Frontera de caza

By katiealone

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Cumplir dieciocho años en la tradicional y poderosa familia Bautista-Montagny es todo un acontecimiento. Y Da... More

Sinopsis
📜 Epígrafe 📜
🩸 Introducción 🩸
1. Los barrios altos
2. Preparativos
3. La caja
4. Sangre
6. Culpable
7. Pagar el precio
8. Frente a frente
9. Sangre nueva
10. Primera vez
11. Matamos a un Edevane
12. Bebe
13. S.O.S
14. Primero, las balas
15. Momentos de debilidad
16. La historia según Arabella
17. Nos preparamos
18. Dulce escape
19. Verdades sobre la mesa
20. Tuya
21. Tenemos visita
22. Enemigos
23. En nuestras venas
24. La escena de Jack
25. Sin esperanza
26. Sin lugar en el cielo
27. La cazadora
28. Lo que perdimos
29. Tal vez es tarde
30. Poder ancestral
31. Relish
32. Fugitivos
33. Sin culpa
34. Sombras
35. No me sigas
36. Sangre de mi sangre [Final]
🧛 Nota de la autora 🧛
🩸 Epílogo 🩸
Extra 1: Lover
Extra 2: Aquella niña perdida
Extra 3: Ternura
Especial de Halloween 2023 [Parte 1]
Especial de Halloween 2023 [Parte 2]
🎨 Ilustraciones para FDC 🎨
😜 Memes 😜
📚 Otras historias de la autora 📚

5. En aprietos

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By katiealone

Empujó la puerta, y acabó rompiendo parte de ella. La azotó con fuerza tras ellos, y el resultado fue peor. Diego se puso de pie de un brinco, todo el ruido y la rapidez del suceso lo cogió de sorpresa. La miró a ella, luego a él, y abrió la boca para soltar la primera estupidez que se le ocurrió.

—¿No se murió? —Aliz bufó con fastidio y, solo por eso, acabó empujando a José Alonso, que cayó de bruces al piso.

—Debí dejarlo morir, al menos cinco segundos antes de desaparecer me hubiera dado la razón.

—Ay... duele... —se quejó el susodicho, llevándose la mano a la altura de la herida que le hizo la estaca. Esa que sabía iba a tardar en curarse.

—Pues te aguantas, ¿qué dije yo? ¡No tenías que volver a ese maldito lugar!

—Tú no quieres que Diego me traiga humanos decentes, al final uno tiene que buscar otras opciones de menú... —le dijo el joven vampiro, y se incorporó con esfuerzo para recostarse en el sofá, haciendo un gesto de dolor.

—¿Y qué le pasó? ¿Por qué esa cosa no se le cura? —Diego se acercó a él, y miró con curiosidad la herida. Algo que lo empujó a llevar el dedo al hoyo aún sangrante.

—¡Ahh! ¿Qué te pasa, estúpido? ¡Qué mierda me metes el dedo a la herida! —se quejó como un nene. 

Aliz estaba a punto de perder la paciencia, solo se meció los cabellos con fuerza y respiró hondo. ¿Por qué tuvo que llevarse a esa cría consigo?

—Eso es para que la próxima aprendas a escucharme —le dijo entre dientes—. Y tú, será mejor que aprendas lo que pasa si te alimentas de humanos traficados, en lugar de conseguirlos tú mismo.

—Técnicamente no fue mi culpa, ¿cómo iba a adivinar que aparecería un cazador? —se defendió José Alonso. Ella frunció el ceño. Le molestaba, porque en realidad tenía razón.

—¿Cazadores? ¿No que se extinguieron en el siglo XIX? Al menos eso decían en las clases... — murmuró Diego con escepticismo.

—No debería quedar ni uno de ellos. Ni siquiera se suponía que cruzaran el Atlántico.

Aliz no iba a retirar su palabra: José Alonso se buscó el pleito por ir a ese condenado lugar. Pero lo del cazador... Bueno, eso no tuvo que pasar. Menos en El Sirada. Una ciudad lo suficiente grande, corrupta y populosa para albergar todo tipo de gente, y de alimañas también. Por eso acabaron allí, y creyó que sería suficiente para huir de los pleitos, pero al parecer se equivocó.

Pensó que ese sería el último lugar en el que su clan la buscaría, y quienes acabaron encontrándola fueron los cazadores malditos. Aunque, pensándolo bien...

No, ese tipo no tuvo idea de quien era. Ni siquiera estuvo preparado para enfrentarla. Se dejó morder al inicio, porque los cazadores siempre tenían la sangre envenenada con yerbas, y pensó que eso sería suficiente para aturdirla. Tal vez a un recién nacido como José Alonso, pero no a alguien como ella.

El cazador hasta pensó que caería en la trampa de tocar o siquiera hacerse un rasguño con la daga maldita, pero ella estuvo allí cuando fueron forjadas, y sabía que por nada del mundo podía permitirlo. Si no, estaría chillando como José Alonso, o algo peor.

No, los cazadores que sobrevivieron a la matanza y de milagro acabaron en El Sirada, no estaban preparados para ella. No había nada que temer, al menos no de momento. Pero los años le enseñaron que los rumores se expanden, y que esa situación se descontrolaría en cualquier momento. Y todos sus planes de anonimato se irían al demonio.

—¿Al menos se va a recuperar? —Diego intentó volver a tocar la herida, pero el vampiro lo apartó con todas las fuerzas que aún tenía.

