THE PRICE OF FREEDOM

By jenifersiza

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Después de su enfrentamiento con Voldemort al final de su primer año, Harry decide que ya está harto de que l... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55

Capítulo 13

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By jenifersiza

Nunca más, pensó Harry mientras se dejaba caer en la cama, recordando la pesadilla de su día, aunque no podía quejarse del cambio de entorno en el que se encontraba.

Todo había empezado cuando Lucius y Draco habían aparecido en su habitación de Privet Drive a primera hora de la mañana y se habían quedado horrorizados por las condiciones en las que lo habían visto vivir. Harry había estado a punto de decirles que aquello era mucho mejor que antes, pero los Malfoys estaban demasiado ocupados despotricando contra Dumbledore y el trato que daba a su supuesto salvador. Harry les explicó por qué estaba atrapado allí, gracias al pabellón de sangre que Dumbledore había puesto en la propiedad para su protección, aunque eso ya no era tan importante ahora que el señor tenebroso había prometido no volver a atacarle. Lucius había aprovechado la ocasión y, tras enterarse de que la señora Figg vivía al final de la calle, se las había arreglado para inventar con Petunia que Harry se había ido a pasar el verano con la hermana de Vernon, diciendo que Marge se había roto el tobillo y necesitaba su ayuda con los perros. Le había costado mil libras, pero Lucius dijo que para él eso era calderilla y que el soborno era más seguro que las amenazas, ya que los Dursley querrían tenerlo contento por si en el futuro podían sacarle más dinero.

Las cosas de Harry habían sido empacadas rápidamente, con la idea de que Harry pudiera pasar el resto del verano con ellos en la Mansión Malfoy, y Harry tuvo que reírse al ver las reacciones de los dos hombres Malfoy ante su ropa nueva. No se había dado cuenta de que los magos no tenían acceso a muchos materiales diferentes cuando se trataba de ropa. Al parecer, debido a las restricciones impuestas por el Ministerio, la importación era complicada y los magos solían limitarse al lino o el algodón y a la lana británica básica, por lo que los nuevos jerseys de cachemira que había comprado les habían abierto los ojos. Sin embargo, a pesar de lo cómico que había resultado en aquel momento, fue esa constatación la que había conducido a lo que Harry denominaba ahora su día infernal.

La idea de que la moda muggle hubiera avanzado tanto en el último siglo era nueva para una familia de sangre pura como los Malfoys, que, como gran parte del resto de la población mágica, tendían a vivir en una feliz ignorancia del resto del mundo. Sin embargo, todo eso cambió aquel día, cuando los Malfoys insistieron en que Harry los llevara de compras al mundo muggle para que pudieran aprender.

Harry había pensado que se había vuelto un poco loco a principios de verano cuando había comprado toda su ropa nueva, pero al parecer eso era una fracción de lo que era posible en una verdadera juerga de compras y Harry ahora estaba resentido con Severus por perdérselo, sobre todo porque tenía la sensación de que el hombre sabía muy bien lo que pasaría antes de que se hubiera ido en su pequeña misión. Sinceramente Harry prefería enfrentarse al señor tenebroso en un mal día que acompañar a los Malfoys en otra salida de compras.

El conocimiento de Harry sobre las compras en Londres era limitado, por decir lo menos, pero sabiendo lo que sabía de los Malfoys, no creía que estuvieran satisfechos con las mega ofertas que había en Surrey. Ese fue su primer error. Se las arregló para encontrar Selfridges pensando que la única tienda podría ser suficiente para satisfacer a la familia aunque, viviendo la vida protegida que tenía, no se había dado cuenta de lo grande que podía ser una tienda. Ese fue su segundo error.

El tercero llegó cuando Lucius empezó a quejarse de que no había conseguido cambiar suficiente dinero a moneda muggle, cuando había ido rápidamente a Gringotts antes de que se dirigieran al mundo muggle, y no sabía si el ajetreado centro de Londres permitiría una aparición fácil, ya que habían llegado demasiado lejos del callejón Diagon como para volver andando. Harry había señalado que los muggles habían diseñado retretes para discapacitados que no sólo eran más grandes, sino que también ofrecían total privacidad en comparación con los comunes, de modo que nadie vería nada si Lucius quería salir rápidamente. Las caras de los tres Malfoy se habían iluminado ante aquella noticia y Harry ni siquiera había intentado disimular su gemido ante la idea de que la familia tuviera acceso a fondos casi ilimitados. A partir de ese momento los monstruos de las compras se desataron de verdad y Harry maldijo su carácter servicial durante el resto del día.

