Mi Pareja Perfecta IV

By Brity22

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Ángela Grant, es una joven recién egresada que empieza a trabajar en el hospital Edwards, tal como su abuela... More

Ángela Grant
Supervisión
La salida al Spa. I
La salida al Spa. II
La vida de Martina Edwards I
La vida de Martina Edwards parte II
Buscando a la chica perfecta.
Incógnita
Catalina Grant
La chica del Tinder I
La chica del Tinder II
Fiesta en New York I
Fiesta en New York Parte II
En la boca de la loba I
En la boca de la loba II
En la boca de la loba III
Mala, del verbo ''mala''.
''No pegan, ni juntan''
Salida a casa de Tía Fer.
Lecciones de motocicleta
''Por la boca muere el Edwards''.
Única en su clase.
Aniversario de Matrimonio I
Aniversario de Matrimonio II
Sesión de Fotos.
Fin de semana de Jefazas.
''Si Quieren Guerra...''
Buscando al culpable
Juntas de amigos
Hogar, dulce hogar.
Inauguración
Una historia romántica y no de acción
Citas a ciegas y aniversario
''Dos grandes que se unen''
La cena familiar.
Buenas jugadas.
Salida en familia I
Salida en familia II
''La terquedad hecha pareja''
La despedida.
Las Intensas.

Especial: ''El dilema de las Gabis''

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By Brity22

Especial Ángela&Martina.

El dilema de las Gabis.

Martina: ¿Gabis? Creía que este especial era sobre mi relación con Ángela.

Chloe: Al público lo que pide. ¿Cierto autora?

Autora: Exacto.

Chloe: Y el público tiene mucha curiosidad por las Gabis.

Autora: Ambas tendrán sus momentos.

Martina: Imagino que tengo prioridad por ser mi historia.

Chloe: Claro, puedes decir todo lo que quieras.

Martina: Muy bien. Ento

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Inicio del Especial. [Años después]

Chloe.

—Chloe...

—Chloe...

—Cosas malas van a pasar. —Digo con toda serenidad. — Mi tía lo supo, mi abuela lo supo, yo lo sé, todos lo saben.

— ¡Chloe! —Sam se queja sosteniendo a los pequeños. —Necesito ayuda aquí.

—¿Tan pronto? —Bromeo dejando mi té y poniéndome de pie. Me inclino, separo a Eduardo y le coloco bien la chaqueta.

—¡Mamá al rescate! —Anuncio feliz, termino de arreglarle el gorro al más pequeñín y apenas alcanzo a acariciar su oscuro cabello cuando se va corriendo por el pasillo gritando. Martín, mira hacia atrás ansioso, Sam apenas alcanza a terminar de abrigarle y corre detrás de su hermano.

Sam los mira trágica.

—Son unos pequeños muy inquietos ¿eh? —Se queda sentada en el suelo con la espalda pegada al sofá. —Dos niños, más que suficiente para dos madres. —Me mira de reojo.

Coloco mi mano en el suelo y levando un dedo para que roce con el dorso de la suya y en una inclinación le doy un corto beso en su mejilla, me acerco a su oído oliendo su rico aroma de Sam.

—Tendremos otra. —Sentencio.

—Ni siquiera sabes si será una chica. —Intenta negociar.

—No digo que ahora. —Mentira. —Pero necesitamos una Gabi.

—¿Tan importante es? Tenemos dos hijos maravillosos—Sonríe. —Además... —mira mi vientre —necesitas descansar.

—¡Nada de descansar! ¡La fábrica se abre una temporada o no se abre más! —Me pongo de pie y voy a la cocina, llamo a los chicos, tenemos almuerzo familiar.

—Chloe... —Sam camina hasta donde estoy y antes de que diga algo ''Samístico'' la interrumpo.

—¿Acaso no quieres a una niña como yo? —Gimoteo manipuladora. Miro al horizonte. —¿¡Tan terrible soy!?

—Si... — Dice. La miro asesina. —No... —Se corrige. —Tanto.

—¡Me amas! —Le informo, le robo un beso con velocidad y tomo su rostro para que sus ojos queden frente a los míos. —¡Tenemos dos hijos maravillosos! ¡hermosos de verdad! ¡los amo con mi vida! —Bajo la voz. — Pero algo ocurrió...—¡Le robo otro beso manteniendo mi mirada misteriosa! Jeje.

—No empieces con esa historia. —Sonriente mira mis labios —Tenemos media hora...

Pero estoy emocionada relatando.

—¡Dos chicos! ¡Nunca había pasado! —Dos chicos, mellizos, dos pequeños pelinegros que se parecen mucho físicamente. Martín nació primero, Eduardo después. A decir verdad, en la ecografía nos dijeron el sexo, grande fue mi sorpresa al no haber una chica.

Mi abuela Gabriela dijo que son coincidencias de la vida, que la puedo tener después, ella no tiene mellizo. Mi tía Gabriela me dijo que estaba maldita y que me haga un exorcismo. Pero después de eso ¡me dijo que me lo tome con tranquilidad!

¡Pero si no hay una Gabi cosas malas van a pasar! En eso estuvieron las dos de acuerdo mientras mi madre tomaba su té, recelosa mirándonos. Creo que prefirió no inmiscuirse... solo dijo, ''procura hablarlo con Sam'' eso hice y fue un simple y rotundo ''no'' de su parte.

Pero mi especialidad es ''la doma de Sams''

—Estoy segura de que una hermanita les sentaría genial, podrían jugar los tres.

—Tres colegios, tres universidades —canturrea. —Tres cumpleaños.

—Dos —corrijo. —A los chicos los celebramos juntos.

—Triple regalo —Abre la puerta y toma la mano de Eduardo. —Lo siento Chloe, pero por mi parte prefiero esperar.

—¿Esperar? —Martín nos mira curioso.

Una sonrisa imaginaria malvada aparece en el interior de mi oscura mente.

—Martincito, amor. ¿Quieres tener una hermanita? —Sonrío acariciando su cabello.

—No —Dice con seriedad subiéndose al auto.

Entrecierro los ojos ignorando la sonrisa burlona de mi esposa.

—¡Una hermana! —Eduardo se lo toma mejor. —Yo si quiero.

—¡Tú eres de los míos! —Digo feliz chocando palmas cuando se sube. Les pongo el cinturón y me siento adelante.

—¡Podríamos ponerla al arco! —Sugiere Eduardo.

—O podría sostener el celular —Dice Martín.

Se miran maliciosos. Sonrío ¡eso lo sacaron de mí!

¿Cierto Alejandro?

Al llegar a casa de mis queridas suegras veo que mi madre nos espera.

—¡Abuela! —Gritan saltando a su vez.

Cuando compiten por quién entra primero a la casa abrazo a mi dulce mamá Ale.

—¿Y la señora? —Pregunto.

—Viene enseguida. Se tardaron ¿eh? —Saluda a Sam.

—Sam es muy torpe —Digo. —Tengo que salvarla de diversas situaciones... —Me excuso.

—Que mentirosa —murmura.

Los niños ya están con sus abuelas cuando llegamos. Mi suegra y madrina, Fernanda ¡la mujer más dulce del universo después de mamá! Luego su esposa, Sandra, que, a diferencia de ella, es amarga.

¡Nah! solo bromeo, también la amo ¡pero es divertido meterse con ella!

—Que hay suegrita —La veo acariciar a mis retoños, en definitiva, está enamorada de ellos. —Ve que tengo buena mano —Digo mirándome las uñas.

—No puedo negar que son bellos —Dice con Eduardo en su regazo que anuncia feliz:

—¡Tendremos una hermana!

Mamá Kate, con Martín tomado de su mano me queda mirando.

—¿Enserio?

—Eh... No —Digo sintiendo los ojos sorprendidos de todas y la mirada acusadora de Sam. —Solo... lo comentábamos. Pero no tendremos más hijos. —Nos miramos de reojo con mi amada, sonrío. —Por ahora.

—¿Le vas a seguir los pasos a tu abuela? —Bromea mamá Ale.

—¿Ustedes no quisieron tener más hijos? —Les pregunto.

—Contigo definitivamente no. —Bromea mamá sentándose a mi lado.

—Hey. —Gruño indignada ante la carcajada de mi suegra Sandra—No valoran este bomboncito, hacedor de bomboncitos, miro a mis hijos correr a mi alrededor.

¡Son tan lindos!

Sin embargo, con los dos quedamos agotadas, así que entiendo a Sam, esperaré a que estén más grandes como la pareja madura que conversan las cosas, que somos.

...

Sam

Veo de reojo a Chloe no muy convencida de lo que dice, estoy segura de que, si le quito un ojo de encima, tendré a una mocosa ruidosa e hiperquinética formándose en ese útero. Amo a Chloe, con todo mi ser, pero es que... por fin estamos un poco más acostumbradas a la vida que llevamos con los chicos, a mis 34 años creo que con eso estamos como habíamos conversado.

Tuvimos la más bella de las bodas, Tina fue nuestra madrina y luego estos pequeños, veo sus pequeñas siluetas dar vida al lugar, tienen los ojos de su madre. Son creativos, inquietos, curiosos, corren y gritan como cualquier niño. Eduardo tal vez es más inquieto, Martín siempre fue más reservado, pero es muy dulce ¡el punto es que son chicos normales!

Vuelvo a mirar a Chloe cuando salimos al patio.

Aún recuerdo como era de pequeña...

No la soportaba.

—Son niños muy bellos —Dice mi suegra, Alejandra, emocionada.

—Si... —Respondo.

''No me hubiese imaginado esto'' pienso resoplando como siempre que las cosas se salen de control. Nos casamos con Chloe y ha sido un suceso...tras otro... boda, los chicos... pensaba que ahora podríamos estar más tranquilas, tener dos fue bastante para mí, me preocupé mucho por ella... ahora sale con esa cosa loca de las Gabis, Dios... está loca y la amo por eso, pero... está loca.

—¿Agobiada? —Bromea.

—Un poco —Digo. —No tengo tres brazos... —Miro la hierba del césped.

Ella asiente, recoge su castaño cabello.

—Toma algo, relájate —Dice. —Por cierto, criar a Chloe fue criar al ser más dulce del mundo.

Por supuesto que es muy dulce, Chloe es hermosa.

—Es algo inquieta, pero al final resuelve todo sola. —Dice encogiendo los hombros. Me da una mirada divertida. —Excepto cuando se trataba de ti.

—Yo quería matarla —Recuerdo.

—Eso es porque te tomaba bastante el pelo particularmente —Dice. Gruño afirmativamente en respuesta. — En casa era inquieta tal vez, pero muy simpática —confiesa burlona.

Me ruborizo indignada, si hubiese sido menos pesada tal vez nos hubiésemos llevado mejor.

Trago saliva, si hubiese sido así ¿nos hubiésemos enamorado? Básicamente eso pasó al compartir tiempo con ella. Pero... tal vez me hubiese gustado joven... joven e idiota ¿Estaríamos juntas ahora? Siento algo molesto en el estómago.

—Todo pasa en el momento perfecto —Dice ella con sabiduría —Es bueno que seas tú Sam —Concede.

Sonrío tímidamente, pero ella me mira con los ojos entrecerrados. —No la cagues. —Y me deja ahí, viéndola con los ojos muy abiertos.

Libero una risita, esto no cambia.

—¿De qué hablan? —Chloe chismosea—¿De la preciosa Gabi remasterizada?

—¿Cómo que remasterizada? —La abrazo —¿Enserio puede haber una más revoltosa que tú? —Nos vemos frente a frente.

—Una revoltosa que va a amarte ¿sabes? —Miro sus bellos ojos, puedo sentir el calor de su amor, y un pequeño dejo acusador...

—Sé que sería muy bello al final —acaricio su cabello —Una bella chica justo como tú... o un chico.

En eso me asalta una duda.

—¿Y si fuese un chico como tú? —Frunzo el ceño. ¿Se puede?

En eso sonríe como si fuese obvio.

—Mi amada Sam —Levanta un dedo como siempre que me quiere dar una lección. —¿Acaso no sabes que el gen gabrielístico... está en el brazo corto del cromosoma sexual ''X''?

Pestañeo confundida. Eso jamás lo he leído en un libro de genética.

—Pero eso no imposibilita que pueda ser un chico —Lo pienso.

—El cromosoma Y hace que no se exprese —Agrega.

—¿Y si son dos X, no puede ser inhibido uno? —Pregunto con un dejo de ilusión—¿Es un gen recesivo?

—Puede ser, no creo. Pero todo depende.

—¿De qué? —pregunto recelosa. Que mentirosa...

—Depende del orden de los nucleótidos. —Agrega sabionda sobándose el mentón. — Llámalo mutación gabrielística del brazo corto del cromosoma sexual X.

Abro los ojos de par en par.

—¡No puedo creerlo! ¿así me explicarás una superstición familiar? —Libero una carcajada impactada — ¡Eres increíble Chloe! pasamos de una hija a una mutación ¿enserio?

—Exacto ¿No es divertido? —Pregunta adelantándose e inclinándose a Martín. —Cielo...

¿Enserio quiere un hijo más? por ella yo lo haría ¡Lo haría todo y lo sabe! aunque... necesito algo de tiempo, tal vez cuando los niños sean un poco más grandes.

Cierro los ojos como si fuesen recuerdos de Vietnam.

''Otra Gabi''.

[...]

Sam.

—...Y eso fue lo que pasó —Digo a Tina.

—No te envidio. —De sorprendida pasa a burlona —Tres hijos —hace una mueca. — Y seguidos... no es algo para tomar a la ligera. Estaría igual que tú. —Pestañea. —Una pequeña Chloe. —Finaliza.

—Sin duda muy linda.

—E inquieta —se burla.

