la tierra de los dioses muert...

By imrosesbf

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✱ : ❛ Lalisa, la Diosa de lo Bello, huye del los dominios de la Diosa Creadora, desatando su furia, en búsqu... More

prólogo.
I. singularidad.
II. my time.
III. begin.
IV. set me free.
V. save me.
VI. stay with me.
VII. thelepaty.
VIII. zero o'clock.
VIV. blue side.
X. stigma.
XI. home.
XII. come back home.
XIII. hold me tight.
XIV. awake.
XV. just one day.
XVI. gone.
XVII. lie.
XVIII. not today.
XIX. dream glow.
XX. don't know what to do.
extra: until i found you.

epílogo.

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By imrosesbf

—Lisa, Lisa quédate conmigo... —sintió apenas un roce sobre su mejilla, murmuró algo incomprensible, algo se posó sobre su nariz y boca y respiró un aire más frío que la hizo reaccionar, abriendo sus ojos apenas un poco—. Lalisa Manoban, ¿Me escuchas?

Parpadeó para ver a Rosé, su amiga y compañera, su expresión era muy preocupada, y sonrió apenas en un intento de hacerla sentir mejor.

—Rosie...

La rubia suspiró pesadamente, podía notar su cuerpo temblar, su corazón latía apresurado, tomó la mano de la Tailandesa para sostenerla con fuerza.

—Te desmayaste después del concierto, ¿Cuándo vas a aprender a tener un límite? —Rosé hablaba con apenas un hilo de voz, estaba bastante pálida y asustada por ver a su amiga colapsar en cuanto salieron del escenario.

Estaba segura que había tenido un mini infarto, Lisa estaba a su lado al bajar y si bien ambas estaban muy cansadas luego de tanto baile, no vio venir cuando la pelinegra se apoyó sobre ella de golpe, por un segundo sus ojos se pusieron en blanco y luego había caído desmayada en sus brazos, por más que la llamara no reaccionaba, y las personas del staff se la llevaron a una habitación más privada, aunque ella no iba a dejarla sola nunca.

—La ambulancia está en camino, aguanta un momento. —murmuró la rubia.

—¿Una ambulancia? Pero estoy bien... —dijo.

—Shh, cállate, no tienes que hablar con el oxígeno, solo respira. —Rosé casi nunca usaba su "tono de Unnie", más grave que su voz normal y que servía perfectamente para retarla cuando hacía algo mal, aquel momento era una de esas ocasiones especiales.

Dió unas cuantas bocanadas al oxígeno, hasta que se sintió mejor, no se dió cuenta que era Rosé quien tenía la máscara sobre su rostro todo este tiempo, a pesar de que había más miembros del staff a su alrededor, incluso uno se había acercado para dejar un trapo frío sobre su frente, pero Rosé le pidió que le diera espacio y que ella lo haría.

—Ros-...

—Ya dije que te calles. —la interrumpió la Australiana, Lisa rió un poco y le hizo caso, tomando su mano con más firmeza y dejando caricias con su pulgar sobre la mano de Rosé.

A los pocos minutos llegó la ambulancia y Lisa se subió a esta, aunque ya estaba bastante mejor, al menos no estaba cerca de desmayarse, fue hacia el hospital con su manager, solo para que le dieran suero un par de horas, estaba muy deshidratada y tenía hambre, así que también le llevaron comida de McDonald's mientras la dejaban descansar en una camilla.

Mientras comía sus hamburguesas (porque le habían llevado cuatro) solo podía pensar en el extraño sueño que había tenido, si es que a ello de le podía llamar sueño, o alucinación, se sentía tan real, y tan raro.

¿Había sido todo un sueño?

Había perdido el conocimiento por quizás poco más de un minuto, aunque no recordaba nada desde antes de terminar el concierto hasta que había despertado en aquella sala con Rosé, pero sentía que había pasado mucho más tiempo.

Cuando regresó con el resto fue recibida por todas, y no era la primera vez que recibía una charla de que debía cuidarse más, no dar todo de sí, sino saber controlar cuando estaba llegando a su límite, que aún así podía tener mucha energía y pasarla bien sin necesidad de desmayarse.

