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By Nelsy_diazr22

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El dragón de la mafia neoyorquina ha regresado, por su puesto, por su gente y por las cabezas de quienes lo l... More

Introducción.
Capítulo I
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capitulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34

Capítulo 4

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By Nelsy_diazr22

Sofía

__ Seduce a Raúl y haz que te dé la ubicación de lo que padre quiere. - indica mi querido esposo - Cualquiera cae ante tus encantos, amor.

Odio ese tono. Odio su gesto. Odio recordar cuál fue el acuerdo.

__ La traición te luce muy bien, cariño. - le arreglo la corbata. - Es un traje hecho a tu medida.

__ Como a tí las máscaras, corazón. - dejo un beso en su mejilla guiñando un ojo antes de ir a la puerta para poder irnos.

Este vestido no me queda tan bien como quisiera. Si lo hubiese elegido yo, otro sería el resultado.

__ Señora, disculpe la intervención. - me habla la chica que puse a disposición del pequeño. - Pero el niño no quiere comer.

__ ¿Y que tengo que ver en eso?

__ Lamento ser insistente, es solo que me preocupa que se enferme

__ Se nos hace tarde. - dudo en si irme sin importar nada o...

__ Espérame en el auto. - subo casi corriendo por las escaleras seguida de la chica.

¿Qué estás haciendo?

Ignoro mi propia consciencia. Eso no tiene respuesta ni me voy a esforzar en buscarle una.

Me aproximo a su dormitorio, la puerta está cerrada por lo que golpeo con los nudillos avisando de mi presencia. Al entrar lo veo en una esquina, sentado con las rodillas juntas y sus brazos cubriendo su rostro. Es tan indefenso. Me acerco esperando alguna reacción que indique no quiere lo haga pero al no ver esto, termino con la distancia.

No sé qué decir. Soy buena negociante, no una niñera.

__ ¿Porqué no estás en la cama? Tienes una... - tartamudez no es lo que necesito - ¿Te molesta algo de ella?

No emite un solo sonido.

__ ¿Puedo acompañarte? - mueve su cabeza con una afirmación. Doblo mis rodillas hasta sentarme a su lado. No deberían ser debilidad, los quiero lejos pero aquí estoy tratando con un pequeño. - ¿Cuantos años tienes?

No habla solo levanta sus manos, detiene los otros dedos con una mostrando tres.

Esa edad debería tener él.

__ No me dijiste tú nombre. - recuerdo. Levanta la mirada causando el mismo impacto a mi tórax. - El mío es Sofía.

No me dice nada. Solo sigue observándose los dedos. Lo que me lleva a otra pregunta.

__ No quiero que te moleste o creas algo distinto. Es solo que no has hablado - trago grueso - ¿Puedes hablar?

Sus ojos me recorren, esa helada capaz de enfriar hasta la lava ardiente llega de nuevo. En lugar de asustarme, solo es más hermoso ver un fondo tan metálico y perfecto. No hace un solo movimiento, espero una negativa, hasta que luego de unos segundos asiente quitándome un peso que había caído sobre mí por alguna razón. No habla porque no quiere.

__ Tienes que cenar. - es a lo que vine.

Mueve su cabeza para indicar que no quiere.

__ ¿Por qué no? ¿Hay algo que te guste?

Busca su mochila de la que saca un libro, lo abre hojeando entre las páginas hasta que detiene su mano en un pequeño dibujo de helado.

__ Eso no es cena. - le digo. Mueve su dedo en unas galletas, desliza luego hasta un vaso con leche. - ¿Eso quieres?

Da un asentimiento leve.

__ Ordenaré que lo traigan. Luego te duermes. - niega - ¿Por qué?

Hojea en el libro buscando hasta que llega a la página final en donde hay un pájaro que tiene notas musicales dibujadas.

__ Quieres cantar - niega - ¿Quieres que cante? Porqué te voy a decepcionar, lo hago horrible. Un día le sangraron los oídos a Elisa por oír una de mis notas altas, sería muy desa...

Una sonrisa asoma. Es precioso. Logro verla y me distrae con esos hoyuelos que se forman al hacerlo.