—¡Estuvimos a tope con los niños! —Exploto— Ahora que van al preescolar tenemos una rutina muy bonita —Resoplo. —Son maravillosos —Recuerdo el perfecto cuadro de los cuatro juntos que tenemos colgado en el sofá. — No necesitamos más.

Tina me mira entretenida.

—¿Sabes que se terminará saliendo con la suya verdad?

Pego la cabeza a la mesa.

—Si.

—A mi me habló muy animada, espero sea capaz de esperar...

—Debe. Tenemos un acuerdo —Me indigno —¿Y qué tal ustedes?

—¡Oooh! Después de todo lo que jodió mamá para poder estar juntas diría que nos debe tranquilidad, así que los hijos son tema para otra época —dice simplemente.

—Uy ¿pero se viene boda? —Bromeo.

[...]

Hace unos meses atrás.

Martina E.:

—¡No puedo creerlo! — Dice Ángela resoplando y mirando hacia abajo. —¡Como odio que nos exponga así!

Frunzo los labios incómoda. Odio a ese tipo, es difícil decir algo cuando el sujeto en cuestión es el padre de tu novia y también el peor enemigo de tu relación.

No imagino como debe ser para ella.

Acaricio su espalda y me recargo en su hombro pensativa. En la noche, en un instante de muy mala suerte, tuvimos que ver a Enrique Grant, dando gala de lo desgraciado que puede ser, negó que tuviese una hija llamada Ángela y que ella pudiese estar conmigo.

Eso Ángela ya lo sabía por supuesto, el problema es que el tipo siente cierto placer al recibir atención de los medios y se tomó la molestia de ''desmentir'' los rumores de su supuesta hija lesbiana.

Pero como ya dejó en claro, solo tiene dos hijos.

—Que se vaya al demonio —Digo finalmente. —No lo tomes en cuenta.

¿Debería hacerle una visita?

Ella me mira de reojo.

—Ni pienses en hacer algo.

Me sorprendo muy convincentemente.

—Enserio Martina no necesitamos más polémica, con suerte alguien no ve ese noticiero.

—Entendí —Digo muy a mi pesar.

Desayunamos en silencio, ahora que se lleva bastante bien con mamá ¡Al idiota de su padre se le ocurre joder! No aguanto más y le digo.

—Realmente lo siento. —No me corresponde quizá decir eso, pero no soporto verla así. —Él es el que te perdió a ti ¡y si allá no te quieren acá te amamos!... —Declaro enojada.

—Lo sé —Sonríe y me da una mirada breve —Tienes razón... estupideces. —Niega con la cabeza.

Su padre me importa un maní.

La parte en la que ella sufre es la que no me deja tranquila.

—(...) Además sin importar lo que diga, los que te conocemos sabemos quién eres realmente.

—¿Y quién soy?

—Mi chica y que les quede claro. —Me señalo, frunce el ceño. —Es broma—carraspeo— eres un miembro importante de la familia Edwards y también para las chicas, tus amigas, mis amigas, sus familias ¡diablos! ¡si es imposible no quererte! —Me exaspero —¡Y yo soy quien te ama más y ya lo dije! —Enrojezco.

—Insuperable. —Bromea, me besa—Gracias amor ¿Sabes que más me animaría? —Sonríe coqueta inclinándose y tocando mi pierna.

—¿Llegar a la hora a trabajar? —Sugiero.

—No —Besa mi cuello haciéndome cosquillas. Me río y suena el teléfono.

Ángela G.:

Con el olor de mi novia distrayéndome, no es difícil pensar en otra cosa en vez de ese viejo calvo. No puedo evitar sentir rabia, primero fue tristeza, pero creo que eso ya se acabó.

¡Estábamos tan bien! ¡Hasta que abrió la boca! Como siempre...

Me llaman. Genial es Catalina.

—¿Aló?

—¡Hermana! ¡No puedo creerlo! —Escucho su exasperada voz y alejo el móvil un poco de mi oído — ¡Acabo de verlo y estoy sufriendo un ataque! —Rodeo los ojos — ¡no le creas! ¡Él no representa a la familia! ¡el abuelo está furioso!

—Como si eso fuese cambiar algo —Gruño. Martina me mira de reojo y finge que no está atenta.

—Tal vez no, pero eres su hija y eso nunca va a cambiar.

—Eso ya ha cambiado. —Me indigno cortando.

Se que no debería tomarlas con ella, pero no quiero hablar de... ese tipo.

—¿Qué ocurre?

—Ya es tarde, vamos. —Me pongo de pie. Odio que Catalina me haya matado las pasiones, papá le arruina el día a cualquiera.

El trabajo de la mañana me distrae, todos los chicos incluidos el imbécil de Myers que ahora es nuestro amigo, pero nos seguimos odiando; hacen que deje ese tema en el fondo de mi mente.

—Ángela —Veo en el almuerzo a la madre de Tina, Noelle. —¿Cómo estás?

—Bien —Respondo.

—Eso es querida, esa es la actitud. —Acaricia mi mejilla, me da un abrazo que me llega hasta el alma y sigue acompañada de la madrina de Tina que me guiña el ojo.

—Si Ange, el departamento de psicología siempre tendrá las puertas abiertas para ti —Bromea dándome una palmada.

—Que alivio contar con ello —me río a mi pesar.

Hablando de Tina ni idea de donde está. Me voy a sentar con Jo y Trini

—¿Qué hay? —Dice Jo mirando su plato. —Quiero algo dulce.

—Nada —Hago un sonido de satisfacción en la silla. —Ya estoy acabada.

—Aún somos jóvenes —Anima Trini.

—Si, ¿acaso Martina no te desestresa? —Bromea Jo.

—Lo hace —Sonrío. — Tuve algo de estabilidad emocional esta mañana gracias a ella... es el peso de arrastrar con esta fama —Le informo.

—Siempre humilde Ange, por eso te amamos. —Sonríe también.

Y hablando de bellezas...

—¿Han visto a Martina por aquí?

Ambas se miran sorprendidas.

—Ahora que lo mencionas solo la vi en su box en la mañana, después... se esfumó. —Dice Trini.

Jo hace con las manos como si hubiese desaparecido.

—A lo mejor recapacitó —Bromea.

[...]

A la salida del trabajo bajo a mi auto y la veo esperándome.

—Hola amor. —Dice como si nada.

—Hola —La observo curiosa —¿Dónde estabas?

—De compras —Se acerca y nos damos un abrazo apretado, me besa.

—Si, si... que lindas. —Escucho a mi lado. — Consíganse un cuarto

—Mamá no arruines el ambiente —Dice Tina. —¿Qué haces aquí?

—Espero a mi esposa—Se apoya en su lujoso auto y se cruza de brazos. —¿Y tú? ¿No habías pedido la tarde?

—Tenía que volver —Dice con una sonrisita.

—Mangoneada. —Sonríe su madre, me mira burlona.

Sonrío tímidamente, una sonrisa de Christine Edwards no es cualquier cosa.

Martina me lleva a mi apartamento y cuando llegamos tenemos a una visita.

—¡Hermana! —Exclama Catalina.

(...)

Martina E.:

Miro a Catalina hablar y contar lo que ocurrió. Ángela asiente y yo sospecho que está pensando en otra cosa mientras come.

Aunque de cierta forma es bueno saber que no apoyaron al intragable del padre, por otro lado; tal vez no necesite pensar tanto en eso.

[...]

Mansión Grant.

—¡¿Qué te dije de dar declaraciones públicas?! —Grita el Sr. Grant a su hijo—¡No puedo creer que me esté pudriendo y tenga que seguir tapando tus estupideces!

Esa entrevista no saldrá de nuevo, no fue fácil. Pero debo proteger los intereses de la familia Grant.

—¡Ella decidió su lugar cuando se fue! —espeta él. —¡Confraternizando con los Edwards!

—Nuestra vida familiar no será la comidilla —Le advierte el anciano —Estoy muy decepcionado de tu actuar Enrique ¡Ya estoy muy viejo para esto! ¡Estoy harto!

Tal como su hijo no puede renegar a su hija, él no lo hará con el suyo. Pero decirle que lo decepciona no es algo grato de decir. Su hijo guarda silencio, no es algo que se le haya dicho antes y al reponerse escupe.

—Al parecer tú también decidiste tu lugar ¿eh?

—¡Estoy de lado de mi familia! —Mira amenazador a través del escritorio. — Ya es hora de que hagas lo mismo Enrique, me preocupas.

El anciano lo fulmina con la mirada y abandona el cuarto.

El Sr. Grant mira a la vez a su hijo, Enrique Grant nieto, sentado en el sofá en silencio mientras él discutía con su propio padre.

—¿Tú no dirás nada? —Gruñe.

Su hijo nunca ha sido del tipo confrontador, quizá haya alguien que lo apoye en esta casa.

Él deja su libro en la mesa y le da una mirada evaluadora.

—Creo que la chusma no tiene que enterarse de nuestra vida privada. —Dice finalmente, el toque de rencor en su mirada gris le recuerda a tal punto la mirada indignada de su hija mayor, que decide no responder.

Su hijo, Enrique nunca lo había mirado así.

[...]

Martina E.:

Estoy acostada con Ángela, descansando, silenciosas en la oscuridad de la habitación, las luces de la ciudad me permiten distinguir su rostro. Sereno, con los ojos cerrados, y respirando acompasadamente entre mis brazos. Dejo un beso en su frente. Una de sus comisuras se quiebra y sonríe perezosamente.

—Es bueno que pudieras quedarte.

Hemos tenido mucho trabajo con mamá por estas épocas del año, afortunadamente eso terminará este fin de semana cuando haga su habitual cena de celebración.

—No me iba a ir—No así...

—Estoy bien, enserio.

—Me gusta estar contigo. —Digo simplemente.

—En esos casi seis años lo sospechaba—Bromea. Libero una risita.

Nos quedamos en silencio hasta que luego de unos minutos lo rompe.

—¿Me amas? —Pregunta.

—Si. —Respondo enlazándome más a ella.

Pienso en el día de hoy...

—Mucho —Digo.

...

—¿Y tú? —Pregunto.

—Yo también te amo —Dice, cierro los ojos y escucho su suave respiración, pasan los minutos hasta que se queda profundamente dormida.

[...]

Al día siguiente.

—¿Y ya tienes tu vestido para la cena? —Pregunta Sam ayudando a Eduardo con sus zapatos.

—Iré con el negro de gala y ya —digo despreocupada. Tengo cosas más importantes de las que preocuparme.

—Tu madre dijo que te luzcas.

—Siempre lo hago —Bromeo viendo a los mellizos jugar.

—Usa uno que te recomiende —Se señala Chloe —Y todo saldrá bien.

—¿Enserio tus vestidos hacen la diferencia? —Se burla Sam

—Las Gabis sabemos cosas Sam —Dice Chloe. —Por eso es necesario...

—...que existan Gabis —Terminan la oración juntas.

Sonrío malévola.

—¿Y cómo va eso? —pregunto.

Sam me mira de reojo

—No se lo recuerdes.

—¡Cómo si pudiese olvidarlo! —exclama. —¡Sam! —demanda— ¡deja de hacer el tonto y hazme un bebé!

—No funciona así. —Gruñe.

—¡Entonces págalo!

Me río. Si, en parte disfruto esto.

—Esperemos a que los chicos sean más independientes —Se escaquea.

—¡Yo soy independiente! —Dice Martín.

—Si claro —masculla esta.

Cuando Chloe los acompaña a lavarse las manos le pregunto.

—¿Enserio no le darás su Gabi y ya?

—Estamos hablando de Chloe, Martina.

—¿Y qué tiene?

—Que puede que sean dos. —Dice.

Me rio, pero tiene un buen punto. Si tía Kate hubiese querido otro bebé... quizá Chloe tendría dos hermanos menores.

—Los niños son una bendición —Repito lo que tantas veces oí, uno de los mellizos se acerca corriendo.

—Dormir también —Bromea mi amiga. Sienta a Eduardo en sus piernas —¿Cierto bebé?

—Cuando tenga a mi hermana le enseñaré a crear una bomba de olor —Dice.

Sam pone su expresión de seriedad habitual, me río. El niño juega con su cabello.

—Eso esta por verse. —Dice despeinada.

[...]

Al día siguiente

Llevo a mi novia a probarse algo que vestir para la cena de mamá.

—¿No puedo ir con mi traje de dos piezas? —Mira aburrida las prendas del mostrador.

Ya empezamos... si su pantalón habitual tuviese un hoyo en el trasero, Ángela lo seguiría usando.

—Lleva algo distinto —Digo simplemente. —Elige uno que te guste, busca la talla y asunto arreglado.

—Quiero este —Elige uno negro. —O uno muy parecido. —Mira la ropa en exhibición.

—Yo iré con negro.

—Pero irás con vestido —Dice. —Seamos la parejita de negro. —Me mira coqueta. —Estoy harta del gris.

Me río.

—Bueno, pero pruébatelo.

Al final, demoramos menos de media hora de compras.

...y terminamos donde mis madres, mientras la excelentísima Christine me informa...

—... entonces Gabriela leerá los premios, luego yo hablaré, me gustaría que dieras un discurso —Dice mirando las hojas —Luego de eso no me importa lo que hagan. —Dice despreocupada.

—Hecho.

—¿Como va todo Ange? —Escucho a mamá y Ángela en el sofá. Las miro interesada, esa conversación se ve más entretenida.

—Martina presta atención —Me reprende mamá. —Un Edwards puede inaugurar un calabozo.

—Ok. —Digo resoplando.

Ángela G.:

—¿Y ya encontraste que ponerte? —Me pregunta la Sra. Noelle.

—Si, fue rápido —Digo tomando mi té. Veo a Christine hablando sin parar y a Martina mirando su papel casi pegada.

Apuesto a que está pensando en otra cosa, la miro entretenida.

