One-Shot's Solangelo y otras...

By Daizelitha

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Este será un conjunto de one-shots sobre la pareja más shippeable y canon del universo universal (y quizas al... More

Solace... eres un acosador.
Secreto en la enfermería
Regalo de Afrodita
HIMERO Y APOLO

Castigo del señor D

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By Daizelitha

Will se estiró para desperezarse. Eran poco más de las seis de la mañana, pero como todo hijo de Apolo despertaba con el sol. Amodorrado se sentó sobre la cama, entonces notó a la figura parada a los pies de su litera.

‒¿Nico? ‒cuestionó extrañado. Su novio no era la persona más madrugadora. De hecho, no era nada madrugador. La intranquilidad embargó al hijo de Apolo, si Nico estaba allí era porque probablemente algo grave pasaba.

Se puso de pie de un salto ‒¿Qué pasa? ‒cuestionó. Nico no le respondió.

El pelinegro continuó con la vista clavada en las mantas color azul cielo. Will se permitió observarlo detenidamente, tenía un leve rubor rosado en sus mejillas, y su pecho subía y bajaba como si buscara llenarse los pulmones de aire.

‒Will... me siento extraño ‒pronunció el pelinegro después de una pausa que al rubio le pareció eterna.

El rubio intentó halarlo para que se sentara en la cama. ‒Ven aquí déjame... ‒su voz se fue acallando en cuanto tocó el brazo del otro.

Palpó la frente del pelinegro para comprobar lo que su instinto le decía. ‒Ay Nico tienes fiebre. ¿Qué te duele? ‒preguntó mientras lo sentaba a su lado y se ponía a rebuscar un termómetro en la mesita de noche.

‒En realidad, no tengo dolor. Pero... si hay algo que me molesta ‒confesó agachando la cabeza.

‒¿Qué cosa? ‒indagó Will

Nico desvió la mirada, parecía... avergonzado.

Will arqueó una ceja. Su atención se desvió hacia las demás personas en la cabaña que lo esperaban cerca de la puerta para comenzar el día.

‒Adelántense a las duchas y a desayunar. Yo los alcanzo después. ‒aseguró.

‒¿Y bien? ‒preguntó nuevamente, una vez que estuvieron solos en la cabaña de Apolo.

Nico negó con la cabeza mientras sus mejillas enrojecían más. ‒Nico soy medico ¿recuerdas? ‒lo instó a hablar.

‒Bueno, es que... eso esta raro ‒murmuró bajo

Will meditó la información por un segundo ‒Cuando dices "eso" ¿hablas de tu pene?

‒¡Will!

‒Perdón, pero es que no se me ocurre otra cosa que te de tanta vergüenza

Nico bufó molesto. ‒Mi... eso está bien ‒murmuró. Will frunció el entrecejo confundido, y Nico se rindió ‒bueno... quizás no tanto.

El hijo de Apolo contuvo la risa. Sabía que no podía reírse o Nico no hablaría, pero le parecía absurda la dificultad que Nico estaba teniendo para contarle. Ellos habían estado juntos muchas veces y su novio no era precisamente calmado en la cama, pero de pronto decidía que estaba avergonzado en una consulta médica.

Nico suspiró armándose de valor ‒Yo estaba dormido... y bueno estaba teniendo un sueño ‒contó

‒Ajá

‒De esos sueños que suceden en la noche...

‒¿Un sueño húmedo? ‒lo ayudó a completar

Las mejillas de Nico ardieron, pero asintió. ‒Eso es normal ‒concluyó Will

‒No, no ‒discrepó Nico

‒Si lo es... hace unos días que no hacemos nada porque el campamento ha sido un desastre. Las ganas se acumulan, es normal. A mí lo que me preocupa es tu fiebre.

‒¡NO! ‒se quejó Nico ‒quiero decir, ya sé que eso es normal...

‒¿Entonces?

‒Cuando desperté ‒continuó Nico ‒fui a cambiarme porque... bueno ya sabes mi ropa interior estaba... sucia.

‒Entiendo ‒dijo Will con cautela

‒Entonces me di cuenta que no solo estaba sucia de...

