DELICATE | julián álvarez

By lvndrhaze

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"Mi reputación nunca estuvo peor, y soy consciente de que esto no es lo mejor, pero aún así me gustaría que m... More

DELICATE
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By lvndrhaze



— ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?

— ¡BOLUDO NO ME ASUSTES ASÍ! —ante el grito de Julián, Enzo soltó una carcajada, adentrándose en la habitación que compartían para cerrar la puerta detrás suyo— ¿No era que te ibas a tomar mates con los demás?

— Sí, pero me olvidé el teléfono acá y en un ratito voy a llamar a Valu para hablar con ella y Oli. —explicó el más joven, acercándose a su mejor amigo con una sonrisa de lado— ¿Y eso?

— Nada. —murmuró Julián en un intento por esconder lo que tenía entre sus manos debajo de su almohada.

— Nada las bolas, deja de hacerte el pelotudo y mostrame que estás escondiendo.

Julián apretó sus labios en una delgada línea, soltando un suspiro derrotado para finalmente sacar sus manos y el objeto de debajo de la almohada, sabiendo que Enzo no iba a dejarlo tranquilo hasta que no lo hiciera— ¿Feliz? —cuestionó evitando la mirada del más joven.

— Es uno de los libros de Gianna, ¿estás leyendo sus libros? —Enzo lo observó con una sonrisa, sentándose a su lado, para ver que era similar al que Valentina había comprado semanas atrás— ¿Desde cuando lees vos? —volvió a preguntar soltando una risa.

El cordobés colocó sus ojos en blanco— Si soy de leer culiado, que vos no me veas hacerlo son dos mangos aparte, aunque este no es el estilo de libros que suelo leer.

— ¿Y qué haces leyéndolo entonces?

— Porque lo escribió Gianna, y es algo que le interesa, es parte de ella y se nota lo mucho que le apasiona todo el tema de la escritura y las historias. Quiero leerlos para poder entenderla un poco más, para conocerla más, y fuera de joda me está gustando mucho, aunque el otro me gustó más.

Enzo lo observó alzando una ceja— ¿Leíste el otro también?

— Sí, lo terminé antes de llegar a acá. —murmuró Julián sintiendo como su rostro se ponía todo rojo ante la risa de su mejor amigo— Gianna escribe muy bien, tiene muchísimo talento y se nota que deja todo de ella en lo que escribe, posta te hace sentir parte de la historia.

— Ah bueno, pero estás hasta las manos vos.

— Ni se te ocurra decirle a los demás sobre todo esto, ¿estamos? Lo que menos quiero es que me empiecen a joder con esto, se suponía que nadie iba a saber. —Enzo asintió, haciendo con su mano un gesto como si tuviera un cierre en su boca— A nadie, Enzo, ni siquiera a Valentina.

— No digo nada, te lo juro. —el jugador del Benfica ladeó su cabeza ligeramente— Ahora que los pibes no están y estamos solos, ¿qué onda con Gianna? La otra vez, cuando estábamos todos en Mar del Plata dijiste que te gustaba pero que no ibas a hacer nada, ¿seguís con esa idea?

Julián negó con su cabeza, dejando el libro a un lado, marcando la página en la que se había quedado leyendo— Ese mismo día, después de que todos se fueron, hablé con Leandro, viste que es re cercano a Paulo y Gianna, y a Alle. —Enzo asintió para que continuara hablando— Bueno, me habló un poco de ella, me dijo que Gianna quedó dolida por lo que pasó con el padre de Allegra y que esa relación la hizo perder la confianza, por eso ella dice que no quiere saber nada. Pero que por dentro a Gianna le encantan todas esas cosas y que es el miedo de ella el que habla, que debería intentarlo con ella, de a poco obvio, pero que no me rinda porque según él puedo ser la persona que Gianna y Allegra necesitan. —finalizó con una pequeña sonrisa.

— Apoyo totalmente a Leandro en eso. —declaró Enzo sonriendo— Fuera de joda, si no supiera todo lo que pasa y fuera la primera vez que los veo a los tres juntos pensarían que son una familia. ¿Viste la debilidad que tiene Allegra por vos?

— La misma que tengo yo por ella. —dijo el cordobés sin dejar de sonreír, y es que Allegra en verdad le podía, esa nena se había ganado todo su cariño y el instinto de protegerla y quererla eran demasiado grandes— Y por la madre.

— No, si eso se nota, tranqui. No servís para disimular ni ahí boludo, llegan ellas y pum sonrisita instantánea. —el más joven de los dos soltó una risa— ¿Entonces vas en serio con Gianna?

