más de ti [camren]

By cabellosfreedom

1.1M 59.5K 108K

[camren] More

INTRO (LEER)
PRIMERA PARTE - APOLO & DAFNE
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
SEGUNDA PARTE - ORFEO & EURIDICE
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
TERCERA PARTE - EROS & PSIQUE
51
52
53
55
56
57
58
59
60
61
62
63
64
EXTRA #1
65
66
67
68

54

12.6K 735 1.3K
By cabellosfreedom




Lauren

—Hice algo muy malo.

Eso es lo primero que digo cuando me encuentro con Audrey en la pista de baile y dicho en voz alta, me hace sentir peor porque no hay forma de revertirlo. Estúpida, Lauren. Estúpida.

Tomo su brazo con fuerza para alejarla un poco de Aiden y la miro con la expresión arrepentida más exagerada que tengo para que entienda la magnitud de lo que está pasando, y ni siquiera es por estar interrumpiendo lo que parecía casi una bastante divertida entre ambos, sino por lo que acabo de hacer en el baño... Por cierto, ¿qué tengo con los baños? Voy a tener que empezar a evitarlos.

— ¡Te perdí de vista hace diez minutos y me asustaste! Pensé que te habías ido a tu casa. ¿Dónde estabas metida? —Pregunta en lugar de entrar en pánico conmigo. Cierro los ojos y le paso el celular aunque no sea de ella porque me gusta pensar que si lo hago, entonces voy a evitar llamarla otra vez cuando ese impulso por hacerlo otra vez me carcome la cabeza—. ¿Y Sophie?

—En el baño. Es decir, yo estaba en el baño, nos encontramos ahí y luego me... —Sacudo la cabeza para ordenar mis ideas—. Dijo que iría a comprar una cerveza, me pidió que te buscara.

Audrey enarca sus cejas cuando no le sonrío y después de enviarle una mirada extraña a Aiden, toma mis manos para que le preste más atención.

— ¿Todo bien? —Niego con la cabeza y suspiro porque me siento como la mierda. Acabo de arruinar el proceso de estos cinco meses sólo porque sentí culpa de hacer algo que estoy en mi todo mi derecho de hacer.

Eso es lo peor, que acabo de ponerme yo misma en una situación donde tendré que revivir la mayoría de las cosas que me esforcé tanto por olvidar sólo por culpa. Una culpa estúpida que no tiene ninguna razón de ser.

—Iré con Sophie a la barra para comprar otro trago, ¿quieres algo? —Menciona Aiden, entendiendo las señales y mirando a Audrey cuando nota que esto entra en lo que denominamos una situación desesperada de urgencia.

Además, no se me olvida que Aiden estuvo presente cuando el problema explotó con Nicholas diciéndome un montón de cosas que me hicieron dudar y después llamarlo, así que no me sorprende que sepa exactamente lo que me pasa. No es difícil llegar a la conclusión de que todos mis malestares tienen relación con una persona. Camila.

—No, gracias. Nosotras los buscamos en la mesa del principio. —Le responde ella, poniéndose de puntillas para darle un beso en la mejilla, y como ni siquiera me ofrece otro trago, sé que debo verme como que ya tuve suficiente por esta noche. Le sonrío por agradecimiento por dejarnos solas y luego vuelvo a mirar a Audrey, sintiéndome más en confianza con ella porque Sophie me diría que soy una imbécil por llamarla después de enterarme que estuvo con Nicholas. Me diría que debo odiarla, que no me merece y que olvidarla es lo mejor, pero ahora no quiero escuchar eso.

—Acabo de hablar con Camila —le digo a Audrey cuando estamos solas, sin rodeos y soltando un suspiro—. La acabo de llamar.

Ella abre los ojos y más que mirarme con decepción, lo hace con sorpresa. Hasta tiene que dejar pasar unos segundos antes de saber qué decir porque estoy segura de que no se lo esperaba. Para nada.

— ¿Tú? ¿La llamaste? ¿En serio?

— ¡Lo sé! Cometí un grave, grave error. —Resoplo y de impaciente, me muerdo las uñas cuando no se me ocurre ninguna justificación más que no sentirme yo misma como para pensar con claridad antes de actuar—. No hago nada bien.

—Pero ¿por qué? —Me pregunta, bajando la vista para mirar el celular de Sophie cuando entra una llamada. De inmediato me pongo en modo crisis automática y comprobando que es el número de Camila porque vergonzosamente me lo sé de memoria, le corto antes de activar el modo avión y pasárselo a Audrey otra vez—. ¡Lauren!

— ¡¿Qué quieres que haga?! No voy a cometer el mismo error dos veces.

— ¡Tienes que contestarle! Ahora podría pensar que quieres volver con ella o que como mínimo quieres hablar otra vez y van a tener más problemas. Si a mí me rechazaran durante semanas y luego de la nada me llamaran en plena madrugada, pensaría que...

—No, ya le aclaré que había sido un error y hasta le pedí disculpas. No quiero... No quiero contestarle. —Niego con la cabeza.

Me mira con desaprobación.

—Yo creo que sí deberías. Si no lo haces ahora, tendrás que hacerlo mañana porque te va a volver a buscar.

—Es que no quiero enredar más las cosas.

—Te aviso que ya están enredadas.

—No quiero enredarlas más —me corrijo.

—Entonces no debiste llamarla. —Frunzo el ceño cuando la escucho tan seria y ella sigue tomándome las manos, sujetándome con fuerza aunque sin cambiar su expresión—. Lo siento, Lauren, pero te dije que tarde o temprano te pasaría la cuenta todo esto que haces de ignorar el problema. Nunca te diste el tiempo para hablar con ella sin estar predispuesta a alejarla de ti, y ni con nosotras quieres tocar el tema. Tú no eres de esconderte y es justo lo que estás haciendo, por eso sigues sintiéndote mal después de tantos meses y haces cosas impulsivas como llamarla.

—No la llamé por eso —me defiendo, cruzándome de brazos—. La llamé porque estaba triste, pensé en ella y en lo mucho que quería que estuviéramos bien. Fue un pensamiento nostálgico muy normal en este tipo de situaciones, Audrey, no lo hice por mis supuestos problemas de comunicación.

—Has tenido pensamientos nostálgicos antes. —Repite mi término aunque no esté segura que sea tan normal como quiero que sea—. Y ni siquiera estás tan ebria, así que no puedes culpar al alcohol. ¿Por qué pensaste que era una buena idea? —Relaja su rostro y me mira con lástima—. ¿Viste algo que te la recordó?

Como si necesitara algo que me la recuerde.

—No.

— ¿Entonces?

—No... No sé.

— ¿Fue por Beth?

— ¿Beth? —Pregunto de vuelta porque me perdí en la conversación—. ¿Cuál Beth?

Audrey intenta mantenerse seria, pero se le escapa una risa antes de soltarme las manos y empujarme con cuidado. Me tambaleo hacia atrás, no lo suficiente para caerme y hacer el ridículo, pero sí como para despertarme un poco porque todos mis pensamientos seguían vinculados a Camila. Es como estar constantemente repitiendo en mi cabeza todo lo que hablamos y lo que pudimos seguir diciendo si hubiera estado sola cuando volviera a llamarme; con mi pésima capacidad de tomar decisiones, lo más probable es que le hubiera contestado.

— ¡Si sigues así me harás pensar que sí estás muy borracha! —Exclama, rodando los ojos con diversión—. Beth es la chica que conocimos al llegar. La de pelo oscuro, alta, te sacó a bailar y le diste un beso después de que quisiera hablarte sólo a ti. ¿O fue a otra Lauren?

Ah... Así que se llama Beth. Cierto. Ya recuerdo su nombre.

Inconscientemente miro a mi alrededor para ver si está por alguna parte, lo único que hablamos fue que estaba con sus amigas y que es un año menor que yo. Creo que estar nerviosa me hace tener memoria selectiva porque todo lo que hablamos se siente como un borrón en medio de esta sensación de paranoia que persiste y que me hace desear no haber aceptado salir. Aunque más que paranoia, es la forma tan cruel que tengo de convencerme que hice algo malo. No veo a Beth por ningún lado y me encojo de hombros.

—Sí, sí, la recuerdo, disculpa. Um, creo que fuimos muy rápido —murmuro.

—Lauren, sólo fue un beso. No lo pienses tanto, ¿está bien? No te tortures.

—Es decir... Es que no sé por qué dejé que las cosas se salieran tanto de control. Pensé tanto las cosas después de besarla que... me agobié. Lo estaba pasando bien, o más menos bien, y luego... No fue tanto por el beso, sino todo lo demás, ¿sabes? Creo que no estaba lista para salir.