—Ya la tendrás para ti —Bromea. —En estas fechas siempre aprovechaba hacer todo lo que me gusta mientras Christine estaba por aquí y por allá... y cuando llegaba ¡nos extrañábamos tanto! —suspira encantada.

—Si... —Digo. —Tal vez salga con Catalina de paseo.

—¿Y cómo está ella?

—Súper es toda una estrella —Sonrío. Ahora la puedes encontrar en el noticiero de las ocho.

—Oh ¡fue muy dulce de su parte enviarte saludos! —Toca sus mejillas emocionada.

Hace pocos días, luego del lamentable suceso del Sr. Enrique Grant. Catalina tuvo la gentileza de saludar a sus hermanos mayores Enrique y Ángela... ella en si es una noticia, así que respondió un par de preguntas del emocionado conductor y ahora creo que ya medio país sabe que es mi hermana.

Creo que nunca tuve el correo electrónico con tantos filtros.

—Si —Digo avergonzada. —Lo fue.

—Que no queden dudas de quién eres —Asiente. —Yo hubiese hecho lo mismo.

Que la Sra. Noelle y Catalina estén de acuerdo, es algo que no se puede ignorar...

Catalina en general es distante con la familia de mi novia, pero mantiene una relación cordial con todos. En si somos distantes quizá por crianza, no es que almorcemos todos los domingos en familia, de todas formas; eso lo hago con Martina, que, aunque esté muriendo por haberse pasado de copas; se levanta como sea para ver a sus abuelos.

Lo que no sabe mi suegrita, es la reprimenda que recibió mi hermana por seguirle el juego a papá.

Aun así, con todo mi pánico en ser noticia, creo que fue muy dulce... Catalina es especial a su manera.

[...]

—¡Hermana! —Me abraza fuera del canal.

La vine a buscar, veo personas mirándonos curiosas.

—¿Cómo te fue hoy, periodista estrella? —Pregunto conduciendo fuera de ese sector a toda velocidad.

Digan lo que digan, a Catalina le encanta el chisme, nació para esto. Además, que, siendo lo guapa que es y quién es, tiene babeando a todos los viejos peces gordos del canal.

Aunque claro, no pueden encandilarla con nada para tenerla.

—Oh, muy bien, viajamos a...

Y puede seguir viajando como le gusta...

—¡Adivina con quién me encontré! —Dice animada.

—A... —sostengo la letra mientras pienso en alguien —¿Enrique?

—¡No! ¡Aida! —Dice feliz —Al menos tuvimos una conversación luego de entrevistarla.

Uh, la miro de reojo, Aida a pesar de todo lo agradable que es y que incluso ahora se lleva con Martina... no es una persona que perdone fácil. Hace poco volvieron a frecuentarse.

—Eso es un avance —Bromeo. —Estoy segura de que vio todo lo que has crecido.

—Si... —Dice mirando por la ventana, en eso me da una miradita. —¿Y tú? hermana —Pregunta. Me da un toquecito burlón en el brazo.

—¿Yo?

—¿Cómo va todo con Martina?

Sonrío mirando la carretera.

—Nosotras estamos bien.

—Si, mírate —Bromea. —Estuvimos hablando el otro día...

Me sorprendo.

—¿Con Martina? —Pregunto

¿Cómo es que mi hermana está viva?

Si, tenemos casi seis años de relación, se llevan de forma cordial sin tirarse ''tanta'' broma pesada, pero ¿intercambiar palabras por iniciativa propia?

—Si, le importas mucho ¿sabes? Para hablar conmigo —Sonríe.

—No digas eso—murmuro. Ella sabe que es mi hermana y que es importante para mí.

—Oh vamos... tal vez nunca seremos mejores amigas, pero por ti lo que sea.

—Me sonrojan —me carcajeo un poco ruborizada —¿Y qué quería?

—Es una sorpresa —Mueve las cejas —en realidad, querida hermana, me pidió que las acompañe a la cena del hospital Edwards, ya que, como periodista, prefería que cubra yo a otro extraño que pudiese tergiversar todo—Hincha el pecho orgullosa. —Tendré prioridad. ¡Incluso podré entrevistar a Christine!

Sonrío sin evitarlo, me parece adorable que esté creciendo.

No se me escapa un detalle.

—¿Y tú tergiversarás todo?

—¡Por supuesto! — Dice animada. Frunzo el ceño. —¡Es broma! pero le pondré de lo mío. —Me advierte. —Si no, no sería un buen chisme.

—¿Cuándo no? —Gruño.

—Me pregunto que vestido debería llevar... —Empieza a darme un monólogo de telas y cortes que no vale la pena describir porque no me voy a acordar en media hora. Asiento sonriente y disfruto su dulce voz.

Han pasado algunos años, es bueno que se lleven mejor.

Lento, pero seguro.

No tan seguro...

Pasamos a comer, nos ponemos al día y por suerte se le olvida el tema familiar. Está encandilada con la fiesta.

—¡El abuelo también irá! —Anuncia feliz. Me sorprendo, esa no me la esperaba.

—¿Seguro que estará bien?

—Sí, es invitado especial de Christine.

—¡No me dijo! —Me sorprendo.

—¿Cuándo el abuelo a contado algo? —Catalina mira el camino —Él solo aparece...

—Ese es el abuelo —Sonrío.

Sagaz, inteligente, cauteloso.

Como yo.

(...)

Pasamos a casa y cuando me dice que se irá a la mansión alguien toca la puerta, a un ritmo muy conocido.

—¡Omar! —Se nos escapa a unísono.

Abro y lo vemos en el umbral, el cabello cortado al ras es su nuevo estilo.

—Catalina Grant he sido enviado para protegerte... —Hace una caballerosa inclinación —y decirte que debes llegar para la cena. —Frunce el ceño con desaprobación.

—¿Ah sí? ¿Quién estará? —Pregunta.

—Yo no pregunto, recibo ordenes —Dice dándose aires. Luego baja la voz. —Es broma —Cuchichea. —Es tu abuelo, quiere verte, estará tu hermano.

—Ese ha estado muy misterioso. —Digo.

—Así somos los Grant—Catalina se toca el pecho —Misteriosos, interesantes...

Omar la mira como si estuviese completa de polvo.

—Como sea —Dice ella. —Me voy.

—Avisa que te vine a buscar. —Le advierte mi amigo.

—¿No irás conmigo?

—No, ya estás grande —Dice sacando su cigarrera.

La vemos irse.

—¿Estás seguro? —Pregunto.

—Si —Mueve la mano sin interés. —Si la secuestran la devuelven.

—¡Oye! —Me río. Catalina probablemente se quejaría por la falta de comodidades en su reclusión hasta hartarlos.

—¿Ya tienes tu traje para la cena? —Pregunta.

—¿Y tú como sabes eso?

—Por favor ¡estoy invitado a todas las fiestas! —Se señala creído. —Además ahora, soy el guardia de Catalina.

—¿Y yo? —Digo como la celosa de guardaespaldas que soy.

—Puedo con ambas —Dice. —Aunque tú tienes asignados guardias de Edwards.

—¿Cómo es eso? —¿Es idea mía o todo el mundo piensa que necesito guardaespaldas?

—Martina se encargará de tu seguridad.

Soy su invitada... tiene sentido.

—Me dejo cuidar —Comento.

—Así me gusta, si te quiere que te cuide. — Se burla.

—¿A qué hora llegarás?

—Llego a las...—Revisa su agenda. —Con Catalina a las seis, quiere estar cuando estén los primeros invitados. Cuidado con que te intercepte. —Me advierte— Luego me junto con Chloe... a las nueve.

—¡¿Chloe?! —¡maldito traidor! ¿No estarás conmigo?

—Estarás con Martina, sus madres, abuelos y la directiva. Si quieres te vamos a ver después. Mientras tanto me quedo con mi amiga de toda la vida... Chloe. —Mueve la mano sin interés.

—Eres una perra traidora —Gruño.

—Con aviso no es engaño —se burla.

—Se supone que nada es más importante que ''la familia'' —Le tomo el pelo viéndole la calva.

—Si, si, muy graciosa —Gruñe.

[...]

Martina E.:

—Así son las cosas ahora —Digo al teléfono. Estoy en la oficina de mamá haciendo llamados a viejos amigos. Miro el escritorio, concentrando mi atención en una pequeña caja de madera. —Ángela ahora es una Edwards, no necesita reconocimiento público de nadie. —Aclaro. —Pero para mí maldita desgracia sigues siendo su padre, mantenga la boca cerrada. —Le advierto.

—¡Tú! ¡No tienes autoridad alguna! ¡Además! ¡¿Cómo se te ocurre?! ¡Sería la perdición de mi familia!

—De eso ya se encarga usted —Le informo. Miro los verdes ojos de mamá, ella me observa a su vez con absoluta seriedad — No quiero más sorpresas, ya está advertido. —Antes de cortar escucho un farfullo.

Inhalo mucho aire y exhalo pesadamente.

—Ese viejo me drena la energía —Digo haciendo como que siento escalofríos.

—Y tú la mía. —Dice mamá. —Ahora que te desahogaste... ¿Puedes abandonar mi oficina? Se supone que está libre de pulgas —Se explica. Mira a mi lado —Y puercos.

—Eres un encanto —La miro de reojo disponiéndome a abandonar la habitación. —Me voy con mamá ¡vámonos Sandy! —Digo a mi cerdita que hace un pequeño ruido y me empuja al adelantarse.

Christine E.:

Veo a mi Tina abandonar la oficina, no sé porque me prestó para esto... miro el teléfono, luego la caja sobre mi escritorio.

Resoplo a mi vez, cansada.

—Haces tanta falta en momentos así. —Deslizo mi mano por encima de la caja de las cenizas de Tomás. Me siento en mi escritorio frente a él. Era el único que tenía permitido pasearse por aquí y todo el apartamento o lloraba como un diablo esperando a que le abriesen las puertas. Recuerdo su pequeña silueta deslizándose rápido por la apertura de la puerta y recostándose en mis piernas.

''Malditos pelos'' Resoplo con un dejo de melancolía.

—Que pase lo que tenga que pasar —Replico agotada en la silla.

Me quedo un rato pensando en el futuro y me voy con mi esposa, mi hija y ese puerco ya incomible a descansar.

[...]

Chloe.

''Hmm, ¿cómo podré lograrlo sin que se dé cuenta?'' Miro a Sam picando verduras.

Reparo en su pequeño trasero y en sus largas piernas.

''Jejeje'' pienso...

¡No te distraigas Chloe! Doy un respingo y pienso en como demonios embarazarme y que no la notifiquen.

Sam.

Me giro y la observo concentrada en el sofá.

Me explico, conozco a Chloe de toda mi existencia, la odié y la amé en diferentes etapas de mi vida y solo puedo afirmar una cosa...

—No es normal que estés callada tanto tiempo. —Frunzo el ceño con total desconfianza. — ¿En qué piensas?

Me mira sorprendida.

—¡Samantha me extraña! —Exclama. — ¡Yo soy muy silenciosa!

Si claro.

—Ni pienses en hacer algo a mis espaldas —Entrecierro los ojos.

—¡¿Yooo?! ¡¿Cómo podría?! —dice dolida. —¿A esto hemos llegado?

—Por supuesto que no, pero ya tuvimos esta conversación, nada de sorpresas. —Le recuerdo mientras mira la pared evitado la confrontación.

—Como tú digas esposa mía —Arruga el mentón —ya que solo tu opinión es tomada en cuenta... —Sus ojos se bañan en lágrimas.

—¿Qué?

—Mis sentimientos no importan —Gimotea —Ni mi sueño de ser mamá nuevamente...

La veo liberar un par de hipidos y agitar un poco los hombros.

—No te va a resultar—gruño viendo ese pobre intento de manipulación.

—¡Rayos! —Chasquea los dedos recuperándose rápidamente. —¡Ya caerás Sam! —Se pone de pie veloz y abandona la habitación corriendo.

Martín corre detrás de ella gritando.

Pongo los ojos en blanco y termino la comida.

[...]

Noelle

—A... amor —suspiro.

Christine muerde mi cuello con lentitud. Libero un gemido.

—Silencio —Ordena.

Pero yo nunca le he hecho caso. Pienso en responderle y cubre mi boca con la suya. Cuando se separa de mi lo hace con suavidad y sonríe burlona.

Sonrío a mi vez.

—Tu no cambias.

— ¿Esperas que lo haga?

—No —Respondo.

Hago una mueca, la beso de nuevo. Cierra los ojos al tiempo que a su espalda se abre la puerta de la oficina.

—Señora directora llegarán los demás directivos dentro de poco—Dice Gabriela mirándola y entrecerrando los ojos— gobiérnese.

—Bueno yo me tengo que ir... —Estas reuniones no me competen.

—Te quedas —dice mi esposa.

—No —Gruño. ¿Dónde esta Tina cuando se le necesita?

Como si fuese invocada por mí, abre la puerta, entra con cinco personas, Ángela se queda en la entrada algo dudosa, creo que entiendo su sentir.

Deberíamos aliarnos y escapar.

—¡Hija! —Sostengo el rostro de Tina entre mis manos y beso su mejilla mientras en su rostro se asoma una tímida sonrisa —¡Que te vaya muy bien hoy! — Le deseo rápidamente, sigo caminando hasta donde Ángela —¡Querida! ¡¿Cómo te ha ido?! —La abrazo y camino con ella arrastrándola a la salida. —¡Debemos ponernos al día! —Exclamo.

Christine

Aprieto la mandíbula ¡Maldita mujer! ¡lo hizo de nuevo! Miro indignada a Gabriela a mi lado que me sonríe, se sienta y me mira como diciendo ¡Ya habla pendeja!

—Muy bien —Gruño. —En breve empezamos — Digo con propiedad.

[...]

Al día siguiente.

—Buenos días —Bostezo. Mi secretario bebe su café delicadamente.

