THE PRICE OF FREEDOM

By jenifersiza

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Después de su enfrentamiento con Voldemort al final de su primer año, Harry decide que ya está harto de que l... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59

Capítulo 8

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By jenifersiza

La cita con el oculista le pareció extraña a Harry. No estaba seguro de si se debía a que se estaba acostumbrando a la magia o al hecho de que no recordaba que le hubieran hecho ningún tipo de examen médico en el mundo muggle, pero le parecía increíble que tuvieran que hacerle tantas pruebas sólo en los ojos. Al menos le aliviaba el dolor de cabeza estar sentado en la habitación a oscuras, aunque había hecho una mueca de dolor cuando el oculista le iluminó los ojos con una luz brillante, antes de ponerle a Harry un extraño aparato en la cara y pedirle que leyera las letras de la pantalla. Parecía un poco sorprendido de que Harry fuera capaz de leer la mayoría de ellas de inmediato y de que parecieran más borrosas e ilegibles cuando añadía cosas al artilugio, incluso miró las gafas de Harry antes de volver a comprobar el artilugio.

-Señor Potter, ¿puedo preguntarle por qué tiene estas gafas?-, preguntó el óptico.

-Al parecer, a mi tía, con la que vivía, le dijeron cuando empecé la escuela primaria que necesitaba gafas y me las regaló-, respondió Harry.

-¿Nunca te llevó a hacerte un examen de la vista?-.

-No, creo que me dijo que las había comprado en una tienda de caridad, ¿por qué?-.

-Entonces no creo que te sorprenda saber que no son la graduación adecuada para ti, ni mucho menos. ¿Sufre muchos dolores de cabeza, señor Potter?-.

-Pues sí aunque me han informado de que tengo una serie de problemas que pueden provocarlos-.

-¿Y hay alguna época en la que los dolores de cabeza fueran menores?-.

-Bueno, solían ser un poco mejores cuando me despertaba por las mañanas en mi antiguo dormitorio, ya que estaba oscuro, pero volvían a aparecer después de ponerme las gafas-.

-Ok y el hombre que está contigo hoy, ¿es tu tío?-.

-No, mi padrino-, informó Harry al óptico, utilizando la tapadera que habían acordado durante el desayuno de esta mañana.

El óptico parecía curioso. -¿Hay alguna razón en particular por la que tu padrino esté aquí en lugar de tu tía?-.

-Um, no estoy seguro-, dijo Harry, no queriendo decir algo incorrecto, -será mejor que se lo preguntes a Severus-.

-Sí, eso sería lo mejor. Supongo que estará fuera, en la sala de espera, así que vamos a verle, pero antes me gustaría que te pusieras esto-, dijo el óptico, pasándole a Harry unas gafas con cristales tintados de su escritorio. En realidad no podía ver nada en la oscura habitación hasta que el óptico encendió las luces, momento en el que todo se volvió mucho más claro de lo que recordaba, por no decir mucho menos doloroso. El oculista abrió la puerta y condujo a Harry al exterior, donde Severus les esperaba, con cara de sorpresa al ver las gafas tintadas de Harry.

-¿Es usted el padrino del señor Potter? Hola soy Killian Jones, acabo de realizar la prueba de la vista- dijo el óptico ofreciéndole la mano a Severus.

-Severus Snape, mucho gusto, ¿hay algún problema?-. Preguntó Severus, mirando de nuevo a Harry.

-Me temo que puede haberlo señor Snape. Parece que el señor Potter en realidad no necesitaba gafas en primer lugar y desde luego no unas del nivel de estas-, dijo Killian, sosteniendo las viejas gafas de Harry.

-¿Cuál era el problema entonces, porque definitivamente me costaba ver más sin las gafas?-. preguntó Harry.

-Sugeriría que su médico de cabecera le diera cita en el hospital para ver a un oftalmólogo, ya que ellos tienen más experiencia en el área, pero yo sugeriría que usted sufre de fotosensibilidad de alto nivel, posiblemente a causa de la desnutrición-, respondió Killian, mirando la forma todavía pequeña de Harry.

-¿Pero cómo explica eso mi incapacidad para ver bien?-. preguntó Harry, claramente confundido.

-La fotosensibilidad te habría hecho entrecerrar los ojos cuando había mucha luz, reduciendo tu capacidad de enfoque y dificultando la lectura. Sin embargo, cuando llevabas esas viejas gafas, también te hacían daño al obligar a tus ojos a adaptarse a la graduación innecesaria, aunque parecen tener cierta capacidad para bloquear la luz a pesar de no estar tintadas-, explicó Killian. -Tus ojos habrían tenido que adaptarse tras quitarte las gafas, pero también habrías tenido que lidiar con el resplandor, excepto con muy poca luz, lo que podría haberte hecho sentir que no veías bien-.

