DELICATE | julián álvarez

By lvndrhaze

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"Mi reputación nunca estuvo peor, y soy consciente de que esto no es lo mejor, pero aún así me gustaría que m... More

DELICATE
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─ chapter eight
─ chapter nine
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─ chapter thirteen
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─ chapter fifteen
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─ chapter twenty-one
─ chapter twenty-two
─ chapter twenty-three
─ chapter twenty-four
─ chapter twenty-five

─ chapter sixteen

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By lvndrhaze

aclaración antes de empezar: pongo la nota de autora acá porque después no quiero comentarios diciendo "ay pero eso no pasaba así" o "en ese partido no jugaba tal", sí hermana, ya lo sé, pero como es un fanfic se pueden hacer las modificaciones que se quieran. así que están avisadas, hay bastante cambios en el partido contra países bajos en relación a los jugadores, goles y cosas que pasaron en el medio, aunque la esencia es la misma. espero que lo disfruten ;) 





NO SOLO LOS JUGADORES DE LA SCALONETA se habían aparecido en el hospital para visitar a Allegra después del entrenamiento, a pesar de que al día siguiente iban a darle el alta, algunos con globos y otros con peluches para obsequiarle a la nena, sino también las botineras con los nenes para ver a la Allegra y acompañar a Gianna un rato. Y como si eso no fuera suficiente, también había ido la familia Sabatini y la familia Álvarez, pasando por turnos para no superar la cantidad de personas permitidas en la habitación, llenando a Allegra de amor y acompañando a Gianna para dejarle en claro que todos estaban para apoyarla, y que no iban a dejarlas solas.

La cordobesa incluso había recibido un mensaje de Frenkie De Jong, que había visto las noticias donde se mencionaba la presencia de Gianna y Allegra en el hospital, preguntándole que había ocurrido y si estaban bien, porque al parecer Ambroos ni siquiera había tenido las pelotas de decirle a sus amigos lo que había pasado. Como siempre había preferido llamarse al silencio. La joven de ojos claros había hecho videollamada con el jugador del Barcelona para que pudiera saludar a Allegra, prometiéndole que ni bien pudiera iba a visitarlas y a jugar al té con ella y su novia, Mikky.

Cuando Gianna salió del hospital con Allegra de alta ya era ocho de diciembre, lo que significaba que faltaban solo un día para el próximo partido de Argentina. Y Gianna estaba preocupada, muy preocupada porque debían enfrentarse a Países Bajos y después del incidente con Allegra y el maní, todos los jugadores le habían agarrado aún más bronca a Ambroos, si es que eso era posible, y tenía miedo de lo que pudiera pasar en el partido.

Rogaba que por favor no se mandaran ninguna cagada.

Gianna sabía lo calentones que los jugadores de la Scaloneta podían ser y tenía miedo de que eso pudiera traer problemas. No porque fueran a lastimar a Ambroos, porque la verdad es que eso le importaba muy poco después de lo ocurrido, si lo podían hacer mierda mejor, totalmente merecido lo tenía. Lo que si le daba miedo a Gianna era la idea de que pudieran expulsar a uno o varios, si era sincera, jugadores de la Selección argentina y que eso terminara perjudicando al equipo. Ni siquiera sabía si Julián y Paulo iban a poder jugar después de que se habían quedado en el hospital con ella hasta el momento del alta de Allegra, a pesar de que ella les había dicho que volvieran así no perdían más entrenamientos importantes.

— ¿Cómo están? ¿Nerviosos? —preguntó Gianna a través de la videollamada con Paulo que estaba recostado en su cama.

— Más que nerviosos, ansiosos diría yo. —respondió sonriendo— Tienen unas ganas de que sea mañana.

Gianna hizo una mueca con sus labios— Paulo por favor no hagan nada, no se manden ninguna cagada, lo que menos necesitan ahora es que les expulsen a algún jugador.

El cordobés colocó sus ojos en blanco— Gianna son grandes, saben lo que hacen, yo no puedo andar cuidándolos como una niñera, vigilando si mandan una patada de más o no. —se encogió de hombros sonriendo.