—Buenos días directora. — Responde— Hoy da la bienvenida a los internos de medicina.

—Bonito saludo —Espeto.

Son las ocho de la mañana, los internos de medicina se pueden joder.

Sonríe y sigue pegado a la pantalla. Hay que decir que este sujeto se ha ganado su lugar, ya ni lo puedo desvincular debido a todo lo que sabe.

Al menos... no vivo.

En el transcurso de la mañana, antes del papeleo hago lo mismo que todos los años, dar la bienvenida a profesionales prometedores que inician sus funciones en el hospital Edwards.

Saludar a los nuevos siempre me recuerda a la bienvenida de Tina, la de Ángela...

¡Y aún pienso cómo se me pudo pasar una maldita Grant entre las manos! ¡Si hubiese sabido la hubiese sacado de patitas a la calle!

Pero bueno, ahí está; revoloteando sonriente por los pasillos de la mano de mi hija.

Debo admitir que esa relación parece funcionar.

Lo pienso mejor, enviaré a Tina a saludar a sus colegas. Asiento... no quiero saber nada de los malditos dentistas.

Me voy a saludar a los de medicina.

(...)

—Bienvenidos al Hospital Edwards —Digo monótonamente a los nuevos profesionales que se integran el equipo —Soy Christine Edwards, directora de...

Escucho un ruidito de emoción y unas risitas.

Frunzo el ceño girando la cabeza a la persona que se quiere morir.

—¿Dije algo gracioso? —Pregunto.

El silencio es sepulcral.

—¿Y bien? —Gruño.

Una joven de mi altura y algo menuda hace una mueca.

—¡Mis disculpas directora Edwards! —Exclama una joven, se asoma entre los internos. — Ellos se ríen de su emoción ¡Soy una fan de usted y de su trabajo!

Frunzo el ceño viendo su amplia y reluciente sonrisa.

No me extraña tener una fan, la familia Edwards, tiene un montón... ¿pero aquí?

—¿Cuál es tu nombre? —Pregunto revisando mi hoja.

—Emilia Jones.

—Un gusto Emilia, me siento halagada —Digo cordialmente. —Pero no distraigas a tus compañeros.

—¡No directora! ¡Mis disculpas!

No puedo ser desagradable con una persona con tamaño buen gusto, sonrío creída a mis adentros. Aunque me hace gracia.

Carraspeo.

—Continuando con el recorrido... —Recito.

[...]

En el almuerzo...

Camino por los pasillos buscando a mi mujer.

Pasé por su oficina, vacía.

¡Esto es el colmo!

—¡Dra. Edwards!

—Doctora Jones —Digo en seco.

—¡Emilia! directora, Emilia —Dice emocionada.

—Si, Emilia, estoy ocupada, cualquier citación debes hablarla con tu directora de área que se comunicará con...—Me interrumpo, me mira sonriente.

''¿?''

—Entonces eso haré, me gustaría hacerle unas preguntas para mi blog...

—¿Blog? —¿Qué demo...

—Es sólo gente que la admira mucho y que quiere saber más de usted—hace una sutil reverencia —lo que quiera compartirnos claro...

—Em, necesito pensarlo —Digo rápidamente. —Cuido mucho mi vida privada.

—Desde luego —Dice.

—¿Qué tal Chris? —Dice Gabi apareciendo de la nada, mira a mi acompañante con extrañeza.

Emilia da un saltito.

—¡¿Chris?! ¿Eres amiga de ella?

—Si, la mayor parte del tiempo—Dice feliz haciéndome fruncir el ceño—¿Por?

—Quiero hacerle una entrevista ¡para sus fans!

De pronto el rostro de Gabriela se ilumina.

—¡Es tu día de suerte porque también soy su mánager! —Coloca ambas manos en la cintura dándose aires.

El rostro de Emilia también se ilumina, pero el mío se ensombrece.

—Gabriela —Digo.

—Silencio. —Dice. —Si quieres saber sobre la vida y secretos de Christine Edwards, puedo venderte un pack de secretos a tan solo...

—No venderás nada —Sentencio. Miro a la joven —Necesito pensarlo ¿Sí?

—¡Desde luego! —Chilla esta. Se va feliz.

Me devuelvo caminando rápido al ascensor, Gabi me acompaña.

—¿Qué demonios fue eso? —murmuro.

—¿Tienes una fan? ¡Qué lindo! —Dice esta. —Ya me preguntaba como se tardaban tanto.

—¿A qué te refieres?

—Por favor, Christine, eres un ícono de la cultura gay.

—¿ícono? —Siento un malestar —Eso suena a responsabilidad.

—Solo sé tu misma—me mira burlona —ya eres un ícono de por sí.

Salimos al primer piso y nos intercepta la jefa de jefas.

—¡Christine! ¡Gabriela! —Noelle nos mira impaciente. —¡Las llevo esperando quince minutos!

—Te he esperado más —le saco en cara sin podérmelo aguantar ¡impuntual!

—Hoy es hoy Christine —Mira las puntas de su cabello castaño.

—Nos atrasamos Noellita. —Dice Gabi.

—¿Qué ocurrió? —Pregunta

Gabriela

Veo a Noelle llevándose a Christine suavemente de la mano para sentarse, me siento frente a ellas y me pregunto si valdrá la pena sumarle a la diversión por aquí...

¡Y la respuesta es sí!

—Fans de Christine. —Digo al aire como si hablase de cualquier otra trivialidad.

Miro la mesa, levanto la cabeza y Noelle me mira extrañada. Christine libera una risita.

—Solo es una chica —Dice burlona. —No es como que sea un club de fans o algo así —Le resta importancia.

Sonrío a mis adentros, Christine...

—¿Qué chica? —Frunce el ceño.

Miro a mi alrededor.

—No está por aquí —Digo. Veo su silueta delgada y su cabellera larga —¡Oh! ¡Es aquella!

Noelle sigue mi mirada hasta una joven alta, delgaducha y pelicastaña que habla sin parar con sus compañeros.

La mira a ella y luego a mí, luego a Christine sin una expresión en particular. Me pregunto qué pensará...

—Hola —Nos interrumpe Tina. Viene con Ángela de la mano, nos hace una mueca alegre y se sientan a nuestro lado

—No pueden andar de la mano en el hospital, son las reglas —las reprende Christine.

—¡Mamá te besa en el comedor! —exclama su hija indignada.

—Te ganarás ese derecho cuando hayas dirigido este hospital por más de veinte años. —Dice acercándose a Noelle, pero la mirada acusadora de esta no la invita al contacto. —¿Eh? ¿ocurre algo? —Pregunta confusa.

— Creí que había un sistema que prohibía el ingreso de groupies—Se cruza de brazos.

—No es una groupie, solo admira mi trabajo.

—¿De qué hablan? —Tina frunce el ceño.

—Parece ser que tu madre tiene una fan. —Responde esta.

—¿Enserio? —Ange la mira sorprendida.

—¿Te sorprende que alguien me admire mocosa? —Gruñe Christine a su nuera.

—Me sorprende que se atreva a expresarlo frente a usted —Repone mordaz.

—... Y no le asusta Christine. Esto es nuevo, sin duda una chica muy especial —arrojo más cizaña.

—Espero no afecte a su desempeño —Responde Christine.

—No debería. —Dice Noelle. —O la envías de patitas a la calle.

Christine sonríe.

Apoyo un brazo en la mesa ¡no me puedo perder esto!

—Debes reconocer el buen gusto de nuestra nueva joven doctora, Noelle. —Inclina la cabeza mientras sus ojos verdes la observan creídos —Celosilla.

—Yo no estoy celosa. —Responde Noelle con tono tranquilo. —Ya soy una mujer hecha y derecha.

Christine asiente.

—Martina después del trabajo a mi oficina.

La aludida suspira. Ángela la mira burlona y acaricia su espalda.

(...)

Martina.

—¡¿Qué hace ella aquí?! —Me indigno exigiendo explicaciones a mamá que, ignorándome olímpicamente, sigue pendiente de sus hojas.

—Si... buenas tardes a ti también Martina —Dice Aida con seriedad. Agita su cabellera rubia —Te recuerdo que yo modelo para ''Edwards'' hace más de seis a...

—Pero no me cuentes tu vida... —Canturreo.

—Bueno, hablemos de la tuya. ¿Cómo va todo con Ángela? ¡¿Y por qué ella no está aquí?! ¡Estuve más de un año fuera del país! —Se indigna.

—Ella llega más tarde. —Digo sin más. —Y nos va maravilloso, por cierto.

—Ya... —Dice con una sonrisita burlona. —¡Estoy impaciente por verla!

—La verás —Dice mamá apenas levantando la vista. —Cada día veo a esa Grant por todos lados.

—Esa Grant es mi pareja —Le recuerdo. —... y acaba de ir por su hermana.

Esa mimada. Imagino que también querrá verla.

—Genial —mamá eleva las cejas y resopla —Más Grants.

(...)

Luego de una reunión con Aida y su equipo, bebemos un café.

—¡¿Dónde está mi amiga la super estrella?! —Exclama Ángela feliz abriendo las puertas de la oficina de mamá con fuerza. Ella y yo fruncimos el ceño.

Aunque por razones distintas, sospecho.

Aida salta y se abalanza sobre Ange, que sonríe mientras la abraza y la carga entre sus brazos.

—¡Ángela viniste! —exclama. Entonces toma el rostro de mi novia entre sus manos y besa su mejilla, muy cerca de la boca.

Ok, esta zorra se está pasando ¡Esa es mi boca! ¡Mi comisura!

Miro a Ángela en búsqueda de una señal de que lo esté disfrutando.

En su lugar su sonrisa es tan encantadora como siempre, Aida se digna a poner sus pies en la tierra.

—¿Cómo has estado? —me mira de reojo y le susurra procurando que yo escuche—Pestañea con el ojo izquierdo si estás contra tu voluntad...

—Ja. Ja —Digo en seco. —Ella está aquí porque quiere.

La mira sorprendida.

—¿Enserio?

Ange nos mira como si fuésemos un par de niñas.

—Si, enserio —Responde. —Me alegro mucho de verte Aida, te ves increíble —Le dice a su amiga.

—¡Tú también! Parece que te sienta bien el hospital. ¿Cómo te ha ido con el postgrado?

—¡Oooh! ¡Tengo tanto que contarte! —Empieza Ángela. —¡Por fin!

Pongo los ojos en blanco. Mamá libera una carcajada, hasta que levanta la vista y queda pegada a la puerta.

—Genial, esto es una invasión. —Declara.

Sorprendida veo a Catalina y... ¿Enrique?

Los hermanos de Ángela, escoltados por el secretario, se acercan a su amiga. Catalina se precipita a abrazarla y Enrique sonriente alaba su belleza.

¿Ese hombre nunca se quita el traje o qué?

—Pssst —Llamo a mamá silenciosa. —¿Él puede estar acá?

—Si —Responde viendo la escena como si fuese lo más aburrido del mundo. — Desde mi punto de vista, es el Grant que menos jode.

¡Es verdad! A él apenas lo vemos.

—Te das cuenta —cuchichea —que, si tienes un hijo de Ángela, se parecerá a estos tres. —extiende la mano como mostrándome, el obvio parecido físico entre los tres vástagos Grant.

—No te pongas a hablar de hijos en un momento así —Gruño.

—Tarde o temprano vendrá esa horrible, horrible conversación —Bromea acariciándome el cabello. —Así como yo la tuve con papá.

Entrecierro los ojos mientras pasa su mano por mi coronilla burlona.

—Recuerdo que tu querías normales. —Digo con rencor.

Ella ríe.

—De cualquier manera, si hubiésemos adoptado una normal, Noelle la haría anormal —Bromea.

—¿Segura que esa no eres tú? —Le tomo el pelo.

—Claro que no. Mírate.

—Si mamá, reboso normalidad.

El hermano mayor de Ángela, luego de intercambiar un par de frases con Aida se ubica frente al escritorio de mamá a una distancia respetuosa.

—Buenas tardes y disculpe la intromisión Señora y señorita Edwards —Enrique se inclina caballerosamente y luego abandona la oficina.

—Este me agrada. —Dice ella viendo desaparecer su silueta por la puerta —Visitas breves.

Con ese no he intercambiado más de un par de oraciones por cumpleaños de Ange en seis años.

Miro a las tres chicas intercambiar palabras casi al mismo tiempo y con la misma excitación.

—Imagino has tenido un largo viaje —Dice Catalina tocándose el pecho con gravedad —Deberíamos ir a comer algo.

—Me parece una gran idea —Dice Aida —Ángela, Martina ¿Vienen?

—¡Claro! —Dice Ange.

—Me lo pierdo sin falta —Bromeo.

—¿Rechazaras la invitación de Aida Florent, Martina? No puedo creer que nos veas como indignos de sentarse en la misma mesa que tú. —Recita con teatralidad. —Ni los Grant se atrevieron a tanto, estoy apenada. —Dice.

Catalina niega con la cabeza.

—Ve —Dice mamá aún con sus hojas en la mano. —Te hará bien distraerte.

—Pero...

—Sandy estará bien —Dice simplemente. —Ahora déjame terminar mi trabajo que quiero irme a casa con mi mujer.

Aida sonríe.

—Que suerte tiene Noelle Edwards de estar siempre en los pensamientos de su esposa—Dice coqueta. —No es lo que veo a menudo.

Mamá sonríe con suficiencia.

—Muy afortunada —Asiente de acuerdo con la susodicha rubia.

Salimos de su oficina.

—Siempre sabes que decir ¿eh Florent? —Comento.

—Anímate, ahora que tus amigas están formando familia deben tener menos tiempo para ti ¿no es verdad? — Hace una mueca lastimera y desliza un par de dedos por mi lacio cabello. — Pobre cosita fea.

Entrecierro los ojos.

—¿Has visitado un calabozo antes?

