Subastada al mejor postor

SarahiSalinas_ द्वारा

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[Contenido +18 y +21] Desde recién nacidas somos arrancadas de los brazos de nuestras madres o algunas son de... अधिक

Sinopsis
Personajes principales
1. Origen
2. Dulces dieciocho años
3. Llego el día
5. Los Friedrich, una nueva vida
6. Jayden Friedrich
7. Beso
8. Secretos y una perforación
9. Un rubio de ojos grises
10. Boda a medias
11. Luna de miel o hiel
12. Eso que huelo ¿acaso son celos?
13. Locuras que llevan nuestro nombre
14. Te llevaré a las estrellas y al mismo tiempo al infierno a sentir las llamas
15. Lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas
16. La correcta
17. Después de todo el pasado regresa
18. Decisiones
19. ¿Soy una Klein?
20. La libertad que merece
21. Nueva integrante
22. Divorcio
23. El tiempo lo sana todo ¿O no?
24. Solo piel
25. ¡Quiero un papá!
26. Reencuentro inesperado
27. Volverte a ver
28. Hablar, solo quiero hablar
29. Antes de lo esperado
30. La verdad
31. Un paso a la vez
32. ¿Aún queda una segunda oportunidad?
33. Escándalo
34. Unas cuantas verdades
35. Bésame hasta que me harte
36. Dilema
37. Aguarda, aún falta algo...
38. La venganza se sirve en un platillo frío
Epílogo

4. La subasta

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SarahiSalinas_ द्वारा

Me miró en el espejo de cuerpo completo.

Un reflejo que ni yo misma conozco, un vestido tan despampanante, podré brillar mucho con aquel trapo puesto pero mi cara dice todo menos felicidad.

Ya me han arreglado, un maquillaje tan cargado, nunca me han maquillado y siento que mis ojos arden por tanto. Algo tan elaborado. Han escogido un peinado sencillo que mantiene recogido todo mi cabello, solo se desprende una que otra hebra.

Me gusta el dorado y la madame Ricci a usado eso a su favor. El vestido brilla a todo con ese color, me gusta y les juro que estaría feliz si lo estuviera usando para otra ocasión, no para está.

Es de una sola manga, se transparenta casi toda la tela, con un body debajo que tapa lo necesario, lleva una abertura en uno de los costados de las piernas, brillos adornan la tela, me lo combinaron con unos tacones color negro —que por cierto no tengo idea como caminar, aún me tambaleó un poco, son demasiados altos para mí gusto—.

La chica que me arreglo ya se ha marchado. Escucho unos tacones por el pasillo, entra la madame. Luce un vestido negro, muy maquillaje muy bien elaborado y sus labios pintados de rojo como es costumbre.

—Te han dejado como la belleza que eres —me admira de arriba a abajo—. Sin duda has sido mi mejor inversión.

—Siempre me has alabado de lo bonita que soy, me has notado incluso hay algunas que no sabes su nombre, me has recordado que soy tu inversión la que te hará ganar más de lo normal, mi pregunta es ¿Por qué? —ahora se que será está la última vez que la veré me atrevo a preguntar—. Ya no la veré más, al menos me merezco alguna respuesta coherente.

—Tal vez algún día lo descubras, este no es secreto mío, solo lo guardo —su respuesta o eso parece, más bien son palabras vagas que no les encuentro sentido alguno—. Tu piensas que ya no me verás pero tengo una certeza que vas a regresar buscando lo que no te dirán.

—Quiere decirme pero luego no, quiero entenderla pero no puedo.

—No puedo decirlo, no es cosa mía, mis palabras pueden ser mi propia condena. Hoy no me entiendes seguro que más adelante lo harás —lo dice de una manera tan ligera sin apuros—. Sonríe demasiado para los clientes nena.

Deja a un lado lo demás que ha dicho, cómo si nunca lo hubiera hecho. Cómo dijo sus palabras pueden ser su condena, tal vez la tengan amenazada o solo quiere confundirme.

—Ya tienes que salir, las chicas ya se encuentran detrás del escenario. Tenemos que presentarlas a todas para que las aprecien por segundo, antes de que pasen una por una —caminamos para salir de la recamara.