— No, ya lo sé, pero les podés hablar y decirles que no la caguen, sobre todo al Cuti, Leandro y Otamendi que son los que más les gusta ir al choque.

— Es parte del juego Gia, ya lo sabes.

— Es parte del juego ir por la pelota, no ir contra un jugador para romperle la pierna. —ante ese comentario Paulo soltó una carcajada.

— Si pasa eso más que merecido lo tiene.

— Paulo...

— No va a pasar nada Gia, los chicos saben que donde se llegan a mandar una cagada así Scaloni los saca y no pisan más la cancha. —Paulo decidió omitir el detalle de que Scaloni les había dicho a los jugadores que fueran con su máximo, sobre todo a quienes tenían oportunidad de tener un encuentro con Ambroos para disputar la tenencia de la pelota. Lionel Scaloni era un hombre tranquilo y centrado, pero todo eso quedaba en la nada misma cuando tocaban a alguien especial para el grupo de jugadores, cuando involucraban a la familia, y sobre todo si se trataba de Allegra y Gianna, por quienes todos tenían mucho cariño— Quedate tranquila, en serio. ¿Mañana van a usar mi camiseta?

Gianna sonrió— Y si, obvio que vamos con esa, ¿cuál íbamos a usar sino?

Paulo la observó con una ceja alzada— No sé, la de otro cordobés tal vez.

— ¿Por qué me iba a poner la del Cuti? —cuestionó ella haciéndose la tonta.

— Gianna.

La de ojos claros soltó un suspiro— ¿Qué, Paulo?

— ¿Qué onda con... —miró hacia la puerta para asegurarse que estuviera cerrada y que ninguno de sus compañeros podía oír lo que hablaban— ...Julián?

— Nada, somos amigos, ¿por qué?

Paulo soltó una carcajada— Oriana y yo también decíamos que éramos amigos en su momento y que nos estábamos conociendo, con la diferencia de que nosotros sí aparentábamos ser amigos, y ustedes ya parecen una familia.

— Pero no lo somos, Pau. —murmuró ella pasando las manos por su rostro con frustración— No puedo entender por qué se interesaría en mí, ¿por qué querría meterse conmigo con todo lo que eso implica cuando tranquilamente puede buscar a alguien que no tenga hijos ni todos los quilombos que tengo yo atrás?

— Porque te quiere. Las quiere a las dos, y cuando querés a alguien esas cosas no importan.

— Pero a mi sí me importan, no le quiero cagar la imagen que tiene por todos los quilombos en los que me metieron a mí.

— Quilombos que no eran verdad. —aclaró Paulo.

— Pero que la gente eligió creer que sí.

Paulo suspiró— Gianni, Julián es un buen pibe, nada que ver al innombrable o a los otros que intentaron acercarse a vos. Claramente ya es así de dulce con ustedes porque el pibe ya es así, es así incluso cuando habla de ustedes y no están presentes, las adora.

— ¿Habla de nosotras?

— Sí, siempre que salen como tema de conversación se pone a contar algo que hicieron cuando salieron a recorrer o a contar de lo que hablaron en la videollamada con vos y Allegra, o de la salida que tuvieron con su familia. Posta si lo pones a hablar de vos o Allegra no se calla más, es insoportable.

— ¡Paulo!

El cordobés soltó una carcajada— No, pero en serio. No dejes que el miedo te prive de esto, no dejes pasar esta oportunidad ¿Sí? Si es algo que te hace feliz a vos y que hace feliz a Allegra, ¿por qué dejarlo pasar? ¿por qué tratar de alejarte?

— ¿Esto significa que estás aceptando una hipotética relación entre Julián y yo? No es como que vaya a pasar igual, pero para saber.

— Sí, Gianni, estoy diciendo que tiene mi aprobación. Imaginate que Oriana ya le está buscando un nombre de ship a su pareja. —los dos soltaron una risa ante eso— Siempre vamos a apoyar las cosas que les hagan bien, sabes que si es para tu felicidad vas a tener todo mi apoyo, ¿Sí?

Gianna asintió con una sonrisita— Sos el mejor hermano, te amo, Paulo.