—Solo por amor al arte —Me guiña un ojo, se adelanta con Catalina.

Siento la mano de Ange acariciar el dorso de la mía y tomarla suavidad.

—Lo pasaremos bien, ¿sí?

Miro sus tiernos e inocentes ojos grises.

—Si —murmuro.

Vamos a comer al lugar favorito de Aida, un restaurant lujoso frente a una florería. Están todos más que encantados de recibirnos y no se hacen esperar para colmarnos de atenciones.

Nos sentamos y miro por el gran ventanal la calle y los locales de al frente, este barrio, destaca por ser muy artístico... y aunque yo no vengo mucho por aquí, las luces que empiezan a decorar el atardecer le dan un toque muy bello.

Quizá salir no sea tan mala idea, sonrío.

—Esa es la expresión que yo quería —Sonríe Aida mientras preparan todo —¿Cómo vas con el gran imperio Edwards?

—Sobreviviré —Digo pegaba en las flores.

—Seguro que sí —Asiente. Mientras Ángela y su hermana no paran de hablar de la comida se inclina y cuchichea.

—Supe lo de su padre...

—¿Ah sí? —Íbamos tan bien pero era lógico que tocaría ese tema — Ya no la molestará más. —Aseguro.

O tendrá que hacerlo sobre mi cadáver.

—No se trata de eso, ese hombre siempre jode —libera una risita que se me contagia. —A lo que voy es cuanto eso puede afectar a Ángela.

—Ella lo tiene más que digerido...

—No me refiero a lo emocional Tina.

Frunzo el ceño.

Me mira como si tuviese cinco años.

—El hecho de que Enrique Grant, un poderoso caballero, con muchos aliados y lame botas, le dé la espalda a su hija, tiene repercusiones que pueden afectar económicamente a Ángela. ¿Acaso no sabes que sus Spa ya no tienen nada que ver con la corporación Grant?

Caigo en la cuenta, jamás Ángela tocó ese tema conmigo. Aida me mira curiosa.

—Descuida, conociendo a mi amiga no lo hizo porque no quiere preocuparte. —En eso toma un refresco de la mesa. Bebe un poco. —Además, honestamente no la veo como el tipo de mujer que se preocupa por ascender escalafones sociales, ni hacerse inconcebiblemente más rica o algo así —Mueve la mano con teatralidad. —Ella es feliz a tu lado.

Miro a Ángela, siempre auténtica, sonriendo feliz y comiendo más de la cuenta. Es adorable.

—Aida—Digo. —Pero ella es mi novia... Y yo soy... —Me detengo. ¿Acaso eso no ayuda?

—Si, eres Martina Edwards, única hija y heredera de los Edwards. Pero ¿y qué? Es sabido que tu madre los detesta, y tú, bien podrías aburrirte de ella. Eso pasa todo el tiempo.

—¡Eso no va a pasar! —Espeto llamando la atención de las hermanas.

—Tan pasional como siempre —Catalina frunce el ceño. —No avergüences a mi hermanita Tina.

—¿Tina? —¿Cuándo le he dado permiso a esta mocosa para decirme Tina?

—No seas amargada cuñada —Me regala su clásica mirada pesada.

Aida libera una carcajada.

—Es que le toqué el punto débil —Pestañea coqueta.

Hago un puchero, sobre todo porque sé que esto me dará un quebradero de cabeza, mi corazón palpita más rápido.

''Ángela es mi punto débil''.

Como en silencio hasta que una mano acaricia la mía, presiono su mano dándome fuerzas, le pregunto a Aida por su viaje y acepto la realidad.

[...]

Samantha.

Me encuentro en un parque, a pesar del calor he decidido quedarme en estos juegos, a Eduardo y a Martín les gustaban mucho, ahora que son preadolescentes de milagro salen de casa.

La sigo y la miro mientras juega, ríe, grita. Corre hacia mí y abraza mis piernas.

—¡Mamá! ¡¿viste eso?!

Siento el corazón lleno de un calor y un amor tan puro y genuino que, hace que una parte de mí que no está en esta escena se sorprenda, pero sienta paz. Toco su pequeña espalda y sus suaves cabellos oscuros y ondulados caen por sus hombros.

—Si lo vi —Le digo a mi hija. —Fue increíble.

Ella sonríe, sus azules ojos brillan de malicia y sus mejillas sonrojadas acusan el reciente esfuerzo físico.

—¡Podría ser una gran deportista!

—Claro que sí. —Acaricio su cabellera con ternura.

—¡Eduardo dice que, si hablar fuese competencia, yo ganaría!

—Y tiene razón —Bromeo.

Ella se ríe, muestra una sonrisita encantadora ausente de un par de incisivos y se va corriendo a subir una escalerita de madera.

De repente vuelvo a sentir que me tocan poco más arriba de la rodilla, antes de pensar en quién o qué es me despierto poco a poco y pienso en mis hijos.

(...)

Abro los ojos, mis sentimientos vuelven a ser normales, y ese amor por... mi hija... queda como recuerdo. Trato de volver a sentir aquello, no puedo.

Cubro mi rostro con las palmas.

''Mendiga madre''

Miro a Chloe que babea su cojín, me burlo internamente de su rostro. Max mueve su colita con suavidad entre un espacio entre sus piernas

''Una pequeña Chloe, de seguro, eso sería nuestro próximo vástago Adrada Valderrama''.

''Tal vez la inventó mi cerebro...''

''Tenía los ojos azules... ¿cómo es qué?''

Miro de reojo a mi impredecible esposa. En eso se gira y queda sobre mí. Exhalo mucho aire

—Chloe... —Murmuro ese nombre que ha estado presente toda mi vida, hasta en mis sueños.

—Sam... —Escucho. La miro velozmente para darme cuenta de que sigue dormida. Me aprisiona con un brazo. —No. —Sonríe.

Recuerdo a la niña del sueño.

—¿Qué cosa ''no''? —Pregunto enternecida.

Guardo silencio a ver si vuelve a hablar

—Ahí no—Dice en un tono juguetón, libera un ronquido.

¿Qué demonios está soñando?

[...]

Martina E.:

—Estás traumada. —Digo entre risas.

—¡Pero te lo juro! —Dice Sam incrédula —parecía hija mía.

—No tienes escapatoria —Bromeo. —Una perfecta mezcla de sus madres. —Lo pienso un poco —Quién lo diría...

—Tres hijos —Dice. —Es algo numeroso a lo que pensaba que sería.

—Nada ha sido como pensabas que sería —Me río burlona, me mira indignada y me da un fuerte golpe en el brazo.

—¡Ay! —Me sobo.

—Te has ablandado.

—Yo no cargo niños—Le tomo el pelo.

Me mira sonriente.

—¿Y tú como vas con eso?

—¿Niños? —La miro—¡Ni pensarlo! — ¡No puedo con eso!

—Ya... ¿sabes que algún día... tu madre joderá con una pequeña criatura del infierno apellidada ''Edwards''?

—Si, pero en diez años —La miro de reojo —hablemos de otra cosa que me está dando ansiedad—Bromeo.

Se ríe.

Sam

—Tal vez cuando tengas hijos, mis hijos ya serán mucho mayores. —Caigo en la cuenta. Los mellizos tienen cinco. ¡No jugarán juntos!

Un momento ¿el toque al final del sueño?

Espero que sea el perro...

—No tu mini Gabi —Bromea.

Ahora la ansiedad me da a mí.

—No habrá mini Gabi. —Lo pienso mejor —Podría ser una mini Sam

—En tus mejores sueños amiga.

[...]

—Y eso fue lo que pasó. —Digo a mi madre Sandra que mira con atención su novela de media tarde.

—Ajá —Dice pendiente de la pareja besándose en la pantalla. Se enjuaga una lágrima.

—¡Hoy era el capítulo final! —exclama emocionada. —Siempre supe que terminarían juntos...

—¡Mamá!

—Si, si, entonces ¿Seré abuela nuevamente? —Pregunta sonriente.

—No lo sé, por eso estoy acá.

—Ahh... ¿quieres que decida yo? —bromea.

La miro con seriedad.

—No.

—Hija, lo que tenga que pasar, pasará. Si no quieres está bien, si quieres... ¡Será tan bella como ustedes! ¡tendrá noche de chicas con las abuelas! ¡Le compraré zapatos a la moda, vestidos...! —Empieza.

Mamá se pone a decir todo lo que haría con una nieta que no hizo conmigo. Me doy por derrotada con ella.

—¡Sam! —Mi madre, Fernanda, llega a casa. —¡que alegría verte por aquí! ¡¿Cómo está Chloe y los niños?! —Me abraza y besa.

—Todos bien —Digo —Están en casa de sus abuelas.

—Esas acaparadoras —Bromea ella. —Le dije a Ale—Empuña su mano.

Río un poco.

—¿Qué hay de nuevo? —Pregunta dándome una palmada amistosa en el hombro.

—Seremos abuelas nuevamente. —Dice mamá

—¡¿Enserio?! —Me mira perpleja. Sus ojos azules se iluminan y me hacen sentir alegría y miedo.

Yo vine aquí porque quiero volver a ser la hija... pero no, están todos confabulando al parecer para hacerme madre nuevamente.

—¡No! ¡Aún no lo decido! —Gimoteo.

—¿Y Chloe? ¿Qué opina? —Pregunta mamá Fer.

—¡¿Chloe?! Conociéndola fue la que comenzó todo esto —Se carcajea mamá. —Ya te tiene arrinconada de nuevo ¿no es así?

—¡Si! —Se me escapa —Es decir ¡No! —Recuerdo que es mi esposa. —¡No sé! —Vuelvo a gimotear.

Ellas me miran comprendiendo la situación.

—¿Ustedes no quisieron otra hija? —Pregunto.

Se miran.

—Hmm siempre fue un rotundo no de ambas. —Dice mamá Fer. —Bueno más de Sandra que mío—La mira burlona.

—¿Tu querías otro bebé? —Se sorprende mamá.

—No, pero hubiese sido lindo.

—¡Pudiste haberlo dicho!

—Con una me parece suficiente —Calma la situación.

Las miro atolondrada por el cambio de dirección de todo esto.

—Amor si quieres otra aún es tiempo —Dice mamá.

—¿Enserio? —Dice Fer.

—¿Tendré un hermanito ahora? —Gruño.

Ellas ríen.

—Amor si quieres tener otro bebé me parece maravilloso —Mamá Sandra acaricia mi cabello conciliadora. —Yo estaría muy feliz de tener otro nieto —me guiña el ojo —O nieta.

Lo piensa un poco.

—Ojalá se parezca a ti. —ríe cruel a lo que mamá Fer responde con una risotada.

—Ya me gustaría ver una hija de ambas. No puedo imaginarlo. —Se toca las sienes. —¡La amaremos muchísimo desde luego! ¡Será una ternura! ¡El tesoro de sus abuelas! —Exclama.

Mamá Sandra asiente y las miro pensando tan solo por un momento que Chloe está embarazada y tendremos una tercera hija.

Sera una niña muy querida por su familia, sin duda, por sus abuelas, madres y hermanos. Ya tenemos más experticia con esto de ser madres, y solo es una (espero) a diferencia de los mellizos que nos tenían atadas con el tiempo. En cuanto al dinero podríamos organizarnos.

¡Estoy tomándomelo enserio!

Me toco la palpitante sien.

—Samantha no te estreses —Mamá Fer me tranquiliza —Aún no ha pasado nada.

—Si... —Digo.

Debo confiar en Chloe.

[...]

Martina E.:

—¡Estoy embarazada!

Quedo de piedra.

Ángela queda de piedra también, abre sus ojos grises con urgencia.

Me mira, la mira.

Luego ambas la miramos sin saber que demonios decir.

No porque sea una mala noticia, es porque estoy segurísima de que Samantha no lo sabe.

—Chloe... —Empiezo.

—¡No sé como pasó! —Gimotea.

—Fuiste a una clínica no jodas —Frunzo el ceño.

—Jejeje, pero así suena más poético —Mira hacia un cielo invisible con ilusión.

—¿Por qué hiciste eso? —Pregunto.

—¡Yo respeto a mi Sam! —Comienza —Pero...

—Pero... —Digo tragando saliva.

—¡Quiero que mi bebé alcance a jugar con sus hermanos! —Exclama. —¡Por Samantha esperaríamos diez años más!

—¿Ellos saben? —Pregunta Ange.

—Claro que no, me enteré hoy en la mañana .... —Se toca las mejillas —¡Y no me pude contener el chisme! —Exclama. —¡Aunque sea sobre mí!

Ange libera una risita.

—¡Felicidades! —Abraza a Chloe. Ella sonríe, puedo notar sus ojos brillantes de emoción. No me aguanto y me lanzo a sus brazos.

—¡Felicidades! —Cierro los ojos oliendo su dulce aroma tan familiar, deseándole con todas mis fuerzas lo mejor —¡Lo siento! ¡Me llevé tremenda sorpresa! —Gimoteo.

Nos separamos, como por inercia bajamos la vista a su vientre. Chloe sigue tan delgada como siempre.

—Jejeje —Dice. — Ahora dime como carajos se lo digo a Sam sin que me pida el divorcio. —Coloca ambas manos en su cintura.

—Uh, no esperes milagros —Bromeo. —Sam odia las sorpresas. Por ella tendría todo su día cronometrado.

—¡Lo sé! ¡Es una cerebrito! —Se toca el cabello con impotencia. En eso mira a Ange.

—Ni se te ocurra contarlo Ange ¡eres pésima ocultando cosas! —la señala.

—¡¿Cómo se te ocurre?! —Exclama extrañadísima. —Soy una tumba —Declara.

...

—¿Puedo contárselo a Omar? —Sonríe.

—¡Omar es el más chismoso! —Sentencia —Se lo contará a Jo, Jo a Trini ¡y si Trini sabe, el hospital entero lo sabrá!

