¿De verdad el puto Harvey está quedando con Ellie justo el segundo día del curso? ¿Me toma el pelo? Hubiera jurado que aquella chica tiene instinto de psicópata —como Stella y, sospecho, como Bloom— y que era incapaz de ser tierna y amable con alguien que no fuera el hadita morada que tan bien se lleva con Riven, pero... ¡sorpresa! Me he equivocado otra vez. Al parecer, el oportuno de Sam ha cuadrado con ella a la perfección.
A pesar de todo, diría que Ellie no se sentía cómoda cuando le pasó el brazo por los hombros pero, siento que esto solo es una simple excusa que me digo para convencerme de que no se gustan. Sí no, ¿por qué no se zafó? La de ojos tristes tiene suficiente carácter y arrogancia para espetar cualquier pulla a todo el mundo, sin embargo, no se ha movido de su sitio cuando Sam ha hecho ese gesto. Por otro lado, le ha justificado cuando ha sido descubierto espiándonos. No puedo creer que lo haya hecho si, literalmente, hace un par de horas casi mata a Timmy por sospechar que había difundido un rumor sobre ella. ¡No la comprendo! ¿Está con Sam o no? Ella lo ha negado, pero luego él ha insinuado que sí... ¡Necesito saber qué narices pasa aquí!
«Si supieras la ansiedad y el miedo que he sufrido en la puta primera clase del curso, entenderías porque soy un bloque de hielo».
Las palabras de Ellie son más afiladas que la antigua espada de Andreas de Eraklyon. Silva me la entregó hace años en un gesto que, creo, intenta vincularme con mi progenitor a través de su único legado: la espada con la que mató a muchas brujas y quemados. Debería sentirme orgulloso, pero sigo pensando que mi vida hubiera sido más agradable si mi padre hubiera sido jardinero. Al menos así, seguramente seguiría vivo.
Mierda, ahora me siento triste. ¿Por qué este año ha comenzado tan mal? Ojalá existiera un botón de reinicio.
Camino ensimismado hacía mi cuarto. Esta mañana he puesto las sábanas a lavar en cuanto Stella se ha marchado, no sé si eso es porque deseo quitármela de la cabeza cuanto antes o porque soy un chico muy aseado. De alguna manera, sospecho que es la primera opción la que me atormenta. Dicen que estar confuso no es un pecado, pero yo siento que con mi cabeza hecha un lio estoy creando un enredo tan grande como las bolas de nieve de los dibujos animados. Debería centrarme en los entrenamientos y dejar a las chicas —especialmente a Ellie, que me lleva loco con sus palabras— de lado.
En el pasillo donde se encuentra ubicada mi habitación compartida con Riven, hay un chico menudo rayando la pared con un cúter. No necesito que me mire para identificarle.
—Como te pille Silva, te va a caer una bronca monumental.
Timmy, que tiene unos pésimos reflejos y al parecer la capacidad auditiva de Beethoven en sus últimos días, da un respingo y se corta con el filo. Una gotita de sangre se desliza rápidamente por su dedo índice y me mira asustado. Después, al percatarse de que soy un inocente estudiante y buen amigo, frunce el ceño.
—Mira lo que ha pasado por tu culpa —espeta—. ¿Por qué has tenido que asustarme?
Tras ese reproche, se mete el dedo en la boca a fin de detener la hemorragia.
—No hagas el guarro Timmy, tienes que ponerte una tirita.
Me aproximo a la entrada de nuestra habitación y busco mi llave entre los pliegues de mi ropa. Acabo de percatarme de lo patético que luzco cuando palpo los bolsillos delanteros de mis pantalones como un ciego, para luego darme cuenta de que siempre están en los traseros.
El herido se sitúa tras de mí y contempla mi ritual de búsqueda de llaves con parsimonia. Al fin, doy con ella y me dispongo a introducirlas en la cerradura. Es entonces cuando un coro de voces atraviesa la madera y, tanto el cotilla como yo, nos damos cuenta de que Riven está dentro con una chica. Inmediatamente, Timmy reprime una carcajada y se tapa la boca.
—Creo que...
—Ni se te ocurra, Sky. Abre la puerta —me corta, esforzándose por no partirse en una carcajada.
—¡Timmy, no sabemos qué están haciendo!
—Por eso, abre la puerta ya. Si nos oyen van a dejar de hacerlo.
—Eres pura maldad —Me río, a pesar de todo, y le doy un codazo.
Antes de hacer nada que ponga en riesgo nuestra situación fisgona, agudizo el oído para asegurarme de que no sueltan gemidos ni nada parecido al otro lado de la puerta. No quiero traumatizarme de por vida con lo que vea.
