ᴜᴠᴀs ᴀɢʀɪᴀs

由 TakitoSan

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A finales de la era victoriana, Izuku Midoriya es sentenciado por un acto de sodomía. Ingresado a un reformat... 更多

Introducción
Antecedentes
Acidez
Agridulce
Instinto
Introspección
Cotidiano
Compañerismo
Complicado
Compulsivo
Solitario
Sonriente
Soñado
Soberbio
Devoto
Defectuoso
Debilitado
Doloroso
Difuso
Diáfano
Precipitado
Preocupado
Patológico
Pictórico
Pesadillas
Príncipe
Rey
Reflexivo
Refrescante
Ruidoso
Fanart
Reacciones
Rabioso
Reparable
Virtuoso
Volátil
Venenoso
Fanarts 2.0
Visceral
Vinculos
Verdadero
Verbal
Vorágine
Naranja I
Naranja II
Naranja III
Naranja: Intermedio
Fanarts 3. 0
Efervescencia
Exposición
Enfermizo
Ecuánime
Errático
Tajante
Transparente
Tolerante
Turbulento
Tumultuoso
Templado
Fortalecedor
Frecuente
Fiel
Febril
Futuro
Fantástico

Espontáneo

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由 TakitoSan


Izuku seguía recostado sobre su nuevo amante. Ambos estaban en silencio. El chico de pecas inhaló el aroma del pecho de Katsuki por la mañana, su cuerpo irradiaba calidez, sus hombros anchos eran del tamaño perfecto para que Izuku se acostará sobre él sin salirse por los lados como una pieza de domino encima de otra. Recargado en sus atractivos pectorales prominentes y duros. Izuku cerró los ojos por un momento. "Quiero quererlo" fue lo que pensó al escuchar los latidos del corazón del rubio. Deseo imaginar cómo sería pasar el tiempo juntos, ya que Katsuki siempre lo apartaba como amo, ahora, tenía que ser distinto. 

Sin embargo, un mal recuerdo lo fulminó y  amargó la dulzura del momento. 

—Quiero regalartelo. —Le sorprendió una voz suave y elegante tras su espalda. 

Izuku estaba inclinado hacia un conjunto de flores de lis color azul a orillas del sendero de un gran jardín. Todoroki le tomó la muñeca y lo giró hacia su dirección con delicadeza. 

—Ayer fue nuestra primera noche juntos y sé que sangraste. Yo robe tu virginidad y quiero compensarte... 

El chico alto y de cabello rojo y blanco le colocó en la palma un anillo. Era un anillo de plata con una esmeralda incrustada. Izuku parpadeó jamás había visto algo tan bonito y caro en su mano. 

—¡Ah! ¡No, no tienes que disculparte! —Izuku interrumpió nervioso apartando el anillo con el sentimiento de un burgués de que si recibía un regalo tan caro jamás terminaría de pagarlo. 

—Midoriya no te lo voy a cobrar —Todoroki sonrió por su comportamiento. Le agarró la mano e introdujo el anillo en su dedo anular. 

Izuku se maravilló de sus manos amables tocándole. Todoroki era elegante, con una conducta apacible, con una voz susurrante y melodiosa. Había tantas virtudes buenas en Todoroki que estar a su lado era su lugar favorito. Lo amaba a pesar que el día anterior había sido todo un macho y se la había metido sin preocuparse por su estado en la cama. 

—Me gustó como anoche me hiciste sentir —dijo ciegamente enamorado mientras el dolor que el cuerpo de Todoroki había dejado al forzar su entrada punzaba su interior. —El dolor me hace recordarte. —comentó aceptando como verdad que el amor tenía que doler. 

Izuku aceptó el regalo como si fuera un anillo de compromiso. Saltó de alegría al sentir que la noche anterior no era "un acoston por curiosidad", que sus sentimientos eran iguales. 

—¡Tú eres mi primer hombre y el último! ¡Te amo, Todoroki! —dijo con las mejillas sonrojadas luego miró a ambos lados del jardín para asegurarse que no había nadie alrededor. Entonces se puso de puntillas y lo besó manteniendo una sonrisa. 

Su corazón latió enérgico. Izuku era espontáneo y tenía tanta vida que no le importaba soportar el dolor en la intimidad siempre y cuando Todoroki lo amará por siempre, sin embargo, en ese momento Todoroki sólo lo miró sin expresión alguna y no le respondió: "Yo también te amo, Midoriya". 

—Prometo que jamás amaré a otro hombre. —Izuku se inclinó tímido a su oreja y susurró coqueto —Lo juro. 

Izuku abrió los ojos de golpe y se puso blanco. 