Los Malfoys también habían intentado meter a Harry en el ajo, a pesar de las veces que les había dicho que ya tenía suficiente ropa, insistiendo en que eso no podía ser cierto, puesto que ya había admitido no haber estado nunca en aquella tienda. Incluso intentó decir que no llevaba dinero para nada, pero Lucius se limitó a insistir en que debía considerarlo un regalo de esponsales, además de una compensación por las molestias que le había causado este verano. Harry consideró la posibilidad de decir que casi lo matan por algo más que una molestia, pero pensó que eso sólo empeoraría las cosas.

Sin embargo, los Malfoys también parecían estar de acuerdo, ya que acabaron comprando todo lo que Harry decía que le gustaba. Después de adquirir un abrigo nuevo, unas botas y dos jerseys nuevos, Harry había intentado no decir nada sobre las cosas que veía, lo que sólo consiguió que se llevaran todo lo que le interesaba, incluso después de que Harry se preguntara por qué iba a necesitar una docena de trajes cuando iba a pasar la mayor parte del año en el colegio y, con suerte, se le quedarían pequeños antes de tener siquiera la oportunidad de ponérselos. Al parecer, era una pregunta estúpida, sobre todo porque, como señaló Draco, iba a salir varias veces con Severus y no tenía ni idea de dónde iban a estar, así que necesitaría tener muchas opciones por si acaso.

Harry siguió intentando evitar que los Malfoys le compraran más cosas cerrando los ojos, pero éste fue el error número cuatro, ya que acabó entrando accidentalmente en el departamento de joyería y rápidamente se convirtió en el dueño de varios relojes y un par de pulseras y cadenas. Sin embargo, Draco descubrió unos pendientes, lo que llevó al joven Malfoy a preguntar por un piercing en las orejas, y el dependiente, muy servicial, les indicó cómo llegar a un estudio de piercing cercano, cosa de la que Harry no se arrepentía. Ahora, tanto él como Draco lucían piercings en los lóbulos que, al ser magos, podían curar de inmediato. Harry estaba contento, ya que eso significaba que ahora podía llevar algunos de los geniales pendientes de calavera que había elegido y estaba pensando en hacerse más piercings en algún momento, aunque primero había querido esperar a ver cómo reaccionaba Severus a estos.

Lo que más le llamó la atención fue el mostrador de maquillaje. Draco, al igual que su madre, había quedado fascinado por los avances que los muggles habían hecho en el campo de la belleza y Lucius también estaba interesado, aunque más desde el punto de vista económico, sobre todo cuando se enteró de lo que valía la industria de la belleza a nivel mundial. El maquillaje era algo en lo que Harry nunca había pensado, ya que siempre había crecido pensando que era cosa de "chicas", pero la chica que estaba detrás del mostrador de maquillaje no tardó en ponerle en su sitio.

-Los hombres usan maquillaje todo el tiempo, especialmente en la industria del entretenimiento, pero no hay razón por la que no puedas usar lo que quieras-, había resoplado. -Además, el maquillaje es muy versátil. Puedes usarlo para realzar tus rasgos naturales o simplemente divertirte con él-.

Draco se había entusiasmado con la idea, sobre todo después de que la dependienta le señalara lo bien que tenía la piel y que apenas tendría que usar base en él. Incluso Harry había tenido que admitir que el efecto en la cara de Draco había sido asombroso, sobre todo cuando la dependienta hizo un lado a la vez para que pudieran ver realmente la diferencia. Había sido suficiente para convencer a Harry de que lo probara, sobre todo después de que la chica dijera que veía a Harry con un aspecto un poco más atrevido que el más suave y refinado que le había hecho a Draco. Utilizó un morado oscuro para darle una línea ahumada alrededor de los ojos que Harry juró que los hacía parecer aún más verdes. Sin embargo, borró el brillo que le había puesto, ya que no podía soportar la textura. Draco acabó comprándole un montón, pero ella le indicó a Harry una marca llamada Urban Decay, que parecía especializada en colores brillantes, y Harry no tardó en llenar la cesta, aunque frunció el ceño al pasar por caja.

-¿Crees que esto me convierte en gay?- preguntó Harry.

-¿Qué significa "gay"?- Draco frunció el ceño.

-Ya sabes, alguien a quien le gustan otros hombres-.

