejor amigo que perderlo en un intento por algo más allá; y si bien las confusiones nunca cesaron, aprendió a suprimir esa sensación de calidez cada vez que el rubio le dedicaba una sonrisa o lo invitaba a salir a tomar unas cervezas. Si todo se hubiera mantenido igual, no se sentiría tan devastado y roto como lo ha estado en los últimos meses. Si no se hubiera confesado a Bakugou esa noche en la boda de Todoroki y Midoriya, nada malo habría pasado.

Ese día era uno de los más mágicos y especiales que había vivido, experimentó de primera mano la emoción de su querido amigo cuando le mostró el anillo de compromiso que Shouto le había dado, contándole hasta las tres de la mañana lo afortunado que se sentía de todo lo que estaba viviendo, que estaba completamente seguro de que Todoroki era el amor de su vida. Kirishima apenas y tuvo palabras que soltar, no por otra cosa, sino que le gustaba escuchar a su amigo relatar cómo es que había sucedido la proposición y los sentimientos que experimentó al ver al bicolor hincado frente a él con el anillo en manos.

Ochako, la mejor amiga de Izuku, fue quien organizó casi todo junto a Midoriya, pero de vez en cuando él también participaba dando ideas o tomando decisiones cuando el azabache se sentía tan abrumado que no podía distinguir entre las telas rojas y las telas rosas. Aún si fueron meses duros de planeación y organización, la boda que se erguía ante él era la más memorable que había vivido, sin duda sólo les deseaba una vida feliz a Shouto y a Izuku.

La fiesta se fue como arena entre los dedos, se estaba divirtiendo tanto que perdió la noción del tiempo, las copas pasaban por su garganta como agua y el calor que sentía era insoportable, hace mucho que había perdido su terno y la corbata que adornaba su cuello ahora hacía el trabajo de una bandana en su frente, los primeros botones de su camisa estaban abiertos y existía una posibilidad de que uno de sus zapatos se estuviera perdido. Había bebido más de su límite, pero no le importaba nada en absoluto, estaba disfrutando junto a sus amigos, junto a la pareja recién casada y junto a Bakugou, su Katsuki.

No recuerda mucho de lo que pasó en la pista, pero tenía pequeñas memorias de él arrastrando al rubio al medio de la pista, bailando de un lado a otro, de darle vueltas mientras le decía una y otra vez que lo iba a matar por humillarlo de esa manera, él rió en respuesta, porque sabía más que nadie que no lo decía en serio. La cabeza le punzaba y poco a poco perdía el control de su cuerpo, como siempre, Bakugou fue el primero en notarlo y lo arrastró fuera de la pista para darle agua y comida que había sobrado para que el alcohol se le bajase, Eijirou no opuso resistencia en cuanto sus manos se entrelazaron, ¿cómo podía negarse? Ni loco.

Llegaron a la cocina, para su buena suerte no había nadie atendiendo, posiblemente porque ya pasaban de la una de la mañana y hacía mucho su servicio había terminado, Katsuki lo guió hacia una de las sillas del lugar y, regañándolo, le pidió que no se moviera e intentara mantener el equilibrio mientras él le preparaba algo de comer.

Y ahí estaba de nuevo, otra maldita acción que volvía loco a su corazón, a su cerebro, a su alma. Kirishima quería golpearlo, quería tomarlo de los hombros y decirle, exigirle, que no hiciera nada por él, que aún después de tanto tiempo seguía siendo difícil aparentar frente a él que solo lo ve como un amigo y nada más, como a un buen compañero suyo que se preocupa por él y por su bienestar. Pero era cobarde, era débil y no podía decirle nada de lo que verdaderamente sentía. Pero esta noche, en esta situación... ¿sería capaz de hacerlo?

—No comprendo por qué tomaste tanta mierda —escuchó la voz de Katsuki mientras encendía las parrillas de la estufa, frustrado—. Cuando pierdes tu cabeza en el alcohol es un maldito problema, te vuelves una molestia.

—Nadie te ha pedido que me cuides —aclaró el pelirrojo acomodándose nuevamente en su silla, cerrando los ojos para no ver la mirada de furia que el rubio le dedicó—. Podías dejarme botado en la mitad de la pista, eh —bromeó.

—¿Sabes? Sí, debí hacerlo, pero eres tan idiota que sólo habrías hecho un desastre allá afuera, y no necesitaba a Deku o a Todoroki quejándose sobre quién no detuvo a Kirishima de tomar.