— Yo también, tonta. —Paulo soltó una risita cuando vio que Gianna le sacaba el dedo del medio— ¿Nos vemos mañana? Saludos a la gorda cuando se despierte, las amo.

— Nos vemos mañana, dale que por ahí mañana es el día.




NUEVE DE DICIEMBRE, ARGENTINA VS. PAÍSES BAJOS. Gianna estaba que temblaba de los nervios que estaba sintiendo, no solo por lo que podría pasar con el resultado del partido, sino también por todas las internas que habían relacionadas a ese enfrentamiento. Porque parecía que no alcanzaba con todo el quilombo ocurrido con Allegra y el maní, sino que además el director técnico y algunos jugadores, entre esos Ambroos, habían salido a dar declaraciones de la Selección Argentina, entre las cuales daban a entender que no los veían a su altura, que los consideraban rivales sencillos y que incluso si llegaban a ir a penales, los holandeses tenían la ventaja. Ambroos entre otras cosas había dicho que no estaba preocupado por el partido porque sabía que podría frenarlos cuando se acercaran al área, y que no era una amenaza, que los inflaban más de lo que merecían y eso iba a quedar claro en la cancha. El holandés estaba cavando su propia tumba.

El ambiente estaba bastante tenso entre los jugadores, y Gianna estaba segura de que ese iba a ser un partido bastante intenso.

La escritora que portaba la camiseta con el número veintiuno, al igual que Allegra en sus brazos, siguió a su cuñada hacia la sección en la que se encontraban sus asientos, sonriendo al ver que la familia Álvarez ya se encontraba ahí. Y es que habían acordado comprar los boletos en la misma sección para ver el partidos todos juntos como había ocurrido contra Australia y contra Polonia en primer lugar por casualidad. Siendo recibidas con entusiasmo por la familia de cordobeses que estaban todos portando la camiseta con el número nueve.

El estadio Lusail ya se encontraba casi a tope de gente gracias a que no faltaba más de media hora para que comenzara el partido y en cualquier segundo los jugadores de ambas selecciones saldrían a la cancha para realizar el calentamiento previo.

— ¿Cómo estuvo Allegra? —le preguntó Agustina observando a la nena a upa de Rafael que movía sus piernas provocando que Allegra diera saltitos— ¿Se volvió a brotar?

— No, la doctora nos había dado un antialérgico que le tenía que volver a dar, ya lo tomó y la estuve controlando por las dudas, y después me dijo que lo tuviera a mano siempre por las dudas. Así que todo bien, igual pobrecita estaba re asustada. —murmuró Gianna observando a su hija con pena.

— Bueno, pero ahora está mucho mejor y ya sabemos que no va a volver a pasar. —Agustina le dedicó una sonrisa, abrazándola por los hombros y atrayéndola hacia ella con afecto.

— Ahí salen los jugadores. —la voz de Gustavo llamó la atención de ambas que desviaron su mirada al campo donde primero salían los jugadores de Países Bajos. La mirada de Gianna no tardó demasiado en encontrar a Ambroos que era titular, y Gianna sintió nauseas y rechazo con el simple hecho de verlo, una mueca de desagrado formándose en sus labios. Desviando la mirada de él, la escritora pasó su mirada por el resto de los jugadores holandeses, hallando a Frenkie, sonriendo al ver que el chico saludaba a su novia que estaba en una zona a la derecha de donde estaban ellos sentados.

Y así como salieron los de Países Bajos con el equipo de entrenamiento, segundos más tardes salieron los de la Selección Argentina, con caras de concentración y dedicándoles a los holandeses miradas que dejaban en claro la tensión entre los dos equipos.

— Mira Alle, allá te están saludando. —Gianna observó donde Agustín señalaba, una sonrisa en sus labios rosados cuando vio que se trataba de Paulo y Julián.

— ¡Tío Pau! ¡Juli! —gritó Allegra agitando su manito en el aire a modo de saludo, y los dos jugadores, gracias a que estaban bastante cerca podían verlo con claridad. Paulo le tiró un beso mientras Julián sonreía y la saludaba con su mano. A su alrededor, los que habían notado el intercambio entre los jugadores y la nena sonreían enternecidos. Y quien también había notado el intercambio era Ambroos que miraba todo desde el otro lado de la cancha, donde los holandeses realizaban el calentamiento, con su mirada fija en Julián y Paulo.