Creo que todavía no estoy lista para muchas cosas, en realidad. Porque no quiero ni pensar en cómo me sentiría yo si la situación fuera al revés y me enterara que Camila puede salir con sus amigas de fiesta a conocer gente nueva.

Bueno, nuestra pelea fue básicamente por enterarme que había hecho algo parecido después de besarnos, pero ahora me dolería más porque significaría el fin de verdad y... como dije, no estoy lista. Si me siento así con un beso, entonces mucho menos me siento preparada para dejarla ir. El sólo pensarlo me destruye porque jamás pensé que algo pudiera sentirte tan intenso. No puedo describir que algo tan subjetivo como el amor se sienta como algo que no puedo arrancarme de encima.

—La idea de venir con nosotras era que te sintieras cómoda —me recuerda, tratando de animarme—. Sentirse mal y llamar a alguien que no debes llamar es parte del duelo por una ruptura, o eso dice Sophie. No vas a sentirte bien en un par de semanas, lleva su tiempo.

Suelto una risa sin gracia.

—Ojalá llevara así un par de semanas, pero ya han pasado meses y es cada vez peor. No sé cómo puedo estar tan mal si nunca estuvimos juntas de verdad, todo era en secreto y en el fondo, siempre supe que no íbamos a ninguna parte. Me enoja no haber salido de ahí cuando tuve la oportunidad.

—Tú no tienes la culpa de nada, Lauren. Actuaste en base a lo que sentías y... —Alguien pasa a llevarla cuando una canción más conocida suena y sé que no es el mejor lugar para tener este tipo de conversaciones, pero Audrey no le da importancia a ese tipo de cosas; se ve dispuesta a escucharme incluso si apenas puede oírme—. Y no puedes enojarte contigo misma por eso. —Termina de decir, haciéndome cariño en los brazos al sonreírme—. Eres demasiado dura queriendo guardarte todo cuando ¿qué decías antes?

Me encojo de hombros.

—No sé.

—Sí sabes —insiste—. Eres la que no paraba de aconsejar que todo tenía que hablarse. Quizás eso sea lo que te falta para poder coquetear sin correr a encerrarte en el baño. —Parece decirlo muy en serio, pero lo tomo como una broma de mal gusto y hago una mueca.

— ¡No corrí para esconderme! —Le aclaro, aunque fue exactamente lo que hice—. ¿Tengo que recordarte además que sí hablamos? ¿Que ignoré todas las ganas que tenía de no saber más de ella para juntarnos en el parque? Hice mi esfuerzo.

—Claro, porque no hay nada mejorar para cerrar un ciclo que hablar en un lugar público durante ¿cuánto? ¿veinte minutos?

—No había nada más que decir, yo no estaba ni estoy dispuesta a olvidar que me mintió. Podré extrañarla mucho y hacer cosas que nunca creí que haría, pero olvidar el daño es diferente. No voy a volver a confiar en ella.

—Sólo digo —dice, llevando sus manos a mis mejillas para que la mire a los ojos—. Que una conversación más no hará que olvides lo mucho que te dolió que mintiera. Si es lo que necesitas para avanzar, entonces puede que no sea tan mala idea.

—Lo es, ¿o no eres quien insistía al principio que mis acciones con Camila eran porque me daba miedo sufrir?

—Sigo pensándolo y ahora no deberías tenerlo, ¿o en serio crees que podrías estar peor?

Entrecierro los ojos.

— ¿Acaso Camila fue a tu casa a amenazarte para que me convencieras de esto?

Audrey se ríe.

—Si consideras que lo hizo, entonces sí tienes un grave problema. ¿De qué clase de loca criminal te enamoraste?

''Te enamoraste''.

Esa palabra envía chispas a toda mi piel y una sensación de ahogo cuando me obligo a respirar. Ella no debe darse cuenta del efecto que tiene que me lo recuerde, así que sigo por ese camino. Me mantengo tan seria como estaba hace unos segundos, aunque tengo que aclararme la garganta para seguir hablando.

— ¿Lo hizo o no?

— ¡Por supuesto que no! —Me aclara, sin perder su oportunidad de molestarme—. Pero hipotéticamente hablando, si lo hubiera hecho, ¿estaría funcionando?

—No. —Me mantengo firme al menos en esta decisión y hago un mohín con la boca—. Prefiero no remover lo que ya está enterrado.

Veo en su rostro que no está de acuerdo con lo que sigo haciendo, en parte porque no lo entiende y porque tiene razón en decir que me conoce demasiado para saber que esto va a sobrepasarme en algún momento que está más cerca que lejos, pero al menos no sigue presionándome y sólo me abraza después asentir con la cabeza. Apoyo mi barbilla en su hombro, con mis brazos rodeándola también y me mantengo ahí más del tiempo que normalmente dura un abrazo porque esta noche lo necesito.

Tomo una respiración profunda antes de soltarla y soy yo quien le sonríe antes de caminar hacia la barra. No sé por qué pensé que salir de fiesta me ayudaría cuando nunca fui una persona amante de las fiestas, pero si ya estoy aquí, si esta música, la gente y los tragos son lo que tengo en este momento, voy a aprovecharlo. Por más duela. Por más que arda.

Sophie tiene mala cara cuando los encontramos, y Aiden está riéndose de algo que no alcanzamos a escuchar. Después de pensarlo, decido negarme a seguir bebiendo cuando Sophie me ofrece de su vaso y en su lugar, me pido un jugo sin alcohol para no quedarme con las manos vacías. Mi vista suele moverse entre la gente, sobre todo cuando un par de personas pasan detrás de mí para moverse, e inconscientemente espero que Beth no me encuentre. Sueno como una cobarde, ya lo sé, porque podría decirle que no estoy interesada en seguir conociéndola e imagino que lo entendería, pero el punto es que no quiero seguir pensando en ella. O en Camila. O en nada, en realidad.

Eso es justo lo que quiero. No pensar en nada para descansar al menos un poco de todas las noches que paso extrañando algo que no quiero ni puedo volver a tener.

Cuando termino mi jugo, pido un vaso de agua y lentamente el mareo se disuelve como vapor hasta quedarme con vestigios de lo que sentía antes de encerrarme en el baño. Por un momento, cuando el estómago me duele de tanto reír porque Sophie se tropieza al imitar a Audrey y hasta Aiden bromea como no recuerdo haberlo escuchado nunca, hasta creo que será un buena noche. Tiene todo para ser una buena noche si ignoramos ese pequeño incidente que mantendré en el fondo de mi mente para no recurrir de nuevo a él.

Hasta que eventualmente algo pasa.

Algo que debí haber visto venir y que me recuerda que sin importar lo mucho que quiera mantenerme dentro de esta burbuja donde todo está bien, sin importar cuánto quiera engañarme con esconder el celular e ignorar llamadas, mis errores también tienen consecuencias. Y unas muy feas.

— ¿Desde cuánto esta cosa marea tanto? —Pregunta Sophie cuando mira su mojito.

—Desde que lo pides extra fuerte para emborracharte con uno y no tener que pedir otro.

—Bueno, ¿qué te digo? —Me dice orgullosa—. Mi único error fue que no se me ocurriera antes. Soy una mente maestra para los ahorros.

—Sí, mente maestra, y ahora probablemente termines vomitando en mi cama porque no quieres volver a tu casa. —Se queja Audrey.

— ¡Es culpa de Lauren también! No quiso acompañarte por preferir ese triste, aburrido y miserable vaso de agua. Argh, ¿qué te pasa? ¡Se supone que deberías ser la más ebria! Regla número uno de tener un corazón roto: Aceptar los tragos de tus amigas.

Me río.

—Mi corazón roto, mis reglas —le digo—. ¿Sabías que eso sólo empeora la tristeza al día siguiente? —Sophie rueda los ojos y yo asiento con la cabeza—. Te lo juro, es verdad. Hay un estudio que demuestra que tener un episodio de euforia en fiestas cuando estás triste intensifica lo mal que te... —Alguien toma mi brazo cuando estoy por dejar mi vaso vacío sobre la barra y casi no tengo tiempo para nada más que girarme cuando me encuentro con nada más y nada menos Camila.

¡Camila!

Oh.

Me atraganto.

Literalmente me atraganto.

— ¡¿Tú?! —Exclamo, abriendo mucho los ojos.