—La estaca estaba envenenada, quizá tenga fiebre. Para mañana con suerte estará mejor. Es eso, o lo tendremos chillando como cría un día más.

—Terrible —le dijo Diego—. ¿Nos vamos a mudar? Con eso que de pronto hay cazadores...

—Tal vez —murmuró Aliz. Había un pequeño detalle.

—De hecho, creo que sí —dijo José Alonso—. La cazadora bebé nos conoce.

—¿De dónde? —preguntó Diego arqueando una ceja.

—Es la princesa-angelito-bebé de Aliz.

—¿La chica Bautista? —A juzgar por el tono de Diego, diría que no se la creía, o que lo tomó por delirios del herido. Pero al mirarla a ella, la cosa cambió—. ¡¿La chica Bautista?! ¡Qué me estás diciendo!

—No me di cuenta de que era ella hasta que gritó...

—Cosa rara, porque ya conoce sus gritos, aunque otro tipo de gritos siendo específicos... 

Aliz miró a José Alonso con furia, sus ojos se tornaron violetas de pronto. El vampiro tenía la frente llena de sudor, la fiebre estaba empezando. Podía perdonar sus delirios, pero no que se burlara de ella.

—¿Entonces al final si te la cogiste? Milla dijo...

—¡Suficiente! —gritó molesta—. Nadie sabía que Danielle era parte de los cazadores, estoy segura de que no entró aquí para espiarnos o averiguar más de nosotros. Ahora es una enemiga, y tú —señaló a Diego—, será mejor que interrogues a Milla. Ella la trajo aquí, y en los viejos tiempos, los cazadores pertenecían a familias prestigiosas. Puede que ella sepa algo, o que su familia también esté involucrada.

—Lo dudo, pero está bien, lo haré —respondió el chico—. ¿Y qué pasó al final?

—Maté al padre.

—¿Y Dani...?

—Vivita y coleando —interrumpió José Alonso—. O eso suponemos, la dejamos en el puerto.

—¿En serio? ¿Por qué no la mataste a ella también?

—Porque se enculó en una noche —respondió el otro, y rio para sí mismo.

—Te voy a romper la puta cara si sigues hablando —dijo Aliz entre dientes. ¿Lo peor? Que quizá tenía razón.

La vio desde el instante en que puso un pie dentro del apartamento. Fue como un rayo de luz interrumpiendo en las sombras de la decadencia. Con ese caminar suave y cauteloso, su mirada pura y curiosa, sus gestos suaves, su inocencia. Lo primero que pensó cuando la vio fue que cuando esa chica la descubriera en un rincón de la sala, frunciría el ceño, haría un gesto de mal gusto, y le daría la espalda.

Pero la muchacha la miró pasmada. A lo lejos, Aliz pudo escuchar los latidos acelerados de su corazón. No pudo resistir la tentación de seguirla, fue casi una necesidad. Una vez a su lado, aprovechó cada instante de esa cercanía. Del olor de la crema corporal que llevaba, del perfume de su cabello. Y también del olor suave y atrayente que despedía su piel. Su aliento casi dulce, su sudor. Toda ella la llamaba, encendía todos sus sentidos.

Era delicada como una princesa, más tarde supo que era tan suave como un ángel. Y que también sabía a gloria. Sus torpes intentos de seducirla solo atraían más a Aliz, ¿para qué se esforzaba esa linda criatura? Si cualquier cosa que le pidiera, ella iba a cumplirla. Quiso tocarla, y Danielle le rogó que lo hiciera. Le juró que no estaba borracha, y que no olvidaría. Y a pesar de la tentación que era besarla y tocar sus rincones prohibidos, resistió. Porque sí que quería hacérselo, con calma. Degustando cada parte de ella, sintiéndose en la cima de tener a ese ángel debajo de ella.

Y ese ángel resultó ser una cazadora. Una perra cazadora. Nunca se sintió tan engañada, tan asqueada de sí misma. ¿Cómo pudo desear a alguien que descendía de esos bastardos? ¿A quién portaba una de las dagas? Debió arrancarle la cabeza cuando pudo, pero por alguna razón le pareció suficiente castigo dejarla ver como mataba a su estúpido padre.

Debió matarla, sí. Ahora había una sobreviviente del ataque, alguien que sin duda iría con el chisme al resto de sus colegas cazadores, quienes quizá aparecerían pronto en la puerta de su decadente nuevo hogar.

—Entonces nos vamos —continuó Diego—. ¿Cuánto crees que tarden en venir aquí?

—No tengo idea, no sé cuántos serán, o si querrán enfrentarme después de lo que le hice a ese tipo.

—Iré a buscar otro sitio donde quedarnos —le dijo. Tenía que confiar en el humano, el único que podía firmar un contrato allí—. ¿Me das dinero?

—Sácalo de mi billetera, y no tardes. Yo vigilaré a este estúpido.

—Estúpido, pero de buenos sentimientos... a veces. —José Alonso se rio otra vez. Ella puso los ojos en blanco, tal vez si lo ponía a dormir con un par de golpes iba a sentirse más tranquila.

Sí, eso era lo que necesitaba. Calma para pensar qué hacer. 



************

¡Buenas, buenas! Ya tocaba conocer a estas criaturas del señor xd De hecho, tengo un meme que lo explica

¿La buena noticia? Mañana salgo de vacaciones, así que actualizaré más seguido para quitarme el muerto del ONC 


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