Más Allá De Las Olas

By yassTj

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La vida de Astrid da un giro de 180° al cruzar accidentalmente a un mundo completamente diferente al suyo, en... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
capítulo 9
Capítulo 10
capítulo 11
capítulo 12
capítulo 13
capítulo 14
Capítulo 15
capítulo 16
capítulo 17
Capítulo 18
capítulo 19
capítulo 20
capítulo 21
capítulo 22
capítulo 23
capítulo 24
capítulo 25
Capítulo 26
capítulo 27
capítulo 28
capítulo 29
capítulo 30
capítulo 31
capítulo 32
capítulo 33
capítulo 34
capítulo 35
Capítulo 36
capítulo 37
capítulo 38
capítulo 39
Fotos
❗️Noticia Importante❗️

Final: Capítulo 40

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By yassTj

Decisión Final
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Toco los pedazos de vidrio esparcidos en el suelo, sin poder creer que realmente haya hecho esto. Hoy aprendí que nunca hay que decir nunca. Quien crees conocer en realidad puede resultar ser un completo desconocido.

Al aceptar lo sucedido, me adentro en el espeso bosque, buscando el sendero que me llevará de regreso a las cabañas. Al llegar, agradezco en silencio que Maggie aún no haya regresado, ya que no tengo ganas de verla en este momento. Solo deseo llorar y sumergirme en el sueño para olvidar. Me dirijo al baño, donde me doy una ducha reparadora y permito que las lágrimas se mezclen con el agua que cae sobre mí. Para finalmente caer exhausta en la cama, dejando que el cansancio y la tristeza me envuelvan por completo.

Pierdo la noción del tiempo. No sé qué hora es, qué día o fecha. Esos datos se han vuelto innecesarios al perder el ánimo de existir. No debería sentirme frustrada o dolida. Lo que viví a través del espejo no debería afectarme, porque esa no es mi vida pero aun así, la añoro y la necesito como el aire.

—¿Quieres hablar? —pregunta Maggie al ver que no me he movido ni comido.

Maggie regresó en la madrugada e intentó hablar conmigo, para comprobar si estaba dormida. Solo pretendí estarlo porque no quiero hablar con ella ni con nadie. Seguramente ya sabe sobre la discusión que tuve con Grace, y ahora que esto ha sucedido con Darek, todo se ha complicado. Mi estado es lamentable.

—No tengo ganas, abuela —digo sin ánimos. No puedo ni abrir bien los ojos debido a lo hinchados que están.

—Grace me contó lo que pasó entre ustedes. ¿Quieres hablar?

—No quiero hablar. Déjame.

Mi actitud se vuelve tajante durante algunos días y mis ánimos están en cero. Mantengo distancia con todos y me limito a responder solo lo necesario, encerrándome en mi propio dolor. Siempre que las cosas no salen bien, me aíslo de todo. Es mi sistema de defensa, encerrarme en un caparazón hasta que el dolor disminuye o hasta que logro pretender que todo ha vuelto a la normalidad. Pero esta vez me está costando demasiado.

Esta mañana, mi abuela mencionó que nos iremos pasado mañana de este lugar, y eso solo ha empeorado mi estado. Sé que no debería estar sintiendo todas estas emociones, ya que sabía que en algún momento tendría que despedirme de todo lo que viví a través del reflejo. Pero aquí estoy, sintiéndome más miserable que nunca. Lo peor es que ya sabía que eso que estaba viviendo no iba a ser para siempre y, como una tonta, me aferré a la ilusión de que podría pertenecer a ese mundo.

Además de todo eso, comienzo a hacer cálculos mentales y me doy cuenta de que posiblemente ha pasado un año desde que dejé aquel mundo. Han transcurrido varios días en mi realidad y no puedo evitar imaginar la posibilidad de que Elliott y su padre me hayan olvidado. La idea de que el tiempo haya borrado mi presencia en sus vidas me llena de tristeza.

—Ya es suficiente —dice mi abuela, con su voz llena de determinación—. Hablaremos de lo que sea que te esté pasando. Llevas días en ese estado y ya no puedo ver cómo mi nieta se tortura.