— Sí, de verdad quiero intentar algo con ella, y no algo de una vez, quiero algo serio, me gusta, demasiado. —dijo el cordobés soltando un suspiro enamorado al pensar en la escritora y su sonrisa— Si Gianna me lo permite las quiero tener a las dos en mi vida, quiero ser más que solo un amigo para Gianna y más que solo el "tío Juli" para Allegra.

Enzo sonrió— Por como se ven las cosas desde afuera no creo que tengas muchos problemas con eso.

Julián lo observó con una sonrisita y sus cachetes rojos— ¿Vos decís?

— Sí, confiá en mí, yo sé lo que te digo. —le dijo Enzo guiñándole un ojo— Te dejo con tu lectura que Valu y Oli deben estar esperando la llamada.

Y así, el jugador del Benfica dejó al cordobés solo en la habitación. Julián desbloqueó su teléfono para observar la hora, no pudiendo evitar sonreír al ver su fondo de pantalla donde había una foto de él con Gianna y Allegra que se habían tomado cuando habían ido juntos a la playa. Las palabras de Enzo repitiéndose en su cabeza: "Pensaría que son una familia".

Probablemente era demasiado pronto, pero para él Gianna y Allegra ya eran su familia, sin importar lo que ocurriera, el cariño que sentía por ambas ya era demasiado y no iba a permitir que algo les ocurriera, no si el estaba ahí para cuidarlas.




— ¿ESTÁ RICA LA MANZANA, ALLE? —Julián observó con una sonrisa, a través de la pantalla de su teléfono, como Allegra comía la manzana que Gianna le tendía.

El jugador, luego de salir del entrenamiento con los demás miembros de la Scaloneta, le había mandado un mensaje para preguntarle si estaba ocupada. Y al recibir a respuesta de Gianna indicándole que estaba por darle el "postre" a Allegra el cordobés inició una videollamada. Llevaban varios minutos en llamada, hablando de lo que había sido ese día.

Se suponía que a la noche tenían la visita de las familias en el predio, y recién acababan de terminar de almorzar. Horas atrás, antes del entrenamiento, había ocurrido la charla de Julián y Enzo, y gracias a esa conversación el cordobés había estado bastante animado.

Allegra sonrió, alzando el gajo de manzana como si quisiera convidarle lo que provocó que él y Gianna rieran— Y eso que comió bien en el almuerzo, se comió todo el puré con la pechuga.

— ¿Piensan hacer algo ahora a la tarde?

Gianna negó con su cabeza— Esperar a que sea de noche para ir a la visita, probablemente con Alle nos pongamos a mirar unas películas o que la gorda se duerma una siesta. —dijo, acomodando con cuidado los rodetitos que le había hecho a la nena.

— ¿Quieren salir conmigo? —cuestionó el cordobés sin dar demasiadas vueltas, una sonrisa en sus labios— Estuve hablando con los chicos, les pregunté si había cosas para hacer con los nenes y me dijeron que había algunos lugares con juegos y actividades para los más chiquitos. Tenemos la tarde libre hasta la visita de la noche, pueden volver directamente conmigo para acá después. —Gianna entreabrió sus labios ligeramente sorprendida.

— ¿Averiguaste que había para hacer con Allegra? —fue lo único que Gianna pudo decir en ese momento.

Julián asintió— Sí, porque no quería que se aburra. Sé que no le molesta quedarse en el cochecito mientras recorremos, pero no quería que se quedara ahí toda la tarde si aceptabas mi propuesta y como los chicos estuvieron saliendo con los nenes les pedí recomendaciones.

Gianna estaba muerta de amor, Julián era un sol. Si hubiese estado sola probablemente habría pegado un grito, pero no podía, no cuando tenía a la nena al lado suyo y a Julián en llamada, por lo que se contuvo colocando una sonrisa radiante en sus labios— Alle, ¿querés que salgamos con Juli y vayamos a jugar? —al ver que la nena asentía con entusiasmo, Julián soltó una risita— Bueno, parece que es decisión unánime, aceptamos la propuesta.

El cordobés sonrió— ¿Les parece si en una hora las paso a buscar? Así me doy una ducha y les doy tiempo por si tenes que preparar algo.

— Me parece perfecto, nos vemos en un rato.

— Nos vemos, las quiero. —dijo Julián para luego cortar la llamada, sin poder borrar la sonrisa de su rostro. Iba a pasar la tarde con Gianna y Allegra, de forma automática su día había pasado a ser mil veces mejor.

— ¿Me pasas el rojo? —el cordobés aguardó a que Allegra le pasara el crayón rojo, sonriendo cuando la nena le tendió el mismo.

— ¿Este? —preguntó la nena con su vocecita que solo lograba enternecerlo más.

— Ese mismo, muchas gracias, pulga.