— Bueno, esperemos que sea un partido más tranquilo que la última vez que nos enfrentamos con ellos. —dijo Oriana soltando un suspiro en el momento en que el himno de Argentina terminó en una gran ola de aplausos y los jugadores corrían para colocarse en sus posiciones.

— Yo no estaría tan segura, Ori.

— Que horror la camiseta que eligieron para los holandeses este año, es horrible. —murmuró Agustina viendo la camiseta que estaban portando los jugadores de Países Bajos.

Gianna asintió con una mueca— No sé si es la tela, el color o qué, pero es muy fea, por dios. Parecen conos de tránsito. —Oriana y Agustina soltaron una carcajada al escuchar eso.

Mientras que Argentina había decidido jugar con un cinco-tres-dos, Países Bajos había optado por jugar con un tres-cuatro-uno-dos, en el cual Ambroos se encontraba en la defensa acompañado de Aké y de Van Dijk, como un lateral derecho.

— Bueno, si arrancamos así... —Oriana soltó un quejido viendo como Enzo Fernández se tocaba la cara después de haber chocado contra uno de los holandeses de forma brusca cuando no había llegado ni siquiera a los cuatro minutos de partido.

En los primeros minutos de partido quedó claro que los jugadores de ambos equipos pensaban dejarlo todo en la cancha, con la forma en la que jugaban y trataban de recuperar la pelota dejaban en claro que no iban a ser muy precavidos con las faltas y Gianna ya estaba puteando por dentro porque a los jugadores argentinos ganas no les faltaban para ponerle más agresividad al juego.

— Scaloni se va a quedar sin voz y no llegamos a la media hora de partido todavía. —comentó Rafael que todavía tenía a Allegra a upa, provocando que todos vieran al director técnico que estaba meta y meta gritar indicaciones a sus jugadores.

— ¡Le acaba de sacar amarilla a Samuel! —exclamó Agustín incrédulo porque habían esperado que la amarilla fuera para Scaloni, pero no para otro de los integrantes de su equipo— Como le gusta la atención a este salame mamita, pelado careta, hijo de la yuta. —una carcajada brotó de los labios de Gianna viendo como el hermano de Julián puteaba a Matheu Lahoz.

— ¡DIOS! —exclamó Gianna colocándose de pie de golpe, al igual que todos los que estaban a su alrededor— ¡LO ACABA DE HACER MIERDA! —un quejido escapó de sus labios cuando vio que Ambroos barría a Rodrigo de Paul sin siquiera tocar la pelota, dejando al jugador tirado en el piso, quejándose del dolor por lo que acababa de pasar. Todos los hinchas argentinos temían por el siete de la Scaloneta porque en verdad parecía que había sido grave y no parecía estar en condiciones de seguir, al menos no durante ese partido— ¡SACALE UNA TARJETA PELADO BOTÓN!

— ¡DALE SORETE! ¡SACALE LA TARJETA, FORRO!

Gustavo frunció el ceño viendo como el árbitro decidía no otorgarle una tarjeta amarilla a Ambroos y como De Paul era sacado de la cancha con la ayuda del personal médico— Eso es mínimo una amarilla.

— ¿Quién se supone que va a entrar? —cuestionó Rafael mirando el banco de suplentes.

Y la respuesta llegó cuando Leandro Paredes entró para reemplazar a su amigo, rápidamente colocándose en su posición, su mirada posada en el jugador holandés que había ocasionado la salida de Rodrigo.

QUE DE LA MANO DE LEO MESSI TODA LA VUELTA VAMOS A DAR.

— Lo está haciendo a propósito, está yendo directamente a Julián. —murmuró Gianna viendo como por séptima vez Ambroos iba contra Julián en un intento por sacarle la pelota, fallando en el intento cuando el jugador cordobés fue más vivo una vez más, logrando evitarlo y pasándole la pelota a Lionel Messi que la tiró hacia el arco en un tiro que pasó unos cuantos centímetros por encima del mismo— Ambroos está tratando de lastimar a Julián, se nota que no está yendo directamente por la pelota.