Verla enciende un montón de cosas que no sabía que tenía guardadas y el impacto hace que se me cierre la garganta porque todo pasa tan rápido que el corazón se me acelera como nunca. Un segundo estoy divirtiéndome y al siguiente siento cómo todo regresa. Cómo mi boca se abre por la sorpresa y ella debe interpretarlo como que quiero hablar, porque se adelanta antes de que pueda siquiera tratar de procesar que no estoy confundida y que efectivamente la estoy mirando a ella.

— ¿Dónde está? —Exclama con la furia escapándose hasta en su tono de voz.

Junto mis labios con fuerza al respirar y aunque mi primer instinto es preguntarle qué está haciendo aquí, sería estúpido preguntar algo que ya sé. No es difícil adivinarlo. Lo que no puedo creer es que se haya dado el tiempo de venir. De levantarse en medio de la noche, tomar un taxi o llamar a alguien que condujera, asumir el bar en el que estaba y buscarme en medio de la gente.

No puedo... No puedo creerlo.

— ¿Dónde está, Lauren? —Me repite cuando no soy capaz de responder nada, y entonces sacudo la cabeza para convencerme que es real. Que está aquí y no está precisamente contenta.

—No deberías...

— ¿Qué? ¿Preguntar con quién estás? —Me interrumpe.

— ¡No deberías estar aquí! —Respondo aún confundida porque por cómo vino vestida, es obvio que no está aquí porque haya tenido ganas de salir a distraerse, sino porque tuve la maravillosa idea de llamarla y no contenta con eso, decirle dónde estaba. ¡Es obvio! Está vistiendo un pantalón simple y una sudadera enorme para esconder el hecho de que no está arreglada—. Camila, te estás pasando. ¡No puedo creer que me hayas seguido!

—No te seguí, tú me dijiste dónde estabas.

— ¡Pero no te invité! —Exclamo otra vez, estresándome—. ¡Argh! Escúchame. Esto sobrepasa todos los límites y no me gusta...

— ¿Tú vas a hablarme de límites a mí cuando acabas de llamarme en medio de la noche?

Suspiro profundo y me llevo una mano a la frente para calmarme. Piensa, Lauren, piensa. Debe haber una manera de lograr que se vaya y arreglar este horrible malentendido. Sólo tengo que encontrarlo. Y pensar.

—En serio, no tengo tiempo para esto ahora —murmuro, tratando de no mirarla por demasiado tiempo—. Tienes... Tienes que irte.

Ella se cruza de brazos y enarca las cejas con irritación, mirándome.

— ¿Por qué, Lauren? ¿Por qué tengo que irme? —Pregunta con sarcasmo.

— ¡Porque no está bien que estés aquí!

— ¿Según quién?

— ¡Según yo y todo lo que hablamos! —Me quejo—. No quiero hablar contigo.

—Ah, ahora no quieres. —Me saca en cara—. ¿O lo que te preocupa es que esté interrumpiendo algo?

Frunzo el ceño.

— ¿Qué podrías estar interrumpiendo?

—No te hagas la tonta —me corta, ignorando que instintivamente empiezo a molestarme también—. ¡Me llamaste sólo para decir que estabas siguiendo adelante y después me cortaste! ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Ir a dormir?

Niego con la cabeza.

—No, pero una cosa es enojarse y otra es venir a...

—Y ahora me acusas de cruzar límites cuando no tuviste ni la decencia de contestarme cuando te llamé, así que ni te gastes en fingir sorpresa por verme aquí y respóndeme.

— ¿Qué? —Escucho a Sophie mientras también distingo que se pone de pie para verme mejor—. Espera, espera, ¿ustedes volvieron a hablar?

Camila ladea la cabeza y se queda callada, esperando que responda.

— ¡No! —Aclaro, cerrando los ojos por un par de segundos y gruñendo en voz baja—. Camila, basta. No puedes venir aquí y exigir que... ¡que te diga lo que estoy haciendo! Te dije que llamarte fue un error y te pedí que no me buscaras, así que si me disculpas...

—No, no te disculpo, ¿y sabes qué? Estoy harta de esto, de que te creas con el derecho de hacerme callar y creer que las cosas sólo van a ser cuando tú quieres. —Me interrumpe otra vez, ignorando que mis amigas nos están mirando—. No eres la única que puede decidir cuándo y dónde hablamos, así que vas a explicarme ahora qué quisiste decir con eso. —Ordena—. ¿Estás saliendo con alguien?

—No me hables así.

—Te hablo como se me da la gana —masculla—. Respóndeme.

Abro la boca otra vez, ahora con indignación de que de verdad piense que puede exigir respuestas, y toda la culpa que sentía se desaparece para ser reemplazada por esta estúpida necesidad de ganar. No le voy a dar lo que quiere, menos cuando lo pide como si estuviera acostumbrada a que acate sus órdenes. No lo hice antes y menos lo voy a hacer ahora.

—Eso no te importa y si vuelvas a darme órdenes, entonces me voy a dar la vuelta y no voy a escuchar nada de lo que tengas que decir. —Alzo la voz para que me escuche.

— ¡No digas que no me importa porque sí lo hace! —De nuevo me ignora.

—Lauren... —Escucho a Audrey, y también siento que intenta tomarme el brazo, pero me libero porque la audacia de Camila me tiene más ocupada.

— ¡No debería, entonces! No es tu problema y si piensas que voy a responderte sólo por venir, estás equivocada. No voy a decirte nada. ¡Pensé que había quedado claro que la llamada fue un error!

—Por favor, Lauren —dice con ironía—. No me digas que esperabas que me quedara tranquila después de decirme que estaba siendo difícil para ti y que querías que estuviera aquí contigo. —Me recuerda, y que lo mencione ahora, en voz alta y en público, hace que me sonroje—. ¡No actúes como si me hubiera vuelto loca y estuviera aquí por nada!

— ¡Estaba borracha! —Miento—. ¿Eso querías escuchar? Bebí de más y cuando la gente lo hace, Camila, hace cosas estúpidas como esa.

—Mentirosa.

—Cree lo que quieras.

—No, no es que sólo lo crea, es que estoy segura de que estás mintiendo. ¡No puedes ni mirarme mientras lo dices!

Estoy segura de que tanto Audrey como Sophie han dicho más cosas en sus intentos por intervenir, es imposible que estén simplemente mirando mientras mi tono de voz se eleva, pero no estoy pendiente a nada de lo que pasa a mi alrededor. Sólo escucho a Camila.

—Ni siquiera intentes ir por ahí, Camila. —Le advierto—.  No intentes jugar la carta sobre conocerme y acusarme de mentir. Ambas sabemos que las mentiras no es un tema que te favorezca mucho.

Más que ofenderla, lo que digo la hace sonreír. Es un sonido seco y vacío que demuestra todavía más lo molesta que está.

—Di lo que quieras —me dice—. Desvía el tema para no sentirte acorralada, no importa. Nada va a cambiar el hecho de que tuviste que ir al baño a llamarme porque no podías sacarme de tu cabeza y ahora te molestas porque siempre soy yo la que hace algo al respecto mientras tú prefieres quedarte en odiarme y extrañarme.

Eso me llega como una punzada en el estómago, pero no dejo que me afecte.

—No sé cómo podía pensar que tu egocentrismo era algo bueno —le respondo—. Es insoportable. Siempre piensas que todo gira en torno a ti, ¿no? ¡Todo siempre tiene que tratarse de ti!

— ¡Por algo me llamaste desde un teléfono que no era tuyo!

— ¡Porque estaba borracha! —Repito.

— ¡Y porque estabas con alguien! —Se acerca a mí y al contrario de lo que seguramente espera, no retrocedo—. Atrévete a negarlo.

—Lo dices como si te tuviera miedo.

—Lauren —suspira—. No me hagas perder la paciencia porque sabes que soy capaz de recorrer todo el maldito bar hasta encontrar a la imbécil con la que te estás viendo.

Tardo en procesar lo que me está diciendo porque la he visto celosa antes, más de una vez se enojó por verme hablando con Mason y hasta me exigió que lo echara de una fiesta, pero nunca me miró así. Nunca pareció tan segura de actuar al respecto.

— ¿No me lo vas a decir? —Me pregunta—. Bien.

Parece dispuesta a cumplir su palabra y noto que mira a su alrededor hasta que encuentra una chica de su interés. Le toca el hombro para llamar su atención y cuando entiendo lo que hará, que es preguntarle a cada persona si me conoce para llegar al objeto de sus celos, es que reacciono para detenerla. Esto no puede ser real, no puede estar pasándome. Me acerco a ella y me pongo delante, interrumpiéndole el paso y haciendo una mueca.

— ¿Qué estás haciendo, Camila?

—Irme por el camino largo, ya que no quieres colaborar.

