Nos encostramos en el submundo saliendo de Trelgent camino a las dunas danzantes, mientras que en nuestro camino cruzamos kilómetros y kilómetros de desiertos lúgubres y sombríos, todo para poder llegar a nuestro destino sin importar lo que se me atravesase en el camino estaba decidido a continuar por el camino que había decidido, al menos ya no estaría solo ya que me acompañaba el espadachín pálido, aunque a pesar de ser más frío que el invierno disfrutaba no estar solo, luego de estar tanto tiempo solo y en agonía por más de dos años te hace valorar la compañía de cualquiera aun si no te satisface, así bien no podía detener mi destino sin importar lo que me sintiera vacío y sin alma no deberé parar a lamentarme...
Al doce días desde nuestra partida no comí nada más que un par de insectos insípidos en sabor y textura los cuales me permitían continuar con vida, conforme nos acercábamos a nuestro objetivo la corriente del viento se regresaba cada vez más fuerte una clara señal de que no faltaba mucho, al subir un gran montículo de arena pude ver a la distancia un hermoso destello dorado que aguardaba a lo lejos mientras el viento adormecía suavemente mi piel a medida que bajaba de aquella colina, si bien era relajante el viento pronto comenzó a sentir una vibra extraña como si el ambiente fuera un poco más pesado al entrar en la espesa arena.
—-¿En dónde estamos espadachín?---
—-estamos entrando a las dunas danzantes—
—-son muy ruidosas, ¿estás seguro de que podrás cruzar?
—-claro solo intenta buscar el suelo y aferrarte a el, si te hundes demasiado no podrás salvarte, pero no pienses en eso, será como un paseo por el parque—
–-si como no, ay una cosa más ¡ten cuidado de los vientos emergentes!---dijo espadachín mientras entraba a una espesa corriente de arena
— ¿Qué?... ¡Haaaa espadachín!---
—¡no, Tirón!--
una fuerte corriente de viento me arrastró un par de kilómetros hasta poder aferrarme de algo medianamente sólido, llevándome hacia las profundidades de aquel inhóspito e en fértil páramo donde ningún ser parecía sustentarse, si bien no parece haber ningún objeto del cual aferrarme, el suelo tenía una consistencia similar a lo que yo describiría como brea o ámbar de arena muy pesada por lo que inevitablemente empecé a ser tragado por la tierra mientras el ambiente a mi alrededor se volvía cada vez mas pacífico como si las dunas tuviesen un efecto relajante, con cada intento por aferrarme a la vida solo me sentí más y más cansado sucediendo lo inevitable, mientras me sumergía lentamente en la espesa arena hasta quedar cubierto por completo sin posibilidad de respirar todo apuntaba a que sería mi fin, y con un último aliento mi mente empezó a nublarse de mis más bellos recuerdos dándome una sensación de paz como si esto fuese la paz que tanto esperaba, teniendo como último vistazo a la vida mi más primigenio recuerdo, en el que pude ver la cara de mi madre mientras me sostenía en brazos soltando lo que creí seria mi última lágrima...
sin embargo una vez más el destino me jugó otra de sus malas bromas en las que a pesar de estar al borde de la muerte acababa renaciendo cual ave fénix de las cenizas mientras que las dunas danzantes como si tuviesen conciencia propia terminaron por cooperar con el destino y así poder seguir siendo parte de esta historia., Lo que casi nadie sabía es que un ser un poco descomunal y horroroso pero simpático a la vez sería quien terminaría por salvarme...
Mientras me encontraba en un profundo sueño pude percibir un ente extraño el cual me imponía miedo sin embargo la curiosidad terminó por ser mi enemigo en esta situación, acercándome cada vez más y más a aquel objeto al punto de estar junto a él, estaba exhausto aunque trate de concentrar mis poderes falle, el entrenamiento que me dio espadachín no era suficiente subestimando mis verdaderas capacidades, pero de repente vi una mano proveniente de una figura extraña así que la tome mientras que con una voz adormecida dije...
—espadachín ¿eres tú?—
Cerrando mis ojos dentro de mis sueños desperté en una choza recostado en un sofá antiguo además de un poco empolvado mientras que en los muros había cuadros en blanco y negro en cada uno había lo que parecía ser una familia normal, examinando un poco mas pude ver una caja con un cristal cuadrado como si fuera un extraño artefacto de clarividencia o algo así, también había decoraciones un tanto descoloridas como un péndulo el cual constaba de un reloj por encima de el ser esto lo que más destacaba de aquel lugar sin mencionar los diversos cachivaches como geodas, esculturas de cobre, pinturas extravagantes y un artefacto que irradiaba luz amarilla, escuche ruidos que provenían de lo que paresia ser la cocina, levantándome para ver de que se podría tratar pude ver a una figura extraña que si bien creí que se trataba de espadachín, al verlo detallada mente note que tena botas, guantes y una chaqueta desgarrada de la parte inferior, gracias a eso supe en ese instante supe que no era espadachín, me recargue sobre la pared escuchando pasos de aquel extraño, aunque quería pelear no me encontraba en condiciones de, así que estaba un poco aterrado, viendo a mi derecha unas escaleras me decidi en subirlas de prisa, al final de esas escaleras había un diminuto pasillo con dos puertas en cada extremo, tratando de abrir una causo el suficiente ruido como para llamar la atención del segundo residente de la casa, entonces oí pasos en las escaleras mientras rechinaban de una forma que el terror se apoderaba de mí, intentando abrir esa puerta con aún más fuerza hasta que sentí una mano en mi hombro desmayándome por segunda vez, desperté de nuevo en el sillón mientras que la entidad estaba de nuevo en la cocina y al parecer preparaba alguna especie de te, cuando este mismo se dio la vuelta al verlo no pude evitar grita.