‒¿De semen?

Nico suspiró exasperado ‒Si no solo había semen ‒se quejó abochornado ‒había otra sustancia como... resbaloso... medio liquido...em...

‒¿No sería liquido preseminal? ‒teorizó Will

Nico movió la cabeza de un lado a otro ‒Eso no vino del mismo lugar que el semen

El rostro del hijo de Apolo se descompuso ‒¿Del recto?

Nico asintió avergonzado.

‒¿Resbaloso?

Nico asintió de nuevo.

‒¿Tenia aspecto como de diarrea liquida?

Nico frunció la boca y negó con desagrado ‒Era transparente ‒espetó

‒¿Pero de atrás? ‒repitió Will extrañado

‒¡Si William, de atrás! ‒farfulló molesto. El medico alzó las manos en señal de rendición.

‒Puede ser... ‒comenzó analizando las posibilidades ‒quizás si sea una infección y por eso tu fiebre. ‒el hijo de Apolo torció la boca meditabundo ‒¡Pero es que siempre soy muy cuidadoso! Siempre usamos protección precisamente para no enfermarte. De todas maneras, algo nos pudo fallar espera aquí, iré rápido a la enfermería por unas cosas y te reviso.

...

El hijo de Apolo regresó a la cabaña siete tan solo unos minutos después. Estaba armado con una gran bolsa de insumos y con algunos tratamientos posibles para ayudar a su novio, pero en cuanto entró a la estancia notó algo.

‒¡Ay no puede ser, ya se me escapó! ‒soltó molesto. Sabía que Nico no era el paciente modelo, pero como esta vez había nacido de él la iniciativa de ser revisado esperaba un poco más de cooperación.

Negó con la cabeza y dejó sobre su litera la bolsa que llevaba. Su plan era cambiarse el pijama y luego ir a buscar a ese escurridizo hijo de Hades, pero no pudo hacerlo porque en cuanto abrió su baúl descubrió que su ropa había sido robada.

‒¿Pero qué demonios? ‒se quejó. Ese en definitiva no estaba siendo su mejor día.

Molesto tomó su bolsa de medicamentos y se encaminó hacia la cabaña de Hermes. Llamó a la puerta, aunque aún era muy temprano para que estuvieran despiertos.

Connor Stoll le abrió tambaleándose y más dormido que despierto. Pero Will no tenía tiempo para ser comprensivo tenía que encontrar a Nico y luego ir a supervisar las actividades de su cabaña.

‒Mi ropa. La quiero en su lugar para hoy antes de las 9:00 a.m. o te voy a maldecir a ti y a toda tu cabaña. Y créeme que no te van a gustar las maldiciones de un médico. ¡Estas advertido!

Hubiese tenido una salida dramática, si al darse la vuelta a Connor no hubiera decidido decir ‒¿Qué? ¿Te robaron la ropa? Vaya... eso explica el pijama de una pieza del baby yoda jajaja

...

Will caminó furioso hacia la cabaña de Hades. Confiaba en que si Nico estaba teniendo esos malestares tuviera la prudencia para quedarse a reposar. Eso y que si no lo encontraba iba a tener que pasar mucho más tiempo deambulando por el campamento en su pijama.

Llamo a la puerta, pero no obtuvo ninguna respuesta, preocupado porque la fiebre hubiera aumentado y pudiera estar inconsciente decidió que debía entrar y echar un vistazo.

Había estado antes allí, pero siempre con una invitación para entrar... de todas formas no tenía alternativa giró el pomo de la puerta y asomó la cabeza tímidamente ‒¿Nico? ‒lo llamó cuando no fue capaz de ver nada.

Con la mano derecha alcanzó el interruptor de la luz y lo accionó. La cabaña se iluminó, aunque tenuemente. Todas las luces en el techo y paredes se habían encendido, pero la iluminación no se llevaría nunca ningún Oscar a la mejor iluminación. A Will siempre le había parecido que las paredes de esa cabaña eran capaces de absorber la luz.