— ¿Te estás escuchando? —Susurro, sin poder creerlo—. ¡En lugar de amenazarme con interrogar a cada persona de la que sospechas, debería irte a tu casa!

Camila junta sus manos en puños y suelta una exclamación.

— ¡No pienso ir a ninguna parte sin que me digas dónde está!

— ¿Para qué? —Le grito de vuelta—. ¿Piensas amenazarla?

— ¡Sólo quiero verla!

Pensé que con mis amigas aquí podría sentirme más cómoda, más respaldada, pero es todo lo contrario, porque además está Aiden y esto está escalando a niveles demasiado altos como para haber empezado hace cinco minutos. Camila ni siquiera me escucha, o se ve afectada por verme después de cinco meses, sólo se obsesiona con la idea de verme con alguien más y no entra en razón. Está loca si piensa que voy a decirle algo sobre Beth.

—Camila, tienes que irte, es tarde y estoy cansada —repito, tomando una respiración profunda—. No voy a llamarte más si eso es lo que te molesta, pero ándate. No estoy de humor.

— ¿Por qué te cuesta responder una simple pregunta?

—Porque no quiero, tan simple como eso. No necesitas más explicaciones. Estás acostumbrada a que todos hagan lo que tú quieres, a sentirte dueña de las personas y exigir que te digan todo lo que quieres saber, ¡pero no te va a funcionar conmigo! No es asunto tuyo.

— ¡Claro que es mi maldito asunto! —Se estresa por mis negativas, y ahora que la veo de cerca, me doy cuenta que en realidad no está tan furiosa, sino que está... triste. Cabizbaja. Conociéndola, imagino que sus inseguridades le exigen que insista hasta que me escuche negarlo, pero no voy a pensar en sus inquietudes más que en las mías y yo no me siento cómoda diciéndole lo que hice—. Si estás siguiendo... siguiendo adelante, es mi maldito asunto porque me estoy muriendo de celos, Lauren, ¡me estoy muriendo! Y aunque tenga que esperar toda la maldita noche, ¡ni pienses que voy a quedarme tranquila hasta que me digas la verdad!

Algo cambia en mí cuando menciona que está celosa, y no es algo bueno porque no puedo visualizar ningún escenario en el que hablar de lo que siente por mí termine en una conversación agradable. Es un terreno peligroso que no estoy dispuesta a tocar, no con tantas personas escuchándonos, así que después de darme la vuelta para dejar el vaso sobre la barra y enviarles una mirada a Audrey y Sophie, me abro paso a través de la gente para caminar... hacia otra parte. Cualquier lado.

No tengo ningún destino en particular, pero sé que el baño no es una buena opción, así que sigo caminando hasta encontrarme con algún rincón cerca de la entrada donde pueda convencerla de marcharse antes de empeorar las cosas. Todos mis músculos se tensan y sin poder evitarlo, se me hace un nudo en la garganta. Verla después de cinco meses es demasiado.

Me detengo cuando creo que puedo controlarme al menos hasta que se vaya, y al girarme, focalizarme en la rabia que tengo de que haya venido a complicar más las cosas se me hace más fácil que ceder a lo que en realidad me gustaría hacer.

—No puedo creer que me estés haciendo esto —susurro.

— ¿Qué? —Pregunta, haciendo que me gire para verla.

— ¿Y qué si estoy saliendo con alguien? —Le pregunto, tomándola desprevenida cuando deja de caminar y en su rostro vacila la seguridad que tenía antes de que nos fuéramos—. ¿Qué pasaría, Camila? ¿Le coquetearías para alejarla de mí?

Ella frunce el ceño.

—Sabes que nunca volvería a hacer algo como eso.

—Claro, porque nunca encontrarías a otra tan estúpida como yo para que te funcione de nuevo. —Me descargo con el mismo tema otra vez—. Y en serio, ¿cómo voy a saber que no harías algo como eso? ¡Querías recorrer todo el bar porque no soportas que conozca gente nueva sin antes tener tu aprobación!

—Lauren... —Intenta avanzar, pero elevo mis brazos para que mantenga esa distancia—. ¿Cómo puedes preguntarme qué pasaría? —Niega con la cabeza con incredulidad y aparta la vista, siendo la primera vez que pierde confianza y no puede sostenerme la mirada—. Dime que no estás saliendo con nadie, que lo dijiste para hacerme daño y me marcho. Me iré y no volveré a buscarte. —Me asegura, y si duda no sé si es porque me está engañando o sólo es ella teniendo miedo de la respuesta—. Es todo lo que quiero saber.

— ¿Viniste aquí por esto? ¿Para vigilarme?

—Te estoy haciendo una pregunta.

—Y yo te respondí con una: ¿Qué pasa si estoy saliendo con alguien? —No estoy dispuesta a ceder y se lo hago saber.

—Es una pregunta estúpida, Lauren. Sabes perfectamente lo que pasaría. —En su rostro distingo esa expresión amenazante que antes me intimidaba.

—Pero no sería tu problema, ese es mi punto. Han pasado cinco meses, es un tiempo razonable para conocer otras personas después de acordar no volver a vernos. —Suena horrible, pero que luzca tan reacia a verme con otra persona activa esa seguridad que perdí después de saber que estuvo con Nicholas. Y no sabría explicarlo, pero aunque no es mi intención decirle acerca de Beth, no quiero que piense que es una idea imposible para mí. No quiero que continúe creyendo que sólo pienso en ella, aunque esa sea lo que hago.

— ¿Entonces es verdad? ¿Me llamaste porque estabas con alguien? —Apenas puede pronunciarlo y no es capaz de esperar que le responda cuando agrega algo más—. ¿Con quién?

—Dios, ¡eres desesperante! —Exclamo, perdiendo la paciencia—. ¡No puedes presentarte aquí cuando estoy con mis amigos y pretender que voy a darte explicaciones! ¡Ya no somos nada!

— ¡Lo hago porque actúas como si no fuera importante! Y lo es, Lauren, lo es para mí. Preguntas qué pasaría como si no tuvieras idea de lo que siento cuando tienes claro que querría morirme. —Confiesa, soltando una respiración que suena como un sollozo a pesar de no estar llorando—. Me destruiría saber que me estás superando, ¡por eso estoy aquí!

— ¡No me interesa! No quiero saberlo.

—Pero lo sabes. —Insiste, mirándome desesperada—. Sabes que todo lo que te dije en el parque fue verdad y... Y sabes que si estuvieras con alguien... —Hace una pausa para calmarse cuando imagina la posibilidad—. Si me dices que estás pensando en alguien, entonces no voy a soportarlo. No puedo escucharte decir eso.

Aparto la vista y cierro los ojos, tomando una respiración profunda.

—Por eso es que no debiste venir. No nos hace bien a ninguna de las dos.

—Lo que me hace mal es que no seas capaz de responderme. Me hace mal imaginar que dejas que alguien te coquetee y que piense que puede tener alguna maldita oportunidad contigo.  —dice con desagrado, soltando un quejido de rabia y las mejillas rojas de los celos—. No lo acepto. No de ti.

Resoplo.

—Disculpa, pero no tienes nada que aceptar. Es mi decisión.

—No finjas que no sigues enamorada de mí, Lauren. —Lo suelta sin ningún aparente más que golpearme donde más me duele.

Me quedo callada y aunque cada parte de mi cuerpo reacciona a la seguridad con la que lo dice, no voy a darle la satisfacción de encontrarme con la guardia baja. No cuando estoy cada vez más convencida de que sólo intenta manipularme para conseguir lo que quiere. Camila nunca dice nada que no sea para beneficiarse a sí misma.

Me duele que lo mencione. Me hiere porque sigo muy enojada con ella por mentirme sin necesidad, y que lo sepa sólo confirma que demostré todo lo que sentía sin guardarme nada mientras ella me ocultaba algo que me tuvo insegura por mucho tiempo. Por más que trate de superarlo, no para volver con ella sino para librarme de ese resentimiento que me hace odiarla y quererla en partes iguales, no puedo hacerlo cuando cada cosa que dice me lo recuerda. Es como un círculo vicioso que ella misma se encarga de recordarme.

— ¿Disculpa? —Murmuro—. ¿Eso qué tiene que ver con lo que estamos hablando?

—Que sigues siendo una mala mentirosa y que si no me respondes es porque en el fondo disfrutas verme celosa porque sigues enamorada de mí, así que ahórrate toda esa actuación de mostrarte indiferente.

Entreabro los labios para decirle que está equivocada, pero no me sale nada.