"El dolor me hace recordarte"

Esa frase se quedó vagando en su mente y la tristeza se reflejó en su cara. Sabía que su corazón jamás volvería a ser tan feliz como ese día. Qué no volvería a ser tan inocente como antes y por consiguiente cada vez que sintiera una inmensa felicidad el recuerdo de Todoroki regresaría a él para recordarle que los hombres al final te lastiman y te traicionan. Su boca tuvo un mal sabor. 

"Pero quiero quererlo..." 

Izuku apretó los párpados y se aferró a escuchar los latidos del corazón de su nuevo amante. No quería imaginar que la historia se repitiera. 

Por el otro lado. Katsuki miraba el techo con su conejito acostado sobre él. Enseguida sintió cómo el cuerpo de Izuku se tensó y sus manos apretaron sus bíceps como si estuviera a punto de caer, no obstante, no le dio importancia y cerró los ojos por un segundo para disfrutar de la paz que su corazón tenía. 

En ese instante volvió a hallarse en la habitación de su mansión. La puerta del balcón estaba cerrada y el calor no tenía donde escapar. La cortina roja que tenía su cama estaba cerrada para que nadie pudiera identificar a la mujer con la que estaba perdiendo su virginidad y la reputación de ella no fuera afectada por el chisme de algún sirviente entrando a la habitación del heredero de los condes Bakugou. 

El chico rubio estaba entre las piernas de Camie y una gota de sudor descendió por su frente hasta caer de la punta de la nariz. Enseguida la gota cayó sobre un par de senos hinchados y desapareció en la curva que desciende hacia los pezones. Katsuki admiró esos pezones erectos que acababa de morder. Jadeante sólo pudo pensar que el cuerpo femenino era una obra de arte y que quería embriagarse de su sabor entonces dirigió su mirada roja hacia los ojos castaños de Camie que estaba bajo su sombra. 

El cabello largo y claro se desparramaba como hilos finos en la almohada.  Tenía las mejillas sonrosadas, los labios carnosos abiertos y húmedos y la piel brillante a causa del sudor. 

—Porque eres tan hermosa —Katsuki le preguntó hipnotizado por su cuerpo curvilíneo y suave al tacto. 

—Podría preguntarte lo mismo —Ella sonrió coqueta. 

Katsuki animado por su encanto femenino no midió su fuerza y la punta de su pene (que ya estaba dentro de la vaina) ingresó con mayor impulso.  De pronto ella arrugó la cara y su belleza se había perdido a causa del dolor. 

—No vayas tan rápido —pidió y tuvo la necesidad de abrir más las piernas —Me duele. 

—¿No es así como funciona? —Katsuki preguntó en su ignorancia masculina sobre todo porque era su primera vez. 

—Tal vez —La chica dijo pues la época criaba a las mujeres para no quejarse —Pero quiero que esto sea un recuerdo, el recuerdo en el que yo te elegí. Y no quiero que el recuerdo duela. No debería doler —Habló más emocionalmente que física pero Katsuki le despejó la cara y entendió que su primera vez no solo era el recuerdo de él si no también de ella. 

De inmediato se dio cuenta que había dos personas en esa habitación y que ninguno debía aprovecharse del otro. Ambos deberían tener placer o si no sería injusto. 

—Tienes razón. No debería doler —Sé inclinó a besarla y disfrutó de sus labios carnosos. 

Al separarse la mirada de Katsuki parecía que se había enamorado en un segundo. 

—Finjamos que me amas y yo fingiré que te amo y quizás a la mañana siguiente se haga realidad... —dijo Camie suavemente —El amor no debería doler. 

Katsuki abrió los ojos por el sorpresivo recuerdo. De inmediato se incorporó y con el movimiento tiró a Deku a un lado que lo hizo golpearse la frente con torpeza en la base de la cama. 

—¡No tiene que doler! —gruñó influenciado por las palabras de Camie. 

Izuku se quejó del golpe y se masajeó la frente. 

—¿De qué hablas, Kacchan? —se quejó de que nunca podía ir al mismo ritmo de su cabeza para entenderlo. 

—Cuando dijiste que aguantarías todo lo que te hiciera incluso si te escupiera y golpeará a mi voluntad. ¡Lo que describiste fue una violacion, estúpido!  

—¡No es una violacion si yo lo quiero, Kacchan! Además cuando entran en ti siempre duele lo quiera o no —Izuku aclaró con la imagen elegante de Todoroki fresca. 

Katsuki pensó que tal vez tenía razón pero tenía la rara sensación de que él estaba hablando más sobre el amor que de sexo. 

—Pues no debería doler. —Soltó pensando en ella. 

