Omega

By verdelimalimon

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Ivory no soporta a los omegas, Oker tiene motivos para odiar a los alfas. Ambos acabarán enredados en una his... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45

Capítulo 23

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By verdelimalimon


Milo no había salido de casa en días, de hecho, no salía prácticamente de la cama.

Sabía que algo no estaba bien en su matrimonio, lo había sabido desde el primer momento, pero no lo había querido creer.

Pensaba que las cosas cambiarían, que mejorarían. Pensaba que su celo llegaría en algún momento, y que su alfa lo querría entonces.

Era inocente, pero hasta él sabía que un alfa no necesitaba que un omega estuviera en celo para tener sexo.

Ahora sabía que a su alfa no le excitaba, y su celo no llegaba, y a ese ritmo ni siquiera sabía si con él, Zec le buscaría. Y aquello le aterrorizaba.

Zec lo intentó, Milo lo sabía, lo intentó, y la culpa era de Milo que no era capaz de atraer a su alfa.

Zec no volvió aquella noche, y al día siguiente fue incapaz de mirarlo, Milo decidió que lo mejor era hacerse invisible, y el alfa ayudó a la perfección.

La llamada de Oker lo pilló desprevenido. Su padre había llamado varias veces, pero Milo tuvo que mentir  malamente para no preocuparlo.

¿Salir? Milo no tenía ánimos para hacer nada, y menos para ponerse delante de otro omega que aún en su peor momento tenía a un alfa que se preocupaba por él.

Estaba siendo injusto, lo sabía, pero el sentimiento de envidia no era ajeno a él. Mucho menos cuando se trataba de Oker.

Pero la duda en su voz le pudo, ¿le estaba pidiendo ayuda con aquello?

—Sí, claro, ¿a qué hora? Me encantaría ir contigo —le contestó tratando de ser lo más amigable posible.

Escuchó un suspiro de alivio del otro lado de la línea.

Oker le dijo si quería ir con él desde la casa de Ivory, y Milo aceptó.

Cuando colgó salió de aquella habitación por más de 24 horas.

Se miró en el espejo del baño, estaba horrible, su piel parecía grisácea, su pelo sucio y sus ojos tristes.

Con los ojos poco podría hacer pero el resto podría mejorarlo.

Por lo que había dicho Oker, era una asociación para omegas, para omegas como él había dicho.

Vio bajar a Oker y a Kyle del apartamento de Ivory, y no tuvo que tenerlo cerca para olerlo. Ivory lo había impregnado de sus feromonas, tanto que a Milo hasta le hizo estornudar.

Oker bajó la mirada sonrojado.

Milo tragó el nudo en su garganta y trató de sonreír.

—¡Milo! —corrió hasta él Kyle abrazándolo. Milo contuvo la emoción, pero lo abrazó con fuerza.

El niño era tan cariñoso y alegre, y vestía uno de los conjuntos que él le había regalado. Parecía brillar de felicidad. Y Milo también pudo oler a Ivory en él. Lo había aceptado como suyo, tanto al cachorro como al padre.

Eso era bueno, era muy bueno.

—Yo tengo un coche, no es la gran cosa, pero... —dijo Oker un poco avergonzado al señalar el coche destartalado aparcado en la acera más próxima.

—Estupendo, los taxis son un engorro —mintió intentando hacerle ver que su vehículo no tenía nada de malo.

Oker sonrió agradecido, y ambos omegas se dirigieron al centro.

—Muchas gracias por acompañarme, Milo —dijo Oker sin apartar la vista del frente. Él no sabía conducir, y ni siquiera se le había pasado por la mente que pudiera hacerlo.

Milo recurría a una empresa de transporte casi exclusiva para omegas enlazados. Nada más allá de aquello estaba bien considerado.

Pero allí estaba Oker mostrándole que no todo era como le habían enseñado.

Llegaron a una calle muy poco transitada, y por primera vez sintió que quizás aquello no fuera tan buena idea.

Ambos se miraron, pero Oker se relajó cuando vio a un omega llegando hacia ellos.

Milo nada más verlo se sintió intimidado, era pura energía.

Y abrazó a Oker como si fueran amigos de toda la vida, instintivamente, Milo se apartó un paso dándoles intimidad. Aquello le recordaba demasiado a la escuela. Pero Oker lo presentó y el tal Buddy extendió su mano a modo de saludo.

Milo adelantó su mano, y no pudo evitar mirar el cuello al omega, no había marcas, pero tampoco era como Oker.

—Milo, un placer conocerte —le sonrió encantadoramente pero apretando su mano con fuerza y más tiempo del que se consideraba aceptable.

Al final el contacto se rompió, y Milo se sintió extraño. Nunca había conocido a un omega con esa energía, era casi como si fuera dominante, algo que era imposible, ¿no?

Cuando llegaron a la puerta, había dos alfas y tres betas. Milo se quedó a un paso de Oker y Buddy, pero podía notar como Oker también dudaba.

Un omega solo no podía estar en establecimientos con alfas, no era seguro.

Pero estos solo le hicieron un gesto de afirmación a Buddy y les dejaron pasar.

—Es una asociación segura, pero aún así no escatimamos en dejar claro que lo es —sonrió Buddy.