— Pero el Juli no se la va a dejar fácil, tranqui Gianna, la Araña sabe lo que hace. —le dijo Agustín en un intento por tranquilizarla.

Fue entonces que el árbitro pitó, llamando su atención y vieron que ahora era Ambroos el que estaba tirado en el piso y Julián de pie a su lado quejándose con el árbitro. Rápidamente la imagen de Julián fue puesta en la pantalla del estadio y por lo que podían ver le decía a Matheu Lahoz que él no había sido, que Ambroos se había tirado solo, pero el árbitro hizo caso omiso a sus palabras cediéndole un tiro libre a los holandeses. El cordobés respiró profundo, porque sino terminaba cagando a patadas a Ambroos iba a terminar cagando a patadas al árbitro que parecía empecinado en perjudicarlos. No había terminado el segundo tiempo y ya varios jugadores argentinos habían recibido tarjeta amarilla, entre ellos Lisandro y Otamendi, en ambas ocasiones por reiteradas faltas hacia Ambroos.

— Julián está a un paso de trompear al árbitro. —murmuró Rafael viendo como su hermano le dedicaba una mirada de lado al árbitro mientras todos salían de la cancha para ir a los vestuarios dando inicio al entretiempo.

Agustín asintió, tomando asiento y sentando a Allegra en su regazo mientras la nena miraba dibujitos en el teléfono con sus auriculares que aislaban el sonido externo puestos— Y si no está cobrando nada, ya lo tiraron como seis veces y sigue sin cobrar ni clavarles tarjetas a los otros.

Para cuando el segundo tiempo comenzó se notaba que la situación se estaba tornando cada vez más intensa y la presión que metían ambos equipos no dejaba de aumentar. Mientras que en Países Bajos habían realizado dos cambios, Ambroos aún en cancha, en Argentina todavía no habían realizado ningún otro además de Leandro por la caída de Rodrigo.

Y si en el primer tiempo se habían generado encontronazos entre Ambroos y los jugadores argentinos, en el segundo tiempo habían sido aún más y cada vez más con mayor agresividad por parte de ambos lados. Y estaba claro que los jugadores de la Scaloneta ya se estaban cansando de que el árbitro decidiera hacer la vista gorda y no cobrar lo que debía cobrar, ni sacar las tarjetas que debía sacar.

— No, bueno. —murmuró Gianna viendo como Julián se tiraba para recuperar la pelota chocando de lleno con Ambroos y como dejaba al holandés tirando en el piso mientras él lograba conseguir la pelota, pero la entrada había sido tan fuerte que el jugador holandés continuaba tirado en el piso y Lahoz pitó su silbato acercándose a ver la situación. Gracias a las pantallas donde enfocaban esa escena, pudieron ver a Julián que le decía que se levantara y dejara de hacer show, así como también al jugador del City puteando por lo bajo y alejándose cuando Lahoz le sacó tarjeta amarilla— Dios, Julián, calmate un poco por favor, si eso es lo que él está buscando.

— Bueno, se ganó la amarilla, pero no fue una amarilla boluda y valió la pena. —dijo Rafael encogiéndose de hombros con una sonrisa.

Y segundos más tarde, en una nueva jugada entre Ambroos y Julián, fue el holandés el que se llevó una tarjeta amarilla por ir directamente al choque con Julián cuando este ni siquiera tenía la pelota en su posición, ya habiéndosela pasado a Lionel Messi. Estaba quedando bastante claro que había un tema entre el futbolista de Calchín y el futbolista holandés, y que en cualquier momento eso podía terminar explotando.

— Está calentando Paulo. —Oriana sonrió al ver que en el minuto cincuenta y seis del partido Paulo era el único que estaba calentando, lo que indicaba que estaba a segundos de entrar. El estadio rompió en gritos cuando Paulo Dybala entró a los sesenta minutos para reemplazar a Julián Álvarez, chocando los cinco con el jugador del City antes de que pisara el campo de juego.