—¿Quién lo dice? 

—Lo dijo Cam... —Katsuki se calló pues ignoraba la delgada línea del dolor y el placer homosexual. Y también la delgada línea entre ser un amante y ser amado —¿Y quien dice que sí debe de doler? —refutó solo para llevarle la contra. 

—¡Pues Todo... —Izuku se detuvo. 

—¿Todoroki? —Katsuki ladeo la cabeza —¿Todavía sigues pensando en ese bastardo? —comentó frunciendo el ceño y sintió unos ligeros celos. 

—Y tú sigues pensando en ella cuando solo pasaste una noche —Izuku hizo un puchero. —Lo mío tiene más validez. 

El rubio chasqueó la boca. De nuevo tenía ganas de engancharse en discusiones y debates estúpidos. Sus personalidades eran un imán para chocar. Así que decidió que era suficiente conversación y se puso de pie. 

—Olvídalo. Pero quiero aclararte que puedo ser un patán pero no te imagines escenarios estúpidos donde te voy a violar...No seas un idiota. 

De pronto se escucharon una multitud de golpes en las puertas vecinas como tambores. Y el sonido retumbó a lo largo del pasillo junto a unos alaridos que interrumpieron su discusión. Katsuki intentó ignorar el escándalo. 

—Tú y Kirishima son unos idiotas que creen que actuó sin pensar pero... 

Entonces los gritos subieron de volumen y Katsuki se irritó por el frenesí. Se levantó de un salto y enfadado abrió la puerta. 

—¡Oigan, hijos de puta callense o si no voy a...! —Katsuki quiso reprender a todos cuando una hermosa botella de chardonnay pasó ante sus ojos rodando por el piso. 

Su mirada roja reflejó en sus pupilas al amor de su vida. La botella brilló ante sus ojos y el vino color miel parecía un mar encapsulado en un cristal. Izuku fue a la puerta y dirigió su mirada a Katsuki que estaba hipnotizado por los giros del chardonnay.

Algunos chicos de los cuartos vecinos habían arrojado el vino a lo largo del pasillo para hacer pelear a un par de ebrios y entretenerse un rato antes del pase de lista. Gritaban, golpeaban las puertas haciendo escándalo y reían al ver como dos tipos perseguían la botella por el reducido pasillo mientras forcejeaban graciosamente. 

Los tipos se iban empujando, metiendose el pie, rasguñando y si uno avanzaba el otro le estiraba la camisa para detenerlo. Si Katsuki quería que Izuku tuviera otro concepto lejos de ser un animal rabioso e impulsivo fue el momento más desafortunado. 

—¡Kacchan, no lo hagas! —Izuku solo alcanzó a gritar cuando su amante ya se había lanzado al ruedo. 

Katsuki derribó a uno fácilmente empujandolo hacia una pared como un toro. El otro con la adrenalina y la desesperación que puede dar una gota de vino sobre una lengua seca, se atrevió a treparse a su espalda, sin importar qué peleaba con "La bestia del reformatorio". El rubio fue tomado por sorpresa y cayó al suelo como un saco de papas. 

Izuku se cubrió la cara con la palma. Dio un largo suspiro, no se sentía orgulloso de sus gustos por los hombres equivocados. ¿Cómo un hombre así me vuelve loco? 

En la distancia, Katsuki no perdió tiempo y sometió a su enemigo de cara contra el suelo y aplicó una llave en el cuello desde atrás. 

—¿Te gustaría morir asfixiado? —Katsuki le susurró con malicia y apretó el cuello con ambos bíceps mientras se subía sobre él. 

La botella de chardonnay llegó al final del pasillo. Katsuki y su enemigo parecían un nudo en el suelo. El chico agitaba el cuerpo para sacárselo de encima. Katsuki resistía sus movimientos y lo echaba hacia abajo usando sus caderas como si lo embistiera. Aquel movimiento brusco convirtió la dulce mirada esmeralda que lo observaba en una mirada agria y pantanosa. 

El roce de los cuerpos y el forcejeo hizo que Izuku apretara los dientes y sintiera acidez en el estómago. Intentó no tener pensamientos negativos pero el modo de lucha grecorromana que estaban realizando era demasiado sugestiva para su tolerancia y lo enceló. 

En ese instante Aoyama se le acercó a su puerta quejándose de lo bruto que eran los hombres. El rubio lucía una bata de seda rosa y una crema sobre las ojeras. Le encantaba mostrarse muy femenino. 

—¡Míralos cogiendo en medio del pasillo! ¡Qué vulgares! ¡Al menos deberían irse a un rincón oscuro y evitar quemar nuestras retinas! —El rubio sopló hastiado un mechón de su cara. 