__ ¿Quieres un pájaro? - mueve su cabeza de arriba abajo frenético. - No tengo aves aquí.

Su gesto decae.

__ Hagamos algo. Si eres un niño obediente te lo traeré. - sus ojos se abren - ¿Trato?

Mira mi mano cuando la extiendo. Le busca explicación y cuando recuerdo que es solo un niño me doy un golpe mental para dejar de hacer el ridículo.

__ Esto es lo que debes hacer. - le enseño tomando su mano con suavidad para dar un leve apretón sellando el acuerdo. Le parece una hazaña sin soltarlo provocando que mis latidos se disparen como un motor fuera de control.

Sus ojos brillan, medio sonríe.

__ ¡Sofía! - los gritos de Dylan logran que me incorpore con rapidez recordando mi compromiso. No debo perder mi estatus dentro del clan Myers

Me sigue hasta la cama en donde le cuesta subir, no quiero tocarlo más de la cuenta. No sé cómo tratarlo y no quiero ser la culpable de una segunda víctima de la saña de otros.

__ Trae galletas con chispas de chocolate y leche. - ordeno arreglando mi vestido. La chica asiente - No te acerques si no lo pide. Le incomoda.

No sé ni para qué digo todo eso. No sé de quién es, solo sé que se trata de otro asunto del que no quiero tener conocimiento porque conozco mis alcances. No podría detenerme, no sabría cómo.

Son una debilidad que no pienso tener ya que en un pasado fue usado para destrozar lo que creí firme. Me vi perdiendo, cayendo y arrastrando mi ser con súplicas que no fueron escuchadas. No quiero regresar ahí, estoy mentalizada a estar en la cima, todo lo que me reste de vida.

Decido que no pensar en eso es lo mejor ya que al bajar del auto me recibe una cantidad de personas enfocadas en crear lazos que les sirvan para solidificar su presencia en un clan lo suficientemente fuerte como para no caer a la primera revuelta. De la mano de Dylan camino entre ellos, sonriendo a cada nada, dando pasos a donde sé quedo en el foco de los presentes para ser vista por el objetivo de esta noche.

Seduzco y obtengo lo que quiero. De eso se ha tratado esto.

__ Blanco fijo. - dice Dylan en mi oreja. Finjo reír de lo que dijo, siendo la esposa linda que muchas miran - Manos a la obra.

__ No te emborraches tanto, eres más idiota en ese estado.

Me suelto de su agarre yendo a saludar a los socios de Abraham, el cual me presenta con un orgullo más actuado que nunca. Con gracia contesto algunas preguntas de los curiosos dejando ver la elegancia que se nos fue inculcado a mi hermana y a mí desde pequeñas.

Raúl se acerca luego de unos minutos, rozo mi brazo con el suyo sutilmente. Sin que note nada de lo que en realidad pasa. El vestido se atora en mi zapato y me agarro de su brazo disculpándome apenada.

__ No pasa nada. ¿Estás bien? - su tono más la mano en mi espalda me da la razón cuando digo que no pierdo cuando mi mente está centrada.

__ Tendré que ir al baño. Creo que oí la tela rasgarse. - actúo con descuido. Busco a Dylan con la mirada sin dar con el idiota. - Dios, qué vergüenza.

__ Si necesita mi saco...

__ Oh no. No quiero dar molestias. - me agarro de su hombro sosteniendo mi papel - Pero...

Dudativa dejo la oración sin terminar.

__ Dígame, sin pena. Estoy para ayudarle.

Pestañeo más rápido de lo normal y miro a Abraham. La labia masculina es tan fácil de dominar cuando se decide hacerlo.

__ Es que mi suegro se molestaría mucho que recurra a usted cuando mi esposo está presente. - lo mojigata sale a hacer lo suyo.

__ No estamos haciendo nada malo, solo brindo mi ayuda a quien lo necesita. - ¡Dios, este vejete es más idiota que el resto! - Puedes pedirme lo que sea, linda.