Severus apretó los dientes. -Temo decir que no me sorprende demasiado enterarme de esto, el señor Potter fue retirado del cuidado de su pariente cuando su colegio se preocupó y se está llevando a cabo una investigación, aunque me gustaría recuperar esas viejas gafas para utilizarlas como prueba-.

-Por supuesto-, asintió Killian, -y permítame darle mi tarjeta, estaré encantado de explicarle mis hallazgos si fuera necesario-.

-Gracias, señor Jones, se lo agradezco mucho- se inclinó Severus.

-Así que en realidad no necesito gafas entonces-, Harry se quedó boquiabierto.

-Necesitarás algo que te proteja de las luces brillantes, como el par que llevas ahora-, dijo Killian, -pero en realidad tu vista no estaba tan mal, ciertamente a un nivel habitable, y creo que tu visión puede incluso corregirse sola con cuidado y una buena dieta, pero sugiero que vuelvas a revisarla dentro de un año para medir la mejoría. Por ahora, si quiere echar un vistazo a nuestra gama y elegir un estilo o dos que le gusten, puedo hacérselos aquí, ya que sólo necesitarán cristales tintados, aunque sugeriría un par de intensidades para ayudarle en los días claros y apagados, y podemos añadir un efecto polarizador para ayudar con el deslumbramiento-.

Harry sonrió e inmediatamente corrió a ver los expositores mientras Severus agradecía al hombre su ayuda y se iba a concertar una cita para el año siguiente. Después de que Harry hubo elegido sus diseños, optando por una forma más rectangular, una con bordes de metal oscuro y otra de plástico negro para el tinte más oscuro que se parecería mucho a las gafas de sol, Harry se sentó en la sala de espera mientras Severus le recogía unas gafas de sol normales para que les sirvieran de momento, un estilo deportivo que parecía un poco extraño para el día a día pero que cubría completamente la zona ocular de Harry y no parecía desentonar bajo el sol del verano.

-Deseo que te pongas en contacto con Gringotts lo antes posible y les autorices a enviarme una copia de tu escáner médico para que pueda ver los daños por mí mismo-, dijo Severus en cuanto salieron de la óptica, -y si no tienes ningún plan para el resto del día, te sugiero que también consigamos unas cortinas decentes y una iluminación de bajo nivel para tu habitación para que puedas estudiar como es debido-.

-Bueno, pensaba ir al centro comercial fuera de la ciudad de todos modos-, replicó Harry, -aunque creía que pensabas hacer pociones esta tarde...-

-Pensaba hacerlo-, murmuró Severus, -pero me temo que en estos momentos estoy demasiado tenso y sólo acabaría elaborando venenos para colárselos a tus parientes y no creo que fuera bueno para ninguno de los dos que acabara en Azkaban-.

Harry no pudo evitar sonreír ante aquella afirmación. -Ah, Severus, ¿no sabía que te importaba?-.

-Claro que me importa, mocoso, o no estaría aquí-, se mofó Severus, -pero eso no viene al caso. Alguna vez fuiste capaz de leer las pizarras en clase?-.

-No-, suspiró Harry, -pero eso no era nada nuevo, ya que yo tampoco era capaz en Primaria y simplemente asumía que era igual para todos, ya que mis profesores siempre decían que me inventaba cosas y que no había nada malo en mi vista-.

-Me cuesta creer que ninguno de los profesores de tu colegio hiciera comentarios sobre tu bajo rendimiento-, inquirió Severus.

-Bueno, mi primo Dudley consiguió hacerse amigo del hijo del director, lo que significaba que era intocable y universalmente creído, lo mismo que mi tío y mi tía, así que todo el mundo se limitaba a aceptar que yo era un niño problemático que solía portarse mal para llamar la atención, así que me ignoraban cada vez que decía que tenía un problema, hasta el punto de que me lo creía-, Harry se encogió de hombros. -Si lo que dijo el oculista es cierto, entonces es una verdadera lástima que no terminara en Slytherin, ya que estar en las mazmorras probablemente me habría ayudado más que la torre de Gryffindor, ya que siempre hay mucha luz por las mañanas-.

-Eso es porque está en el lado este del castillo-, explicó Severus. -Hay que admitir que cualquiera de las otras casas habría sido preferible en ese sentido, ya que Hufflepuff también está abajo, en las mazmorras, y Ravenclaw está en el lado oeste, por lo que suele haber más luz por la tarde. Por curiosidad, ¿cómo te las arreglaste con la lectura?-.

