Kuina tomó a Suguru cuando lo vió en la cafetería completamente solo, se sentó a su lado y habló.
— Banda volvió y más atractivo que antes —.
Suguru escupió su comida al escuchar eso, asustado la miró, antes de explotar tragó duro y bajó la vista.
— No me importa... No tengo oportunidad con Chishiya, yo, la cagué —.
— ¿Qué pasó exactamente esa noche? —.
Suguru avergonzado mordió su labio inferior.
Suguru estuvo a punto de hablar, pero pensó detenidamente ¿Por qué asumió que rápidamente lo que sentía era un enamoramiento? Shuntarō es una persona especial y a pesar de que ambos se amen, no habría oportunidad de que estén juntos. Ambos son famosos y como famosos, fueron aceptados en la desarrolladora por ser el estereotipo de hombre perfecto, fueron escogidos para ser de las fans y para las fans, ser sus novios más allá de ser solo desarrolladores, dejarlas pensar que tienen poder sobre ellos y que sólo vivirán para sus fans, entonces, una vez ellos sean pareja jamás vivirán felices, tendrán paparazzis detrás de ellos, fans, acosadoras, revistas, dejarán de tener contratos con las compañías porque la homosexualidad está tan mal vista, Suguru no quería eso en Shuntarō, él apenas estaba empezando en ese mundo, no quiere hacerlo caer tan rápido.
Tragó todas sus palabras y volteó su vista.
— Pierdes tu tiempo, no me hables —.
— ¿Por qué me tratas así, Niragi? He hecho todo para que me mires ¿Qué más debo hacer? ¡No pido que me correspondas! Pero quiero un poco de respeto de tu parte, quiero algo de tu cariño —.
— ¡Un marica no merece respeto de nadie! —.
Abrió sus ojos sorprendido hasta de sus propias palabras, él no era nadie para decir aquello y su corazón dolió cuando vió lágrimas correr del rostro del menor, quien bajó la vista enseguida.
— Bien, yo, lamento molestarlo, no lo volveré hacer —.
Fue lo último que escuchó de sus labios.
— Imbécil —.
Fue lo que atinó a decir Kuina mientras tomaba de su yogurt.
Suguru chasqueó su lengua sin responder, viendo la comida delante suyo, su apetito había desaparecido enseguida.
— Debes hacer algo para recompensar lo que hiciste y ganar nuevamente a Shun, Banda volvió, pero para ayudarte, tenemos un plan, es tu última oportunidad ¿Aceptas? —.
Suguru se lo pensó por unos segundos, si ese plan lograba hacer que Shuntarō lo quiera de nuevo y poder por fin aventurarse a declararse, lo haría.
— Acepto —.
— ¿Qué opinas? —.
Preguntó Banda quitándose los audífonos después de hacer su parte en el videojuego que Suguru estaba programando hace años.
— Tienes talento, de verdad, no tanto como Chishiya, pero ayuda mucho con el juego, gracias por, ya sabes, querer ayudarme —.
Bajó su vista avergonzado, mientras jugaba con sus dedos, jamás creyó que todo lo que hacía Banda jamás fue en su contra, que lo único que quería era que él y Shuntarō estuvieran juntos, suspirando alzó su vista a la pantalla y empezó a editar el audio, mordiendo su labio inferior.
Banda se sentó al lado de Yaba, quien lo empezó a felicitar por su buen trabajo, el menor sonrió ante su mejor amigo y se acurrucó en su abrazo, el mayor sabía el porque de su suspirar, a pesar de que sabía que estaba ayudando a la pareja, podía ver qué necesitaba de ver a alguien y ese era Enji, se notaba que lo extrañaba y deseaba verlo.
De fuera ambos escucharon fuertes pisadas, Yaba miró el hilo rojo de Banda tensar, sólo estaba así cuando su destinado estaba cerca, sorprendido vió la puerta abrirse de golpe. Un hombre de cabello negro y la respiración agitada había aparecido, Banda cuando lo vió, se levantó de inmediato, sus ojos brillaron al verlo, joder, lo extrañó como loco.
Enji se acercó lentamente y observó al menor, acarició su mejilla. Le dolió ver lo que transmitía el menor, su cabello largo y negro, sus ojos vacíos, su piel no era tan cálida como antes, por alguna razón, se volvía fría de a poco, cada vez la temperatura era peor. Quería llorar por las grandes ojeras ¿Qué había sufrido su bebé?
— Te extrañé tanto —.
Susurró abrazándolo, el menor creía que lloraría, cerrando sus ojos lo abrazó, importandole poco si era su última vez.