—Creerás que estoy loca o que consumo drogas si te digo por qué estoy así.

—Habla conmigo, dime cómo puedo ayudarte.

—Déjame. Ya mejoraré después.

—Dime qué te pasa —insiste—. Háblame.

—No quiero que me juzgues.

—Jamás te juzgaría —se sienta al borde de la cama—. No siempre diré lo que quieres escuchar, pero siempre seré lo que necesitas. Y si lo que necesitas ahora es que te escuche, eso haré.

—¿Recuerdas aquel día en que te pregunté si creías en la magia?

—Sí.

—Yo creo en la magia —afirmo—. Tú dijiste que era difícil creer en algo así porque nunca habías vivido algo que te hiciera creer en ello, pero yo viví algo mágico —confieso mientras me siento en la cama, quitándome las sábanas de encima—. Creo en esas cosas.

—No estoy entendiendo.

—Desde que vine a vivir contigo, empecé a escuchar el sonido del mar. Y cuando vinimos al bosque, ese sonido se intensificó. El día que fui a dar una caminata, mientras más me adentraba en la naturaleza, más claramente escuchaba el mar y las olas golpeando.

—¿Por eso preguntaste si había un mar aquí?

—Sí —sonrío—. Y resulta que sí había un mar, pero eso no es todo. En el centro del bosque encontré un espejo que apareció de repente y me llevó a un lugar donde los reyes y monarquía son las máximas autoridades. Asistí a un baile, pinté para un rey, tuve una relación con un príncipe y un alguien más confundió mis sentimientos. Muchas cosas ocurrieron, conocí a personas buenas y malas, pero ahora me han desterrado por venir de una realidad y un mundo diferente.

—¿Un destierro? ¿Por qué?

—El rey de Conall se sintió traicionado al descubrir que pertenezco a una realidad y un mundo diferente.

—¿Apareciste en Conall? —mi abuela me deja atónita con su pregunta.

—No, aparecí en el bosque de Atkinson.

—¿Te gustó el paisaje otoñal? —quedo paralizada.

—Abuela, tú... —volteo a verla y me sonríe cómplice— ¿Cómo sabes eso?

—Tú no eres la primera viajera, Astrid.

—¿Acaso tú...? —asiente—. Es imposible, ¿Es posible? —me levanto de golpe llena de dudas—. ¿Cómo? ¿Cuándo?

—Déjame contarte una historia —palmea la cama para que vuelva a sentarme—. Hace un tiempo, una jovencita no era feliz con la vida que le había sido dada. Se le exigía mucho y la vida no le recompensaba nada. Un día, lloró amargamente pidiendo al cielo una oportunidad de experimentar un poco de felicidad, y de repente, tres días después, comenzó a escuchar el llamado del mar. Las olas la llevaron a un nuevo mundo donde finalmente pudo experimentar la felicidad.

—¿Dónde encontraste el espejo?

—En Japón.

—¡Japón! —levanto la voz—. ¿¡Qué diablos hacías allí!? ¿Por qué tan lejos

—Mis padres viajaban mucho y nos mudábamos constantemente de un lugar a otro. Llegamos al monte Arashiyama, en la isla de Kioto, donde se encuentra el sitio histórico y nacional de los bambúes de Sagano.

—He leído un poco sobre algunos lugares turísticos y reservas naturales asiáticas, pero no recuerdo nada igual.

—Es un lugar de gran belleza. El bosque de bambú de Sagano es casi místico. Allí, se encuentran altos y estilizados troncos de bambú —saca su celular y me muestra algunas fotos—. Este lugar tiene la capacidad de desconectarte del mundo y se puede escuchar el susurro que producen los troncos de bambú al balancearse. Es realmente hipnótico.

—Tienes que llevarme allí.

—Lo haré.

—Cuéntame cómo sucedió.