— ¿Qué es lo que quieres conseguir con tantas evasivas? ¿Quieres que me sienta como la mierda? —Cambia su actitud de pronto, volviéndose más impaciente y autoritaria, pareciéndose más como la recuerdo, y eso me ayuda a despertar. Parpadeo en su dirección.

—Porque lo hago —añade, dejando caer sus hombros y apretando sus labios con una expresión desesperada cuando me mira de vuelta—. Y si es verdad lo que dijiste, si estás protegiendo a alguien, entonces me harías sentir peor que nadie.

Detesto lo que dice porque me está responsabilizando por algo que soy completamente libre de hacer, y además me está comparando con otras personas para mal.

—Lo que sea que estés haciendo, Camila, no te va a funcionar. Acepta que no vas a convencerme de nada si sigues echándome la culpa y déjame tranquila.

— ¿Sabes qué parece? Que sólo buscas vengarte. —Me reclama, y cuando se lleva ambas manos a los ojos al retroceder unos pasos es que noto que se le acelera la respiración—. ¿Para qué mierda me llamaste? ¿Eh? —Deja caer sus manos y no me gusta para nada cómo me mira, porque no hay celos o rabia, sino algo muy parecido a la decepción. Trago saliva.

—Ya te dije...

—No, no fue de borracha, fue porque querías que lo supiera. Te sentiste tan mal que no encontraste nada mejor que hacer que hacérmelo saber para que yo me sintiera peor.

Suspiro.

—No te estoy afirmando nada.

—No lo afirmas porque no necesitas afirmar nada, te encargaste de dejarlo muy claro. —Masculla y alza su vista al techo cuando sigue negando con la cabeza—. Si me dices que fue un error es por ti, para sentirte mejor contigo misma. Para convencerte de que fue un estúpido error y así no tener que asumir que todo lo que has hecho conmigo ha sido cruel, Lauren.

— ¿Yo soy cruel? —Empiezo a enojarme también.

—Sí. Ignorarme, echarme de tu casa cuando quise explicarte, hacerme esperar semanas enteras para decirme que querías hablar conmigo y luego echarme en cara que no ibas a cambiar de opinión. ¡Y ahora me llamas para insinuar que estuviste con alguien! —Hace una mueca—. No fue un accidente, lo hiciste a propósito.

—Ah, entonces esperabas que mi reacción fuera invitarte a una taza de café después de enterarme por Nicholas que te acostaste con él. ¿Debí invitarte a comer para que me dijeras los detalles? ¿Eso debí hacer para que no pienses que soy cruel? —Camila entrecierra los ojos y mi respiración también se acelera.

—Hablaste tantas veces sobre resolver los problemas, sobre hablar las cosas, pero a la primera saliste corriendo y quisiste terminar todo sin siquiera darme el beneficio de la duda, y ahora estás en un bar, borracha, sola, besándote con quién sabe quién y sacándomelo en cara. —Me mira como si no me reconociera y me pongo más a la defensiva—. No eres nada de lo que dijiste que eras, Lauren.

—No sé cuántas veces tenga que decirte esto para que lo entiendas, pero entre nosotras no había nada que resolver. Quise hablarlo muchas veces, te lo pregunté muchas veces y tú te encargaste de que después no quisiera volver a verte. ¡Nada de lo que está pasando ahora debería ser mi culpa!

— ¡Y yo no sé cuántas veces tenga que decirte que estaba mal y que no sentía nada por ti cuando lo hice! ¡No fue un engaño!

— ¡Me da lo mismo, Camila! —Termino el tema porque honestamente seguir buscando un punto en común me cansa—. ¡Nunca vamos a coincidir en lo que pasó y no pienso seguir perdiendo el tiempo!

—Entonces ¿qué? —Me mira desafiante—. ¿Quieres seguir fingiendo que tenemos todo resuelto?

— ¡Quiero que te vayas! ¡Eso quiero!

No me doy cuenta que Sophie se acerca hasta que sus manos vuelven a tomarme del brazo, y tampoco noto que estamos gritando hasta que veo que un par de personas están pendientes de todo lo que se grita entre nosotras. Lo bueno es que no tengo tiempo para sentirme avergonzada o culpable porque Sophie no vino sola, Aiden es quien llama la atención de Camila y yo me acomodo el pelo detrás de las orejas antes de hablar.

—Estoy bien.

Sophie me ignora, y se aclara la garganta antes de mirar a Camila.

—Oye, no sé qué habrá pasado para que vinieras, pero en serio no es un buen momento. Podrían...

—No, ya sé. —La interrumpe Camila, mirándome—. Es claro que no puede mantener una sola conversación sin salir corriendo o que vengan a rescatarla porque se niega a ver lo que en realidad está pasando aquí. —Es claro que está hablando de mí, así que me doy por aludida—. No necesito que nadie me eche. Me voy.

Camila camina a mis espaldas y yo vuelvo a sentir ese dolor físico que no me deja dormir por las noches. La mismas ansias y las mismas ganas de enterrarlo en lo más profundo que tenga. Hago una ligera mueca por la corriente en mis brazos mientras trato de respirar con normalidad otra vez, y aunque quiero decirle a Sophie y Audrey que no se preocupen, que fue una pelea estúpida, lo primero que hago es mirar al suelo.

Escucho que Aiden menciona que él llevará a Camila a casa antes de que la siga y admito que estar sobria no fue mi mejor opción. Sophie tenía razón, porque cuando Camila pasa junto a mí después de insinuar que soy una cobarde, la mejor manera que se me ocurre de definir lo que siento cuando desaparece de mi vista es que me deja con las palabras en la boca.

Palabras que no pronunciaría ni aunque regresara, por supuesto, pero que refuerzan esa idea de que quizás sí estoy cegándome y prefiero negarme a ver que sigo enamorada de ella. Incluso antes de que me lo dijera, Audrey se encargó de hacerme ver que llamarla fue una decisión egoísta porque tal vez... Tal vez fue para tener la certeza de no ser la única que sufre.

Es posible, pero yo no soy así. No hago cosas para herir a la gente. No hago lo que no me gusta que me hagan a mí.

Me invade un torbellino de culpa que me encargo de borrar cuando sacudo la cabeza. Como sea. A pesar de saber que no puedo dejar que estas grietas se hagan más grandes después de cinco meses tratando de repararlas yo sola, sé que yo también me sentiré como la mierda por verla, así que por esta noche puedo dejar de castigarme tanto. Y simplemente tendré que esforzarme más mañana.


Camila

Termino de vestirme, y me quito la toalla de la cabeza para peinarme. El aire frío de la mañana entra por mis ventanas, igual que los rayos del sol, y aunque me rostro no es precisamente lo que fue en tiempos mejores, no tengo ganas de maquillarme.

Anoche dormí horrible. Después de que Aiden insistiera en traerme de vuelta a la residencia en su auto, me la pasé llorando hasta quedarme dormida porque aunque sostuve mi celular por horas, Lauren no me llamó ni una sola vez. No supe más de ella. Y no sé muy bien por qué esperaba que lo hiciera después de gritar que me fuera del bar, pero pensé que después se arrepentiría por la pelea. Creí que querría disculparse y aclarar que sólo quería jugar conmigo, que no es verdad que estaba con alguien y que no volverá a pasar.

Con la pena también viene la rabia. Ser irracional. Todo lo que sentía antes y que me transforma en una versión de mí que se siente más familiar que todas. Es como si volviera a reencontrarme con esos días en los que creía que me estaban reemplazando otra vez, y odio sentirme así. Odio pensar en Nicholas. Odio pensar en mi mamá. Odio pensar que Lauren podrá encontrar alguien y que va a olvidarme porque no mentí cuando dije que preferiría morirme. No voy a poder pasar por toda esta mierda de nuevo.

Me cubro el rostro con las manos y grito en silencio. Estoy enojada por ser tan débil e insegura. Debería pensar que Lauren no podrá encontrar a nadie mejor que yo porque no existe. ¡Debería estar restregándole en la cara que yo también puedo buscarme a otro! Todo sería más fácil si en lugar de ir a arrastrarme como lo hacía con Nicholas, me hubiera encargado de salir con alguien y que lo supiera. No me habría tardado más de dos noches. Por favor. No habría tardado ni dos horas en encontrar a un hombre que estuviera listo para coquetearme, sólo tenía que buscar. ¡Pero no!

Abro los ojos y me miro al espejo. Ahora que lo pienso, no es tan mala idea y quizás no es tan tarde. Podría hacerlo parecer casual... ¡Sí! Sólo tendría que escribirle a alguien como Doug para invitarlo a salir y luego pensar en cómo hacer correr el rumor de mi cita para que Lauren lo sepa. ¡Es una excelente idea!