—Tienes razón —Lo piensa. —Muy bien, tienes mi silencio.

—Genial, porque no sé como decirlo. —Ella traga saliva y por primera vez, puedo notar nervios en su persona. Tal vez porque con los chicos, todo fue muy planeado —Creo que me pasé un poquito. —Dice.

—¿Un poquito? —gruño.

—¡No seas aguafiestas Tina! ¡Está niña será una bendición para nuestra familia!

—Por supuesto que lo será —Espero que para Sam sea lo mismo...

Nos miramos con Chloe.

Ella rompe en llanto.

—¡Lo hice de impulsiva! —Gimotea. —¡¿Ahora qué hago?! ¡Tarde o temprano se dará cuenta! ¡Si me pide el divorcio me muero! ¡No puedo con tres hijos! —Lloriquea.

Parece una adolescente de quince escondiendo la panza a sus padres.

—Chloe, no seas dramática. Sam no te dejará. —Sonrío. —Ella te ama... y te conoce. —Sabe que se puede esperar cualquier cosa de esta mujer tan... especial. —Ahora no esperes que esto no le haga mucha gracia al principio si no pudieron organizarse juntas.

—De cualquier manera, debes decirle —Dice Ange —A mí me gustaría que me dijeran. —murmura. La quedo mirando —Ya sabes... para tener la ropa del bebé lista.

—¿La ropa lista? —La miro entretenida —Necesitará más que eso.

—No jodas ¿Estás embarazada tu también? —Pregunta ella.

—¡Oh por dios no! —Respondo.

—No se hagan—Chloe nos mira —Me gustaría que tus hijos alcancen a jugar con los míos —Dice poética

—Quiero a tus hijos alejados de mi progenie. —Le advierto mirando su vientre.

—¡Bah! ¡Mini Gabi y yo no las necesitamos! —Exclama.

—Veo que ya tienes un nombre. —Murmuro.

No. A Sam no le hará ninguna gracia.

—¿Cuándo le dirás? —Pregunta Ange.

Chloe vuelve a impacientarse

—¡No sé! ¡No sé cuando es el momento perfecto!

—Bueno, tienes un tiempo antes de que se note. —Digo. —Cuentas con todo nuestro apoyo en esto.

¡Menudo notición!

—¡Lo sé chicas! —Gimotea. —Supongo que le haré pasar un día especial... y cuando esté relajada, feliz, tranquila y plena ¡PAF! —Da un golpe con sus palmas.

—Le va a dar un infarto... —Río. —Solo piensa bien el momento...

Por que ni a mi se me ocurre.

Samantha...

Se supone que soy su mejor amiga, pero Chloe me confía esto...

¡Si sabe que le escondo algo de esta magnitud jamás me lo perdonará!

Me siento nerviosa.

—Martina, ni una palabra—Los ojos dorados de Chloe me ven con una frialdad impropia de una futura madre. —Yo me encargo de esto.

—Lo sé. —Digo. ¡Juro que no quiero pasar sobre Chloe! —Es solo qué...

—Imagino que debes tener sentimientos encontrados —Asiente —Pero yo confío en ti —Me mira manipuladoramente.

Me rindo.

—Solo prométeme que le dirás pronto —Junto mis palmas.

—Lo haré —Dice.

Chloe abandona nuestra casa, cierro la puerta y veo a mi novia devolviéndome la mirada sonriente.

—Pobre Sam —libera una risita y yo la sigo.

No es que nos burlemos de ella, es que estamos jodidamente nerviosas por todo esto.

¡Seré tía!

Camino hacia Ange y la abrazo. De pronto esos nervios se transforman en felicidad y siento un calor en mi pecho imaginando a mis amigas. Las amo con el alma, una lágrima amenaza con salir de mis ojos.

¡Estoy feliz!

Ange libera una risita y me acuna besándome la coronilla.

—A Sam quizá le sorprenda y le moleste un poco, pero cuando vea esa pancita crecer y tenga a esa bebé en sus brazos olvidará todo —Asiente Ange segura de sus palabras.

Asiento en silencio rogando que así sea.

—Tu... —Empieza ella. La quedo mirando. —Olvídalo. —Dice.

—Ya empezaste —digo—Solo dilo.

Ella se rasca el mentón.

—¿Quieres tener hijos... ya sabes, que jueguen con los de Chloe y Sam?

—Descuida, puedo esperar —Le guiño el ojo.

Ella se ruboriza.

—¿Acaso piensas tenerlos... conmigo?

—¿Con quién más? —pregunto.

Solo con ella me atrevería a algo así... y es que... llevo estas ultimas dos semanas pensando en como pedirle que se case conmigo.

Observo su bello rostro, sus ojos sinceros y algo sorprendidos.

En eso sonríe.

—Sin duda serías una hermosa mamá. —Me mira sonriente.

—¿Ah sí?

—Ajá, no tengo ninguna duda. —Me suelta un poco—Muy dulce, tierna, algo posesiva.

—¿Cómo qué posesiva? —Yo no soy posesiva.

—Solo me pregunto si serán pequeños Edwards o pequeños Grant. —Dice burlona.

—Es obvio. Pequeños Edwards, y tú también, porque todos me pertenecen —Asiento.

—No, no eres posesiva—Gruñe. Se apunta —Soy Ángela Grant, no lo olvides chica —Coloca una expresión creída muy parecida a las que hace su hermana.

Nos miramos desafiantes.

¿¡Cómo se lo diré?!

Pienso en todos estos años, en lo que sé de ella, en lo que he aprendido de ella.

[...]

Chloe.

—¡¿Cómo se lo voy a decir?! —Pregunto al cielo con los brazos extendidos.

—¿Qué haces? —Sam me mira con su expresión clásica de chica aburrida.

—Pensar en ti mi amor —Digo con una mano en el pecho. —¡Estás más radiante que nunca esta tarde!

—Eh, gracias. —Me mira algo extrañada—Tú también te ves radiante —Sonríe.

Detrás de ellas llegan Trini, Jo y Emma.

—¿Qué hay chicas ya se van? —Pregunta Jo.

En eso me ve.

—¡Chloe! ¡Te ves radiante! —Me dice poética —¡Brillan tus ojos!

''¡Es por el embarazo!'' pienso.

Trini me mira malévola.

—Debe haberle tocado. —Le da una sonrisita a Emma, me miran burlonas.

—No, pero podría tocarme —Miro a Sam como el lobo feroz que soy. Ella se sonroja.

Ok ya olvidé el tema principal.

Llegamos a casa, les digo a los mellizos que veremos una película y me llevo a Sam al dormitorio hasta ser interrumpidas por Martín cargando a Maxi. Luego la sigo besando.

Y la verdad, ya es historia.

Pero no puedo evitarla para siempre.

¿Cómo decirlo?

[...]

Martina.

El gran día mis manos están temblorosas y sudadas, cualquiera pensaría que es el primer día en que doy un discurso o que recibo gente para un evento. No es así, aunque quizá si sea un primer discurso, hay tantas personas... relacionadas a las distintas actividades de mi vida actual.

Iniciamos actividades, mamá da las gracias a los invitados, presenta a algunas personas, premian a otros, discursos por aquí y por allá. Hasta que por fin estamos libres, apenas la gente comienza a ponerse de pie y animarse el ambiente. La tensión vuelve a mí.

—Ufff —Boto tanto aire que me mareo.

Una mano retiene mi avance hacia atrás. Miro hacia mi lado y veo a Ángela tocando con suavidad mi espalda baja. Lleva un traje oscuro reluciente. Su camisa, esta algo abierta en el pecho, suspiro enamorada.

—¿Estás bien? —Me acaricia con suavidad —Si te sientes mal no tienes que forzarte. —Se acerca un poco ignorando que eso no ayuda —Nos fugamos y nos vamos al demonio en mi camioneta a recorrer el mundo —Dice con cara de cómplice mirando a ambos lados.

Toco su brazo.

—Aunque nada me parece más atractivo que escapar contigo y recorrer el mundo, tenemos cosas que hacer hoy.

—¿Tenemos? —Me mira curiosa —Hoy planeaba solo ser una cara bonita. —Estira la boca coqueta. —Soy la dama de compañía de la señorita Edwards; mi trabajo es ser sexy, no pensar. —Hace una mueca.

—Claro que lo serás. —Reprimo todas mis fuerzas en darle una nalgada. —Agradezco que estés aquí. —Hago una inclinación respetuosa, tomo su mano y la beso con caballerosidad.

—Me sonrojas, claro que vendría. —Dice cohibida cuando la suelto.

—¿Ah sí?

—¡Necesitas mi apoyo! —Dice con seguridad.

La miro entretenida. ¡Es tan linda!

—Ángela —susurro.

—Martina —Dice animada repitiendo mi tono y mirándome con interés.

Nos miramos desafiantes, sonreímos.

—¡Miren este par de enamoradas! ¡Se pierden las una en la otra! —Escucho la desagradable voz de una de las personas que animan y presentan invitados —¡Martina Edwards! ¡Hija de Christine! ¡Tal palo tal astilla! ¡Te ves radiante! —Catalina, con un vestido azul y un maquillaje despampanante sonríe tan falsamente como ella puede, sonríe a la cámara, me besa la mejilla como si fuésemos íntimas y vocifera —¡Mi cuñada! —Guiña el ojo a la cámara, el camarógrafo sonríe embelesado —¿Cómo va la historia de amor? ¡Romea y Julieta! ¡Señoras y señores! ¡El amor nace en el seno de dos familias rivales! ¡Algo que considerábamos imposible! —Abre un poco los ojos. —Créanme.

Sonrío con todos los presentes atentos a la conversación.

No te libraras de mí, perra.

—La historia de amor va excelente. —Digo.

—Si —susurra Ángela.

—¡Hermana! —Catalina la abraza —¡Ángela Grant! ¡Mi distinguida hermana mayor! ¿Cómo va ese nidito de amor con Martina? ¿Tienen planes a futuro?

—Este... —Dice ella incómoda —Tendríamos que conversarlo. —Da un respingo —Aunque va todo bien —Levanta el pulgar torpemente—Ella es increíble.

—Tú eres increíble, ternurita —Dice esta pellizcando su mejilla con suavidad haciendo reír a sus colegas. —¿Cierto Edwards? —Me acerca el micrófono.

Dentro de esa mirada amigable siento la dureza de su mirada. Quiere que no queden dudas de que su hermana está conmigo y de que la amo. Quiere el reconocimiento que otras personas no le han dado. Ella desde luego sabe que haré ahora, porque ha sido el primer secreto que he compartido con ella... y por eso está aquí esperando a que haga algo.

—Me gustaría que te quedes un instante más con nosotras cuñada —Digo con serenidad. —Que nos acompañes en este momento especial...

—¿Especial? ¿A que te refieres? —Pregunta ella.

Ángela nos mira confundida.

Rápidamente siento una estela de nervios recorrer mi cuerpo. Miro a mi alrededor y puedo ver a Sam mirándome con seriedad. Chloe se ve emocionada, mamá Noelle que andaba por allí con mamá se acerca con curiosidad. Me da una mirada, que se queda pegada en mis ojos, creo que ahora mismo acaba de comprender que sucede. Se queda ahí plantada no queriendo perderse nada.

—Me refiero a que quiero aprovechar esta gran ocasión, junto a mi familia y seres queridos... —Digo pausando mi voz —Para hacer una proposición... miro a Ángela y saco una pequeña caja negra cuadrada.

Se escuchan voces, exhalaciones, exclamaciones y vítores.

Mi mano tiembla. Espero nadie lo note.

Catalina abre los ojos y la boca con sorpresa, se la cubre. Apremia al camarógrafo que enfoca no queriendo perder nada de la ocasión.

Ángela está perpleja, ahora las hermanas Grant se parecen más que nunca.

—... Una proposición que me gustaría compartir con las personas que significan todo para mi —Digo esperando a que mi voz no tiemble también. —Y a las personas que estén viendo esto.

Me arrodillo.

Escucho un gemido, es mi madre, Noelle, conozco sus hipidos desde... buenos desde que la conozco.

—Ángela, eres ese amor, que no esperaba. He aprendido a conocerte, incluso sin saber quién eras realmente... he sido tu colega, tu rival, tu cómplice e incluso tu match —escucho unas risitas—tu amiga, tu pareja y... puedo decir con certeza a todas estas personas que eres una mujer realmente bella—Observo sus tiernos ojos grises— agradezco haberme dado la oportunidad de conocerte. —Me sincero. —Eres mi compañera de aventuras, de viajes, de alegrías y de penurias... quisiera seguir compartiendo mi vida contigo, ahora como tu esposa... si tú estás de acuerdo. —Independiente de su respuesta necesito decírselo así que ahora no me tirita la voz. —Te amo, mucho...

Veo el rubor bajo sus ojos.

—¿Quieres casarte conmigo?

Ángela está perpleja, algo ruborizada, mirando hacia mi sin mover un músculo de la cara.

...Y, Catalina por primera vez en pantalla, se calla.

Silencio...

Este instante solo puede romperse, con la voz de la protagonista de esta noche.

—Yo... —Balbucea, estoy consciente de que las cámaras la incomodan, quizá no fue la petición perfecta y privada que tal vez ella querría. Pero quería que todos, y entre ellos Enrique Grant, supieran que amo a esta mujer y que no permitiré que le falten el respeto, ni mucho menos que hagan como que no existe.

Su existencia me llena de felicidad.

—Diablos Martina me dejaste en shock —Ángela se recupera y libera una risita nerviosa.

Sus ojos vuelven a tener la picardía natural de cuando hace bromas.

—Dios, no sabía... —Se detiene e inhala una gran bocanada de aire.

Me mira, nos miramos fijamente.

Sonrío y ella a su vez.

—Yo acepto —Responde.