—¡la muerte!---
tenía al parecer una máscara parecida al pico de un pájaro, cubriendo los ojos por un par de lentes circulares, y su cabello por un sombrero de copa, teniendo un perfil elegante llevando consigo una chaqueta y un bastón negro cuya cabeza tenia un lobo echo de un material dorado
—no no as silesio no soy la muerte además el único poseedor de la muerte es el espadachín pálido niño—
—a lo olvido tienes razón, jaja ¿pero si no eres la muerte quien eres?— dije confundido mientras recuperaba el aliento
— no recuerdo mi nombre pero soy un médico de Arenmis un olvidado lugar que a día de hoy está sepultado por esta espesa arena, pero también me apodaban hombre cuervo desde que mi máscara se quedó pegada a mi cara—
—o eso lo explica, pero ¿qué haces aquí?--
—bueno veras hace muchos años había un pueblo en esta zona pero un día ocurrió una enfermedad que consumía rápidamente cuerpos y cadáveres cuando se presentaba aunque fuera una diminuta cortada la enfermedad accionaba, además de expresarse con gran rapidez los médicos para enviar enfermarnos usábamos la misma ropa que llevo puesta con especias en la máscara para no tener que oler la podredumbre de los cadáveres, cubriéndonos todo en el cuerpo para evitar que nos enfermemos, pero de que nos sirvió mira en donde acabamos todo el pueblo murió y ahora solo quedo yo, habían mas pero se decidió que todos moriríamos para evitar extender la enfermedad, pero mientras me encontraba en mis últimos momentos de vida comenzó a surgir toda esta arena curando mis heridas mientras me llenaba de calma mis compañeros sin embargo no contaron con la misma suerte ya que estaban muertos cuando esta arena llegó... sin embargo esa época ya acabo—
—lo siento no lo sabía—
de repente un estruendo interrumpió la conversación, alguien rompió la puerta y gritando mi nombre claro tenía que ser, es...
—¡espadachín!---
—Tirón que bueno que estés bien, atrás engendro no te acerques—
—¡haaaaaaaa es el espadachín pálido!—
—¡no espera es amigo!—
--¿cómo?--
—no temas hombre cuervo está bien, tranquilo es mi compañero, debería haberlo mencionado antes—
¿enserio?---
—muy bien al parecer no eres una amenaza, al menos por ahora—
—¿entonces no me aran nada? ah que bien, me asía muerto—dijo el hombre cuervo nervioso
—bueno tenemos que irnos Taerón—
—espera no hay que irnos aun—
—el tiene razón no podrán cruzar las dunas, no desde aquel muro—
—¿muro? cual muro—exclamo espadachin consternado
Resulta que la información de espadachín estaba desactualizada ya que había pasado mucho sin salir de esa cueva por lo que tras una larga discusión con el pobre hombre cuervo el cual se notaba se moría de miedo al estar junto al espadachín pálido, se llegó a la conclusión de que nos quedamos al menos hasta que fuera oportuno cruzar, durmiendo en los cuartos de arriba mientras que el hombre cuervo durmió en el sofá; una vez llegó la noche me gano la curiosidad de saber cuánto tiempo estuvo el espadachín dentro de esa cueva ya que según mencionaron el muro existía desde hace 14 años.
— espadachín te puedo preguntar algo ¿cuánto tiempo estuviste en esa cueva?—
—como 100,000 años—
sinceramente me quedé helado cuando escuche tal cosa,¿quién podría sobrevivir por tanto tiempo y lo más importante quien era el espadachín pálido, si bien era mi compañero no sabía nada de él en ese entonces?
—no...no lo puedo creer—
—si, tanto estar en esa cueva me a echo reflexionar—
—¿Reflexionar sobre qué?
—la vida Tirón... la vida y nuestra existencia—
—vaya espadachín tu debes ser muy sabio—
—Así es Tirón pero a día de hoy solo se que no se nada y lo se todo al mismo tiempo aunque lleve el mismo tiempo de existencia que este planeta sigo buscando algo que le dé sentido a mi vida, y quien sabe tal vez en esta travesía lo encuentre, tal vez... lo encuentre en ti no lo se, bueno... descansa Tirón—
Al día siguiente nos levantamos con ánimos de irnos de aquel lugar e ir tras la primera gema que nos deparará allí no lo se...