El país de las pesadillas

By pikiwiwow

1.4K 95 38

La historia comienza con el suicidio de los protagonistas, Damián e Idaria. Han sufrido acoso escolar desde q... More

Capítulo 1: El país de las pesadillas
Capítulo 2: El bosque muerto
Capítulo 3: Ideas peligrosas
Capítulo 4: Comienza la Revolución
Capítulo 5: Cuerpo nuevo, vida nueva.

Prólogo

638 29 21
By pikiwiwow

Suena la sirena del instituto que indica el final de las clases. Hoy salgo a las tres, así que como mi mejor amiga Idaria va a un curso inferior al mío, sale una hora antes, y me toca irme solo. Normalmente ella me espera esa hora de diferencia escondida en los baños del instituto, pero hoy tenía audición de trombón en el conservatorio, así que se tuvo que marchar más rápido. ¿Qué cuál es la razón de que mi mejor amiga Idaria tenga que esperarse escondida en los baños? Muy fácil, nos hacen bullying. Ella y yo sufrimos acoso escolar desde que eramos muy pequeños. Aún recuerdo el día en que nos conocimos. Era un martes por la mañana, habíamos empezado hace semanas el instituto, ella estaba en primero de ESO y yo en segundo por aquel entonces. Pasé por una zona del patio por la que no suelo pasar, pero ese día tenía que comprarme un bocadillo en la cafetería. La vi llorando, y no pude reprimir las ganas de hablar con ella y intentar consolarla de alguna manera. Pero no me hizo falta hablar con ella para identificar el motivo de sus llantos, unos metros más allá, el mismo grupo de matones que me acosaban a mí estaban insultando a Idaria, con expresiones textualmente citadas como: "Nazi, rubia de mierda, suicídate y haznos un favor a todos, ojalá te quemen en la hoguera por inmigrante, tu padre os abandonó porque no quería una niña Nazi." Y muchas otras expresiones. Ese año era el año 2013, así que el daño causado por la Segunda Guerra Mundial estaba aún presente, aunque esto fuera en el exterior de España, aunque ya hubieran pasado varias décadas. Me senté al lado de ella. Su largo pelo rubio caía sobre sus hombros formando rizos rebeldes. Era algo más alta que yo.


-Perdona, puedo ayudarte en algo?-Le dije con mis más buenas intenciones. De repente, sus ojos azules e irritados por las lágrimas se clavaron en los míos con una sensación de dolor y desesperación que jamás olvidaré.


-Vayámonos de aquí- Me dijo con la voz entrecortada por los lloros. Estuvimos hablando durante todo el patio lo que esa panda de cobardes nos hacían, y acabamos haciéndonos amigos. Y así pasaron los años, hasta que yo llegué a cuarto y ella a tercero, es decir, actualmente. Hoy en día, todavía seguían incordiándonos, los profesores fingían no darse cuenta de lo que pasaba, los demás compañeros de clase no hacían nada al respecto (por miedo), y nuestros padres se pasaban el día trabajando para sacarnos adelante.


Al fin es viernes, al fin acaba otra semana de mierda, ya sólo quedan cinco meses para que acabe el curso. Desafortunadamente, el grupo de matones vive en el barrio de Idaria y mío, por lo que jamás nos lo podremos quitar de encima.


Salgo por la puerta de la clase de ética y bajo las escaleras para acceder a la salida del instituto. Corro esquivando a la gente para que el autobús no se vaya, y me toque irme otra vez andando a mi casa, que para nada está cerca. De repente noto un fuerte empujón que me arrastra hacia atrás, alguien me ha cogido de la mochila y me lleva a algún sitio. Me doy la vuelta y veo a los seis idiotas de siempre. Intento escaparme pero me dos de ellos me sujetan para que no pueda irme. Intenté escaparme nuevamente con sacudidas y forcejeos, pero no lo consigo. Me llevaron a una calle oscura por la que nadie pasa nunca.


-Qué, volviendo a casita, ¿no? De qué te sirve volver si no vas a comer de todas formas, muerto de hambre. -Dijo uno de los seis idiotas. Los demás se rieron enérgicamente.


-Dejadme en paz, no sabéis nada sobre mi vida. -Les repliqué.


-¡Ah! Que ahora resulta que eres un millonario que va a su yate después del insti.-Dijo otro de ellos con ironía. En verdad tenían razón, nada más acabar las clases iba a mi casa a hacerle todas las labores del hogar para que cuando llegase a las tres de la mañana, no tenga que hacer nada, porque luego se tiene que ir a trabajar a las nueve. Le hago la comida también para que llegue, coma algo y se acueste. Cuando termino de hacer las tareas, como ya tengo diez y seis años, voy a trabajar por las tardes a un bar cerca de la playa de Benidorm, donde también me tienen explotado, pero por lo menos ayudo algo económicamente en casa.