Eijirou rió tanteando con suavidad su propia pierna, incluso en este estado etílico comprendía y leía entre líneas la mentira y pobre excusa que su amigo le estaba diciendo. Siempre las identificaba, siempre sabía cuando mentía, pero prefería callarse y no decir nada al respecto. En esas veces estaba al tanto de su boca y de las palabras que escupía, ahora no lo estaba considerando tanto.

—Tengo que decirte algo —murmuró girando su rostro hacia el del chico, haciendo que éste volteara a verlo mientras se cruzaba de brazos—. Y no te puedes enojar...

—¿Qué? ¿Tenemos cinco años? —viró sus ojos.

—Parece que los tienes.

—Tú eres el borracho, no yo.

—Shh... déjame hablar —dijo mientras alzaba su dedo índice y lo llevaba a sus labios, su amigo solo acató la orden—. Llevamos... tantos años conociéndonos, Kat, bastante tiempo y... sé que con nadie más he tenido este nivel de confianza, ni siquiera con Izuku... y es absurdo porque... –rió—. ¿Cómo puedo decir que te conozco cuando no puedo leerte como quisiera?

—No seas imbécil, claro que lo sabes —murmuró—. Nadie adivina tan rápido lo enojado que estoy con alguien como tú —Kirishima rió, pero apretó con fuerza sus puños, tenía que decirlo antes de que perdiera la valentía.

—Estoy enamorado de ti, Bakugou —lo soltó. Lo dijo. Salió tan rápido de su boca que no supo si lo soñó o si lo dijo en su cabeza, pero la mirada asombrada y un poco estupefacta de su amigo le respondió a sus dudas—. Y... y me parece absurdo y tan tonto que te lo diga yo, aquí, ebrio hasta los calzones, después de tanto tiempo... me gustaste desde que nos vimos... y me terminé enamorando cuando nos frecuentamos y empezamos a salir... cuando sólo queríamos pasar tiempo el uno con el otro sea callados o hablando de los temas más estúpidos que se me pudieran ocurrir. Y juré por mucho tiempo que esto jamás te lo confesaría, que jamás te lo diría y que me lo llevaría a la tumba porque no quería que esto, que nosotros, se arruinara por... por unos sentimientos que yo estaba confundiendo. Así que... por favor, por favor... —se levantó como pudo, caminando hacia él—. Sé honesto, rómpeme el corazón, haz lo que quieras con él. Porque desde que te conocí ha sido tuyo.

Kirishima quería morirse, tras caer en cuenta de lo que dijo quería salir corriendo de la fiesta y esperar a que un autobús le pasara por encima, ¿en qué demonios estaba pensando? ¿por qué mierda hizo eso? Tanto esfuerzo, tanto tiempo ocultando sus sentimientos para que al final los escupiera en una verborrea apresurada ocasionada por una borrachera. Los minutos pasaban tan tortuosamente lentos que esperaba que Bakugou nunca le respondiera, pero otra parte de él, una pequeñita, una parte que nunca se fue desde que aceptó sus sentimientos por el rubio, esperaba que le correspondiera a toda esa confesión improvisada.

Para su sorpresa y contento, Katsuki no le respondió, por lo menos no con palabras que eran las que esperaba. Desde hace tiempo tuvo las oportunidades para fantasear con los labios del rubio. Se preguntaba si serían suaves o ásperos, si tendrían sabor a picante o no, si al tocarlos podría experimentar lo que era el cielo o llevarse una decepción. Las respuestas a sus dudas fueron respondidas aquella noche, y ninguna fue correcta, era algo más que cualquier cosa que se había imaginado. Bakugou lo sostenía de las mejillas sin separarse, por un momentos creyó que en realidad se había desmayado a mitad de la pista, que se había golpeado en la cabeza y era una alucinación, pero su boca, sus caricias... se sentían tan reales que no dudó en sostenerlo también y acercarlo a él, esperando que no desapareciera y que esta sensación que vivía jamás abandonara su vida.

Esa noche fue la más feliz de su vida. La noche en que supo que el chico del que llevaba años enamorado le correspondía plenamente sus sentimiento. Todo parecía sacado de una película. Y no quería que acabara.