-Sabes que estás prometido a otro hombre-, señaló Draco.

Harry se encogió de hombros. -Supongo aunque sólo planeamos mantenerlo como un compromiso para que Severus pueda recibir su herencia. Es sólo que siempre me había imaginado estableciéndome con una esposa y teniendo unos cuantos hijos, pero ahora me estoy cuestionando si eso era simplemente porque era lo que se esperaba de mí y no porque eso es lo que realmente quiero. ¿Te gustan los hombres?- preguntó Harry, mirando al Slytherin.

-Tenemos doce años, Harry. No sé tú, pero yo todavía no he mirado a nadie así. Puedo ver objetivamente cuando los chicos y las chicas son guapos, así que no tengo ni idea de cómo serán las cosas en el futuro pero, al fin y al cabo, ¿importa realmente quién te atrae, o si te atrae alguien de esa manera en absoluto? Quiero decir que quien te guste no cambia lo que eres como persona-.

-Supongo que no-, reflexionó Harry. -Nunca lo había pensado así. Y supongo que ahora que sé que hay formas de que dos hombres tengan hijos juntos no importa realmente quién me guste porque puedo seguir teniendo esa familia-.

-Sí, aunque últimamente el Ministerio es un poco raro con estas cosas-, dijo Draco. -Antes era bastante común que las familias adoptaran consanguíneamente si tenían problemas para concebir, pero algunas facciones se pusieron un poco raras al respecto, ya que la palabra sangre estaba involucrada. No pudieron prohibirlo del todo, aunque al parecer lo intentaron, pero han complicado ridículamente las cosas para que la gente intente seguir ese camino-.

-Eso parece un poco estúpido-, dijo Harry, -sobre todo si ayudaba a los niños huérfanos a formar parte de una familia-.

Draco se encogió de hombros. -El Ministerio puede ser increíblemente cerrado de mente a veces, por desgracia-.

No hablaron más del tema, pero fue suficiente para que Harry se pusiera a pensar. Por lo que había leído, parecía haber muchos problemas con la política mágica y estaba más decidido que nunca a ayudar a arreglar las cosas.

Finalmente se detuvieron a almorzar, lo que resultó muy instructivo para todos. Harry siempre había supuesto que debía de haber algún tipo de restaurante mágico, aparte del Caldero Chorreante y Florean Fortescue's, pero al parecer estaba equivocado, algo que aprendió cuando Draco se preguntó por qué los muggles podían necesitar más de un restaurante. Resultaba que los magos no sólo no importaban productos, sino tampoco ideas y, aunque admitía que nunca había probado nada, a Harry le encantaba poder mostrar a los Malfoys la gran variedad de platos que se podían encontrar en el mundo muggle, así como los niveles de calidad que ofrecían. Obviamente, los Malfoys querían probar lo mejor que hubiera y se disgustaron al enterarse de que la lista de espera para los mejores restaurantes era de meses e incluso ya estaban llenos para el día de Navidad. Encontraron uno abierto para el almuerzo de Yule, que fue aceptado rápidamente, y Lucius dijo que tenía toda la intención de reservar para el año siguiente si la comida era tan buena como parecía. Al parecer, los elfos domésticos que solían prepararles la comida eran adecuados, pero también eran analfabetos, por lo que sólo aprendían su repertorio de boca en boca y, en consecuencia, era algo limitado.

Optaron por un restaurante indio, más que nada porque les llamaba mucho la atención la decoración exótica. Harry no tuvo problemas en explicarle al camarero que nunca antes había probado el curry y rápidamente le mostraron las opciones más suaves y los Malfoys siguieron su ejemplo. La comida estaba deliciosa, más aromática que picante, y el único problema fue que cayó tan bien que los Malfoys insistieron en pasar por una librería para ver si encontraban una receta que poder enseñar a sus elfos domésticos. Se las arreglaron para encontrar Waterstones en Piccadilly, que al parecer hacía que Flourish y Blotts parecieran una tienda de barrio, ya que esta tienda tenía seis plantas enteras de libros y juegos, así como una cafetería e incluso un bar en la última planta con unas vistas impresionantes del centro de Londres.

Desgraciadamente, esto no hizo más que abrir una nueva lata de gusanos y el grupo acabó quedándose el resto del día, recorriendo los pasillos y aumentando la, al parecer, ya considerable biblioteca de los Malfoys. Terminaron su ajetreado día con una copa en el bar y los Malfoys estaban más que impresionados con el calibre del vino que se ofrecía, así como con el refinado ambiente, muy lejos del Caldero Chorreante y Harry ya podía ver los engranajes girando en la cabeza de Lucius mientras planeaba introducir estas cosas en el mundo de los magos.