Recorrió con la vista todas las literas vacías. La única destendida estaba al otro extremo, y aunque las cosas alrededor eran un desastre no había nadie en ella. Estaba a punto de darse la vuelta cuando un leve jadeo llamó su atención.

Caminó adentrándose más en la cabaña mientras mentalmente se repetía la frase que su mamá le decía cuando era pequeño "Hay que tenerles más miedo a los vivos que a los muertos Will, los fantasmas no te harán daño".

La bolsa de medicinas cayó al suelo y el corazón le dio un vuelco. ‒¡Dioses Nico! ‒dijo cuando encontró al otro tumbado en el suelo junto a su litera. ‒¿Qué te pasó? ¿te desvaneciste? ¿Estas mareado? ‒lo acribilló de preguntas mientras intentaba levantarlo.

‒Estoy bien Will, solo me sentí adormilado. ‒respondió calmado mientras se sentaba en el suelo con la espalda recargada en la cama, pero el hijo de Apolo podía ver como los puños de su novio se cerraban tan fuerte que sus nudillos se volvieron blancos.

‒Pero... no te ves bien. ‒discrepó ‒Déjame tomarte la temperatura, ponte el termómetro bajo el brazo ‒indicó después de rebuscar en su bolsa de suministros.

Nico negó con la cabeza ‒Will hay algo que olvide decirte

‒Dime ‒pidió con un atisbo de esperanza en que lo que lo que hubiera olvidado podía darle luz sobre el padecimiento que lo aquejaba.

‒Ayer... vino el señor D ‒explicó Nico ‒y... y él dijo que se encontró a tu papá y que el aun no olvida que le ganó unas partidas de juego.

Will saltó de inmediato ‒¿Ese dios te enfermo?

El pelinegro se encogió de hombros. Su respiración era irregular como si le costara trabajo hablar por el dolor ‒No parecía molesto, pero ciertamente no lucia feliz. ‒admitió ‒Me dijo que ya encontraría como cobrarse, que porque las deudas de juego eran deudas de honor y que él había sido robado por mi culpa.

Will apretó los dientes. Esos dioses siempre creyendo que tenían atribuciones sobre ellos, el señor D no le parecía tan malo hasta que había decidido enfermar a Nico.

El hijo de Hades se cubrió el rostro con ambas manos ‒Will... en serio siento muy raro allí atrás ‒confesó.

Will inhaló aire tratando de calmarse, él no estaba molesto con Nico ‒Tranquilo, tranquilo, yo tengo medicina y se los mejores canticos curativos te pondrás bien. Déjame revisarte.

...

Mientras su novio vaciaba y ordenaba el contenido de su bolsa de medicamentos en la litera vecina Nico se bajó los pantalones junto con los boxers y se colocó boca abajo sobre la cama con forma de ataúd.

Escuchó el sonido del látex mientras Will se ponía los guantes, y pudo sentir como sus entrañas se removían expectantes ante el futuro roce.

‒Tienes razón hay algo saliendo, voy a tomar muestras ‒le explicó Will. Las mejillas de Nico se tiñeron de rojo por la vergüenza.

Un roce delicado lo hizo estremecerse, probablemente era solo un isopo, yendo y viniendo en la piel cercana a su entrada, Nico se removió incomodo cuando se dio cuenta hacia donde estaba fluyendo su sangre. ¡No era cierto! ¿Quién demonios se pone duro en un examen médico?

‒Tranquilo ‒le susurró Will a sus espaldas intentando calmarlo ya casi esta. ‒le informó mientras Nico escuchaba el ruido de empaques y plástico.

‒Ahora voy a hacerte un tacto. Introduciré un dedo con lubricante ¿sí? será similar a las otras veces. Solo necesito revisar si... ‒Will hablaba al tiempo que presionaba su dedo buscando entrar.

Nico jadeó.

‒¿Te duele?

‒No, no... tu sigue ‒pidió avergonzado por estarse excitando en esa situación. Pero no podía evitarlo, había algo en el aroma de Will ese día, algo en el tono de su voz suave, pero firme.