El tiempo pasó más rápido de lo que le gustaría admitir, Bakugou y él se mudaron juntos después de dos años de relación, él estaba trabajando como arquitecto en una firma importante del país, Katsuki consiguió un puesto en la empresa del padre de Todoroki Shouto, algo que le parecía bastante divertido, es decir, los dos tipos que se detestaban terminaron trabajando en el mismo lugar. Todo parecía ir yendo viento en popa en su vida, era feliz con la vida que estaba formando con su novio y todo se volvió mil veces mejor cuando, una noche, después de un día pesado para ambos subieron a la azotea del edificio en el que vivían.

Eijirou estaba frustrado, los planos que hizo para la empresa estaban perdidos gracias a un descuido de uno de sus auxiliares y ahora debía volver a hacerlos. Katsuki, como siempre, lo supo apenas lo vio entrar al lugar, por lo que lo obligó a dejar su maletín en la entrada, que se diera una ducha y que lo esperaba en la azotea en veinte minutos. Estuvo a punto de decirle que la verdad solo deseaba descansar, pero como siempre, Katsuki no le escuchó y le dijo que no tardara.

Al subir no esperaba la sorpresa que lo recibió, había un colchón inflable en el suelo, los exteriores estaban adornados con luces y velas que daban un aura romántica que le borró todo el estrés y cansancio que estaba viviendo, en el medio de todo había una mesa adornada con dos platos, sus respectivos cubiertos y las copas listas para albergar vino, el mismo estaba debajo de la mesa y sus platillos preferidos estaban a punto de ser servidos por quien organizó todo esto. El corazón de Kiri se contrajo cuando Katsuki lo vio y movió la cabeza para que se acercara a su respectivo lugar, no era su cumpleaños, mucho menos su aniversario, ¿entonces qué estamos celebrando?

—Has tenido una cara de mierda los últimos días que es difícil de ocultar —Kirishima rió cínico.

—¿Lo crees? Puedes decírselo a mi jefe, que ha sido un dolor en el trasero la última semana.

—Eso pensé, pero como no puedo golpear a tu jefe, preferí hacerte esto... para ti y para mí, nada más.

Con ese tierno comentario dio inicio a su velada, la velada en la que Bakugou Katsuki le pediría su mano, donde le pediría pasar una vida juntos hasta que fueran ancianos que no podrían levantarse del sofá, donde encontrarían su futuro juntos apoyándose incondicionalmente.

Todo iba tan bien... ¿cómo fue que se arruinaron?

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Desde hace unas semanas las discusiones entre los dos se estaban volviendo rutinarias, usualmente existían discusiones tontas, pero no llegaban a tal punto en el que Bakugou prefería dormir en el sofá que dormir con él. Kirishima no entendía qué era lo que pasaba, no sabía la razón por la que no podían establecer una conversación como dos adultos funcionales, pero Bakugou decidía simplemente mandarlo a la mierda y él debía soportarlo. ¿Era por el trabajo? ¿Era por el estrés de los costes de la boda? ¿Qué era lo que lo volvió un completo imbécil?

Las primeras discusiones Kirishima se acercaba a hablar cuando se encontraban más tranquilos, relajando y calmando el ambiente por lo menos unas cuantas horas hasta que Bakugou decidiera tener un segundo round para discutir. Kirishima intentaba de todas las maneras arreglar sus problemas, incluyendo el intimidar entre los dos, mas Bakugou le decía que no tenía ganas y se iba del lugar por unas cuantas horas. Después de eso no volvió a acercarse, le molestaba más que él fuera el que debía ir tras él, arrastrándose, para que quisiera por lo menos hablar de lo que estaba enojado, y fuera la razón que le diera sabía perfectamente que no era eso, un fallo en el trabajo no podía durar semanas completas, tener un malhumor de los mil demonios tampoco era normal, y Kirishima no le suplicaría para que le dijera la verdadera razón, no era su madre, era su pareja, y cuando él estuviera dispuesto a hablar las cosas como se deben, el pelirrojo estaría ahí, esperándolo.