— ¡VAMOS PAU! ¡VOS PODES NEGRO! —Gianna y Oriana gritaban emocionadas por la entrada de Paulo a la cancha porque finalmente se le brindaba la oportunidad de jugar, y sabían que iban a aprovecharla al máximo.

— ¡VAMOS MI AMOR!

— ¡AL FIN SE LE DIO! —gritó Gianna alzando sus brazos en el aire— ¡HACELOS TETA PAULO! Al menos no nos tenemos que preocupar porque Julián se coma otra amarilla y lo expulsen, gracias Scaloni la puta madre, te amo. —Agustina a su lado soltó una carcajada.

Un grito de emoción inundó el estadio cuando en el minuto setenta y uno Acuña sufrió una falta en el área, consiguiendo un penal para la Selección Argentina. Y segundos más tarde el estadio volvió a estallar en gritos cuando Lionel Messi metió el penal, el primer gol del partido, el gol que destrababa el marcador a favor de Argentina.

— ¡VAMOS LEO! ¡QUE GRANDE QUE SOS POR FAVOR!

¡MESSI! ¡MESSI! ¡MESSI! Gritaba la gente levantando y bajando sus brazos en el aire como si estuvieran alabando al diez de la Scaloneta y es que en verdad se lo merecía. Todo el banco de suplentes entró en la cancha para celebrar el gol, arrojándose sobre Messi y los demás jugadores que se abrazaban festejando que ahora Argentina llevaba la delantera.

— ¡Se calentó Leo! —exclamó Agustín riendo al ver como hacía el gesto del Topo Gigio frente al director técnico holandés que se había llenado la boca hablando mierda de los argentinos.

— ¡SÍ! ¡GOOOOL! ¡GOL DE PAULO! ¡LO HIZO PAULO! —gritó Gianna saltando emocionada, abrazándose con Oriana mientras celebraban al igual que los otros hinchas argentinos el segundo gol de Argentina que había llegado de la mano de Paulo Dybala, cerrando bocas por todos lados luego de todas las críticas que había recibido— ¡VAMOS PAU TODAVÍA VIEJA! —gracias a una jugada colectiva, y una asistencia de Lionel Messi, la pelota había llegado a los pies de Paulo. Y a pesar de que habían tratado de pararlo, incluso Ambroos se había tirado para tratar de barrerlo y arrebatarle la pelota, el cordobés había conseguido evitarlos, logrando que la pelota entrara justo por debajo de las manos del arquero que no había llegado a atajarla en el minuto setenta y ocho.

Gianna no daba más de la alegría que estaba sintiendo en ese momento al punto de que había comenzado a llorar de la emoción que la invadía viendo como todos los jugadores, hasta los que estaban en el banco se había tirado sobre Paulo festejando el gol. Y cuando el jugador fue liberado por sus compañeros, se giró hacia donde estaban ellas sentadas, con una sonrisa radiante en sus labios, señalando el tatuaje que tenía en su brazo derecho con las iniciales de Gianna y Allegra y sus fechas de nacimiento, dejando en claro que el gol iba para ellas. Y gracias a las pantallas grandes fueron capaces de distinguir que Paulo gesticulaba un "Las amo" con sus labios.

Gianna llevó una mano a su pecho, a la altura de su corazón, notando la forma errática en la que latía por todo lo que estaba experimentando, gesticulando también un "te amamos" con sus labios.

Pero, lo bueno duró poco, porque en el minuto ochenta y dos, un jugador holandés lograba anotar el primer gol de Países Bajos, y el marcador estaba más cerca de igualarse.

— ¿QUE HACES HIJO DE PUTA? —gritó Gianna viendo como Ambroos tiraba a Paulo a la mierda al ponerle el pie para tratar de hacerlo caer y así evitar que se siguiera moviendo con la pelota— ¡SACALE AMARILLA FORRO! ¡USA LA TARJETA AHORA!

Así como Gianna, todos los demás argentinos estaban gritando igual de desesperados, pero poco le importó al árbitro que decidió seguir con el partido como si nada. Y fue en ese momento que el director técnico de Países Bajos tomó la decisión de usar la última ventana para sacar a Ambroos de la cancha y suplantarlo por otro jugador, mandándolo al banco.