Nico suspiró mientras su interior se abrazaba con ahínco al dedo invasor. El lubricante que Will se había puesto resultaba inútil, su propio cuerpo comenzó a mojarse sin más. Pronto Nico pudo percibir su propio olor en el aire mezclándose con el de Will. Eso le dio cierto alivio, pero resultaba insuficiente.

‒¿Eh... Nico? ‒lo llamó Will. ‒¿Puedo tener mi dedo de vuelta? ‒preguntó burlón. En ese momento Nico cobró vagamente la conciencia para darse cuenta de cómo estaba moviendo su cadera para penetrarse con el dedo de Will. ¿Qué demonios le pasaba?

Se quedó inmóvil en la cama, en un día que apenas comenzaba había conseguido avergonzarse incontables veces.

‒Es extraño ‒determinó Will evaluando la consistencia del fluido ‒esto no luce como si... ‒Will se tambaleó cuando acercó su mano para percibir el olor en el guante de látex mojado.

Era fuerte, un aroma indudablemente dulzón con un toque fresco al final. Agitó la cabeza intentando espabilarse y reprimir el repentino impulso que sentía por probar el líquido para averiguar si sabía igual de dulce que como olía.

Intentó enfocar su vista, pero repentinamente se sentía como si estuviera ebrio. Cuando se dio cuenta todo se movió y él se cayó en la cama donde estaba Nico.

‒¡Auch! ¡Solace! ‒escuchó que se quejaba la otra persona mientras el contemplaba el techo de la cabaña. Una parte de él le decía que debía enfocarse, pero el aroma que lo estaba poniendo en ese estado solo parecía intensificarse cada segundo.

Cuando Nico consiguió sacárselo de encima no lucia muy feliz. Los ojos de Will lo recorrieron entero. Tenía las mejillas pálidas sonrojadas, incluso su puchero de enojado lo hacía lucir adorable, pero si se enfocaba en el resto, en específico en lo que dejaban ver los pantalones desarreglados. Las comisuras de sus labios se elevaron.

‒Tu, más que adorable... luces delicioso.

Nico se quedó como una estatua mientras evaluaba su estado ‒Tengo una teoría Will... ‒musitó el italiano con esa voz suya que hacía sentir a Will cálido... quizás demasiado cálido. ¿Su pijama siempre había sido tan caliente?

‒Teoría... ‒repitió Will.

Nico no se la explicó, en su lugar se subió sobre él y hundió su cara en el cuello del otro. La corriente eléctrica que recorrió al joven medico pareció activar todas sus terminaciones nerviosas, de pronto sentía cada roce, cada aliento. Era consiente incluso de la respiración de Nico golpeando contra su piel.

Estando tan pegados, el malestar parecía aminorar, sin embargo, parecía acarrear algunos síntomas secundarios. Nico sonrió contra el cuello de Will cuando comenzó a sentir la erección de su novio.

‒Will hay que ver si la teoría es certa ‒le susurró en la oreja al tiempo que su mano comenzaba a acariciar el miembro sobre la tela.

El hijo de Apolo no tuvo tiempo de emitir ningún sonido porque el pelinegro atrapó sus labios en un beso ansioso, sus labios fueron mordisqueados y chupados sin tapujos. Más tarde, cuando su lengua se encontró con la suya Will descubrió algo, el realmente sabia mejor de lo que olía.

‒Con un demonio Will ‒se quejó Nico cuando comenzó a pelear con la cremallera del pijama que iba desde su cuello al abdomen bajo de Will. ‒Recuérdame nunca más dejar que te compres este tipo de cosas ‒masculló, aunque tenía una sonrisa maliciosa en el rostro.

El rubio saltó alarmado cuando escuchó la tela rasgarse. Nico lo obligó a mantenerse acostado con una sonrisa nerviosa ‒Ehhh bueno luego recuérdame comprarte otra ¿sí? ‒dijo.

Will pareció un poco más lucido, en el instante mientras contemplaba con horror su pijama rota.

El hijo de Apolo vio a Nico descender apurado, imaginaba que le pediría perdón de rodillas, pero solo lo vio introducir a toda prisa su miembro a la boca. No estaba seguro de que eso valiera para pedir perdón, bueno... tal vez un poco.