Cuando por fin regresaron a la mansión, Harry estaba destrozado y se alegró mucho de que Collie estuviera a mano para guardar sus compras mientras se acomodaba en la cama de su nueva habitación. Los Malfoys habían instalado a Harry en una de las suites familiares, justo al final del pasillo de Draco y Harry tuvo que admitir que, a pesar del horrible viaje de compras infernal, estaba deseando pasar el resto del verano con los Malfoys, sobre todo porque significaba tener a alguien con quien pasar el rato en lugar de estar atrapado solo en su antigua habitación de los Dursley.

Harry se alegró de haber terminado todos los deberes, ya que era lo primero que Narcissa le había preguntado en el desayuno del día siguiente y, como Draco y él se habían levantado juntos, eran libres de hacer lo que quisieran, que acabó siendo una visita a los terrenos seguida de un chapuzón en el estanque para refrescarse. Fue un día totalmente relajante, sobre todo en comparación con el caos del día anterior, y Harry acabó dormitando en la hierba cuando Draco y él se tumbaron al sol para secarse. Se despertó sobresaltado, pues había tenido una pesadilla en la que tío Vernon lo encontraba holgazaneando en sus tareas y se sintió más que aliviado al comprobar que lo de los dos últimos días no había sido un sueño descabellado. Draco pareció un poco preocupado por la reacción de Harry, pero no dijo nada, para alegría de Harry.

Acababan de llegar a la casa cuando les informaron de que tenían que lavarse y vestirse porque ya era casi la hora de cenar. Al parecer, los elfos domésticos se habían pasado todo el día revisando los nuevos libros de cocina que les habían comprado con Narcissa y estaban deseando mostrar sus nuevos platos. Harry se preocupó un poco al principio, ya que había visto de primera mano cuántos libros se habían comprado, pero por suerte las criaturas habían conseguido contenerse, así que sólo tuvo que enfrentarse a una comida italiana de cinco platos, en lugar de los cincuenta que había estado temiendo cuando recordó que Dobby estaría entre ellos.

Sin embargo, la cena estuvo deliciosa y las raciones eran tan abundantes que Harry no se sintió demasiado lleno ni siquiera al final, y estaban terminando sus cafés de sobremesa, o té de Assam en el caso de Harry, cuando se anunciaron dos invitados Severus Snape y un tal Tom Marvolo Riddle.

-Ah, Severus, me alegra ver que tu misión ha sido un éxito-, saludó Lucius mientras los conducía a todos al salón para tomar unas copas.

-Sí, gracias, Lucius, y gracias por cuidar de Harry en mi ausencia-, sonrió Severus, tomando asiento junto al muchacho.

-No hay problema-, sonrió Lucius. -Estoy bastante seguro de que Draco está deseando tener a alguien de su edad por la mansión, además Harry aquí ha sido de lo más útil para ponernos al día de los cambios que han ocurrido en el mundo muggle-.

-Me lo imagino-, introdujo el hombre mientras Tom asentía, -siempre me sorprendía lo mucho que habían cambiado las cosas cada vez que volvía a meter la cabeza en ese mundo, sobre todo cuando el mundo mágico parecía tan estancado. Hola por cierto Harry, debo agradecerte tu ayuda para recuperar mi cuerpo-.

Le tendió la mano y Harry la estrechó vacilante. -De nada señor-.

-Tom, por favor Harry. Creo que ya es hora de que Lord Voldemort muera y yo retome mi antiguo nombre, por mucho que me repugne que me recuerden a mi padre muggle. Lamentablemente perdí un poco de vista mis ideales como mi alter ego dividir tanto mi alma tuvo efectos secundarios imprevistos y la sangre de unicornio que bebí el año pasado no ayudó en nada-.

-¿Consiguió limpiar su sistema entonces, mi señor?- preguntó Narcissa.

-Creo que podemos prescindir de los títulos, Narcissa, pero sí, en cierto modo-. Tom sonrió enigmáticamente y Severus se estremeció.

-¿Qué ha pasado?- preguntó Harry, mirando al hombre con preocupación.

-Desgraciadamente, tuve que tomar la forma de espectro dentro de mí, ya que no podía, o no quería sostener el libro. Basta decir que no fue una experiencia particularmente agradable-.