-Chicos, yo me tengo que ir pronto, ¿y si le pegamos las hostias ya?-Dijo el más alto y fuerte de los seis, mientras se crujía los dedos acercándose a mí. Noté una fuerte patada en el lateral de mi abdomen, que me hizo quedarme sin respiración. Noté otra justo en el otro lateral de mi abdomen, esta me alcanzó en las costillas, así que me dolió mucho más. Me dieron la vuelta y me dieron un puñetazo en la barriga. Yo intentaba resistirme, pero eran demasiados. Otro puñetazo alcanzó mi cara, haciéndome sangrar el labio desenfrenadamente. Pude ver a lo lejos, con vista borrosa, a el que me había dado una patada en las costillas acercándose con una vara de hierro oxidado. Intenté cubrirme, por lo que me dio en la cabeza, no en la cara, aún así me quedé inconsciente.



Me despierto aturdido y sin poder ver. La mirada borrosa solo me permite ver que estoy en una amplia sala de paredes blancas. A medida que pasan los segundos, la vista se me va haciendo más nítida: puedo ver que estoy en la sala de un hospital. Intento incorporarme pero un terrible dolor en los riñones, costillas y cabeza me lo impide. Empiezo a recordar lo que pasó hace no sé cuánto tiempo. Cuando me pegaron y me quedé inconsciente. Giro la cabeza y sorprendentemente, veo a Idaria tumbada en la camilla de al lado, también inconsciente y con magulladuras en la cara. Eso significaba que, como ella no había estado conmigo durante la pelea, o bien el mismo grupo de matones habían ido a por ella, o otro grupo de matones distinto la habían golpeado. Seguidamente, entró un doctor a ver cómo estábamos, y puso un gesto de sorpresa en las facciones de su cara al verme despierto.


-Vaya, ya está usted despierto, señor Damián.-Me dijo el médico.


-Llámame Dam, por favor. -Le dije.


-Está bien, Dam. ¿Podrías recordar qué te ha pasado y por qué estás aquí en el hospital?-Me preguntó mientras se quitaba las gafas y las dejaba en la mesita que había al lado de mi cama.


-Unos chicos me pegaron.-Le respondí con tono neutro.


-¿Qué chicos? ¿Podrías describírmelos o darme sus nombres?


-No, porque o sino me volverían a pegar, y no quiero volver a pasar por esto, aunque vaya a pasar lo mismo, no me puedo deshacer de ellos.


-Está bien, comprendo tu decisión.


-¿Y qué le ha pasado a Idaria, la chica que está a mi lado derecho? -Le pregunté cortándole antes de que pudiese preguntarme algo más.



-¿Es tu amiga? También ha sufrido golpes de alguien, si es tu amiga, es muy probable de que hayan sido del mismo grupo de personas que te hirieron a ti.


-¿Y mi madre?


-He hablado con ella, y dice que vendrá en una hora o dos.


-¿Cuánto tiempo he estado aquí?


-Tú llevas aquí inconsciente desde las tres y media, y son las diez menos cuarto. En el caso de tu amiga Idaria, lleva aquí desde las cuatro. Más motivos para sospechar de que fue el mismo grupo de matones, ya que ha ocurrido lo mismo en un período de tiempo muy estrecho y sois amigos. Ahora os dejaré solos. No la despiertes, déjala descansar.


-Está bien. No la despertaré. -Le mentí. En cuanto el médico salió de la habitación, llamé a Idaria para que se despertase.



-¡Aria! ¡Aria! Despierta.- Le dije en voz no muy alta. Ella empezó a despertarse y cuando cayó que era yo, me preguntó.



-Dam, ¿qué hacemos aquí?



-Aria, ¿te pegaron Luis y los otros?



-Sí, fueron hasta mi casa y yo como estaba fuera porque había ido a tirar la basura, me vieron, me llevaron un poco más allá y me pegaron hasta dejarme inconsciente.


-Aria, esto no puede ser así, tenemos que acabar con esto, ellos me golpearon con un tubo de hierro oxidado, esto está llegando a niveles muy altos.


-Dam, ¿y si nos suicidamos? -Me dijo Aria. Sus palabras se clavaron en mí como una estaca en el corazón.


-¿Suicidarnos? -Le pregunté tartamudeando.


-Sí, piénsalo, no sufriríamos dolor, y todo acabaría. Sería como dormir para siempre.


-Hombre, es una opción. Y así le ahorraría mucho dinero a mi madre, que me tiene que mantener, porque mi trabajo de algunas tardes no llega a los 150 euros. Lo que pasa es que nuestros padres nos echarían mucho de menos.


-Lo superarían. Y como has dicho, sería una ayuda económica, no tendrían que pagar nada nuestro y encima el Estado les daría una subvención por nuestra pérdida. Pero lo más importante es que nosotros dejaríamos de sufrir para siempre.