También me arriesgo a que lo sepa Nicholas o Hook porque bueno, siguen siendo amigos, pero no importa. No tiene nada que reclamarme y si lo conozco bien, sé que debe estar sintiéndose como un completo imbécil por empujarme fuera del bar y no se atreverá a decirme nada por miedo a que lo delate. Justo lo que merece.

Me pongo de pie y después de darme la vuelta para verme, decido cambiarme el pantalón negro por una falda marrón y buscar mi maquillaje para no verme derrotada porque no lo estoy. Tengo que cambiar si quiero resultados a mi favor, no puedo seguir con esta actitud tan poco atractiva. Ni yo me querría de vuelta. Arrastrarme no es algo que me haya funcionado antes, no al menos de manera permanente, así que habrá que cambiar de estrategia.

Hace meses dije que repararía mis pedazos sola y lo creí por unas semanas, en serio estaba convencida de que era una señal para preocuparme de todos esos problemas que jamás traté y creí que debía aceptar que Lauren no iba a perdonarme porque insistir era una pérdida de tiempo. Pero ahora no pienso aceptarlo tan fácil. Yo jamás pierdo sin antes dar una pelea decente. Es verdad que no volveré a disculparme o insistir en hablar porque ya lo hice lo suficiente, y tampoco haré escándalos como el de anoche, sino que jugaré la carta que la atrajo en primer lugar: Ser segura de mí misma.

¿Y alguien segura de sí misma se quedaría en esta habitación, sin arreglarse para seguir llorando? Por supuesto que no. Qué asco.

Voy hacia mi tocador para buscar mi máscara de pestañas y es entonces cuando suena el timbre de mi habitación. Ruedo los ojos con fastidio y considero fingir que no estoy cuando vuelven a tocarlo por más tiempo.

Me pongo de pie de mala gana porque acabo de tener esta enorme revelación y en vez de hablar con alguien se equivocó de habitación o decidió tener vida social conmigo, debería llamar a Kat para que se una a mi nueva yo. O mi antigua yo, si consideramos que siempre fui más caliente cuando no dejaba que nada me afectara.

Abro la puerta y mi buen humor se tambalea cuando vuelvo a encontrarme con Lauren.

Está vistiendo un suéter holgado que le cubre el cuello, unos pantalones blancos y tiene el pelo más liso y largo que de costumbre. Su rostro está sin maquillar como el mío y lo único fuera de la ropa que le distingo son unos pequeños aros dorados y un bolso negro que sostiene en las manos cuando le abro la puerta. Intenta sonreírme, o quizás saludarme, pero es difícil decir que está contenta cuando la noto tan nerviosa.

Y con mi sorpresa inicial podría devolverle esa sonrisa incómoda, pero no pienso tener esa consideración. No se me olvida todo lo que ocurrió anoche, ¿y ahora viene a verme? ¿En serio? ¿Quién se cree?

Suspiro sin ganas.

—Ay, a ti no hay quien te entienda —digo de mal humor—. Y tampoco tengo ganas de intentarlo hoy, así que si viniste para seguir peleando porque no te gustó que fuera al bar, será mejor que te vayas. No vas a lograr que me arrepienta de nada porque ¿te digo una cosa? Lo haría otra vez.

— ¡No! —Se adelanta a aclarar cuando piensa que voy a cerrarle la puerta en la cara—. Espera, no vine para eso.

— ¿Para qué vienes, entonces? —Le pregunto sin entender—. ¿Para asegurarte que no malinterpreté las cosas y piense que volvimos a estar juntas? —Se me escapa una risa sin gracia—. Entendí el mensaje, no te preocupes. No tienes que venir a mi residencia para repetirme el discurso de siempre.

Lauren avanza un paso y se acomoda el pelo detrás de las orejas.

—Ya te dije que no vine a pelear. —Me dice con voz suave, y hasta podría decir que luce algo avergonzada, aunque no arrepentida—. Lo haré breve, vine para disculparme.

Frunzo el ceño y apoyo mi hombro en el marco de la puerta al cruzarme de brazos.

—Disculparte —repito, alzando la barbilla y asintiendo lentamente con la cabeza—. ¿Por qué?

—Por lo que pasó anoche —se explica—. Desde la llamada hasta haberte gritado que te fueras. Yo... —Sacude la cabeza y se parece más a la Lauren que recuerdo; esa forma que tiene de arrugar la nariz cuando no encuentra las palabras o cómo aparta la mirada cuando piensa que van a interrumpirla y se da el valor para terminar de hablar. Un valor que tiene porque Lauren es mucho más de lo que ella cree que es, pero que le cuesta encontrar cuando está bajo presión—. Sé que estuvo mal y estar de fiesta no es excusa para echarte de un lugar público. Fue ridículo.

Hmm. No estoy acostumbrada a las disculpas, así que no sé muy bien cómo reaccionar. Es difícil tener algún plan con Lauren porque aunque haya estado decidida a recuperarla como la conquisté, luego me enojé por creer que vino a verme era para discutir y ahora me sorprende escucharla tan sincera. Me sorprende que sepa separar las cosas cuando se equivoca y haya venido a pesar de estar enojada conmigo. Podría haberme enviado un mensaje y ya.

—A pesar de todo lo que pasó entre nosotras —continúa—, no quiero que te quedes con la impresión de que busco hacerte daño. Y no lo hago porque quiera quedar bien contigo, Camila, sino porque la venganza nunca va a estar en mis planes. Anoche... Simplemente no era mi noche.

—Así que vienes a mi residencia... a disculparte. —Murmuro aún con el ceño fruncido.

Ella asiente con la cabeza.

—Está bien si no quieres disculparme, en realidad sólo quería que lo supieras. —Acomoda las mangas de su suéter y me mira con más atención cuando toma más confianza—. Quedé pensando en lo que dijiste sobre ser cruel por todo lo que he hecho desde... ya sabes, la discusión que tuvimos, y puede que en parte tengas razón. Puede que haya hecho todas esas cosas malas, pero no quiero hacerte más daño. Lo siento si te hice creer lo contrario.

Ay, maldita Lauren.

Maldita cursi e insoportable Lauren.

Ya entiendo por qué me enamoré tanto de ella.

—Pero no sólo vine por eso. —Agrega cuando pienso que no dirá nada más.

— ¿No?

—No —confirma, y se cruza de brazos—. Vine a escuchar que te disculpes también.

— ¿Qué?

Olvídenlo, no es la buena y dulce Lauren. Es malvada.

—No puedes ir a los lugares en los que estoy a exigirme cosas, Camila. —Me dice más seria—. No puedes pedirme explicaciones sobre con quién estoy, dónde estoy o qué estoy haciendo porque no tenemos nada, ¿entiendes? Nada. E incluso si lo tuviéramos, no es la forma correcta de preguntar lo que tanto te mueres por saber. Prácticamente me socavaste frente a mis amigas para sacarme información y entiendo que en gran parte es mi culpa por lo que te dije por teléfono, pero no puedes hacerlo otra vez.

Hago un mohín con la boca y enderezo mi espalda.

— ¿No puedo? —Hago como que no escuché bien—. ¿Desde cuándo vienes a prohibirme cosas? Yo hago lo que quiero y cuando quiero, Lauren. No pienso disculparme.

— ¿Cómo no puedes ver que estuvo mal lo que hiciste?

—Estuvo mal, pero como te dije hace menos de tres minutos, lo volvería a hacer. Todo era mejor que quedarme aquí torturándome con las imágenes de ti coqueteando en un bar.

Lauren ladea su cabeza.

—Camila...

— ¿Camila qué? Hice lo que cualquiera haría en mi lugar. —Me defiendo.

—Eso es lo que dices para justificarte, pero no, no muchos lo harían. —Insiste—. Si estoy aquí es para arreglar lo que hice ayer y lamentar que tengamos que retroceder lo que avanzamos en estos cinco meses, pero no puedo hacerlo sola. Tienes que poner de tu parte también y evitar que nos veamos.

—Tú eres la que está aquí ahora.

—Porque no iba a pedírtelo por mensaje, intento llegar a un acuerdo.

Ruedo los ojos.

—Un acuerdo de mierda, si me preguntas.

— ¿Podrías poner un poco de tu parte o al menos fingir que lo estás haciendo? —Deja caer sus manos y aunque sigue habiendo una barrera invisible entre nosotras, soy capaz de sentir cómo cae lentamente cuando sus intentos por conseguir ese acuerdo de indiferencia está alejándose por mi negatividad—. Estoy cansada, Camila. Muy cansada. Han sido meses difíciles para mí también y no me estás ayudando.