__ Necesito...

__ Disculpa la tardanza. Estaba saludando a los rusos. - dice Dylan llegando por fin. - Raúl, nos agrada mucho tu presencia en esta fecha tan especial para nosotros.

__ No podría dejar pasar venir a admirar la belleza... de este sitio. Se ve que se preparó muy anticipadamente para celebrar tan grande acontecimiento. - me dejo ver nerviosa. Funciona - Con permiso, señores Myers.

Se mete entre el gentío uniéndose a la conversación de Abraham con el resto de nuevo. Mi suegro nos mira de soslayo y solo doy la señal de que está parte le toca a él. Prepararlo para el final de la velada.

__ Te está follando en su mente seguramente. - Dylan toma un sorbo de su trago. Se toca la nariz y le rodeo el cuello con las manos para luego pasar la mano quitando los restos de la sustancia blanca que tiene en esta. - Hasta te ves como una esposa real, querida Sofía.

__ Hasta que la muerte nos separe ¿no? - paso la uña por la punta de la nariz. - Creo que puede ser pronto.

Sacudo la uña frente a sus ojos.

__ No te daré el gusto de matarme. - roza nuestras narices. Sus pupilas están demasiado dilatadas. Muchas drogas.

Pierde utilidad en este estado, como si fuera mucho. Su único trabajo es estar pendiente de lo que él viejo y yo hablamos, si eso lo hace mal, en verdad solo será un bulto que no llevaré a cuestas.

Preparo mi siguiente movimiento, me alejo de todos con la mirada de Dylan en mí, actuando como el enamorado que debe, una segunda se le suma veo sobre mí hombro notando el viejo que repasa mi cuerpo con su mirada. No disimula ahora. Va mejorando, una décima entre el millón que requiere.

Mis pies se detienen, mi risa se borra y un frío me recorre la espalda cuando siento algo más pesado pendiente de mí. La sensación de estar siendo atravesada no se va, respiro hondo, me atrevo a mirar sin encontrar nada más que todos perdidos en sus asuntos. Me toco la frente al sentirla fría, una reacción extraña que no había tenido. Ni siquiera cuando...

__ ¿Sucede algo, querida? - la voz de Liliam, me hace girar para verla - Te ves pálida.

__ No me estoy metiendo las mismas porquerías que tu hijo, si es lo que preguntas - su rostro se baña en enojo - Feliz aniversario, suegrita.

Recibe mi beso en su mejilla correspondiendo igual. Las apariencias lo son todo para quien vive a base de estas.

__ Eres una mujer digna de admiración - le aplaudo - Mira que aguantar treinta años a Abraham sin querer matarlo, eres mi ídolo.

Su mano quiere tomar la mía y con un movimiento sutil lo evito llegando solo a mí costado de dónde saca una pelusa imaginaria simulando que no ocurre nada.

__ Un día haré que esa lengua filosa se te sea cortada. - su sonrisa amable no desaparece. - Y la usaré para alimentar a los perros.

__ Me duele mucho saber que no vas a cumplir esa promesa. - me llevo la mano al pecho - Pero juro que esas lindas palabras quedarán grabadas en mi alma como recordatorio de tí. Incluso estoy dispuesta a tallarlas a mano en tu lápida si me lo pides.

No la dejo responder yendo al grupo de personas que se turnan por un trago, espero que les sirvan a ellos en lo que observo la cantidad de bocadillos en las mesas. Agarro una servilleta para tomar uno de ellos comiendo al recordar que desde la mañana no lo hago.

No hay de los que me gustan, pero no es un evento organizado por mi hermana para creer que pondrá de mis favoritos. Eran buenos días. Aún estando con Ronald intentaba darme gusto en algunas cosas luego todo cambió.

Detallo mi entorno viendo sobre la cabeza de muchos. Parejas riendo, amigas comentando sus ideas, vejetes siendo "hombres de negocios", esposas sumisas...

Dejo de masticar al ver su rostro entre muchos, con la cabeza rapada casi por completo y la misma sombría cara que me roba el aire. Alguien tropieza conmigo causando que lo pierda de vista,

__ Disculpa, linda. - se excusa la hija de Raúl.

__ No importa, Dana. - es lo que menos interesa ahora.

Regreso rápido a donde lo vi, pero está vacío. Salgo de mi ensimismamiento oyendo de nuevo el bullicio formado por muchos.