El día en que empezó todo, como siempre, estaban disgustados. Kirishima estaba preparando su propio desayuno mientras Bakugou lavaba los platos. El reloj dio las 6:30 am y Katsuki sacudió sus manos, tomó su saco, las llaves y se fue de la casa, sin siquiera despedirse. Mentiría si dijera que no le dolió aquello, pero también mentiría si dijera que no se lo esperaba, desde jóvenes él había sido tan avivado a sus emociones que no le sorprendía que no le hubiera hablado durante la mañana entera, pero estaba cansándose de esa tontería, de que no quisiera hacer el intento por arreglar las cosas, por volver a ser quienes eran, es decir, estaban a meses de casarse, ¿cómo es que podía comportarse así en una etapa tan próspera para ambos?

Kirishima dejó su desayuno y se fue a la habitación, buscando entre sus cosas el uniforme de la empresa, lo dejó encima del lugar designado de la cama para Katsuki -lugar completamente ordenado puesto que otra vez no había ido a dormir con él- y se recostó en el colchón, perdiendo el apetito gracias a ese simple gesto que acababa de arruinar su mañana. Le dolía tanto que reaccionara así, le dolía tanto que fuera tan impulsivo y él fuera el que tuviera que aguantarse, le dolía tanto que él fuera el que tuviera que buscarlo y que Bakugou no moviera un solo dedo, lo único que ocasionaba con eso era que Kirishima se replanteara si todo lo que estaba ocurriendo era normal o si debía hacer algo al respecto.

Tan pronto como llegó la noche obtuvo su respuesta. Y fue una de las más dolorosas.

Se quedó hasta tarde en el trabajo, estaban a punto de entregar un proyecto muy importante para el área de Kirishima y, como el supervisor secundario, debía quedarse junto con sus auxiliares por si alguna situación se presentaba. Pasó una hora y ya estaba llegando a casa, mirando por el retrovisor de su coche el pequeño presente que le pudo conseguir a su pareja para la hora que era. Bakugou era un inmaduro, grosero y muy maleducado sujeto, pero todo eso era lo que lo volvía Bakugou y eran las cosas que más amaba de él, que fuera tan genuino con él desde el primer instante hasta ahora, y si bien sus acciones le lastimaban, sabía que hablándolas podrían resolverse, porque así eran ellos dos, así eran entre ellos. Si Katsuki no daría su brazo a torcer, él lo haría.

Dejó el coche en el estacionamiento y subió a su departamento, el auto de Bakugou no estaba por ningún lado, pero estaba seguro de que no tardaría mucho en llegar. Dejó el regalo en la mesa de té de la sala y se sentó en el sofá, moviendo ansioso su pie esperando a que llegara. Practicó por minutos largos el pequeño discurso que estaba preparando, que fuera lo que le tuviera tan enojado los dos lo podían resolver, que estaría a su lado para ayudarlo sin importar qué fuera y que jamás lo abandonaría, porque lo amaba con toda su alma, con toda su existencia. Sonrió para sus adentros, estaba orgulloso de lo que estaba pensando, pero la ligera alegría se fue de su cuerpo tan rápido como llegó puesto que el celular empezó a vibrar. Un mensaje.

Katsuki♡: 2:45 am

No voy a llegar a la casa. Cierra con seguro.

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Cada vez era más difícil ver a Katsuki durante las noches. Se la vivía en el trabajo y sólo llegaba a casa para cambiarse de ropa o bañarse. Las cosas estaban mejor, al menos, ya no discutían y su humor parecía haberse disipado, pero su prometido estaba tan cargado de trabajo que no podía atreverse a comentar nada, sólo decirle que pronto todo se relajaría y las cosas volverían a la normalidad. Bakugou asentía de acuerdo, y cuando Kirishima abría los ojos a la mañana siguiente, Katsuki ya no estaba en la casa.

Se sentía un poco frustrado, ya no lo veía tanto como quisiera y cada vez llegaba más tarde, o ni siquiera se quedaban ahí. Le sabía mal que tuviera que matarse así, de hecho platicó con él la posibilidad de que encontrara un mejor trabajo para que dejara de tener un horario tan abusivo, Katsuki era muy inteligente y estaba seguro que en cualquier lugar lo aceptarían, pero su prometido se negó, diciéndole que no necesitaba hacer eso por él y que estaba bien en donde se encontraba, después de eso dejó de insistir.

El fin de semana debía viajar fuera de la ciudad, su proyecto ya estaba en construcción y debía ir a supervisar por lo menos dos días seguidos. Era un día en el que Katsuki había llegado temprano, un día en el que el trabajo le daba un respiro y le comentó la situación, Bakugou asintió pidiéndole que no olvidara llevarse la pasta de dientes que siempre dejaba atrás y Kirishima dijo que por supuesto que no lo haría. Se fue de la agencia hacia el aeropuerto y, después de despedirse de su prometido por mensaje de texto, subió al avión.