—Porque no quiero ayudarte —admito con sinceridad—. Ni pienses que voy a hacértelo más fácil, no quiero que vuelvas a ignorarme. Preferiría discutir todo el puto día contigo antes de no saber de ti.

—Pero las peleas no nos hacen bien, no me gusta. —Suspira y se aclara la garganta—. Anoche me sentí muy mal.

—Podemos dejar de pelear —sugiero, enarcando las cejas—. Con eso sí me esforzaría. Podríamos hablar como lo hacíamos antes. No todos los días, hablo más en caso de encontrarnos por casualidad en un lugar... Podrías saludarme o preguntar cómo estoy en lugar de ignorarme o pelear.

—No. —Se niega de inmediato—. No vas a hacerme cambiar de opinión.

—Ahora tú eres la difícil.

—Porque quieres revertir todo a tu antojo. —Frunce el ceño y cualquier indicio de tregua muere en cuanto siento que se enoja como anoche. Es curioso cómo antes no conocía a Lauren enojada y últimamente es todo lo que veo; cada cosa que digo la saca de quicio y debería hacerme sentir mal. Es decir, sí me hace llorar, pero también... Es como si volviéramos a tener esa tensión entre nosotras cuando empezamos a alzar la voz. Lo sentí anoche y lo estoy sintiendo ahora.

O puede que sólo sea yo reaccionando a lo mucho que quiero hacerla callar con un beso. Me inclino más por esa opción.

—Si tanto quieres que haga lo que dices, entonces sé sincera. ¿Con quién estabas anoche?

— ¿Es broma? —Agudiza la voz—. ¿Vas a seguir con lo mismo?

No, no puedo seguir con la misma estrategia. Tengo que ser más inteligente.

—Lo pregunto porque nunca la había visto y me tomó por sorpresa.

— ¿Qué? —Pregunta confundida.

Me encojo de hombros y finjo mirarme las uñas.

—Te vi con alguien cuando llegué al bar —miento, mirándola para buscar cualquier señal que confiese que estuvo con alguien—. Y sé que no era Sophie o Audrey.

—Además de ellas, estaba con Aiden.

Pienso rápido en alguna característica que pueda servirme y para empezar, estoy segura de que era una chica y segundo, imagino que se parecerá un poco a mí, ¿no? Es muy evidente.

—Pero estoy hablando de verte con otra chica y que supe que no era ninguna de tus amigas por el color de pelo, quiero decir, la que vi no era rubia. —Está bien, aventurarme a decirle un color específico era arriesgarme demasiado a fallar, así que mejor ir con un descarte. No imagino a Lauren con una rubia como Sophie. Las rubias siempre son las malvadas, egocéntricas y arrogantes.

Estoy orgullosa de mí misma por este análisis y lo estoy todavía más cuando Lauren se sonroja.

—No sé de qué estás hablando.

—Lo sabes, Lauren.

—No. Si me viste con alguien ¿por qué insistías tanto en adivinar quién era al preguntarle a todas las que estaban ahí? Pudiste verme con Audrey. Ella tampoco es rubia.

—No era tan baja y créeme, sabría reconocer a tus amigas si las veo de lejos. Me habré confundido con sus nombres, pero conozco sus caras. Era otra persona.

Lauren me mira por tantos segundos que empiezo a impacientarme y no se me escapa que traga saliva cuando le sonrío para confundirla. No quiero demostrarle celos, no ahora.

— ¡Mentira! —Me apunta con el dedo—. No es verdad. No me viste con nadie.

— ¿Y tú qué sabes? No te hablé apenas llegué, me costó horrores encontrarte entre tanta gente y por algo te pregunté dónde estaba cuando te vi. Supe que estabas en una cita.

— ¡No era una cita! Y es imposible que me hayas visto con ella porque no volví a verla después de llam-... —Se queda callada cuando se delata a sí misma, pero es demasiado tarde porque mi buena disposición muere en todos los celos que reaparecen al escucharla hablar de un ''ella'' que no soy yo. Lauren debe interpretar mi rostro como lo que es: una señal de enfado que pocas veces que he sentido antes, y en lugar de reclamar lo que acabo de hacer, resopla con cansancio.

—No sigamos confundiendo las cosas, ¿no te das cuenta que nos deja peor?

La miro irritada.

—Dime una cosa, ahora que estamos hablando con la verdad —mascullo, tratando de controlarme—. ¿La besaste?

Ella no baja la vista, pero es como si lo hiciera cuando no responde nada. Podría negarlo, insistir en cambiar el tema o simplemente darse la vuelta para irse, pero no lo hace. Se queda mirándome. Y lo peor es que no se le ve ni una pizca de arrepentimiento o ganas de desaparecer de la vergüenza, así que requiere de todo mi autocontrol no gritarle que se vaya porque soy yo la que no quiere verla más.

Juro que si no fuera porque de alguna manera toda esa tensión aumenta cuando mantiene toda su atención en mí, le gritaría que no quiero saber más de ella y que ni se atreva a llamarme cuando esté borracha de nuevo. Le gritaría tantas cosas que no puedo ni pensar. Tengo la piel ardiendo de los celos y de la irritación. De la indignación y de querer que muestre al menos un poco de arrepentimiento por haberlo hecho.

Quiero cerrarle la maldita puerta en la cara, que vea lo enojada que estoy y que se sienta horrible por eso. Me invade el impulso vengativo en el que quiero que sienta al menos una pizca de las náuseas que tengo ahora porque mientras para mí cinco meses se han sentido como un infierno que trascurre en medio de noches sin dormir, para Lauren son suficientes. No necesita más para seguir adelante.

—Esto nunca te lo voy a perdonar, Lauren. —Le digo, pero no hago nada de lo que quiero hacer. Me quedo ahí, mirándola mientras levanta más la cabeza y enarca las cejas.

—No recuerdo haber pedido que me perdones. —Es lo único que responde.

—Entonces no tienes nada que hacer aquí —murmuro con indiferencia—. Vete.

—Como quieras. No quería quedarme más tiempo, de todos modos. Eres incapaz de reconocer tus errores y pedir disculpas, no sé por qué esperaba otra cosa.

—Porque sigues sin reconocer que todo lo que haces, incluso venir a verme, es para no romper esa imagen perfecta que tienes de ti. Lo hacías cuando me querías estando con Nicholas y sigues haciéndolo ahora.

La mención de ese nombre la hace apretar los labios, y mi vista se detiene en ellos por más del tiempo necesario.

—Cuidado con reflejarte en mí, Camila. No todos hacemos las cosas para limpiar nuestra imagen.

—Oh, no es necesario, ni te molestes —le digo, sacudiendo mi mano—. No hay nada que puedas hacer para limpiar tu imagen. Me queda muy claro la persona que eres ahora.

Lauren se ríe con incredulidad mientras niega con la cabeza.

—Así que de nuevo soy la mala.

—Puede que lo seas, ¿o nunca se te ocurrió pensar que no eres tan inocente como piensas?

—Tienes una facilidad para revertir las situaciones que me impresiona. Haces todo para culpar a los demás en lugar de aceptar las disculpas, agradecer y asumir que te equivocaste en ir al bar cuando no te invité.

—Asumir mis errores es lo que llevo haciendo todos estos meses, si esperas que siga arrastrándome por tu perdón entonces búscate a otra que lo haga. Quizás el intento barato de reemplazo que encontraste en el bar te siga todas esas condiciones estúpidas que siempre pones.

— ¡Deja de insultarla! No puedes tratar así a alguien que ni siquiera conoces.

— ¡Y tú deja de defenderla!

Lauren baja la vista y suelta un bufido de impaciencia.

—Eres increíble.

—Ya vete con quien quieras —me rindo por hoy—. Esperarte fue inútil.

—Sí, lo fue para mí también y por supuesto que me voy a ir porque eres sinónimo de caminar en círculos. ¡No se puede hablar contigo!

—Cada vez tienes más quejas sobre mí, ¡no sé para qué me buscas si me odias tanto!

— ¡Quizás sí te odie! —Me dice, y lejos de ser gracioso, clava espinas que me cortan la respiración y me hacen tener un maldito nudo en la garganta—. ¿Qué razones me has dado para no hacerlo, Camila? ¡Ayer cruzaste todos los límites posibles!

Me acerco a ella y alzo la barbilla.

— ¡Entonces ándate y no vuelvas a buscarme cuando quieras sentarte en el suelo de un baño a llorar!

Sus mejillas arden por la humillación y entrecierra los ojos.

