Mi amada cerezo:
Me puse a recordar el día o mejor dicho noche que comenzó nuestra aventura, fue mucho antes de que formalizaras tu relación él, y aún sigo pensando en porqué.
Tu llorabas, lamentabas la perdida de mi brazo y culpabas a Sasuke, quien apenas había vuelto en la aldea y se encontraba en una especie de sueño por la perdida de sangre.
Me habían dado de alta rápidamente pues gracias a Kurama mis heridas estaban casi sanadas por completo. Me acompañaste por esa noche, en algún momento acabaste besándome y nos dejamos llevar.
Besé, acaricié y adoré cada parte de tu cuerpo con sumo cuidado, encargandome de hacerte ver las estrellas y todos los universos posibles.
Me tomé mi tiempo al hacerlo, gozaste, lo ví en cada una de tus expresiones con cada toque o cada embestida que daba, y al notar aquel diminuto hilo de sangre me sentí dichoso, fuí el primero.
Me hubiera gustado gritarlo a todo el mundo que me pertenecías y te pertenecía de igual manera.
Pero rogaste por dejarlo oculto, nadie más que nosotros debían saber lo que hacíamos cada noche al cerrar nuestras puertas.
No entendí pero te hice caso, ya varios meses después comprendí, no querías que nadie supiera porque aún lo anhelabas a él, y el hecho de convertirte en su novia me hizo saberlo, verte siendo sostenida por él mientras lo mirabas con adoración.
¿Alguna vez me miraste así?