Para contento suyo, la supervisión fue bastante corta. Las cosas estaban yendo de maravilla y ya no era necesario que se quedara el último día, por lo que en lugar de llegar el lunes por la mañana se podría adelantar y llegar el domingo por la tarde. Si bien no era mucho tiempo, podría pasar tiempo con Katsuki, quizás salir a cenar o ir al cine a sus últimas funciones, pasar tiempo de calidad juntos después de semanas tan pesadas que han pasado los dos, volver a contentarse, volver a enamorarse.

Cuando llegó las luces estaban apagadas, se sorprendió un poco porque no era tan tarde como para que su pareja se fuera a dormir, pero aún así no lo descartó, Bakugou solía dormir muy temprano y quizás como tenía el fin de semana para él decidió descansar. Pagó el taxi y bajó con sus maletas hacia la entrada del edificio, sorprendiéndose al ver un auto que no reconocía, tal vez alguno de sus amigos habían venido de visita o era de algún otro vecino, no le tomó mayor importancia y subió hacia su piso, dispuesto a entrar a la casa, buscar a su pareja, despertarlo con un montón de besos y mimos hasta que aceptara salir, no sería tarea fácil, pero lo intentaría por lo menos.

Al intentar meter las llaves en el cerrojo se percató que la puerta no estaba bien cerrada, que de hecho simplemente estaba emparejada. Lo alertó un poco, ¿luces apagadas, un carro desconocido y la puerta abierta? No quería pensar en lo peor, por lo que no dudó dos veces y entró rápidamente, buscando a Bakugou por todos lados. No sabía si alguien había llegado y asaltado el lugar, así que caminó silenciosamente hacia su habitación, lugar en donde podía escuchar dos voces hablar, voces bastante conocidas.

Tomó con cuidado un paraguas que estaba guardado justo en la entrada a la casa, no sabía quienes eran y qué era lo que querían, pero no quería dejarlos ir limpios, si es que verdaderamente eran unos desconocidos. Para suerte suya la puerta del cuarto también estaba emparejada, por lo que con el mismo paraguas logró empujar con suavidad la puerta, viendo una escena que le revolvió el estómago. Fue como un puñetazo en seco, directo en su pecho, un golpe que lo dejó sin habla y sin poder respirar como debía.

Ahí estaba Katsuki, pero no estaba solo. Estaba con Todoroki Shouto. Y estaban juntos.

Retrocedió de inmediato, sorprendido y asqueado de lo que acababa de presenciar. Poniendo extrema atención podía escuchar los jadeos y súplicas de su pareja, súplicas que eran calladas por el mayor mientras se fundían en uno solo, de la manera en la que ellos solían hacerlo hacía tanto tiempo. Su corazón estaba deshecho, estaba hecho mierda.

Quería entrar ahí, entrar y gritarle a la cara qué carajos era lo que estaban haciendo. ¿Todoroki? Es un pedazo de mierda, no hace mucho su esposo le había contado que estaban pensando en adoptar, nada confirmado aún, ¿y ese cretino estaba revolcándose con su pareja? ¿en su maldita cama? ¿¡Qué mierda es lo que estaba pasando?!

Las emociones eran tan abrumadoras que salió corriendo de ahí, tenía el corazón en la garganta y le era difícil seguir siendo discreto. No sabía si ellos lo escucharon llegar o si lo vieron irse, no le importaba nada, lo único que deseaba era salir de ese lugar YA. Para suerte suya las llaves de su auto estaban en la mesita de la entrada, junto al canasto de las sombrillas, por lo que no tuvo que permanecer más tiempo en ese maldito departamento.

Bajó las escaleras con prisa, ni siquiera quiso esperar a que llegara al elevador. Subió a su auto y manejó durante toda la noche, no tenía dónde quedarse, estaban pasando tantas preguntas por su cabeza que decidió aparcar a la lateral de la carretera, apoyó sus brazos en el volante y dejó escapar lo que llevaba resistiéndose. Y no solo por lo que acababa de presenciar, sino por todos los problemas que habían tenido, las discusiones, los momentos en que no estaba en casa y prefería pasar la noche afuera. ¿Se la pasaba con él? ¿Iba con Shouto y pasaban la noche juntos? ¿Cuánto tiempo llevaba viéndole la cara de estúpido? ¿Desde hace cuánto se estaba burlando de él?