— ¡NO PUEDE SER! —Gianna abrió sus ojos con sorpresa viendo como después de haber recibido una falta y haber cometido otra, Leandro pateó la pelota hacia el banco de suplentes de Países Bajos, más precisamente al lugar donde Ambroos estaba sentado, logrando que la pelota impactara con su rostro. Rápidamente los suplentes holandeses se pusieron de pie, tirándose por poco encima de Leandro que era arrojado al piso por Van Dijk, mientras los jugadores argentinos se aceraban para apoyar el portador de la camiseta número cinco. Y de repente ya no se entendía nada, solo se veía un cúmulo de jugadores amontonados tironeándose de las camisetas y empujándose mientras el árbitro hacía un intento por separarlos.

Matheu Lazo se encontraba a un costado con la tarjeta amarilla en su mano, básicamente alzándola frente a cualquier jugador que se le acercara y tratara de discutir por las decisiones que estaba tomando. Los noventa minutos ya se habían cumplido y el árbitro había tomado la decisión de agregar diez minutos, diez minutos que se habían hecho eternos porque a pesar de que habían pasado Lahoz seguía sin pitar, permitiendo que en el minuto once extra Países Bajos marcara el segundo gol que llevó el partido al alargue.

Gianna estaba que se hacía pis de los nervios, y sentía que sus manos temblaban mientras el alargue se jugaba, porque la Selección Argentina tenía jugadas que llevaban al área contraria, pero parecía que les movían el arco y la pelota no quería entrar.

Y pasó lo que nadie quería y todos sufrían. Argentina se encontraba nuevamente definiendo el pase a la siguiente ronda por una tanda de penales contra Países Bajos, y Gianna rogaba que, así como se repetía la definición, también se repitiera el resultado de la misma con la victoria de Argentina.

— ¿Ahora le toca a Paulo? ¿Define él? —murmuró Gianna con ojos llorosos viendo como Paulo tomaba la pelota para colocarla en el punto de penal. Había llorado desde que los penales habían comenzado, tomando la mano de Oriana con fuerza y alzando a Allegra con su otro brazos, utilizando su cintura de apoyo, gritando y festejando cada vez que algún argentino anotaba o que el Dibu atajaba, y puteando cuando algún holandés lograba marcar. Los hermanos Álvarez estaban también de pie, abrazados por sus hombros, y Rafael con su mano entrelazada a la de Agustina, atentos a la definición del partido, y junto a ellos estaba Mariana siendo abrazada por Gustavo.

Países Bajos había logrado meter tres de los cinco penales, y Argentina había metido tres también, luego de que Enzo errara el cuarto. Y todo quedaba ya en las manos, o mejor dicho pies, de Paulo Dybala que tenía el quinto penal argentino, el penal que definiría el partido y el siguiente equipo en pasar a la semifinal de la Copa del Mundo.

— Vamos Pau, vos podes hermano, vos podes. —susurraba Gianna con su mirada fija en el jugador de la Roma que respiraba profundo aguardando a que el árbitro pitara indicándole que podía patear.

Y fue entonces que todo pareció detenerse alrededor, como si todo ocurriera en cámara lenta. Gianna vio como Paulo hacía la corrida hasta el punto donde estaba la pelota y la enviaba hacia el lado contrario al que se arrojó el arquero, logrando que la pelota entrara de forma limpia, y consiguiéndole así el pase a Argentina a la semifinal del Mundo una vez más.

Gianna dejó decenas de besos en los cachetes de Allegra mientras lloraba de alegría, a pesar de que la nena no entendía demasiado lo que estaba pasando. Desde su lugar pudo ver como los jugadores se abrazan entre ellos para festejar el triunfo, la sonrisa haciéndose más grande cuando vio que Julián corría a abrazar a Paulo y se le colgaba encima mientras reían, completamente eufóricos por todo lo que había pasado.

Estaban en la semifinal del mundo, estaban a solo unos pasitos más de levantar la Copa del Mundo, de consagrarse como los campeones totales. Y Gianna estaba totalmente agradecida con la vida por tener la posibilidad de ver a personas tan importantes para ella formando parte de ello, por ver que todo el sacrificio estaba dando frutos. 

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