Bajamos a la primera planta, seguimos por un pasillo puedo visualizar no muy lejos una voz que habla por un micrófono.

—Entra aquí —abre una puerta donde se encuentran las demás—. En unos minutos más las vendrán a buscar para pasar al escenario. —con eso último se va.

Miro a cada una, todas se ven guapísimas, sus vestidos, sus peinados, todo se ve bonito.

—Hoy es como saber nuestro destino —Yadira al parecer no le importa a dónde vaya— ¿Qué piensan hombre o mujer?

—Es lo de menos —responde una.

—¿Acaso no tienes miedo al saber que pueden utilizarte de todas maneras menos bonitas? —pregunta otra de manera miedosa eso desprende su mirada.

—Solo ansío la libertad, ustedes también no lo vayan a negar —de forma aburrida habla.

—Si, pero no de la manera en que vamos a recibir esa libertad —hace énfasis en la palabra «libertad»

—Sophia parece que no quieres salir de aquí —hace referencia al orfanato.

—Es lo que más deseo, no así —opino lo mismo que ella.

—¿Y tú qué opinas Elaine? —observo sus rasgos y sus expresiones.

Casi nunca me ha dirigido la palabra, no se que responder.

—Yo, mmm, este... —trato de responder algo. Se escucha como giran el pomo de la puerta.

Todas callamos. Entra una cuidadora.

—Vamos en dos minutos tendrán que subir y dar su mejor sonrisa, más les vale no arruinar nada —demanda.

Llegamos detrás de lo que separa el público que se cuenta de aquel lado.

Escucho como la voz de un hombre dice: —Pasaran las bellezas de esta noche, podrán apreciar para que vayan viendo lo que hoy ofrece el orfanato Ricci.

—Caminen ya, derechas, sonrían —nos empujan a cada una para ir saliendo en fila. Me tengo firme mi postura al caminar, no quiero caerme frente al público.

Trato de sonreír, algo fingido.

Las luces nos dan de enfrente, somos el foco de atención, no puedo observar a lo lejos, la luz es un poco cegadora.

Me mantengo en mi lugar sonriendo. Veo una que otra sombra. Poco a poco se desvía la luz y puedo apreciar mejor los que se encuentran frente a mi.
Puedo notar a los hombres y mujeres, que lucen sus ropas caras.

Tanto mujeres como hombres hay de diferentes edades, allá quizá afuera sean personas correctas e impolutas. Tal vez algunos no saben que asisten a este tipo de lugares —o incluso hay algunos que no saben de su existencia de las subastas—. Aquí se encuentran con un oscuro secreto, una perversión hacia chicas de dieciocho años queriendo hacer con ellas quien sabe que cosas.

—Aprecien por un minuto y sepan elegir bien —pasa el minuto—. Ya pueden irse niñas, serán llamadas una por una.

Caminamos para salir de ahí, regresamos a la parte trasera.

—En unos momentos más estarán llamando a cada una, cuando ya hayan sido compradas por alguien volverán aquí y una de las cuidadoras las llevará hacia la salida para irse yendo —explica la mujer—. Pongan su sonrisa más bonita y les deseo suerte de quién sea quien las adquiera.

—Con ustedes Sophia —se escucha como el hombre menciona a una de mis compañeras.

—Vamos, vamos, tienes que salir ya —apresura a guiar a Sophia hacia el escenario.

Ignoro todo lo que dice el presentador, no quiero escuchar quien será la persona que ofrezca más que otros.

Y así pasa una por una, veo como se las llevan. Se van, no volveré a verlas ni ellas a mi.

Esto es cruel, para esta gente solo somos dinero, ganancias.

Sería absurdo desear que nadie me eligiera pero se que ninguna chica que ha salido del orfanato ha regresado a menos que no regresen por ciertos motivos. Dudo mucho la última opción, cada una de ellas ha sido comprada.

—¡Hey! —me zarandea para sacarme de mis pensamientos—. Levántate en casi nada te llamaran —hago caso y la sigo.

—Y con ustedes, la última, nuestra joya, una belleza casi única, ¡Elaine! —anuncia por el altavoz.

Levanto mi mentón, pongo la sonrisa que tanto exigen y camino para pararme en medio de aquel escenario donde me observarán personas.