No regresó a la casa hasta las seis de la mañana, percatándose que el auto ya no estaba y que las luces estaban prendidas, Katsuki todavía no se iba. Y no tenía ni maldita idea de que ya lo había descubierto.

Pero al subir y verlo preparándose de comer, sorprendiéndose y preguntándole cómo le había ido en su viaje mientras besaba sus labios castamente al sentirlo en el marco de la puerta... cerró la boca y no dijo absolutamente nada.

Nada.

—¿Acabas de llegar? —preguntó el rubio—. Vi que tus maletas estaban en el pasillo... ¿a qué hora llegaste precisamente?

—... hace quince minutos —murmuró frío, serio, una actitud para nada de él y si Katsuki se percató, no demostró saberlo—. Subí las cosas primero, tuve que salir de emergencia a la empresa... —se señaló—. Por eso vengo muerto.

—Al menos ya estas en casa —sirvió un plato para él, una acción que en otro escenario le habría derretido el corazón—. Si saldrás después por lo menos asegúrate de desayunar y no comprar porquerías, te veré en la noche.

Bakugou guardó su desayuno en una cacerola y se fue tomando las llaves de su auto, deseándole un buen día al pelirrojo y yéndose. Actuando como si nada hubiera pasado ayer, como si no estuviera siendo desleal a la pareja con la que llevaba casi un lustro saliendo. ¿Qué juego retorcido pasaba por la cabeza de ese imbécil? ¿Qué mierda hacía?

Nunca le contó a nadie sobre aquello. Ni siquiera a su mejor amigo de la universidad, un amigo que seguramente desconocía la situación y no estaba al tanto de lo que su esposo hacía. En noches como esta, donde tomaba hasta perder la conciencia en el mismo bar fuera de la empresa, se preguntaba si haberle dicho desde que se enteró fue mejor o peor. Haberlo sabido antes o no cambiaría el dolor que sentiría, definitivamente sería lo mismo, mas no fue hasta entonces que se enteró que lo de la adopción no había sido un simple rumor y que de verdad lo estaban considerando. Se sentía una mierda. Lo quisiera o no estaba siendo un cómplice de toda la situación, y todo eso le carcomía tanto que cuando aquello cruzaba su mente decidía beber como un desquiciado.

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Bakugou Katsuki nunca fue discreto con la aventura que tenía, él no era tonto tampoco, y sospechaba que Kirishima estaba al tanto de su pequeño amorío. Lo quisiera o no, ese idiota era la persona que lo conocía mejor en todo el mundo, sólo era cuestión de días para que lo supiera, y él tampoco tenía la intención de esconderlo. Pero cuando esperaba una de las confrontaciones, cuando llegó con un chupetón que él no le había hecho, cuando esperaba que le gritara y le pidiera explicaciones... Kirishima simplemente lo miró con sus ojos vacíos, abotonó la camisa del rubio y se fue rápidamente del lugar, para regresar a la mañana siguiente como si nada hubiera pasado, sirviera el desayuno y se fuera a trabajar.

Lo que no le gustaba era que cada vez que Kirishima no llegaba a casa, él tenía que salir a buscarlo al bar en donde los colegas de su trabajo lo habían dejado. Le parecía inútil irse a emborrachar, él terminaba haciéndose daño cuando lo único que debía hacer era abandonarlo, dejarlo en paz. Pero Eijirou era el ser más terco que había conocido después de él, y debía sacarlo a rastras del bar.

Eran las cuatro de la mañana y Todoroki le había mensajeado, le había dicho que Midoriya ya se había enterado y lo mejor era que no se acercara a su casa, que en verdad estaba enojado y no dudaría en echarlo apenas lo viera. Bakugou respondió que no le temía, pero el bicolor insistió en verdad que no se le ocurriera. Midoriya se había ido de la casa, pero era más que obvio que regresaría y él no tenía la cara como para recibirlo cuando así fuera.

Katsuki pensó en si debía ofrecerle lugar en su casa, si es lo que debía hacer después de haber leído algo así, pero Shouto le dijo que iría a la casa de sus padres por lo menos unas semanas, que estaría bien hasta entonces. Bakugou simplemente le respondió un seco "suerte y avísame cualquier cosa" antes de mirar el reloj de la habitación. Kirishima ya debía estar llegando, pero pasó media hora y ni sus luces.