-Con mucha dificultad-, se rió Harry con autodesprecio. -Normalmente podía leer unas cuantas páginas cada vez, pero luego me dolía mucho la cabeza y las palabras se me desdibujaban. Hermione solía molestarse conmigo y quejarse de mi falta de atención como solían hacer todos mis antiguos profesores y yo no quería explicarle el motivo por si sólo se burlaba de mí igual que todos los demás-.

Severus tarareó. -En ese caso, te sugiero que repases todos tus libros y apuntes del año pasado antes de intentar hacer los deberes de verano y te asegures de que entiendes todo el material. No dudes en ponerte en contacto conmigo si estás atascado en algo, aunque no puedo garantizar una respuesta rápida, ya que podría estar ocupado preparando pociones-.

-Gracias, Severus-, sonrió Harry mientras subían al autobús que los llevaría al centro comercial. Harry acabó pasando un día muy agradable con el que había sido su profesor más odiado, ya que compraron todo lo que pensaron que podría facilitarle las cosas, incluidas cortinas opacas y lámparas de bajo nivel para que pudiera ajustar la luminosidad de su habitación según fuera necesario, así como un hervidor de agua, un microondas y un mini frigorífico para reducir al mínimo el tiempo que Harry tenía que pasar interactuando con los Dursley. También compraron un surtido de material de escritura para ayudarle a organizar mejor sus apuntes. Cenaron en uno de los restaurantes del centro comercial y Harry incluso pudo convencer a Severus de que lo llevara al cine después de hacerlo sentir culpable, diciendo que nunca había ido y que siempre había tenido curiosidad por saber cómo sería.

La oscuridad del teatro había sido el paraíso para Harry, por no mencionar el hecho de que Severus le permitió conseguir palomitas de maíz y una coca cola dietética para disfrutar mientras veía la película. Habían decidido ver una película llamada Buffy, la cazavampiros, que terminó siendo sorprendentemente divertida, al menos para Harry, que podía identificarse con la heroína que de repente se enteraba de que de alguna manera tenía que proteger al mundo de algún gran mal cuando lo único que realmente quería hacer era ser una adolescente normal. A Severus, sin embargo, no le impresionó tanto y pasó mucho tiempo quejándose de las inexactitudes de la película mientras ayudaba a Harry a colocar sus cosas nuevas en su habitación.

A pesar de la crítica mordaz del hombre sobre la película, Harry se encontró disfrutando del resto de la velada. Era agradable tener a alguien con quien hablar de cosas como ésas, en las que se animaba a Harry a tener sus propios puntos de vista. Claro que hablaba de quidditch con Ron, pero Harry siempre se sentía en desventaja, ya que Ron había seguido el juego prácticamente desde que podía hablar y era muy obstinado, compartía sus ideas pero rara vez explicaba el panorama general. Hermione hablaba de poco, aparte de libros que Harry nunca había podido leer y Hermione tendía a sermonear en lugar de discutir. Con Severus había mucho de toma y daca; uno exponía una opinión, a menudo dando razones, y el otro escuchaba y luego comentaba. Eso no quería decir que estuvieran de acuerdo, pero a veces se ponían de acuerdo, lo que siempre hacía sonreír a Harry. Si éste era el hombre que se escondía tras la imagen de profesor, tenía grandes esperanzas de que este compromiso acabara siendo bastante agradable.

Una cosa que sí chocó a Harry fue cuando Severus sugirió que se vieran semanalmente, un miércoles en un esfuerzo por evitar las aglomeraciones del verano, y que Harry pensara en actividades que le gustaría hacer.

-¿Pero yo creía que no íbamos a hacer encuentros semanales?-. preguntó Harry.

-Eso es porque intentar encontrar tiempo para una reunión de esponsales en condiciones mientras estamos en el colegio sería casi imposible, sobre todo con mis responsabilidades como profesor, pocionista y jefe de la casa. El director también sospecharía mucho si de repente pidieras volver aquí en vacaciones después de haberte quejado antes de irte en verano. Eso sólo deja las vacaciones de verano para poder encajarlas y quería darnos vía libre en caso de que nuestras agendas se llenaran, ya que no cumplir los requisitos supondría la disolución del contrato-.

-Y perderías el título-, supuso Harry y Severus asintió. -En ese caso, ¿no ayudaría reunirnos con más frecuencia, para darnos un colchón contra cualquier imprevisto más adelante, sólo que no quiero arriesgarme a que esto fracase?-.