El hijo de Apolo se aferró al poco resquicio de raciocinio que le quedaba para no tomar entre sus manos la cabeza de Nico. En su lugar se sacó los guantes de látex y estrujo las sábanas intentando ignorar los roses mojados, besos o caricias que iban y venían en distintos lugares de su pene.

Se dio cuenta que su cometido de ser gentil iba a ser más difícil de lo que pensaba cuando Nico llevo una mano hacia atrás para tocarse al mismo tiempo que su boca se ocupaba de él. Después de observar la manera en la que su novio suspiraba, el rubio no pudo evitar sentir algo de celos de esa mano.

‒Eso de atrás es mío, no lo toques ‒su voz sonó más hosca de lo que pretendía, Nico lo observo por un segundo con una expresión de súplica en el rostro, pero obedeció y apartó la mano.

Will guió suavemente a Nico para que tomara su pene en su boca nuevamente. Nico comprendió enseguida y lo envolvió con sus labios suaves. El medico acarició el cabello negro del otro antes de tomarlo con fuerza para sostenerlo mientras lo metía hasta el fondo de la garganta.

Después de eso marcarle el ritmo a su novio no fue realmente problema, ya que parecía bastante deseoso como para prestarle su boca hasta que fue inundada por su semilla.

Will estaba intentando recomponer su respiración, cuando notó que Nico seguía bastante entusiasmado con su pene chupando los restos.

‒Tu... normalmente no te portas tan bien ‒musitó el rubio mientras acariciaba la mejilla de Nico

El pelinegro le sonrió sin dejar de acariciar el miembro ‒Hoy sabe rico ‒las mejillas del rubio enrojecieron. ¿Cómo demonios podía lucir tierno mientras decía algo como eso?

William inspiró hondo llenándose los pulmones de esa extraña fragancia dulzona. No comprendía del todo que tipo de maldición les había dado Dionisio, pero entendía lo básico. Sus mentes estaban nubladas y muy deseosas de sexo. Miró con cariño a la persona que aún no había tenido ningún alivio.

‒Ven acá ‒dijo con voz suave mientras guiaba a Nico para que se acomodara sobre él.

La ropa fue un problema para encontrar una posición cómoda, los pantalones de Nico en las rodillas limitaban su movilidad. Will se rio cuando el entrecejo de Nico se frunció al notar que, aunque estaba sentado sobre su regazo no iba poderlo montar aún.

‒Me sacare esto, espera ‒farfulló Nico con prisa, pero Will se sentó y rodeó su torso impidiendo que se alejara.

‒¡Will! ‒se quejó Nico intentando liberarse del abrazo. La lucha del pelinegro se detuvo cuando el hijo de Apolo comenzó a besar su cuello.

‒Pórtate bien, o te voy a castigar ‒le susurró al oído con voz rasposa. Eso lejos de enojar a Nico, lo hizo sentir más calor. Cuando Will se movió un poco para que sus rostros quedaran a centímetros se perdió en la mirada autoritaria con pupilas dilatas, quería hacer todo lo que él le dijera, obedecerlo y tener sus bebes. ¿Espera que? ¿bebés?

‒¡Ah! ‒un gemido se escapo de sus labios y su espalda se arqueó cuando sintió dos dedos que de golpe se introducían en su trasero.

‒¿Sabes? No se tu teoría, pero yo tengo una teoría sobre este fluido de aquí ‒le dijo Will besándole las mejillas rojas mientras metía y sacaba los dedos en ese lugar tan sensible.

El hijo de Hades tuvo la sensación de que ya no estaba húmedo, estaba chorreando. Lo que fuera que estuviera saliendo de él, ahora no dejaba de salir. ‒Creo que de alguna manera estas lubricándote naturalmente. ‒dictaminó Will.

Nico intentó pensar en ello, pero las manos de Will... una recorriéndole la espalda bajo la playera y otra jugando con su agujero, ya le estaban dificultando cosas simples como acordarse de no hacer ruidos raros, pensar en teorías sobre lo que pasaba era exigirle demasiado.

El rubio le sacó con una insólita facilidad la playera negra. Después de eso se dedicó a besar y lamer la piel de su cuello, hombros, y la clavícula.