Gianna los observó con una sonrisa, una sensación cálida en su pecho al verlos interactuar de esa forma, al ver la dulzura y la amabilidad con la que Julián trataba a Allegra, la paciencia que tenía con ella y como le festejaba las cosas que hacía. Hacia rato que lo tres habían llegado al centro comercial que le habían recomendado a Julián donde había varias zonas para chicos con muchos juegos para todas las edades, y en ese momento los tres estaban sentados en unas mesas y sillas mini, con distintos materiales para dibujar. La cordobesa no había podido evitar sacarles una foto porque era demasiado tierno ver la forma en la que Julián estaba sentado a un lado de Allegra, los dos en sillitas, mientras dibujaban y pintaban juntos, la nena mostrándole al futbolista las cosas que iba haciendo a pesar de que en su mayoría eran figuras abstractas sin sentido alguno, y aún así Julián le festejaba cada cosa que Allegra le mostraba como si fuera la mejor obra de arte del mundo.

— ¿Qué se supone que estás dibujando? —cuestionó Gianna mirando la hoja de Julián con curiosidad— No bueno, al pedo pregunto.

Julián soltó una carcajada al ver la expresión incrédula de Gianna al ver su dibujo. En su hoja estaba el dibujo de una araña con lo que parecía ser un intento de camiseta de River Plate y a un lado una gallina, ambas cosas dibujadas de una forma bastante pobre.

— ¿Vos? ¿Qué dibujaste?

Gianna alzó su hoja para que el futbolista pudiera ver el perro que la chica había dibujado, ganándose una mirada incrédula por parte de Julián al ver lo bien que dibujaba, incluso usando unos crayones todos destrozados como los que estaban a su disposición.

— ¡Perrito! —exclamó Allegra mirando el dibujo de su madre, estirando su mano para tratar de agarrarlo. Sonriendo, Gianna se lo dio, viendo como Allegra observaba con atención el perro que acababa de dibujar.

— ¿Te gustan los perritos, Alle? —ante la pregunta de Julián, Allegra asintió con su cabeza, señalando el dibujo de su madre.

— Le encantan, tiene locura con Bowen y Kaia, los perros de mi hermano y Oriana. —explicó Gianna aprovechando para acomodar una vez más los rodetitos en la cabeza de Allegra que, por todo lo que había estado jugando en uno de los inflables minutos atrás, se habían desarmado un poco.

— ¿No le gustaría tener uno?

— Obvio que sí. —dijo la cordobesa soltando una risa— Pero era un poco complicado tener uno en Italia porque vivíamos en un departamento, y la verdad que no es algo que tuviera en mente cuando volvimos a Buenos Aires, todavía estábamos acostumbrándonos al cambio de nuevo y no creo que estuviéramos preparadas para tener otro inquilino en casa en ese momento.

— ¿Y te gustaría tener uno?

La chica se encogió de hombros— Por ahí más adelante, cuando Allegra pueda ser un poco más consciente y hacerse responsable del cuidado, y ayudarme, suficiente tengo con cuidar una bebé por el momento, cuidar dos bebés sola sería demasiado para mi salud mental.

Si todo sale bien, no tendrías que cuidarlos sola. Pensó el cordobés con una pequeña sonrisa, su mirada pasando de Gianna a Allegra para ver que la nena se había puesto a dibujar otra vez, tratando de imitar el dibujo de su madre. Julián ni siquiera había hecho un avance con Gianna, pero él en su cabeza ya se estaba imaginando todo lo que podría llegar a pasar entre ellos, y cada cosa que imaginaba le gustaba más que la anterior. ¿Manejaba mucha intensidad? Sí, seguramente sí, pero no podía evitarlo, era más fuerte que él cuando se trataba de Gianna y Allegra, y las ganas que tenía de involucrarse con ella, las mismas ganas que tenía de hacerlas partícipes de su vida, de su día a día. Mamita Julián, estás hasta las manos, rodillas y tobillos culiado.

Durante un rato más los tres se quedaron dibujando hasta que Allegra dejó las cosas a un lado y se puso de pie mirando a su alrededor, como si estuviera analizando que era lo próximo que quería hacer. Gianna también se puso de pie, siendo seguida por Julián, que se acercó a Allegra alzándola en sus brazos mientras la cordobesa de ojos claros agarraba el cochecito.

— ¿Dónde querés ir ahora, pulga?

Allegra desplazó su vista por todo el lugar, hasta que halló algo que logró que sus ojos claros, similares a los de su madre, se iluminaran por completo— ¡Allá! —exclamó señalando con su mano, y al ver lo que señalaba Julián sonrió como un nene más.

Así fue como él y Allegra terminaron metidos en una canchita de futbol toda acolchonada mientras Gianna los miraba desde el costado, sacándoles fotos con su teléfono y grabando algunos videos, riendo al ver la emoción de Allegra y Julián al jugar juntos.