Era la madrugada del sábado, así que era más que seguro que estaba en ese bar, bebiendo hasta no saber cómo contar. Le mensajeó, y al recibir puras palomitas azules se levantó de la cama, tomó la chaqueta y fue a buscarlo de inmediato.

Una molestia. Todo se estaba volviendo una molestia.

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Cuando lo vio llegar se negó de todas las formas posibles. Se negaba a subir a su coche, le escupía que se largara y lo dejara solo, que le permitiera seguir disfrutando de su fiel compañera y que no necesitaba a nadie más. Bakugou insistió, y como todo lo que recibía, lo obtuvo. Kirishima fue arrastrado por el rubio y el bartender hacia el auto del chico. Sentía que la cabeza le daba vueltas. Sentía que en cualquier momento volvería a vomitar y, ¿quién sabe? tal vez era lo que ese imbécil se merecía, después de todas las mierdas que le hizo pasar.

El camino de regreso fue silencioso, horriblemente silencioso. Los dos sabían que ya no podían postergar la conversación pendiente que tenían desde hace tiempo. Y si bien Kirishima no se encontraba en sus mejores sentidos, todavía tenía cosas que decirle a ese cabrón.

—¿Por qué te molestas siquiera? Me hubieras dejado toda la madrugada, tendrían todo el tiempo que quisieran.

—Tuvo que irse —informó igual de frío el rubio, mirando a los lados por si algún sujeto ebrio venía conduciendo—. Daba igual entonces, tenía que ir por ti aún así.

—Qué considerado.

—Deja de comportarte como un niño. Es una molestia —Kirishima bajó la mirada, dolido.

—No me digas "niño", estoy simplemente diciendo los malditos hechos, ¿no te gusta oírlos? Entonces déjame en paz, puedo llegar a la casa solo.

—Por supuesto que no puedes, ni siquiera puedes sostenerte por ti solo.

—Lo haré de todos modos, no pienso ir a ningún lado contigo —sentía la misma sensación de hace algunos ayeres, cuando él estaba ebrio y Bakugou le estaba sirviendo un poco de comida en la boda de uno de sus mejores amigos, la sensación de hablar y hablar y hablar—. Eres un hipócrita, una maldita mierda, ¿cómo puedes siquiera fingir que te importo cuando has estado follando con Todoroki? ¿Es que ir a buscarme te hace sentir mejor? ¿Sabiendo que es por tu puta culpa que esté afuera, sin tener las malditas ganas de regresar a casa por lo que has hecho?

Bakugou no respondió. Eso le ocasionó más ira al pelirrojo.

—Llevo ¡meses! Aguantándome tanta mierda por ti y nadie más que por ti. Preguntándome en qué mierda te fallé, si siquiera todo lo que vivimos para ti significó algo. No tienes respeto por nada ni por nadie, ni siquiera por el lugar que tú y yo compartimos por tanto tiempo —vio a otro lado—. Mi primer pensamiento fue... ¡Fue un desliz! Tú y Bakugou son mucho más que esto, tienen problemas, claro que sí, pero se superan y ya, se hablan, ¡se corrigen! —los ojos se le llenaron de lágrimas—. ¡Pero no cambió una puta mierda! ¡Seguiste con tus infidelidad e humillaciones! ¡Y me hiciste vivir un infierno! ¡Lleno de dudas y lleno de desinterés!

Esta vez el lugar se quedó en silencio, de no ser por los sollozos del pelirrojo que no luchaba por contener, había resistido tanto tiempo y lo único que deseaba era soltarlo, gritarlo, expresarlo. Bakugou decidió detenerse, aparcó el auto y jugó con sus dedos. No sabía qué era lo que pasaba por su cabeza, y eso le carcomía. Hasta que abrió la boca.

—Y si fui una asquerosa mierda... ¿por qué sigues conmigo?

Kirishima rió incrédulo, mirándolo fijamente como preguntándole si en verdad le había siquiera preguntado eso, Bakugou lucía serio y firme con su respuesta, así que le correspondió de la misma manera.