Nico se estremeció y apretó los labios cuando una mano cálida acarició uno de sus pezones con insistencia y después la mano bronceada se deslizó hacia abajo hasta llegar al pene.

Will lo observo retorciéndose y estrujando la tela de su pijama destrozado mientras el subía y bajaba la mano, pero seguía sin emitir sonido alguno.

Will alejó la mano ‒No seas así gatito, quiero oírte gemir ‒dijo con tono lastimero.

Los ojos de Nico se abrieron mucho en ese instante. ¿Eso era lo que quería? ¿Por eso lo estaba molestando tanto? William quería que...

El pelinegro lo miró asustado. El no hacía eso, siempre procuraba estar callado porque odiaba la idea de hacer ruidos. No ¡eso no iba a pasar!

El medico asintió como si le pudiera leer la mente y lo abrazó. ‒Entiendo ‒dijo antes posar ambas manos en los glúteos de Nico y separarlos. ‒Supongo que eso significa que aun no terminamos los juegos previos y hay que estimular esto un poquito más ‒aventuró el rubio antes de penetrarlo con sus dedos nuevamente. Nico se tambaleó, pero sus labios no se abrieron.

¡Maldito solace! ¿Que no estaba listo? Sus dedos entraban con tal facilidad... el claramente estaba más que listo.

‒ah mm ‒el primer gemido sonó acallado contra el cuerpo que Nico abrazaba para no desplomarse.

Viendo que la tortura no hacia mas que continuar se preguntó si era que no lo había oído. ¡Maldito solace! ¡maldito! ¡maldito!

Colocó la barbilla sobre el hombro de Will y se aseguró de que su boca estuviera lo suficiente cerca de la oreja de Will antes de comenzar a soltar los gemidos que se había estado callando.

No paso mucho antes de que su espalda golpeara contra el colchón de la cama. Will le tomó una pierna y comenzó a desatarle las converse que llevaba puestos y no lo dejaban quitarse el pantalón. Nico hizo ademan de patearlo cuando notó que lo hacía a velocidad tortuga.

‒¡Hey! ‒lo regaño Will después de frenar el ataque.

Por alguna razón eso asustó a Nico, lo vergonzoso era que el pánico que sentía se centraba en que el rubio ya no lo fuera a tomar. El hijo de Hades giró la cabeza evitando verlo. ‒Pe-perdón.

El rubio sonrió mordiéndose un labio, pero continuó en su labor de terminar de desnudar al pelinegro. Aprovechó para hacer lo mismo y sacarse el pijama... o lo que quedaba.

Una vez hubo arrojado la estorbosa ropa lejos se acomodó entre las piernas de Nico y comenzó a besar la rodilla pálida del otro ‒Niño malo... ‒musitó mientras dejaba un camino de besos hacia su muslo ‒¿Sabes cuan duro me tienes?

Los ojos negros por fin se giraron a ver al hijo de Apolo de nuevo. Nico podía reconocer algo, sin pijamas ridículas su novio era muy muy sexy.

Le pareció que el calor en la habitación había aumentado con solo verlo... o quizás solo eran sus delirantes ganas de sentirlo dentro.

Nico estaba al límite de la locura, y si a Will lo que le gustaba era verlo sumiso...

Amore... ¿me lo metes para sentir que tan duro esta? ‒musitó con tono suplicante. Nico no vio venir lo que después ocurrió.

Los ojos de Will se ensombrecieron mas si eso era posible. Cuando Nico se dio cuenta fue porque una especie de grito había escapado de su garganta. 

Estaba lleno, muy lleno.

Abrazo la espalda de la persona sobre el mientras intentaba poner en orden su mente y su boca, pero no consiguió emitir sonidos coherentes porque Will lo sacó y metió de nuevo sacudiéndolo por completo.

Nico se preguntó si había atinado a la primera en ese lugar por sus conocimientos en anatomía o si era una especie de evento inusual. Nuevamente adentro y afuera, la espalda de Nico se arqueó no, no era suerte... era la posición.