Una vez dentro, lo primero que escucharon fueron las risas de los niños, uno apareció corriendo rodeando sus piernas queriéndose ocultar de otros niños, casi hace caer a Milo. Pero este fue sostenido por Buddy.

Lo tomó entre sus brazos, y lo que sintió no tenía nada que ver con lo que un omega provocaba. Las manos en su cintura casi quemaban, y sus ojos claros sonreían. La sonrisa se ensanchó en una mueca que Milo solo podía considerar lasciva, y eso que Milo jamás había sentido algo así sobre él.

Enrojeció y comenzó a sentir verdadero calor, pero en ese momento, Buddy le soltó.

—¡Niños, tened cuidado! —les amonestó y los cachorritod se quedaron muy serios, hasta que Buddy salió corriendo tras ellos un par de pasos haciéndolos reír a todos a carcajadas.

Pero una de las niñas se quedó a su lado dándole la mano cuando Buddy le extendió la suya.
—Mira Kyle, ella es Martha, ¿quieres jugar con ella y los demás niños mientras enseñó a papá y a Milo el sitio?

Kyle miró a su padre, y este ojeó el recinto, pero asintió al final.

—No te alejes mucho, ¿vale?

Kyle asintió, y los dos niños salieron corriendo como balas.

—Es un niño estupendo —sonrió Buddy, y comenzó a caminar enseñándoles las instalaciones y presentándoles a más gente.

Pero Milo aún estaba intentando recuperarse de aquel momento previo. ¿Había pasado de verdad? Como se comenzó a dar cuenta, Buddy era muy bromista, y muy tocón, abrazaba a todos, y su lenguaje era el contacto.

Milo miró a Oker, y por primera vez no lo sintió cohibido como lo había visto desde que lo encontró en casa de Ivory. Tampoco era aquel omega que conoció en la escuela, pero desde luego se sentía bien, tranquilo y sonriente.

Había todo tipo de omegas allí, sus olores eran dispares, los había como Oker, y parecían la mayoría, luego había otros, como Buddy. Omegas sin marcar, no pudo evitar pensar en lo feliz que en el fondo él había sido al no llevar marca.

Era cierto que no podía hacer la mitad de las cosas que le gustaban hacer, que sentía que le faltaba algo. Pero la realidad actual, era que la marca no cambiaba nada. Al menos, para él.

Su vínculo con Zec se sentía igual de incompleto, vacío, no quería pensar en ello. O se pondría a llorar de nuevo. Quería ser un buen amigo, quería acompañar a Oker y que se sintiera bien.

Había sufrido mucho, y allí varios omegas se les acercaron para saludarlos, pero no podía evitar darse cuenta que como tantos años atrás, Oker acaparaba todas las miradas.

Era el omega perfecto, siempre lo había sido, y estaba bien así. Milo no tenía problema en asumir su segundo lugar.

También le daba la opción de observar, y lo que se dio cuenta es que como él, no había ningún omega, ninguno llevaba marca.

Y por primera vez desde su reciente unión, sintió la necesidad de ocultarla con su ropa. No había podido evitar que algunos la miraban, se quedaban mirándola fijamente.

Subió el cuello de su jersey lo más que pudo, pero hubiera sido mejor usar un pañuelo que no llevaba.

Comenzó a ponerse nervioso, y no vio como un par de niños comenzaron a rodearlo corriendo en círculos al rededor de él, gritando y usándolo como un elemento con el que poder esconderse en su juego.

Iban a hacerle caer, pero Milo solo sonrió contagiado con sus risas, perdió el equilibrio, cuando una mano le sostuvo.

Era una mano enorme y fuerte, Milo alzó la vista, y se topó con los ojos oscuros de un atractivo alfa. Contuvo la respiración, cuando este espantó a los niños amablemente.

—¿Estás bien? —le preguntó— El juego los posee.

Milo sonrió, sí, estaba bien, pero en realidad no debería estar teniendo ese contacto con un alfa, estaba completamente fuera de lugar.

—Papi, Papi, Balto no me deja en paz. —Una niña preciosa se agarró a la fuerte pierna del alfa. Era una beta, y el niño que la miraba con los ojos azules abiertos como platos era un omega.

Pero no hizo falta que el alfa que le había ayudado hablara, apareció otro, ¿por qué eran tan grades? ¿Quizás fuera porque estaban rodeados de omegas y niños?

—Yo me ocupo, cariño —para su sorpresa no se lo dijo a la niña, sino al otro alfa, al que ante la escandalizada mirada de Milo, lo besó.

Solo fue algo fugaz, y no se le escapó que después le miró a él. ¿Eso había sido un marcaje de territorio?

—Él es Thar —dijo el alfa que aún seguía junto a él extendiendo su mano hacia él para estrecharla—. Y yo soy Olson, y somos pareja.

Milo la estrechó, fuera de esas puertas, ni un omega con marca, ni un alfa sin ella, hubieran podido tener ese tipo de contacto.

Pero lo que sí jamás hubiera pensado ver, es a dos alfas en una relación.

Aquel lugar era distinto, y aunque él pareciera la nota discordante allí, se alegró de haber ido. Quería conocer más a toda aquella gente.

Bueno, bueno, bueno, ¿qué me decís de Buddy?

Una asociación distinta, un toque de aire fresco para ellos.

Os deseo un estupendo fin de semana.

Nos vemos el lunes.

Besos

Sara

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