Las luces vuelven a cegarme un poco, me paro, doy mi mejor sonrisa, coloco una mano en mi cintura.

Esto es difícil

—La belleza más esperada del catálogo, empezamos con una cifra bastante buena —anuncia.

Menciona cierta cantidad, quien la ofrece, rápido puedo ver, a unos pasos lejos de mi se encuentra una pantalla grande dónde aparece el nombre de la persona y cuánto ofrece.

Logro ver qué el público tiene un cuadro entre las manos, teclean en ella, reconozco que es un tableta seguro donde marcan la cantidad que ofrecen.

—Ya hay uno, ¿alguien ofrece más? —y con eso aparecen más números en pantalla.

Las cifras van subiendo cada vez más, trago duro, tanto dinero ¿Y para qué?.

No valgo ni todo ese dinero; valgo más que eso.

Dicen por ahí, el dinero no compra a las personas.
Quién dijo eso estaba equivocado, mírenme a mí.

—Parece que ya se rindieron, solo nos quedan dos.

Noto que en la pantalla solo quedan dos personas que están en competencia en quien da más.

Uno es Friedrich y el otro Keller.

Veo que una de esas personas duda en subir otra cantidad más, mientras el otro no para de subir más.

—Al parecer ya vamos teniendo un ganador.

Cuando la otra persona ya no sube más dice: —A la una, a las dos, a las tres.

Paso saliva.

Espera un momento más viendo si alguien más se atreve a ofrecer más, pero claro está que nadie puede igualar la cantidad que aparece en pantalla.

—¡Subastada y vendida a Friedrich!, nuestro ganador a la belleza de esta noche —grita emocionado.

Emocionado por la cantidad que le dejarán en su bolsillo.

Camino para salir del escenario para dirigirme a la parte trasera, una cuidadora espera por mi.

—Vamos que están esperando por ti.

Camino a un lado de ella sin decir nada, veo el pasillo, giramos y estamos en la entrada principal de la mansión. Esta en completo silencio.

Salimos al jardín, hay un auto y afuera un hombre bastante grande en traje que lleva un audífono en su oído derecho.

—Aquí está la chica —le habla al hombre.

Solo asiente, no contesta nos ignora. Permanezco ahí parada, veo el oscuro cielo, no hay estrellas escucho como los grillos cantan.

Siento una brisa pasar, el vestido no tapa casi nada, me estremezco, froto mis brazos para aligerar un poco el frío que me dio.

Escucho unas voces provenientes de la mansión, un hombre y una mujer, de esos dos solo reconozco a la mujer.

—Un gusto tenerlos por aquí, lástima que el señor Friedrich no haya podido asistir —solo escucho.

—Una lástima también para él, quería venir personalmente pero hoy fue el cumpleaños de su hijo, y es por eso que no asistió —contesta aquel hombre.

—Oh ya entiendo, ya vi quien será el regalo —me mira de reojo—. Salúdamelo de mi parte, espero tenerlo por aquí para la próxima.

—Yo le daré sus cordiales saludos.

—Elaine, te deseo suerte, disfruta y vive al máximo, aprovecha las oportunidades que te de la vida, no las dejes escapar —se dirige hacia mi.

—Gracias madame Ricci.

Agradezco por qué aunque lo que hacen con nosotras no es bonito, agradezco por darme un techo, comida, que me haya cuidado cuando mi familia no me quiso.

—Sube, tenemos un largo camino que recorrer, tenemos que llegar a más tardar en la mañana por la mañana —este también va con un traje pero es azul, es de mediana edad, tiene un semblante serio.

Abre la parte trasera del auto para que ingresé, subo, me acomodo. El tipo también se monta en la parte delantera donde está el hombre grandulón quién se sentó en el volante.

Viajamos por la carretera, se encuentra a oscuras, nos hacemos como dos horas hasta llegar a un aeropuerto. Yo solo me dedico a seguir al hombre.

Llegamos a la línea de despegue, hay un avión. Hay una escalera que lleva al interior.

—Ya está todo listo para partir señor Andrew —una mujer que parece ser la azafata se dirige al señor que me ha traído.