-No, pero nos permitió alejarnos más fácilmente de los aurores-, añadió Tom.

-¿Dumbledore ya tenía gente vigilándolos?-. preguntó Lucius.

-Eso parece, sí-, asintió Severus, -lo que me hace pensar que el viejo chiflado también le tenía vigilado antes, posiblemente incluso dirigiendo allí a Quirrell cuando se fue de año sabático-.

-Efectivamente-, frunció el ceño Tom, -que es lo que me lleva a creer que toda la guerra anterior fue un montaje, sobre todo porque Dumbledore fue quien la declaró como tal y el único que la llamó así durante algún tiempo-.

-¿No querías una guerra?- preguntó Harry.

-No Harry-, fue Lucius quien contestó, -sólo queríamos poder practicar la magia que quisiéramos sin temor a repercusiones. El poder de Dumbledore estaba menguando por aquel entonces, así que muchas familias lo vieron como una oportunidad para empezar a utilizar más las artes oscuras, una rama de la magia que a algunos de nosotros nos sale de forma natural, pero que con frecuencia es denostada. También esperábamos que eso animara a alguien de mente más abierta a presentarse a las elecciones, ya que parecía que Dumbledore iba a tener menos influencia sobre quién alcanzaba ese puesto-.

-Sí, casi desearía haber aceptado la oferta de Abraxas de respaldarme para Ministro-, suspiró Tom, -aunque puede que fueran esos rumores los que incitaran a Dumbledore a actuar-.

-¿No querías ser Ministro?-. Harry frunció el ceño, confundido.

-No- respondió Tom, -no en aquel momento. Me interesaba más enseñar a las generaciones más jóvenes y, desde que me habían negado un puesto en Hogwarts, me había dedicado a dar clases particulares a niños sobre cómo manejar con seguridad ese tipo de hechizos. Por desgracia, no podía llegar a todo el mundo y hubo algunos incidentes en los que niños y jóvenes acabaron manejando mal los hechizos, lo que les acarreó problemas con la ley. Dumbledore aprovechó la ocasión para tomar medidas enérgicas contra la práctica de las artes oscuras, y presentó proyectos de ley que prohibían muchas de ellas.

-¿Así que no se trataba de destruir a todos los nacidos de muggles? ¿No crees en la supremacía de los sangre pura?- continuó Harry. Esta nueva información lo estaba confundiendo, ya que era muy diferente de lo que le habían dicho durante el año anterior.

-Eso sería muy hipócrita ya que, como tú y Severus, yo también soy un mestizo-, sonrió Tom. -Eso no quiere decir que entre mis seguidores no haya quien no lo crea- miró a Lucius, -pero no era la base por la que luchábamos. Creo que los muggles son peligrosos, ya que estuve vivo cuando se destruyeron Hiroshima y Nagasaki, y creo que se debería hacer más para proteger nuestro mundo, lo que incluye vigilar más de cerca a los nacidos de muggles, ya que suponen una amenaza cuando insisten en mantener un pie en ambos mundos, pero la destrucción de todos los muggles sería casi imposible de conseguir para el mundo mágico, aunque sólo fuera por el gran número de muggles que existen en comparación con nosotros. También está el hecho de que, desde mi caída, me he enterado de que los nacidos de muggles podrían descender de squibs que abandonaron la sociedad maga y, en consecuencia, fueron olvidados. Tengo planes de intentar emular la ciencia genética muggle para demostrarlo, así como permitir que los nacidos de muggles puedan rastrear su ascendencia hasta sus orígenes-.

Lucius tosió torpemente. -¿No crees que se te erizarán algunas plumas si haces eso, Tom?-.

-Tal vez esas plumas necesiten un poco de erizamiento-, sugirió Tom, dirigiendo a Lucius una dura mirada . -Nunca he estado de acuerdo con la idea de que los squibs deben ser rechazados de la familia como si fueran basura. De hecho, me interesaría mucho saber de dónde surgió la idea de que los squibs eran una especie de plaga para la familia, ya que parece haber causado un daño inconmensurable a lo largo de los años-.

-Bueno, no es que los squibs puedan hacer nada en este mundo-, se burló Draco, haciendo que Tom le frunciera el ceño.

-Veo que tu padre ha estado teniendo una fuerte influencia en tus creencias joven Draco, aunque tal vez quieras aprender a pensar por ti mismo-. Draco palideció, al darse cuenta de lo que había dicho y a quién.