Si yo dije algo o ella a mí, quedó enmudecido por los bramidos de la multitud ensordecedora. Gritos, aplausos, vítores y diversos sonidos que no logro descifrar debido a la emoción y los nervios. Ángela toma mi mano y entiendo que es tiempo de ponerse de pie. Tomo su mano temblorosa y con la mía en iguales condiciones, le coloco el anillo en el dedo anular. Me sumerjo en sus brazos al tiempo que ella me abraza y me besa. Cierro los ojos totalmente entregada a sus brazos y desconectada de todo lo que me rodea.

Cuando nos separamos es todo diferente.

Ella es mi prometida.

Noelle.

Seco las lágrimas de mis ojos, que rápidamente son reemplazadas por otras. Quito la mano de mi boca que no sé en qué momento puse. Inhalo mucho aire porque no puedo permitirme perder este momento.

Se siente como una etapa, en que mi hija, mi pequeña... pronto formará su nueva familia.

Martina... mi hija.

No puedo creerlo, no hace mucho era la niña que se escabullía de clases... ahora declaró su amor a la persona que quiere que la acompañe en su vida.

Esto es demasiado para mí.

Mi corazón late con fuerza, un calor de felicidad se enciende en mi pecho. No sé que pasó con mi equilibro, pero unas manos firmes tocan mis hombros y me estabilizan.

—No puedes perderte esto —apremia Christine con suavidad aún con la mirada puesta en Martina.

—No —Digo apenas —Yo...—Apenas le doy una mirada y vuelvo rápidamente a ella.

El pálido rostro de Christine ha sido bañado por un par de lágrimas, mira la escena con absoluta ternura... y es que nuestra hija ha crecido tanto.

Recuesto suavemente mi espalda en su pecho, sus brazos rodean mi cuerpo y nos quedamos ahí. Siendo una el apoyo de la otra, como lo ha sido durante todos estos años.

Esos brazos... son mi hogar.

Chloe.

Libero un hipido

¡Mi Tina Tequila ya no es tan Tequila!

Nos abrazamos, Sam sonríe y besa mi mejilla.

¡Me alegra tanto que Martina haya encontrado a su Sam!

—Chloe... —Dice con suavidad —Estoy tan feliz por ellas que se siente como si fuese mi boda —Sonriente me acerca más hacia ella. —Cásate conmigo de nuevo —Declara. Me besa mientras libero una risita.

—Tu ya eres toda mía, con o sin papel.

—Ya quisieras.

—Siempre lo fuiste —asiento.

Esa es una verdad, muy verdadera, de entre todas las verdades.

Ella libera unas carcajadas.

—Aunque siempre me salgas con tus locuras.

Trago saliva sintiendo su mano muy cerca de mi vientre. Siento que, si lo toca, se dará cuenta al instante.

—Hablando de eso... —Empiezo.

Jejeje.

—¡Vamos a felicitar a las chicas! —Exclama ella haciendo caso omiso de mi intento de contarle la verdad.

¡Ni modo!

—¡Vamos! —Apremio. Cuando Martina deja de ser agasajada por sus madres y abuelos nos la raptamos.

—¡Martina! ¡Fue increíble! —Concedo. —Bien pensado —Asiento.

Mi amiga es una excelente estratega.

No puedo decir lo mismo de Ange pero la queremos, me alegra que Tina haya elegido estar con una mujer como ella.

—Ángela Grant —Gruño luego de abrazarla—te llevas parte importante de mi harem. —No importa, queda tía Christine. —Pero hablando en serio, les deseo mucha felicidad —Asiento. —Martina, eres como mi prima más malvada y te amo.

—Gracias Chloe —Acaricia mi cabello

Sam.

—Martina—la abrazo, ella sonríe en mi hombro —Felicidades, lo lograste chica lista —Palmeo su espalda. —R.I.P —Bromeo.

Ella se carcajea.

—R.I.P para ti también, potra. —Se carcajea.

¿Potra?

Catalina

—¡Hermana! —Chillo cuando me puedo escapar del trabajo. Luego de la proposición de mi futura cuñada ¡tuve que cubrir todas las reacciones de los invitados! Cuando la señora Edwards me amenazó con encerrarme en el calabozo cortamos las entrevistas.

Me impulso a sus brazos y ella me sostiene.

—¡Felicidades! ¡Tal vez sea una Edwards! ¡Pero te ama! —Gimoteo. Martina hizo bien, nunca confié en ella, pero debo reconocer que tiene agallas y demostró su valía.

—¿Cómo que tal vez sea una Edwards? —Escucho con frialdad.

Sonrío.

—Bien hecho Martina, tal vez tengas lo necesario para ser una Grant.

—No quiero ser una Grant.

—¿Cómo que no? —pregunta Ángela. —Si te casas conmigo seremos una familia.

—¡Y lo seremos! —Martina da un respingo, me mira con desconfianza una fracción de segundo.

—Ya es hora de que dejen eso de los apellidos —Dice Ángela. — Serán cuñadas, por ende, familia.

—Y nada es más importante que la familia —Dice Omar apareciendo. —Ángela, somos amigos por como dos décadas ¡¿Y soy el último en enterarme?!

—No hagas drama —Gruño —¿Cómo iba a saber ella que le propondrían matrimonio?

Ángela me queda mirando.

—¿Tú sabías?

Sonrío muy orgullosa de mi misma.

—¡Por supuesto que sí! ¿Qué esperabas? —Después de todo soy la cuñada de Martina Edwards —Tengo un gran corazón ¿ah que sí? —Asiento.

Silencio...

—¡Felicidades Angeee! ¡Martina! ¡Chicas! ¡Me encantan! —Omar abraza a las chicas.

¡Me ignoraron!

Tomo un trago de un mozo que iba pasando por ahí y los miro intercambiar risas, abrazos y cumplidos. Asiento sumergida en distintas emociones. Mi hermana es feliz en este momento ¡desde luego que lo estaré con ella!

—Empezaste con tus caras estúpidas —Escucho una vocecita cantarina.

Miro a Aida frunciendo el ceño.

—Tardaste en llegar.

—¿¡Cómo es que mi amiga Ange se va a casar!? ¡¡Enserio!! —Cubre su boca.

Antes de que diga algo corre hacia ella.

Ángela ya acostumbrada a los saltos de Aida la sostiene, cuando se sueltan golpea su hombro.

—¡Te deseo mucha felicidad! —Gimotea emocionada.

—¡Martina! —La abraza también — ¡Me alegro mucho por ti! Aunque admito que jamás pensé que te casarías primera que yo —Sonríe. —Estaré sentada esperando la invitación por supuesto. —Dice con propiedad con una mano sobre su pecho.

—Quédate sentada esperando —Se carcajea Martina.

—Por supuesto la familia Florent nos honraría con su presencia —Responde mi hermana con una inclinación educada.

—Arruinas mi matrimonio. —Replica su novia.

—Todo se puede revertir —Dice Aida como si nada.

—¡¿Revertir qué?! —Espeta indignada.

—Guiña el ojo derecho si Martina te forzó a aceptar—Hace como que susurra a Ange, pero lo dice lo suficientemente fuerte para que nosotras la oyésemos.

Me río, estas dos no cambian.

[...]

Horas más tarde.

Mansión Grant.

—¡Eso es una abominación! —Espeta el Sr. Grant, padre.

—Esa abominación, ha hecho muy feliz a mi hermana —Masculla Catalina con su habitual tono delicado.

—Debo admitir que me sorprende —Dice Enrique Jr. —Supongo que solo dos mujeres pueden tener una relación tan cursi.

—¡¿Qué sabes tú?! —Exclama Catalina burlona. —Ni siquiera te has tomado un té con ellas.

—Estoy demasiado ocupado trabajando para que esta familia siga siendo la más distinguida de este país.

—Pues Edwards te podría derrotar —Responde ella.

—A eso quería que llegarás hermanita —Dice Enrique con su habitual tono creído. —Padre ¿acaso no ves lo conveniente que es que ella esté con la heredera del clan Edwards?

—No. —Dice tajante.

Enrique Grant abuelo, hasta entonces muy callado, asiente algo vacilante desde su puesto.

—Desde luego es conveniente, es innegable que Martina Edwards y Ángela Grant son una pareja poderosa. Pero no me gusta verlo de esa forma—Dice él. —Es mi nieta... después de todo.

—Blando —Masculla su hijo.

—Aunque es una bonita vista, a que sí. —Dice Enrique Jr sonriente—Tal vez un hijo mío, podría conquistar a una hija de ellas. —Murmura pensativo mostrando un ceño igual a su padre y abuelo.

—Ustedes me repugnan —musita Catalina haciendo que los tres reparen en ella. —Nuestra hermana, hija y nieta está siendo feliz, eso es lo que importa.

Su padre libera aire pesadamente.

—Tienen a Ángela —se defiende este.

—O Ángela la tiene a ella —Recita poéticamente Catalina.

—¡Catalina!... —Empieza su padre.

—¡Ya basta! —El abuelo interrumpe —Dejarán a Ángela en paz, en especial tú Enrique. —Mira a su hijo—Esta es la última de mis voluntades.

Los jóvenes Grant comparten una mirada de complicidad ante el súbito silencio de su padre.

[...]

Chloe.

—...Y eso fue lo que pasó —Cuento mi último e intenso mes.

—¡Chloe! ¡Esta es una de las cosas más irresponsables...! —Mamá Kate me mira el vientre. —No sé para qué me molesto... ¿estás segura?

—Si —Asiento.

Lo juro por mis atracones de comida.

Se sienta vacilante, me mira y toca mi vientre. Esos ojos tan parecidos a los míos están realmente preocupados.

—Debes decirle a Samantha. No sé como no lo has hecho.

—Es que... no se ha dado.

—Chloe —Dice mamá simplemente.

Usa ese tono de voz de madre, que provoca la sinapsis neuronal milagrosa que te hace entrar en razón.

[...]

—¡No sé como decirle! —Gimoteo luego del trabajo.

—¡Chloe! ¡Deja de darle vueltas y dile! —Espeta Martina ya harta.

—Pero ¿y si se enoja?

—Si se enoja tendrás que darle su tiempo. Además, no hay forma de decirle algo así sin que se sorprenda—Al ver mi expresión se apiada.

—Solo di —Carraspea —''Amor, siento no avisarte esto, pero me preocupaba tu reacción, estoy embarazada''

—¡¿Qué?!

—Vamos Chloe, es Sam. Ya tienen dos hijos, dale más crédito —Digo burlona. —Ella sabe con quién está.

—¡Lo dices como si yo fuese impredecible!

—Si buscase impredecible en el diccionario saldría ''Chloe''. —Se carcajea. —¡Ahora vete y dile a tu mujer que estás preñada!

[...]

Samantha.

Chloe llega del hospital, me encuentro en el sofá leyendo.

—Bienvenida—Digo viéndola de reojo hacer el recorrido de siempre a la habitación de los chicos, la suya y volver.

Me sorprende cuando se sienta a mi lado y me abraza... bastante fuerte.

La abrazo a mi vez.

—¿Está todo bien? —Susurro besando su coronilla.

—Si... —susurra. —Sam...

—¿Sí?

—... —Se mantiene en silencio mirando a un punto fijo, como si pensara como decirme lo que me tiene que decir.

—¿Qué ocurre?

—Pasa que... hice algo —Cubre sus ojos rápido. Veo una lágrima ser secada con rapidez. —Yo... —Siento una desagradable sensación en el estómago. —Fui a una clínica y... por favor no reacciones mal.

Se toca su vientre. Mi expresión cambia, mis oídos no escuchan más que un zumbido y mis ojos se nublan, poco a poco digiero lo obvio.

—Tú... —Digo roncamente —No puede ser.

Miro hacia abajo como si esperase ver una patadita.

—Estoy embarazada—murmura.

—... —Cierro los ojos y me quedo en silencio.

[...]

Martina.

— ¿Para qué es todo eso? —Veo a mamá mover plantas y flores de aquí a allá.

—Es para tu boda—Dice animada. —¡Mi hija se casa! —Da un par de pasos, sus ojos se vuelven cristalinos, como siempre que recuerda el evento. —No puedo creerlo —Dice por enésima vez.

—Madre... no te desmayes —Bromeo.

—¡No prometo nada! —Responde. Me abraza rápidamente y sigue con lo suyo.

(...)

—¿Segura de que no fui muy escandalosa? —Pregunto a Ange.

—Querida tu eres escandalosa —Se sienta a mi lado mientras se sirve algo de beber. —Pero descuida. Entiendo tus razones.

Si, Ange lo sabe.

—Solo quería que supiera todo el mundo que te amo —Digo simplemente.

—Si te hubiese dicho que ''no'' hubiese sido un video viral —Lo piensa divertida.

—Desgraciada —Gruño. —Sabía que aceptarías —Digo creída.

—No vi eso en tus ojos —Se ríe bajito.

Me sonrojo.

—Bueno, ahora no te queda otra que decirme ''acepto''.

—Eso si te portas bien. —Mueve las cejas coqueta —Aunque... si tengo una pregunta.

—¿Cuál?

—¿Tomaré tu apellido?

—Obvio —Asiento.

Ella frunce el ceño.

—Yo soy una Grant. Recuérdalo, chica.

—¿Qué sugieres?

En eso sonríe.

[...]

Samantha.

—¡Chloe! —Digo con miles de sentimientos y emociones luchando en mi interior por salir a flote. —¡Cada día te superas! —Chillo. —¿Cómo es eso posible? —miro hacia cualquier lado buscando una explicación.

Soy tranquila, amo la calma, la paz y la tranquilidad.

Me adapto a los cambios...
¡Pero esta mujer a veces me vuelve loca!

Espero los chicos no se hayan asustado por mi voz. ¡Me descontrolé!

—No me pidas el divorcio —Gimotea Chloe.