La siguiente vez que el miembro de su novio golpeó en su interior, sus ojos se pusieron en blanco. Fue ruidoso mientras se corría en su propio abdomen, muy ruidoso. Will se había quedado quieto en cuanto se dio cuenta, quizás dándole un tiempo... quizás porque el lo estaba apretando mucho por las contracciones involuntarias.

Cuando la nube de placer dejo de nublar su mente, el pelinegro reaccionó. ¿Tres? ¿Cuatro? Nico esperaba que hubieran sido al menos cuatro embestidas, aunque seguía siendo igual de vergonzoso correrse tan rápido.

‒Eh... es que... ‒comenzó viendo a la persona que seguía inmóvil sobre él.

Will buscó sus labios sin decir nada, lo que calmó a Nico hasta que el beso se rompió y Will le dedico una sonrisa juguetona.

‒¿Qué hacemos ahora? Sigo muy duro aquí ‒le dijo antes de ejemplificar lo que le decía con otra estocada.

Una descarga de placer invadió a Nico. Sintiendo las ganas de su compañero, de pronto le parecía como si su cuerpo tampoco estuviera satisfecho, aunque claramente seguía temblando por el orgasmo anterior. ‒Will espera... creo, creo que yo sigo muy sencib... ¡ah!

Pronto Nico se encontró presa de ese novio suyo, que entre besos y caricias golpeaba dentro de él moviendo sus caderas con fuerza. Y le gustaba... le gustaba lo suficiente, para gemir y suplicar por más, aunque todo el campamento lo escuchara.

Lo amaba, amaba tanto a ese hombre que la primera vez que quiso retirarse para venirse se sintió realmente molesto con él. ‒Soy tu pareja ¿porque intentas hacerlo fuera de mi? ‒algo así había dicho en medio de la calentura, quizás por esa misma calentura también había querido llorar hasta que Will cedió a su petición.

Nico comprendería que eso fue un error cuando quiso llorar, pero porque Will no salió de el y de alguna manera mientras se corría el pene de su novio creció a tal punto que Nico se quiso morir, pero no había forma de sacarlo.

Estaban trabados.

Will intentó acomodarlo en otra posición varias veces, pero la presión dentro no dejaba de ser incomoda, y terminaron resignándose.

‒¡Me voy a morir! ‒gimoteó Nico asustado.

‒No, no, solo dame un segundo ya se va a bajar. ‒prometió para calmarlo.

...

Al cabo de media hora no había muchos cambios.

‒Entonces... ‒musitó Nico mientras su rostro era llenado de besos en un obvio y mal intento de distraerlo de lo que abajo seguía hinchado. ‒Si llamamos a tus hermanos desde aquí ¿crees que nos oigan?

‒No lo sé ‒admitió Will ‒la cabaña mas cercana es la de Hermes, pero... ‒el rubio hizo un mohín mientras negaba.

Nico bufó, pero estaba de acuerdo. No deseaba ser encontrado así por la cabaña de Hermes. Ya se imaginaba lo que dirían, "jajaja Nico y Will se trabaron mientras hacían bebés"

Bebés... su mente vagó remotamente a la cabaña que había sido su primera opción. La cabaña 7, con sus ojos azules, y bonitos cabellos.

Su vista se enfocó en la persona que descansaba sobre el... un niño de Will. Sintió como si un útero inexistente se le alborotara, quería uno de esos.

‒¡Salió! ‒celebró Will de la nada ‒¡Ay que bien! Creí que iba a tener que bajarlo drenando la sangre con una aguja y jeringa, ¡gracias a los dioses no! ‒dijo genuinamente aliviado mientras se levantaba cubriéndose con una manta y se encaminaba al baño.

‒¿A dónde vas? ‒preguntó Nico

‒¿Eh? A preparar el baño ¿no te quieres lavar? ¡Ya vamos tarde al desayuno y... espera ¿esa es mi ropa? ‒soltó Will mientras ponía atención a las prendas regadas alrededor del suelo de la cama de Nico.

Nico ignoró su pregunta. La idea seguía rondando su mente ‒Todavía no acabamos. ‒sentenció ‒¡Metete a la cama!

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