—Una mañana, decidí dar un paseo sola por los senderos de ese lugar. Estaba vistiendo un traje tradicional y llevaba una hermosa sombrilla. Me gustaba adaptarme a la cultura de los sitios que visitaba. Mientras caminaba, el sonido del mar comenzó a llamar mi atención y de repente, una luz brillante como mil soles me envolvió.

—¿Qué sentiste?

—Miedo y curiosidad. Decidí investigar y llegué a un espejo que me permitió atravesarlo. Así fue como llegué a un estrecho sendero cubierto por el mar, de derecha a izquierda.

—Casi me ahogo —recuerdo lo que pasó ese día—. El agua me arrastró.

—A mí también me sucedió, pero luché y logré llegar a Atkinson.

—¿Te recibieron en un hostal?

—Sí, un señor me recibió. Yo era solo una joven en ese momento.

—¿Cuánto tiempo estuviste allí?

—Lo suficiente como para querer quedarme.

—¿Por qué decidiste regresar?

—Tuve miedo y decidí continuar con mi vida aquí.

—Yo también quería quedarme —susurro.

—Ahora que lo sabes, cuéntame cómo te descubrieron y por qué fuiste desterrada.

Le explico la situación con Darek sin omitir los detalles que necesita saber.

—Fue injusto —las lágrimas amenazan con salir—. Lo único malo que hice fue desear esa vida.

—No conozco a ese hombre, pero creo que se sintió dolido al enterarse de que algún día tendrías que dejar esas tierras para siempre. O quién sabe, dejarlo a él.

—Eso no puede ser, de todos con los que me relacioné, él es el que menos sentiría mi ausencia.

—No pretendas entender los latidos de un corazón ajeno.

—Todo es demasiado confuso.

—¿Qué más pasó?

—Tuve un amor con un príncipe —sonrío tristemente al recordarlo—. Se llama Matthew.

—¿El collar que llevas te lo dio él? —toco mi cuello y me doy cuenta que aún permanece el accesorio.

—Pensé que también desaparecería.

—Significa que lo que siente es verdadero, tanto que su amor perdura en esta realidad.

—¿Conociste Gwyneira?

—No, pero leí sobre varios reinos mientras estuve allá.

—Él es de Gwyneira, el reino de hielo.

—¿Visitaste esas tierras?

—Sí, fue mágico. Además, él es un buen chico.

—Por cómo sonríes al hablar de él, puedo confirmarlo.

—Dime, abuela, tú... ¿tú llegaste a enamorarte de alguien de esa realidad?

—Sí.

—¿Sí? —la veo asombrada—. ¿Quién? ¿Por qué lo dejaste?

—Yo elegí esta vida.

—¿Significa que la persona con la que te casaste no fue tu gran amor?

—Amaba a tu abuelo y aún tiene un lugar especial en mi corazón, pero en otro momento de mi vida, mi alma perteneció a alguien más.

—¿A quién?

—Él era un aprendiz para convertirse en consejero.

Empiezo a armar el rompecabezas. Es imposible. ¿Qué probabilidades hay de que eso sea real? En este punto, nada me sorprende, porque esos pequeños porcentajes resultan ser más verdaderos que todo lo demás. Aunque la balanza se incline hacia lo racional, lo improbable ha estado ganando.

—¿Se llamaba Carlies? —voltea a verme sorprendida.

—¿Lo conociste? —pregunta esperanzada—. ¿Cómo está él?

—Carlies tiene un hermano gemelo, dime quién de los dos es.

—Carlies II.

—¡El consejero del rey Leo fue tu gran amor! —me pongo de pie desconcertada y comienzo a caminar de un lado a otro por la habitación.

—Significa que logró convertirse en consejero —habla orgullosa—. ¿Cómo está?

—¡No puedo creer esto! ¿Cómo pudiste ocultarme esto durante tanto tiempo?

—Si te lo hubiera dicho, ¿me habrías creído? —no respondo—. ¡Ves! —señala—. Me habrían encerrado en un manicomio.

—Bueno, tienes razón, pero no esperes que esté tranquila. Todo esto es una locura.

—¿Quieres volver? —siento el cuerpo helado al pensar en esa posibilidad.