—No están cogiendo —Izuku respondió serio con la mirada fija en la escena. 

A la distancia, el chico sometido comenzó a soltar quejidos y Katsuki comenzó a susurrar: "Voy hacer que llores". 

—¿Cómo puedes preferir a ese borracho? Mereces alguien que no te cambie por una absurda botella de vino —Aoyama de nuevo intentó ensuciar la imagen de Katsuki y coquetear con Izuku —Ya te dije que deberías elegir un novio que te trate como el conejito lindo que eres, mon cherí. Yo podría cubrirte de cariño y chupartela muy rico. ¿Qué te puede ofrecer ese chupa coños? 

Aoyama se acercó a enroscar con un dedo sus rizos verdes y acariciar sus mejillas regordetas. Izuku se sintió helado y lo ignoraba. Sus ojos de reptil parecían exigir a Katsuki que dejara de tocar a ese hombre. 

—¡Ah! Ya entiendo —Aoyama notó su mirada celosa y una actitud dominante que antes no tenía —¡Te lo cogiste! ¡Y está vez no es una fachada como antes cuando eras su "esposa de cárcel"! —dijo sorprendido. 

—¿Qué? —Izuku reaccionó. —¡No, no me lo cogí! 

—¡Oh! Así que Conejito ha estado rebotando en una verga jugosa. —Aoyama lo confirmó bajando el cuello de la pijama verde y espió las marcas de besos morados que tenía en la yugular, luego su mirada de sorpresa cambió a una caprichosa —¡Ah! Pero es una lástima que los tipos que son apuestos y ricos casi siempre son las prostitutas más grandes de París. 

Izuku no negó su argumento. Los hombres ricos y apuestos siempre tenían montones de hombres y mujeres persiguiendolos. Todoroki los tenía. Y sus inseguridades lo hicieron cerrar los puños. No quería comparar a Kacchan con su ex pero a veces cuando comienzas una relación la comparación con la anterior es inevitable. 

—¿Vas a permitir que coja a ese tipo frente a ti? —dijo el rubio como señora chismosa. 

—¡No lo está cogiendo! —Izuku rechinó los dientes. Aoyama no estaba ayudando con su situación. 

Sabía que era una tontería, otra pelea más, algo tan común en el reformatorio que llega a ser aburrido; era evidente que no había ningún acto sexual pero el contacto, la posición a gatas, su pelvis rozando el trasero de otro hombre, el forcejeo sugestivo. ¡Todo eso lo volvía loco! Izuku sabía que no debía sentir esa molestia en las entrañas, no obstante, el protagonista era Katsuki y cuando se trataba de él todas sus emociones eran desenfrenadas. Comenzó a sentirse fuera de sí como aquella vez que lo vio besando a Shinso y después quemó su edredón sin recordar sus acciones. 

Izuku no quería hacer una escena pero los monstruos seguían en su cabeza; ocultos tras puertas desvencijadas y rotas que se colaban en cualquier oportunidad.  Se quejaba de la impulsividad de Katsuki pero él estaba peor al controlar sus celos entonces como un disparo salió de su puerta y corrió a parar el asunto. 

—¡YA BASTA! —gritó a todo pulmón y dando grandes zancadas caminó al final del pasillo donde estaba la botella y la levantó —¡Puedes parar esta ridícula pelea, Kacchan! —dijo deseando con los ojos de reptil que dejara de abrazar a ese chico con los bíceps. 

El silencio del pasillo fue sepulcral. Había arruinado la diversión de todos y desde las puertas los internos le dirigieron unas miradas terribles. La valentía se le fue rápido y se puso nervioso por la exposición pública. 

—Yo solo quería que... —Izuku por fin se dio cuenta de la tormenta que estaba haciendo en un vaso de agua. Al notar la mirada de los otros, salió huyendo a su cuarto y azotó su puerta. 

La cara de Katsuki fue un símbolo de interrogación. Soltó a su rival y se levantó para darle una patada en las costillas sólo para sacudirse la confusión. 

¡¿Qué mierda acaba de ocurrir?! 

—Dile a tu esposa que se calme y no nos arruine el rato —comentó enfadado uno de los internos desde su puerta. 

—¿Necesitas que tu esposa te salve, Bakugou? ¿Va a pelear tus peleas? 

Katsuki arrugó el ceño ante las críticas. Enseguida Aoyama se le acercó. 

—¿Creo que estás en problemas, gatito? —dijo fingiendo un tono femenino. 