—No, no te preocupes, ¡no volveré a caer tan bajo!

— ¡Genial!

—Genial. —Repite y se acomoda el pelo otra vez.

Espero que se mueva, pero como no lo hace, me cruzo de brazos.

— ¿Qué estás esperando?

Lauren traga saliva y sólo ese gesto, esa duda, sigue despertando cosas en mí.

—No sé.

— ¿Cómo que...

— ¡No sé!

Se da la vuelta para marcharse, pero no avanza más de un par de pasos antes de soltar un quejido y volver al mismo lugar de antes. Y todo a partir de ahí es automático, tanto para mí como para Lauren. No sabría decir si acercarme estuvo en mis planes desde anoche cuando le tensión era palpable en cada parte de mi cuerpo por estar tantos meses sin verla, o si mirar su boca por más de tres segundos era señal suficiente para que mi mente se llenara de advertencia, y no sabría decirlo porque nada de eso importa ahora.

En sus ojos veo un instante de vacilación antes de que elimine la distancia entre nosotras, y es tan breve que apenas tengo espacio para seguir viéndola cuando ella me recibe al sentir mis manos tomando sus mejillas para besarla.

Creo que ella también avanza al mismo tiempo, no estoy segura. Y a la mierda. Es algo que decidimos en esos segundos en los que pensé que se iría, pero no se me ocurre otra mejor manera de recurrir a medidas desesperadas en una situación como esta. Sus manos van hacia mi cintura para tomar mi camiseta y es toda la respuesta que necesito cuando la beso, sujetándola con tanta fuerza que estoy segura de que puede sentir lo que yo siento.

Estoy lanzándome a ciegas con esto que podría terminar horriblemente mal, pero sólo necesito un poco más. Necesito que siga besándome hasta que se me olvide que la odio por reemplazarme con alguien más.

No sólo estoy besándola, sino que la estoy reclamando porque sigo estando celosa. Sigo imaginándola... riendo, contando sus chistes malos y hablando sin parar con otra persona y me hierve la sangre. La beso más fuerte, más duro. Mis manos son firmes en su cara cuando mis labios la encuentran y antes de darme cuenta, retrocedo sin separarme de ella para que entre a mi habitación.

Me tiembla todo el cuerpo cuando sus dedos pasan a tocarme la piel que no alcanza a cubrirse entre mi camiseta y mi falda, y frunzo el ceño en respuesta a lo intenso que se siente toco cuando estoy con Lauren. Su boca está caliente y suave al mismo tiempo. Hambrienta, también. O quizás sea yo la que quiera sumergirse en ella mientras me aferro al mejor momento de mi vida. Empujo la puerta con uno de mis pies para cerrarla y presiono su espalda contra ella cuando esa barrera que nos separa por fin desaparece.

—No... No deberíamos. —Apenas puede abrir los ojos, su voz suena un desastre y yo concuerdo con ella, pero ninguna intenta alejarse. Suelta un sonido desde el fondo de su garganta cuando respiro en su boca—. No vine para esto.

—Ya sé.

Me lamo ligeramente los labios y Lauren se sonroja cuando los ve.

—Esto está mal. —Se las arregla para decirme.

—Sí —murmuro, besándola otra vez cuando es ella la que me busca—. Está muy mal.

Lauren me presiona más contra ella y sé que lo quiere tanto como yo cuando lleva ambas manos a mi nuca e impide que siga hablando. Cada parte de mí responde a lo que está haciendo, se me pone la piel de gallina en partes de mis brazos que ni siquiera toca y físicamente no soy capaz de alejarme.

Bajo mis manos hasta sus caderas y la acerco a mí, sin perder el control que tengo sobre lo que hacemos. Mi lengua se desliza en su boca para buscar la suya y por cómo actúa cuando la dejo pensar que voy a ceder, sé que le gustaría que la besara más rápido, pero hago todo lo contrario porque quiero que lo saboree como yo lo estoy haciendo. Y porque además quiero que se desespere por tocarme más. Lauren se estremece y se frustra, pero no se queja, sino que respira más rápido.

Nos cuesta encontrar un punto en común con todas las ansias acumuladas de tantos besos que no pude darle, pero aunque en un principio sea un desastre, me hace desearlo más; además, entre más pienso en el bar, más me enfado con ella. Pero también más ganas tengo que no soltarla.

Lauren pasa sus manos por mi pelo, mis mejillas y vuelve a mi nuca. Amo cuando se pone torpe porque le gusta lo que hago, es hacerla perder el control después de luchar en su contra durante tanto tiempo que creí todo perdido.

Ninguna dice nada y pasan unos segundos en los que todo lo que respiro, siento y toco es ella. Meto una mano debajo de su suéter para tocar su cintura mientras que con la otra tomo tu pelo por la zona del cuello, algo que sé que le encanta y a mí me vuelve loca. Lleva sus manos a mi cuello, donde acaricia con la yema de sus dedos mi barbilla lo más suave que puede a pesar de que no dura mucho porque no le basta con tocarme así de suave, y entonces jadea otra vez. Tiembla cuando toco más arriba en sus costillas y lo hace aún más cuando muerdo su labio inferior, sin una pizca de piedad.

—Camila. —Tira de mi camiseta con impaciencia y todo se vuelve más intenso porque besarla, tocarla, nada me satisface.

—Vas a pagármelo, Lauren. —Susurro en su piel cuando beso su mejilla, haciendo que ladee la cabeza por la corriente que siente en su cuello mientras tiro del borde de su suéter para quitárselo—. Vas a pagar lo que me hiciste anoche.

No me responde, ni siquiera se ofende. Me deja quitarle el suéter y esbozo una sonrisa arrogante cuando acaricio la parte baja de su estómago, justo debajo de su ombligo donde aguanta la respiración cada vez que la toco. Soy consciente de lo que provoco cuando lo hago, así que no pienso quitarle la vista de encima a medida que deslizo mis dedos más y más abajo como la única advertencia de lo que quiero y me está dejando hacer.

Gime en voz baja, mirándome también, pero tampoco está dispuesta a quedarse quieta sin hacer nada. Sujeta mi muñeca para que me detenga cuando sus labios permanecen entreabiertos, y ofreciéndome una buena vista de su sujetador cuando toma una respiración profunda, aprovecho de acercarme y pasar mi lengua por la piel de su mandíbula hasta llegar a su oreja para que escuche de cerca lo mal que tiene mi respiración.

Lauren es tan sensible que sólo eso basta para que pierda la poca razón que le quedaba. Vuelve a besarme y me obliga a retroceder cuando me lleva hasta la cama, sujetándome. Por minutos enteros, cuando me siento y ella se acomoda a horcajadas sobre mí, nos dedicamos a pelear por quién domina más a quién. Me da hasta risa que hace un par horas estaba gritándome que me fuera y ahora no puede parar de besarme. Quién la entiende.

—No quiero que vuelvas a verla o escribirle. —Murmuro en voz ronca cuando lamo sus labios y con una de mis manos acaricio su espalda—. Mucho menos que dejes que te ponga un dedo encima otra vez. —Lauren se muerde el labio inferior para no hacer ruido cuando lo susurro en su oído mientras mis dedos se deslizan hacia sus pechos, y después beso sus clavículas hasta llegar donde quiero—. ¿Me escuchaste?

No muestra señales de haberme escuchado, pero sí de que quiere que siga provocándola con mi boca y no me molesta porque ya habrá tiempo de convencerla después. Por ahora me concentro en seguir ignorando que esta pausa probablemente no resuelva nada y que tal como dijo, no deberíamos seguir haciéndolo. Porque prefiero conformarme con volver a tenerla por un par de horas que no recuperarla jamás.





N/A:

Holaaaaaaa! Ya sé, mucho tiempo sin aparecer con esta dosis de toxicidad, pero mi último mental breakdown estuvo intenso y me costó salir :( Espero que estén muy bien y siganme en twitteeeer (cabellosfreedom)! por ahí les comparto cosas como tiktoks que ponen a mdt con cardigan (<3) y adelantos porque ya saben que o actualizo en dos días o en tres meses, aquí no hay punto medio

Continue Reading

You'll Also Like

2.4K 236 34
En las bulliciosas calles de Miami, Camila Cabello es una detective de élite del Departamento de Policía de la ciudad. Con un historial impresionante...
565K 24.5K 46
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
284K 19.5K 51
Sinopsis: ¿Crees en la reencarnación?
509K 31.4K 81
La guerra es una palabra infaltable en cada conversación. El odio es lo único que le da sentido a la vida. El amor es sólo un recuerdo que de a...