Lo busco por todos lados, tengo algo en el pecho que aprisiona mis pulmones cada vez más. Un puño, un nudo, un corte que sangra.

Él se fue. Debió irse.

__ Cuidado. - una chica me hace mirarla al manchar su brazo con el bocadillo.

__ Lo lamento. - entrego una servilleta para que se limpie. Miro todo el espacio vacío y a la mujer irse en lo que me acerco al sujeto de los tragos que está libre. - ¿Qué es lo más fuerte que sabes preparar?

__ El pedido especial del señor Myers - me dice sacando la botella de absenta que deja ante mis ojos. - Quiere que todos los cócteles lo lleven.

Suelto el aire que tenía retenido, río con diversión. Menos mal, es una alucinación.

Bendita y maldita bebida. No sé cómo me sorprende que Abraham use este tipo de sustancias tan fuertes en un evento para el cual quiere tener a todos contentos, aunque tengo una ligera sospecha sobre quienes es que quiere que funcione más.

__ Dame algo, sin esa cosa por favor - señalo sentandome frente a este. Empieza a mezclar mientras miro sobre mi hombro esperando que la alucinación no vuelva, deseando achacarle hasta mis desgracias al absenta.

Hicimos un trato. Su salida a cambio de irse a Europa. Él cumple su palabra, lo cual debería ser un problema para mí teniendo en cuenta que prometió regresar hace años. Ronald dijo que nos mataría, tal vez tenga razón, no se necesita más que dos dedos en frente para saber cuál puede ser la versión que maneja, ni siquiera quiero explicar algo que su ego no le permitirá creer. No merece el esfuerzo. Pero juró irse, a estas alturas está con uno de los otros tres planeando un estruendoso encuentro con sus rivales policiacos. Eso quiero creer, eso es lo más conveniente para todos, aunque nunca pensaría siquiera en hacer lo conveniente para el resto, sino solo por y para él.

Con la guerra que hay, seguramente es un lugar digno de un sujeto con amor por el caos y destrucción.

Paso el cóctel mirando a mi alrededor, me indican que debo entrar en acción y es en lo que me enfoco para dejar de pensar incoherencias que solo me darán contratiempos, justo lo que no quiero.

.

.

∆∆∆∆∆∆∆

Donovan Hunt

Llevo el cóctel a mis labios dando el sorbo mientras paso cómo un invitado más entre tantos, vinieron por un evento hecho para celebrar las tres décadas de matrimonio de Abraham con Liliam. Se llevarán una sorpresa más grata, una más digna de contar que solo ver a dos vejetes aparentar felicidad cuando uno se coge a las cuñadas y otra a los tipos treinta años menores.

Mis ojos se centran en lo que quiero, ignorando el hecho de la reacción inevitable que obtengo al verla así sea de lejos. Embruja con solo respirar cerca. Cautiva al regalar una mirada. Destruye con mover un dedo. Neutraliza al llegar a conocer la vulnerabilidad.

Los trucos de siempre, es una maldita que no sabe moverse sin dañar. Me gusta y la odio. Quiero desaparecerla porque representa amenazas que no pienso pasar de nuevo. Vio mi caída y no conforme con ayudar a que sucediera, se casó con uno de mis enemigos, una maldita que debe desaparecer. Simplemente es la mujer que si no me mata antes que acabe con ella, se va a arrepentir porque voy sin lástima.

No sólo es mi rival. Antes fue mi mujer, ahora no es más que una de los nombres que figuran en mi lista negra.

Estudio sus gestos, debe tener algún motivo para estar paseándose tanto. Puede engañar a todo el mundo, no a mí que la tuve en mi cabeza, alma, cama y en cada sitio perteneciente así como ella me dejó escarbar dentro de su ser hasta dar con lo que le gusta. Envolver.

Esa ingenuidad fingida causa que vea hacia quién va dirigida. Cómo si la vida quisiera vernos en la rivalidad más seria, nos pone tras el mismo objetivo.