— ¡Dale Alle! ¡Con fuerza, no tengas piedad, pulga! —exclamó Julián poniéndose de pie frente al mini arco que había en el lugar, Allegra a unos pasos de él con la pelota lista para patear. Cuando la nena se movió hacia la pelota, pateándola en dirección al arco, Julián se tiró de forma exagerada sin llegar a atajarla, lo que provocó que la pelota entrara mientras Allegra gritaba emocionada. Rápidamente el cordobés se colocó de pie, acercándose a ella para alzarla en sus brazos y festejar con ella— ¡Eso! ¡Muy bien, pulga! —Julián se acercó al borde sin llegar a salir de la cancha, ya que estaba en media, para hablar con Gianna— Como se nota que Paulo le estuvo tratando de enseñar, tiene bastante control para ser tan chiquita, lo lleva en la sangre ya.

Gianna sonrió— Le encanta jugar con él, siempre que íbamos a visitarlos se la llevaba al patio para jugar con el arco de juguete que le regaló.

— Y se nota que ella también lo disfruta. —murmuró Julián bajando a Allegra y viendo como la nena iba en busca de la pelota para volver a tirar al arco, logrando que una vez más ingresara en el mismo.

— ¡Mami! —Allegra se acercó, sin salir de la cancha, con la pelota en sus manos— ¡Vení!

— ¿Mamá juega también, Alle? —le preguntó Julián a la nena, agachándose para quedar a su altura. Al ver que Allegra asentía, el cordobés observó a Gianna— ¿Qué estas esperando entonces para sumarte a nosotros, Gia? Nos falta otra pateadora.

— No sé si estás preparado para jugar con alguien de mi nivel. —le dijo Gianna sonriendo con diversión, dejando el carrito a un lado donde pudieran verlo, sabiendo que ahí no iba a pasar nada, a diferencia de Argentina.

Julián la observó con una ceja alzada— ¿Tenemos otra futbolista estrella aun no descubierta?

— No, por favor. —respondió la cordobesa soltando una carcajada— Soy malísima, no tenés idea la cantidad de veces que Paulo trató de enseñarme por lo menos lo básico para jugar juntos cuando éramos chicos y siempre terminaba en el piso. La actividad física nunca fue lo mío, mi coordinación para estas cosas es nula.

— ¿Tan así? —preguntó Julián riendo.

Cuando Gianna terminó de sacarse las zapatillas, dejándolas junto a las de Allegra y Julián en el zapatero que había un costado, la muchacha se metió en la cancha, acercándose a ellos mientras Allegra corría alrededor con la pelota en sus manos— Tan así. —hizo una mueca con sus labios— Una vez terminé con un esguince, esa fue la última vez que Paulo trató de hacerme jugar a la fuerza.

— Ah, estamos ante un caso complicado entonces. ¿Decís que estás para unos penales? Prometo ser benevolente y no entrar en modo Dibu.

— Cuanta amabilidad de tu parte, por favor.

Julián se encogió de hombros— Sí, muchísima porque se supone que el rival es siempre rival y no hay que tenerle piedad.

Gianna frunció el ceño— Me parece que te estás juntando mucho con el Cuti, vos. Siempre dice lo mismo cuando juega con Valentino.

— Puede ser. —dijo él riendo— Últimamente tenemos muchas partes del entrenamiento juntos. ¿Lista?

— Siento que me voy a arrepentir tanto de esto...

— Nos vamos a cagar de risa seguro, ¿o no, Alle? —Julián se acercó a la nena, tomándola en brazos por sorpresa y provocando que riera mientras la movía de un lado a otro hasta volver a dejarla de pie a su lado— Empieza mamá, y nosotros atajamos, ¿te parece, pulga?

Y fue de esa forma que los tres pasaron lo que restaba de la tarde hasta que llegó el horario de la visita en el predio, pasando por los distintos juegos que había en el lugar, riendo y disfrutando juntos. Tomándose fotos para tener de recuerdo y grabando pequeños videos de momentos específicos que causaban un cosquilleo en el interior de Gianna al ver la forma en la que Julián actuaba con Allegra y con ella. Cualquiera que los viera y no supiera quienes eran pensaría que eran una familia unida y llena de amor, tal y como Enzo lo había dicho.

Y cuando Julián se descuidaba, Gianna sacaba su teléfono y abría las notas del mismo, tecleando a más no poder todas las ideas que estaban llegando a su mente. Porque al parecer Julián se estaba volviendo su musa, y pasar tiempo con él, y verlo actuando de esa forma con Allegra hacía volar su imaginación. Sus actitudes, sus gestos, su forma de responder y comentar las cosas comenzaban a formar parte de esa historia que ella venía armando y poco a poco el libro se escribía prácticamente solo. 

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