—Eres la que tiene más resistencia de todas nosotras y haces como quince horas de gimnasio diarias, ¿Cuánto das en una sola noche para terminar así? —preguntó JiSoo en aquel tono agudo y gritón que usaba cuando quería sonar seria y graciosa al mismo tiempo.

—Estoy segura que Lalisa aguanta más que eso en una noche. —dijo Jennie, como siempre haciendo comentarios de doble sentido con una sonrisa pícara.

—Jennie, no es el momento —la cayó JiSoo, correcta, igual que siempre—. Y de paso, ya es tarde —agregó, de todas formas la charla de castigo había terminado—, no solo Lisa debe descansar ahora, mañana tenemos más cosas que hacer.

—Tienes razón, Lisa, descansa. —Jennie se levantó de su asiento, despidiéndose de ella con unas palmaditas en su cabeza, JiSoo se sumo, haciendo lo mismo, la menor de las cuatro rió, y fueron hacia los cuartos, dedicándole palabras amables de que lo había hecho bien, y que se merecía descansar, que ya tendría otra oportunidad para volver al escenario y pasarla bien sin preocupar a nadie.

Por la noche volvió a su dormitorio particular, como siempre, estaba sola, pero esa noche en especial no quería estarlo, aquel sueño raro que había tenido en el poco minuto de su desmayo, no podía dejar de pensar en eso, y sentía que debía contarle todo a Rosé.

Quería estar con ella, abrazarla y no soltarla, dormir juntas en su cama como en otras ocasiones, después de sentir la desesperación de perderla no quería soltarla al despertar.

Como si la hubiera llamado, tocaron la puerta del cuarto y la cabellera rubia de Rosé se asomó apenas.

—¿Puedo pasar?

Lisa fue hacia ella para tomarla de la muñeca, tirar de ella hacía adentro y cerrar la puerta, para abrazarla con fuerza, Rosé tardó un par de segundos en corresponder, pero abrazó su cintura con firmeza, escondiendo el rostro en el cuello de la menor.

—Me asustaste mucho, Lisa. —murmuró.

—Estoy bien, Rosie, ya pasó —dijo—. Rosé, tuve un sueño... O algo así, cuando me desmayé, ví algo.

—¿Aliens?

Lisa soltó una carcajada, se separó de ella para ver esa sonrisa de ardillita que le gustaba tanto, acomodó su cabello rubio hacia atrás en suaves caricias.

—Algo así... Es muy largo. —dijo la menor.

—Tengo tiempo. —respondió Rosé, encogiéndose de hombros.

Se acomodaron las dos en la cama grande que tenía Lisa, por la cercanía de la menor, Rosé se dió cuenta que estaba necesitada de afecto, así que se encargó de abrazarla por la cintura mientras la Tailandesa contaba su relato, lleno de Diosas, amor y fantasía, y al llegar al final Rosé estaba más que enganchada con la historia, incluso al llegar al final, Lisa estaba al borde de las lágrimas y ella también, y un sabor amargo se instaló en su pecho cuando finalizó.

—¿Y ya? ¿Nosotras dos solo nos dormimos y listo? —Lisa asintió—. Y yo nunca me doy cuenta que regresaste entonces siempre creeré que te perdí —Lisa volvió a asentir, esa idea le daban ganas de llorar—. Y si tú estás dormida entonces no tengo una razón para despertar tampoco.

—Y yo tampoco. —agregó Lisa.

Woo... —Rosé hizo una pausa, sus ojitos estaban bien abiertos, lucía igual muy linda y graciosa, igual que siempre—. Deberías escribir un libro de eso, Lisa.

La pelinegra rió, dando golpes tontos contra ella, solo para que Rosé la tomara de las muñecas y la aprisionara contra el colchón mientras seguía riendo, las dos sabían que Lisa era la que tenía más fuerza de las dos, y que podría romperla la cara de un golpe si quería, pero la dejaba ganar.