—Perfecto, vámonos ya, tenemos que llegar a tiempo.

—Como ordene —la mujer sube por la escalera perdiendo dentro.

—Sube —me hace una seña para que también suba.

Camino por los escalones, él tal Andrew sube detrás mío.

Cuando llego arriba, noto que todos los asientos están vacíos, se ven bastante cómodos, tiene mesitas.

—Siéntate donde gustes —hago caso.

Nunca en mi vida he viajado en avión, ni mucho menos en uno privado. Solo los había visto por la televisión, quien diría que la primera vez que viera uno sería para viajar en el.

Cuando va a despegar entierro mis uñas en el antebrazo del asiento. Me lleno de miedo, observo por la ventanilla como va quedando la cuidad de bajo nuestra.

Después viene la mujer a ofrecernos algo, no acepto nada, siento como mi estómago se revuelve, trato de contener el mareo. Le pregunto a la azafata por el baño, me lo señaló y voy corriendo hacia allá. Cuando ingreso me hinco delante del inodoro y saco todo lo que había ingerido horas atrás.
Regreso a mi lugar, la mujer se acerca para tenerme un medicamento contra los mareos y vómitos.

Siento como mi cuerpo se rinde y caigo dormida.

Mi cuerpo es sacudido por alguien, poco a poco voy abriendo mis ojos y noto que es la azafata que me ha despertado.

—Ya hemos llegado, el señor Andrew me ha pedido que la despierte.

—Gracias

Saliendo de ahí, veo que el señor ya se encuentra fuera, el amanecer empieza a asomarse.
Dónde ha aterrizado el avión es en el aeropuerto del lugar al que hemos llegado. Un auto se detiene frente a nosotros.

Andrew abre la puerta trasera para que ingresé. No dice nada es como si solo fuera un robot que sigue órdenes de alguien más.

En las calles se encuentran autos transitando, no se dónde me encuentro. Después de media hora en carro se detiene frente a un hotel lujoso.

—Aquí te hospedaras por unas horas, en la noche ya vendrán por ti, mi trabajo ha acabado aquí —entramos al vestíbulo.

Nos acercamos a la recepcionista que está atendiendo.

—Tengo una reservación a nombre de Friedrich —la chica teclea en la computadora.

—Así es, la habitación es la 508, está es su tarjeta de la habitación —extiende una tarjeta para que la reciba—. Cualquier cosa que se le ofrezca hablé por teléfono, que tenga una instalación agradable.

Nos subimos a un elevador que nos llevará a la habitación.

—A las ocho de la mañana vendrá una mujer a arreglarte de todo, le abres la puerta se encargará de ti y ya por último como a las siete de la tarde vendrán a llevarte a tu destino —en ningún momento me mira, solo observa de frente.

—¿Quién me compro? —me atrevo a preguntar.

—Esta noche lo conocerás, tendrás una buena vida, tendrás mejores cosas que a una subastada le puedan dar —sus últimas palabras no me agradan.

Es como si nosotras las chicas subastadas no merezcamos mejores oportunidades, cómo si merezcamos menos.

Se escucha un sonido de timbre, se abren las puertas revelando un pasillo con puertas y los números en ellas.
Encontramos la puerta 508, Andrew pasa la tarjeta por un lado de un cuadro de la cerradura, está se abre.

Entro al cuarto, es tan grande, tiene una mini sala, la recámara, un cuarto de baño, parece una casa. He quedado sola, ya se ha marchado el hombre.

Hoy en la noche conoceré a mi verdadero comparador.



🫧🫧🫧

Hola mis amores!! 📚🫶

Perdón por no actualizar el domingo, no tenía terminado el capítulo, apenas ayer lo termine.

En el siguiente capítulo saldrá esa persona que compro a Elaine 👀 ¿Quién será?

¿Que tal la semana? 👀

¿Cómo dieron con el libro? 👀 Los leo

Recen para que esté domingo logré publicar otro capítulo 🥺🙏 estoy tomando en cuenta sus opiniones acerca de la novela, y leyendo donde cometo uno que otro error, se los agradezco 🫶

No se olviden de votar y comentar ✨🫧

Nos vemos hasta la próxima 🫧📚

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