—Vaya, eso sí que es interesante —dice Riven—. ¿Cómo sabes todas esas cosas? ¿Tienes acceso al certificado de nacimiento de cada hada de Alphea o que?
Una risita traviesa asoma de la boca de su compañera. Me pregunto si será el hada morada, pero no creo. Hace relativamente poco estaba con ella en el comedor y, salvo que sea veloz como un rayo, dudo que haya llegado a la cama de Riven tan fácilmente.
—Tengo acceso a todo lo que yo quiera... —Definitivamente no es Melody. Parece una voz sacada de un vídeo picante de internet.
—Abre la puta puerta —Timmy está nerviosísimo y casi me tira al suelo para cumplir su cometido.
—Tío, cállate —susurro y le pego otro codazo al de gafas.
Es complicado escuchar con claridad la voz de esa chica, ni siquiera me suena. Desde luego no la conozco, así que debe ser alguna de primero. Se la escucha con un tono sensual y lento, lo cual no es sino otra razón para no entrar en la habitación sin llamar primero.
—Si cuentas por ahí que su tía es una bruja, le vas a hacer la vida complicadísima y no te lo recomiendo.
¿Brujas? Hacía tiempo que no oía hablar de ellas en Alphea. Entre el pastor muerto, los quemados y ahora nuestros enemigos naturales –las brujas—, empiezo a dudar de si es buena idea relacionarme con Riven. En serio, ¿cómo lo hace para estar metido en todos los jaleos? Espero unos segundos. Quiero saber de quién hablan exactamente. Al parecer, sugieren que el sobrino de una bruja está matriculado en la escuela.
–¡Oh, vamos! Sky no aguanto más, ¡abre la puta puerta! —Inesperadamente, Timmy toma la delantera y me coge del puño para obligarme a girar la llave.
Pronto se escucha un ligero crujido, la cerradura se desbloquea y las risas del cuarto cesan estrepitosamente. Me cago en la puta, ya me he perdido el secreto.
—¿Sky? —La voz de Riven me busca.
—Eh...
No me da tiempo a contestar, pues Timmy ya se ha asegurado de dar un portazo y exponernos a ambos con una claridad vergonzosa. La escena que se manifiesta no es tan comprometida como creíamos: Riven está tumbado sobre su cama y una chica pequeña y pelirroja se sienta en el suelo mientras charla con él. La verdad es que sus cabezas están bastante juntas, así que no descarto que estuvieran enrollándose hace unos segundos, pero luego me fijo en el porro encendido entre los dedos de Riv. Eso aclara bastante el secretismo.
—¿Qué hace este aquí? ¿No tenías entrenamiento? —Mi compañero de cuarto inclina la cabeza hacia Timmy.
—Me he hecho sangre.
Imitando a un niño pequeño, Timmy extiende el dedo herido hacia el macarra. Aún le sangra. Sin decir nada —no sé exactamente qué hacer en este momento—, me aproximo a mi cómoda para buscar la caja de tiritas. Entre que doy con ellas y le pongo una a Timmy en el dedo, escucho como los otros dos se susurran cosas bastantes seductoras al oído. No me puedo quejar porque ayer era yo el que se trajo a dormir a Stella, así que a tragar.
—Estás muy sonriente, ¿no? —murmuro al de gafas mientras despego la tirita.
Inexplicablemente su anterior nerviosismo se ha transformado en una expresión de seguridad bastante sospechosa. No sé a que ha venido este cambio de opinión de un momento a otro, pero me alegro de que no esté tan pesado como hace unos minutos.
—¿Creías que esa chica era Melody? —pregunto.
A veces pienso que soy discreto, pero cuando veo la cara de las personas de mi alrededor me doy cuenta de que la sutileza no es lo mío. Esta es una de esas veces. La pelirroja y Riven han enmudecido, mientras que Timmy se ha puesto colorado.
—A mí no me compares con esa hadita de tres al cuarto.
Menuda boca tiene esa tía, es tan arisca como Ellie. ¿Otra vez estoy pensando en ella? ¡Quítatela de la cabeza, Sky! Está pillada por Sam, ahí ya no hay nada que hacer. O bueno, a lo mejor...
—No hables mal de ella, Beatrix. Te lo he dicho antes.
Un momento. Un puto momento. ¿Esta microscópica hada es la que ha montado todo el alboroto de hace un rato? La idiota que se ha encargado de divulgar por ahí que Ellie es un hada de las ilusiones. Por su culpa, ojitos serios estaba con un cabreo que casi nos destroza a Timmy y a mí. Bueno, esta niña me va a oír bien fuerte...
—¿Pero tú de qué vas? —espeto.
—¡Oh! Sí, disculpa. Que maleducado por mi parte —La diminuta problemática me extiende el vaper en un nefasto ofrecimiento. ¿Es tonta o qué?