—Él rompió el espejo.

—Para poder volver a entrar, alguien tiene que pedirlo. Si el corazón de alguien te añora, el espejo te permitirá entrar una vez más. Pero no sé si podrás salir de nuevo. Piénsalo.

Se va, dejándome sola con el corazón en la mano. ¿Qué se supone que debo hacer? Camino en círculos por toda la habitación, debatiendo si debo hacerlo o no. Darek me desterró de su reino, y si vuelvo, me sentiré insegura en Atkinson, a menos que pida ayuda a Leo. Pero no sé si me ayudará. Volver es un riesgo, y aun así, mi corazón me pide a gritos que corra hacia esa realidad.

—Quiero intentarlo —le digo a Maggie cuando tomo la decisión.

—Entonces creo que esta es nuestra despedida. Como dije, no sé si podrás salir, ya que el espejo fue destrozado. Puede que funcione solo una vez.

—¿Y qué pasará contigo? ¿Qué sucederá con mi vida aquí?

—Será como si nunca hubieras existido. Todos te olvidarán y tu rastro se borrará. La historia se reescribirá sin tu presencia en esta realidad.

—¿Cómo sabes tanto?

—He vivido más que tú y conocí a alguien que decidió quedarse en ese mundo. Todos olvidaron quién era ella en su realidad.

—No quiero dejarte, irme y perderte será como fracasar —la abrazo con fuerza.

—Ve donde eres feliz.

—¿No te enojará que me vaya?

—Si soltarte significa que finalmente dejarás el dolor atrás, no te detendré. Ve y vive. Te lo mereces.

—¿Qué debo hacer para estar allí para siempre?

—Para quedarte, debes cortar tu mano y tu sangre será como una marca. El espejo volverá a brillar y desaparecerá para siempre, porque ya no lo necesitarás. Habrás elegido quedarte en el otro lado.

—Ven conmigo —sostengo sus manos—. Es lo que tu corazón anhela. Carlies II aún espera por ti. Él me habló de un gran amor que tuvo, pero desafortunadamente ella se fue. Él aún guarda la esperanza de encontrarte.

—Honestamente, deseo vivir el amor que un día dejé ir por el miedo —confiesa.

—Entonces, acompáñame.

—Aprecio a tu abuelo, pero Carlies... —suspira— Mi Carlies.

Nos abrazamos, encontrando consuelo la una en la otra. Observamos una última vez la cabaña, las fotografías y los recuerdos que dejamos atrás en esta tierra, antes de dirigirnos hacia el lugar donde el espejo apareció por primera vez ante mí.

Llegamos a nuestro destino y nos aferramos firmemente mientras cerramos los ojos, visualizando el lugar al que deseamos ir. Mi abuela ya sabe todo lo que ha ocurrido, incluyendo lo de Nicolas, y lo más razonable es que busquemos la ayuda de Leo en el Palacio de Atkinson. Ambas nos concentramos en esa imagen.

Maggie me explicó que si un corazón nos añora, podríamos ingresar nuevamente al espejo. Después de unos minutos, observamos cómo los fragmentos de vidrio roto comienzan a brillar en el suelo, elevándose y unificándose para formar el marco del espejo, revelando una vez más nuestro reflejo. Aunque está agrietado, podemos ver a Carlies II mirando al cielo, esperando a mi abuela. Funciona de la misma manera para ella: un corazón la añora y ese corazón es el de Carlies.

—Abuela, dime la verdad. Cuando te hablé sobre escuchar el mar en el bosque, ¿sospechabas algo? —le pregunto.

—Sí —responde.

—¿Qué pensaste?

—Si el espejo te había elegido, era porque aquí no eras feliz. Este nuevo mundo te ofrece la oportunidad para experimentar algo nuevo, y por eso te animé a investigar. Cuando regresaste la primera vez del bosque, lo supe. Sabía que habías llegado a ese mundo porque dormiste como si hubieras viajado a otro continente.

—Sufrí de jet lag —le sonrío—. Me sentí completamente agotada.