—¿De qué hablas? —Katsuki se detuvo de patear al pobre ebrio que se fue arrastrándose por el pasillo. —Qué le dijiste a Deku, maldita perra. Te advertí que no te acercaras. 

—Yo nada —Aoyama mostró sus manos abiertas como signo de honestidad —Él se puso celoso sin mi ayuda. 

—¿Celoso? ¿Por qué Deku tendría celos? 

Aoyama volvió a reír. 

—¿De qué te ríes? 

—Es que no entiendes nada. 

—Pues explícate, perra. 

—Todos creen que si eres sumiso en la cama eres sumiso en la relación pero los pasivos seguimos siendo machos y muchos tenemos nuestro lado territorial —Aoyama pareció advertir. —Estoy seguro que conejito tiene ganas de ponerte una correa para jalarte el cuello cada vez que muevas la cola frente a otros hombres. Nos gusta que nuestro novio se comporte. 

—¡Cállate! ¡Qué voy a andar moviendo la cola a otros hombres! ¡Izuku está loco! Además yo hago lo que quiera nadie me va poner una correa —Katsuki reafirmó su independencia pero no negó que fuera novio de Izuku. Empujó a Aoyama para encaminarse a su habitación. 

—Si eso es lo que quieres pensar. —Aoyama le miró desde atrás con envidia. Él quería jugar con ese conejito celoso llenando todos sus huecos y mancharlo con su leche. No perdía la esperanza de que pronto lo obtendría. 

Katsuki fue a su habitación y entró como un torbellino de fuego. 

—¡¿Qué mierda pasó allá afuera, Deku?! —Katsuki pidió una explicación. 

Izuku se encogió de hombros frente a él. 

—Y-yo no me di cuenta cuando corrí, Kacchan. ¡Mi cabeza se nubló!  —Izuku movía nervioso la botella de chardonnay entre sus manos y bajó a mirar sus zapatos. 

—¡No puedes venir y parar una pelea! ¡Es una regla de la cárcel! Todos odian a esos santurrones que quieren mediar en un enfrentamiento al igual que odian a los soplones! ¡Acabas de socavar mi autoridad y pusiste a medio mundo en tu contra! ¿Eres estúpido? 

—No, Kacchan pero... —Izuku levantó la mirada y su estómago reburbujeó de celos solo de recordar el escandaloso forcejeo —F-fue tu culpa —titubeó —T-tu manera vulgar de exhibirte, subiendote a ese chico y revolcarte con él mientras todos te miraban... 

—¿Mi manera vulgar de que? —Katsuki no pudo seguir la conversación. Entendía las palabras pero no tenían sentido —Me dice vulgar el tipo que se masturba con un edredón. ¿Es el mundo al revés?

—¡Lo estabas tocando! —Izuku se le complicó explicar porque estaba molesto. Era ridícula la excusa, todo había sido creado por su imaginación y lo sabía pero los sentimientos de inseguridad eran enormes y reales que se ahogaba en ello. 

—¡¿Crees que me lo estaba cogiendo?! —dijo con sorpresa —¿Eres tonto o estás drogado? ¡Ni siquiera puedo cogerte a ti cómo iba acoger a alguien y todavía en público, imbécil! —Katsuki le arrancó la botella de las manos y al instante tuvo que abrirla y echarse un trago directo de la boquilla para evitar darle una bofetada. —¡Así es como se pelea cuando alguien te derriba! ¡Tienes que someterlo antes de que él lo haga! —dijo limpiándose la boca con el dorso de la mano. —¿Cómo creíste que yo... ?

—¡Ah! Yo no creí que lo cogías, solo que... —Izuku no pudo admitir sus celos irracionales. 

—¡Tienes diecisiete años! ¿acaso nunca has tenido una pelea? —interrumpió el rubio. 

—¿Una pelea? —Izuku esperaba que Katsuki le arrojará algo y se enfadara pero se sorprendió de su autocontrol  —Bueno yo... Tuve una pelea una vez —recordó —pero después de que me empujaron contra la pared y me pusieron una capucha realmente no hice mucho... 

Katsuki le dio dos tragos al vino blanco y se relajó. Miró el rostro dócil de Izuku y dejó pasar sus celos, ¿quién era él para darle sermones? Entre idiotas podían entenderse se dijo y se preocupó más por el futuro. 

—¿Cómo puedes ser tan inútil? Tenemos que arreglar eso —dijo arrojando su amado chardonnay a su cama y abandonarlo por tomar la mano a Izuku. 

El pecoso sintió el apretón y después el fuerte jalón que lo dirigió a la salida. 

—¡Kacchaaan! —exclamó asustado. 

Katsuki de un brochazo pareció pintar de un naranja brillante el color verde de sus celos. 