—¿Eh? No, no quiero —rechazo.
Ella aprieta los labios pintados violeta oscuro y sonríe algo traviesa. No me gusta nada de lo que veo en ella: apesta a conflictiva.
—¿Cómo te has hecho la herida? —pregunta, ignorándome, y mira a Timmy.
—Rayando las paredes del internado con un cúter—responde el aludido.
—¿Y qué estabas escribiendo?
La verdad que esa es una estupenda pregunta. A mí no se me ha ocurrido leerlo cuando le he asustado hace unos segundos.
—Beatrix Slora es una metemierda.
Los tres nos callamos y yo no puedo evitar focalizar mis ojos azules en el rostro estupefacto de la pelirroja. La chavala está de piedra procesando la reciente confesión y siendo sincero, no sé si partirme el culo de risa o alertar a Timmy de que empiece a correr antes de que esta chica le mate con su magia.
—Joder, Timmy, ¿por qué has hecho eso? —pregunta Riven.
Observo los ojos marrones de Beatrix atravesar al de gafas como si fueran rayos X.
—Para ayudar a Melody y a Ellie —responde—. ¿Sabes, Riv? No entiendo por qué Melody se lleva bien contigo. Has visto hace un rato el disgusto que llevaba Ellie, su mejor amiga, por culpa de esta tía. ¿Por qué coño vas con ella?
—¿Por culpa mía? ¿Perdona? —dice Beatrix, ofendida—. El monstruo de clase lo ha creado ella solita.
—Ya, pero tú podrías haberte puesto un bozal en lugar de difundir por medio instituto que Ellie es un hada de las ilusiones —intercedo—. Timmy tiene razón, Riv. Si tan amigo eres de Melody, ¿por qué vas con la chica que ha hecho daño a su mejor amiga?
Riven, entre la espada y la pared, se levanta de la cama mosqueado y se acerca a nosotros intimidante. Presiento la espontánea valentía de Timmy evaporándose como el agua. A él nunca se le han dado bien los enfrentamientos, ni físicamente en el campo de batalla ni verbalmente fuera de él. Me toca a mí plantar cara por lo que veo.
—Tío, Sky, no me des lecciones como si fueses mi puto padre, ¿vale? —me grita—. Si te mola el hadita de la mala hostia, me parece estupendo, pero no te metas conmigo solo porque te frustre no tenerla. Eres tú el que ha decidido volver con la puta loca de Solaria. Esa es tu mierda.
—¿Eres imbécil? No tiene nada que ver con mi vida sentimental. Yo...
—¿Qué se siente al salir con alguien que es exactamente igual que tú?
La idiota de Beatrix participa del griterío con un insulto tan tonto como ella misma. La miro de reojo y ni me molesto en enfrentarla. Las personas como ella no se merecen ni cinco minutos de atención. Cansado de tanta gentuza a mi alrededor, echó un último vistazo a Riven antes de largarme.
—Si de verdad te gusta Mel, alejate de esta manipuladora o perderás a quién de verdad te importa. —Miro de arriba a abajo a Beatrix con disgusto—. Te deseo suerte con Ellie. La vas a necesitar. Dudo que se quede de brazos cruzados después de lo que le has hecho.
—La estaré esperando.
—Como te decía, mucha suerte.
—Ella la necesita más que yo. —Sonríe maliciosa.
Sin más que añadir, salgo del cuarto dando un portazo. El hadita malvada sale también a los dos minutos, dejándome algo aturdido –yo pensaba que iban a seguir haciendo el gilipollas los dos— y diez después escucho a Timmy escapar tras de mí. Hace mala cara, como si estuviera entre acojonado y envalentonado.
Ninguno de los dos decimos nada, pero nos hacemos compañía mutua mientras caminamos de vuelta al campus. A veces pienso que soy demasiado duro con Timmy. Al fin y al cabo, él es un amigo que nunca me falla y Riven últimamente no hace otra cosa que fallar.
—Sabes que te la va a devolver, ¿no? —le digo—. Beatrix irá por ti ahora.
—Confío en que Ellie la ponga en su sitio primero, pero si no es así, que venga —dice tranquilo—. A los abusones hay que ponerles límites o se crecen.
La batalla por ver quién es el más celoso está servida. ¿Quién ganará? ¿Sky por Sam o Riven por Timmy? Lo veremos en los siguientes episodios. Mientras tanto, dadle a la estrellita y compartid vuestra opinión actual sobre estos personajillos.
Próxima parada: la búsqueda del anillo de la princesa Purpurina, su Majestad la Déspota. ¿Qué les deparará?
P.D: Sí, el gif de arriba es literalmente Timmy si le llega a poner más resistencia Sky para entrar.