—Es normal.

—Te dije que él te esperaba —agrego.

—Es reconfortante saberlo. Aún podemos vivir lo que el miedo nos arrebató —dice mientras acaricia el rostro de Carlies a través del vidrio agrietado—. Cierra los ojos y espera a que el espejo revele a quien te añora.

Cierro los ojos y escucho la voz de Joseffett y su hijo a través del vidrio roto, y lo comprendo. Si hay alguien en ese mundo que me añora, son ellos. Abro los ojos y veo a Elliott y a su padre sentados uno frente al otro. Pero luego ocurre algo inesperado; en otra esquina, se forma la figura de Darek. Lo reconozco de inmediato, especialmente por su distintiva coleta que sujeta su cabello. A su lado está su consejero, quien le toca el hombro, y junto a ellos está mi rizitos de oro. El príncipe y el rey, ambos separados por una grieta en el espejo. Es evidente que ellos también me añoran, aunque no entiendo cómo puede ser así por parte de Darek, ya que me desterró.

—¿Estás lista? —pregunta la abuela.

—Contigo iría hasta el fin del mundo —sujeto su mano y nos preparamos para cruzar.

Damos un salto para atravesarlo, pero no es un paso automático. Una explosión de colores cautiva mi vista y luego un gran vacío negro se despliega ante mis ojos. Maggie ya no está sujeta a mi mano y solo veo oscuridad a mi alrededor. Camino entre las sombras y de repente una luz blanca pasa rápidamente a mi lado, formando líneas brillantes que estallan en el centro de la oscuridad, como fuegos artificiales, revelando un inmenso mar ante mis ojos.

En las olas, el pequeño destello brillante crea la silueta de mi madre, padre y hermana en medio de tanta oscuridad. Frente a mis ojos, pasa todo lo que viví con ellos a lo largo de mi vida. Veo cómo celebramos mi cumpleaños, mi primer día en la escuela, el día que compraron la casa de muñecas que tanto deseaba. Observo el proceso de cómo aprendí a andar en bicicleta y miro cómo nos preparábamos para la Navidad. El resumen de todo lo que he vivido toma forma en cada ola del inmenso mar. Es el mar de mis recuerdos, una exhibición de momentos preciosos que siempre llevaré en mi corazón.

Después, las olas se embravecen y las aguas se vuelven negras, moviéndose con violencia para dar forma a aquellos eventos que marcaron mi corazón. Veo cómo mis padres me dejaron de lado por los logros de mi hermana, presencio cómo dejaron de asistir a mis eventos para priorizar los suyos, observo cómo constantemente me comparaban con Grace. Mi corazón late acelerado y, cuando una de mis lágrimas toca el suelo, los recuerdos cesan. El destello desaparece, el mar se desvanece y unas líneas brillantes forman un cuchillo en medio de la oscuridad. El objeto suspendido en el aire desciende hasta estar a mi alcance y, cuando mi dedo índice lo toca, cae sin brillo alguno.

La duda se apodera de mí mientras sostengo el cuchillo en mis manos. ¿Realmente quiero derramar mi sangre para quedarme en este mundo para siempre? ¿Estoy dispuesta a dejarlo todo atrás por esta decisión? Y si... ¿y si es un error? Los pensamientos se agolpan en mi mente, llenándome de incertidumbre y miedo. Es una elección que cambiará mi vida para siempre, y debo asegurarme de estar tomando la decisión correcta.

Luego de un momento de duda, escucho la voz de mi corazón y sé que debo seguir adelante. Aunque el miedo y la incertidumbre intenten detenerme, no puedo ignorar lo que siento en lo más profundo de mi ser. Con determinación, tomo el cuchillo del suelo y, sin miedo, paso el filo por mi mano. La sangre brota y se esparce, pero no siento dolor, solo una extraña sensación de liberación.