-El problema es que tiene que haber al menos un par de días entre reunión y reunión, por cuestiones de decoro, y me resisto a hacer nada en fin de semana y tener que lidiar con las multitudes-, reflexionó Severus. -Supongo que siempre podríamos volver a visitar la mansión Potter y así podría seguir elaborando pociones en el laboratorio. No sé si sería una reunión oficial, pero si pasamos un rato juntos y compartimos una comida, no habrá problema. Les enviaré un mensaje a los goblins para que lo comprueben y recuerda que prometiste enviarles un mensaje tú mismo para compartir los resultados de tu escáner médico-.

-No lo he olvidado-, Harry sonrió, -y prometo intentar conseguir algunas ideas sobre actividades que podamos hacer juntos para que podamos hacer planes aunque definitivamente me gustaría ir a la Mansión Potter sea oficial o no-.

Severus suspiró. -Supongo que me he dado un tiro en el pie con eso, aunque si no estoy disponible por alguna razón, Collie podría llevarte si lo deseas. Ahora debo irme, tengo que enviar una poción mañana y prefiero no estar preparándola pasada la medianoche. No te olvides de repasar tus apuntes y considera la posibilidad de reescribir los pasajes pertinentes de tu libro de texto con tus propias palabras, a mí a menudo me ayudaba-.

Se marchó antes de que Harry pudiera despedirse, pero seguía pareciéndole uno de los mejores días de su vida.

Las dos semanas siguientes pasaron rápidamente. Harry se había excedido un poco pidiendo libros por lechuza, además de comprar otros muggles en la librería local, y había tenido que hacer que Collie levantara estanterías para guardarlos todos. Sin embargo, ahora todo le parecía fascinante, y no sabía si era por la mejora de su concentración o de su vista, pero se encontraba absorbiendo información como una esponja. El comentario de Severus sobre la reescritura definitivamente pareció ayudar y Harry pronto se encontró enviando mensajes a su profesor con preguntas sobre todas sus asignaturas, para disgusto del hombre.

Eso no quiere decir que todo fuera trabajo. Tras obtener una copia de su escáner médico, Harry se había puesto a investigar los efectos de la desnutrición, sobre todo en el mundo muggle, ya que Flourish y Blotts parecían tener pocos textos de medicina y la mayoría parecían estar muy por encima de sus conocimientos actuales. Por suerte, los muggles disponían de libros como "Nutrición para tontos", que le ayudaban a descifrar las cosas a un nivel manejable, y Harry se esforzaba al máximo por asegurarse de que comía de forma saludable para contribuir a su recuperación, algo que impresionaba bastante a Severus. También empezó a hacer ejercicio con regularidad, a correr e incluso a apuntarse a un grupo local de yoga para aumentar su flexibilidad, algo que Severus le había sugerido que podría resultarle útil en los duelos.

También estaban los encuentros con Severus. Hasta ahora Harry había elegido visitar el museo de historia natural y la galería de arte Tate. Ambas experiencias habían sido fascinantes para Harry y había disfrutado mucho aprendiendo sobre el mundo que siempre había existido más allá de Privet Drive. Como antes, Severus discutía las cosas con Harry, haciéndole preguntas y ofreciéndole opiniones, pero siempre dejando que Harry tuviera sus propios pensamientos y puntos de vista, permitiendo un intercambio de ideas sin que ninguno suprimiera al otro.

Estas discusiones continuaban los sábados en la mansión Potter, aunque a menudo incluían también a los retratos, y Harry se dio cuenta de que disfrutaba tanto de ellas como de sus citas, ya que Severus parecía brillar de verdad cuando se enzarzaba en un verdadero debate con cualquiera de los otros y sus ojos parecían cobrar vida cuando empezaba a exponer argumentos apasionados. Harry sólo podía esperar poder igualar su nivel de inteligencia algún día, aunque eso lo animaba a estudiar y leer más.

Sin embargo, Severus había intervenido en su tercer encuentro e insistió en que Harry hiciera algo más apropiado para su edad, lo que culminó con una visita al muelle de Brighton y un día en la playa y jugando en los salones recreativos. Harry se lo pasó en grande, sobre todo cuando Severus se le unió en algunos de los juegos e incluso consiguió que Harry ganara un peluche, algo que casi hizo llorar a Harry cuando lo recibió, ya que nunca antes le habían hecho un regalo fuera de Navidad, y eso que sólo había sido una vez. Severus pareció un poco constipado al oír esto pero sólo preguntó si Harry tenía algún plan para el resto de la semana. Harry se quedó un poco confuso e informó a Severus de que su único plan real era su clase de yoga del jueves por la mañana pero que, por lo demás, se tomaba cada día como venía. Severus sonrió enigmáticamente pero no dijo nada más, dejando a Harry con la sensación de que se estaba perdiendo algo.

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