Raúl Franco, su blanco, mi víctima inicial.

El viejo le mira el escote y ella se comporta como una maldita inocente que no se da cuenta. Espero alguna reacción del esposo, sin embargo; el tipo solo la acerca más a él. No busca alejarla del viejo lo que apunta a un plan entre ellos.

Si por él fuera le ayuda a abrir las piernas para entregarla al vejete arrugado que la saborea como si fuera un postre el cual no ha probado jamás. Idiotas.

Lo maldita no le quita lo hermosa y es lo que usa para hacer caer a todos aquellos que se convierten en su enemigo. La veo a lo lejos por primera vez después de años, ese golpe súbito en mi pecho lo ignoro porque no merece más que la vuelva mierda después de lo que hizo.

__ Valkyria - su seudónimo sale de mi boca sin que pueda detenerlo.

__ ¿Disculpa? - una mujer a mi lado se vuelve hacia mí. - ¿Dijiste algo?

__ No es contigo - exclamo bebiendo mi copa de golpe.

__ Ah, lo siento. Creí que sí. - sonríe apenada. Con las mejillas rojas y esa mirada avergonzada. Muy inocente, aburrida hasta para hablar.

__ No es así. - doy media vuelta para ver mi objetivo. Esa carga letalidad, exige que la vean, como advierte lo que pasa sin que se den cuenta.

Está con una sonrisa gigante en sus labios rojos, con esa figura que carga llama mucho la atención, más de los sujetos que la follan en su mente como los idiotas que son, dan lástima porque no se atreven a hablarle.

La imagen de una mujer que destila seguridad, letalidad y esa belleza que presume suele dar temor para quienes solo están acostumbrados a ver mujeres sumisas. Las mujeres como esas no son para cualquiera y queda demostrado cuando su esposo se vale de ella para atraer la atención de muchos.

Le rodea el cuello al hijo de Abraham en un juego de ambos para atrapar a otros, Dylan un drogadicto imbécil que piensa con la nariz impregnada de cocaína. No sé a quién se le ocurrió que esa sería una alianza estratégica. Pero al menos la suya es usar la belleza que posee en contra de todos aquellos que la adoran en sus mentes.

Le funciona, serían unos idiotas si no caen en esa figura monumental que tiene a muchos levitando.

Agarro otra copa de licor mirando a un solo punto, ese sitio que decidió destruir.

Ocho meses, según Ronald. Doscientos cuarenta y siete días que no lo supe. Así de mierda es.

Le voy a arrancar el alma con mis propias manos.

La veo incómoda, mira a cada nada a todos lados como si presintiera que su hora de pagar está llegando, un karma que se puede oler y tiene nombre. El mío.

Búscame. Sabes que estoy aquí.

Cómo un magnetismo algo la atrae, olvidando con quién está para buscar lo que es consciente la llama.

Su vista se pasea entre todos, responde lo que le preguntan sin dejar de reparar su entorno hasta que sus ojos impactan contra los míos, una tormenta llena de relámpagos que vuelven el negro gris me golpea, la sorpresa en estos es notable y no se esmera en esconder que le atemoriza verme, reponiéndose velozmente.

Exacto. Aquí estoy.

La veo tragar saliva, ese movimiento que hace al estar nerviosa llega, no tiene un poco de control de lo que experimenta pero no me importa nada. Vine para recordarle porque al dragón no debió haberlo traicionado. Me dejé llevar por su belleza como cada uno de los que la rodean, pero a diferencia de ellos si sé a quién me enfrento.

La rivalidad se dió desde el inicio, la enemistad cuando lo decidió así. La finalización ya la tengo en proceso.

Raúl se acerca más a ella, su esposo se ríe en la conversación junto a Abraham que la hace preguntar lo que acaba de decirle. Este deja ver el enojo de no ser el centro de atención ya que se cree el ombligo del mundo por ser el festejado junto a la señora que habla muy de cerca con un sujeto que ve una oportunidad de sacar dinero a una necesitada de cogidas.