Con la risa de la menor, Rosé solo podía sonreír con ternura, tenía ese sentimiento de que todo estaría bien cuando escuchaba Lisa reír, tenía esa risa pura, como la de una bebé al nacer, era de sus sonidos favoritos del mundo.

—Te amo tanto. —murmuró con toda su alma, aquella súbita confesión hizo que Lisa dejara de reír, se puso muy roja, hasta las orejas, y a Rosé le encantaba verla así.

—¿Qué?

—Cuando te desmayaste en mis brazos sentí que iba a perderte... —dijo suavemente, su voz hacia que un escalofrío le recorriera la columna—. Sentí que no iba a tener la oportunidad de decírtelo, y eso me atormentó todo el día. Por eso quiero decírtelo de una vez.

>> Te amo, Lisa.

Lisa no tenía palabras, aquellos ojitos brillantes y llenos de estrellas sonrieron para ella, entre su cabello que siempre estaba largo últimamente, sonrió con toda la pureza de su alma.

—Yo también te amo, Rosé.

Con una sonrisa y el alivio de sus corazones, la mayor se inclinó sobre ella para posar sus labios sobre los de la pelinegra, encajando perfectamente en ellos, como si siempre hubieran sido para ella, con un extraño sentimiento de familiaridad en aquel primer beso, sintieron que estaban más juntas que nunca.

—¿Otra vez espiándolas? —preguntó Jennie, entrando a la sala de aquella Diosa Mayor, quien estaba evidentemente al borde de las lágrimas mientras miraba por aquella ventana al mundo de los humanos, y del otro lado estaban aquellas dos—. JiSoo deberías dejarlas disfrutar su intimidad, los humanos son reservados.

—Ellas no pueden ver que las estoy viendo, Jennie, no estoy haciendo nada. —se quejó la mayor, limpiando su ojos.

—Oh, Soonie... —Jennie fue hacia ella para abrazarla—. Te dije que estarían bien... —vió a aquellas dos enamoradas, abrazadas en aquella cama y besándose con suavidad y delicadeza—. Ya se dieron cuenta, al parecer.

—¿Tú crees? —preguntó JiSoo, por más que amaba verlas felices en todas sus vidas Humanas, quería que despertaran en su mundo, quería poder abrazarlas debidamente y decirles que podían estar juntas por la eternidad.

Esperaba que en algún momento se sintieran lo suficientemente bien en sus vidas Humanas como para despertar, según Jennie, cuando se sintieran completas con su vida en la Tierra, ellas regresarían.

Por eso JiSoo las cuidaba tanto, ellas eran, en verdad, las favoritos de Dios, y había dado todo de sí para que tuvieran buenas vidas, que sean felices, y exitosas hasta en esa banda en la que estaban y que todo el mundo amaba, estaba felices que ellas recibieran tanto amor de todo el mundo, porque se lo merecían, aunque tenían tanto talento y se esforzaban tanto que el trabajo de hacia por si solo.

—Creo que sí, ya... Puedo ver qué despertarán en un par de años —dijo Jennie, con una sonrisa amplia—. Justo venía a contarte eso, así que creo que están muy bien...

JiSoo sonrió con sinceridad, abrazándola con emoción, en su valentía dejó un beso en la mejilla de aquella Diosa de mechones plateados, para ponerse roja hasta las orejas después, y alejarse lentamente mientras balbuceaba una excusa, o eso intentaba.

—Soonie... Ya sabía que ibas a hacer eso, no tienes que ponerte así. —dijo Jennie, cruzándose de brazos, soltó una carcajada cuando JiSoo se pudo aún más roja, peinándose con nervios.

—¿Y... Qué se supone que voy a hacer ahora? —preguntó la mayor, sin saber en verdad, cómo salir de aquella situación.

Jennie rodó los ojos, para ir hacia ella y tomar su rostro, acercándolo al de ella, y, finalmente, besar los carnosos labios de la mayor por primera vez, sintiéndose tan felices como aquella pareja de humanos, en sus vidas nuevas de Dioses dormidas a punto de despertar.

Actualizo a esta hora pa q lloren en mi insomnio, uwu

¡Gracias por leer!

—🌷

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