Observo cómo la primera gota de sangre cae al suelo y, en ese preciso instante, el destello toma el objeto y desaparece. Al hacerlo, el inmenso mar de recuerdos comienza a transformarse. Los momentos buenos y angustiantes se desvanecen gradualmente, como si fueran borrones en un lienzo. Contemplo cómo mi vida se desvanece ante mis ojos. Observo las siluetas de mis padres desvaneciéndose, mientras todo rastro de mi existencia se desvanece junto con ellos. Aquella vida que una vez fue mía ha dejado de existir.

Una luz me envuelve y las sombras se desvanecen, revelando mi reflejo fragmentado. Sin dudarlo, atravieso ese reflejo en un intento por comenzar de nuevo. Al saltar, siento como si mis ropas se rasgaran, como si un gato hubiera pasado sus uñas por mi piel. Y, al instante, mis vestiduras cambian, transformándose en trajes de otra época.

La abuela se materializa a mi lado, luciendo unos guantes que le llegan hasta los codos y una diadema dorada. Ambas nos encontramos bajo una densa nevada gris, acompañada de un viento helado, mientras el imponente Palacio de Atkinson se alza frente a nosotras. Cuando la nube desaparece por completo, nos giramos para mirarnos y nos abrazamos, para luego revisar la herida en mi mano. Sin embargo, tanto la mía como la suya comienzan a desvanecerse. Ambas hemos elegido este lugar como nuestro destino.

—Tienes arañazos —dice al ver mi piel.

—Tú también —le señalo su brazo.

—Se debe a lo agrietado del espejo —concluimos.

Caminamos hacia la entrada principal y los guardias de los inmensos portones nos detienen, pero uno de ellos me reconoce y da aviso al rey de mi presencia. Después de unos minutos, Leo aparece asustado con su consejero detrás. Carlies detiene el paso repentinamente al reconocer a la mujer que me acompaña. Maggie corre a sus brazos y él le toca el rostro, asegurándose de que es real y de que realmente está sucediendo lo que añoraba desde hace mucho.

—Ha pasado un año, Astrid —dice Leo cuando llega hacia mí.

—Lo sé —digo viendo aún la escena del reencuentro de mi abuela y Carlies—. Supongo que lo sabes.

—Cada detalle. Y honestamente, pensé que jamás volverías.

—¿Me desprecias al igual que él?

—¿Por qué lo haría? Sigues siendo la misma Astrid —le dedico una sonrisa con gratitud.

—¿Me ayudarás?

—¿Tienes dudas?

—Tú y él son amigos, casi hermanos.

—¿Has elegido quedarte? —asiento— ¿Por cuánto tiem...

—Siempre —termino por él.

—¿Conoceré el contexto de quién es ella? —pregunta con asombro al ver a mi abuela besando a su consejero. ¡Qué vergüenza!

—Responderé a todas tus preguntas.

—Empecemos por quién es la dama que tiene a mi consejero actuando como un jovencito enamorado —ambos sonreímos mientras vemos a la pareja abrazarse frente al Palacio de Atkinson.

He regresado y ahora estoy aquí para quedarme. No dejaré que nadie me arrebate esta oportunidad. Hay mucho de qué hablar, tenemos mucho que planear, pero ya no tengo miedo. He elegido estar aquí y ya no siento temor de enfrentarme a nadie. Voy a empezar a vivir mi historia sin que nadie meta las manos en su escritura. Decidiré qué es lo mejor para mí y no permitiré que nadie más escriba o dicte por mí lo que debo o no debo hacer.

Siento una profunda gratitud en mi corazón, sabiendo que he tomado la decisión correcta. Aunque haya dejado atrás mi vida anterior, sé que estoy donde pertenezco, donde puedo encontrar la felicidad y la plenitud que tanto anhelaba. Puedo sentir la energía vibrante y llena de vida que fluye a mi alrededor. No hay duda en mi mente de que este ahora es mi hogar, donde puedo ser yo misma y vivir. Agradezco en mi interior a mi abuela por su apoyo y guía en este viaje, por infundirme valor y animarme a seguir mi verdadero camino. Sé que no será un trayecto fácil, pero estoy lista para enfrentar los desafíos y vivir cada día con determinación.

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Fin ... ?
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