—Porque no sé quién soy sin ti. Porque te amo y te has vuelto mi todo en estos cinco años. ¡Porque pensé que cambiarías y serías mío de nuevo! Pero nunca lo fuiste, ¿o sí? Si lo hubieras sido... si hubieras estado conmigo desde el primer instante... no te habrías burlado así de mí.

—Yo también te...

—Ahórratelo. Ni siquiera quiero escucharlo —sorbió su nariz, sintiendo que el anillo, aquel anillo que tanta ilusión le había traído, le quemaba, le parecía horroroso.

Lo tomó entre sus dedos y lo retiró bajo la atenta mirada del rubio. No pudo interpretar sus ojos, ¿estaba herido? ¿estaba aliviado? ¿estaba arrepentido? Como lo dijo antes, había facetas de él que no pudo interpretar, ni siquiera hasta este punto de su historia.

—... ¿te irás? ¿abandonarás todos los planes que teníamos...? —Kirishima rió.

—¿Qué es lo que esperas? ¿Que todo siga como estaba...? ¿Para darte otra oportunidad para que lo arruines? Como lo has hecho... —no respondió, porque por lo menos sabía lo que hizo, si bien no lo admitía, conocía el pedazo de mierda que se había convertido—. Y no puedo seguir mintiéndome a mí mismo, pensar que aprenderás a amarme bien... pero lo sabes bien y lo sé yo también que nunca lo harás... —acarició el puente de su nariz, la cabeza lo estaba matando—. Fue por eso que nunca intentaste algo conmigo, ¿no es así? Cuando éramos jóvenes... porque sabías perfectamente que me gustabas, que estaba enamorado de ti, no eras bueno para mí y lo sabías tan bien...

No respondió de inmediato, algo que simplemente le dio otro argumento a lo que acababa de descubrir. No sabía cómo lo lastimaría, no sabía cuándo, pero sabía que era cuestión de tiempo. Y Kirishima lo comprendió muy tarde.

Acercó su mano hacia la guantera del auto, la abrió con tanta fuerza que llegó a golpearse la rodilla, sin importar qué, dejó el anillo dentro para después subir la compuerta violentamente. Bakugou no dijo nada, no movió ni un dedo.

—Todas las noches que lloré. Todas las noches solitarias... en todas ellas perdí la cabeza, pero ahora estoy seguro de que estoy haciendo lo correcto —abrió la puerta del copiloto, estaba retomando la consciencia poco a poco y si bien sentía el cuerpo mareado, no soportaba pasar otro minuto más en ese lugar—. No seré un hipócrita contigo, espero fielmente que te arrepientas de esto durante tu vida, que cuando caigas en cuenta lo que acabas de perder simplemente porque... no estabas listo, porque no estabas tan comprometido como yo. Y que te arrepientas todo el tiempo de lo que hiciste. Pero también deseo que todas estas decisiones que haces te lleguen a un lado, ¿dónde? Me importa una mierda, pero que todo este desastre que creaste no sea en vano.

Kirishima cerró con fuerza la puerta y caminó en dirección contraria, esperando de corazón que no lo siguiera, porque aunque dijera lo que dijera, con tantas cosas sucediendo el amor entre los dos estaba desapareciendo. E hicieran lo que hicieran, aunque trataran de salvarlo, solo sería cuestión de tiempo para que alguno de los dos lo arruinara de nuevo.

No sería fácil, había dedicado tanto tiempo a Bakugou que dejarlo ir le dejaba un vacío en su pecho, pero estaba cansado. Y estaba más que seguro que este era el final, su final.



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llevo todo el día escribiendo esto sin descanso y me duelen los ojos auxilio AKFJEDJGHAKF

se siente raro volver, pero miren, siete mil palabras recién saliditas del orden para ustedes <3

en este extra quería explorar la versión de los hechos de kiri, que también fue algo muy solicitado ya que él también fue víctima de estos dos

aquí también les di un poco más de contexto, bastante más que en el primer os, es el doble de palabras y siento que lo merecían por tanta espera!!!

en fin, tengo planeado dos extras más, y quizás si les gustaría ver kirideku podrían convertir en tres, pero ese dependerá de ustedes <3 así que comenten qué opinan

oh y como último anuncio parroquial!!! hice una playlist inspirada en esta mini historia (porque ya no es un os si le tengo planeada más partes jajaja)

se las dejó aquí <3 (en link también estará en mi perfil, en la ubicación)

en fin, esperen las siguientes partes, los tqm muchísimo

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