La mirada de Izuku cambió a una llena de nerviosismo e incertidumbre. Corrieron agarrados de la mano por el pasillo y la velocidad movió sus rizos despeinados. Izuku quedó desorientado al atravesar el pasillo, sobre todo porque pasaban a lado de los otros internos que estaban afuera de sus puertas hace un minuto. Eran pequeños borrones de colores pero se enfocó en sus ojos y sus miradas mostraron descontento.

¿Es en serio, Kacchan? Después de que arruine tu pelea y desafiara tu autoridad, ¡sólo vas a jalarme de la mano públicamente! ¿no te interesa cómo te están mirando? ¡No te da miedo que dirán de ti!

El corazón de Izuku latió fuerte por el horror de las miradas, bajó la cabeza al piso e intentó ocultar su cara con su pelo de arbusto. Después de bajar torpe las escaleras se dio cuenta de la realidad. No es que su Kacchan fuera inmune a la presión social o a la crítica, de hecho le dolía que la mayoría creyera que era solo una "uva agria". Simplemente era que nunca pensaba cuando hacía las cosas hasta después de realizarlas. 

Katsuki estaba mostrando sin reparos quién era su persona favorita en el reformatorio. 

Durante el trayecto hacia el exterior la tensión se liberó. La química entre ellos se sintió libre y desinhibida. Izuku descubrió un nuevo aspecto de su "Dios del vino":  La gracia de su espontaneidad. Katsuki era como una paleta de colores que iba desde los tonos rojos muy excitables hacia la calidez del naranja, la ternura del rosa y un negro que desentonaba. Al final sus colores eran impredecibles e Izuku quería ser entintado por cada uno de ellos. Su corazón se llenó de un abanico de emociones que jamás había experimentado y Katsuki estaba enseñándole. Su relación como amantes no iba a vivirse en una habitación como había pensado, estaba desarrollándose en el exterior y eso le pareció maravilloso aunque cuando llegaron a su destino a Izuku ya no le pareció tan buena idea la convivencia en público. 

—¡¿Cómo terminamos aquí?! —Izuku reclamó preguntándose a sí mismo como su día inició en la cama con un "Buenos días, cariño" y terminó con un "Ve y golpea a ese tipo". Lo peor era que su día ni había empezado. ¡Ni siquiera eran las seis de la mañana!

—¡Te dije que fueras e iniciarás una pelea! —Katsuki apuntó a un chico delgaducho que estaba fumando detrás de la iglesia. 

—¡Yo no quiero ser un matón! —El pecoso dijo afligido. Le gustaba la espontaneidad de Katsuki pero esto era el extremo. 

—¡No se trata de ser un matón, se trata de crearte una reputación de matón! —explicó pasando un brazo por la espalda de Izuku como si fuera su camarada. 

—¿Estás loco? ¿Porque querría una reputación así? 

—¡Maldita sea, Deku! —le dio un golpe en la cabeza —Escúchame, la reputación se construye más a rumores que a la realidad.  ¿Tu crees que me llaman la bestia del reformatorio por pelearme con todo el mundo? Sólo golpea a un chico y el primero que cuente el chisme dirá que golpeaste a dos y el segundo contará que fueron tres. Esto te servirá en el futuro cuando alguien quiera pelear contigo lo pensara dos veces. 

—Pero... 

—¡Nada de peros, ve, empuja a ese chico y quítale sus cigarrillos! ¡Dile que son tuyos! —Katsuki ordenó como un tirano. 

—¿Qué? ¡Ni siquiera fumó, Kacchan! —debatió. 

—¡Deku no lo haces fácil! —Katsuki frunció el ceño y puso sus palmas en la espalda de Izuku y comenzó a empujarlo adelante pero Izuku se resistió en pánico. 

—K-kacchan, no quiero hacerlo. Ese chico no me hizo nada. ¿Entiende, por favor? —El pecoso suplicó. 

—¡No, otra vez! —Katsuki se quejó de que estaban volviendo a discutir. Qué imán tenía Izuku para siempre desafiarlo —¡Entiendelo! 

—¡Pero eso cigarrillos no son míos como se los voy a pedir! 

—¿Y acaso importa? Y yo no dije que pidieras los cigarrillos dije que se los quitarás. Si quieres algo solo debes tomarlo sin permiso. 

Ambos todavía tenían el pijama puesto. Katsuki vestido en pantalones holgados color marrón y una camisa blanca de tirantes lo empujó e Izuku siguió resistiendo vestido con su tierna pijama de rayas verdes. 

—¡Kacchan no puedo hacerlo! —dijo temeroso.