Meto la mano al bolsillo recordando el dispositivo que coloqué en la caja de fusibles, el botón es presionado por mi dedo a tiempo que una explosión se da en la parte exterior del salón, las luces se apagan y un alboroto se forma en lo que camino directo a ella. Las cuchillas quedan entre mis dedos saliendo disparadas como garras que son enterradas en el primero de ellos, una segunda vez destrozo el cuello de Raúl quien se sostiene de mí cuando le doy la tercera en la boca.

__ Lo mío no se toca. No se mira. No se roba. - las garras se ensartan en la cuenca de sus ojos dejándolo caer. El olor metálico invade mis fosas nasales al salir en grandes cantidades.

Doy otro paso y no contengo el odio hacia ella rasgando la piel de su brazo, pero es lista a la hora de alejarse aún en medio de la oscuridad. La tomo de la mano untando la sangre en su cuello lamiendo la barbilla a tiempo que me estampa una cuchilla que arrebato de su mano lanzándola a quien viene a un costado.

__ ¡Cubran al señor Myers! - gritan en medio del alboroto.

__ Sorpresa, amor. - estampa un cabezazo junto a su rodilla que evado soltandola.

Se me escapa y no iré tras ella, mi objetivo está fuera de camino. Vine por uno y no voy a tomar caminos que no planeé para hoy. Eso lleva al fracaso. Los atajos sólo sirven para distracciones. Sabe de mi regreso, con eso tiene por ahora.

Voy directo a la salida, nadie me detiene porque no soy solo yo quien atraviesa la puerta. Cruzo la calle oyendo un sonido que cada segundo suena.

Hija de perra.

Me arranco el saco que lanzo a un auto caminando hasta el mío solo para ver cómo la explosión manda a volar el vehículo que queda vuelto chatarra. La infeliz sabe moverse, no se va a quedar de brazos cruzados viendo que es el objetivo de alguien que no estará tranquilo hasta mandarla al mismo infierno.

Maldigo para mis adentros encendiendo el motor para irme, dejo atrás el alboroto que se hace más grande cuando más grupos de seguridad pasan frente a mí.

Me detengo en la mitad del camino, ella no ha perdido su toque y sé lo lista que es por lo que rebusco en los bolsillos dando con lo que me hace recordar esos momentos en los cuales me mostró como lo hacía.

<< __ Mira esto - la figura queda entre mis manos - Intenta ponerla dentro de mi bolsillo sin que lo sepa. Sin roces.

__ No estoy para juegos, Sofía - suelto desinteresado.

__ Una vez, amor - insiste. Sus labios me convencen pero cuando quiero tomar el objeto no la tiene entre sus manos. Enarco una ceja en su dirección y esta hunde los hombros dando a entender su despreocupación - Te dije, sin que lo notes.

Busco en mi pantalón pero no lo encuentro allí sino en el cinturón, colgando como un llavero.

__ Te reto a hacerlo mejor - la atraigo a mi pecho para comerle la boca sin que luche. Le gusta que sea un animal cuando de mostrarle las ganas que le tengo se trata. Gime cuando la hago enredar sus piernas en mis caderas, presiono su entrepierna con fuerza, quiero enterrarme en su coño adictivo. Quiero romperlo como cada vez que me entrega sus ansias para ponerla al límite.

El móvil nos interrumpe, al ver el nombre de baja. Cuando ella llama sabe que es importante, nunca lo hace y tenemos ese código sobre que jamás nos dejaremos solos.

__ Debo irme - muerdo una vez más su boca.

__ Mi dado - pide con su mano extendida.

__ En tu oreja - señalo dando la vuelta para irme. No es la única que sabe trucos y es por eso que nos entendemos a la perfección>>

__ Hija de puta - la aprieto entre mis manos para romperla. La luz roja parpadea cuando la logro ver. Lo lanzo lejos, quiere localizarme pero si no lo quiero no sabrá de mí y por ahora debe tener esa alerta y temor de que en cualquier momento llegue a su cama a terminar con nuestros asuntos personales pendientes.

Es peligrosa, pero lo soy más. Ella aún teme, a mí se me olvidó que es eso.



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