—¡¿Cómo te voy a pedir el divorcio?! —Espeto. ¿Embarazada? ¡No soy un monstruo!

Nos quedamos mirando, yo enojada y ella mirándome simplemente, sus ojos cristalinos miran al suelo.

Reparo en que... a pesar de todo esto no puedo tratarla así en ese estado.

¡Pero es que...!

—¿Cómo te has sentido? —Pregunto ronca.

Recuerdo todas las consideraciones que tuvimos que tomar cuando éramos primerizas.

Bueno al menos ya no lo somos... espiro todo el aire de mis pulmones hasta el punto de ver lucecitas. Siento un relajo.

—Hay días en que es más evidente —susurra.

Frunzo el ceño, no recuerdo ningún cambio en particular, excepto que comió mucho...

—Dulce —Gruño. Asoma una tímida sonrisita y la miro horrible ¡esta no se la voy a perdonar fácil! ¡No sonrías!

[...]

Meses después.

Día de la boda.

Ángela Grant.

Trago saliva, uso el traje blanco que me obsequió el abuelo. Fiel a nuestras tradiciones, acepté este color, aunque no tenga nada que ver conmigo.

La otra fue la guerra para no celebrarlo en una iglesia.

Llega a mi el día en que ingresé al Hospital a trabajar ocultándome de las Edwards, se ve como si fuese en una vida pasada.

No fue hace tanto... pero en vista de como han cambiado las cosas, ¡estoy a punto de casarme!

Mi corazón late con fuerza ¡Estoy feliz y asustada! como cuando sabes que tu vida va a cambiar.

—¡Hermana! —Catalina entra y me ve en mi vestido blanco de arriba abajo. —¡TE VES FABULOSA! —Chilla.

—Lo sé. —Bromeo sintiéndome extraña. Es una suerte de vestido blanco y sobrio que usaría cualquier mujer Grant para casarse.

Menos yo.

—No sé por qué accedí a esto —Me arrepiento. —¡Se supone que hoy es mi gran día! —Hago maña.

—Ve como gustes —Dice Catalina —Pero considera que te ves bella y haces feliz al abuelo.

El abuelo entra a mi habitación.

—¡Ángela! —Se sorprende. Mi arrepentimiento me abandona en cuanto veo sus ojos brillar de tal manera que se le escapa una lágrima. Se seca. —Por Dios te ves hermosa.

Me inclino y lo abrazo.

—Así no llevas a una novia desprolija al altar —Repito las palabras que el usa con mi forma de vestir.

—¿Altar? —susurra él. —Yo no te llevaré al altar, apenas puedo mover esta silla.

Miro a mi hermana en busca de respuestas.

—Pero tu dijiste que debía acompañarme un varón de apellido Grant —Gruño.

Estúpida familia y sus tradiciones. ¡A Martina la llevará su madre!

Pienso en la mía... que no me puede acompañar este gran día... ¿Me verá? Espero con todo mi corazón que sea así.

Levanto la mirada para ver a Catalina pegada en mí, sumergida en sus pensamientos.

—A todos en la familia nos gustaría acompañarte en tu gran día —Dice. Ok, olvidó a papá, del que no se nada. —A mí me encantaría —Dice señalándose orgullosa de sí misma. —Pero ya hay alguien que te llevará.

Frunzo el ceño dudosa solo para ver a Omar entrando a la habitación.

—A mi no me mires, yo me encargué de la despedida de solteras —Sonríe mirándome de arriba abajo. —Te ves bella Ángela ¡una novia radiante!

¿Van a estar todos aquí dentro o qué? ¡Ni mi padrino está en la ceremonia!

En eso mi hermano entra en la habitación, se acomoda la corbata mientras me mira de arriba abajo.

—Pero ¿a quién tenemos aquí?... te ves hermosa hermanita —Dice sonriente.

Siendo Enrique es lo más agradable que puede salir de su boca.

Gruño viéndolo hacer una caballerosa inclinación.

—Quizá no soy el que esperabas, pero permíteme ser quien te acompañe este gran día —Dice. —Es un verdadero honor ser el Grant elegido para llevarte al altar. —En eso me da una miradita extraña que me hace sentir que este idiota es mi hermano. —Si tú quieres claro...

Se me escapa una lágrima, siento que hoy todo me hace llorar.

—Esta bien —digo simplemente. El abuelo sonríe.

—Así es como debe ser, un matrimonio Grant —Asiente con orgullo.

Frunzo el ceño. ¿Matrimonio Grant?

(...)

Martina Edwards.

''Mierda, ¿por qué lo pedí yo?'' Bromeo internamente con las manos y la espalda sudando mientras miro hacía atrás a la basta cantidad de gente presente.

Yo pensaba en hacer algo sobrio en donde estuviesen todos nuestros conocidos. Pero no, nuestras familias ni casarnos en paz nos dejan. Mamá y el abuelo de Ángela hicieron una treta en donde todas las invitaciones que enviamos se multiplicaron por diez.

Henos aquí, en un enorme recinto lleno de gente, es como si nuestras familias estuviesen en una competencia silenciosa de quién pone más adornos e invita más gente.

El servicio va de aquí a allá y de repente comienzan a acallarse los susurros y risas. Junto con eso, todo el funcionamiento de mi cuerpo.

Ruego que cuando Ángela aparezca, yo pueda seguir en pie.

Estoy nerviosísima.

—¡Tina! ¡Estás temblando! —Mi madre, Noelle, me limpia con sumo cuidado. —Arruinarás tu maquillaje.

—Si mamá, yo también estoy bien —Gimoteo.

Libera una risita.

—Tu vida está a punto de cambiar...

¡Por qué todos dicen eso!

—Tina —Mi otra madre aparece.

Acordamos que ambas seríamos acompañadas al inicio de la boda, yo iré con mi madre; Christine. Mientras Ange será acompañada por su abuelo, o algún familiar.

Trago saliva.

Por ser quién pidió matrimonio, me corresponde ir primera.

Me ofrece su brazo.

—Estoy nerviosa —Dijo salir. —Tengo ansiedad —Libero una risita temblorosa.

—Hija, este es tú día, saldremos cuando tú quieras —Dice. En eso se inclina un poco. —Aunque no aburras a los invitados, ellos quieren show. —Se carcajea.

—Christine, ¡los invitados no son importantes! —Dice mamá Noelle indignada. Se dirige a mí. —Hija, cuando estés lista. Piensa en lo mucho que amas a tu futura esposa —Dice acariciándome.

Asiento. Inhalo mucho aire y me hincho por segundos para soltarlo con lentitud. Me lleno de valor.

—Sabrás que estás en el lugar correcto. —Dice simplemente mamá. —Solo cuando la veas caminar hacia ti.... —Dice como rememorando algo especial. Da un respingo —Mientras tanto debes ser valiente. Las Edwards somos valientes. —Asiente segura de ello. —¡Una nueva familia Edwards está a punto de nacer! —Declara.

Frunzo el ceño ¿Una nueva familia Edwards?

(...)

Camino con mamá por enormes hileras de gente hasta llegar a la zona en donde se oficiará nuestra boda con Ángela, grande es mi sorpresa al ver a Sam esperándome de pie a mi lado. La madrina al parecer estaba lista para encontrar los vestigios de la nerviosa novia.

Me abraza del hombro.

—Felicidades Tina, recuerda que hoy solo son ustedes—Dice. —Porque la aventura recién comienza. —Sonríe abiertamente.

Miramos a una Chloe sentada adelante acariciando una pancita prominente. Me guiña el ojo y hace un corazón con la mano.

Estar en esta situación, frente al mundo, expuesta a todos, pero con mis dos mejores amigas a mi favor. Me hacen sentir más segura.

Sonrío.

No podía ser de otra manera.

Guardamos silencio, aunque unos asientos más al medio cerca de Chloe mamá no deja de llorar.

Mi otra madre va en su rescate. La abraza con fuerza de la cintura y susurra en su oído. Ella asiente, sonríe y me hace una mueca lastimera de que todo está bien.

De repente todos miramos hacia el fondo atraídos por una extraña fuerza. Debe ser Ángela. Veo dos altas siluetas de pie al fondo, está con... ¿Enrique?

Veo a su hermano serio y solemne caminar con suavidad. Mi vista, al centrarse en Ángela, se queda ahí por siempre.

Camina y aprieto los labios, siento mariposas en mi estómago. En este momento, soy la novia más enamorada del mundo ¡se ve increíble!

Se pone frente a mi y acaricia mi mano. Sonrío olvidando lo nerviosa que estaba.

Miro sorprendida a quien nos oficia como si no pudiese creer lo que está ocurriendo.

Él habla y yo solo siento el calor de la mano de mi novia sobre mi mano, dispersándose por todo mi ser.

Puedo hacerlo, estoy con mi compañera.

Cuando llega el momento de los anillos. Sandy aparece con un trajecito y una almohada sobre su espalda. Practicamos un montón este momento, ella se acomoda frente a nosotras y está tan quieta que me da ternura, luego de tomar los anillos le hago un mimo y dejo que se vaya con mis madres.

Si algo me emociona es que todos quienes me importan muchísimo estén aquí.

—Habiendo sellado esta unión y por petición de la pareja. —Escucho el decisivo momento —Es de una felicidad inmensa para mi presentarles al matrimonio Edwards-Grant.

Finalizando esa oración, se escuchan unos quejidos de sorpresa. La vista va hacia mi madre, que esta vez debe ser afirmada por mi madre Noelle para no desmayarse.

El abuelo de Ángela tiene el rostro duro.

Ambos discutieron muchísimo por el apellido nuestro. Mamá insistió en que soy hija única mientras el Sr. Grant se escuda en sus tradiciones familiares.

Pero nosotras hemos decidido que llevaremos nuestros apellidos con orgullo. Nosotras, nuestros hijos, y los hijos de sus hijos.

Martina Edwards, ama a Ángela Grant. Veo sus grises ojos emocionados antes de besarme. Toma mis manos y nos miramos por largo tiempo.

Sonrío tímidamente siendo una mujer casada.

...Y sin duda Ángela Grant ama a Martina Edwards.

[Tiempo después]

Sam.

—¡Amor! ¡Amor! —Gimotea Chloe.

Estoy pegada mirando a la criatura que sostengo en mis brazos. Desde que supe de su existencia la he amado, independiente de que me haya llevado la sorpresa de mi vida. Siento los labios de Chloe cerca de los míos. La miro sonriente sin podérmelo creer.

Cabello oscuro, pequeña y tan frágil... nuestra primera hija. 

—Te hemos esperado mucho —Gimoteo a mi vez. —Tus hermanos, tus abuelas...están impacientes de noticias tuyas allá afuera...

No puedo evitar quebrarme, siento eso que sentí en mi sueño con total intensidad... es un sentimiento hermoso, guardado solo para ella.

Chloe acaricia su fina capa de cabello y su rostro, nuestra bebé...

—Nuestra —Digo apenas. —Te amo —Dejo salir mirándola enternecida.

''Te amaré hasta el último de mis días y más'' Pienso con intensidad.

—Y a ti también... y muchísimo —Beso a Chloe. —Gracias —susurro juntando nuestras sienes. A mi pesar, luego de un rato que me parece demasiado breve, las dejo conocerse para caminar de la sala de maternidad hasta la sala de espera y dar las noticias recientes sobre el nuevo miembro de esta gran familia. Todos, me miran expectantes.

Se ponen de pie y se precipitan hacia mí con rapidez.

—¡Mamá! —Grita Martín. Eduardo corre junto con él. Un montón de pares de ojos me observan ávidos de información.

—¡Samantha! —Mamá Sandra exclama ahogada y nerviosa. Las impacientes abuelas se aproximan aún más a mí. —¿¡Cómo está ella?! ¡¿Cómo está Chloe?!

—Ambas están bien—Sonrío radiante a mis madres y las de Chloe, que liberan suspiros de alivio y sonidos de júbilo. Se abrazan—Es una nena maravillosa, nuestra pequeña Gabi. —Digo sin más.

Escucho ruidos de aprobación y unas risitas. Felicitaciones, palmadas y caricias me llenan de amor y de la seguridad, de que estaremos bien...

Tía Ale me abraza y palmea mi hombro.

—Mi nieta ¡Muero por verla! —Exclama con los ojos cristalinos de felicidad.

Asiento.

—Gabriela Adrada Valderrama. —La presento a todos.  

-------------------------------

HOLAAAAAAA

¡Muchas! ¡Muchísimas gracias por la paciencia! :D

Este corresponde al último capítulo del libro IV de Mi Pareja Perfecta :) El que ahora podrá ser distribuido por Amazon, lo que me llena de felicidad y orgullo por este universo. 

A las personas que me piden libros en físico... los quiero mucho, por fa ténganme algo más de paciencia que la escritora con suerte sabe copiar y pegar un texto. Ok no. 

Voy creciendo poco a poco, y parte importante del camino, es la gente que te apoya y te motiva a seguir a pesar del cansancio de la vida cotidiana. Así que créanme cuando les digo que siempre los tengo presente y no me iré. Son parte de mi alegría, porque esto es lo que más me gusta hacer.

Siempre a su servicio. 

Brity.

Nota autor: Hay palabras que uso para darle humor al texto o falta de formalidad. Estas sean tipo por ejemplo: ''Katemente'' ''Me dio algo sexual (u de otro tipo)'' ''Héroa''. 

Se perfectamente que se puede escribir ''excitación'' o ''heroína'' por ejemplo. Pero debido a ''intercambio de opiniones'' con ''idealistas'' necesito aclarar que como autora, me debo a mis libros y a mí misma. No soy una luchadora social y lamentablemente aunque me cueste lectores, no es mi interés. Si es de la tuya, te invito a escribir sobre ello y poder impactar en la sociedad de la forma que a ti te gusta.  Pero en mis escritos, no.  

Gracias

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