—¡Deku, no entiendes! Quiero que salgas entero de aquí. ¡Obedece! —refunfuñó —Así en cuanto seas libre podremos pasear por París y no sólo vernos en un hospital. 

—¡¿Pasear por París?! —Izuku dejó de resistirse y el empujón lo hizo caer de cara al suelo. Sus mejillas se sonrojaron pegadas al adoquín de la plaza —¿Q-quieres decir allá afuera? ¿Juntos? —tartamudeó y levantó el rostro. 

—¡Claro que allá afuera, conejo tonto! —Katsuki le dio un puntapié —¿O ves alguna torre Eiffel por aquí? 

Izuku se levantó de un brinco. 

—¿Quieres decir que nos ves juntos en París? ¿No estás mintiendo, verdad? ¿dijiste que "juntos"? ¿Juntos tú y yo? Porque te estás refiriendo a mí persona ¿cierto? Cuando hablas de pasear por París juntos... 

—¡Ya deja de decir juntos! —Katsuki regañó y se sonrojó —¡Fui muy claro, no lo hagas incómodo! 

—Juntos —Izuku suspiró y sonrió, esa palabra sonaba tan bonita al decirla en voz alta. 

—¡Sí, juntos! Pero puedes poner atención. —tronó los dedos frente a su cara pecosa y le borró la sonrisa —¡Ve y golpea a ese tipo te servirá para el futuro!

—¿En el futuro? 

—En el futuro cuando ya no esté. —aclaró

Izuku fijó su mirada asustada hacia su amante. La idea de perderlo era impensable. 

—Si Aizawa no alarga mis días aquí en seis meses terminaré mi sentencia. —continuó de modo casual —A ti todavía te quedarían tres meses para salir y tendrás que ver por ti mismo. 

Katsuki quería proteger a Izuku de todas las maneras posibles y cuando supo que no sabía pelear quiso ayudar. 

—Ahora que lo entiendes ve y muestra algo de carácter. —Katsuki le empujó y le dio una nalgada con confianza. 

—¿Pero lo juras? —Izuku se regresó hacia él —Juras que vas esperarme cuando salga. ¿Podemos ir al teatro, a oír a la filarmonica, hacer un picnic y visitar las galerías? —Sin darse cuenta comenzó a sentirse entusiasmado con la idea. "Kacchan es asombroso" su mente saltaba juguetona. —¿Juras que tendremos esa cita? —finalizó con un tono dulce pero bajó las revoluciones de su corazón para no decepcionarse. 

—¡Lo haré inolvidable! —Katsuki respondió y le ofreció una mirada como si aceptará el reto. 

Un escalofrío recorrió la columna vertebral del pecoso casi dejándolo tieso por la sobreexcitación. De pronto la adrenalina invadió su torrente sanguíneo y sintió que sus músculos podían crecer. 

—¿A quién dijiste que debo de empujar? —Izuku exclamó con lealtad como un cabo a su general. 

Katsuki se sorprendió por su actitud. 

—¡Vaya por fin no protestas! Si hubiera sabido que agendar citas contigo te hacía dócil lo hubiera hecho antes. 

Izuku fue con decisión hacia el chico que fumaba detrás de la iglesia. Katsuki había elegido bien a su víctima, un pequeño chico del peso de Izuku, algo con que podía lidiar su amante. Vio a lo lejos como lo empujó y como lo esperaba cayó al suelo, sin embargo, Izuku pareció sentir remordimiento y agitó las manos disculpándose y le ofreció ayuda para levantarse. Katsuki se enfadó. 

—¡Lo haces mal, inútil! —Katsuki corrió hacia ellos y empujó de nuevo a la víctima, esta vez el empujón fue brutal —¡Si ya iniciaste una pelea, acepta las consecuencias! ¡Jamás te retractes, idiota! —señaló con el dedo en la cara de Izuku —¿Tu crees que este tipo merece respeto? —señaló al chico que no sabía aquien de los dos mirar. 

Izuku asintió con la cabeza. Katsuki le dio un jalón de orejas. 

—¡Qué te entre en la cabeza que todos aquí merecen alguna vez una paliza! ¡No son unos angelitos! Además si ya empezaste una pelea, tu rival no va tenerte consideración porque te disculpaste. ¡Ahora ponle el pie en el cuello a ese bastardo y dile lo que quieres!

Izuku frunció las cejas y mostró los dientes con agresividad. Esa cita en París era su mayor motivación. 

—¡Dame los putos cigarrillos o te mataré, pedazo de mierda! —Izuku hizo una excelente actuación de Katsuki aunque por dentro moría de vergüenza. 