-Tienes razón, tenemos que hacerlo.- Aria y yo estuvimos gran parte de la noche hablando de ideas para el suicidio. En unas horas llegó mi madre y pude hablar con ella poco tiempo, porque tenía que trabajar. Mi padre estaba trabajando en Brasil, así que evidentemente, no pudo venir, ni siquiera pudo llamar, las llamadas internacionales están muy caras y cobra muy poco allí.

De vez en cuando, venían médicos o enfermeros a ver cómo estábamos, y a darnos comida, en esos momentos cambiábamos de tema bruscamente, y cuando se iban, volvíamos a pensar en una manera indolora de suicidarse.


-Podríamos tirarnos desde un sitio muy alto. La muerte sería instantánea. -Le dije.


-Tengo miedo a las alturas, así que no tendría valor para lanzarme. ¿Y si nos ahogamos? Podemos atarnos un gran peso a los pies y lanzarnos al mar. De esta manera, no podríamos subir a la superficie. Además, el ahogarse es una muerte sin mucho dolor, acabas inconsciente y luego mueres.


-Me parece bien. -Pasada la noche, nos fuimos por la mañana a nuestras casas, evitando cualquier matón. Estuvimos allí hasta que llegó la tarde. Quedamos en mi puerta, ella me tocó al timbre y nos dirigimos hacia el puerto. No había mucha gente, así que lo tendríamos fácil. Aria llevaba una pesa de diez quilos, y yo otra. Nos fuimos a una parte del puerto donde no había nadie y decidimos coger unas grandes piedras que habían allí para añadir peso. Lo atamos todo con una cuerda a nuestros pies, y nos sentamos en el borde que separaba a la tierra del mar.


-¿Estás listo? -Me preguntó.


-Sí. -Dije aparentando seguridad, aunque no la tenía. -A la de tres nos tiramos.



-Vale.


-1... 2... ¡Y 3! -Aria y yo nos tiramos a la vez. Añadimos tanto peso que caíamos muy rápido. Yo miraba a Aria, y ella me miraba a mí. Cuando tocamos fondo, pudimos calcular a ojo más de veinte metros de profundidad. Los oídos me dolían demasiado por la presión. Aria y yo estábamos al lado, intentamos acercarnos más para cogernos pero no pudimos, la carga nos pesaba mucho y no podíamos movernos. Cada vez me dolían más los oídos. De repente, Aria chilló fuertemente, indicando que se había quedado sin aire y que estaba respirando agua. Al cabo de unos treinta segundos ya estaba inconsciente. Empecé a pensar en lo que me venía a mí.


-Venga Dam, no te preocupes, todo va a pasar. Estarás muerto y dejarás de sufrir. -Me decía yo interiormente, intentando autoconsolarme. Me quedé sin aire y empecé a respirar agua. Era una sensación muy desagradable, notaba como el agua inundaba mis pulmones, y cada vez me resultaba más complicado pensar. Se me cerraban los ojos. Estaba llegando el fin. Al fin, me quedé inconsciente. Había llegado mi hora, había llegado mi muerte. La sensación que sentía es difícil de explicar. No sabía si estaba despierto o si estaba dormido, no sabía si estaba muerto o estaba vivo. Pero al fin noté mi último aliento. Estaba muerto.


Pero algo extraño pasaba. Notaba una sensación mística, como si mi alma se separase de mi cuerpo. Pensaba que estaba llegando el fin, pero no. Todavía me quedaba mucho por descubrir y sufrir. Me esperaba allá en la muerte un universo lleno de monstruos y almas que deseaban salir de esas tinieblas, sin conseguirlo. Me esperaba un país de crepúsculo, oscuro, sin amigos, sin nada. Más tarde lo descubriría, descubriría lo que le llaman "El país de las pesadillas", ese infierno negro de los que muy pocos escapan. Definitivamente, hay "vida" detrás de la "muerte".




Fin del prólogo de este libro. La verdad es que es una historia que llevaba tiempo desando empezarla, pero este ha sido el momento idóneo para escribirla. Espero que cojáis la historia con tantas ganas como la he cogido yo, y que comentéis y votéis, ya que es la forma de que yo sepa que os gusta. un abrazo. :)


















Continue Reading

You'll Also Like

213K 14.5K 24
Todo en mi vida era normal. Hasta que entre a ese bar. ¿Dirás cuál es el problema? Ahi los conocí, conocí el secreto de este pueblo. No puedes confia...
13.4K 1K 23
La hermosa historia del rey helado es tan hermosa como peligrosa, su corazón tan frío como el hielo pero a la vez tan fácil de romper.
33.2K 5.2K 27
《 Transmigré a la antigüedad para ganar dinero y criar a mi cachorro 》 Continuación a partir del capítulo 200. Para leer la primera parte, busca la n...
1.2M 195K 200
《 Transmigré a la antigüedad para ganar dinero y criar a mi cachorro 》 Cuando despertó después de transmigrar, descubrió que se había convertido en l...