-Tom tiene razón, Draco-, suspiró Severus. -Sé que muchos de ustedes, alumnos, no sienten mucho respeto por Argus, señor Filch, pero demuestra que podemos encontrar un lugar para los squibs en nuestra sociedad. Puede que no puedan acceder activamente a su núcleo mágico, pero hay trabajos que no lo requieren. La limpieza es un ejemplo, así como el mantenimiento de tiendas, o incluso la producción básica de bienes, incluyendo la preparación de ingredientes. También hay muchas áreas de pociones y herbología que no requieren trabajo activo con hechizos-.

-Precisamente-, resopló Tom, -por eso me interesaría mucho averiguar de dónde surgió la idea de expulsar a los squibs de las familias, ya que parece que sólo ha causado problemas a la sociedad de magos-.

Lucius se quedó pensativo. -Supongo que los squibs serían candidatos ideales si quisiéramos que la gente entrara en el mundo mágico para formarse, si quisiéramos intentar utilizar algunos de los avances tecnológicos que han descubierto los muggles-.

-¿No sería mejor elegir muggles?- preguntó Harry, -puesto que ya tienen vínculos-.

-Posiblemente-, dijo Tom pensativo, -aunque normalmente trataríamos de integrar más a un nacido de muggles en nuestra sociedad en lugar de alejarlo de ella, ya que es su magia renovada la que ayuda a traer esperanza. El riesgo de animarlos a volver al mundo muggle es que volverían a estar perdidos para nosotros. Los squibs suelen provenir de familias de sangre pura, por lo que es más probable que vayan al mundo muggle con fines puramente educativos y luego estén encantados de devolvernos esos conocimientos. Sin embargo, podría ver las ventajas de fomentar una asociación entre un muggle y un squib, como forma de ayudar al squib a integrarse rápidamente en la sociedad-.

-Y si se juntaran, sus descendientes serían considerados sangre pura en sólo dos generaciones-, reflexionó Narcissa. -No es que esté sugiriendo matrimonios forzados ni nada por el estilo, sólo que la gente tiende a juntarse cuando ha estado trabajando estrechamente de esa manera-, aclaró al ver la cara de sorpresa de Harry.

-Sí, recuerdo lo mucho que disfrutas haciendo de casamentera, Narcissa-, suspiró Tom, -y no tengo ningún problema con ello siempre y cuando mantengas tus miras firmemente alejadas de mí. No tengo ningún interés en relacionarme con nadie, muchas gracias, y antes de que digas nada no tengo ningún problema en ver cómo se extingue el linaje Gaunt-.

-Al menos Severus se toma en serio su deber-, resopló Narcissa.

Harry estaba a punto de protestar que sólo era un compromiso por conveniencia, que sólo necesitaba mantener ahora para que Severus pudiera reclamar su herencia, pero una mano en su brazo le detuvo la lengua.

-Sí Narcissa-, Severus sonrió satisfecho, -aunque si Harry está planeando quedarse aquí por el resto del verano debo mencionar que ha estado visitando la finca de su familia todos los sábados y asumo que es algo que deseará continuar así por el resto de las vacaciones-.

-Oh, sí-, sonrió Harry, -no creo que mamá, tía Dorea o tío Charlus estuvieran muy contentos si de repente dejáramos de aparecer-.

-Siempre y cuando tengan al menos elfos domésticos allí para hacer de chaperones-, advirtió Narcissa. -Mi familia aprendió tuvo muchos problemas con embarazos accidentales en Hogwarts y, aunque eso no es necesariamente un problema para ti, es mejor prevenir que curar-.

-Hablando de estar seguros-, dijo Lucius, -¿has pensado en quién va a corregir los trabajos escolares de Harry, Severus? Entiendo que por ahora no hagas público el compromiso, pero no querrás que alguien se queje de parcialidad si se corre la voz-.

-Creo que puedo seguir calificando los trabajos de Harry con imparcialidad-, se mofó Severus, dirigiendo una mirada sombría a Harry cuando éste se burló del comentario.

-Puede ser Severus, pero Lucius tiene razón; no querríamos que alguien usara tus esponsales como excusa para causar problemas-, explicó Tom. -Tal vez podamos estudiar la posibilidad de encontrar a un tercero neutral que revise las cosas, solo para cubrirte las espaldas-.

-Supongo que tienes razón-, resopló Severus. -Por suerte, creo que conozco al candidato perfecto para ser imparcial y discreto-.

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