El chico enclenque tembló, le dio su única cajetilla y salió huyendo. Izuku se giró hacia su amante con una sonrisa infantil. 

—¿Cómo estuve, Kacchan? —Su tono era delicado y sus mejillas se sonrojaron. 

Katsuki empujó ligeramente a Izuku contra la pared, le quitó los cigarrillos y sacó uno para fumarlo. Su cara fue de satisfacción a la primera inhalación. Entonces encerró al pecoso con su cuerpo. 

—No estuvo mal para ser tu primera vez —Katsuki soltó el humo en la cara de Izuku y le espió el cuerpo entero. —Todo puede perfeccionarse —dijo haciéndose la idea de aumentar los músculos de Izuku. 

—Kacchan —el chico más bajo se quejó con un puchero y sacudió el humo con la mano —Por favor no me eches el humo.  No me gusta fumar. 

El pecoso tosió y Katsuki sonrió con travesura. Dio una calada profunda y se llenó de humo del tabaco enseguida agarró el mentón de Izuku e inclinándose a su dirección y le robó un beso. No perdió tiempo y abrió la boca para que el humo retenido fuera hacia el interior de su amante. 

Izuku abrió los ojos al sentir como el humo maloliente ingresaba a su cavidad; forcejeó y golpeó el pecho de Katsuki para que lo soltara. Este interpretó su forcejeo como un reto, lo apretó más a su cuerpo y le metió la lengua que tocó hasta la úvula de la garganta. Al final con esa boca ancha atrapó y succionó la pequeña boca de Izuku y lo hizo hasta quitarle el oxígeno. 

Cuando Izuku fue liberado este respiró el aire fresco y tosió el humo del tabaco. Katsuki rió a carcajadas al punto de tener que tocarse el vientre de lo gracioso que era ver su cara de tonto. 

—¡Kacchan! —arrugó las cejas y gruñó —Te gusta burlarte de mí ¿verdad? —reclamó mientras tosía. En ese instante se sintió como si tuviera cinco años de nuevo. 

—No voy a mentir, la verdad me hace muy feliz verte la cara de tonto —Katsuki fue transparente y se carcajeó como un niño.

Izuku le dirigió una mirada de desaprobación. Al notar sus ojos verdes Katsuki se río de lado con mayor diversión 

—No deberías quejarte, estamos iguales. 

—¿Estamos iguales? Pero yo no me burló de ti —De nuevo salió a flote esa protesta y el choque entre ambos pero Katsuki supo cómo callarlo —Me gusta burlarme tanto como a ti te gusta celarme, conejito. —reveló su descubrimiento y colocó provocativamente las manos contra la pared enjaulando con su cuerpo a Izuku —¿De verdad quieres ponerme una correa, Deku? ¿Crees que muevo demasiado la cola a otros hombres? 

—¡Qué! ¡Yo nunca he dicho eso! —Izuku palideció y se aterró de ser atrapado porque sí le encantaría ponerle un collar y mantenerlo pegado a él. Porque una parte suya no quería quererlo, quería poseerlo. 

Katsuki le golpeó la frente con un dedo. 

—No te lo tomes tan en serio, conejito —Katsuki se carcajeó por la expresión sombría —Lo digo por joder. —dijo casual. Kirishima le había advertido sobre los celos de Izuku pero a Katsuki solo le parecieron graciosos.

En ese instante las campanadas de la iglesia sonaron con potencia. Al estar tras el edificio el sonido fue ensordecedor y la risa del rubio quedó silenciada. Izuku lo contempló envuelto en ese sonido típico de boda y fue suficiente para que lo hiciera añorar esa cita paseando por París. De pronto se sintió entrar en una novela romántica y deseo tener ese final feliz. 

╭─────────────────────❀

Nota de Autor

Ha pasado una semana de la última vez que publique. Este es el mejor logró de productividad que he tenido *hace un brindis* aunque este capítulo siento que es muy de relleno porque le metí de todo xD yo solo quería demostrar que todavía pueden ser felices aunque estén mal de la cabeza.

El otro día leí un comentario que decía que yo alargaba la historia y no es que quiera alargarla, la razón es que se me ocurre una escena o un diálogo random y tengo que crear una justificación y eso me hace extenderme porque no puedo poner a Izuku vestido de payaso sin justificar porque esta vestido así XD

En general la trama ha cambiado mucho desde la idea del inicio, porque yo quería hacer uno de esos fics polémicos donde al protagonista lo violan cada capítulo pero no soporte jajaja así que por el momento son tipos locos que se cruzan con otros tipos locos y ocurren dramas a lo pendejo.

Que tengan un lindo fin de semana.

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