│ ┆ ✐; donde todo comenzó.
SU PRÓXIMO ÁLBUM estaba a la vuelta de la esquina. Las entrevistas iban y venían. Emilia se movía de un país a otro, de una cuidad a otra, hasta el punto de ya no poder mantenerse de pie.
La única entrevista que esperaba con emoción era de Jimmy Fallon. Ese hombre la hacia sentir emocionada, y en un ambiente seguro.
—Por lo que escuché, —habló Jimmy— sos bastante aficionada al fútbol.
—Sí —respondió Emilia con una sonrisa, provocando que sus ojos se volviesen pequeños—. En Argentina es algo increíblemente importante —Jimmy oía con total atención lo que decía la argentina—, sobre todo cuando se trata de la Selección Argentina. En esos momentos, es capaz de sentirse aún más la emoción de los aficionados.
—Lo que sería el fútbol americano para nosotros —Emilia asintió, mordiéndose la lengua para cuestionar el por qué lo llamaban "fútbol" cuando solo pateaban una vez—. ¿Es cierto que ves los partidos de todos?
—Sí —rio avergonzada. Humedeció sus labios—. Creo que me acostumbre a verlos jugar juntos, disfrutar de todo el contenido que nos daban, que, apenas terminaron los partidos, ya los los extrañaba —Jimmy soltó una risa limpia y Emi lo siguió rápidamente—. Igualmente, veo más los partidos de la Premier Ligue que el resto.
—¿Por Martínez y Romero?
Las mejillas de la joven, tomaron un color rosado ante la mención de dos de las mejores defensas. No era un secreto que veía los partidos de ambos, especialmente porque subía fotos cuando la cámara los enfocaba.
El público a su lado soltó silbidos y gritos al ver su reacción.
—¿Qué puedo decir? —se encogió de hombros—. Son muy lindos —respondió, dando pequeños brincos en el cómodo sofá.
—¿Escuchaste hablar de Garnacho? —preguntó Jimmy, con bastante curiosidad.
Uno de sus amigos argentinos, le había mencionado la existencia del adolescente español que deseaba jugar en la Selección Argentina; gracias a la nacionalidad de su madre.
Había oído que muchos argentinos estaban emocionados por la convocación del chico en la selección y que tuviese la oportunidad de jugar la cantidad mínima de partidos que pedía la FIFA, para jugar oficialmente para el país.
Y que los españoles no tengan chance de tenerlo en su selección.
Emilia frunció el ceño levemente ante el cambio de tema, pero tampoco le dio mucha importancia. Jimmy solía variar de los temas para entretener a la audiencia y sus invitados.
—¿Garnacha? —inquirió frunciendo el ceño levemente. Jimmy asintió, también confundiendo la última vocal en la palabra—. Sí, con mi abuela lo comemos todo el tiempo.
La cara de Jimmy fue un poema. Abrió los ojos impresionado ante la respuesta. Miró levemente ante una de las cámaras, preguntándose si estaba bien que eso saliese al aire. El comentario lo había tomado por sorpresa, y rezaba internamente que no hubiese niños detrás de las televisiones.
—¿Tu abuela y tú... lo comen a él?
—¿A él? —Emilia volteó a observar el público y las reacciones de ellos, la dejaron más confundidas—. Jimmy, ¿de qué estamos hablando? —preguntó conteniendo la respiración.
—¿De qué hablabas tú?
—De Garnacha, la uva que se utiliza para el vino.
—¡OH! —gritó Jimmy entre risas, se escondió debajo del escritorio al malinterpretar la respuesta.
—¿De qué estabas hablando tú?
—De Garnacho, el jugador del Manchester United.
—¡Ah! No. Ni idea.
A la argentina le bastaron dos pestañeos para comprender las reacciones de las personas a su alrededor. Las mejillas volvieron adquirir un tono rosado, ahora siendo acompañado por sus orejas. Con sus manos cubrió su rostro, completamente avergonzada.
—Mátame, diosito —murmuró en español, con las risas del público sobre ella.
Jimmy ideó un plan con rapidez, para que la chica olvidase el momento incomodo que se había generado. El conductor sabía que Emilia siempre prefería mantenerse al margen de cualquier escándalo; detestaba cuando los medios sacaban de contexto las cosas, solo para generar polémica.
Y aunque Jimmy había hecho un trabajo fabuloso en crear un divertido momento en la entrevista, y entretener al público, la argentina no podía sacarse de la cabeza el comentario.
Esperaba que el chico no se lo haya tomado mal el comentario, sino que lo haya encontrado divertido. Sin embargo, no fue así. En lo absoluto.
EL ENTRENAMIENTO DEL MANCHESTER había acabado hacía un par de minutos. El equipo se encontraba en los vestuarios, terminando de cambiarse a un conjunto limpio, dejando el uniforme tirado por el suelo.
—¿Qué cagada te mandaste ahora, Garna? —inquirió burlón, Licha, sosteniendo el celular entre sus manos.
—Ninguna que yo sepa —respondió, terminando de colocarse la remera blanca—. ¿Por qué?
—Sos tendencia en Twitter, boludo —respondió—. Número dos.
Frunció el ceño al oír que estaba en el puesto número dos. Sacó rápidamente el celular al darse cuenta que, si estaba en esa posición, debían haber demasiados tweets mencionándolo.
—Y yo estoy en el tercero con Cuti —murmuró Lisandro, confundido—. ¿Qué mierda?
Los ojos de Alejandro leía tweet tras tweet y no entendía nada. Cada vez salían más y más tweets, mencionando sobre la entrevista de Emilia Dolce, la mención de los dos campeones del mundo y de Garnacho.
—Garna, mírame —pidió Licha.
Alejandro alejó la mirada de la pantalla y lo miró confundido. Estuvieron un rato viéndose hasta que Lisandro comenzó a asentir reiteradas veces y comenzó a reír.
—Sí, ahora lo veo —habló entre risas.
—¿Ver qué?
—La cara de uva que tenés, boludo —continuó riendo.
El rubio se incorporó de su asiento, tomó la mochila y salió de los vestuarios, dandole un golpe en la espalda al adolescente.
—¿Cara de uva? —murmuró para sí mismo, tras quedar solo en el vestuario.
Regresó la mirada al celular y continuó viendo las cosas que decían hasta llegar al vídeo causante del desastre. Frunció otra vez el ceño al oírla decir preguntar por garnacha, en vez de Garnacho; aunque no se percató de la diferencia la primera vez que lo escuchó.
Tardó unos segundos en procesar la respuesta de Emilia.
—¿Acaba de decir que su abuela y ella... me comen?
Continuó escuchando los últimos segundos del vídeo y como, tanto entrevistador como invitada, estaban confundidos.
—Entonces, ¿qué mierda es garnacha?
Salió de la aplicación y escribió en el buscador de Google el significado de la palabra. Soltó una puteada al entender de lo que se reía Licha.
Estaba molesto. Pero no sabía si fue por confundirlo con una uva o porque, después de ver los partidos del Manchester United por Lisandro, no conociera quién era.
Mientras volvía a su casa, no dejó de dar like en cualquier tweet que lo mencionara a él y la tonta confusión.
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